fecha: 28 de agosto
fecha en el calendario anterior: 9 de diciembre
†: c. 360 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
fecha en el calendario anterior: 9 de diciembre
†: c. 360 - país: África Septentrional
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Cartago, san Restituto, obispo, en cuya festividad san Agustín ofreció al pueblo un sermón en su honor.
Tuvo la sede episcopal cartaginesa entre el 352 y el 373. El episodio más significativo recordado por las fuentes se relaciona con su participación en el Concilio de Rímini del 359 y la misión a Constantinopla. Durante el sínodo riminense, como exponente más calificado de la Iglesia africana, sostuvo la doctrina del Concilio de Nicea, y por esto fue nombrado jefe de una delegación episcopal que debía tratar en Constantinopla con el emperador Constanzo, favorable al arrianismo. En la ciudad imperial la misión de Restituto se desenvolvió entre notables dificultades, porque una análoga delegación arriana había partido de Rímini, anticipando los coloquios con Constanzo. Entre las dos delegaciones se desarrollaron luego tratativas y coloquios; Restituto se dejó convencer de aceptar la tercera fórmula del Concilio de Sirmio, firmando un protocolo. Por cierto tiempo permaneció fiel al «homeísmo» -una fórmula cristológica cercana al arrianismo-, pero retornó luego a la ortodoxia, aunque se ignora cuándo, y sus actividades posteriores en Cartago.
Si en el Calendario cartaginés fue inscripto entre los mártires venerados por la Iglesia africana, es lícito suponer que Restituto, en los últimos años de su vida, desarrolló una intensa y encomiable actividad, coronada por el martirio. Desgraciadamente, el sermón de san Agustín en su honor al que refiere el Martirologio se ha perdido, por lo cual se ignoran los detalles de su glorioso final.
Si en el Calendario cartaginés fue inscripto entre los mártires venerados por la Iglesia africana, es lícito suponer que Restituto, en los últimos años de su vida, desarrolló una intensa y encomiable actividad, coronada por el martirio. Desgraciadamente, el sermón de san Agustín en su honor al que refiere el Martirologio se ha perdido, por lo cual se ignoran los detalles de su glorioso final.
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