lunes, 30 de marzo de 2015

Lecturas del Domingo 29 de Marzo de 2015


Domingo de Ramos
Santoral: Beatriz de Silva, Gladys
Is 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes
Salmo 21: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Flp 2,6-11: Se humilló, por eso Dios lo ensalzó sobre todo
Mc 14,1–15,47: (abreviado): Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

Isaías 50,4-7

No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudadoMi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabilaba el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Salmo responsorial: 21

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?Al verme, se burlan de mí, / hacen visajes, menean la cabeza: / "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; / que lo libre, si tanto le quiere." R.
Me acorrala una jauría de mastines, / me cerca una banda de malhechores; / me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa, / echan a suertes mi túnica. / Pero tú, Señor, no te quedes lejos; / fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos, / en medio de la asamblea te alabaré. / Fieles del Señor, alabadlo; / linaje de Jacob, glorificadlo; / temedlo, linaje de Israel. R.
Filipenses 2,6-11

Se rebajo, por eso Dios lo levantó sobre todoCristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Marcos 14,1-15,47

Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte[C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:
S. "No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo."
Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura
C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:
S. "¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres."
C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
+. "Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta."
Prometieron dinero a Judas Iscariote
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?
C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
S. "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"
C. Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
+. "Id a la cuidad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena."
C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo
C. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús:
+. "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo."
C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S. "¿Seré yo?"
C. Respondió:
+. "Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!"
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza
C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
+. "Tomad, esto es mi cuerpo."
C. Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:
+. "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios."
Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres
C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:
+. Todos vais a caer, como está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas." Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea."
C. Pedro replicó:
S. "Aunque todos caigan, yo no."
C. Jesús le contestó:
+. "Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres."
C. Pero él insistía:
S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré."
C. Y los demás decían lo mismo.
Empezó a sentir terror y angustia
C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
+. "Sentaos aquí mientras voy a orar."
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
+. "Me muero de tristeza; quedaos aquí velando."
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
+. "¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres."
C. Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
+. "Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil."
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+. "Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega."
Prendedlo y conducidlo bien sujeto
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. "Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto."
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S. "¡Maestro!"
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
+. "¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras."
C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumo sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:
S. "Nosotros le hemos oído decir: "Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres."
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:
S. "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?..."
C. Jesús contestó:
+. "Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo."
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:
S. "¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?"
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. "Haz de profeta.
C. Y los criados le daban bofetadas.
No conozco a este hombre que decís
C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:
S. "También tú andabas con Jesús, el Nazareno."
C. Él lo negó, diciendo:
S. "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir."
C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. "Éste es uno de ellos."
C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
S. "Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo."
C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S. "No conozco a ese hombre que decís."
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: "Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres", y rompió a llorar.]
¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Él respondió:
+. "Tú lo dices."
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:
S. "¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti."
C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. "¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. "¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?"
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. "¡Crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "Pues, ¿qué mal ha hecho?"
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. "¡Crucifícalo!"
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. "¡Salve, rey de los judíos!
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron
C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de "la Calavera"), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar
C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. "¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz."
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. "A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos."
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Jesús, dando un fuerte grito, expiró
C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
+. "Eloí, Eloí, lamá sabktaní."
C. Que significa:
+. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. "Mira, está llamando a Elías."
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
S. "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo."
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
* Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. "Realmente este hombre era Hijo de Dios."
[C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
José rodó una piedra a la entrada del sepulcro
C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra en la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.]
¡HOSSANNAS! Y ¡CRUCIFICALO!,
LA CONTRADICCIÓN DE LOS HOMBRES. 
1. Cuando vamos a comenzar a revivir la Semana Santa, la Iglesia, como que nos previene: Todo esto va a tener un final feliz, la Resurrección. Por eso con la Procesión de los Ramos celebrada con ritmo festivo, al aclamar a Cristo como el Hijo de David que viene en el nombre del Señor, adelantamos su Resurrección, proyectando sobre la Pasión la luz profética de la esperanza de la victoria. 
2 En la procesión de los Ramos leemos en el ciclo B a Marcos, a Mateo en el Ciclo A y en el C a Lucas. Hoy nos dice Marcos"Llevaron el borrico, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo" 11,1"Con lo que se cumplió lo que dice el profeta: "Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a tí humilde, montado en un asno" (Mat 21,1). En contraposición a los reyes victoriosos que hacían su entrada en las ciudades conquistadas montando a caballo, Jesús entra como rey en la ciudad santa humildemente, montado en un asno, signo de que es manso y humilde de corazón, según la profecía de Zacarías (11,11).  
3 Lucas completa la narración de Marcos, contándonos el llanto de Jesús: "Al ver la ciudad, lloró por ella" (Lc 19,49). A medida que va avanzando hacia la muerte, se aprecia más la sensibilidad de Jesús, lamentando el pecado y la desgracia de su patria, y manifestando la ternura por sus discípulos.  
4 Las dos primeras lecturas de los tres ciclos son las mismas. En cambio, la lectura evangélica es la de los tres sinópticos, como en la procesión. "Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído para que escuche" Isaías 50,4. Escuchar atentamente y hablar. Para poder dar vida y ser fuerte, para soportar insultos y salivazos, para ofrecer la espalda a sus golpes, para seguir a Cristo, necesitamos escuchar profundamente e interiormente la palabra. Sólo ella nos dará la fuerza necesaria. Sin ella reaccionaremos al vaivén de nuestros sentimientos.  
5 El salmo es una resonancia de la doliente lectura de Isaías: "Se burlan de mí, me acorrala una jauría de mastines, me taladran las manos y pies, se pueden contar mis huesos, se reparten mi ropa, se sortean mi túnica. Fuerza mía, ven corriendo a ayudarme Salmo 21. ¿Lo hemos experimentado alguna vez? Hemos de estar preparados para cuando nos llegue la contradicción.  
6. La lectura de la Pasión despliega ante nuestros ojos un tapiz en el que se mueve la vida toda y podemos estudiar a cada uno de los numerosos personajes que participan en el drama, y sacar lecciones para todas las situaciones de nuestra propia vida humana y cristiana. Proyectaremos el foco de nuestra atención en los principales protagonistas: Judas, Pedro, Pilato y Jesús.  
7. "Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo se alegraron y le prometieron dinero" Marcos 14,1.¡Hasta ahí llega la ingratitud del pueblo de Israel, hasta vender a su Pastor por treinta monedas (unos veinte dólares), que era el precio que se pagaba por un esclavo! Que lo haya profetizado Zacarías (11,12), es la prueba de que la pasión y muerte de Jesús estaba perfectamente prevista y diseñada. El purpurado denunció el «intento de diluir el cristianismo para transformarlo en un religiosidad multiforme universal y, por así decir, intercambiable». En este sentido, reconoció que en estos momentos algunos tratan de poner una especie de «by pass» teológico que quiere ofrecer una salvación eterna, evitando presentar el mensaje de Iglesia y la persona de Cristo, crucificado y resucitado. Cristo vuelve a ser en este sentido «piedra de escándalo».«La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido. Todo el que caiga sobre esta piedra, se destrozará, y a aquel sobre quien ella caiga, le aplastará» (Lc, 20, 17). Cristo, no es un Ser abstracto, principio de un mundo inocente que nunca se ha realizado, sino el Cristo en el momento en que rescata la humanidad del mal y la sublima con su sacrificio y con su victoria. También el pecado tiene un lugar en el proyecto del Padre. Pero, «¿cómo es posible que el Creador quiera un mundo en el que esté presente universalmente la culpa?. La respuesta tradicional indica que la libertad de la criatura es la causa de todo mal moral. A Dios se le atribuye tan sólo una "voluntad permisiva". Personalmente este concepto de "voluntad permisiva", evidentemente antropomórfico, parece insuficiente para explicar este interrogante. El Creador no ha querido la culpa: ha querido lo bueno que su sabiduría podía sacar de la deplorable alteración de la justicia provocada por la libre voluntad creada. Por eso, el pecado en el designio de Dios tiene un aspecto positivo, hasta el punto de que forma parte desde el inicio del proyecto divino. Judas, hombre mezquino, ambicioso y avariento, fue el instrumento, capaz de traicionar y entregar a su Maestro y desencadenar una tragedia tan enorme por unas monedas, para que se cumpliera la Escritura. 
