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Tomás Cantalupo de Hereford, Santo |
Obispo de Hereford
Martirologio Romano: En Montefiascone, de la Toscana, muerte
de santo Tomás Cantelupe, obispo de Hereford, en Inglaterra, quien,
célebre por sus conocimientos, se mostró severo para consigo mismo,
pero excepcionalmente espléndido para con los pobres (1282).
Etimología: Tomás =
gemelo. Viene de la lengua aramea.
Nació hacia el año 1218, en Hambleden, en las proximidades
de Great Marlow. Su educación quedó a cargo de su
tío Walterio, obispo de Worcester, quien le envió a Oxford
a los diecinueve años. Pero el joven pasó poco tiempo
ahí y se trasladó luego a París con su hermano
Hugo(1). En Francia los jóvenes vivían en una inmensa posesión.
En 1245, acompañaron al Concilio de Lyon a su padre,
quien había sido enviado como legado de Inglaterra. Probablemente Tomás
recibió ahí la ordenación. El Papa Inocencio IV le concedió
una dispensa para que pudiese gozar de varios beneficios eclesiásticos
simultáneamente, y el joven Tomás hizo amplio uso de dicha
dispensa.
Después de enseñar derecho civil en Orleans por algún tiempo,
volvió a París. Ahí obtuvo el título de licenciado y
entonces pasó a Oxford a enseñar derecho canónico. Fue elegido
canciller de la Universidad. Aunque se distinguió siempre por su
caridad para con los estudiantes pobres, no dejaba por ello
de exigir severamente el cumplimiento de la disciplina. Después de
la derrota de Enrique III en Lewes, Tomás fue nombrado
canciller del reino. Su prudencia, su valor, su sentido de
justicia y su absoluto desprecio del respeto humano, así como
su incorruptible honradez hacían de él un prototipo de magistrado.
Sin embargo, no ocupó mucho tiempo el cargo, ya que
fue depuesto cuando Simón de Montfort triunfó en Evesham. El
santo, que tenía entonces unos cuarenta y siete años, se
retiró a París.
Algunos años más tarde retornó a Oxford. recibió
el grado de doctor en teología en la iglesia de
los dominicos. En el discurso que pronunció con tal ocasión,
Roberto Kilwardby, arzobispo electo de Canterbuy declaró que el nuevo
doctor había llevado una vida irreprochable. Administraba sus beneficios por
medio de vicarios y solía presentarse de improviso para estar
seguro de que sus súbditos recibían los cuidados corporales y
espirituales que se les debían. En 1275, elegido obispo de
Hereford, recibió la consagración episcopal en la iglesia de Cristo,
de Canterbury.
Debido a las guerras civiles y a la pusilanimidad
de sus dos predecesores la amplia y rica diócesis de
Hereford se hallaba en un estado lamentable cuando Santo Tomás
fue elegido para gobernarla. Enfrentándose con los señores temporales y
espirituales de la región, que se aferraban a sus derechos
y posesiones, fue venciéndolos uno a uno. Excomulgó a Corbet,
barón de Gales; obligó a lord Clifford a hacer penitencia
pública en la catedral de Hereford; el obispo de Saint
Asaph y el obispo de Menevia, que habían tratado de
impedir que consagrase la iglesia abacial de Dors, experimentaron el
peso de la mal de la mano aquel prelado feudal,
que era a la vez barón y obispo, "solícito y
prudente en las cosas de este mundo y todavía más
solícito y prudente en las de Dios".
Entre los numerosos incidentes
y rasgos de la vida y la persona de Santo
Tomás que se hallan consignados en el proceso de canonización,
se cuenta que, cuando visitaba su diócesis, preguntaba a todos
los niños que encontraba en el camino si estaban confirmados;
si la respuesta era negativa, procedía a conferirles inmediatamente el
sacramento. Excomulgaba y reprendía a los pecadores públicos, sobre todo
a aquellos que ocupaban puestos de importancia y daban mal
ejemplo a sus subordinados.
Desgraciadamente, en los últimos años de la
vida de Santo Tomás estalló una disputa entre él y
Juan Peckham, arzobispo de Canterbury, debido a ciertas cuestiones de
jurisdicción y a algunos incidentes ocurridos en la diócesis de
Hereford. En un sínodo que tuvo lugar en Reading en
1279, Santo Tomás encabezó a los sufragáneos ofendidos. Roma les
dio la razón a su debido tiempo; pero Juan Peckham
excomulgó a Santo Tomás. Algunos obispos se negaron a publicar
el decreto de excomunión, y Santo Tomás anunció públicamente que
iba a apelar ante el Papa Martín IV, a quien
fue a ver a Roma. Todavía se conservan ahí algunas
cartas de los procuradores de Juan Peckham. A pesar del
alboroto que éstos causaron en la Ciudad Eterna, el Sumo
Pontífice acogió amablemente a Santo Tomás en Orvieto. Mientras se
estudiaba el proceso, el santo se retiró a Montefiascone, pero,
ya para entonces, las fatigas y el calor del viaje
habían arruinado su salud y cayó gravemente enfermo. Se cuenta
que uno de sus capellanes, al comprender que la enfermedad
era mortal, le dijo: "Señor, ¿no quisierais confesaros?" Tomás se
le quedó mirando y replicó: "Estáis loco." El capellán repitió
por dos veces la proposición y recibió la misma respuesta.
Lo que ignoraba el pobre capellán era que el santo
acostumbraba confesarse todos los días. Santo Tomás falleció el 25
de agosto de 1282 y fue sepultado en Orvieto. Sus
reliquias fueron pronto trasladadas a Hereford. La capilla catedralicia en
la que fueron depositadas, se convirtió en uno de los
santuarios más famosos del occidente de Inglaterra (Juan Peckham se
negó a conceder el permiso de enterrar los restos hasta
que vio con sus propios ojos el certificado de absolución
concedido por la penitenciaría papal). Los milagros empezaron a multiplicarse:
en las actas de canonización se enumeran nada menos que
cuatrocientos veintinueve. La causa se introdujo a instancias del rey
Eduardo I y llegó a su término en 1320.
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