martes, 17 de marzo de 2015

17 de marzo, día de San Patricio

Hoy, 17 de marzo, conmemoramos a San PATRICIO, Obispo.

SAN PATRICIO (¿385?-461) nació en Gran Bretaña, en Bennhaven Taberniae, pequeña aldea de Escocia hoy desaparecida. Su padre era oficial del ejército romano, y su madre procedía de Francia; al parecer, su abuelo había sido sacerdote.

A la edad de 16 años fue raptado por piratas irlandeses que se lo llevaron muy lejos de su hogar; fue vendido como esclavo en el norte de Irlanda. Su amo lo ocupó para cuidar ovejas, y aunque muchas veces intentó huir no lo consiguió.

El trato rudo y los sufrimientos que padeció en cautiverio le ayudaron a refinar su gran espiritualidad. Conoció las costumbres de la gente de Irlanda, lo cual habría de ayudarlo mucho en su futura labor.

En 407 consigue escapar, ayudado por el capitán de un barco. La desventura quiso que el navío naufragara en playas desiertas de Francia. Los sobrevivientes caminaron por 28 días hasta que el alimento se les agotó. Entonces acudieron con Patricio, diciéndole que si su Dios era tan poderoso, que le invocara para salvarlos. Y así ocurrió.

Al cabo de la odisea puede regresar a su casa y reunirse con su familia. Pero estando con los suyos tuvo un sueño en el que los irlandeses lo llamaban, y esto lo interpretó como una señal para seguir la vocación apostólica.

San Patricio regresa a Francia para estudiar con San Germán de Auxerre y ser ordenado diácono. Fue hasta 431 cuando el papa Celestino I lo nombra obispo de Irlanda (pues su antecesor había fallecido muy pronto), y así es como inicia su relevante labor evangelizadora.

El santo fue muy cuidadoso al ir convirtiendo poco a poco a los caudillos de los pueblos irlandeses. Construyó numerosas abadías en el país, y su trabajo fue tan sólido que terminó con la conversión de todos los paganos.

San Patricio es el santo patrono de Irlanda.

SAN PATRICIO nos enseña a mantener paciencia y humildad en situaciones que nos aprisionan.





San Patricio de Armagh, Apóstol de Irlanda, obispo
fecha: 17 de marzo
n.: c. 387 - †: 461 - país: Irlanda
otras formas del nombre: Maewyn Succat (nombre pagano de nacimiento)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Patricio, obispo, que de joven fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y tras recuperar la libertad quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, elegido para la sede episcopal, anunció con ardor el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor.
patronazgo: patrono de Irlanda, también de los mineros, herreros, barberos, toneleros, y de la ganadería; protector contra las plagas, las enfermedades del ganado, la hostilidad de los malvados, y para pedir por las almas de los pobres.
tradiciones, refranes, devociones: El «Día de san Patricio» es celebrado por los irlandeces no sólo en Irlanda sino en todo el mundo, ya que fue una comunidad de mucha emigración; lo más típico del festival es el desfile multitudinario, con una presencia muy marcada del color verde, característico color de la isla, y a la vez evocando el llamado «trébol de san Patricio», que además de ser la planta nacional, es lo que utilizó san Patricio para explicar la Trinidad. En Dublin la fiesta se celebra con gran fervor durante cinco días, aunque el St. Patrick's Day más famoso es el de Nueva York, y su desfile en la Quinta Avenida.
oración:
Versión breve de «La Coraza de San Patricio» (versión completa al final de la hagiografía):
Cristo conmigo,
Cristo ante mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí,
Cristo bajo mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí,
Cristo en todo ojo que me ve,
Cristo en todo oído que me escucha. Amén.

«Si la virtud de los vástagos redunda en honor de sus padres, con cuánta mayor justicia el nombre de san Patricio ha dado el lustre y esplendor de su santidad con que la Iglesia de Irlanda ha brillado durante muchos años y ha poblado con santos muchos lugares del mundo.» Así habla Alban Butler de san Patricio, y agrega que los campos de sus trabajos tenían por límite los remotos confines del mundo conocido entonces. Él mismo nació en aquellos confines. Ya fuese el lugar de su nacimiento la aldea de Bennavem Taberniae, las cercanías de Dumbarton del Clyde, las tierras de Cumberland, hacia el sur de Hadrian´s Wall, en la desembocadura del Severn o en cualquier otro sitio, la cuestión -todavía discutida- carece de importancia. Por lo que el santo dice de sí mismo, se puede suponer que era de origen romano-bretón. Su padre, Calpurnio, era diácono y funcionario municipal; su abuelo había sido sacerdote, ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en el Occidente. El nombre romano del santo era, posiblemente, el de Patricius Magonos Sucatus. Según sus propios relatos, cuando tenía dieciséis años «aún no conocía al verdadero Dios», con lo cual quiso decir, probablemente, que hasta entonces había vivido con la misma indiferencia de los que le rodeaban hacia los consejos y advertencias de los hombres de la Iglesia que, como él dice, «nos exhortaban a procurar nuestra salvación». Si afirmamos que vino al mundo alrededor del año 389 no andaremos muy descaminados y asimismo podemos afirmar que hacia el 403, cuando era un chiquillo, fue secuestrado por los invasores, junto con otros muchos jóvenes, para ser vendido como siervo a los paganos de Irlanda. Durante seis años sirvió ahí al amo que lo adquirió y, en ese lapso de rudo trabajo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad. De acuerdo con la tradición que se acepta por lo general, aquellos años de prueba los pasó en las vecindades de Ballymena, en la región de Antrim, sobre las laderas de los montes que ahora se llaman Slemish; pero, según otro punto de vista, el lugar de su cautiverio se encontraba en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser cierta esta última suposición, resultaría que el monte de Crochan Aigli, que fue el escenario del famoso ayuno de san Patricio, sirvió también de teatro a los tristes años de su primera juventud, cuando vivía a solas con Dios mientras velaba por los rebaños de su amo. Mas, cualquiera que haya sido el sitio, lo que importa es que por entonces, como él lo dice, «oraba de continuo durante las horas del día. Fue así -agrega- como el amor de Dios y el temor ante su grandeza crecieron más y más dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a pronunciar hasta cien oraciones en el día y, por la noche, otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en la montaña. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mí la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior».
Cuando habían transcurrido seis años de aquella existencia en tierras de Irlanda, oyó Patricio en sueños una voz que le incitaba a aprestarse para realizar un gran esfuerzo a fin de huir de aquel lugar, recuperar su independencia, regresar a su país y valerse por sí mismo. Atento a aquellos impulsos, cierto día huyó de las tierras de su amo y caminó más de 300 kilómetros hasta llegar a la costa en procura de alguna nave que le condujese a su patria. Encontró el navío, pero tuvo que vencer muchas dificultades para embarcarse. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratuitamente fueron rechazadas muchas veces, hasta que al fin, como respuesta de sus plegarias al cielo, los marineros accedieron a llevarlo consigo en el barco. La travesía fue aventurada y peligrosa, puesto que las tormentas les retuvieron tres días en el mar y cuando al fin tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, el joven Patricio y los tripulantes de la nave tuvieron que internarse por el desierto territorio y caminar durante un mes sin encontrar alma viviente que les auxiliase, de suerte que sus provisiones se agotaron. El propio Patricio nos ha dejado una narración sobre los sufrimientos que el hambre les hizo padecer en aquella aventura «Llegó el día -dice el santo- en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. '¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano...' A aquellas súplicas yo respondí francamente: 'Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que Él tiene de sobra en todas partes'. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia. Más adelante, encontraron un depósito de miel silvestre, de la cual me ofrecieron un poco para que la probase. Pero uno de ellos dijo: 'La miel es una de las ofrendas que se hacen a los ídolos'. Gracias a mi Dios, yo no la probé».
