domingo, 23 de noviembre de 2014

Redención


VIDA DE JESÚS:
 
Desde que Jesús es concebido en el seno purísimo de María Santísima por obra del Espíritu Santo, comienza la redención de los hombres, porque en ese preciso instante Dios se hace hombre, se hace “carne”, es decir, se hace nada, se anonada, para rescatar a los hombres de las manos de Satanás y darles la posibilidad de Cielo.
El Verbo se exilia del Cielo para venir entre los hombres. ¡Y qué amor tan grande demuestra con ello, porque Él sabe muy bien la suerte que deberá correr, la ingratitud humana, la maldad; pero su amor puede más, y viene a salvarnos!
Dios ha venido a vivir entre los hombres y ya no se irá más de entre nosotros, porque Jesús está ahora en la Eucaristía, viviendo en medio nuestro, compartiendo nuestra suerte.

PASIÓN DE JESÚS:
 
El pecado es un desorden que pide reparación, y Cristo ha tenido que reparar por los pecados de todos los hombres, pues en Él estaban todos los hombres desde Adán hasta el último hombre que habite la Tierra.
Todos los sufrimientos de la humanidad estaban encerrados en Jesucristo sufriente, porque Él cargó todas nuestras dolencias y las clavó en la cruz.
Pilato dice una gran verdad al presentar al Señor al pueblo, luego de hacerlo azotar y coronar de espinas, dice: “He aquí al hombre”.
Y efectivamente Cristo es el Hombre de todos los tiempos, porque en Él están como contenidos todos los hombres, ya que así como Adán era cabeza de toda la humanidad, y es como que todos los hombres estamos en Adán; así, mucho más plenamente, todos los hombres estamos en Cristo, nueva Cabeza de la humanidad.
Por eso el Señor ha tenido que sufrir tan horrorosa pasión, que sólo por ser Dios la pudo soportar.

MUERTE DE JESÚS:
 
El salario del pecado es la muerte. Ya había dicho Dios a Adán y a Eva que cuando comieran del árbol prohibido, indefectiblemente morirían. ¡Y cuán cierto fue esto, pues apenas comieron del fruto prohibido, quedaron sujetos a la muerte, primero la muerte del alma, y luego también la muerte física!
Y Cristo, por haber cargado todo el pecado del mundo, por haberse hecho Pecado, tuvo que morir, porque el pago del pecado es la muerte.
Aquí se entiende esa llamada angustiosa del Hijo al Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Jesús se hizo “Pecado” por nosotros, y tuvo que morir entre atroces dolores para que nosotros escapemos de la Muerte. De la muerte del alma, por medio de la gracia santificante que el Señor nos obtuvo; y de la muerte del cuerpo, que nos sobrevendrá a todos, pero que al final será vencida por la resurrección de la carne.

RESURRECCIÓN DE JESÚS:
 
Con su resurrección el Señor destruyó el pecado y la muerte, y si bien los hombres siguen pecando y siguen muriendo en el cuerpo y en el alma, ya Cristo ha vencido al Pecado y a la Muerte, y esta victoria se dará plenamente y de forma definitiva en el Juicio Final, donde para siempre serán separados los buenos de los malos, yendo los primeros al Cielo en cuerpo y alma, y los segundos al Infierno eterno, también en cuerpo y alma.
Jesús pudo resucitar porque era y es Dios, pues sólo Dios puede resucitarse a Sí mismo.
Cuando venga el Anticristo, Satanás le dará todas sus ayudas. Pero llegada la hora, Dios dará orden a la muerte que tome ese cuerpo, y así será muerto el Impío, y así será vencido porque el demonio no puede hacer resucitar a los muertos.
Por eso que un cuerpo resucite, es sólo poder de Dios, es demostrar que Dios está obrando allí. Y Cristo se resucitó a Sí mismo, como Él mismo lo dice en el Apocalipsis: “Estuve muerto, y ahora vivo”.

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