LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Se dice que estamos en el siglo de las revoluciones, pero se olvida que la gran revolución la hizo en el mundo hace veinte siglos Jesucristo.
A veces, no suele ser muy respetuosa la intención de los que afirman que Jesús fue el gran revolucionario; pero la realidad es que se confunden dos clases muy distintas, y aún opuestas, de revolución.
Hay una revolución que busca el cambio por el camino de la violencia, del odio, de la guerra, de la destrucción, de la muerte; no es esa la revolución que nos trajo Cristo.
En cambio hay otra revolución que también busca el cambio, pero más profundo: no solo de estructuras o regímenes, sino de lo profundo del hombre; quiere un hombre nuevo en el que reine el amor, la justicia, la caridad, la paz, las buenas relaciones humanas, un hombre con un corazón grande, sencillo, limpio, tierno y compasivo que sepa perdonar, comprender, ayudar, en una palabra: amar.
“En esto consiste el amor: en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que ustedes han aprendido desde el principio es que vivan en el amor” (2 Jn 6). En el amor está comprendida toda la ley.
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