San Columba de Iona, abad
fecha: 9 de junio
n.: 521 - †: 597 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Columkill, Colum Cille, Coim, Colmcille, Colum, Columbkill, Combs, Colimbano el Viejo
canonización: pre-congregación
En
la isla de Iona, en Escocia, san Columba o Colum Cille, presbítero y
abad, que, natural de Hibernia, e instruido en los preceptos monásticos,
en su patria y finalmente en Iona fundó monasterios célebres por la
observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el
supremo día, al pie del altar reposó en el Señor.
patronazgo: patrono de los poetas irlandeses; protector contra los incendios y rayos, y contra las plagas de ratas y ratones.

El más famoso de los santos escoceses, Colomba, era en realidad un
irlandés de las regiones boreales de Uf Néill y, probablemente, nació en
el año 521, en Gartan de County Donegal. Por parte de padre y por parte
de madre era de linaje real, porque el progenitor era Fedhlimiddh o
Phelim, bisnieto de Niall el de los «Nueve Rehenes», gran señor de
Irlanda, mientras que su madre, Eithne, a más de estar emparentada con
los príncipes de la Dalriada escocesa, era descendiente directa de un
rey de Leinster. En el bautismo, que le suministró su padrino, el
sacerdote Cruithnechan, el niño recibió el nombre de Colm, Colum o
Colomba. Más adelante, se le llamó por lo general Columkill, una
denominación que, de acuerdo con Beda, deriva de los términos irlandeses
"celia et Columba", nombre éste que seguramente le vino de las muchas
celdas (cells) o fundaciones religiosas que estableció. Tan pronto como
se le consideró con la edad suficiente para valerse por sí mismo, se le
apartó de los cuidados del sacerdote a quien se le había puesto como
guardián en Temple Douglas y se lo llevaron a la gran escuela que tenía
san Finiano
en Moville. Ahí debió pasar muchos años, puesto que, al partir, ya era
diácono. De Moville pasó a estudiar a Leinster, bajo la dirección de un
anciano bardo, a quien llamaban maestro Gemman. Los bardos conservaban
las crónicas de la historia y la literatura de Irlanda, y no es extraño
que el propio Colomba fuese un poeta bastante aceptable. De Leinster se
fue a otra famosa escuela monástica, la de Clonard, gobernada por otro
Finiano, a quien se conoce con el título de «tutor de los santos del
Erin». Colomba figuró en el grupo de los más sabios y aprovechados
discípulos de Finiano, reconocidos más tarde como los «doce apóstoles
del Erin». Probablemente mientras se hallaba en Clonard fue ordenado
sacerdote, o si acaso un poco más tarde, cuando vivía en Glasnevin con
san Comgall, san Kieran y san Canice, bajo la guía de su antiguo
compañero de estudios, san Mobhi. En el año 543, la súbita propagación
de una epidemia de peste obligó a Mobhi a deshacer su floreciente
escuela, y Colomba, que por entonces tenía veinticinco años y un
entrenamiento muy completo, regresó a la región del Ulster, donde había
nacido.
En aquella época, su aspecto físico era impresionante: de gran
estatura, dotado de una musculatura formidable y de un carácter dulce y
apacible, poseía «una voz tan fuerte y sonora, que se podía oír a más de
un kilómetro de distancia». Aquel hombre formidable pasó los quince
años siguientes en un incesante recorrido de todo el territorio de
Irlanda, donde predicó el Evangelio y fundó innumerables monasterios,
entre los cuales fueron los más notables el de Derry, el de Durrow y el
de Kells. Como hombre aficionado al estudio, Colomba amaba los libros y
no escatimaba esfuerzos para obtenerlos. Entre los muchos manuscritos
preciosos que su antiguo maestro, san Finiano, había traído de Roma,
figuraba la primera copia del salterio de san Jerónimo que llegó a
Irlanda. San Colomba pidió prestado aquel manuscrito, del que sacó
sigilosamente una copia para conservarla. Pero no tardó san Finiano en
enterarse y se apersonó para exigir la entrega del escrito que le
pertenecía. Como el discípulo se negase rotundamente a devolver su
copia, el caso se llevó ante el rey Diarmaid, señor de Irlanda. La
sentencia fue desfavorable para Colomba. «A cada vaca su ternero
-concluyó el monarca-; en consecuencia, a cada libro su libro vastago.
Por lo tanto, Columkill, el manuscrito que tú hiciste de un libro de
Finiano, le pertenece a Finiano». San Colomba quedó muy resentido por
aquella sentencia; pero muy pronto recibió un agravio mucho mayor por
parte del rey. Un tal Curnan de Connaught, después de haber participado
en una reyerta en la que hirió mortalmente a un contrincante, buscó
refugio junto a san Colomba, quien en seguida le brindó su amparo; pero
de ahí a poco, fue materialmente arrebatado de los brazos de su
protector y apuñalado por los hombres de Diarmaid, que no respetaron el
derecho de asilo en el santuario. A raíz de este sucedido, estalló la
guerra entre los partidarios de Colomba y los subditos leales de
Diarmaid; en la mayoría de las crónicas antiguas de Irlanda se afirma
que esa contienda fue instigada por san Colomba y se asienta que, tras
la batalla de Cuil Dremne, en la que perecieron más de 3.000 hombres, se
hizo al santo responsable moral por su muerte. El sínodo de Telltown,
en Meath, aprobó una moción de censura contra Colomba que habría
culminado en la excomunión, a no ser porque
san Brendano
intervino en favor del acusado. Por otra parte, debe señalarse que
Colomba no tenía tranquila la conciencia y, por consejo de san Molaise,
decidió expiar las ofensas que hubiese cometido, con un exilio
voluntario y con la promesa de obtener la salvación de tantas almas como
las que hubiesen perecido en la batalla de Cuil Dremne.
