viernes, 1 de junio de 2012

Mi casa es de oración


Marcos 11, 11-26. Tiempo Ordinario. A la Iglesia hemos de acudir de puntillas, con la confianza de un niño pero con un corazón que ore.
 
Mi casa es de oración
Del santo Evangelio según san Marcos 11, 11-26


Entró Jesús en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania. Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: "¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!" Y sus discípulos oían esto. Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: ¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos! Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad. Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: "¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca." Jesús les respondió: "Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas." Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

Oración introductoria

Señor Jesús, hoy que iniciamos el mes dedicado a tu Sagrado Corazón, quiero ofrecerte toda mi vida, que su fuente seas Tú, que su fin sea cumplir la voluntad de Dios. Creo, espero y te amo.

Petición

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Meditación del Papa

Los vendedores actuaban correctamente según el ordenamiento vigente, pero el ordenamiento mismo estaba corrompido. "La codicia es idolatría", dice la carta a los Colosenses. Esta es la idolatría que Jesús encuentra y ante la cual cita a Isaías: "Mi casa será llamada casa de oración", y a Jeremías: "Pero vosotros estáis haciendo de ella una cueva de ladrones". Contra el orden mal interpretado Jesús, con su gesto profético, defiende el orden verdadero que se encuentra en la Ley y en los Profetas.
Todo esto también nos debe hacer pensar a los cristianos de hoy: ¿nuestra fe es lo suficientemente pura y abierta como para que, gracias a ella también los "paganos", las personas que hoy están en búsqueda y tienen sus interrogantes, puedan vislumbrar la luz del único Dios, se asocien en los atrios de la fe a nuestra oración y con sus interrogantes también ellas quizá se conviertan en adoradores? La convicción de que la codicia es idolatría, ¿llega también a nuestro corazón y a nuestro estilo de vida? ¿No dejamos entrar, de diversos modos, a los ídolos también en el mundo de nuestra fe? ¿Estamos dispuestos a dejarnos purificar continuamente por el Señor, permitiéndole arrojar de nosotros y de la Iglesia todo lo que es contrario a él? En la purificación del templo se trata de algo más que de la lucha contra los abusos. Se anuncia una nueva hora de la historia, Benedicto XVI, 16 de marzo de 2008.

Reflexión

El pasaje de hoy nos muestra una cara de Jesús muy sorprendente. Un momento de dureza . Los sumos sacerdotes, los escribas y notables del pueblo saben muy bien de qué se trata todo esto y quieren quitarlo de en medio, que no les paralice ni boicotee sus negocios.

Parece que Jesús se enfada con mercaderes y vendedores, y en parte es así. Pero su enfado no viene por su profesión, su enfado no va dirigido a los de fuera del templo, va dirigido a los de dentro. Esto que parece una apreciación sin importancia la tiene y mucha, pues el mensaje que Jesús quiere transmitir va encaminado a cada uno de nosotros.

Sí, a cada uno de los cristianos que vamos a visitar el templo, a cada uno de los sacerdotes y religiosos que sirven de manera especial al Señor y a cada uno de los que llevan la iglesia con una responsabilidad mayor y de dirección. El mensaje es único: "mi casa es casa de oración". ¿Que querrá decirnos Jesús con esto? Quizás esté pensando en las personas que muchas veces usamos la iglesia como medio para nuestros intereses, quizás esté pensando en cada hijo suyo que frecuenta los sacramentos y no se acaba de convencer de que lo importante verdaderamente es servir sin ser visto, sin sacar tajada, sin que nadie lo note.

A la Iglesia hemos de acudir de puntillas, con la confianza de un niño pero con un corazón que ore, que busque el encuentro verdadero con Dios, y no con los hermanos que pueden terminar en negociaciones ajenas al dueño de la casa.

La Iglesia indudablemente es un misterio, y está llena de humanidad, y cuenta con fallos humanos. Con nuestra vida sincera y sencilla y nuestra actitud orante formamos también esa otra Iglesia, que es la que vale: la Iglesia de los Santos, la Iglesia que es camino de Salvación, la Iglesia compañera nuestra en la gran aventura de encontrarnos con Dios.

Propósito

Hacer un examen de mi estilo vida para evaluar qué tipo de testimonio doy de mi fe.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, qué difícil resulta ir contra corriente y qué fácil es autoengañarme para justificar mi falta de testimonio y coherencia vida. Te doy gracias por esta oportunidad de poder dialogar contigo, porque la oración tiene el poder de desterrar los vicios y actitudes negativas que me alejan del amor. Permite que me deje contagiar del celo que te devoraba por cumplir siempre, y en todo, la voluntad de Dios.
 
 viernes 01 Junio 2012
Viernes de la octava semana del tiempo ordinario

San Justino Flavia


Leer el comentario del Evangelio por
San Jerónimo : Todavía no es tiempo de higos

Lecturas

Epístola I de San Pedro 4,7-13.


Ya se acerca el fin de todas las cosas: por eso, tengan la moderación y la sobriedad necesarias para poder orar.
Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros, porque el amor cubre todos los pecados.
Practiquen la hospitalidad, sin quejarse.
Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
El que ha recibido el don de la Palabra, que la enseñe como Palabra de Dios. El que ejerce un ministerio, que lo haga como quien recibe de Dios ese poder, para que Dios sea glorificado en todas las cosas, por Jesucristo. ¡A él sea la gloria y el poder, por los siglos de los siglos! Amén.
Queridos míos, no se extrañen de la violencia que se ha desatado contra ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera algo extraordinario.
Alégrense en la medida en que puedan compartir los sufrimientos de Cristo. Así, cuando se manifieste su gloria, ustedes también desbordarán de gozo y de alegría.


Salmo 96(95),10.11-12.13.


Digan entre las naciones: "¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud".
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;

regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.



Marcos 11,11-26.


Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania.
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre.
Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos.
Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron.
Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas,
y prohibió que transportaran cargas por el Templo.
Y les enseñaba: "¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza.
Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz.
Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado".
Jesús le respondió: "Tengan fe en Dios.
Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: 'Retírate de ahí y arrójate al mar', sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá.
Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.
Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas".
Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Jerónimo (347-420), sacerdote, traductor de la biblia, doctor de la Iglesia   
Homilía sobre el evangelio de Marcos, nº VIII. Mc 11, 11-14; SC 494

Todavía no es tiempo de higos

        «No era tiempo de higos». El apóstol interpreta este pasaje en la
carta a los Romanos: «No quiero que ignoréis, hermanos, que el
endurecimiento vino a una parte de Israel, hasta que entrase la plenitud de
las naciones. Cuando haya entrado la plenitud de las naciones, entonces
todo Israel será salvo».Si el Señor hubiera encontrado frutos en esa
higuera, no hubiera entrado primero la plenitud de las naciones. Pero como
entró esta plenitud de las naciones, todo Israel se salvará al final...
Después, también Juan en su Apocalipsis dice: de la tribu de Judá habrá
doce mil creyentes, de la tribu de Rubén doce mil creyentes, y del mismo
modo habla de las restantes tribus; suman en total ciento cuarenta y cuatro
mil todos los creyentes...

        Si Israel hubiese creído, nuestro Señor no hubiese sido
crucificado, y si nuestro Señor no hubiese sido crucificado, la multitud de
los gentiles no se hubiese salvado. Creerán los judíos, por tanto, pero
creerán al fin del mundo. No era tiempo para que creyeran en la cruz...Su
infidelidad es nuestra fe, su ruina nuestra elevación. No era el tiempo de
ellos, para que fuera nuestro tiempo.
 
 
 


No hay comentarios: