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Las virtudes teologales |
INTRODUCCIÓN
Siempre que se comienza a hablar de virtudes teologales, quizás
algunas personas se disponen a aguantar un discurso hecho de
prescripciones, un sermón que perciben como alejado de los propios
intereses. Las virtudes teologales parecen estar reservadas a pocos, mientras
que la mayoría no tiene ocasión de practicar ni de
conocer a fondo, sobre todo si está ocupada en los
asuntos de este mundo. Algo teórico, pues, para la mayor
parte de los comunes mortales, que toca muy poco el
propio interés y la propia vida.
Y no debería ser así.
Porque la vida de fe, esperanza y caridad debería ser
el hábitat y la atmósfera en que respira el cristiano,
so pena de asfixiarse y ahogarse con el smog materialista
de nuestro mundo.
I. LAS VIRTUDES EN GENERAL
Las virtudes no son una
cosa que uno se pone, ni un título de estudios.
Ni siquiera la virtud es un don natural con el
que nacemos, porque si así fuera no sería virtud. Sin
embargo, hay que aclarar que en la naturaleza humana existe
una disposición y la capacidad para la virtud que facilita
la adquisición de las mismas cuando se ponen los medios
adecuados para ello.
Virtud es una disposición habitual del hombre,
adquirida por el ejercicio repetido de actuar consciente y libremente
en orden a la perfección o al bien. La virtud
para que sea virtud tiene que ser habitual, y no
un acto esporádico, aislado. Es como una segunda naturaleza a
la hora de actuar, pensar, reaccionar, sentir.
Lo contrario a
la virtud es el vicio, que es también un hábito
adquirido por la repetición de actos contrarios al bien.
II. VIRTUDES
TEOLOGALES
Son tres: fe, esperanza y caridad. Fueron infundidas por Dios
en nuestra alma el día de nuestro bautismo, pero como
semilla, que había que hacer crecer con nuestro esfuerzo, oración,
sacrificio.
1. Fin de las virtudes teologales:
Dios nos dio estas
virtudes para que seamos capaces de actuar a lo divino,
es decir, como hijos de Dios, y así contrarrestar los
impulsos naturales inclinados al egoísmo, comodidad, placer.
2. Características de las
virtudes teologales
a) Son dones de Dios, no conquista ni fruto
del hombre. b) No obstante, requieren nuestra colaboración libre y consciente
para que se perfeccionen y crezcan. c) No son virtudes
teóricas, sino un modo de ser y de vivir. d) Van
siempre juntas las tres virtudes.
III. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA
FE
1. Definición
Es un don, una luz divina por la cual
somos capaces de reconocer a Dios, ver su mano en
cuanto nos sucede y ver las cosas como Él las
ve. Por tanto, la fe no es un conocimiento teórico,
abstracto, de doctrinas que debo aprender. La fe es la
luz para poder entender las cosas de Dios
2.Características:
a) La
fe es un encuentro con Dios, con su designio de
salvación. Y con la fe el hombre responde libremente a
ese encuentro con Dios entregándose a Él, con la inteligencia
y la voluntad.
b) La fe es sencilla, no está hecha
de elucubraciones y discursos, sino de verdadera adhesión a Dios,
como María, como Abraham.
c) La fe es vital, es
decir, debe cambiar mi vida, demostrarse en mi vida. Por
eso, hay que vivir de fe.
d) La fe es
experiencial, es decir, es un conocimiento de Dios en la
intimidad. Los que tienen fe gozan de Dios. No es
un sentimiento, sino un conocimiento del espíritu que Dios nos
concede para intimar con Él. Este conocimiento experimental de Dios
tiene sus momentos privilegiados para manifestarse a las almas: en
el sacrificio, el dolor, en los momentos de prueba, cuando
se requiere de humildad y de un mayor desprendimiento de
sí mismos.
e) La fe es objetiva, es decir, no
se queda a nivel subjetivo, intimista, sino que creemos en
un Dios que se ha revelado a través de la
Palabra que hemos recibido de la Iglesia; Palabra que es
preciso conocer, aprender y hacerla vida. Los dogmas de la
Iglesia son luces en el camino de nuestra fe; lo
iluminan y lo hacen seguro.
f) La fe termina en
compromiso. Compromete mi vida con Dios en la fidelidad a
su Ley y en la donación total a Él. Compromiso
de defenderla con mi palabra y testimonio, alimentarla con la
continua lectura y meditación de la Biblia y difundirla a
mi alrededor en el apostolado.
IV. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA
ESPERANZA
¿Cómo debe reaccionar un cristiano ante el mal, los problemas,
las dificultades de la vida? Hay quienes caen en el
desaliento y piensan que no hay nada que hacer, que
todo es inútil. Hay otros que dicen que nuestra esperanza
es ingenuidad e idealismo. Hay quien nos dice que la
esperanza es algo egoísta.
¿Por qué no es propio de
un cristiano el desaliento y la desesperación? ¿En verdad Dios
actúa en nuestras vidas? ¿Cuál debe ser la mayor aspiración
de un cristiano?
1. Definición
Es la virtud teologal por la cual
deseamos a Dios como Bien Supremo y confiamos firmemente alcanzar
la felicidad eterna y los medios para ello.
2. Fundamento
Vivo
confiado en esta esperanza porque creo en Cristo que es
Dios omnipotente y bondadoso y no puede fallar a sus
promesas. Así dice el Eclesiástico: “Sabed que nadie esperó en
el Señor que fuera confundido. ¿Quién que permaneciera fiel a
sus mandamientos, habrá sido abandonado por Él, o quién, que
le hubiere invocado, habrá sido por Él despreciado?Porque el Señor
tiene piedad y misericordia” (2, 11-12).
3. Efectos
a) Pone en
nuestros corazón el deseo del cielo y de la posesión
de Dios, desasiéndonos de los bienes terrenales. b) Hace eficaces nuestras
peticiones. c) Nos da el ánimo y la constancia en la
lucha, asegurándonos el triunfo. d) Nos proyecta al apostolado, pues queremos
que sean muchos los que lleguen a la posesión de
Dios.
4. Obstáculos
a) Presunción: esperar de Dios el cielo y
las gracias necesarias para llegar a él, sin poner por
nuestra parte los medios necesarios. b) Desaliento y desesperación: harta tentados
y a veces vencidos en la lucha, se desaniman y
piensan que jamás podrán enmendarse y comienzan a desesperar de
su salvación.
5. La Eucaristía, prenda del mundo venidero
La esperanza de
la venida del Reino se realiza ya de manera misteriosa
y verdadera en la comunión eucarística. La comunión es el
comenzar a gustar esa promesa del cielo y alimentar el
deseo de la posesión eterna. Es una anticipación de la
vida eterna aquí en la tierra. Y es la seguridad
y la certeza de nuestra esperanza.
V. LA VIRTUD TEOLOGAL
DE LA CARIDAD
La fe y la esperanza no tienen ningún
sentido si no desembocan en el amor sobrenatural o caridad
cristiana. Por la fe tenemos el conocimiento de Dios, por
la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de
Cristo y por la caridad obramos de acuerdo a las
enseñanzas del Evangelio.
1.Definición
Es la virtud por la que podemos
amar a Dios y a nuestros hermanos por Dios. Por
la caridad y en la caridad, Dios nos hace partícipes
de su propio ser que es Amor.
La experiencia del
amor de Dios la han vivido muchos hombres. San Pablo
dice: “Me amó y se entregó por mí”. Y quienes
han experimentado este amor han quedado satisfechos y han dejado
todas las seguridades de la vida para corresponder a este
amor de Dios.
2. Características del amor de Dios
a) El
amor de Dios es lo más cierto y lo más
seguro: existió desde siempre, estaba antes que naciéramos. Una vez
que es encontrado, se llega incluso a tener la sensación
de haber perdido inútilmente el tiempo, entretenidos y angustiados por
muchas cosas por las que no merecía la pena haber
luchado y vivido. b) El amor de Dios es sólido
y firme, es como la roca de la que nos
habla el evangelio. El amor humana hay que sostenerlo continuamente,
alimentarlo constantemente...so pena de apagarse. c) El amor de Dios es
siempre nuevo, fresco y bello en cada instante. La experiencia
de san Agustín es muy reveladora: ¡Tarde te amé, Hermosura
tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y Tú
estabas dentro de mí y yo fuera, y así por
fuera te buscaba; y deforme como era me lanzaba sobre
las cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo mas
yo no estaba contigo... Me llamaste y clamaste y quebrantaste
mi sordera; brillaste y resplandeciste y curaste mi ceguera; exhalaste
tu perfume y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté
de Ti, y ahora siento hambre y sed de Ti;
me tocaste y deseé con ansia la paz que procede
de Ti (Confesiones). d) El amor de Dios es perpetuo, no
se acaba, no se cansa, no tiene límites. Si hay
dificultades no es por Dios.
3.Características del amor
a) La sinceridad
y la pureza: debe ser un amor que nace de
la interioridad de la persona. No puede ser un amor
de apariencias. Jesús mira siempre el corazón de la gente
y por eso alaba a esa pecadora arrepentida y echa
en cara la hipocresía de los fariseos. b) El servicio
al necesitado: socorrer al que tiene necesidad en el cuerpo
o en el alma. Cristo cura las enfermedades, da de
comer, consuela a los tristes, ilumina la mente y el
corazón, ofrece el perdón. Servir al otro, porque percibimos el
valor de las almas y de su salvación. c) El
perdón y la misericordia: son las expresiones más exquisitas del
amor que Dios nos ofrece, a través del ejemplo de
su Hijo Jesucristo. Posiblemente la faceta del perdón que más
cuesta es el olvido de las injurias y de la
difamación. Solamente la gracia de Dios puede conceder la paz,
el perdón y el amor hacia el difamador. d) Universalidad
y delicadeza: Universal, porque tengo que amar a todos, por
ser hijos amados de Dios. Delicada, porque busca manifestarse en
las cosas pequeñas, tiene en cuenta las características y sensibilidad
de cada persona.
4. Himno a la caridad de san Pablo
(1 Cor, 13, 1ss)
a) Es paciente, no se irrita: paciencia
no es ese encogerse de hombros ante las contrariedades y
aguantar hasta tiempos mejores, ni ese “qué se le va
hacer”. Es aguante pero positivo -cara a Dios- que se
sobrepone a la indiferencia, a las contrariedades, a los malos
tiempos, a la ingratitud, porque descansa en Dios. b) Es benigna:
engendra el bien, dulzura, bondad c) No es envidiosa, ni
se hincha: porque se da. d) Todo lo tolera, no es
interesada e) Todo lo excusa, no es descortés, todo lo espera f)
Se complace en la verdad. G) La caridad no pasará jamás.
5. Resumen de la ley
Jesucristo en el Evangelio predica el
amor a Dios sobre todas las cosas y el amor
al prójimo como a sí mismo, como el principal mandamiento.
Predica las dos reglas como único mandamiento. Esto quiere decir
que el amor de Dios y a Dios, cuando es
verdadero, hace brotar necesariamente el amor hacia los hombres, nuestros
hermanos.
La caridad divina tiene la peculiaridad de vaciarnos del
egoísmo y de vivir en todo la entrega y la
generosidad, es decir, el amor. Cuando hay discordias y egoísmos,
Dios no está en esa alma. Pero cuando hay apertura,
sencillez, disponibilidad, desapego, servicio, perdón...entonces es señal de la presencia
de Dios en esa alma.
El amor al prójimo significa
búsqueda del bien de todos los hombres que están al
alcance de tus obras: tus familiares, amigos, compañeros de estudio
o trabajo, todos aquellos que caminan contigo, aún los que
te han causado algún daño.
CONCLUSIÓN
En el amor de Dios
se crece cada día, practicándolo y abnegándose. En el amor
se camina, se crece, con la gracia de Dios. Este
amor se demuestra cumpliendo la voluntad de Dios, observando sus
mandamientos, poniendo atención a las inspiraciones del E.S., siendo fieles
a los deberes del propio estado.
El que tiene verdadera
caridad es un apóstol entre sus hermanos y es capaz
de superar todo temor y respeto humano.
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