Ese es el relato tradicional sobre los acontecimientos que culminaron
con la partida de San Colomba de las tierras de Irlanda y, es probable
que así fuese. Al mismo tiempo, es necesario admitir que el celo
misionero y el amor a Cristo fueron los únicos motivos que, según sus
biógrafos (especialmente
san Adamnan,
principal autoridad sobre su historia), le movieron en todos sus actos
posteriores. En el año de 563, Colomba se embarcó con doce compañeros,
todos ellos emparentados entre sí, en una frágil canoa de cuero que
condujo al grupo, en la víspera de Pentecostés, a la isla de I o de
Iona. Por aquel entonces, Colomba tenía cuarenta y dos años. Su primera
obra fue la construcción de un monasterio, donde habría de pasar el
resto de su vida y que fue famoso durante siglos entre los cristianos de
Occidente. El terreno le fue cedido por su pariente Conall, rey de la
Dalriada escocesa, quien le había invitado a refugiarse en Escocia. La
isla de Iona, situada entre la región de los pictos hacia el norte y la
habitada por los escoceses hacia el sur, proporcionaba el sitio ideal
para establecer el centro de las misiones que beneficiaran a los dos
pueblos. Al principio, Colomba dedicó todos sus esfuerzos a la
instrucción de los cristianos de la Dalriada, que apenas habían recibido
las primeras nociones sobre su religión, y la mayoría de los cuales era
de ascendencia irlandesa; pero al cabo de unos dos años, concentró su
atención en la evangelización de los pictos escoceses. Cierto día,
acompañado por
san Comgall y
san Canice,
se dirigió al castillo del temible rey Brude, de Inverness. El monarca
pagano había dado órdenes estrictas para que los misioneros no fueran
admitidos; pero en cuanto Colomba levantó la diestra e hizo el signo de
la cruz, cayeron las trancas, rechinaron los cerrojos, se abrieron solos
los grandes portones y los cristianos entraron sin que nadie se
atreviese a detenerlos. Impresionado por aquella sensacional
demostración de poderes sobrenaturales, el rey Brude se mostró dispuesto
a escuchar lo que tuviesen que decir los misioneros y, a partir de
aquel momento, profesó una alta estima a san Colomba. Asimismo, en su
calidad de señor de aquellas tierras, confirmó al santo en la posesión
de la isla de Iona. Por las crónicas de san Adamnan, sabemos que en dos o
tres ocasiones Colomba cruzó las montañas que dividen la región
oriental de la occidental de Escocia y que su celo misionero lo llevó a
sitios tan distantes como Ardnamurchan, Skye, Kintyre, Loch Ness y
Lochaber y tal vez, hasta Morven. También se le acredita al santo el
establecimento de la iglesia en Aberdeenshire y la evangelización de
toda la tierra de los pictos, aunque esto último ha sido motivo de
controversias. Cuando los descendientes de los reyes de Dalriada
llegaron a ser los gobernantes absolutos de Escocia, trataron, como era
natural, de exagerar la gloria de san Colomba y, posiblemente, tuvieron
la tendencia de adjudicar al santo algunos laureles que pertenecían a
otros misioneros de Iona y diversos centros.

San Colomba no dejó nunca de estar en contacto con Irlanda. En 575,
asistió al sínodo de Drumceat, en Meath en compañía de Aidan, el sucesor
de Conall, y ahí defendió con éxito el status y los privilegios de sus
fieles de Dalriada, impidió que se llevase a cabo la propuesta de abolir
la orden de los bardos y aseguró que las mujeres quedaran eximidas de
prestar cualquier servicio militar. Diez años más tarde, estuvo de nuevo
en Irlanda y, en 587, volvió a considerársele como prácticamente
culpable de otra batalla, la de Cuil Feda, cerca de Clonard. Cuando no
se hallaba comprometido en expediciones misioneras o diplomáticas, su
cuartel general seguía establecido en Iona, a donde acudían visitantes
de todas las condiciones sociales, algunos en busca de ayuda espiritual o
corporal, atraídos otros por su reputación de santidad, sus milagros y
sus profecías. Llevaba una vida de extrema austeridad, pero no por eso
trataba de imponer sus penitencias a los demás. Montalembert hace notar
en su biografía que, «de entre todas las virtudes, Colomba carecía
especialmente de gentileza». Evidentemente era un hombre rudo y brusco,
pero con el correr de los años, se endulzó su carácter. En la
descripción que hace san Adamnan sobre los últimos años de su vida, lo
pinta como un anciano sereno, amante de la paz, que recibía con
gentileza la visita de los hombres y de las bestias. Cuatro años antes
de su muerte, sufrió una enfermedad que lo puso al borde del sepulcro,
pero conservó la vida gracias a las plegarias de su comunidad. A medida
que se agotaban sus energías, pasaba la mayor parte del tiempo en la
transcripción de libros. El día anterior al de su muerte, copiaba el
salterio y había escrito la frase que decía: «A aquéllos que aman al
Señor, nunca les faltará ninguna cosa buena...» Cuando hubo copiado esas
palabras, declaró: «Aquí debo detenerme; que Baithin escriba el
resto...» Baithin era un primo suyo al que había nombrado su sucesor.
