Gracia y gloria dará El Señor. Salmos 84, 11.
No hay cosa que tanto necesitemos como la
gracia, y ésta se nos ofrece gratuitamente. ¿Hay algo tan gratuito como
un don? En este día recibimos el don de la gracia que sustenta,
corrobora, santifica y sacia. Hasta hoy nos ha dado la gracia de cada
día; por lo que respecta a lo futuro, estemos ciertos de que no nos
faltará.
Si la gracia es escasa, la culpa está en nosotros, porque el Señor no es tacaño, ni tardo para dar en abundancia.
Podemos pedir todo cuanto queramos sin que seamos rechazados. Da con abundancia y no zahiere.
Tal vez el Señor no nos dé oro, ni bienes
materiales, pero nos dará su gracia; tal vez nos envíe pruebas, pero nos
acompañará con su gracia en proporción de las mismas. Tal vez sea
nuestra vocación trabajar y sufrir, pero indudablemente obtendremos
cuantas gracias nos sean necesarias.
Considerad ahora lo que sigue a esta
gracia, «la gloria». Todavía no necesitamos la gloria, ni somos aptos
para ella; pero se nos dará en tiempo oportuno. Después de haber comido
el pan de la gracia, beberemos el vino de la gloria.
Tenemos que atravesar el lugar santísimo que es la gloria. Estas palabras «y gloria» son suficientes para inundarnos de alegría.
¡Un poco de tiempo todavía, muy poco, y después la gloria para siempre!
Hoy la mano de Dios no se acorta para enviar sobre mi vida su gracia y su Gloria, y yo estoy listo a recibirlas.
Señor, Gracias por extender hasta
mi tu gracia y tu gloria. Que bueno es saber que tu gracia me salva y tu
gloria me sorprende. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario