viernes, 15 de junio de 2012

Oración a San José por el día del padre

El domingo es el Día del Padre, por eso les enviamos esta oración para que puedan rezar junto a la imagen de San José por todos los padres al final de la Misa de niños.
 


Oración a San José por el día del padre
San José, padre adoptivo de Jesús,
Custodio de la Sagrada Familia,
Hoy frente a tu imagen queremos pedirte
que intercedas por todos los padres del mundo.
Que eduquen a sus hijos en el amor de Dios como tú lo hiciste,
 que les enseñen a escuchar Tu Palabra y a vivir según tu voluntad.
Que junto a sus esposas les brinden un hogar
donde el amor y el respeto sean el pan
de cada día como en la Sagrada Familia.
Que nunca les falte la salud y el trabajo digno
para llevar el sustento necesario a sus casas.
Que sepan disfrutar de los momentos de alegría y tristeza.
Y que al final del recorrido en esta vida
se vean acompañados por el amor de los suyos. Amén
 

Oración para el Padre

 

Oración para el Padre 
Señor Dios, Padre bueno,
creador del género humano,
Tú enviaste a tu Hijo Jesús,
para redimir y salvar a los hombres,
El quiso nacer en una familia como la nuestra,
le diste a la Virgen María como madre
y a San José como padre;
te pedimos por estos padres
para que, a ejemplo de San José,
amen a sus hijos, los cuiden y protejan,
y sobre todo, les enseñes a amarte a Ti
que eres nuestro Padre del Cielo,
te sirvan en todo,
y alcancen finalmente la vida eterna.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen

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Toca ahora dedicar este espacio a todos los papás, para quienes la Iglesia también tiene mensajes de apoyo a su tan importante e insustituible misión. Biológicamente cualquiera puede ser padre; sin embargo ser un PAPÁ en serio, con todo lo que esta palabra evoca, no siempre es fácil.

Desde este espacio cibernético deseamos a todos los papás ¡MUCHAS FELICIDADES! y que Dios, los bendiga siempre y les dé la fuerza necesaria para imitarlo.

 Padre

"Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy" (Sal 2,7)
"Tú eres mi Padre, la roca que me salva" (Sal 89,27)

"Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Fui yo quien enseñé a andar a Efraín, y lo tomé en mis brazos; pero no han comprendido que era yo quien los cuidaba. Con cuerdas de ternura, con lazos de amor, los atraía; fui para ellos como quien levanta a un niño hasta sus mejillas o se inclina hacía él para darle de comer" (Os 11,1-4).
Conocemos muy bien a un bebé, muchas veces lo hemos sostenido en los brazos. Su fragilidad despierta en nosotros los más nobles sentimientos de afecto. Sus ojos deslumbrados por la luz y su boca entreabierta que busca el alimento nos hacen apreciar los dones más elementales de Dios para la vida. La ternura con que lo miran sus padres nos hace penetrar en el más puro signo de los valores humanos. Su debilidad lo hace más fuerte que nuestras seguridades de adultos; su invalidez, más deseable que cualquier riqueza; su indigencia más necesaria que nuestras llenuras. Ese bebé es la gloria de sus padres y, me atrevería a decir, es también la gloria de la humanidad: en su pequeñez resplandece, sin velos, todo lo que es más valioso del hombre.
En los padres que lo aman y cuidan de él, desde pequeño descubre la fidelidad y la esperanza. Cuando se sabe querido y se da cuenta de que sus necesidades son atendidas por quienes lo trajeron a este mundo, aun sin poder expresarlo todavía, se va formando la conciencia de que su vida humana es algo muy valioso, un tesoro sagrado que nadie puede arrebatarle.
La paternidad es un don muy valioso que Dios concede a los hombres, de Él los seres humanos debemos aprender a ser padres o madres. Por puro amor Él nos ha dado la vida, sin buscar un interés para sí mismo, excepto la dicha de amarnos como Padre y de vernos crecer como sus hijos. Él nos educa con una ley que no ha impuesto como un capricho de quien tiene el mando, sino solo para nuestro bien, porque de nuestra conducta Él no puede sacar ningún provecho. Como Padre nos ha corregido, con firmeza cuando era necesario, para acogernos de nuevo con misericordia cuando nos hemos alejado. Con amorosa providencia ha estado a nuestro lado en cada momento, con su presencia silenciosa, atendiendo a todo cuanto de verdad necesitamos; pero sin concedernos lo que nos ilusionaba conseguir cuando se trataba de caprichos.
Y es Él quien nos acompaña como el guía del camino por medio de su Hijo ("Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí", Jn 14,16) hasta que al final de la vida en este mundo entremos a vivir en su casa, que será también la nuestra para siempre. La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana.
Un buen padre no da todo hecho a sus hijos. Aquel que dice: "Yo no permito que nunca les falte nada, para que no sufran como yo", en el fondo les está impidiendo construir su propia vida. Con esta conducta los bloquea, de modo que no puedan madurar y aprender a afrontar los problemas que el mundo de seguro les pondrá delante. ¿Y que harán de adultos, cuando ellos deban tomar las riendas de su propia existencia? ¿Y qué cuando el papá les falte? Otra cosa es dar a un hijo lo necesario, sobre todo aquello de que, en su infancia, no es capaz por sí mismo: acompañarlo con cariño, ofreciéndole la orientación conveniente y enseñándole el camino de la moral y de los valores que deben tener peso en sus futuras decisiones.
Un padre digno de ese nombre sabe corregir a su hijo, no para descargar sobre él su ira porque éste no ha obedecido sus órdenes, sino movido por el amor para que el joven inexperto aprenda a evitar lo que le hará daño en su existencia. "Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor ni te enojes por su corrección, porque el Señor corrige a quién ama, como un padre a su hijo predilecto" (Prov 3, 11,12).

Cinco consejos para educar a los niños ( Mel Gibson, actor )

Mel Gibson, conocido en Hollywood por su abierto catolicismo y postura pro-vida, dio en entrevista cinco consejos prácticos para los padres de familia que enfrentan como él y su esposa Robyn Moore, (padres de siete hijos), la dura tarea de educar niños.
  1. "No dejar que los 'pequeños monstruos' te pasen por encima".
    Los chicos crecen demasiado aprisa. En un abrir y cerrar de ojos dejan sus pañales y están manejando sus carros. Disfrútalos cada minuto. Siempre balanceo mi trabajo con el tiempo para mi hogar, porque no quiero levantarme una mañana y ver que me perdí lo mejor de su infancia. Hago que mi familia sea mi prioridad tope.
  2. "Ser estricto y tierno".
    A veces pienso que es imposible balancear ambos. Tienes que ser firme, debes dejar correr las leyes; pero recuerda que eras así a esa edad. Me pregunto todo el tiempo. '¿Fui demasiado estricto? ¿Fui demasiado lejos?' La culpa va de una mano a otra siendo un padre.
  3. "Hay que recordar que no hay reglas".
    ¿Por qué nadie escribió el libro de cómo ser padres perfectos? ¿Por qué no te envían a una escuela para aprender? ¿Por qué no hay tal lugar?. Tú haces las reglas, a tu medida. Pienso sobre cómo mis padres me educaron. Hay cosas que las hago diferente y otras en que trato de imitarlos. Pienso como nuestros amigos crían a sus hijos. Entonces, hago lo que siento que es correcto. Nadie dijo que iba a ser fácil.
  4. "Los niños son gente también".
    "¿Cuántas veces comencé con un castigo, pero enseguida me ablandé, especialmente con mis hijos mayores?. Seguro que quiero apartarlos de los errores que cometí, pero solo puedes darles los fundamentos o razones, para que ellos mismos construyan su camino.
  5. "Siempre tener una puerta abierta".
    Mis hijos quieren hablarme sobre cualquier tema, en cualquier momento. Estoy seguro que esto lo saben. Quiero que sientan que si están en problemas, su papi es su mejor amigo y el único que los puede ayudar, no importa cuan grande sea su problema. A veces me sorprenden las cosas que hacen siendo tan jóvenes; estoy sorprendido por las cosas que atraen su curiosidad. Pero ningún tema tiene sus límites. Siempre soy honesto con ellos y ellos me lo retribuyen.
"Siempre doy gracias a Dios por mi buena suerte, por tener fe en Él y por poder disfrutar ahora mismo de una familia estupenda". "Hoy en día la gente se ahoga en un vaso de agua con respecto a los hijos. Si puedes mantenerlos, darles de comer y educarlos, ¿por qué no tenerlos?". "Todo eso de la superpoblación es una excusa absurda en Occidente porque aquí ocurre todo lo contrario: cada vez se tienen menos niños".
Finalmente recomendó a quienes creen lo contrario que "den un vistazo a los índices demográficos a ver si cambian de opinión".
Estas afirmaciones son a favor de la familia.