Aquella noche en que los monjes fueron a la iglesia para cantar los
Maitines, encontraron a su bienamado abad en el suelo, ante el altar, ya
agonizante. En el momento en que su fiel asistente Diarmaid le tomó de
los brazos para incorporarlo, Colomba levantó su mano como si intentase
bendecir a sus monjes e inmediatamente después expiró. Colomba había
muerto, pero su influencia sobrevivió y aun se extendió hasta que llegó a
dominar las iglesias de Escocia, Irlanda y Nortumbria. Durante más de
tres cuartos del siglo los cristianos celtas de aquellas tierras
conservaron las tradiciones impuestas por Colomba en ciertos aspectos
del orden y el ritual, opuestas incluso a las de Roma; las reglas que
Colomba redactó para sus monjes fueron observadas en muchos de los
monasterios de Europa occidental, hasta que las ordenanzas más benignas
de san Benito suplantaron a las otras.
Adamnan, el biógrafo de San Colomba, no lo conoció personalmente,
puesto que nació por lo menos treinta años después de su muerte, pero
como era de su misma sangre y fue sucesor suyo en el cargo de abad de
Iona, debió conocer a fondo, sin duda, las tradiciones que una
personalidad tan fuerte como la de san Colomba tiene que haber dejado
tras de sí. De todas maneras, merece ser roproducida aquí la descripción
que Adamnan hace de San Colomba: «Tenía el rostro de un ángel; era de
excelente disposición, cuidadoso en el hablar, virtuoso en el proceder,
efectivo en el consejo. Jamás dejó pasar una hora sin dedicar una parte
de ella a la plegaria, la lectura, la escritura o cualquier otra
ocupación provechosa. Soportaba las penurias del ayuno y la vigilia sin
descanso, de día y de noche; el peso de una sola de sus tareas parecería
insoportable para cualquier hombre. Y, en medio de tantos trabajos,
siempre aparecía amable con todos, sereno y santo, como si gozara en
todo momento de la gracia del Espíritu Santo en lo más profundo de su
corazón». Por otra parte, la postrera bendición de san Colomba a la isla
de Iona, resultó ser un vaticinio que se cumplió: «En este lugar, por
pequeño y pobre que parezca, se rendirá todavía mucho mayor homenaje al
Señor, no sólo por parte de los reyes y los pueblos de los escoceses,
sino también por parte de los regidores de naciones bárbaras y remotas y
por sus pueblos. Aun los santos de otras iglesias lo mirarán con un
respeto y reverencia poco comunes».
La fuente de información más
importante, aunque no sea la más cercana al personaje en cuanto a su
fecha, es sin duda, la biografía de Adamnan. Su edición de 1920,
revisada por J. T. Fowler ofrece un buen texto, aunque el texto y las
notas de Reeves también son de valor, así como la transcripción hecha
por Wentworth Huyshe (1939). Ninguna de las dos biografías en latín, de
origen irlandés y que se encuentran en el Codex Salmanticensis, está
completa.
La segunda imagen muestra un relicario escocés antiguo,
posiblemente del siglo VIII, donde durante siglos estuvioeron las
reliquias de san Columba; en la actualidad es pieza del museo de Escocia
y Edimburgo
San Columba o
Colomba (
7 de diciembre de
521 –
9 de junio de
597), llamado también en ocasiones
Columba de Iona o, en
irlandés antiguo,
Saint Colm Cille,
Columbkill o
Columcille (que significa '
Paloma de la iglesia'), fue una destacada figura entre los monjes misioneros
gaélicos que reintrodujeron el
cristianismo en
Escocia a comienzos de la
Edad Media.
Infancia y juventud en Irlanda
Era hijo de Fedlimid y Eithne, del
clan Uí Néill, y nació en
Gartan, cerca de
Lough Gartan,
Donegal. Por línea paterna era descendiente de
Niall de los nueve rehenes,
un rey irlandés del siglo V. Profesó como monje y fue ordenado
sacerdote. Según la tradición, hacia 560 se vio envuelto en una disputa
con San
Finnian acerca de un
salterio.
Columba copió el manuscrito en el scriptorium siguiendo órdenes de San
Finnian, quien pretendía quedarse con la copia. La disputa fue la causa
de la
batalla de Cúl Dreimhne,
que tuvo lugar en 561, y en la que hubo numerosas bajas (la copia del
salterio mencionada en esta historia se identifica tradicionalmente con
el
Cathach
de San Columba). Como penitencia por esas muertes, Columba decidió
marchar como misionero a Escocia para convertir a tantas personas como
habían muerto en la batalla. Se exilió de Irlanda, a donde solo
regresaría en una ocasión, varios años después.
