lunes, 4 de junio de 2012

San Francisco Caracciolo

Velas

Fundador de los "Clérigos Regulares Menores"



Fiesta: 4 de Junio

En Villa Santa María, de la región italiana de los Abruzos, Italia, nace en 1563 Ascanio Caracciolo (después tomaría el nombre de "francisco" como religioso). Su familia era rica y su madre era pariente de Sto. Tomás de Aquino. Lo prepararon para el comercio y la política. Por su parte le agradaban el deporte y las fiestas.
A los 22 años Francisco enfermó gravemente de la piel y a todos parecía que era incurable. Pero Francisco prometió a Dios: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado".  Súbitamente quedó curado y Francisco cumplió su promesa. Fue a Nápoles a estudiar para el sacerdocio y, apenas ordenado, se incorporó en la organización Bianchi della Giustizia, dedicada al apostolado de los presos.
En el año 1588 Juan Augustine Adorno, gran hombre de Dios, recibió la inspiración para fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado. Con ese fin escribió a otro señor llamado Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Pero Dios tiene sus designios maravillosos. Sucedió que los portadores de la carta se equivocaron de destinatario, entregándola por error a Ascanio (nuestro santo). El reconoció que esta comunidad era lo que él deseaba, por lo que fue a donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.
Juan y Francisco hicieron un retiro espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración y el ayuno, pidiendo la luz del Espíritu Santo. Así redactaron los reglamentos de la nueva congregación, llamada "Clérigos regulares"
De su reglamento:
  • Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno").
  • Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento.
  • Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.
Cuando la comunidad tenía 12 miembros, los dos fundadores fueron al Papa Sixto V a pedir aprobación, la cual recibieron el 1ro de junio de 1588.  Al hacer su profesión solemne el siguiente año, Ascanio cambió su nombre por el de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. La comunidad se estableció en Nápoles, pero el Papa envió a los dos fundadores a España. Fueron hasta Madrid pero la corte no les permitió fundar allá, por lo que tuvieron que regresarse a Italia. En regreso el barco naufragó. Pero al llegar a Nápoles encontraron la grata noticia de que la comunidad había crecido tanto que no cabían en la casa.
Les dieron el convento de Santa Maria la Maggiore en Roma. Se dedicaban a ser misioneros pero también a servir en las cárceles y a los enfermos. Tenían también ermitas para ir a pasar tiempo de oración en soledad. La adoración al Santísimo es la principal actividad de la comunidad.
Al morir Adorno a la edad de 40 años, Francisco fue nombrado superior general de la congregación, aunque el se sentía y firmaba así sus cartas: "Franciscus peccator".  Seguía barriendo las habitaciones, tendiendo las camas de los huéspedes y lavando los platos como todos los demás. Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar.
El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno.
A pesar de la mala experiencia anterior, volvió a España en 1595 y 1598. Esta vez pudo fundar casas en Madrid, Valladolid y Alcalá.
Tenía un gran amor a los pobres y muchas veces salió a pedir limosnas para alimentarles. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres.
Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo.
Los envidiosos le calumniaron terriblemente, pero él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.
Predicaba mucho acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba "El predicador del Amor de Dios". Otro tema constante suyo era la devoción a la Stma. Virgen.
Tenía el don de curación y en ocasiones, con la señal de la cruz, devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.
Después de siete años como superior, obtuvo permiso del Papa para resignar, y fue entonces prior de Santa Maria Maggiore y maestro de novicios. En 1607, renunció a todos sus cargos para dedicarse a la contemplación y prepararse para la muerte. Vivía en un cuartucho bajo la escalera en la casa de Nápoles, donde a menudo lo encontraban en exstasis.
Corría el año 1608, San Felipe Neri le ofreció a la orden una casa en Agnone, Abruzzi, y a Francisco le pidió ayuda para la nueva casa. En el camino fue al santuario de la Stma. Virgen de Loreto donde le permitieron trasnochar orando en la capilla de la Santa Casa, ante la imagen de Nuestra Señora. Cuando invocaba la ayuda de Nra. Señora por su grey, se le apareció su amigo y cofundador Juan Adorno (en sueño o visión) quien le dijo: "Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad".
Llegó a Agnone aparentemente sano. Pero el 1er día de junio cayó con fiebre. En ese estado escribió una carta a sus hermanos pidiéndoles que sean fieles a la regla. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático aclamaba: "Vámonos, vámonos". Uno de los presente le preguntó: - ¿A donde quieres ir Padre Francisco?" y él respondió: "¡Al cielo, al cielo!. Tan pronto terminó estas palabras, El Señor se lo llevó. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía 44 años.
Su cuerpo, después de muerto, despedía fragancias que por tres días.
Canonizado el 1807.
Oremos.
Danos Señor la gracia de, inspirados por los santos, vivir gozos la radicalidad de Evangelio, hasta que nos llames al cielo, Amen.


