lunes, 23 de octubre de 2017

La confianza en Dios.


confianza en Dios



Cuando más confiemos en Dios, tanto más recibiremos de Él. Porque la desconfianza en Dios, ata las manos al Señor, que no puede obrar en nosotros, en quienes amamos, y en todos nuestros asuntos.
La confianza en Dios lo es todo, porque si sabemos que Dios es todopoderoso y que para Él no hay nada imposible, entonces nos debemos dar cuenta de que es por nuestra poca confianza en Él y en su Divina Providencia, que no recibimos tanto de Dios, o recibimos tan poco.
Pero es fácil confiar cuando las cosas van relativamente bien. Lo difícil es confiar en Dios cuando aparentemente todo se pone negro y no se vislumbra la solución. Es ahí donde las insinuaciones del Maligno se hacen más fuertes y malvadas, queriendo inducirnos a maldecir, a odiar a Dios, acusándolo de todos los males que padecemos, y así alejarnos para siempre del Señor.
¿Qué debemos hacer ante esta situación? Confiar, confiar, confiar en Dios ciegamente, incluso a pesar de las evidencias y apariencias, aunque todo parezca perdido, hay que confiar hasta el punto de parecer tontos, porque Dios todo lo puede, y en un abrir y cerrar de ojos puede cambiar nuestra suerte, y la suerte de quienes amamos y de todo el mundo.
Nos falta confianza, la confianza de los humildes, de los que todo lo esperan del Señor, de los que saben que Dios es infinitamente bueno, y que todo lo que quiere o permite, siempre será para un bien.
Y recordemos que esta vida no es lo único, sino que es una preparación para lo que será la Vida con mayúscula, el Cielo, y que todo lo que hacemos y sufrimos en este mundo nos obtiene un peso de gloria inmenso.
Cuántos hay que en el más allá están ahora bendiciendo la vida llena de sufrimientos y contrariedades que pasaron en la tierra, pero que ahora les ha merecido una bienaventurada eternidad, con una felicidad imposible de narrar.
Y en cambio cuántos hay ahora, en lo profundo del infierno, que maldicen toda su vida tranquila y sin sobresaltos que tuvieron en la tierra, y que les hizo olvidar que no estaban hechos para el placer y el pecado, sino para ganar el Paraíso, y ahora están ardiendo para siempre en el abismo infernal.
Por eso tengamos esta perspectiva cuando miramos las cosas, la perspectiva de la eternidad, porque no termina todo en este mundo, sino que cuando parece que todo termina con la muerte, en realidad es cuando todo comienza.
Pensemos en estas cosas y confiemos ciegamente en Dios, pase lo que pase, contra toda esperanza, ¡confiemos en Dios!

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