miércoles, 24 de agosto de 2016

Beata Alfonsa Clerici





VERCELLI, martes 24 de agosto de 2010 -  El compromiso de la hermana Alfonsa Clerici con sus alumnos iba más  allá de una “asistencia piadosa”. El amor y la entrega a cada uno de  ellos se tradujo en “propuestas e iniciativas de todo tipo, en el plano  religioso, espiritual y cultural para su auténtica y más completa  posible promoción humana y cristiana”, así testimonió una de sus alumnas  durante el proceso para su beatificación.
La hermana Alfonsa  será beatificada el próximo 23 de octubre en la diócesis de Vercelli,  región del Piamonte, al norte de Italia. La ceremonia será presidida por  monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los  Santos en representación del Papa Benedicto XVI.
Alfonsa  nació en Linate el 14 de febrero de 1860. A los 15 años entró al  colegio de las Hermanas de la preciosísima Sangre en Monza. En 1879  consiguió el diploma de maestra en grado superior y comenzó a enseñar en  la escuela pública de Linate.
A los 23 años ingresó en la  comunidad del colegio donde había estudiado: “Yo que tengo el honor de  llevar el nombre de Hermana de la Preciosísima Sangre”, escribió la  religiosa cuando emitió sus votos temporales, “estaré contenta donde  haya más sacrificio, estaré contenta de derramar la sangre de la  voluntad, del amor propio”,  dijo.
La congregación a la que  perteneció la hermana Alfonsa tiene el carisma de la vida comunitaria  intensa, así como la educación en la que resaltan a sus alumnos la  dignidad como hijos de Dios. También se dedican a la asistencia a los  enfermos y a la promoción de la mujer. Actualmente se encuentran en  Italia, Brasil, Kenya, Timor Oriental y Myanmar.
Luego de emitir  sus votos, la hermana Alfonsa enseñó en el colegio donde había  estudiado. Allí fue también la directora de 1898 a 1907.  El principal  desafío que enfrentó fue la solución de una gran crisis económica que  sufrió su instituto. Ella misma admitió que se trataba de “una comunidad  que reordenar, que reformar pero no que deshacer”.
La hermana Alfonsa fue llamada en 1911 a dirigir el colegio Retiro de la providencia,  ubicado en Vercelli. Se trataba de un instituto de acogida de personas  huérfanas o que vivían en una situación familiar difícil.
“Era el  consejo de administración el que guiaba y seguía este colegio, pero  tenían pocos recursos”, ( hermana Santina  Dino).
“Encontraron estos chicos, algunos pequeños que no  lograban tener una educación completa porque faltaba el dinero. Ella  buscaba mejorar la situación”, comentó la religiosa.
Su santidad  se fue forjando en pequeñas acciones de caridad que tenía con sus  alumnos y con las personas más necesitadas que llegaban a este  instituto.
“Muchos pobres y atribulados iban diariamente al  Instituto para obtener un pedazo de pan o un vestido y, sobre todo un  poco de amor, que la hermana Alfonsa sabía dan con alegría. Ninguno se  iba desilusionado, todos recibían algo de ella, sea material o  espiritual”, asegura su postuladora.
Una caridad que se fundaba en una vida espiritual muy profunda y particular. Por ello su biografía se titula Con la fronte per terra, (Con la frente por tierra n.d.t), “Oraba de rodillas y ponía su frente en la tierra”, indicó su postuladora.
Hermana Santina cuenta que un día, durante la Primera Guerra Mundial,  un soldado fue a pedirle dinero. La hermana Alfonsa sólo tenía la  cantidad exacta para comprar una lámpara para el Santísimo. Ella le dijo  que no lo podía ayudar económicamente. En la noche no pudo dormir y  decidió darle ese dinero al soldado.
Al día siguiente fue una  condesa a visitarla y a darle una ofrenda. “Era la misma cantidad que le  había dado al soldado. ¡El Señor se lo había devuelto!”, cuenta su  postuladora.
Entre el 12 y el 13 de enero de 1930, la hermana  Alfonsa sufrió una fuerte hemorragia cerebral mientras que oraba con su  habitual posición de la cabeza en el suelo. Así fue encontrada. Murió al  día siguiente.
Durante su proceso de beatificación, cinco de sus  alumnas, cuyas edades oscilaban entre 85 y 87 años, dieron su  testimonio sobre los actos de caridad de esta religiosa: “Lo más bello  es que todas las interrogadas decían lo mismo: eran bien tratadas, ella  sabía estar cercana a todas y buscar para cada una la mejor solución,  sea llevarlas de vacaciones, ayudar a resolver su situación familiar.  Ella vivió en el silencio y en la pobreza en este instituto”, concluyó  su postuladora.







Oremos

Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a la Beata Alfonsa Merici para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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