8. Su deseo de grandeza le impulsa, al sentirse fracasado en sus ambiciones y deseos y desilusionado por Jesús, a actuar amargado y resentido contra El. No sólo no se separa como hacen los mediocres, sino, resentido y frustrado, quiere hacer daño al que lo ha hecho fracasar. Quiere vengarse. Siempre dispuesto a criticar, criticó a María cuando derramó el perfume de nardo sobre la cabeza y los pies de Jesús en casa de Lázaro, porque pudo haberse repartido su producto entre los pobres. Consiguió que los demás apóstoles secundaran la crítica, pero como Jesús la cortó alabando a la mujer que había hecho una obra buena, pues se había anticipado a ungirle para su sepultura, le molestó que el Maestro le riñera delante de todos. Y le guardó rencor. Era otro de sus defectos: no podía recibir ni un sólo reproche. Se apagaba de inmediato. Al menor roce, al instante plegaba las hojas como una pequeña sensitiva. Su convivencia era muy difícil. A veces, insoportable, porque a su lado en ocasiones se enrarecía el ambiente. Los demás sufrían y él se sentía raro y extraño, rechazado. El corazón no era limpio y vivía más fuera que dentro. Se escapaba en cuanto podía de la compañía del colegio. Cualquier motivo era suficiente para la huída. No asimiló nunca el espíritu de la familia escogida. Juan dice claramente que era ladrón (Jn 12,6). La oportunidad se la daba la bolsa que administraba sin dar cuentas a nadie. ¿En qué gastaba el dinero que robaba?. Y por dentro le recomía la estafa que le había hecho el Rabbí, quien encima, les predecía odios y persecuciones (Mt 26,6; Mc 24,3). 
9. Así funciona Judas y por eso entrega y vende a su Maestro. Dominado por la avaricia, les propone a los sacerdotes: “¿Qué me dais si os lo entrego?” (Mt 26,15)¿A cuántos habrá entregado antes?. Esa es su personalidad y su modo de actuar. Es un hombre que va almacenando rencor. Desde entonces se va endureciendo más y más “y andaba buscando ocasión propicia para entregarlo”. Mientras sus planes le salieron bien, siguió al lado de Jesús. El nombramiento de Pedro, Piedra de la Comunidad, el afecto evidente con que Jesús distingue a Juan, el discípulo amado, le reconcomían. Tuvo altibajos. Era inestable. Temporadas de coger a Jesús en brazos y otras, por el detalle más mínimo en el que se sintiera menos estimado o valorado, cerraba la boca, mostraba un semblante sombrío, violento y agresivo y bajaba allá abajo su tono, que no parecía el mismo. Su hipersensibilidad patológica y su psicología psicótica, causaron el cumplimiento de la Escritura. 
10. El había de ser él solo. Y él había de estar solo. Y las cosas se habían de hacer a su manera. Cuando se desilusionó de Jesús, no tuvo ni un sólo gesto de magnanimidad, ni de comprensión, bajo el carnet de humilde y estafado, se escondía una persona soberbia e insolidaria, incapaz de humillarse pidiendo perdón, antes se ahorcará. Sabe que ha cometido un grave pecado, entregando la sangre inocente; está despechado y arroja las monedas a los sacerdotes en el templo. Ni un momento de sensatez buscando a quien le puede salvar. No ha comprendido ni pizca a Jesús. Su vida y comportamiento iba por otros derroteros. El era un nacionalista fanático y creyó que Jesús también iba por ese camino. Se había equivocado, y quería borrar ante los sacerdotes la huella de haber sido discípulo de Jesús, porque sabía que lo odiaban y le querían matar. Juan nos dice que Jesús lo había profetizado como diablo: "¿No he elegido yo a los doce? Y uno de vosotros es un diablo. Hablaba de Judas Iscariote, porque éste había de entregarle" (Jn 6, 70).Y se ahorcó. Fue llamado, tuvo un tiempo de felicidad, fue perdiendo gas en cosas pequeñas, hasta llegar a la monstruosidad. No era un hombre fuera de serie. Todos somos capaces de seguir el mismo camino. 
