![2. Cuando sientes dolor](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_u6bhIcYxQpbdFFZGDGNrUtNUXPYz_DMs_eOqogdXjwPpoor4HtlPEzLOxAG_P7QofYmywkSZKtL7IKXDrMeB-puyAZ7kICUNhbMEAJGBVL5OHkXNMjkC5zpFaLMSntTNcRQgOpzGdc5dnZcpNXfE41szVhGQ=s0-d) |
Cuando sientes dolor |
Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela
en toda tribulación nuestra 2a. Corintios 1, 3-4
PALABRA DE DIOS
No
te anusties en tiempo de adversidad
“Hijo, si te
acercas a servir al Señor, prepara tu alma para la
prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y no te angusties
en tiempo de adversidad. Pégate a él y no te
separes, para que seas exaltado en tu final. Todo lo
que te sobrevenga, acéptalo, y en las humillaciones, sé paciente.
Porque en el fuego se purifica el oro, y los
que agradan a Dios, en el horno de la humillación.
Confía en él, y él te ayudará, endereza tus caminos
y espera en él. Los que teméis al Señor, aguardad
su misericordia, y no os desviéis, no sea que
caigáis. Los que teméis al Señor, confiad en él, y
no os faltará la recompensa. Los que teméis al Señor,
esperad bienes, gozo eterno y misericordia. Fijaos en las generaciones
antiguas y ved: ¿Quién confió en el Señor y quedó
defraudado? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién
le invocó y fue desatendido? Porque el Señor es compasivo
y misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de
desgracia. ¡Ay de los corazones cobardes y las manos inertes,
y del pecador que va por dos caminos! ¡Ay del
corazón decaído, que no tiene fe!, porque no será protegido.
¡Ay de vosotros, los que habéis perdido la esperanza!
¿Qué haréis cuando el Señor venga a visitaros? Los que
temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le
aman guardan sus caminos. Los que temen al Señor buscan
su agrado, los que le aman cumplen su ley. Los
que temen al Señor tienen el corazón dispuesto, y se
humillan delante de él. Caigamos en manos del Señor y
no en manos de los hombres, pues como es su
grandeza, así es su misericordia.” Eclesiástico 2, 1-22
Pedagogía Paternal de Dios
“Habéis echado en olvido la exhortación que como a
hijos se os dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección
del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él.
Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota
a todos los hijos que reconoce. Sufrís para corrección vuestra.
Como a hijos os trata Dios, y ¿qué hijo hay
a quien su padre no corrige? Más si quedáis sin
la corrección, que a todos toca, señal de que sois
bastardos y no hijos. Además, teníamos a nuestros padres
terrestres, que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos
mejor al Padre de los espíritus para vivir? ¡Eso que
ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!
Más él, para provecho nuestro, y para hacernos partícipes de
su santidad. Cierto que ninguna corrección es, a su tiempo,
agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia
a los ejercitados en ella. Por tanto, robusteced las manos
caídas y las rodillas vacilantes y enderezad para vuestros
pies los caminos tortuosos, para que el cojo no se
descoyunte, sino que más bien se cure.”
Hebreos 12, 5-13
“Queridos, no os extrañéis
del fuego que ha prendido en medio de vosotros para
probaros, como si os sucediera algo extraño, sino alegraos en
la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo,
para que también os alegréis alborozados en la revelación de
su gloria. Dichosos vosotros, si sois injuriados por el nombre
de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que ninguno de vosotros
tenga que sufrir ni por criminal ni por ladrón ni
por malhechor ni por entrometido: pero si es por cristiano,
que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar
este nombre. Los que sufren según la voluntad de Dios,
confíen sus almas al Creador fiel, haciendo el bien.” 1ª. Pedro
4, 12-16. 19
Oración en la prueba
“En ti, Dios, me
cobijo, ¡nunca quede defraudado! ¡Líbrame conforme a tu justicia, tiende a mí tu
oído, date prisa! Sé mi roca de refugio, alcázar donde me salve; pues
tú eres mi peña y mi alcázar, por tu nombre me
guías y diriges. Sácame de la red que me han tendido, pues
tú eres mi refugio; en tus manos abandono mi vida y me
libras, Yahvé, Dios fiel. Me alegraré y celebraré tu amor, pues te
has fijado en mi aflicción, conoces las angustias que me ahogan; ten
piedad de mí, Dios, que estoy en apuros. La pena debilita mis
ojos, mi garganta y mis entrañas; mi vida se consume en aflicción, y
en suspiros mis años; pero yo en ti confío, Yahvé, me digo:
«Tú eres mi Dios». Mi destino está en tus manos, líbrame de
las manos de enemigos que me acosan. Que brille tu rostro
sobre tu siervo, ¡sálvame por tu amor! Dios, no quede yo defraudado después
de haberte invocado; ¡qué grande es tu bondad, Dios! ¡Y yo que
decía alarmado: «Estoy dejado de tus ojos»! Pero oías la voz de
mi plegaria cuando te gritaba auxilio. ¡Tened valor, y firme el corazón, vosotros,
los que esperáis en Dios!” Salmo 30
ORACION Oh, Señor: ve delante
de nosotros, para guiarnos; ve detrás de nosotros, para impulsarnos; ve debajo
de nosotros, para levantarnos; ve sobre nosotros, para bendecirnos; ve alrededor de
nosotros, para protegernos; ve dentro de nosotros, para que, con cuerpo y
alma, te sirvamos para gloria de tu nombre.
REFLEXIÓN
Para los momentos difíciles y negros te recomiendo dos
cosas: orar y esperar. Invocar al Señor pidiéndole ayuda
y consuelo; y dejar pasar el tiempo, que tiene especialidad
para amortiguar y aún borrar las penas. No te
turbes, no tengas miedo; abrázate íntimamente al Señor, y espera
así a que pase la tormenta. Contra el vértigo, mirar
hacia arriba, de donde vendrá consuelo y remedio. Pensar
en Dios. ¡Arriba los corazones! Y esperar, porque después
de la noche vuelve el día, y después de la
tempestad, gran bonanza. Nuestra sensibilidad e imaginación son como un péndulo:
tan pronto estamos llenos de optimismo, como abrumados por el
pesimismo. Dejemos pasar un poco de tiempo, y veremos
cómo nuestros sentimientos oscilan al extremo contrario. No te alegres
demasiado en la prosperidad ni te dejes abatir en la
adversidad. No pienses tanto ni te calientes la cabeza.
No aumentes tus penas con cavilaciones inútiles. Sufre
en cada momento sólo el dolor presente; ¿por qué te
empeñas en añadirle el pasado y el futuro? Así
te lo haces más intolerable. “Poquito a poquito se pueden sufrir
muchas cosas” (Sta. Teresa del Niño Jesús). Escalón por escalón
se sube a una casa; de un solo salto sería
imposible. ¡Qué triste y cerrado se nos presenta a veces el
horizonte del porvenir! Sin embargo, pasa el tiempo y
vemos que la prueba no era tan dura como creíamos:
nos acostumbramos, hallamos alivio inesperado y Dios nos da fuerzas
extraordinarias. Las cosas son peores pensadas que pasadas; lo vemos por
experiencia. Además, ¡cuántas veces nos equivocamos al pensar en
el futuro! Sólo Dios lo conoce perfectamente. Hay quienes son
pesimistas por temperamento; creen siempre que su desgracia es la
peor, y se desesperan por ello. La imaginación los
engaña, exagerando los males propios. No piensan que otros
sufren bastante más que ellos y lo llevan bien, porque
tienen menos soberbia y más resignación.
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