Los cristianos podemos descubrir en Dios Padre el único y mejor modelo para ejercer esta bellísima tarea, tratando de aprender de Él sus principales características:
Dios es Padre Amoroso:
amor no egoísta sino generador, genera vida y de ahí su Nombre: "Yahvéh", que significa "Yo soy", es decir, "el que hace existir". El padre terreno también genera vida y debe estar abierto a esa fecundidad. Pero como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "la fecundidad… no solo se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también, a su educación moral y a su formación espiritual…" (2221)
¡Gracias papá, por dar vida y por dar tu vida al entregarte por tus hijos para formarlos y educarlos según la voluntad de Dios!


Dios es Padre Misericordioso:
porque a pesar de nuestro pecado y desobediencia, nos ofrece el perdón y busca que regresemos a Él. El padre de la tierra debe tener siempre presentes las palabras de San Pablo: "…. Y ustedes padres, no irriten a sus hijos, sino para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor" (Efesios 6,4) Educar y corregir, siempre con misericordia, como lo hace nuestro Padre del Cielo.
¡Gracias papá, por aguantar y perdonar los errores y faltas de tus hijos; pero sobre todo, gracias, por corregirlos con amor, cada vez que están en peligro de apartarse del camino de Dios! .

Dios es Padre Providente:
porque nunca se cansa de darnos todo lo necesario para seguir adelante. El padre terreno también provee, pero no basta conseguir para los hijos el dinero necesario para que no les falte nada material; proveer es también dar lo necesario para un desarrollo físico emocional, intelectual y espiritual. Recordando que el dinero debe estar al servicio de la familia, no la familia al servicio del dinero; ya Jesús lo dijo claramente: "… ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida…?
¡Gracias papá, por dar todo lo necesario para comida, vestido, salud, estudios…. y, gracias también por las cosas materiales que has negado, así has enseñado a tus hijos a valorar el producto del trabajo humano, para que sean más conscientes y solidarios con los demás! .


Dios es Padre Fiel:
porque todo lo que nos promete, nos lo cumple. El papá de la tierra debe ser fiel también a todas sus promesas, comenzando por la que hizo ante el altar un día diciendo "prometo amarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso…" ; los hijos valoran y aprenden de la fidelidad de sus padres, más que de todos las palabras que les pudieran decir.
¡Gracias papá, por ser siempre fiel a tus promesas; por tu presencia y constancia a pesar de tu cansancio! .

 
Dios es Padre Guía y Maestro:
porque siempre pone en nuestro camino señales que nos lleven hacia Él y porque a través de su Hijo, nos ha dejado enseñanzas muy claras para vivir de acuerdo a su voluntad. El papá de la tierra es también guía y maestro, como lo dice el Catecismo: "…los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos…. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes…. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos." (#2223)
¡Gracias papá por enseñar a tus hijos a vivir; gracias sobre todo, por enseñarlos a amar a Dios sobre todas las cosas, haciendo del hogar una escuela de virtudes humanas, como el perdón, respeto, fidelidad, servicio, solidaridad…!

 
ORACIÓN DE UN PADRE DE FAMILIA

San José, jefe de la Sagrada Familia, alcánzame los dones y las virtudes necesarias para el cumplimiento de la tarea de dirigir esta familia en nombre de Dios.
Concédeme que, junto con mi esposa, podamos desarrollar con responsabilidad nuestras obligaciones, viviéndolas en la presencia de Dios y en la simplicidad de la fe, alimentadas por la caridad y con devoción y esperanza.
Ayúdame a imitar tu ejemplo y a poner en mi trabajo, cuidado, espero y honestidad para que mi labor se convierta en una verdadera colaboración a la obra de Dios sobre la tierra, y en un verdadero servicio a los demás hombres, mis hermanos.
Como tú te dedicaste a nutrir y educar a Jesús, ayúdame para que a los hijos que Dios me ha confiado los eduque con amor y firmeza, con tacto y delicadez, poniendo toda mi capacidad en esta labor.
Que sepa enseñarles a rezar haciéndolo con ellos, que les ayude a conocer y vivir, con la palabra y el ejemplo, sus deberes de hijos de Dios.
Que siempre viva la paciencia y mantenga la calma delante de sus errores y faltas, sin dejar de corregir y reprender con dulzura y fortaleza a la vez.
Ayúdame a ser consciente de que debo estar lo menos posible alejado de mi hogar, pues tanto mi esposa como mis hijos tienen una gran necesidad de mi presencia.
Alcánzame, San José, que todos los días viva cristianamente, y sepa guardar siempre a mi mujer y a mis hijos la fidelidad y el cariño que les debo entregar, a fin de que pueda cumplir la difícil pero maravillosa tarea de conducirlos hacia el Reino de los Cielos, para gozar de Dios eternamente.
Amén.



¡FELICIDADES PAPÁ!

 

 

MEDITANDO CON SAN JOSÉ

PENSAMIENTOS E INVOCACIONES

Día 1º- Padre de Jesús. Escogido por el Eterno Padre, con amor previsor, para ser un padre para Jesús, tú, oh san José, has sido uno de los principales interlocutores en el plan de la salvación, según las promesas de Dios a su pueblo.

Ayúdame, san José, a leer hoy, el proyecto de Dios sobre mi vida, conforme a su plan de salvación.

Día 2º- Hombre de los proyectos divinos. Durante tu vida, tú, san José, no te has preocupado por hacer cosas grandes, sino por cumplir bien la voluntad de Dios, inclusive en las cosas más sencillas y humildes, con mucho empeño y amor.

Enséñame, san José, la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.

Día 3º- Esposo de la Madre de Dios. Después de la perturbación inicial, oh san José, tu ‘sí’ a la voluntad de Dios fue claro y preciso, aceptando a María como tu esposa. Fue por tu ‘sí’ que Jesús formó parte, a pleno derecho, de la estirpe de David ante la ley y ante la sociedad.

Te confiamos, oh san José, a todos los padres, para que, siguiendo tu ejemplo, acepten en los hijos el don inestimable de la vida humana.

Día 4º- Hombre del silencio. Junto a Jesús y a María, san José, fuiste hombre del silencio. Tu casa fue un templo. ¡Un templo donde lo primero fue el amor!

Enséñame, oh san José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu de recogimiento.

Día 5º- Hombre de fe. Aún más que Abraham, a ti, san José, te tocó creer en lo que es humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del Hijo de Dios.

Fortalece, oh san José, a quien se desanima y abre los corazones para confiar en la Providencia de Dios.

Día 6º- Hombre de la esperanza. Oh San José, tú has vivido en una actitud de serena esperanza ante la persona de Jesús, de quien, durante tu vida, jamás pudiste vislumbrar algo que revelara su divinidad.

Aumenta, san José, mi capacidad de esperanza, alimentando el aceite para mis lámparas de espera.
Día 7º- Hombre del amor a Dios. Oh san José, tú diste pruebas de entrega plena y total a tus seres queridos, Jesús y María, y con ello dabas gloria a Dios. 

Enséñame, oh san José, a amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, y al prójimo como a mí mismo.

Día 8º- Hombre de la acogida. Oh san José, tu trabajo te llevaba a relacionarte a menudo con la gente, y en ello diste pruebas de atenta cortesía y de calurosa acogida. 

Oh san José, ¡que yo sepa descubrir aquellos gestos que me hacen imagen viva de la disponibilidad con que Dios nos recibe tal como somos!

Día 9º- Hombre del discernimiento. No te fue tan fácil, oh san José, discernir entre las circunstancias de la vida lo que Dios quería de ti para tu misión y tu familia. 

Ayúdame, oh san José, a intuir entre los acontecimientos del día el paso de Dios por mi vida. 

Día 10º- Hombre de la docilidad. ¡Qué hermosa fue tu docilidad, oh querido santo, en actitud de constante atención a la Sagrada Escritura y a la voluntad de Dios! 

Aleja de mí, oh san José, la presunción, el apego tonto a mis opiniones, la obstinación de seguir sólo mis ideas.
Día 11º- Hombre de la entrega. Tú, oh san José, no perdías tiempo en cosas vanas e inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana.

Ayúdame, oh san José, a no ser flojo en mis responsabilidades, sino a dedicarme a mis quehaceres con la máxima entrega. 

Día 12º- Hombre de la sencillez. Ser persona sencilla como tú, oh san José, no es sólo una dimensión del carácter, sino una virtud adquirida con el esfuerzo diario de hacerse disponible a los demás. 

