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Teresa Eustoquio, Santa |
Octubre 27
Etimológicamente significa “bella y
ardiente como el sol del verano” o “mujer amable y
fuerte”. Viene de la lengua griega y alemana.
Cuando el creyente
se pone en contacto con estos gigantes de la santidad,
se queda alucinado. Ve que todos los males que pueden
asolar a las personas tienen una terapia fenomenal con la
práctica de la oración.
La chica Teresa tuvo la fortuna de
tener unos padres que, aunque de fueran de la alta
alcurnia, le dieron una educación muy cristiana La educación primaria la
hizo en casa teniendo como maestro a un canónigo amigo
de la familia.
Era abierta, inteligente y sensible a los
valores de la fidelidad y de la gracia.
Desde pequeña dejó
que fuera el Espíritu Santo quien dirigiera los pasos de
su existencia. Su afán se centraba en Dios solamente y,
desde él, en los demás.
Sin embargo, le ocurrió como a
la gran Teresa de Avila: tener la experiencia de la
ausencia de Dios, aunque, aún sin sentirlo, jamás perdió su
confianza.
Se metió a monja benedictina. Después de algunos años tuvo
la inspiración divina de fundar una nueva congregación llamada las
“Hijas del Sagrado Corazón de Jesús”.
Le tocó vivir en tiempo
difíciles por las revueltas políticas y sociales. A nivel eclesial,
el jansenismo crecía mucho. Por eso, en la mitad del
siglo XIX nacieron varias congregaciones con el nombre de esta
fundación. Eran los años de la gran expansión de la
devoción al Corazón de Jesús, al amor.
Se dedica esta congregación
a la obra educativa, fruto de la persuasión y el
respeto a la individualidad de cada uno.
Después de una vida
de intenso trabajo por Dios y por los demás, murió
el año 1852. Juan Pablo II la canonizo el diez
de junio del 2001.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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