Por fin, los peregrinos llegaron a lugares habitados -probablemente a las Galias-, el fugitivo Patricio quedó a salvo y así, a la edad de veintidós o veintitrés años, volvió a incorporarse a su hogar. Sus familiares le acogieron cariñosamente y permaneció con ellos una larga temporada y ninguno quería dejarlo partir de nuevo. Pero, con el correr del tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, con frecuencia, oyó «las voces de los que moran más allá del bosque de Foclut, más allá del mar del oeste y así gritaban todas a un tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: '¡Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente!' Eternas gracias deben dársele a Dios -agrega- porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban».
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron a partir de entonces. Resulta difícil aceptar que san Patricio se haya decidido a emprender la conversión de Irlanda, sin estudio y preparación previa, sin haber recibido la ordenación sacerdotal y sin contar con alguna comisión que le hubiese encomendado una autoridad eclesiástica. Por lo tanto parece indiscutible y enteramente de acuerdo con las declaraciones de los primeros biógrafos del santo, que éste haya pasado varios años en Francia antes de hacer el intento de emprender su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas muy firmes de que pasó una temporada bastante considerable en la isla de Lérins, frente a Cannes. También tienen solidez las evidencias de que estuvo en relaciones personales con el obispo san Germán de Auxerre. Algunos historiadores sostienen que, en aquella época, hizo un viaje a Roma y que el papa san Celestino I fue quien le envió desde la Ciudad Eterna a Irlanda con una misión especial. Desde que se dio a la publicidad el libro del profesor Bury «Vida de san Patricio» (Londres, 1905), se ha afirmado la opinión de que el santo permaneció tres años en Lérins, de 412 a 415 y después, se radicó en Auxerre durante quince años más. Durante este tiempo recibió la ordenación sacerdotal. Mientras tanto, el papa san Celestino envió a Paladio a Irlanda, pero éste nunca llegó a su destino puesto que, a los doce meses de haber partido, murió entre los pictos del norte de Britania. A fin de reemplazar a Paladio y llevar a cabo la misión que el Pontífice le había encomendado, san Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio y se le confió la tarea que aún no había empezado.
Es materialmente imposible seguir los pasos del santo y obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde antes había estado cautivo, puesto que, para ello, no dependemos sino de los datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios que nos suministran sus primeros biógrafos. La tradición afirma que trabajó ante todo en el norte, en la región de Slemish que, según el investigador Muirchu, fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a su Dios cuando era muy joven y estaba obligado a servir al amo que le había comprado. Se dice que tan pronto como aquel amo se enteró del arribo de su antiguo siervo transformado en un venerado predicador, tuvo un acceso de furia tan violento que prendió fuego a su propia casa y pereció en medio de las llamas. Semejante anécdota se puede aceptar o no, según el criterio de cada quien, pero no hay duda de que antiguamente se la tenía por auténtica en Irlanda. Para lo que sí parece haber un fundamento histórico es para el dato de que, a su arribo a tierras irlandesas, san Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y emprendió, con su energía característica, la tarea de conquistar el favor del «Gran Rey» Laoghaire, que moraba con su corte en Tara, de la región de Meath. Indudablemente que hay mucho de fábula en lo que se cuenta sobre el encuentro de san Patricio con los magos druidas, pero es imposible negar que, de aquel encuentro resultó una decisión trascendental y de que el santo, ya fuera por el poder de su carácter o por el don de obrar milagros, obtuvo una rotunda victoria sobre sus oponentes paganos y hechiceros y, aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. En los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas), no obstante que pertenecen a una época muy posterior a la de san Patricio, hacen referencias precisas a cierto acuerdo concertado en Tara con los paganos y vinculan al santo y a su discípulo Benigno (Benen) a las gestiones para obtenerlo. Dicen esos textos que «Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin se enteraron del exterminio de los seres vivientes y de la resurrección de los muertos, cuando conocieron el gran poder de Patricio, demostrado desde su arribo al Erin y, cuando vieron al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que se obraban en presencia de los hombres del Erin, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio».
Parece ser que el propio rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero varios miembros de su familia adoptaron la nueva religión y, a partir de aquel momento, la tarea del gran apóstol, a pesar de las muchas dificultades que se le oponían y de los constantes peligros que la amenazaban, incluso el riesgo de perder la vida a cada instante en su trato con aquellos seres bárbaros y violentos que trataba de civilizar, se desenvolvió al amparo de muchos jefes poderosos. Los druidas, tenaces representantes del paganismo, fueron los más acérrimos opositores de Patricio. Aun antes del arribo de éste para predicar el cristianismo, circulaba entre los druidas un extraño vaticinio respecto al santo, que Muirchu, su historiador, nos ha conservado. Dice aquella profecía, textualmente: «Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casula, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque la cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén." Los augurios agregaban esto todavía: "Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará».
Caemos en la cuenta de los innumerables peligros que acechaban a la misión de san Patricio, por el incidente que le ocurrió a Odhran, el cochero del apóstol. Sucedió que cierta vez, quizá a impulsos de algún presentimiento, el cochero insistió para ocupar el asiento del pescante desde el cual Patricio manejaba las bridas. Aquella vez, Odhran condujo a los caballos que tiraban del coche y fue él quien recibió el golpe mortal de una lanza que arrojaron unos hombres emboscados y que, sin duda, estaba destinada a quitarle la vida a san Patricio. Pero, no obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, prosiguió firmemente. Desde Tara, san Patricio avanzó hacia el norte. En Leitrim derribó al ídolo de Crom Cruach y edificó ahí mismo una iglesia cristiana. Después pasó a la región de Connaught y, entre las diversas cosas notables que ahí realizó, la población de Tirechan ha conservado para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y de Fedelm, las dos hijas del rey Laoghaire. Las prodigiosas narraciones sobre la heroica predicación de san Patricio en Ulster, lo mismo que en Leinster y en Munster, son demasiado extensas y minuciosas para que podamos reproducirlas aquí.
Cuando Patricio había reunido en torno suyo numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle, la obra de evangelización progresó rápidamente. El santo se mantenía en contacto con Roma y los investigadores han sugerido que aquella «aprobación» de la que hablan sus biógrafos era, ni más ni menos, una comunicación oficial del papa san León Magno. En los «Anales del Ulster» está asentado el dato de que, en el año 444 quedó fundada la iglesia catedral de Armagh, la sede principal de Irlanda, y es probable que no pasara mucho tiempo sin que Armagh se convirtiese en un gran centro de educación y de administración. Hay buenas razones para creer que san Patricio convocó un sínodo -casi seguramente en Armagh, aunque no se haya mencionado el sitio- y, si bien es indudable que a varios se les hicieron añadiduras y enmiendas, muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados originalmente. Es probable que el sínodo haya tenido lugar cuando ya estaban contados los días de san Patricio y, hacia aquella época, el apóstol era ya un anciano con la salud quebrantada, puesto que, sin una milagrosa intervención de la Providencia, no es posible que el desgaste físico por sus austeridades y sus interminables viajes, hayan dejado de producir su efecto. Sin embargo el suceso de sus cuarenta días de ayuno en las alturas de Croagh Patrik (Crochan Aigli) y los privilegios que obtuvo de la misericordia divina con sus incesantes plegarias, tiene que haber ocurrido hacia el final de su existencia. Aquellos acontecimientos nos los relata escuetamente Tirechan de la siguiente manera: «Patricio subió a la cima del monte Aigli y allá permaneció cuarenta días y cuarenta noches. Las aves le molestaban, puesto que, a causa de ellas, no podía ver la faz de los cielos, la tierra o el mar. Pero Dios dijo a todos los santos del Erin, del pasado, del presente y del futuro, que acudiesen a la cima del monte -la montaña que señorea sobre todas las otras y es de mayor altura que todas las otras montañas del occidente- para bendecir a las tribus del Erin, con el objeto de que Patricio pudiese ver (por anticipado) el fruto de sus trabajos, ya que todo el coro de los santos del Erin subió allá a visitar al que era padre de todos ellos».
Nennius, el cronista de Britania, nos legó un relato similar, pero agrega que «desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos... Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén». Parece cosa cierta que Patricio murió y fue sepultado en el año 461, poco antes o poco después, en la localidad de Saúl, de la región de Strangford Lough, donde había edificado su primera iglesia.