Ayúdame, oh san José, a no ser persona complicada, retorcida, e inaccesible, sino amable, sencilla y transparente.

Día 13º- Hombre de la confianza. Tu seguridad, oh san José, se cimentaba en la atención y adhesión constante a la voluntad de Dios, tal como iba manifestándose día tras día.

Haz, oh san José, que yo tenga la seguridad de quien confía en Dios, sabiendo que en cualquier situación, aunque adversa, estoy en sus manos.

Día 14º- Hombre de la paz. Tú, oh san José, como padre has educado a Jesús adolescente hacia aquellos valores que luego Él predicó, proclamando felices a “los que trabajan por la paz”.

Oh san José, ayúdame a promover la paz en mi propia familia y en el ambiente donde vivo y trabajo.

Día 15º- Ejemplo de humildad. ¡Cómo te sentías pequeño a tus ojos, oh san José! ¡Cómo amabas tu pequeñez! Siempre en la sombra, mantuviste tu vida bien escondida para responder al proyecto de Dios.

Ayúdame, oh san José, a huir de la vanagloria. Haz que encuentre gusto en la humildad y en relativizar mis intereses personales.

Día 16º- Ejemplo de fortaleza. Sin duda, oh san José, tu fortaleza, como jefe de familia, fue fundamental en los momentos cruciales que los Evangelios nos dejan entrever. Pero seguramente se consolidó luego en el trabajo de cada día.

Ayúdame, oh san José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.

Día 17º- Ejemplo de obediencia. Fue admirable tu obediencia en lo poco que los Evangelios nos revelan. Obedecer, casi a ciegas, a lo que las circunstancias iban indicándote como querer de Dios. 

Aleja de mí, oh san José, todas las excusas que mi egoísmo y flojera me presionan para no cumplir la voluntad de Dios.

Día 18º- Ejemplo de justicia. El evangelio te definió hombre justo, querido san José. Lo cual para nosotros ahora significa ser persona que actúa para con Dios y los hombres con rectitud y honestidad.

Alcánzame, oh san José, la ayuda para mantener actitudes sanas en mis relaciones con Dios y los hombres.

Día 19º- Ejemplo de prudencia. Tu prudencia, querido santo, se manifestó en la correcta valoración de las circunstancias para tomar en tu vida aquellas decisiones que mejor favorecían a tu propia familia. 

Haz, oh san José, que yo no tome decisiones importantes sin antes valorar bien a quienes realmente puedan afectar. 

Día 20º- Ejemplo de pobreza. La vida pobre y escondida en Nazaret, a lado de tus seres queridos, te llevó, querido santo, a ser un trabajador responsable y activo, sin escatimar sacrificio alguno. 

Obtenme, oh san José, la gracia del espíritu de pobreza, siendo responsable en mis quehaceres. 

Día 21º- Ejemplo de gratitud. Nadie después de tu esposa, querido san José, recibió, de la bondad de Dios, tanto como tú. Y después de María, nadie cultivó tanto un corazón agradecido por los dones recibidos. 

Haz, oh san José, que yo sea consciente de los dones que Dios me otorga cada día. 

Día 22º- Ejemplo para los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh san José, sentiste la fatiga y el cansancio del trabajo de cada día.

Ayúdame, oh san José, a valorar la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y a cumplirlo con entusiasmo y responsabilidad.

Día 23º- Ejemplo de la misión. Aunque con una vida escondida, tú, oh querido santo, has cumplido una misión específica, única e irrepetible en la historia. 

Haz, oh san José, que yo pueda con la palabra y con el testimonio de vida, colaborar en la misión de la Iglesia para la construcción del reino de Dios. 

Día 24º- Custodio de la virginidad. Como esposo de la Madre de Dios cuidaste con amor casto su virginidad respondiendo así al proyecto de Dios.

Haz, oh san José, que yo viva con responsabilidad mi vocación específica, educando y fomentando mi capacidad de amar. 

Día 25º- Consuelo de los que sufren. Oh san José, tu vida no estuvo exenta de la sombra del dolor, que has asumido con mucha serenidad y paz del corazón.

Ayúdame, oh san José, a darme cuenta de que una vida de amor no puede estar exenta de la sombra del sufrimiento para que encuentre el camino hacia la verdadera felicidad.

