A valorar la salud... no se aprecia mientras se tiene.
A saber qué es comer con ganas, con apetito.
A saber qué es dormir a gusto, toda la noche.
A saber qué es poder correr, saltar, vivir...
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Que todo en la vida es muy relativo: vida, placer, dinero...
A dar importancia a las cosas pequeñas: un vaso de agua, una sonrisa, una palabra....
A sentir la necesidad de los demás.
A valorar cuánto vale tener una persona a tu lado, que esté contigo en los momentos difíciles.
A valorar lo que supone tener a alquien que te escuche; que te diga unas palabras; que sepa callar cuando no sabe qué decir; silencio antes que acudir a frases hechas que no dicen nada.
A valorar lo que supone sentir que alguien se te acerca, te quiere, te respeta, no te deja solo...
A apreciar el que alguien sabe respetar tu intimidad y puedes confiar en él plenamente.
A valorar que alguien a tu lado sepa respetar tus creencias religiosas aunque no las comparta.
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*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
miércoles, 11 de febrero de 2015
LO QUE EL ENFERMO PUEDE ENSEÑARNOS
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