11. Se escandalizó de la debilidad de Dios. Venía hace tiempo pensando que Jesús había sido un gran farsante; su vida y su misión un enorme fraude. ¿Cómo podía Dios estar con Jesús, si todo le salía mal? ¿Si sólo iba de fracaso en fracaso?. ¿Buscó infectar su maldad a alguno de sus compañeros? Lo intentó, como lo demuestra la crítica de la unción en Betania, pero por suerte, no encontró a nadie tan cicatero y rastrero como él, pese a la debilidad y cobardía generalizada. Su cinismo es patente: -“Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”:-“¿Soy yo, acaso, Maestro?”. Y con villanía monstruosa le dio un beso en el Huerto. Hasta se manchó los labios de sangre. Era la contraseña que les había dado, advirtiéndoles:"prendedlo y conducidlo bien sujeto". Le había visto hacer tantos milagros, que temía que se les escapara. En cambio, Jesús no le ha prendido a él. Le ha dejado libre. Como nos deja libres a todos. El no esclaviza ni fuerza, ni violenta la libertad de nadie. 
12. ¿Se ha extinguido ya la raza de Judas? La traición y la deslealtad son semillas humanas y no anacrónicas. Hoy sigue habiendo Judas, que cuando pierden la ilusión, cuando se desengañan, cuando están amargados, se convierten en resentidos, y cuando se sienten postergados, reaccionan irracionalmente, sacan consecuencias falsas y son capaces de traicionar la amistad, tanto a nivel familiar, como social. 
13. “Entonces Jesús dijo: “Me muero de tristeza”...Padre mío, si es posible que se aleje de mí ese trago”... Al encontrar a los discípulos dormidos, “dijo a Pedro: "Simón, ¿duermes? ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil”. Le vieron demacrado y pálido, cubierto de sangre y desencajado. Yo no tengo palabras para resaltar éstas de Jesús, tan amargas y trascendentales. Lo mejor que podremos hacer es dejarlas resonar en nuestro interior en profundo silencio: Morir de tristeza. No habéis podido orar conmigo una hora... Sin oración seremos vencidos. Acompañemos a Jesús con cariño y ternura que está sufriendo fuera de todo encarecimiento por nosotros. Y tomemos nota de cuál es en este momento cumbre de su vida, la recomendación que nos hace: “Orar”. No les dice a los discípulos: Convenced a Judas de que no lo haga. Id a hablar con Anás y con Caifás. Moveos. Ayudadme. Haced algo. Todo lo que les dice, lo que nos dice, es orad, estad conmigo y con el Padre. Dejad que el Padre disponga y haga su Voluntad. Y hacedlo con sencillez, con simplicidad: “Pase de mí este cáliz”. Ni grandes discursos, ni muchas palabras: “repitiendo las mismas palabras”, anota Marcos. Hemos vivido unos años de verdadera algarabía en torno a la oración. Y no sólo en la Iglesia Católica, sino también en las separadas. Sobre la oración primero fue el silencio. Después la calumnia. Luego la omisión. Y ahora que se habla más de ella, creo que se habla más que se ejerce. Mientras, avanza el desierto. Con la teología radical de la muerte de Dios, no había posibilidad de diálogo con un Dios muerto. Con la crisis y falta de fe Dios no interesaba al hombre. La autonomía del hombre descartaba el trato con el Ser trascendente. Con la secularización y la desacralización, el trato con Dios era una forma alienante de la personalidad. La escasa coherencia de los orantes profesionales, daba origen a acusar a la oración de evasión y desencarnación de la vida. Y Jesús ha comenzado la Redención del género humano, orando y diciéndonos que oremos.  
14. Vamos a ver en seguida los efectos de la omisión de la oración: "No conozco a ese hombre". Pedro no ha podido velar una hora con el Maestro y la falta de oración causa su caída y la caída de todo aquel que no vela. Y así sucedió: “Todos los discípulos le abandonaron y huyeron”. Pedro ha negado al Maestro hasta con juramento, cobardemente ante las criadas, confiando presuntuosamente en sí mismo, y poniéndose en la ocasión. Pero tiene más corazón que Judas. Llora y pide perdón a Jesús con la mirada. Probablemente fue a buscar a María, la madre de Jesús, para contárselo a ella y eso le salvó. 
15. Si con atenta mirada avizoramos el panorama de la Iglesia que ora, prescindiendo de la que no ora, por los frutos veremos una multitud de principiantes. No han dejado el libro para orar, no han contemplado, y la soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza, exclusivismo y petulancia campan por sus respetos. No es tanto la dejadez de la oración lo que importa, que también, cuanto los efectos que engendra esa omisión. Lizts el célebre pianista, solía decir: si estoy un día sin tocar, lo noto yo, si dos días, lo nota mi mujer, si tres, lo nota el público. 
