|
Espíritu de benevolencia |
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo Jesús les añadió una parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
Oración introductoria
Señor Jesús, sólo transformando mi vida en Ti, podré vivir el Evangelio y ayudar humildemente a otros a experimentar tu amor. Creo y confío en que esta oración me ayude a profundizar en esta verdad y me llene de tu amor para poder darte a los demás, con mi testimonio de vida.
Petición
Jesús, ayúdame a revertir mi tendencia a juzgar a los demás, en vez de ver esas faltas que me alejan de tu amor.
Meditación del Papa Francisco
¡Qué bello es escuchar esto! Cuando uno ha sido convocado por el juez o tiene un juicio, lo primero que hace es buscar a un abogado para que lo defienda. Nosotros tenemos uno que nos defiende siempre, nos defiende de las insidias del diablo, nos defiende de nosotros mismos, de nuestros pecados. Queridos hermanos y hermanas, tenemos este abogado: ¡no tengamos miedo de acudir a él a pedir perdón, a pedir la bendición, a pedir misericordia! Él nos perdona siempre, es nuestro abogado: nos defiende siempre ¡No olviden esto! La Ascensión de Jesús al Cielo nos permite conocer esta realidad tan consoladora para nuestro camino: en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nuestra humanidad ha sido llevada ante Dios; Él nos ha abierto el camino; Él es como un guía cuando se sube a una montaña, que llegado a la cima, nos tira hacia él llevándonos a Dios. Si confiamos a Él nuestra vida, si nos dejamos guiar por Él estamos seguros de estar en buenas manos, en las manos de nuestro Salvador, de nuestro abogado. (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013)
Reflexión
Somos muy dados a mirar lo que pasa afuera y como hay cosas mal hechas, no falta ocasión de convertirnos en "listillos" queriendo enmendar la plana a los otros.
Con frecuencia lo que nos molesta de los otros son nuestras propias deficiencias que vistas en los demás despiertan nuestras conciencia; es que los otros hacen de espejo y así sus limitaciones ponen al descubierto nuestros propios límites. Por eso será mejor tratar de curar nuestras heridas - sacar la viga de nuestro ojo -, para poder ayudar a los demás -quitando la mota de sus ojos -.
No nos dejemos llevar por celos indiscretos queriendo hacer buena a la gente; más bien miremos a nuestro interior y seamos consecuentes con nuestras obras no sea que tengamos que oír el reproche que Jesús les dirigió a ellos: ¡Hipócritas!
Propósito
Revisar y cuidar mi actitud al reprender a un familiar, compañero de trabajo o amigo, para que sea siempre una corrección fraterna, basada en el amor.
Diálogo con Cristo
Señor que conoces el corazón del hombre y ves la miseria de nuestras obras, te pedimos nos trates con tu infinita misericordia para que aprendiendo de tu bondad seamos compasivos los unos con los otros.
viernes 12 Septiembre 2014
Viernes de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario Le Saint Nom de Marie -Santísimo Nombre de María
Beato Pedro Cristóbal Faverge, San Francisco Ch‘oe Kyong-hwam
Leer el comentario del Evangelio por San Efrén : “Entonces verás claro”
1 Corintios 9,16-19.22b-27.
Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes. ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.
Salmo 84(83),3.4.5-6.12.
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente.
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación!
Porque el Señor es sol y escudo; el Señor da la gracia y la gloria, y no niega sus bienes a los que proceden con rectitud.
Lucas 6,39-42.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano."
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Efrén (c. 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia Sermón 3, (2, 4-5: ed. Lamy, 3, 216-222 – Trad. breviario 09/06)
“Entonces verás claro”
Señor, con la meridiana luz de tu sabiduría disipa las tinieblas nocturnas de nuestra mente, para que, iluminada, te sirva en la renovación de nuestra vida purificada. La salida del sol señala el comienzo de las obras de los mortales; prepara tú en nuestros corazones una mansión para aquel día que no tiene ocaso.
Concédenos que en nuestra persona lleguemos a ver la vida resucitada y que nada aparte nuestras mentes de tus delicias. Imprime en nuestros corazones, por nuestra asidua búsqueda de ti, el sello de ese día sin fin que no comienza con el movimiento y el curso del sol.
A diario te abrazamos en tus sacramentos y te recibimos en nuestro cuerpo. Haznos dignos de sentir en nuestra persona la resurrección que esperamos.
Con la gracia del bautismo hemos escondido tu tesoro en nuestros corazones […] Que seamos capaces de comprender la belleza de nuestra condición mediante esa belleza espiritual que crea tu voluntad inmortal en las mismas criaturas mortales. […] Que tu resurrección, oh Jesús, preste su grandeza a nuestro hombre espiritual (Cf. Ef 3,16); que la contemplación de tus misterios nos sirva de espejo para conocerla. (Cf. 1Co 13,12) […]
Concédenos, Señor, llegar cuanto antes a nuestra ciudad y, al igual que Moisés desde la cumbre del monte, poseerla ya por tu revelación. (Dt 34,1)
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario