viernes, 12 de junio de 2015

12 de junio, día de San Onofre

Hoy, 12 de junio, conmemoramos a San ONOFRE, Ermitaño.

SAN ONOFRE (¿320?-¿400?) nació en la actual Etiopía; de acuerdo con la tradición, fue hijo de un príncipe egipcio o abisinio.

Se cuenta que siendo niño su padre lo arrojó a las llamas para probar si era un hijo bastardo, pero San Onofre probó su legitimidad saliendo ileso de las llamas.

San Onofre, en árabe Abü Nufar, se crió en el monasterio de Hermópolis, en la Tebaida Egipcíaca. De adulto decidió renunciar a los derechos principescos que había heredado y apartarse de la comunidad para vivir en soledad y alejado del mundo.

Encontró su sitio ideal en una cueva o ermita entre acantilados, cerca de Göreme, en Capadocia, en la actual Turquía, donde vivió 60 años sumido en profundas meditaciones. Se alimentaba exclusivamente de dátiles y bebiendo agua. Se cuenta que un ángel le llevaba pan diariamente, y los domingos la Eucaristía.

Cierto día, San Pafnuncio, quien había sido su discípulo y lo visitaba ocasionalmente, lo descubrió sumamente enfermo, con el cuerpo enjuto y desfigurado, y envuelto en su larga barba y su abundante cabellera de anciano.

Pafnuncio alcanzó aún a darle la Eucaristía a San Onofre, y estuvo con él en sus últimas horas hasta que su maestro falleció en la ermita. Tiempo después San Pafnuncio escribió la biografía de San Onofre.

San Onofre es un santo muy venerado en la actualidad por los cristianos coptos. Es el santo patrono de la ciudad de Munich y del principado de Mónaco, así como de los tejedores y de quienes buscan casa propia. En la iconografía se le representa como un anciano demacrado, sin ropa, de largos cabellos y barba

SAN ONOFRE nos ofrece un ejemplo extremo de vida contemplativa.



SAN ONOFRE

ERMITAÑO



Si no lo hubiera encontrado el abad san Panufcio, ya moribundo, y no hubiera escrito su vida es seguro que no conoceríamos a este personaje originalísimo. Es un ermitaño, morador de una cueva del desierto egipcio de la Tebaida.

Allí mismo donde la civilización faraónica había florecido siglos antes, ahora, en las primeras centurias del cristianismo, los monjes pueblan el despoblado y viven en solitario su intensa experiencia interior y espiritual.

A nuestra sociedad lo profundo le sabe a raro y los compromisos definitivos o las decisiones comprometedoras de por vida no están de moda. Onofre, sin embargo, nos ofrece un testimonio admirable de profundidad interior capaz de abarcar todo su paso por la tierra.


Se dedicó a la oración y, después de orar, a dar buen consejo a quien se lo requería. ¿Nada más? Y... nada menos: dejar que el alma rebose amor de Dios para que otros puedan descubrirlo y amarlo; dejarse afectar desde el centro de la propia personalidad por la Gracia y contagiarla a otros como la gran curación, la gran salud, la gran salvación.

No hay comentarios: