La corrección fraterna
Tiempo Ordinario
Mateo, 18, 15-20. Tiempo Ordinario. La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa.
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 19a. Semana del Tiempo Ordinario del lunes 10 al domingo 16 de agosto 2015.
---------------
Del santo Evangelio según san Mateo, 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Oración introductoria
Señor, gracias, por ser tan bueno. Por darme la oportunidad de este momento de oración. Ayúdame a estar atento a las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Este día seguramente estará lleno de desafíos y actividades, oportunidades para perdonar y buscar el perdón: con tu gracia lo podré vivir plenamente.
Petición
Concédeme cultivar, Señor, un alma contemplativa, sencilla y alegre para lograr ser un instrumento de tu paz.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Oración introductoria
Señor, gracias, por ser tan bueno. Por darme la oportunidad de este momento de oración. Ayúdame a estar atento a las inspiraciones de tu Espíritu Santo. Este día seguramente estará lleno de desafíos y actividades, oportunidades para perdonar y buscar el perdón: con tu gracia lo podré vivir plenamente.
Petición
Concédeme cultivar, Señor, un alma contemplativa, sencilla y alegre para lograr ser un instrumento de tu paz.
Meditación del Papa Francisco
Las etapas en este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es necesario ante todo evitar el clamor de la crónica y los chismes en la comunidad. Esto es lo primero que hay que evitar.
'Ve, amonéstalo, tú y él solos'. La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien cometió una culpa, evitando las palabras que puedan herir y asesinar al hermano.
Porque ustedes saben que las palabras matan. Cuando hablo mal y hago una crítica injusta, cuando descarno a un hermano con mi lengua, esto es asesinar la reputación del otro. También las palabras asesinan. ¡Vamos, con esto, seriamente!
Al mismo tiempo esta discreción, de hablarle estando solo, tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador. Se habla entre los dos, ningún otro escucha y todo acaba aquí.
Y a la luz de esta exigencia se entiende también la serie de sucesivas intervenciones, que prevé involucrar a algunos testimonios y después a la misma comunidad. La finalidad es de ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, pero a todos. (S.S. Francisco, Ángelus del 7 de septiembre de 2014).
Reflexión
Nos dice nuestro Señor que "si un hermano peca -o sea, falla en cualquier cosa de moral o dignidad en su comportamiento- repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano". Con esto nos está diciendo el Señor que la corrección es un bien y un servicio que se hace al prójimo. Pero aquí también hay reglas del juego, y hemos de tenerlas muy en cuenta para practicar cristianamente estos consejos de nuestro Señor. Veamos algunas de ellas.
La primera es que, antes de corregir a los propios hijos o a nuestros educandos, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige -ya se trate de un maestro, de un educador y, con mayor razón, de un padre o madre de familia- debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo. Nunca mejor que en estas circunstancias hemos de tener presente el sabio proverbio popular de que "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra". Las personas –sobre todo los niños, los adolescentes y los jóvenes– se dejan persuadir con mayor facilidad cuando ven un buen ejemplo que cuando escuchan una palabra de corrección o una llamada al orden.
La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las personas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público. ¡Cuántas veces un joven llega a sufrir graves lesiones en su psicología y afectividad por una educación errada! Y es un hecho que muchos hombres han quedado marcados con graves complejos, nunca superados, a causa de las humillaciones y atropellos que sufrieron en su infancia por parte de quienes ejercían la autoridad. Y no digo yo que no hay que corregir a los niños -dizque para no traumarlos, pero sí que hay formas y formas.
Diálogo con Cristo
Señor, te pedimos que al corregir, procuremos usar una gran bondad, mansedumbre y miramiento, y de un hondo sentido de la justicia y la equidad.
Si somos corregidos alguna vez –pues también nosotros estamos sometidos a autoridad–, no nos rebelemos ni tomemos a mal la corrección, sino con buen ánimo, con humildad y sencillez, según Tus palabras: "Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no te abatas cuando seas por Él reprendido; porque el Señor reprende a los que ama, y castiga a todo el que por hijo acoge" (Hb 12, 5-6; Prov 3, 11-12).
Petición
Te pedimos para que sepamos dar una educación y ejemplo auténticamente cristiana a nuestros hijos y a los niños y jóvenes confiados a nuestro cuidado o que puedan aprender de nosotros.
Nos dice nuestro Señor que "si un hermano peca -o sea, falla en cualquier cosa de moral o dignidad en su comportamiento- repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano". Con esto nos está diciendo el Señor que la corrección es un bien y un servicio que se hace al prójimo. Pero aquí también hay reglas del juego, y hemos de tenerlas muy en cuenta para practicar cristianamente estos consejos de nuestro Señor. Veamos algunas de ellas.
La primera es que, antes de corregir a los propios hijos o a nuestros educandos, debemos estar muy atentos nosotros para no faltar o equivocarnos en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige -ya se trate de un maestro, de un educador y, con mayor razón, de un padre o madre de familia- debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo. Nunca mejor que en estas circunstancias hemos de tener presente el sabio proverbio popular de que "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra". Las personas –sobre todo los niños, los adolescentes y los jóvenes– se dejan persuadir con mayor facilidad cuando ven un buen ejemplo que cuando escuchan una palabra de corrección o una llamada al orden.
La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las personas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público. ¡Cuántas veces un joven llega a sufrir graves lesiones en su psicología y afectividad por una educación errada! Y es un hecho que muchos hombres han quedado marcados con graves complejos, nunca superados, a causa de las humillaciones y atropellos que sufrieron en su infancia por parte de quienes ejercían la autoridad. Y no digo yo que no hay que corregir a los niños -dizque para no traumarlos, pero sí que hay formas y formas.
Diálogo con Cristo
Señor, te pedimos que al corregir, procuremos usar una gran bondad, mansedumbre y miramiento, y de un hondo sentido de la justicia y la equidad.
Si somos corregidos alguna vez –pues también nosotros estamos sometidos a autoridad–, no nos rebelemos ni tomemos a mal la corrección, sino con buen ánimo, con humildad y sencillez, según Tus palabras: "Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no te abatas cuando seas por Él reprendido; porque el Señor reprende a los que ama, y castiga a todo el que por hijo acoge" (Hb 12, 5-6; Prov 3, 11-12).
Petición
Te pedimos para que sepamos dar una educación y ejemplo auténticamente cristiana a nuestros hijos y a los niños y jóvenes confiados a nuestro cuidado o que puedan aprender de nosotros.
miércoles 12 Agosto 2015
Miércoles de la decimonovena semana del tiempo ordinarioSanta Juana Francisca Chantal
Leer el comentario del Evangelio por
Isaac de Stella : «Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo»
Deuteronomio 34,1-12.
Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan,
todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental,
el Négueb, el Distrito y el valle de Jericó - la Ciudad de las Palmeras - hasta Soar.
Y el Señor le dijo: "Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: "Yo se la daré a tus descendientes". Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella".
Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto.
El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado.
Cuando murió, Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor.
Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés.
Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés - con quien el Señor departía cara a cara -
ya sea por todas las señalas y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país,
ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental,
el Négueb, el Distrito y el valle de Jericó - la Ciudad de las Palmeras - hasta Soar.
Y el Señor le dijo: "Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: "Yo se la daré a tus descendientes". Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella".
Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto.
El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado.
Cuando murió, Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor.
Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés.
Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés - con quien el Señor departía cara a cara -
ya sea por todas las señalas y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país,
ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
Salmo 66(65),1-3a.5a.8.16-17.
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza:
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo.
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza:
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
apenas mi boca clamó hacia él,
mi lengua comenzó a alabarlo.
Mateo 18,15-20.
Jesús dijo a sus discipulos:
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Isaac de Stella (¿-c. 1171), monje cisterciense
Sermon 11, 13
Todo lo del Esposo y la esposa es común: el honor de recibir la confesión y el poder de la remisión. Es la razón de esta palabra:«Vete y muéstrate al sacerdote»(Mt 8, 4)... La Iglesia no puede por tanto restablecer nada sin Cristo; y Cristo no quiere restablecer nada sin la Iglesia. La Iglesia no puede restablecer nada salvo al penitente, es decir lo que Cristo primero ha tocado.
Cristo no quiere reservarse ninguna remisión que la Iglesia menosprecie. Cristo todopoderoso puede todo por sí mismo: bautizar, consagrar la Eucaristía, ordenar, perdonar los pecados, y el resto; pero, el Esposo humilde y fiel, no quiere hacer nada sin la esposa. «Lo que Dios ha unido, que el hombre por tanto no lo separe»(Mt 19,6).«Este gran misterio, yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia»(Ef 5,32)...Guárdate tú bien de separar la cabeza del cuerpo; no impidas que Cristo exista todo entero; pues Cristo no está jamás entero sin la Iglesia, y la Iglesia no puede ser sin Cristo. El Cristo total, integral, es cabeza y cuerpo.
Cristo no quiere reservarse ninguna remisión que la Iglesia menosprecie. Cristo todopoderoso puede todo por sí mismo: bautizar, consagrar la Eucaristía, ordenar, perdonar los pecados, y el resto; pero, el Esposo humilde y fiel, no quiere hacer nada sin la esposa. «Lo que Dios ha unido, que el hombre por tanto no lo separe»(Mt 19,6).«Este gran misterio, yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia»(Ef 5,32)...Guárdate tú bien de separar la cabeza del cuerpo; no impidas que Cristo exista todo entero; pues Cristo no está jamás entero sin la Iglesia, y la Iglesia no puede ser sin Cristo. El Cristo total, integral, es cabeza y cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario