lunes, 24 de noviembre de 2014

Papa: Cristo Rey Pastor lleno de amor, verdad, vida, justicia y paz

(RV).- El reino de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, es reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz», de «cercanía y ternura», reiteró el Papa Francisco en esta solemnidad. En su homilía, en la celebración de la Eucaristía con el rito de canonización de seis nuevos santos de la Iglesia universal, el Sucesor de Pedro hizo hincapié en que las Lecturas nos muestran cómo Jesús ha realizado su reino; cómo lo realiza en el devenir de la historia y qué cosa nos pide a nosotros hoy. Una vez más de miles de peregrinos de tantas partes del mundo, acudieron en esta mañana romana a la Plaza de San Pedro, engalanada con las imágenes de los nuevos santos.
Ante todo, Jesús ha realizado su reino con ternura y cercanía. Es un Pastor lleno de amor para su rebaño. Lo apacienta y cuida, busca a la oveja perdida, cura a la herida y enferma, recordó el Papa y señaló que cuantos en la Iglesia están llamados a ser pastores, no se pueden alejar de este modelo, si no se quieren volver mercenarios. «En este contexto, el Pueblo de Dios tiene un olfato infalible para reconocer a los buenos pastores y distinguirlos de los mercenarios».
«Jesús no es un rey a la manera de este mundo: para Él reinar no es mandar, sino obedecer al Padre, entregarse a Él para que se cumpla su diseño de amor y de salvación», destacó luego el Santo Padre, reflexionando sobre cómo después de su Resurrección, es decir de su victoria, Jesús lleva adelante su reino.
Reflexionando con el Evangelio sobre lo que Jesús nos pide hoy, el Obispo de Roma subrayó que la salvación comienza con la imitación de las obras de misericordia con la cuales Él ha realizado el Reino. Haciéndonos concretamente prójimo de los hermanos que piden pan, vestido, acogida, solidaridad. Y si verdaderamente amamos a ese hermano sentiremos el impulso de compartir con él lo más precioso que tenemos, «es decir al mismo Jesús y su Evangelio».
El Papa destacó que la Iglesia presenta a los nuevos santos que canonizó en esta solemnidad de Cristo Rey como modelos, que mediante las obras de una generosa entrega a Dios y a los hermanos, han sido servidores del reino de Dios y han llegado a ser sus herederos. Con su amor a Dios y al prójimo, sirvieron a los últimos, a los necesitados, a los enfermos, a los ancianos, a los peregrinos. Sigamos sus huellas – invitó el Santo Padre - invocando la guía de la Madre de Dios, Reina de todos los Santos
Los seis nuevos santos canonizados por el Papa Francisco son: Giovanni Antonio Farina, Obispo de Vicenza, Fundador de las Religiosas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones; Kuriakose Elías Chavara de la Sagrada Familia, sacerdote, Fundador de la Congregación de los Carmelitas de María Inmaculada; Ludovico de Casoria, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores, Fundador de la Congregación de las Religiosas Franciscanas Elisabetianas; Nicola de Longobardi, oblato profeso de la Orden de los Mínimos; Eufrasia Eluvathingal del Sagrado Corazón, de la Congregación de las Religiosas de la Madre del Carmelo y Amato Ronconi, de la Tercera Orden de San Francisco, Fundador del Hospital de los Pobres Peregrinos en Saludecio, ahora “Casa para ancianos Obra Pía del Beato Amato Ronconi”.
(CdM – RV)
Homilía completa del Papa Francisco
La liturgia hoy nos invita a fijar la mirada en Jesús como Rey del Universo. La bella oración del Prefacio nos recuerda que su reino es «reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz». Las lecturas que hemos escuchado nos muestran como Jesús ha realizado su reino; como lo realiza en el devenir de la historia; y que nos pide a nosotros.
Sobre todo, como Jesús ha realizado el reino: lo ha hecho con la cercanía y ternura hacia nosotros. Él es el Pastor, del cual nos ha hablado el profeta Ezequiel en la primera lectura (cfr. 34,11-12.15-17). Todo este pasaje esta tejido por verbos que indican la atención y el amor del Pastor a su rebaño: buscar, vigilar, reunir, llevar al pasto, hacer reposar, buscar la oveja perdida, encontrar la que se había perdido, vendar las heridas, sanar a la enferma, cuidarlas, pastorear. Todas estas actitudes se han hecho realidad en Jesucristo: Él es verdaderamente el “gran Pastor de las ovejas y guardián de nuestras almas” (cfr. Eb 13,20; 1Pt 2,25).
Y cuantos en la Iglesia estamos llamados a ser pastores, no podemos  separarnos de este modelo, si no queremos convertirnos en mercenarios. Al respecto, el pueblo de Dios posee un olfato infalible en reconocer los buenos pastores y distinguirlos de los mercenarios.
Después de su victoria, es decir después de su Resurrección, ¿cómo Jesús lleva adelante su reino? El apóstol Pablo, en la primera Carta a los Corintios, dice: «Es necesario que Él reine hasta que no haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies» (15,25). Es el Padre que poco a poco ha puesto todo bajo el Hijo, y al mismo tiempo el Hijo pone todo bajo el Padre, y al final también Él mismo. Jesús no es un rey a la manera de este mundo: para Él reinar no es mandar, sino obedecer al Padre, entregarse a Él, para que se cumpla su diseño de amor y de salvación. De este modo existe plena reciprocidad entre el Padre y el Hijo. Por lo tanto el tiempo del reino de Cristo es el largo tiempo de la sumisión de todo al Hijo y de la entrega de todo al Padre. «El último enemigo en ser vencido será la muerte» (1 Cor 15,26). Y al final, cuando todo será puesto bajo la majestad de Jesús, y todo, también Jesús mismo, será puesto bajo el Padre, Dios será todo en todos (cfr. 1 Cor 15, 28).
El Evangelio nos dice que cosa nos pide el reino de Jesús a nosotros: nos recuerda que la cercanía y la ternura son la regla de vida también para nosotros, y sobre esto seremos juzgados. Este será el protocolo de nuestro juicio. Es la gran parábola del juicio final de Mateo 25. El Rey dice: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen en posesión el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, era forastero y me acogiste, estaba desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme» (25,34-36). Los justos le preguntaran: ¿cuándo hicimos todo esto? Y Él responderá: «En verdad les digo: que cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron» (Mt 25,40).
La salvación no comienza en la confesión de la soberanía de Cristo, sino en la imitación de las obras de misericordia mediante las cuales Él ha realizado el Reino. Quien las cumple demuestra de haber acogido la realiza de Jesús, porque ha hecho espacio en su corazón a la caridad de Dios. Al atardecer de la vida seremos juzgados sobre el amor, sobre la projimidad y sobre la ternura hacia los hermanos. De esto dependerá nuestro ingreso o no en el reino de Dios, nuestra ubicación de una o de otra parte. Jesús, con su victoria, nos ha abierto su reino, pero está en cada uno de nosotros entrar o no, ya a partir de esta vida – el Reino inicia ahora – haciéndonos  concretamente prójimo al hermano que pide pan, vestido, acogida, solidaridad, catequesis. Y si verdaderamente amamos a este hermano o aquella hermana, seremos impulsados a compartir con él o con ella lo más precioso que tenemos, es decir ¡Jesús mismo y su Evangelio!
Hoy la Iglesia nos pone delante como modelos los nuevos Santos que, mediante las obras de generosa dedicación a Dios y a los hermanos, han servido, cada uno en su propio ámbito, el reino de Dios y se han convertido en herederos. Cada uno de ellos ha respondido con extraordinaria creatividad al mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Se han dedicado sin reparo al servicio de los últimos, asistiendo a los indigentes, a los enfermos, a los ancianos, a los peregrinos. Su predilección por los pequeños y por los pobres era el reflejo y la medida del amor incondicional a Dios. De hecho, han buscado y descubierto la caridad en la relación fuerte y personal con Dios, de la cual surge el verdadero amor por el prójimo. Por eso, en la hora del juicio, han escuchado esta dulce invitación: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen en posesión el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo» (Mt 25,34).
Con el rito de canonización, una vez más hemos confesado el misterio del reino de Dios y honorado a Cristo Rey, Pastor lleno de amor por su grey. Que los nuevos Santos, con su ejemplo y su intercesión, hagan crecer en nosotros la alegría de caminar en la vía del Evangelio, la decisión de asumirlo como la brújula de nuestra vida. Sigamos sus huellas, imitemos su fe y su caridad, para que también nuestra esperanza se llene de inmortalidad. No nos dejemos distraer por otros intereses terrenos y pasajeros. Y nos guie en el camino hacia el reino de los Cielos la Madre, Reina de todos los Santos. 
(Traducción del italiano, Renato Martinez - Radio Vaticano)

“Reavivar el espíritu de colaboración y de concordia”, invitación del Papa Francisco en el Ángelus
(RV).- Este domingo, en una mañana romana lluviosa, miles de fieles y peregrinos de diferentes partes del mundo, acudieron a la Plaza de San Pedro, en el día que la Iglesia celebra la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el Papa Francisco presidió la Misa de canonización de seis nuevos Santos. Antes de la Oración del Ángelus y al final de la eucaristía, el Obispo de Roma resaltó el ejemplo de vida de los nuevos Santos, animando al pueblo italiano a “reavivar el espíritu de colaboración y de concordia por el bien común y a mirar con esperanza al futuro, confiando en la cercanía de Dios – dijo el Papa – que jamás nos abandona, incluso en los momentos difíciles”. Asimismo, Francisco invitó a los cristianos de la India a pedir al Señor les “conceda un nuevo impulso misionero a la Iglesia que está en esa región, para que inspirándose en sus ejemplos de concordia y de reconciliación, los cristianos de la India prosigan en el camino de la solidaridad y de la convivencia fraterna”. Finalmente el Santo Padre saludó a todos aquellos que se dieron cita en el Santuario de Roma para rendir homenaje a los cristianos que fueron elevados a los altares. Luego, el Papa Francisco invitó a todos los presentes a dirigirnos “Con amor filial… a la Virgen María, Madre de la Iglesia, Reina de los santos y modelo de todos los cristianos”.
Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Al final de esta celebración, deseo saludar a todos ustedes que han venido a rendir homenaje a los nuevos Santos, de modo especial a las Delegaciones Oficiales de Italia y de la India.
El ejemplo de cuatro Santos italianos, nacidos en las Provincias de Vicenza, Nápoles, Cosenza, y Rímini, ayudan al querido pueblo italiano a reavivar el espíritu de colaboración y de concordia por el bien común y a mirar con esperanza el futuro, en unidad, confiando en la cercanía de Dios que jamás nos abandona, incluso en los momentos difíciles.
Por intercesión de los dos Santos indianos, provenientes de Kerala, gran tierra de fe y de vocaciones sacerdotales y religiosas, el Señor conceda un nuevo impulso misionero a la Iglesia que está en India – ¡que es tan buena! – para que inspirándose en sus ejemplos de concordia y de reconciliación, los cristianos de la India prosigan en el camino de la solidaridad y de la convivencia fraterna.
Saludo con afecto a los Cardenales, los Obispos, los Sacerdotes, como también a las familias, los grupos parroquiales, las Asociaciones y las escuelas presentes. Con amor filial nos dirigimos ahora a la Virgen María, Madre de la Iglesia, Reina de los santos y modelo de todos los cristianos.
Les deseo un buen domingo, en paz, con la alegría de estos nuevos Santos. Les pido, por favor, recen por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! 
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)

"Dar esperanza y romper el aislamiento de los que sufren el autismo". El Papa a los Agentes de Pastoral
(RV).- Esta mañana el Papa Francisco ha encontrado en el Aula Pablo VI, a los más de 7 mil participantes en la XXIX Conferencia Internacional de Agentes para la Pastoral de la Salud. Este evento promovido por el Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios, se reunió en el Vaticano del 20 al 22 de noviembre. El encuentro tenía por finalidad “fortalecer y suscitar la esperanza en las personas afectadas por los trastornos del espectro autista, en sus familias y en todos aquellos que se ocupan de esta enfermedad”. De este modo se buscaba afrontar el desafío generado por esta enfermedad del autismo a la Pastoral de la Salud, así como a la ciencia, a la medicina, a las familias, a las estructuras educativas y asistenciales, y en general, a la sociedad y a los gobiernos.

TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO
Queridos hermanos y hermanas,
!gracias por su acogida!
Los recibo con alegría al final de esta XXIX Conferencia Internacional, y les agradezco por haber querido realizar esta iniciativa tan actual y meritoria, dedicado a un tema complejo como es el autismo.
Saludo con afecto a todos ustedes que han venido a formar parte de este encuentro, centrado en la oración y el testimonio, junto a las personas afectadas por trastornos del espectro autista, sus familias y las Asociaciones de este sector.
Estos trastornos constituyen una de las fragilidades que afectan a numerosos niños y, de consecuencia, a sus familias. Esto representa uno de aquellos campos que interpelan directamente la responsabilidad de los Gobiernos y de las Instituciones, ciertamente sin olvidar también a las comunidades cristianas.
Es necesario el compromiso de todos para promover la acogida, el encuentro, la solidaridad, en una obra concreta de ayuda y de renovada promoción de la esperanza, contribuyendo de tal modo a romper el aislamiento y, en muchos casos, también el estigma que pesa en las personas afectadas por los trastornos del espectro autista, como también frecuentemente sobre sus familias.
Se trata de un acompañamiento no anónimo e impersonal, pero que busca sobre todo escuchar las profundas exigencias que surgen desde lo profundo de esta patología, que muchas veces carece no solo de ser diagnosticada, sino – sobre todo para las familias – de ser acogida sin vergüenza o aislamiento en la soledad. Es una cruz.
En la asistencia a las personas afectadas por los trastornos del espectro autista es necesario pues crear, en el territorio, una red de ayuda y de servicios, completa y accesible, que involucre, además de los padres, también a los abuelos, los amigos, los terapeutas, los educadores y los agentes de la pastoral de la salud. Estas figuras pueden ayudar a las familias a superar la sensación, que a veces puede surgir, de insuficiencia, de ineficacia y de frustración.
Agradezco por eso la acción realizada cada día por las familias, por los grupos parroquiales y por las diversas Asociaciones que están hoy aquí representadas y de las cuales hemos escuchado significativos y conmovedores testimonios. A todos ellos dirijo mi reconocimiento personal y el de toda la Iglesia.
Aliento, además, el difícil trabajo de los estudiosos y de los investigadores, para que se descubran lo más antes posible, terapias e instrumentos de base y de ayuda para curar y, sobre todo, para prevenir el surgimiento de estos trastornos. Todo esto con la debida atención a los derechos de los enfermos, a sus necesidades y a sus potencialidades, salvaguardando siempre la dignidad de la cual esta investida cada persona.
Queridos hermanos y hermanas, los encomiendo a todos a la protección de la Virgen, y les agradezco de corazón por sus oraciones. Ahora, todos juntos, oremos a la Beata Virgen María por todos los Agentes Sanitarios, por los enfermos, y luego recibimos la bendición.
Ave María…
También ahora, todos juntos, haremos una oración por el alma del Cardenal Angelini, quien ha sido el fundador de este Consejo para la Salud, quien ha iniciado esta obra de servicio de la Iglesia y que el Señor ha llamado a sí esta noche.
Padre Nuestro…
Ave María…
Gloria al Padre…
Requiem aeternam

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