La Puerta de la Amistad
La puerta de mi amistad está por siempre abierta, en la misma medida,
tanto para aquellos hermanos que me odian, como para aquellos que
me aman. Consideraré a quien se crea mi enemigo como mi verdadero
hermano divino, oculto tras el velo del malentendimiento.
Desgarraré ese velo con la daga del amor, de forma que al ver él mi
disposición
humilde, comprensiva y magnánima, no pueda ya desdeñar
mis expresiones de buena voluntad. Me apiadaré de los demás tal
como me apiado de mí mismo. Ganaré mi propia salvación
sirviendo a mis semejantes.
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