Día 26º- Esperanza de los afligidos. En tu vida, oh san José, no todo fue claro y fácil de comprender. Sin embargo, supiste ubicarte siempre con la seguridad que te daba la esperanza de estar en las manos de Dios. 

Te ruego, oh san José, de consolar hoy a todos los que están afligidos por cualquier causa. Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.

Día 27º- Patrono de los moribundos. Tú, oh san José, tuviste la suerte de morir asistido por Jesús y tu esposa María. ¡Nadie podría desear algo mejor en el momento más decisivo de su vida! 

Asísteme, oh querido santo, en el momento de mi muerte. 

Día 28º- Amparo de las familias. Oh san José, la Escritura afirma que a lado tuyo y de María, Jesús “crecía en edad, sabiduría y gracia”.

Te ruego, oh san José, por los niños y los jóvenes para que encuentren en su familia y en la comunidad el ambiente ideal para crecer sanos y felices.

Día 29º- Modelo de vida doméstica. Oh san José, en la Familia de Nazaret asumiste plenamente tu responsabilidad, con espíritu de colaboración y de humildad.

Haz, oh san José, que los padres sepan unir todas las potencialidades del amor humano con una buena vida cristiana.

Día 30º- Terror de los demonios. Oh san José, fortificado por la Palabra de la Escritura, has podido vencer las tentaciones siempre. 

Libera, oh san José, mi corazón y mi mente de toda tentación, para que sea un buen cristiano y un honrado ciudadano.

Día 31º- Patrono de la Iglesia Universal. Oh san José, por la misión que te fue confiada, asistes a la Iglesia de Cristo, haciendo que camine siempre en la verdad y en el amor, para ser luz del mundo.

Guía, querido santo, a la Iglesia de Cristo en el camino de la santidad, para que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del Evangelio.

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
(se repite)
"
"
"
"
Dios Padre celestial.
Dios Hijo Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo
Santísima Trinidad, un solo Dios.
Ten piedad de nosotros
"
"
"
San José.
Descendiente ilustre de David.
Lumbrera de los Patriarcas.
Esposo de la Madre de Dios.
Custodio purísimo de la Virgen.
Padre defensor del Hijo de Dios.
Solícito defensor de Cristo.
Jefe de la Sagrada Familia.
José justísimo.
José castísimo.
José prudentísimo.
José fortísimo.
José obedientísimo.
José fidelísimo.
Espejo de paciencia.
Amante de la pobreza.
Modelo de obreros y artesanos.
Gloria de la vida doméstica.
Custodio de Vírgenes.
Amparo de las familias.
Consuelo de los menesterosos.
Esperanza de los enfermos.
Patrono de los moribundos.
Protector de la santa Iglesia.
Padre de nuestra Familia.
Ruega por nosotros
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Ten piedad de nosotros.
Oremos:
Señor, Jesús, que te dignaste elegir a san José para esposo de tu Madre santísima, te rogamos nos concedas tener en el cielo por intercesor, al que veneramos en la tierra como protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN DE LA FAMILIA A SAN JOSÉ

San José,
queremos poner
bajo tu protección
a nuestra familia,
para que cada uno de nosotros
viva en la fidelidad al Espíritu,
en la escucha y cumplimiento
de la Palabra de Dios.
Sé para nosotros el modelo
del amor desinteresado,
que busca en primer lugar
la felicidad
de mi familia.
Amén.

ORACIÓN DE LOS PADRES

Oh santo esposo de María,
por el don que tú hiciste
de ti mismo
al servicio de su divina maternidad,
bendice nuestro matrimonio,
para que en nuestros corazones
reine la unión, la paz
y la concordia.
Junto con María
protege a nuestra familia
para que seamos siempre
fieles a nuestra misión
de esposos y padres,
en el mutuo amor y respeto.

ORACIÓN DE LOS HIJOS

Oh padre de Jesús,
tú que has tenido la suerte
de cargar en tus brazos a Jesús,
de acariciarlo;
protégenos también a nosotros
con tu amor paterno.
Defiéndenos
contra todo peligro
del alma y del cuerpo.
A ejemplo de Jesús,
haznos crecer
en edad y sabiduría,
para que podamos vivir siempre
en el amor de Jesús y María.








Oración a San José

¡Oh feliz varón, bienaventurado José, a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo!

