viernes, 13 de marzo de 2015

Oración a María Reina de los Ángeles

reina de los angeles

¡Oh Augusta Reina de los Cielos

y Señora de los Ángeles!

Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas legiones para que, bajo vuestras órdenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.

¿Quién como Dios?

Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.

Historia de esta oración:
Ante el gran combate espiritual que libramos, Dios ha querido proveer por nosotros. Pero debemos rezar si deseamos su ayuda.
Escribe acerca de la Reina de los Ángeles el Venerable Luis Eduardo Cestac, fundador de la Congregación de las Siervas de María:
En 1863 un alma... sintió su mente elevada hacia la Santísima Virgen, quien le dijo que efectivamente, los demonios andaban sueltos por el mundo, y que había llegado la hora de rogarle como Reina de los Ángeles pidiéndole las legiones santas para combatir y aplastar los poderes infernales.
–"Madre mía", dijo esta alma, "¿ya que sois tan buena, no podrías enviarlas sin que os rogáramos?"
–"No", respondió la Santísima Virgen, "la oración es condición impuesta por Dios para alcanzar las gracias".
– "Entonces, Madre mía", dijo el alma "¿querrías enseñarme Vos la manera de rogaros?"
Y creyó escuchar la oración “Oh Augusta Reina...”
El señor Cestac fue el depositario de esta oración. Lo primero que hizo fue presentarla a Monseñor Lacroix, obispo de Bayona, quien le dio su aprobación. Inmediatamente mandó imprimir medio millón de ejemplares, que distribuyó gratis por todas partes.
No estará demás advertir que, durante la primera impresión, las máquinas se rompieron dos veces. La oración a la Reina de los Ángeles se extendió rápidamente y fue aprobada por muchos obispos y arzobispos.
San Pío X concedió trescientos días de indulgencia a quienes la rezaren.
(Imprimátur del Vicario General de Buenos Aires, 29 de febrero de 1912)
-“Regina Angelorum”, publicación de la Orden de María Reina, Pascua de 1978
Fátima, 13 de octubre de 1985
Aniversario de la última aparición
Los dos ejércitos
“Desde aquí, donde me aparecí como la Mujer vestida del Sol, os llamo a todos a recogeros en torno a vuestra celestial Capitana.
Éstos son los tiempos de la gran batalla entre Mí y el poderoso ejército a las órdenes del Dragón Rojo y la Bestia negra.
El ateísmo marxista y la masonería guían este ejército, reunido para conducir a toda la humanidad a la negación y rebelión contra Dios.
A la cabeza de él está el mismo Lucifer, que repite hoy su desafío de ponerse en lugar de Dios, para hacerse adorar él mismo como Dios.
Con él combaten todos los demonios que, en estos momentos, saliendo del infierno, se han desparramado por la tierra, para llevar a la perdición al mayor número posible de almas.
A ellos se unen todos los espíritus condenados y los que en esta vida caminan en el rechazo de Dios, le ofenden y le blasfeman, y corren por la senda del egoísmo y del odio, del mal y de la impureza.
Ellos hacen de la búsqueda del placer su único objetivo, satisfacen todas las pasiones, combaten por el triunfo del odio, del mal y de la impiedad.
El ejército que Yo misma conduzco está formado por todos los Ángeles y Santos del Paraíso, guiados por San Miguel Arcángel, que está al frente de toda la milicia celeste.
Es una terrible batalla que se combate, sobre todo, a nivel de espíritus.
En la tierra forman parte de mi ejército todos los que viven amando y glorificando a Dios, según la gracia recibida en el santo Bautismo, y caminan por la senda segura de la perfecta observancia de los Mandamientos del Señor.
Son humildes, dóciles, pequeños, caritativos; huyen de las asechanzas del demonio y de las fáciles seducciones del placer, caminan por la senda del amor, de la pureza y de la santidad.
Mi ejército lo forman todos mis pequeños hijos que, hoy, en todas partes del mundo, me han dicho sí, y me siguen por la senda que en estos años les he trazado.
Es por medio de mi ejército, en estos tiempos, como llevo adelante mi victoria.
Es por medio de mi ejército como construyo cada día el triunfo de mi Corazón Inmaculado.
Es por medio de mi ejército como preparo el camino por el que vendrá a vosotros el Reino glorioso de Jesús, que será un Reino de amor y de Gracia, de santidad, de justicia y de paz.
Desde este lugar, donde me aparecí, os repito hoy mi ruego materno: ¡Alistaos todos, lo más pronto posible, en mi ejército!
La hora de la gran batalla ha llegado ya.
Combatid con el arma del Santo Rosario y caminad por la vía del amor a Jesús, del desprecio del mundo y de vosotros mismos, de la humildad, de la caridad, de la sencillez, de la pureza.
Entonces estaréis dispuestos a afrontar las grandes pruebas, que pronto comenzarán para la Iglesia y la humanidad.
