martes, 6 de octubre de 2015

¿DÓNDE ENCONTRAMOS LA MISERICORDIA DE DIOS?



¿Dónde encontrarnos la misericordia de Dios?
Cinco medios para experimentar a este Dios rico en misericordia.


Fuente: Libro: ¡Venga a mí! La Divina Misericordia 



1- MEDITACIÓN ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS

“Toda la Escritura divina es un libro y este libro es Cristo, porque toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda la Escritura divina se cumple en Cristo” .  De ahí que el Magisterio de la Iglesia nos recomiende la lectura asidua de la Palabra de Dios , ya que en ella Dios conversa con nosotros  Por eso el Salmista proclama: Antorcha para mis pies es tu Palabra, luz en mi sendero (Sal 119,105).

Si, por nuestro bien debemos conocerla, meditarla, vivirla y anunciarla, a la luz de la Tradición de la Iglesia y del Magisterio : “Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó sobre roca (Mt 7, 24). Consciente de esto, aún en medio de su locura, don Quijote afirmaba de las letras divinas: “tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar” .

Sin embargo, hay quienes no le dan importancia; y mezclando la fe con supersticiones, dejan que cualquier libro o película les confunda y les arrebate esa preciosa semilla. Otros se entusiasman de momento, pero al no ser constantes están débiles, y cuando les llega un problema, lo dejan todo. En cambio, quienes reciben la Palabra de Dios, y confiando en su eficacia la meditan con la guía de la Iglesia y la alimentan con los Sacramentos y la oración, dan tal fruto, que son capaces de resistir la adversidad, sabiendo que los sufrimientos de esta vida no se comparan con la felicidad que nos espera.



2- CELEBRACIÓN DE LA LITURGIA

En la Liturgia está presente Cristo , quien uniéndonos por el Bautismo a su Cuerpo, que es la Iglesia, nos permite ofrecerlo y ofrecernos juntamente con Él, para participar, con la fuerza del Espíritu Santo, en su alabanza y adoración al Padre, fortaleciéndonos en la unidad, y llenándonos del poder transformador de Dios para ser signo e instrumento de salvación para toda la humanidad, participando también de lo que será la Liturgia celestial. De entre los miembros de este Cuerpo, el Señor llama a algunos para que, a través del sacramento del Orden sacerdotal representen a Cristo como Cabeza del Cuerpo, anunciando la Palabra de Dios, guiando a la comunidad, y presidiendo la liturgia, especialmente los sacramentos, entre los que destaca la Eucaristía, donde Él se nos entrega para comunicarnos todo el poder salvífico de su pasión, muerte y resurrección, por el que nos une a la Santísima Trinidad y a toda la Iglesia; con la Virgen María y los santos, con el Papa, con el propio Obispo, con todo el clero y con el pueblo de Dios entero, dándonos la esperanza de alcanzar la vida eterna y resucitar con Él el último día, fortaleciéndonos así para vivir el amor y ser constructores de unidad en nuestra familia y en nuestros ambientes, siendo solidarios particularmente con que más nos necesitan.


3- LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE MISERICORDIA

Esto es mi cuerpo.. esta es mi sangre (Mt 26, 26-28). El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna (Jn 6, 54). Por eso, el propio Jesús exhortaba a santa Faustina: No dejes la Santa Comunión, a no ser que sepas bien de haber caído gravemente... Debes saber que Me entristeces mucho, cuando no Me recibes en la Santa Comunión . Mi gran deleite es unirme con las almas. Has de saber, hija Mía, que cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma

En el año 304, durante la persecución de Diocleciano, en Abitina,  cristianos fueron arrestados un domingo mientras celebraban la Eucaristía. Cuando el procónsul les preguntó por qué habían desobedecido la prohibición del emperador, sabiendo que el castigo sería la muerte, uno de ellos respondió: “sin la Eucaristía dominical no podemos vivir”. 70A los cristianos de hoy, el Papa Benedicto XVI nos ha dicho: “Participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad... es una alegría”. En ella podemos encontrar “la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana”

Procuremos comulgar con frecuencia, participando siempre en la Misa Dominical. Dediquemos también algunos momentos a visitar al Santísimo Sacramento . “Es hermoso estar con Él –decía Juan Pablo II- y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón”.  Y si tenemos conciencia de estar en pecado grave, recordemos que antes de Comulgar debemos primero recibir el sacramento de la Reconciliación .



4- LA CONFESIÓN: EXPERIENCIA DE MISERICORDIA

No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno sólo (Mt 18, 14). El pecado nos degrada, nos aleja de Dios y de los hermanos, y nos arrebata la vida. Pero Dios, que nos sigue amando, nos busca y nos ofrece en el Sacramento de la Penitencia el perdón que nos reconcilia con Él y con la Iglesia . “Como se deduce de la parábola del hijo pródigo, la reconciliación es un don de Dios, una iniciativa suya” . Y “todo lo que el Hijo de Dios obró y enseñó para la reconciliación del mundo, no lo conocemos solamente por la historia de sus acciones pasadas, sino que lo sentimos también en la eficacia de lo que él realiza en el presente” .

Esto, gracias a que la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a sus apóstoles y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos (Jn 20, 22-23) . Por eso, San Pablo afirma: “Dios nos ha confiado el misterio de la reconciliación... y la palabra de reconciliación” (2 Cor 5, 18 s.). En el Sacramento de la Penitencia, el Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, a través de sus sacerdotes que son presencia y prolongación de Jesús Buen Pastor, corre hacia nosotros para abrazarnos y colmarnos de su amor, y la Iglesia se alegra por la vuelta de aquél hermano que estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado (Lc 15, 32).

Jesús es el cordero de Dios que, con su sacrificio, quita el pecado del Mundo (Cfr. Jn 1, 29. Por eso, Él, que ha venido no para condenar, sino para perdonar y salvar (Cfr. Jn 3, 16), nos invita a acercarnos con confianza a la confesión, donde por su voluntad, el Sacerdote, ministro de la Penitencia, actúa “in persona Christi”. Así se lo comentó a Santa Faustina: El sacerdote, cuando Me sustituye, no es él quien obra, sino Yo a través de él ;79 Como tú te comportarás con el confesor, así Yo Me comportaré contigo .


5- LA ORACIÓN

Una persona subió con entusiasmo a un pequeño barco, con el deseo de aventurarse en el mar. Al zarpar, con emoción sintió la brisa y admiró la inmensidad y la belleza del océano. Pero después, a causa del movimiento, experimentó un terrible mareo. Entonces, el capitán le dijo: “si no quiere sentirse mal, mire hacia arriba”. ¡Qué buen consejo para quienes surcamos el gran mar de la vida!: miremos hacia arriba, para no marearnos, ni con los bienes del mundo, ni con las crisis y problemas. Y mirar hacia arriba es hacer oración, escuchando a Jesús que nos dice: Permaneced en mí, como yo en vosotros (Jn 15,4).

“Para mí, -escribe Santa Teresa del Niño Jesús- la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor, tanto en la prueba como en la alegría” .  Necesitamos orar para pedir ayuda, dar gracias, alabar, adorar, contemplar, y escuchar a Dios, abriéndole el corazón a Él y al prójimo . ¡En la oración, es Dios quien nos busca para saciar nuestra sed de una vida plena y eternamente feliz! .  De ahí que Santa Teresa de Ávila diga: “Si alguien no ha empezado a hacer oración...yo le ruego por amor de Dios, que no deje de hacer esto que le va a traer tantos bienes espirituales. En hacerla no hay ningún mal que temer y si mucho bien que esperar” .

Habla con tu Dios que es el Amor y la Misericordia Misma , exhortó el Señor a Santa Faustina. Pero ¿cómo orar?; con humildad , confianza y perseverancia . Pidan y se les dará, ha prometido Jesús. Sin embargo, quizá alguno diga: “Muchas veces he pedido y no he recibido. Orar no sirve para nada”. Pero seguramente lo que le sucede es aquello que Santa Teresa describe así: “Algunos quisieran tener aquí en la tierra todo lo que desean y luego en el cielo que no les faltase nada. Eso me parece andar a paso de gallina, escarbando entre el basurero” .  ¡No perdamos el tiempo, ni entorpezcamos nuestro camino!; creer en Dios es fiarse de Él, sabiendo que nos da lo que más nos conviene, no para una alegría pasajera, sino para nuestra felicidad plena y eterna.

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