jueves, 5 de marzo de 2015

Ser santos

Lo más útil.
En este mundo en que se busca, equivocadamente, la utilidad por encima del bien y la verdad, también los cristianos tenemos algo que decir sobre ello, porque justamente no hay nada más útil que la santidad, que el ser santos. El hombre más útil no es el gobernante, ni el artista, sino el santo. Porque el santo da gloria a Dios, y atrae sobre sí y sobre el mundo entero, la misericordia y benevolencia del Señor.
Siendo las cosas así, tenemos que esforzarnos por ser santos, entonces sí que seremos útiles a la familia, a la patria y a Dios. Si el mundo todavía subsiste se debe a los santos que, con sus plegarias, sacrificios y buenas obras, han sostenido la mano justiciera del Padre eterno.
Recordemos aquellas palabras del Libro Sagrado, que si hubiera habido al menos diez justos en Sodoma, la ciudad no habría sido destruida. ¡Cuánto más si en una ciudad hay diez o más santos, se salvará la ciudad y sus habitantes de los diferentes castigos!
No hay vuelta de hoja, porque la mayor empresa a que podemos aspirar en este mundo es ser santos. Y no solamente serlo nosotros, sino también invitar a todos los hombres a ser santos, porque cuantos más santos y justos haya en el mundo, tanta más misericordia derramará Dios sobre esta pobre humanidad.
Así que si queremos ser realmente útiles a Dios y a los hermanos, seamos santos.

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