16. "Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran". Pilato es el hombre que quiere tener contentos a todos: Al Emperador de Roma, a los sacerdotes, al pueblo, y a su conciencia. Se desespera y se irrita forcejeando por contemporizar con todos. Lo único que le preocupa y le interesa es no perder ni su prestigio ni su cargo. Es esclavo de su propia situación.
17. Pilato es actual, está de moda. Cuando se vive una vida tan materialista como la moderna, el pueblo se traga el quebrantamiento de todas las leyes morales: sólo reacciona ante la pérdida del pan, del puesto de trabajo, del cargo de prestigio, de la reacción que ciertas medidas o el cumplimiento de la justicia en casos concretos, puedan producir en los electores. Pilato es esclavo de la opinión, de la ambición.Además, es un figurón, por eso ambicionó e hizo los imposibles y se sometió a las bajezas mayores para conseguirlo. ¡Y lo que tanto le costó no está dispuesto a perderlo ahora! Le preguntaron al caracol cómo había subido tan alto y contestó: “Lamiendo y arrastrándome”.  
18. Entre tanta miseria, la lectura de la Pasión nos presenta a Cristo moribundo de amor: "Jesús dio un fuerte grito y expiró". Es la fulgurante manifestación del amor de Jesús, que entrega su vida por la Verdad, y para que sus discípulos tengan vida y se vean siempre libres de todo género de esclavitud.  
19. "Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde". "Se eclipsó el sol", dice Lucas 23,45), y Mateo 27,51: “la tierra tembló”, “las rocas se rajaron” “las tumbas se abrieron". Es el luto cósmico por la muerte de su Creador. "Toda la tierra ha de estremecerse ante el suplicio del Redentor: las mentes infieles, duras como la piedra, han de romperse, y los que están en los sepulcros, quebradas las losas que los encierran, han de salir de las moradas de muerte" (San León Magno). Al morir Jesús, comienzan a encenderse algunas luces alrededor de la cruz: Las palabras del centurión pagano: "Verdaderamente este hombre era hijo de Dios" y la abolición de la ley vieja: templo, sacerdocio y víctimas animales, sustituidas ya por la Víctima Divina, simbolizado en: "El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La cortina, que separaba el Sancta Sanctorum del santuario o Santo, impedía a los sacerdotes la visión de Dios, desde ahora ningún hombre tendrá impedimento para ver a Dios, rasgado el velo que impedía su visión. Y, recordando que Jesús había dicho: "Destruid este santuario que yo lo levantaré en tres días" (Jn 2, 9) refiriéndose al santuario de su cuerpo, el evangelista no piensa en el templo de Jerusalén, sino en Jesús, verdadero santuario donde, rasgada su humanidad por la muerte, se puede ver a Dios cara a cara. Pablo hablará más tarde de la comunidad cristiana como templo del Espíritu (1 Cor 3,16). 
20. Reconciliémonos con Dios en estos días de Semana Santa. A ello nos exhorta el Catecismo: "El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda, tras examinar cuidadosamente la conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales, está recomendada vivamente por la Iglesia". Juan Pablo II agradece a los presbíteros del mundo el indispensable servicio que ofrecen a través de su disponibilidad para dispensar el sacramento del perdón, «una de las expresiones más significativas de su sacerdocio». Teniendo en cuenta que «el anuncio de la verdad, en especial cuando esta es de orden moral-espiritual, es mucho más creíble cuando quien la proclama, no es sólo un doctor desde el punto de vista académico, sino sobre todo un testigo existencial». Un testimonio ofrecido evangélicamente a través de «la humildad de las virtudes practicadas y no ostentadas».  
21. Recuerda también que el sacramento de la Reconciliación confiere no sólo el perdón de Dios por los pecados cometidos, sino también gracias especiales para superar las tentaciones y evitar las recaídas, y desea el regreso de los fieles a la práctica sacramental de la confesión. 
22. Y exhorta a los confesores a educar a los fieles con una catequesis apropiada y profunda en la gran ayuda que recibimos con las indulgencias, que «lejos de ser una especie de descuento en el compromiso de conversión, son más bien una ayuda para un compromiso más disponible, generoso y radical en la misma conversión ». 

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