Escocia
En
563
viajó a Escocia con doce compañeros. De acuerdo con la leyenda,
desembarcó en la punta sur de la península de Kintyre, cerca de
Southend. Sin embargo, como todavía tenía a la vista su tierra natal, se
dirigió hacia el norte, a la costa oeste de Escocia. En 563 le fue
concedida tierra en la isla de
Iona,
que se convirtió en el centro de su misión evangelizadora entre los
pictos. Además de sus tareas dirigiendo el único foco de cultura letrada
de la región, adquirió una gran reputación como hombre santo gracias a
su actividad diplomática entre las tribus; se cuentan también varias
historias de milagros realizados por él en su afán por convertir a los
pictos.
Visitó al rey pagano
Bridei I, rey de
Fortriu, en su base de
Inverness,
y consiguió ganarse su respeto. Desde entonces jugó un importante papel
en la política del país. Fue muy enérgico en su predicación del
evangelio y, además de fundar varias iglesias en las Hébridas, trabajó
para convertir su monasterio de Iona (la
Abadía de Iona)
en una escuela para misioneros. Fue un renombrado hombre de letras, al
que se le atribuye la composición de varios himnos y la copia de su
propia mano de más de 300 libros. Una de las pocas veces, si no la
única, que dejó Escocia tras su llegada fue hacia el final de su vida,
cuando regresó a Irlanda para fundar el monasterio de
Durrow. Murió en Iona y está enterrado en la abadía que él mismo fundó.
Legado
Columba es considerado un personaje fundamental en la revitalización del
monaquismo. Sus logros ilustran la importancia de la iglesia celta en la recuperación del cristianismo en
Europa occidental tras la caída del
Imperio Romano.
1
Vita Columbae
La principal fuente de información sobre la vida de Columba es la
Vita Columbae, escrita por Adomnan, noveno
abad de Iona, que falleció en
704. Tanto la
Vita Columbae como
Beda el Venerable
refieren la visita de Columba a Bridei. Mientras que Adomnan sólo
explica que Columba visitó a Bridei, Beda relata una tradición más
tardía, quizá de origen picto, según la cual el santo llegó a convertir
al rey de los pictos. Otra fuente temprana es un poema en alabanza de
Columba, probablemente compuesto también en el siglo VII, que tiene 25
estrofas de cuatro versos de siete sílabas cada uno.
El ejemplo más antiguo registrado del nombre Arturo en un documento británico se encuentra en la
Vita Columbae escrita por Adomnan, donde aparece como Arturius. Se refiere a un príncipe escocés, hijo de
Áedán mac Gabráin, rey de
Dál Riata desde 574, bastante lejos del lugar en que suele situarse al legendario
Arturo, en el sudoeste de
Gran Bretaña.
La
Vita Columbae suele aducirse asimismo como la primera referencia conocida al
Monstruo del Lago Ness.
Según Adomnan, Columba encontró a un grupo de pictos que estaban
enterrando a un hombre que había matado el monstruo, y salvó a un
nadador haciendo el signo de la Cruz y con la imprecación «
No irás más lejos»,
que aterrorizó a la bestia, para asombro de los pictos reunidos, que
glorificaron al Dios de Columba. Independientemente de la veracidad que
quiera concederse a este incidente, el texto de Adomnan afirma
específicamente que el monstruo habitaba en el río Ness (que desemboca
en el lago), más que en el lago propiamente dicho.
Gracias a la reputación de su fundador, y su importancia como centro
de enseñanza, Iona se convirtió en un lugar de peregrinaje. Una red de
cruces célticas marca la ruta que conduce a su sepulcro en Iona.
Columba ha sido históricamente reverenciado como santo guerrero, y a
menudo era invocado para pedir la victoria en la batalla. En
849,
sus reliquias se dividieron entre los reinos de Alba e Irlanda. Los
ejércitos escoceses llevaban ante sí algunas de ellas, en un relicario
confeccionado en Iona a mediados del
siglo VIII, llamado el
Brecbennoch. Según la leyenda, el
Brecbennoch fue llevado a
Bannockburn
por un ejército escocés mucho menor en número que sus enemigos, y la
intercesión del santo ayudó a la victoria. Suele identificarse este
objeto con el
Relicario Monymusk. «
O Columba spes Scotorum...» («O Columba, esperanza de los escoceses»), comienza una oración del siglo XIII en el
Antifonario de
Inchcolm, conocido como la «Iona del este».
La festividad de San Columba se celebra el
9 de junio. Junto con
San Patricio (
17 de marzo) y
Santa Brígida (
1 de febrero), es uno de los tres santos patrones de Irlanda. Antes de la batalla de
Athelstaneford, era el único patrón de Escocia. Igualmente es venerado como santo por la
Iglesia Ortodoxa.
2
Notas
- ↑ "[h]is
achievements illustrated the importance of the Celtic church in
bringing a revival of Christianity to Western Europe after the fall of
the Roman Empire" Dowley, Tim, et al., ed (1977). Eerdman's Handbook to the History of Christianity. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.. ISBN 0-8028-3450-7.
- ↑ Orthodox wikipage for Saint Columba, http://orthodoxwiki.org/Columba_of_Iona, accessed 25th December 2006
Bibliografía adicional
- Adomnan of Iona, Life of St Columba (tr. & ed. Richard Sharpe) (Penguin, 1995) ISBN 0-14-044462-9 [1]
- Dauvid Broun & Thomas Owen Clancy (eds.) Spes Scotorum: Hope of Scots. Saint Columba, Iona and Scotland (T & T Clark, 1999) ISBN 0-567-08682-8
- Cambridge Biographical Dictionary. Cambridge, England: Cambridge University Press, 1990.
Enlaces externos
La isla de los santos y de los sabios |
Dentro de los muros de los monasterios, gran
santidad floreció en toda Irlanda, surgieron escuelas y brilló la
actividad artística |
|
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La isla de los santos y de los sabios |
Ya a fines de la baja edad Media Irlanda era
conocida como “La Isla de los santos y de los
sabios”.
En verdad, son numerosos los nombres que
la tradición celta de Irlanda considera como santos, hombres y
mujeres que vivieron virtud heroica y elevada vida espiritual. Estos
han sido siempre venerados y recordados en toda la Iglesia,
pero particularmente viven en la memoria de la Iglesia celta
de Irlanda. Las nominas de santos y mártires refieren que
entre los siglos V y VII Irlanda dio más de
350 santos a la Iglesia. Tal ha sido el fervor
de sus vidas, de sus escritos y de su tenor
espiritual que hoy se habla y se estudia de manera
singular la espiritualidad celta, indicando con este nombre a toda
una corriente espiritual que entre los siglos de la baja
edad media forjó hombres extraordinarios para la Iglesia, que por
su sabiduría y santidad, iluminaron el mundo antiguo y sentaron
las bases del cristianismo medieval. En efecto, Isla de santos
y sabios.
El florecer de los nombres y la
figura de santos en Irlanda se remontan a los tiempos
mismos de San Patricio y a los inicios del monaquismo
celta. En efecto, cuando el santo patrono tenía la costumbre
de viajar por los distintos condados enseñando y predicando, tenía
la costumbre de consagrar a algún hombre santo como obispo
y dejar cada oveja conquistada para Cristo bajo su cargo.
Estos hombres solían reunir a otros con el y establecer
un monasterio. Dentro de los muros de estos monasterios, gran
santidad floreció en toda Irlanda, surgieron escuelas y brilló la
actividad artística particularmente entre los copistas. Se produjeron brillantes obras
de arte como el Book of Kells o el Book
of Armagh. Pero, principalmente, la obra y los monasterios iniciados
por San Patricio produjeron Santos (que es lo que tienen
que producir los sacerdotes católicos, de todos los tiempos y
lugares).
El testimonio de estos hombres se percibe todavía
en Irlanda. En verdad, como dijo el Papa Juan Pablo
II en su visita a la Isla: “Los Santos de
Irlanda, antiguos y nuevos muestran con qué profundidad el
pueblo irlandés se ha comprometido con Cristo”.
Recordamos
brevemente los principales entre ellos (dejamos de lado a San
Patricio a quien ya dedicamos una crónica) y al final
agregamos unas letanías de santos irlandeses rezada frecuentemente en los
monasterios de la Isla.
San Columba – (521-597)
S. Columba,
(Columbano o Columkill), es el mayor y más popular de
los santos irlandeses después de san Patricio, nacido en Gallan,
en el condado de Donegal, quizá de familia de príncipes;
entró siendo muy niño aún en el monasterio de Clonard,
se ordenó de sacerdote y al parecer después vivió quince
años más en su isla natal, predicando y fundando numerosos
monasterios, entre ellos los de Derry y Durrow.
Hacia
el 563, ya famoso por su piedad y su saber,
marchó a evangelizar a los pictos paganos de Escocia, dice
su primer biógrafo, "era un peregrino de Cristo". En unión
de doce discípulos recorrió las tierras escocesas y fundó el
gran monasterio de Iona, en la isla del mismo nombre,
el centro más importante de la historia cristiana de aquellas
regiones.
Desde lona -que servirá también como panteón de
los reyes escoceses- su influencia se extendió por toda la
Caledonia: ponía paz entre los enemigos, enseñaba a arar las
tierras, llevaba consigo la civilización y la fe, y durante
treinta y tantos años fue el gran apóstol de los
pictos.
Se habla de él como alguien «cuyo rostro
irradiaba dicha interior», alegre, bondadoso y caritativo, y el pueblo
le atribuía dotes de profeta y taumaturgo, contándose que le
bastó hacer el signo de la cruz para ahuyentar del
lago Ness a un monstruo acuático, cuyos posibles descendientes todavía
atraen el turismo hacia aquella zona.
San Columba murió
en Iona rodeado de sus monjes, tras haber merecido por
sus conquistas espirituales el sobrenombre de «soldado de la Isla».
San
Kilian (o Kiliano)
Fue un monje irlandés que recibió la dignidad
de obispo de Wurzburgo (Alemania). Nació Kilian hacia el 640
y desde muy joven ingresó como monje en el monasterio
de Hy. Siendo aquel, tiempo de misiones en Europa, porque
sólo estaban cristianizados los grandes núcleos urbanos, pasó el santo
a Francia a ejercer su ministerio de la predicación. Su
labor fue sumamente fructífera, por lo que el Papa le
autorizó a extender su campo de acción por donde quisiera.
Se internó, pues, en Alemania recorriendo las poblaciones de las
riberas del Rhin, llegando a Herbipoli (Wurzburgo), en el condado
de Franconia, de la que fue consagrado obispo. Extendió su
acción pastoral también a Turingia, donde convirtió al rey Gorbert,
al que persuadió para que repudiase a Geilana, viuda de
su hermano, con la que se había casado. Geilana no
se lo perdonó, y esperó la ocasión propicia para vengarse.
