Mateo 13, 1-9
Un niño le preguntó a su papá que cómo nacían las manzanas. El papá muy bien le respondió:
- Hay que sembrar una semilla para que nazcan manzanas....
Y el niño corriendo se fue al patio y sembró una semilla de la manzana que se estaba comiendo.
Al día siguiente fue a recoger manzanas y no encontró ninguna; y cuando su papá volvió del trabajo le preguntó que porqué no habían nacido manzanas.
Su papá sonriente le dijo:
-Hijo, me haces recordar a aquellos hombres que se quieren hacer ricos de la noche a la mañana.
Hay que sembrar la semilla, pero también hay que preparar la tierra, hay que nutrirla, regarla y fertilizarla.
Cuando se cosecha es porque se sembró, se regó, se cultivo la tierra, y se esperó el tiempo suficiente para que la semilla eche raíz, crezca el árbol y cosechar su fruto.
Por lo tanto hijo, se requiere paciencia, amor a lo que haces, y en su momento cosecharás la recompensa; y recuerda siempre, que primero se siembra y luego se cosecha.
Todo en la vida requiere de un proceso, y nunca se pueden brincar pasos; la vida tiene un orden, y hay que respetarlo. Así como del nivel parvulario, pasamos al básico, luego al secundario y llegar a la educación superior.
“El sembrador salió a sembrar”
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