LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto
Te propongo esta antigua oración:
“Señor, que no tenga yo a ningún hombre por enemigo, y que sea amigo de lo que es eterno.
Que ame, busque y logre sólo lo que es bueno.
Que desee la felicidad de todos los hombres y que no envidie a ninguno.
Que no me regocije con la desventura del que me ha hecho mal.
Que hasta donde alcancen mis fuerzas preste la ayuda necesaria a todos los necesitados.
Que pueda con palabras amables y consoladoras aliviar las penas de los que sufren.
Que cuando yo haya dicho o hecho algo malo, no espere que los demás me lo hagan conocer, sino que yo mismo me lo reproche hasta corregirme de ello.
Que me acostumbre a mostrarme amable y nunca irritado con los demás, cualquiera sea la circunstancia en que me encuentre”.
“Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes. Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que Él los eleve en el momento oportuno. Descarguen en Él todas sus inquietudes, ya que Él se ocupa de ustedes” (1 Pe 5,6-79.
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