sábado, 7 de marzo de 2015

La personalidad de Jesús de Nazaret


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La personalidad de Jesús de Nazaret
         Conocemos la personalidad de las personas por sus hechos y dichos  y por los testimonios de los que le trataron en vida. Pues bien, los hechos y dichos del Jesús de Nazaret y los los testimonios de las personas que le trataron  en su vida están narrados en los Evangelios y en los demás libros del Nuevo Testamento. No obstante, vamos a exponer los hechos y dichos que considero más significativos para conocer su personalidad y los testimonios más importantes de las personas que le conocieron.
 Los hechos y dichos más significativos que reflejan su personalidad son sin duda: su predicación y fundación del Reino de Dios, sus milagros, su fuerte crítica a sus enemigos, los escribas y fariseos, y sus grandes discursos del Sermón de la Montaña, del Pan de Vida y de su  Testamento de  Despedida.
 Jesús de Nazaret conociendo y sintiendo ser Hijo de Dios Padre, predica y funda el Reino de Dios o de los Cielos, universal y escatológico.  Lo ofrece como medio  de salvación para conseguir la vida eterna  a cuantos le crean y le sigan.  Se vale de encantadoras parábolas y preciosas comparaciones para explicar su naturaleza y finalidad.
En el discurso del Sermón de la Montaña  nos enseña: quienes son los bienaventurados en el Reino de Dios: los pobres y humildes, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que procuran la paz, los perseguidos e insultados por su causa.
 Nos advierte: si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entraremos en el Reino de Dios. Tened cuidado con los falsos profetas que vienen a vosotros vestidos con piel de oveja, pero por dentro son los rapaces. Por los frutos los conoceréis. Perfecciona los mandamientos de la Ley mosaica: habéis oído que se dijo a los antiguos…, yo en cambios digo: amad vuestros enemigos  y rezad por los que os persiguen para que seáis hijos de Dos Padre que hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. Nos  enseña la manera de orar, ayunar y dar limosna y nos da la oración del Padre Nuestro.
 Nos dice: No podéis servir a dos señores, a Dios y al dinero. Buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. No juzguéis y no seréis juzgados, por seréis juzgados como juzguéis a los demás, y la medida que uséis la usarán con vosotros. ¿Porque te fija en la mota que tu hermano tiene en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? (Mt. 5y 6). El Sermón de la Montaña, tanto en su fondo como en su forma, es un discurso de alta moral y de pura espiritualidad. Es sublime, celestial, lleno de vida y amor.
  En el discurso del Pan de Vida, pronunciado en la sinagoga de Cafarnaúm, nos enseña que la fe y esperanza cristianas y la Eucaristía son  la garantía de la vida eterna y el pan del cielo que da vida: En verdad os digo, no fue Moisés el que os dio el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. Yo soy el pan de vida, y el que coma de este pan vivirá eternamente y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carde y bebe mi sangre habita en mí y yo en él (Jn. 6)
 Cura milagrosamente al criado del centurión de Cafarnaúm, a la suegra de Pedro, a los endemoniados de Gadasa, al paralítico de la piscina de Betesda, a la hemorroisa, a dos ciegos de nacimiento, a la hija de la mujer cananea, multiplica milagrosamente por dos veces el pan y el  vino,  calma la fuerte tempestad en el Lago de Galilea y milagrosamente resucita a hijo de la viuda de Naín y a su amigo Lázaro de Betania.
 Los escribas y fariseos fueron los primeros y más crueles enemigos suyos, a los cuales llamó: hipócritas, serpientes y raza de víboras, llenos de rapiñas y codicias, que ni entran ni permiten entrar a otras personas en el Reino de los Cielos. En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced y cumplid  todo lo que ellos os dicen, pero no haigas lo que ellos hacen, porque no hacen lo que dicen. Lían faros pesados  y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente, alargan las filacterias y las orlas del manto. Les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabbí. Son hipócritas, guías de ciegos, sepulcros blanqueados, crueles, serpientes, raza de víboras. (Mt. 23).

En su Testamento de Despedida de este mundo, nos dice: Hijitos, me queda muy poco de estar con vosotros. Donde yo voy no podéis venir vosotros Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. En esto conocerán que sois todos que sois mis discípulos míos, si os  amáis unos a otros (Jn. 13,33-35). Cuando me vaya y os prepararé un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estéis también vosotros. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí (Jn. 14, 1-6).
 Juan Bautista al ver a Jesús de Nazaret exclamaba: ¡eh aquí el cordero de Dios que quita el pecado en el mundo! El apóstol Pedro dice en sus cartas: nunca existió engaño en su boca. El evangelista y apóstol Juan escribe: no existió pecado en él.
 Jesús de Nazaret  nació y vivió pobremente durante treinta y tres años. Fue cruelmente acosado por los escribas y fariseos y traicionado por su discípulo Judas Iscariote en treinta monedas de plata, quien después de entregarlo a los guardianes del Sanedrín para ser condenado a muerte, confiesa: he pecado entregando la sangre de un inocente. Condenado a muerte por los sumos sacerdotes judíos, Anás  Caifás  y por los ancianos  por llamarse Hijo de Dios. Estos piden su crucifixión al gobernador Poncio Pilatos por llamarse Rey de los Judíos, que cobardemente acede, a pesar de manifestar que no hallaba delito alguno  en este hombre.
 Fue crucificado el viernes, 14 de abril (nisán), del año 30 de la Era cristiana, a las 12 de la mañana en el Gólgota. A su derecha e izquierda, crucificaron, también, a dos malhechores. Uno de ellos exclamó:nosotros recibimos el justo castigo por nuestras malas obras, pero éste (Jesús) nada malo ha hecho. Acuérdate de mí cuando estés en el paraíso, contestándole: hoy estará conmigo en el paraíso. Insultado, burlado y padeciendo cruelísimos y horrendos dolores muere sobre la cuatro de la tarde de dicho día, clamando: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado según el Evangelio de Marcos; “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu según el de Lucas; y consumado está, inclinando la cabezasegún el de Juan.
Conclusión: Ciertamente, la Personalidad de Jesús de Nazaret era y es divina, propia del verdadero Hijo de Dios Padre.

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