Desde este bendito lugar, con mi Papa, con mis predilectos e hijos consagrados a Mí, os bendigo a todos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.”
Milán, 2 de octubre de 1992
Fiesta de los Santos Ángeles Custodios
El Anuncio de los tres Ángeles
“Hoy los Ángeles de Luz de mi Corazón Inmaculado, están a vuestro lado, mis predilectos e hijos consagrados a Mí.
Es su fiesta.
Honradlos, invocadlos, seguidlos, vivid siempre con ellos que os han sido dados por el Padre Celestial como Custodios y protectores vuestros.
Hoy es su tiempo.
A este último período de la purificación y de la gran tribulación corresponde una fuerte y particular manifestación de los Ángeles del Señor.
Habéis entrado en la fase más dolorosa y difícil de la batalla entre los Espíritus del bien y los Espíritus del mal, entre los Ángeles y los demonios. Es una lucha terrible que se desarrolla en torno a vosotros y sobre vosotros. Vosotros, pobres criaturas terrenas os veis implicados y así sentís de forma particularmente fuerte las insidias que tejen contra vosotros los espíritus malos para conduciros al camino del mal y del pecado.
En consecuencia, estos son los tiempos en que debe hacerse todavía más fuerte y continua la acción de vuestros Ángeles Custodios.
Rezadles frecuentemente, escuchadlos con docilidad, y seguidlos en todo momento.
El culto de veneración y de alabanza a los Ángeles del Señor debe llegar a ser, en la Iglesia, más extendido y solemne.
A ellos, en efecto, está reservada la misión de daros el Anuncio tan esperado de vuestra próxima liberación.
El Anuncio de los tres Ángeles sea esperado con fe por vosotros, acogido con gozo y seguido con amor.
–Vuestra liberación coincidirá con el fin de la iniquidad, con la completa liberación de toda la creación de la esclavitud del pecado y del mal.
Cuanto sucederá será una cosa tan grande, como jamás se ha visto desde el principio del mundo. Será como un juicio en pequeño y cada uno verá su propia vida y todas sus obras en la Luz misma de Dios.
Al primer Ángel le corresponde la misión de proclamar a todos este anuncio:
“Dad a Dios la gloria y la obediencia; alabadlo, porque ha llegado el momento en que Él juzgará al mundo. Arrodillaos delante de Aquél que ha hecho el cielo, la tierra, los manantiales y el mar”.
–Vuestra liberación coincidirá con la derrota de Satanás y de todo espíritu diabólico.
Todos los demonios y los espíritus de los condenados, que en estos años se han volcado por todas partes del mundo para la ruina y condenación de las almas, serán arrojados al infierno, del cual han salido, y ya no podrán dañar nunca más.
Todo el poder de Satanás será destruido.
Al segundo Ángel le corresponde la misión de dar este Anuncio:
“Ha caído, ha caído la gran Babilonia, aquélla que había hecho beber a todos los pueblos el vino embriagador de su prostitución”.
–Vuestra liberación coincidirá sobre todo con el premio concedido a todos aquellos que, en la gran prueba, se hayan mantenido fieles y con el gran castigo dado a aquellos que se hayan dejado arrastrar por el mal y el pecado, por la incredulidad y la impiedad, por el dinero y por el placer, por el egoísmo y la impureza.
Al tercer Ángel le corresponde la misión de anunciar el gran castigo.
“Cualquiera que adora a la bestia y a su imagen y recibe su marca en la frente o en la mano, beberá el vino de la ira de Dios, escanciado puro en el cáliz de su terrible juicio, y será torturado en la presencia del Cordero y de los Ángeles santos con fuego y azufre. El humo de su tormento no acaba nunca. Quien adora a la bestia y a su imagen y cualquiera que recibe la marca de su nombre, no tiene reposo ni de día ni de noche”.
En este tiempo final de la gran tribulación, anunciado como aquél del fin de la iniquidad, de la derrota de Satanás, y del castigo de los impíos, es puesta duramente a prueba la constancia de aquellos que pertenecen al Señor, ponen en práctica los mandamientos de Dios, y permanecen fieles a Jesús.
Por esto os invito hoy a estar particularmente unidos a vuestros Ángeles Custodios en la oración, en la escucha de su voz y a acoger con docilidad su guía segura por el camino del bien y de la santidad.
En estos tiempos borrascosos, en que Satanás domina con toda su potencia tenebrosa, es misión de los Ángeles de luz de mi Corazón Inmaculado, la de conduciros por el camino de la constancia y de la fidelidad a Jesús, en la observancia de los mandamientos de Dios y en el ejercicio de todas las virtudes.
En este día, junto a vuestros Ángeles Custodios, os bendigo, con la alegría de una Madre que es consolada y cada vez más glorificada por vosotros.”
(Mensajes de la Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano)
Sitio Santísima Virgen
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reina de los angeles
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