Huelga señalar que en todas las antiguas biografías de san Patricio, la presencia de lo maravilloso es constante y, a menudo, en su forma más extravagante. Si, para adquirir conocimientos sobre el personaje tuviésemos que depender de las informaciones que nos proporciona la Vita Tripartita por ejemplo, nunca llegaríamos a conocer su carácter. Por fortuna, en el caso del apóstol de Irlanda poseemos una colección bastante nutrida de sus propios escritos, que nos muestran algo del hombre mismo, tal como sentía y actuaba. Solamente por medio de un estudio detenido de las «Confesiones», la «Lorica» y la «Carta a Coroticus» de san Patricio, llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano y el todavía más profundo amor a Dios que animaban a aquel santo, y que constituían el secreto de la extraordinaria impresión que causaba sobre los que tuvieron la ventura de conocerle en persona. De no haber poseído un carácter pronunciadamente afectuoso, no se hubiese referido tantas veces al inmenso dolor que le produjo tener que separarse de las gentes de su sangre y de su casa, a las que le ligaba un cariño tiernísimo. Era naturalmente sensible, como lo prueba el hecho de que haya insistido tanto en el desinterés de los móviles que le animaban: nada le hacía sufrir tanto como las insinuaciones de que buscaba el provecho propio en la misión que había emprendido. Lo que había de humano y de divino en san Patricio, surge en los párrafos de sus escritos, como el que sigue, tomado de sus «Confesiones»:
«Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue Él quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia».
Por otra parte, el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente ante Patricio y le colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en el curso de treinta años de apostolado san Patricio convirtió a «toda Irlanda» al cristianismo. Al decirlo así, no repetimos una frase hecha de alguno de sus biógrafos, puesto que el propio santo alude, más de una vez, a las «multitudes» (innúmeros), a los «muchos miles» que él había bautizado y confirmado: «Ahí -dice san Patricio- donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo». Sin embargo, como es lógico pensarlo, el paganismo, la rapacidad y el vicio, no habían desaparecido por completo. En las mismas «Confesiones», que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: «A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante». Pero más adelante agrega: «Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: 'Deja tus cuidados con el Señor y Él proveerá la manera de aliviarlos'». En esta confianza radicaba, sin duda el inagotable valor y la firme decisión manifestados por san Patricio a lo largo de su heroica carrera.
Es muy vasta la literatura concerniente a san Patricio. Entre las diversas fuentes de información, la principal es, desde luego, la colección de escritos del propio santo. El mejor de los textos de su Confesión, aunque incompleto, se encuentra en el Libro de Armagh, un manuscrito que data de los principios del siglo IX y que contiene además las "memorias" de san Patricio, compiladas por Muirchu y Tirechan, así como otros documentos. El Dr. John Gwynn hizo, en 1913 una esmerada edición de todas esas piezas, para la Real Academia de Irlanda. Previamente, el P. Edmund Hogan había publicado documentos relacionados con san Patricio, en la Analecta Bollandiana, vols. I y II (1882-1883). La edición de la Vita Tripartita preparada por W. Stokes (1887) para la Rolls Series, es manuable y fácil para leerse; además, comprende las compilaciones de Muirchu y Tirechan, así como otros documentos entre los que conviene señalar los himnos de Secundino (Sechanall) y de Fiacc, publicados también en el Líber Hymnonim de Irlanda que editó la Sociedad de Henry Bradshaw. Posteriormente se publicaron también otras biografías del santo, como la que apareció en Trias Thaumaturge (1647). Un pequeño libro, titulado St. Patrick, his Writings and Life (1920), escrito por el Dr. N. White, es cómodo para su lectura y bastante completo. Entre los modernos biógrafos del santo debemos mencionar a J. B. Bury (1905) y al arzobispo J. Healy (1905) que incluye en su obra una traducción de los documentos que escribió el mismo san Patricio. El trabajo del Dr. Bury es particularmente valioso porque investiga profundamente la teoría del Prof. Zimmer en el sentido de que Paladio y Patricio eran una misma persona y que, la historia de la vida de san Patricio era un mito. El mismo asunto, tratado en forma distinta, aparece en The Two Patricks (1942), de T. F. O´Rahilly. Véanse también las biografías de H. Concannon (1931), de K. Müller (Der hl. Patrick) (1931), la de E. MacNeil (1934), el artículo de J. Ryan en Irish Monasticism, pp. 59-96 y passim, los Códices Patriciani Latini (1942) y un catálogo descriptivo editado por L. Bieler con notas del editor, en Analecta Bollandiana vol. LXIII (1945), pp. 242-256, así como el artículo Life and Legend of St. Palrick, escrito por el Dr. Bieler (1949) con notas de Fr. P. Grosjean, incluido en la Analecta Bollandiana, vol. LXII, pp. 42-73. Sobre las discusiones en cuanto al lugar de nacimiento del santo y su visita a las Galias, véase la Analecta Bollandiana, vol. LXIII (1945), pp. 65-119.

Coraza de san Patricio (versión completa)

Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza, la invocación de la Trinidad,
Por medio de creer en sus Tres Personas,
Por medio de confesar la Unidad del Creador de la Creación.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo,
Por medio de la fuerza de Su crucifixión y su sepulcro,
Por medio de la fuerza de Su resurrección y asunción,
Por medio de la fuerza de Su descenso para juzgar el mal.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza del amor de Querubines,
En obediencia de Ángeles,
En servicio de Arcángeles,
En la esperanza de la resurrección como recompensa,
En oraciones de Patriarcas,
En palabras de Profetas,
En prédicas de Apóstoles,
En inocencia de Santas Vírgenes,
En obras de hombres de bien.
Me levanto hoy
Por medio del poder del cielo:
Luz del sol,
Esplendor del fuego,
Rapidez del rayo,
Ligereza del viento,
Profundidad de los mares,
Estabilidad de la tierra,
Firmeza de la roca.
Me levanto hoy
Por medio de la fuerza de Dios que me conduce:
Poder de Dios que me sostiene,
Sabiduría de Dios que me guía,
Mirada de Dios que me vigila,
Oído de Dios que me escucha,
Palabra de Dios que habla por mí,
Mano de Dios que me guarda,
Sendero de Dios tendido frente a mí,
Escudo de Dios que me protege,
Legiones de Dios para salvarme
De trampas del demonio,
De tentaciones de vicios,
De cualquiera que me desee mal,
Lejanos y cercanos,
Solos o en multitud.
Yo invoco éste día todos estos poderes entre mí y el malvado,
Contra despiadados poderes que se opongan a mi cuerpo y alma,
Contra conjuros de falsos profetas,
Contra las negras leyes de los paganos,
Contra las falsas leyes de los herejes,
Contra obras y fetiches de idolatría,
Contra encantamientos de brujas, forjas y hechiceros,
Contra cualquier conocimiento corruptor de cuerpo y alma.
Cristo escúdame hoy
Contra filtros y venenos,
Contra quemaduras,
Contra sofocación,
Contra heridas,
De tal forma que pueda recibir recompensa en abundancia.
Cristo conmigo,
Cristo frente a mí,
Cristo tras de mí,
Cristo en mí,
Cristo a mi diestra,
Cristo a mi siniestra,
Cristo al descansar,
Cristo al levantar,
Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablen de mí,
Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha.
Me levanto hoy
Por medio de poderosa fuerza, la invocación de la Trinidad,
Por medio de creer en sus Tres Personas,
Por medio de confesar la Unidad del Creador de la Creación.

(traducción tomada de la Enciclopedia Católica, Aciprensa, trad. Edmundo Bennett Durell).

Imágenes:
-Vidriera de san Patricio en la iglesia parroquial san Juan Bautista, en Burford, Oxford, Inglaterra, obra de C.E. Kempe, que tomamos de la magnífica Galería de Vidrieras de Lawrence, O.P..
-Estatua de san Patricio erigida en el Croagh Patrik, a 765m., donde san Patricio pasó su retiro de 40 días.
-Giovanni Battista Tiepolo: «Predicación de san Patricio», mediados del siglo XVIII.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



SAN PATRICIO 

OBISPO




PATRONO DE IRLANDA

PALABRA DE DIOS DIARIA

San Patricio, obispo, que, siendo joven, fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y después, recuperada la libertad, quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, hecho obispo, anunció con vehemencia el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor (461). 

Etimológicamente: Patricio = Aquel que es un patricio o noble, es de origen latino

Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).

No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.

Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.

La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.

Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.

Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: "oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior". 

Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura diciendo:

"llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. ´¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…´ A aquellas súplicas yo respondí francamente: ´Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes´. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia."

Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía "las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: ´Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente´ ". "Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban".

No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.

Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.

Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.

Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.

Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del "Gran Rey" Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.

Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.

San Patricio y sus enemigos

Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.

Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: "Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén". Los augurios agregaban esto todavía: "Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará".

En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.

No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.

Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que "Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio".

Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: "El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.

El Sínodo

Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas. En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados

Vida de Santidad

Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las "Confesiones", la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia. Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.

De sus Confesiones: "Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia".

La santidad da frutos

El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.

La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los "Anales de Ulster". Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.

San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a "toda Irlanda". El propio santo alude, mas de una vez, a las "multitudes", a los "muchos miles" que bautizó y confirmó. "Ahí", dice San Patricio, "donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo". Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo. En las "Confesiones", que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: "A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante". Pero más adelante agrega: "Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: ´Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos". En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.

La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.

Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y "desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén". Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.


Patricio, Santo
Obispo y patrón de Irlanda, Marzo 17


Obispo

Martirologio Romano: San Patricio, obispo, que, siendo joven, fue llevado cautivo desde Gran Bretaña a Irlanda, y después, recuperada la libertad, quiso ser contado entre los clérigos y regresar a la misma isla, donde, hecho obispo, anunció con vehemencia el Evangelio y organizó con firmeza la Iglesia, hasta que en la ciudad de Down se durmió en el Señor (461).

Etimológicamente: Patricio = Aquel que es un patricio o noble, es de origen latino

Breve Biografía

Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).

No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.

Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.

La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.

Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.

Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: "oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior".

Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron. Patricio narra esa aventura diciendo:
"llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. ´¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…´ A aquellas súplicas yo respondí francamente: ´Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes´. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia."

Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía "las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: ´Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente´ ". "Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban".

No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.

Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.

Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.

Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.

Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del "Gran Rey" Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.

Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.

San Patricio y sus enemigos

Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.

Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: "Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén". Los augurios agregaban esto todavía: "Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará".

En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.

No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.

Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen). Dicen esos libros que "Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio".

Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: "El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla". Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.

El Sínodo

Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas. En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados

Vida de Santidad

Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las "Confesiones", la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia. Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.

De sus Confesiones: "Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia".

La santidad da frutos

El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.

La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los "Anales de Ulster". Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.

San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a "toda Irlanda". El propio santo alude, mas de una vez, a las "multitudes", a los "muchos miles" que bautizó y confirmó. "Ahí", dice San Patricio, "donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo". Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo. En las "Confesiones", que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: "A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante". Pero más adelante agrega: "Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: ´Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos". En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.

La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.

Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y "desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén". Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.
 

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