OBISPO Y MÁRTIR
PALABRA DE DIOS DIARIA
Pacificador de nombre y de hecho (el nombre “Ireneo” en griego quiere decir pacífico y pacificador), san Ireneo fue presentado al Papa por los cristianos de la Galia con palabras de grande elogio: “Guardián del testamento de Cristo”. En Roma honró su nombre sugiriendo moderación al Papa Víctor, aconsejándole respetuosamente que no excomulgara a las Iglesias de Asia que no querían celebrar la Pascua en la misma fecha de las otras comunidades cristianas.
Pacificador de nombre y de hecho (el nombre “Ireneo” en griego quiere decir pacífico y pacificador), san Ireneo fue presentado al Papa por los cristianos de la Galia con palabras de grande elogio: “Guardián del testamento de Cristo”. En Roma honró su nombre sugiriendo moderación al Papa Víctor, aconsejándole respetuosamente que no excomulgara a las Iglesias de Asia que no querían celebrar la Pascua en la misma fecha de las otras comunidades cristianas.
Con los mismos fines pacificadores este hombre ponderado insistió a los obispos de las otras comunidades cristianas para que trabajaran por el triunfo de la concordia y de la unidad, sobre todo manteniéndose unidos a la tradición apostólica para combatir el racionalismo gnóstico. De sus escritos nos quedan, efectivamente, Los cinco libros del Adversus hæreses, en los que Ireneo aparece no sólo como el teólogo más equilibrado y penetrante de la Encarnación redentora, sino también como uno de los pastores más completos, más apostólicos y más católicos que hayan servido a la Iglesia. Se nota que sus argumentaciones contra Los herejes, aunque nacieron de la polémica, son fruto de la oración y de la caridad.
Ireneo era oriundo de Asia Menor. Entre sus recuerdos de juventud se encuentra el contacto con Policarpo de Esmirna, el santo obispo “que fue instruido por los testigos oculares de la vida del Verbo”, sobre todo por el apóstol Juan, que había fijado su sede en Esmirna. Ireneo, pues, por medio de Policarpo se une a los Apóstoles. Después de dejar el Asia Menor, pasa a Roma y sigue para Lyon (Francia). No perteneció a la lista de los mártires de Lyon, víctimas de la persecución del 177, porque precisamente en ese tiempo su Iglesia lo había enviado a Roma para presentar al Papa Eleuterio algunos asuntos de orden doctrinal, relacionados sobre todo con el error montanista. Este error se debía a un grupo de fanáticos que habían llegado de Oriente, predicando el disgusto por las cosas del mundo y anunciando el inminente regreso de Cristo. De regreso a Lyon, Ireneo sucedió en el 178 al obispo mártir san Fotino, y gobernó la Iglesia de Lyon hasta su muerte, hacia el año 200. Aunque no está comprobado su martirio, la Iglesia lo venera como mártir.
En todo caso, él fue un auténtico testigo de la fe en un período de dura persecución; su campo de acción fue muy vasto, si se tiene en cuenta que probablemente no había ningún otro obispo en las Galias ni en las tierras limítrofes de Alemania. Su lengua era el griego, pero aprendió las lenguas “bárbaras” para poder evangelizar a esos pueblos.
28 de junio, día de San Ireneo de Lyon
Hoy, 28 de junio, conmemoramos a San IRENEO de LYON, Obispo.
SAN IRENEO DE LYON (¿135?-202) nació en algún lugar de Asia Menor, o bien probablemente en Esmirna, en la actual Turquía; era griego, probablemente de una familia ya convertida al cristianismo.
San Ireneo se formó en Esmirna con San Policarpo, quien a su vez había sido discípulo de San Juan Apóstol. De ahí pasó a Roma, y tras una breve estancia marchó finalmente en 157 a las Galias, o sea Francia, donde de joven trabajó en una colonia de comerciantes de Asia Menor establecida en Lyon, que todavía era una ciudad romana.