Lo hizo el año 689, mandando matarle en secreto a
él y a otros tres clérigos. Se conmemora la fiesta
de este santo el 8 de junio según unos santorales,
y el 13 de noviembre según otros.
San Malaquías
Nació en Armagh,
Irlanda, en 1094 en la familia O´Morgair, según San Bernardo,
de la nobleza. Fue bautizado con el nombre de Maelmhaedhoc
(latinizado como Malaquías). Fue educado por Imhar O´Hagan y después
por el Abad de Armagh. Fue ordenado sacerdote por St.
Cellach (Celsus) en 1119. Después de su ordenación continuó
sus estudios de liturgia y teología en Lismore, San Malchus.
En 1123 fue elegido abad de Bangor y un año
mas tarde fue consagrado obispo de Connor. En 1132, fue
elevado a la primacía de Armagh, la sede de San
Patricio. San Bernardo nos dice que San Malaquías poseía un
gran celo por la religión. Al morir San Celsus, San
Malaquías fue nombrado Arzobispo de Armagh en 1132, aunque por
su gran humildad le costó aceptarlo. Las intrigas no le
permitieron asumir su cargo por dos años. En tres años
restauró la disciplina eclesiástica en Armagh. En 1139 viajó a
Roma y en el camino visitó a San Bernardo en
Clairvaux (Claraval). En Roma fue nombrado legado de Irlanda.
Regresando vía Clairvaux obtuvo cinco monjes para fundar en Irlanda
y fue así que surgió la gran abadía de Mellifont
en 1142. En un segundo viaje a Roma, San
Malaquías enfermó llegando a Clairvaux y murió en los brazos
de San Bernardo el 2 de noviembre. Se le
atribuyen muchos milagros pero por lo que más se le
recuerda es por su don de profecía. Fue canonizado por
el Papa Clemente III, el 6 Julio de 1199. Su
fiesta se celebra el 3 de noviembre.
San Columbano – (525-615)
El celta es viajero por naturaleza: como marino o como
misionero. Esto es algo que no se debe olvidar cuando
se intenta seguir la "peregrinación por Dios" de San Columbano,
el más grande de los monjes irlandeses. Nacido hacia el
525 ó 530 y formado en Bangor por el riguroso
San Gomball, cruzó el Canal de la Mancha con un
grupo de monjes en torno al año 590. Su objetivo
era la evangelización de las regiones vecinas al Mosa y
al Rin. Después de haber recorrido durante catorce años el
noroeste de la Galia, se afincó en Luxeuil de Borgoña.
Si se ha de hacer caso a la Regla que
redactó, y aún más a su célebre Penitencial: «treinta golpes
de disciplina a quien se olvide de responder amén en
el coro», la vida de los seguidores de San Columbano
era sumamente austera. Mas esto no apagaba en lo más
mínimo la afluencia de discípulos, puesto que pronto contó Luxeuil
con más de trescientos monjes. Columbano entró entonces en conflicto
con los obispos y príncipes borgoñeses (610). Quiso regresar a
Irlanda, pero su navío naufragó a la salida de Nantes,
y comprendió que el Señor le quería en el continente.
Decidió entonces dirigirse a Roma, aun cuando no llegaría más
allá de la Liguria. Dejando en Suiza a su discípulo
San Galo, el anciano abad se retiró a Bobbio, en
donde fundó un nuevo monasterio. Murió en el en el
año 615.
Santa Brígida – Muerta el 1 de febrero de
524 ó 526
Patrona de Irlanda juntamente con los santos
Patricio y Columba. Es la santa más conocida de toda
Irlanda, fundadora del monasterio de Kildare. A pesar de su
gran fama, de la abundancia de material hagiográfico y folklórico
y de numerosos datos sobre la devoción popular, conectados con
su culto, se saben muy pocos hechos históricos acerca de
ella. La vida de Brígida, escrita por Cogitosus en el
s. VII (620- 680), es el ejemplo más temprano existente
de la hagiografía Hiberno-Latina. Hace un interesante relato de la
Iglesia de Kildare y tiene valor como fuente para una
historia social, pero el autor sabía evidentemente muy poco de
la vida terrena de la santa. Ésta aparece como fundadora
del monasterio de Kildare; era un monasterio posiblemente para monjes
y monjas y también una sede episcopal. Se dice que
el obispo Conláeth fue escogido por Brígida, y parece que
la abadesa del monasterio, la sucesora de Brígida, ejerció una
autoridad quasi-jurisdiccional a través del obispo agregado a la Iglesia.
Existen también himnos y poemas en lengua irlandesa de los
s. VII y VIII atestiguando el culto a Santa Brígida
Partiendo de esto y de fuentes seculares (vestigios genealógicos, etc.),
parece probado que Brígida pertenecía a una tribu menor, los
Fothairt, a quienes se encuentra en varias partes de Irlanda
y una de cuyas ramas se estableció en el mismo
Kildare. Las historias de Brígida subrayan su caridad y hospitalidad
y también señalan su conexión con las labores de las
granjas y con el ganado. El irlandés Donatus, obispo de
Fiésole aproximadamente desde el 826 al 874, escribió una Vida
en verso de Brígida.
