Parábola del divorcio
Caminaba el Maestro por nuestras calles solitarias. Era de noche. Los discípulos oyeron ruidos al amanecer. Una pareja iba discutiendo hacia el tribunal que tiene a su cargo los divorcios.
Los divorciados se le acercaron al Maestro y le preguntaron:
-¿ Podemos divorciarnos? Ya no nos aguantamos más. Nos odiamos. No hacemos ni el amor.
El Maestro: ¿ qué amor vais a hacer si os odiáis? Habéis vivido sin perdonaros nunca. Sois policías que investigáis la falta del otro para echársela en cara. ¿No se os ocurre recurrir al tribunal del amor que siempre perdona?
La gente ha tomado el matrimonio como un simple contrato de dos seres que se juntan para vivir una experiencia de X tiempo. Si les va mal, se divorcian. Hoy se juega con todo: hasta con el amor. Bueno, amor no, sexo sí.
Divorciaos, si queréis. Gastaros el dinero en los tribunales.¡ Con lo fácil que es amarse para siempre! Así lo dije desde el principio: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Un discípulo, extrañado por el odio del matrimonio, le preguntó al Maestro: ¿ No es mejor no casarse?
- No, amigo discípulo. Hay gente que no puede pasar sin el sexo. Y por eso fallan muchos matrimonios. Se aman por el sexo. Y éste, falto de amor, termina siempre en una ruptura. A quienes el Maestro les dé el don de la castidad, sí podrán vivir sin el sexo. ¿Entendido? Pero es un don.
¿ Qué piensas “ cristianamente” del divorcio?
ORACIÓN DEL DISCÍPULO: El amor a nuestro Maestro nos ha llevado incluso a dejar a nuestras mujeres. Nos extraña que el Maestro diga que con el amor verdadero, el perdón es muy fácil. Conclusión: si hay divorcios es porque no se ama en serio. Lo mismo que en tiempos de Moisés- por el carácter inflexible de muchos – permitió el repudio de la mujer, hoy, las autoridades y parlamentos lo permiten por el bien de la pareja fracasada en el arte de amar. Lo siento por los hijos. Por tanto, me doy cuenta de que el divorciado no es un abanderado del amor sino un total fracasado. ¡ Que no chuleen!
PRECES
Por los matrimonios: para que aprendan a amarse y perdonarse, roguemos al Señor. Señor, acéptame: Padrenuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario