Noviembre 30
Etimológicamente significa
“audaz, fuerte”. Viene de la lengua alemana.
Incluso cuando haya en
el creyente dudas, la presencia del Espíritu Santo permanece, en
los días apacibles como en las horas de aridez. Dios no
hace acepción de personas. A todos los quiere y llama
por igual para que hagan en la vida algo concreto
que ayude a los demás y se santifiquen.
Este joven nació
de una familia rica y con el título de condes
de Stahleck.
En esa casa acomodada surgió la vocación para cisterciense
en la abadía de Schoeneau. Tuvo dificultades al principio porque
no tenía ninguna clase de estudios.
Entonces, cuando sólo tenía 16
años, se fue de ermitaño a una ermita que él
mismo se construyó cerca de Maguncia.
Dios le guiaba en cada
instante. Por eso le vino la idea de fundar allí
un monasterio de monjas cistercienses.
Se dirigió al abad cercano, y
éste le envió un grupo de religiosas de la abadía
de Marienhausen. Así nació la abadía de Chumbd.
En estas circunstancias, el
abad le impuso el hábito de la Orden. Pronto lo
hicieron el padre espiritual de las religiosas, una vez, claro
está, que se ordenó de sacerdote.
Entre estas religiosas había dos
hermanas suyas. Cayó enfermo y así estuvo durante muchos años. Todo
el mundo, comenzando por las religiosas, lo consideraban un
verdadero santo que vivía entre ellas.
Nadie podía suponer que muriera
tan joven: a los 28 años. Fue tal día
como hoy del año 1191. Lo sepultaron en la iglesia
del monasterio. Sus restos se conservan en la actualidad en la
abadía de Himmerod.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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