V. Ruega por nosotros, bienaventurado José

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

 Oración: Oh Dios que nos concediste el sacerdocio real; te pedimos que, así como San José mereció tratar y llevar en sus brazos con cariño a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María, hagas que nosotros te sirvamos con corazón limpio y buenas obras, de modo que hoy recibamos dignamente el sacrosanto Cuerpo y Sangre de tu Hijo, y en la vida futura merezcamos alcanzar el premio eterno. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Amén.


 José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.




Oración para todos los días
 ¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

Jaculatoria. Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.





Visita de San José

  ¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.




Oración a San José

  San José, casto esposo de la Virgen María intercede para obtenerme el don de la pureza. Tú que, a pesar de tus inseguridades personales supiste aceptar dócilmente el Plan de Dios tan pronto supiste de él, ayúdame a tener esa misma actitud para responder siempre y en todo lugar, a lo que el Señor me pida.

Varón prudente que no te apegas a las seguridades humanas sino que siempre estuviste abierto a responder a lo inesperado obtenme el auxilio del Divino Espíritu para que viva yo también en prudente abandono de las seguridades terrenales.

Modelo de celo, de trabajo constante, de fidelidad silenciosa, de paternal solicitud, obtenme esas bendiciones, para que pueda crecer cada día más en ellas y así asemejarme día a día al modelo de la plena humanidad: Nuestro Amado Jesús.

Oración a San José. Protector de las familias

  Glorioso San José, protector, modelo y guía de las familias cristianas: Te ruego protejas a la mía. Haz reinar en ella el espíritu de fe y de religión, la fidelidad a los mandamientos de Dios y de la Iglesia, la paz y la unión de los hijos, el desprendimiento de los bienes temporales y el amor a los asuntos del cielo.

Dígnate velar sobre todos nuestros intereses.Ruega al Señor que bendiga nuestra casa. Otorga la paz a la familia, acierto a los hijos en la elección de estado. Concede a todos los miembros de nuestra familia y de todas las familias de la tierra, la gracia de vivir y morir en el amor de Jesús y de María. Amén.



Consagración a San José, ante las tribulaciones

  ¡Oíd, querido San José, una palabra mía !... Yo me veo abrumado de aflicciones y cruces, y a menudo lloro... Despedazado bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.

Jaculatoria: San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.




Oración a San José antes de la Eucaristía

Oh José Bendito, a quién se le concedió no sólo ver y escuchar a Dios a quien muchos reyes anhelaron ver y no vieron, anhelaron escuchar y escucharon; y además llevarle en tus brazos, abrazarlo, vestirlo, guardarlo y defenderlo.

V.: Ruega por nosotros, Oh José Bendito.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

Oh Dios, Tú que nos has dado un sacerdocio real, te pedimos que así como el Bendito José fue encontrado digno tocar con sus manos y llevar en sus brazos a Tu Hijo, nacido de la Virgen María, seamos también dignos, por la limpieza de nuestro corazón y la inocencia de nuestra vida, con devoción reverente compartir en este día el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, y ser contados en este mundo entre quienes consideran dignos de recibir la recompensa eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

 
(Importante rezar por la Iglesia que le vienen muchas tribulaciones)

Bendito José, casto esposo de la Virgen María, permanece con nosotros en este día. Tú que protegiste a la Virgen; y amaste al Niño Jesús como a tu propio Hijo, le rescataste del peligro de muerte. Defiende la Iglesia, la casa de Dios, comprada por la sangre de Cristo.

Guardián de la Familia Santa, permanece con nosotros en nuestras pruebas. Que tus oraciones nos obtengan la fuerza para huir del error y luchar contra los poderes de la corrupción de manera que en esta vida crezcamos en santidad y después de la muerte nos regocijemos con la corona de victoria. Amén.



Oración a San José por toda la Iglesia
(Importante rezar por la Iglesia que le vienen muchas tribulaciones)

Oh glorioso San José, tú fuiste escogido para ser el padre adoptivo del Señor Jesús, el esposo de María nuestra Madre, siempre Virgen, y la cabeza de la Santa Familia.

Tú has sido también escogido por el Vicario de Cristo como el Patrono celestial y protector de la Santa Iglesia fundada por Cristo.

Protege al Supremo Pontífice y a todos los obispos y sacerdotes en comunión con él. Sé tú el protector de todos los que trabajan por los fieles en medio de las pruebas y tribulaciones de este mundo; y concede a todos los hombres ser dóciles a la Iglesia fuera de la cual no hay salvación.

Querido San José, acepta esta ofrenda que te hago. Sé mi padre, protector y guía en el camino de la salvación. Obtenme la pureza de corazón y el amor para fortalecer mi vida espiritual.

Que siguiendo tu ejemplo, todas mis acciones sean ofrecidas para mayor gloria de Dios, en unión con el Divino Corazón de Jesús y de María. Finalmente, ruega para que pueda yo compartir la paz y el gozo de tu santa muerte. Amén.



Oración a San José (Papa Pío X)

San José, nos acercamos a ti con confianza a pedir tu protección. Reconocemos en ti a un poderoso intercesor ante Dios.

Te pedimos nos ayudes a nosotros, pecadores, a obtener del Señor toda la gracia y misericordia que necesitamos para trabajar celosamente por el Reino de Dios, y servir a nuestro prójimo en todas sus necesidades. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor, Amén.



Oración a San José ante una necesidad

Venimos a ti, Oh bendito José, en nuestro dolor. Después de haber buscado la ayuda de tu bendita esposa, ahora imploramos confiadamente tu ayuda también. Humildemente te pedimos que, teniendo en cuenta el afecto que tuviste a la Virgen Inmaculada Madre de Dios, y del amor paternal que tuviste al niño Jesús, mires amorosamente la herencia que dejó el Señor Jesús por su sangre, y por tu intercesión poderosa nos ayudes en esta necesidad urgente.

Guardián prudente de la Familia Santa, protege a las personas escogidas por el Señor; mantén lejos de nosotros, Padre prudente, todo error y pecado. desde tu lugar en el cielo ven en nuestra ayuda en este conflicto con los poderes de oscuridad, y así como en antaño protegiste al Niño Jesús del peligro de la muerte, defiende ahora a la Iglesia santa de las trampas del enemigo y de toda adversidad.

Extiende a cada uno de nosotros tu incesante protección, por tu ejemplo podamos vivir y morir en santidad obtennos la felicidad eterna en cielo. Amén.



Para pedirle a San José santidad y pureza

Oh José bendito, guardián fiel y protector de las vírgenes, a quienes Dios confió a Jesús y María, te imploro por el amor que les tienes, me guardes de la infidelidad de alma, cuerpo y espíritu, y siempre les sirva en santidad y pureza de amor. Amén.



Oración a San José para que nos ayude a decidir nuestra vocación

Oh grandioso San José, tu que fuiste completamente dócil a las mociones del Espíritu Santo, obtenme la gracia de conocer
el estado de vida al que el Señor en su providencia ha escogido para mí.

Y ya que mi felicidad en la tierra y la eterna en el Cielo dependen de esta opción, permíteme elegir sin errar. Obtenme la luz para conocer el Plan de Dios, para seguirlo confiadamente, y escoger la vocación que me habrá de llevar a la vida eterna. Amén.



Oración a San José Obrero

Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado.

A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.

Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.

Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.



Oración a San José para obtener el espíritu en el trabajo

Glorioso San José, modelo de todos los trabajadores, obtenme la gracia de trabajar en un espíritu penitente para compensar mis pecados; para trabajar conscientemente, anteponiendo el deber a mis tendencias e inclinaciones; para trabajar con gratitud y gozo, considerando como un honor usar y desarrollar en mi trabajo los dones que he recibido de Dios; para trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, y nunca ceder ante el cansancio o las dificultades.

Ayúdame a trabajar, sobre todo, con pureza de intención y desprendimiento, teniendo siempre ante mis ojos la hora de la muerte y la cuenta que debo dar a Dios por mi tiempo perdido, talentos desperdiciados, omisión de buenas obras, y vana complacencia por el éxito, tan fatal para el trabajo de Dios.

Todo por Jesús, todo por María Inmaculada, todo por seguir tu ejemplo, ¡Oh Patriarca San José! Amén





(Importante rezar esta oración por todo lo que le viene a la Iglesia)

  A Vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación; y, después de invocar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio.
Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

  Proteged, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas; y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad. Amén



Bendito seas San José

¡Bendito seas San José, que fuiste testigo de la Gloria de Dios en la tierra. Bendito sea el Padre Eterno que te escogió. Bendito sea el Hijo que te amó y el Espíritu Santo que te santificó. Bendita sea María que te amó!

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