Representación de San Francisco Caracciolo.
San Francisco Caracciolo (Santa María, Nápoles; 13 de octubre de 1563-4 de junio de 1608), religioso italiano.
A los vente años cayó enfermo y se cubrió de lepra. Los médicos le desahuciaron y los amigos lo abandonaron y entonces hizo voto de abrazar el estado religioso si algún día llegaba a curar de tan horrible enfermedad. El milagro se hizo y él cumplió su voto entrando en la Hermandad de Nuestra Señora del Socorro para ejercer la caridad con los enfermos, encarcelados y ajusticiados.
Más tarde fundó en Italia la orden de Clérigos Regulares Menores de la que fue general y la extendió después por España.
Atacado de unas fuertes calenturas, murió el 4 de junio de 1608.
Fue beatificado por el papa Clemente XIV el 4 de junio de 1769 y canonizado por el papa Pío VII el 24 de mayo de 1807.

Referencias

Este artículo contiene material del diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat de los años 1906 a 1914 que se encuentra en el dominio público.

 presbítero y fundador
(1563-1608)
En el pueblecillo de los Abruzos italianos, en la villa de Santa María, venía al mundo el 13 de noviembre este niño a quien pusieron por nombre Ascanio, pero que después cambiará e imortalizará por el de Francisco.
Sus padres Francisco e Isabel eran muy buenos cristianos y el Señor les bendijo con cinco hijos, cuatro de los cuales se consagrarían al Señor en el estado sacerdotal o religioso.
Nuestro pequeño Ascanio a los seis añitos ya le pusieron a estudiar latín. Era muy inteligente y bueno. La sencillez que brotaba de sus ojos y de todo su comportamiento robaba el afecto de cuantos le trataban.
Llegada la edad competente su padre le destinó al servicio militar y afirman los autores que a pesar de su gran belleza, sus cualidades extraordinarias y su alegría, propia de los italianos de sur, no mancilló nunca la blancura de su alma, gracias, sobre todo, a dos soportes que le ayudaron a salir siempre airoso de los ataques del demonio: Su gran amor a la Eucaristía, que recibía con gran frecuencia, y su tierno amor a la Virgen María, a la que cada día obsequiaba con el rezo del Santo Rosario y del Oficio Parvo.
Cuando tuvo veinte años pasó por una prueba muy dura: Le vino una rara enfermedad que los médicos no sabían explicarse, pero que algunos veían parecida a la lepra. Todas sus ilusiones cayeron por tierra. Se sintió acobardado. En aquellos momentos le vino una ráfaga de luz e hizo la promesa de abandonar el mundo y abrazar la vida religiosa si recobraba la salud.
Curó de modo que él mismo calificaba como milagroso y marchó a Nápoles para estudiar teología. Se entregó de lleno al estudio de las Sagradas Escrituras y llevaba una vida de gran piedad. La oración y los sacramentos eran el hilo conductor de su vida y la razón de ser. Renunció a la herencia paterna para estar más liberado de las ataduras del mundo. Por fin se ordena sacerdote en 1587.
Durante algún tiempo se entregó a ayudar entre los llamados Penitentes blancos que estaban condenados a muerte. El bien que hizo entre aquellos pobres ajusticiados no es fácil de poderlo resumir. Les alentaba a perdonar, a confiar en el Señor, les abrazaba y cuidaba como una madre. Todos morían en gracia de Dios y con gran alegría.
Pero Dios le quería por otros caminos. Providencialmente llegó -por error- una carta a sus manos en la que se hablaba de unos proyectos fundacionales de un nuevo Instituto en la Iglesia. Son tres los hombres elegidos en esta ocasión para dar vida a una Sociedad o Instituto que se llamará después Clérigos Regulares Mínimos y que, a diferencia de los Institutos que hasta entonces había, querían hacer hincapié en procurar ensamblar la vida contemplativa con la vida apostólica formando como un todo conjunto. Era el 1588 cuando se realizaba todo esto. Con esta ocasión nuestro Santo, para olvidarse de todo, cambia su nombre por el de Francisco.
Por todas partes donde pasa llama la atención por el ardiente amor que bulle en su corazón. El quiere que todos los hombres amen a Dios con todas sus fuerzas y que huyan del pecado. A los tres votos habituales añadían el cuarto, el de no admitir dignidades eclesiásticas. En sus viajes por España para fundar conventos de su Orden fue recibido con gran afecto por los reyes Felipe II y Felipe III. Por fin, cargado de méritos, a sus 45 años, el 4 de junio de 1608, vigilia de la festividad del Corpus Christi, partió a la eternidad...

 “Mi amor es mi peso; por él voy doquiera que voy” (San Agustín).


4 de junio
San Francisco Caracciolo
Fundador
Año 1608
Señor: que también nosotros, después de una vida dedicada a tu santo servicio, vayamos un día a acompañarte en tu Patria feliz del cielo, para siempre. Amen.
El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos (Jesucristo).

Cristo en la CruzEste santo nació en los Abruzos (Italia) en 1536 y como era de familia rica había dispuesto dedicarse al comercio y a la política. Le agradaban fuertemente el deporte y las fiestas.
Pero a los 21 años le dio una enfermedad tan terrible a la piel, que parecía lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado". Y cuando menos se lo esperaba quedó curado de su enfermedad, de una manera tan admirable que muchos consideraron esta curación como un verdadero milagro. Entonces nuestro joven cumplió su promesa y se dedicó a prepararse al sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado de sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles. Este trabajo le iba a ser muy útil para cuando más tarde fundara su Comunidad religiosa.
En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado y para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Y sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entrega fue a nuestro santo. Y él al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años y se fue donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.
Juan y Francisco hicieron un Retiro Espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración, después de ayunar y rezar y meditar mucho, y de haber pedido insistentemente al Espíritu Santo que los iluminara, redactaron los Reglamentos de la Nueva Congregación.
La nueva comunidad recibió el nombre de "Clérigos regulares" y su reglamento tenía detalles como los siguientes: 1º. Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno"). 2º. Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento. 3º. Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos. Los dos fundadores se fueron a Roma y el Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor y pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad recién fundada. Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para retirarse de vez en cuando a dedicarse a la oración y a la meditación.
Al morir su compañero, fue nombrado nuestro santo como superior general de la Congregación, pero él se sentía totalmente indigno y firmaba así sus cartas: "Francisco el pecador".
Aunque había sido nombrado Superior General, sin embargo Francisco seguía haciendo su turno semanal para barrer las habitaciones, tender las camas de los huéspedes, y lavar la loza en la cocina, como todos los demás. Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar.
Sus amados pobres sabía que siempre tenía lago para regalarles, y muchas veces tuvo que salir por las calles de la ciudad a pedir limosnas para regalarles a los necesitados. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres.
Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo.
Los envidiosos le inventaron horribles calumnias, y él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.
Sus sermones trataban casi siempre acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba "El predicador del Amor de Dios". Y no se cansaba de propagar en sus sermones la devoción a la Sma. Virgen.
De vez en cuando con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.
Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos de su congregación. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España. En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación, como preparándose para la muerte. Escogió como habitación un cuartucho debajo de una escalera en la casa religiosa de Nápoles, y allí varias veces lo encontraron en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando mirando al crucifijo y sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno.
En el año 1608 se fue hacia el santuario de la Sma. Virgen de Loreto y allá le permitieron pasar la noche orando ante la imagen de Nuestra Señora, y en una visión sintió que su antiguo compañero Juan Adorno le decía: "Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad". Al día siguiente amaneció con alta fiebre. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático empezó a decir: "Vayamos jubilosos, vayamos jubilosos". Uno de los presentes le preguntó: - Vayamos jubilosos, ¿a dónde Padre Francisco?" y él respondió: "A la Patria Celestial. Al cielo. Al cielo para siempre". Y tan pronto terminó de decir estas palabras le fue concedido su deseo y murió en santa paz, pasando a la eternidad a recibir el premio de sus muchas buenas obras. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muere.


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