Santa Ita
Santa Ita, llamada la "Brígida de
Munster"; nació en el actual condado de Waterford, cerca
de 475; murió el 15 de enero de 570.
Ella se hizo religiosa, instalándose en Cluain Credhail, un lugar
que desde entonces se ha conocido como Killeedy -- es
decir, "iglesia de Santa Ita "-- en el condado de
Limerick. Sus austeridades son contadas por San Cuimin de Down,
y se registran numerosos milagros de ella. Fue también dotada
con el don de profecía y fue tenida en gran
veneración por un gran número de santos contemporáneos, tanto hombres
como mujeres. Cuando sintió que se le acercaba su fin,
envió a alguien a buscar a su comunidad de monjas,
y invocó la bendición del cielo para el clero y
los laicos del distrito alrededor de Killeedy. No fue solamente
una santa, sino que madre espiritual de muchos otros santos,
incluyendo San Brendan el Viajero, San Pulquerio (Mochoemog), y San
Cummian Fada. A petición de obispo Butler de Limerick, el
papa Pío IX concedió un oficio y misa a la
Fiesta de Santa Ita, que se observa el 15 de
enero.
San Brendan el Viajero
Nació alrededor del 483. Recibió el cuidado
de Santa Ita y la educación del obispo Ercas de
Dungarvan en el condado de Waterford, y de su contemporáneo
San Finian de Clonard en el Condado de Meta. La
tradición irlandesa dice que “Brendan el Navegante” descubrió América nueve
siglos antes que Colón. Once manuscritos de la Biblioteca Imperial
de Paris, además de otras investigaciones, apoyan esta afirmación. Brendan
deseaba descubrir nuevas tierras en donde predicar la palabra de
Dios. Discutió su plan con San Enda, en Inishmore, y
con pescadores de las costas de Galway y Mayo. Muchos
de ellos habían escuchado de una tierra extraña allende el
mar y tenían conocimiento del mar que podía ser fructífero
para cualquiera que tuviese inclinaciones a la navegación a gran
distancia. Volvió a Kerry. Allí construyó una barca de cuero
y madera según las especificaciones recibidas. Con unos pocos compañeros
zarpó de Dingle Bay. Con la ayuda de una vela
y remos y usando solamente las estrellas para su navegación,
cruzó el océano Atlántico y llegó a Virginia o Connecticut.
Se internó y llegó hasta el Mississipi o uno de
sus tributarios, el Ohio. Después de siete años retornó a
Irlanda y estableció su principal fundación cercana al río Shannon
en Clonfert, cerca de Ballinasloe, condado de Galway. El monasterio
creció y se extendió su fama. En un tiempo albergó
a tres mil monjes: escoceses, ingleses, galeses, británicos y continentales.
También fundó monasterios en el condado de Kerry, en Ardfert,
cerca de Tralee y al pie del monte Brandon. Hacia
el final de su vida escribió acerca de la Vida
y los Tiempos de Santa Brígida. A la edad de
aproximadamente noventa y cuatro años murió. Era el año 577.
Sus monjes lo enterraron en los límites de su monasterio
de Clonfert.
San Kevin
Fue el Abad de Glendalough, en el condado
de Wicklow. Nacido en 498. Su nombre significa “engendrado bellamente”.
Evitó las posesiones del mundo que tenía como miembro de
una familia rica y poderosa. Un piadoso británico, de nombre
Petrocus, vino a estudiar y a hacerse religioso. Este hombre
se interesó en Kevin, quien tenía 7 años. Le enseñó
por 5 años y luego aconsejó a sus padres de
dejarlo bajo el cuidado de tres ermitaños, Enna, Lochan y
Dogáin. Ellos aceptaron. Kevin estudió Sagrada Escritura en Kilnamanagh, condado
de Dublín, hasta que llegó a la edad adulta. Luego
se consagró como monje. Se construyó un pequeño eremitorio en
Glendalough (el Valle de los Dos Lagos), para rezar y
meditar. La fama de su santidad creció y fue inundado
de pedidos de aceptar la visita de religiosos. Gradualmente, Glendalough
se convirtió en uno de los lugares de oración y
aprendizaje más importantes de Irlanda, con un monasterio, siete iglesias
y una catedral. Kevin murió en 618, habiendo llegado a
la edad de 120 años.
San Ciaran
Existen muchos santos irlandeses con
este nombre, pero el más célebre es San Kiriano de
Clonmacnois. Su historia es desconocida, pero floreció durante la época
más destacada del siglo V, y es venerado en Inglaterra,
Bretaña, Gales y Escocia, el 5 de marzo. San Ciaran
fundando Clonmacnois fundo el centro monástico mas importante de toda
Irlanda. Desde allí salieron numerosísimos monjes a fundar monasterios por
todo el mundo conocido.
San Lorenzo de Irlanda (Lawrence O’Toole), Arzobispo
San
Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la
familia O’Toole que era dueña de uno de los más
importantes castillos de esa época. Cuando el niño nació, su
padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser
padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces
estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no
lucharon más el uno contra el otro. Cuando lo llevaban
a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y
preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le
dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle
por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles
por ser vencedor’, y es que el niño va a
ser un gran vencedor en la vida". A los papás
les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo
y en verdad que fue un gran vencedor en las
luchas por la santidad. Y sucedió que al jovencito le
agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a
su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque
en vez de la vida de guerras y batallas, a
él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación.
