VATICANO, 14 Ene. 16 / 10:32 am (ACI).- En su homilía de la Misa de hoy en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó que la fe siempre vence y que quien se dirige con ella a Dios, aunque sea “un derrotado en lavida”, será capaz de alcanzar la victoria.
Según señala Radio Vaticano, en su reflexión el Pontífice meditó sobre el pasaje del Evangelio de San Marcos que narra que “en aquel tiempo fue a ver a Jesús un leproso que le suplicaba de rodillas –precisamente en un gesto de adoración– y le decía: ‘Si quieres, puedes purificarme’”.
El leproso, explicó el Papa, “desafía al Señor diciendo: ‘yo soy un derrotado en la vida –el leproso era un derrotado, porque no podía hacer vida común, era siempre ‘descartado’, puesto aparte– ¡pero tú puedes transformar esta derrota en victoria!’. Es decir: ‘Si quieres, puedes purificarme’. Ante esto Jesús tuvo compasión, tendió la mano, lo tocó y le dijo: ‘¡Yo lo quiero! ¡Estás purificado!’. Así, sencillamente: esta batalla terminó en dos minutos con la victoria; (…) Aquel hombre tenía algo que impulsaba a ir hacia Jesús y lanzarle aquel desafío. ¡Tenía fe!”.
“Nuestra fe vence, ¡siempre!”, resaltó Francisco.
El Papa resaltó luego que “la fe es victoria. La fe. Como este hombre: ‘Si quieres, puedes hacerlo’. Los derrotados de la primera lectura rezaban a Dios, llevaban el Arca, pero no tenían fe. Se habían olvidado de Él. Este (el leproso) tenía fe y cuando se pide con fe, el mismo Jesús nos ha dicho que se mueven las montañas. Somos capaces de mover una montaña de una parte a otra: la fe es capaz de esto. El mismo Jesús nos ha dicho: ‘Todo lo que le pidan al Padre en mi nombre, les será dado. Pidan y les será dado; llamen y se les abrirá’. Pero con fe. Y esta es nuestra victoria”.
En su reflexión el Papa también se refirió a la primera lectura del libro de Samuel que narra la derrota del pueblo de Israel a manos de los filisteos: “la matanza fue muy grande” y el pueblo perdió todo, “incluso la dignidad”. Francisco se preguntó qué consecuencia tuvo esta derrota y afirmó que el pueblo, “lentamente se había alejado del Señor, vivía mundanamente, incluso con los ídolos que tenía”.
Los israelitas iban entonces al Santuario de Silo, pero “como si fuera una costumbre cultural”, porque había perdido su relación filial con Dios. “¡No adoraba a Dios! Y el Señor los dejó solos”. El pueblo usa incluso el Arca de Dios para vencer en la batalla pero como si fuera una cosa “un poco mágica”.
“En el Arca estaba la Ley, la Ley que ellos no observaban y de la que se habían alejado”. ¡Ya no tenían “una relación personal con el Señor!. Se habían olvidado de Dios que los había salvado” y fueron derrotados, 30 mil israelíes muertos, y los filisteos, los dos hijos de Elí, toman el Arca de Dios, eran “aquellos sacerdotes delincuentes que explotaban a la gente en el Santuario de Silo” y mueren.
“Una derrota total”. “Un pueblo que se aleja de Dios termina así”. Cuenta con un Santuario, pero el corazón no está con Dios, no sabe adorar a Dios: “cree en Dios, pero en un Dios un poco brumoso, lejano, que no entra en el corazón, por lo que se obedecen sus Mandamientos. ¡Esta es la derrota!”.
El Santo Padre exhortó luego a pedir “al Señor que nuestra oración tenga siempre aquella raíz de fe, que nazca de la fe en Él. La gracia de la fe: es un don la fe. No se aprende en los libros. Es un don que te da el Señor, pero pídelo: ‘¡Dame la fe!’. ‘¡Creo, Señor!’ dijo aquel hombre que pedía a Jesús que curara a su hijo: ‘Te pido Señor, aumenta mi poca fe’. La oración con la fe… y es curado”.
“Pidamos al Señor la gracia de rezar con fe, de tener la seguridad de que cada cosa que le pedimos a Él nos será dada, con esa seguridad que nos da la fe. Y esta es nuestra victoria: ¡nuestra fe!”, finalizó.
A continuación las lecturas bíblicas de hoy sobre las que reflexionó el Papa:
Evangelio de Marcos 1:40-45
40 Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme.»
41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»
42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.
43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
44 «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»
45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.
Primera lectura. 1 Samuel 4:1-11
1 Y la palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Elí era muy anciano, mientras que sus hijos persistían en su malvada conducta respecto de Yahveh. Ocurrió en aquel tiempo que los filisteos se reunieron para combatir a Israel, y los israelitas salieron a su encuentro para el combate. Acamparon cerca de Eben Haézer, mientras que los filisteos habían acampado en Afeq.
2 Se pusieron los filisteos en orden de batalla contra Israel; se libró un gran combate y fue batido Israel por los filisteos, muriendo en las filas, en campo abierto, cerca de 4.000 hombres.
3 Volvió el ejército al campamento, y los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy Yahveh delante de los filisteos? Vamos a buscar en Silo el arca de nuestro Dios; que venga en medio de nosotros y que nos salve del poder de nuestros enemigos.»
4 El pueblo envió a Silo y sacaron de allí el arca de Yahveh Sebaot que está sobre los querubines; acompañaron al arca Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.
5 Cuando el arca de Yahveh llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron un gran clamor que hizo retumbar las tierras.
6 Los filisteos oyeron el estruendo del clamoreo y dijeron: «¿Qué significa este gran clamor en el campamento de los hebreos?» Y se enteraron de que el arca de Yahveh había llegado al campamento.
7 Temieron entonces los filisteos, porque se decían: «Dios ha venido al campamento.» Y exclamaron: «¡Ay de nosotros! Nunca había sucedido tal cosa.
8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? ¡Estos son los dioses que castigaron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto!
9 ¡Cobrad ánimo y sed hombres, filisteos, para no tener que servir a los hebreos como ellos os han servido a vosotros; sed hombres y pelead!»
10 Trabaron batalla los filisteos. Israel fue batido y cada cual huyó a sus tiendas; la mortandad fue muy grande, cayendo de Israel 30.000 infantes.
11 El arca de Dios fue capturada y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.
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