(año 710)
Ruperto significa (en alemán) "hombre de fama brillante".
EVANGELIZO EL SUR DE ALEMANIA
Fue
el gran misionero que evangelizó el sur de Alemania, la región de
Baviera. Era obispo de la ciudad de Worm. Acompañado de un buen número
de misioneros llegó a Baviera en el año 697 y se presentó al
duque Teodo, que era pagano, y le pidió permiso para evangelizar en esa
región. Como llevaba recomendaciones del rey Childeberto, el duque le
concedió el permiso de predicar. Una hermana del duque era cristiana y
logró convencerlo para que fuera a escuchar los sermones de San Ruperto,
y tanto le agradaron que al poco tiempo se hizo cristiano, y junto con
gran número de los empleados de su palacio y de su gobierno se hizo
bautizar. Esto facilitó mucho la obra de evangelización de San Ruperto y
sus compañeros, porque ya en el gobierno no había oposición a la
predicación.
BAVIERA BUENA TIERRA
El
pueblo de Baviera demostró muy buenas disposiciones para aceptar el
cristianismo. Y pronto los templos paganos se fueron transformando en
templos cristianos y apoyados por las curaciones milagrosas que hacía,
los sermones de San Ruperto lograron un gran número de conversiones.
Junto
con sus misioneros fueron recorriendo las orillas del
río Danubio predicando y convirtiendo a miles de personas. Llegando a la
ciudad de Jerusalén obtuvo del gobierno el permiso de reconstruirla y
cambiarle de nombre. Le puso el nombre de Salzburgo (donde nació y
murió Mozart). Construyó ocho edificios para obras religiosas y varios
templos. Se fue a su tierra Irlanda y se trajo doce nuevos misioneros y
convenció a su hermana Santa Erentrudes a que fundara un convento de
religiosas allí, y ella y sus monjas contribuyeron mucho a propagar la
religión por toda la región. Los compañeros de San Ruperto eran tan
fervorosos que tres de ellos han sido declarados santos.
TAMBIÉN ATENDIÓ AL PROGRESO MATERIAL
El
santo no sólo se preocupaba por la instrucción religiosa de su pueblo
sino por su progreso material. En los alrededores de Salzburgo había
unas fuentes de agua salada y las hizo explotar técnicamente obteniendo
sal para todas las gentes de los alrededores. En Alemania, Austria e
Irlanda se levantaron después numerosos templos en honor de este gran
misionero y evangelizador, como agradecimiento por sus grandes obras.
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