El buen hombre aceptó y Lorenzo llegó a ser un
excelente monje en ese monasterio. Su comportamiento en la vida
religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo
y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y
exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir
el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a
Lorenzo como nuevo superior.
Por aquellos tiempos hubo una
tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las
malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas
robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al
encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y
pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran
a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le
hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las
provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo
hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación
tan angustiada.
En el año 1161 falleció el arzobispo
de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron
de acuerdo en que el más digno para ese cargo
era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en
todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se
dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del
modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar
de que los templos fueran lo más bellos y bien
presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara
en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes
sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con
gran generosidad.
Cada día recibía 30, 40 o 60
menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía
la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las
dedicaba a ayudar a los más necesitados.
En el
año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando
el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los
invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de
horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo
que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar
la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó
al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera
los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje
y el saqueo. El otro por única respuesta le dio
una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente.
El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso
a las palabras y recomendaciones del santo.
El arzobispo trató de
organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy
superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus
monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se
fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no
permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.
Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba
de Santo Tomás Becket un fanático le asestó terribilísima
pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco
de agua. La bendijo e hizo que se la echaran
en la herida de la cabeza, y apenas el agua
llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la
curación.
El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como
su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de
conseguir la paz para su país se fue otra vez
en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no
tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso
atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo
siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa
del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos,
murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un
convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento,
respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque
todo lo he repartido entre el pueblo. ¡Ay, pueblo mío,
víctima de tantas violencias! ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente
desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo,
porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por
muchos siglos. Sus restos se conservan en la catedral
católica de Dublín.
San Oliver Plunkett
San Oliver Plunkett nació en una
familia aristocrática en Loughcrew en el Condado de Meath el
1 de Noviembre 1625. Esto fue durante las Leyes Penales,
cuando la Iglesia Católica y sus ministros habían sido suprimidos.
No se permitía la práctica abierta de la fe y
la celebración de la misa y los sacramentos estaban prohibidos.
Oliver fue a Roma en 1647 a estudiar para ser
sacerdote y fue ordenado en 1654. Después de tres años
en San Gerolamo della Carita fue designado profesor de teología
del colegio de Propaganda Fidei. En 1669 fue designado
Arzobispo de Armagh, la sede de San Patricio. Trabajó incansablemente
en el cuidado pastoral de su rebaño. Al principio se
le permitió trabajar abiertamente pero luego, cuando cambió la situación
política, se vio obligado a esconderse. Aún entonces, continuó a
servir a su pueblo con gran peligro. En 1679 el
Arzobispo Plunkett fue arrestado con el cargo de traición. Testigos
falsos testimoniaron en contra suya, pero un jurado compuesto enteramente
de protestantes en Irlanda lo absolvió. Fue transferido a Londres
y juzgado allí por traición. En un simulacro de justicia
escandaloso fue condenado y sentenciado a muerte. Fue colgado en
Tyburn en Inglaterra el 1º de Julio de 1681. Su
cabeza fue rescatada del fuego por algunos amigos y luego
transportada a la iglesia de San Pedro en Drogheda, donde
está conservada para la veneración en un santuario especial.
Letanía de
los santos de Irlanda
Señor ten piedad de nosotros. - Ten
piedad de nosotros Cristo ten piedad de nosotros Dios Padre Celestial
Dios Hijo Redentor del Mundo Trinidad Santa Un
solo Dios
Santa María. - Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
San José
San Kilian
San Rumold
San Livinus
San Oliver Plunkett
Todos los santos
mártires
San
Celestine
San Patricio
San Malachy
San Macnise
San Finian
San Mel
San Macartan
San Eugenio
San Colman
San Feliz
San Eunan
San Lawrence O´Toole
San
Conleth
San Laserian
San
Aidan
San Keieran
San Albert
San Ailbe
San Colman
San Ciaran
San Columbanus
San
Gall
San Fursey
San Fintan
San Comgall
San Fiacre
Todos los santos Monjes y ermitaños
San
Finbarr
San Flannan
San Munchin
San Fachtna
San Otteran
San Carthage
San Jarlath
San Nathy
San
Asicus
San Nicolás
San Colman
San Muredach
San Declan
San Virgilius
San Senan
San Frigidian
San Cuthbert
San
Rupert
San Celsus
San Cataldus
San Donatus
Beato
Thaddeus
Todos los santos confesores de
la fe
San Columba
San Kevin
San Brendan
San Canice
Santa Brígida
Santa Ita
Santa Attracta
Santa Dympna
Santa Lelia
Todos las santos y santas vírgenes.
- Rogad por nosotros
Todos los santos y santas de Irlanda.
Todos los santos y santas de Dios.
Cordero de Dios
que quitas el pecado del mundo. - Perdónanos Señor Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo. - Escúchanos, Señor Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo. - Ten
piedad de nosotros
Todos los santos de Irlanda, orad por nosotros.
- Para que seamos dignos de las Promesas de Cristo
Oremos
Concédenos Señor, que tu gracia aumente en nosotros, que celebramos
de todos los santos y santas de Irlanda de tal
manera que quienes podemos gozar de su raza en la
tierra podamos también poseer con ellos en los cielos la
herencia de los bendecidos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro
Señor, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.
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