Al pertenecer a la minoría de cristianos y de extranjeros, San Ireneo tuvo que enfrentar junto con su comunidad continuas persecuciones; recordemos que era la época en la que el cristianismo primitivo apenas se estaba comenzando a propagar.
En 177 viajó San Ireneo a Roma como representante del obispo de Lyon para entrevistarse con el papa San Eleuterio. Este viaje probablemente le haya salvado de morir junto con los numerosos mártires de Lyon, de su comunidad, que fueron ejecutados durante su ausencia.
Al regresar a Lyon, sus compañeros sobrevivientes lo eligieron obispo de la comunidad, y es aquí cuando San Ireneo comenzó propiamente su labor como misionero y como pacificador.
La política de San Ireneo era la concordia y el respeto, y procuró que hubiera labor de colaboración para lograr fines comunes. Al papa San Víctor I le aconsejó que no excomulgara a los obispos de Iglesias que preferían celebrar la Pascua de acuerdo con el rito hebreo, y no con el romano.
San Ireneo es uno de los fundadores de la teología cristiana. Para confrontar a las doctrinas gnósticas, redactó hacia 180 la polémica, que se convertiría en un texto clásico, Adversus Haereses, o Contra los herejes, que fue el primer compendio extenso de la fe cristiana.
Por éstos y otros planteamientos teológicos, a San Ireneo se le concedió el sobrenombre de Padre de la Dogmática.
San Gregorio de Tours menciona que San Ireneo murió martirizado durante el gobierno del emperador romano Lucio Séptimo Severo.
SAN IRENEO DE LYON nos enseña la importancia de ponernos de acuerdo para que impere la paz.
SAN IRENEO DE LYON (¿135?-202) nació en algún lugar de Asia Menor, o bien probablemente en Esmirna, en la actual Turquía; era griego, probablemente de una familia ya convertida al cristianismo.
San Ireneo se formó en Esmirna con San Policarpo, quien a su vez había sido discípulo de San Juan Apóstol. De ahí pasó a Roma, y tras una breve estancia marchó finalmente en 157 a las Galias, o sea Francia, donde de joven trabajó en una colonia de comerciantes de Asia Menor establecida en Lyon, que todavía era una ciudad romana.
Al pertenecer a la minoría de cristianos y de extranjeros, San Ireneo tuvo que enfrentar junto con su comunidad continuas persecuciones; recordemos que era la época en la que el cristianismo primitivo apenas se estaba comenzando a propagar.
En 177 viajó San Ireneo a Roma como representante del obispo de Lyon para entrevistarse con el papa San Eleuterio. Este viaje probablemente le haya salvado de morir junto con los numerosos mártires de Lyon, de su comunidad, que fueron ejecutados durante su ausencia.
Al regresar a Lyon, sus compañeros sobrevivientes lo eligieron obispo de la comunidad, y es aquí cuando San Ireneo comenzó propiamente su labor como misionero y como pacificador.
La política de San Ireneo era la concordia y el respeto, y procuró que hubiera labor de colaboración para lograr fines comunes. Al papa San Víctor I le aconsejó que no excomulgara a los obispos de Iglesias que preferían celebrar la Pascua de acuerdo con el rito hebreo, y no con el romano.
San Ireneo es uno de los fundadores de la teología cristiana. Para confrontar a las doctrinas gnósticas, redactó hacia 180 la polémica, que se convertiría en un texto clásico, Adversus Haereses, o Contra los herejes, que fue el primer compendio extenso de la fe cristiana.
Por éstos y otros planteamientos teológicos, a San Ireneo se le concedió el sobrenombre de Padre de la Dogmática.
San Gregorio de Tours menciona que San Ireneo murió martirizado durante el gobierno del emperador romano Lucio Séptimo Severo.
SAN IRENEO DE LYON nos enseña la importancia de ponernos de acuerdo para que impere la paz.
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