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Zacarías e Isabel, Santos |
Padres de Juan el Bautista
Martirologio Romano: Conmemoración de
los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista,
Precursor del Señor. Isabel, al recibir a su pariente María
en su casa, llena de Espíritu Santo saludó a la
Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y
Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido
alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de
Cristo, Sol de Oriente, que procede de lo Alto.
La alabanza
más sintética, autorizada y profunda que se ha dicho de
este matrimonio es que "ambos eran justos ante Dios". Fue
nada menos que el evangelista san Lucas quien la hizo.
Se sabe que él era sacerdote del templo de Jerusalén
y que su esposa Isabel era pariente —puede ser que
prima— de la Virgen María. Se sabe, también por el
testimonio evangélico y por sus propias palabras, que eran ya
mayores y que no habían logrado tener descendencia por más
deseada que fuera.
Un día, cumple Zacarías el oficio sacerdotal y,
mientras ofrece el incienso, ve un ángel —se llama Gabriel—
que le dice: "Tu oración ha sido escuchada; Isabel, tu
mujer, te dará a luz un hijo al que pondrás
por nombre Juan".
Aunque Zacarías es un hombre piadoso y de
fe, no da crédito a lo que está pasando. Cierto
que los milagros son posibles y que Dios es el
Todopoderoso, cierto que se cuenta en la historia un repertorio
extenso de intervenciones divinas, cierto que conoce obras portentosas del
Dios de Israel, pero que "esto" de tener el hijo
tan deseado le pueda pasar a él y que su
buena esposa "ahora" que es anciana pueda concebir un hijo...
en estas circunstancias... vamos que no se lo cree del
todo por más que a un ángel no se le
vea todos los días.
El castigo por la debilidad de su
fe será la mudez hasta que lo prometido de parte
de Dios se cumpla. Cuando nace Juan —el
futuro Bautista— Zacarías recupera el habla, bendice a Dios y
entona un canto de júbilo, profetizando. También Isabel prorrumpió en
una exclamación sublime —que repetimos al rezar cada Avemaría— cuando
estaba encinta y fue visitada por la Virgen: "Bendita tú
entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu
vientre". Añadiendo: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían
las cosas que le fueron dichas de parte de Dios!".
Con
Zacarías e Isabel la fe es aclamada con exultación y
reconocida en su inseparable oscuridad.
En algunos santorales su celebración está
marcada para el 23 de septiembre, en otros el 5
de noviembre.
Zacarías (padre de Juan el Bautista)
Zacarías era el padre de Juan el Bautista y el esposo de Santa Isabel. Su historia se narra en el Evangelio de San Lucas.
En la tradición cristiana era un sacerdote judío al que se le apareció el Arcángel Gabriel para darle las buenas nuevas de un hijo (Juan o Yahya), quien sería predecesor de Jesús, hijo de María.
Tanto él como Isabel tenían muy avanzada edad, por lo que Zacarías
dudó de la palabra del ángel, por lo que éste le dijo que quedaría mudo
hasta el nacimiento del niño. Recuperó el habla el día de la circuncisión
(8 días después del nacimiento), cuando se debatía el nombre del niño.
En medio del debate él escribió en una pizarra «Su nombre es Juan», y
recuperó el habla. 1
Referencias
- ↑ Zacarías
además de ser el padre de Juan el Bautista era profeta. Él era profeta
menor por la cantidad de libros que escribió (muy pocos a comparacion de
los profetas mayores)
Lucas 1,1-80
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Zacarías (padre de Juan el Bautista).
Del oficio de lectura, 24 de junio, La Natividad de san Juan BautistaLa voz del que clama en el desiertoDe los sermones de san Agustín, obispo
La
Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el
único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento
de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si
nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan
elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo, y sacar
provecho de él.
Juan
nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro
padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la
Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es,
en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco
tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar
hasta las profundidades de este misterio tan grande, mejor os
adoctrinará aquel que habla en vuestro interior, aun en ausencia
nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquel
que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos
templo.
Juan
viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el
antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegaron hasta Juan. Por
tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo
nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque
personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún
no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas
de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer;
queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas
cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la
humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda
expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que
entenderlos con toda la fuerza de su significado.
Zacarías
calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y
abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la
predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo
latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se
referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el
nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo
significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan
se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado
muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en
efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le
dijeron: ¿Tú quién eres? Y él respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz pasajera, Cristo la palabra eterna desde el principio.
Oración
Oh
Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo,
el Señor, un pueblo bien dispuesto, concede a tu familia el don de la
alegría espiritual y dirige la voluntad de tus hijos por el camino de la
salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo.
Bautismo de Jesús por S.Juan Bautista
Salome recibe la cabeza de San Juan Bautista
|
Antes de la venida de Jesús, Juan proclamaba un bautismo de
arrepentimiento [Hechos 13:24]. Juan fue enviado a cumplir la profecía
de Malaquías [Mal. 3:1; Lk. 1:76; Also Lk. 3:15-8; Mk. 1:4; Acts 19:4]
La humildad de Juan hizo posible que Dios hiciera grandes cosas por medio de el, Cf. Hechos 13:25. "Conviene que El (Jesús) crezca, y que yo disminuya" -San Juan Bautista.
Juan, Precursor, Profeta y Bautista -en el Catecismo
717
"Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan
fue "lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15.
41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir
del Espíritu Santo. La "visitación" de María a Isabel se convirtió así
en "visita de Dios a su pueblo" (Lc 1, 68).
718
Juan es "Elías que debe venir" (Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo
habita y le hace correr delante [como "precursor"] del Señor que viene.
En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de "preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17).
719
Juan es "más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo
consuma el "hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los
profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia
de la consolación de Israel, es la "voz" del Consolador que llega (Jn 1,
23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, "vino como
testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7;cf. Jn 15, 26; 5, 33).
Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las "indagaciones de los
profetas" y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12): "Aquél sobre
quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo ... Y yo lo he visto y doy testimonio de
que este es el Hijo de Dios ... He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1,
33-36).
720
En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo,
lo que realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la "semejanza"
divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y
del Espíritu será un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).
SANTOS ZACARIAS E ISABEL.
Que Dios conceda a los padres de
familia el imitar a Zacarías e Isabel,
llevando como ellos una vida santa; siendo justos ante el Señor,
y observando con exactitud todos los
mandamientos y preceptos de Dios.
Nada es imposible para Dios (palabras
del ángel a Zacarías).
La
fama de estos dos santos se debe a que fueron los papás de San Juan
Bautista.
El nombre de Zacarías, significa: "Dios se acordó de mí".
Isabel
quiere decir: "Consagrada a Dios".
La
bella historia de estos dos santos esposos la cuenta San Lucas en el
primer capítulo de su evangelio.
"Hubo
en tiempos del rey Herodes un sacerdote llamado Zacarías, casado con
Isabel, una mujer descendiente del hermano de Moisés, el sumo sacerdote
Aarón".
De
estos dos esposos hace el evangelio un elogio formidable. Dice así:
"Los dos llevaban una vida santa, eran justos ante Dios, y observaban
con exactitud todos los mandamientos y preceptos del Señor". Ojalá
de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir algo semejante. Sería
maravilloso.
Dice
San Lucas: "Zacarías e Isabel no tenían hijos, porque ella era
estéril. Además ya los dos eran de avanzada edad".
Y
un día, cuando a Zacarías le correspondió el turno de subir al altar
(detrás del velo) a ofrecer incienso, toda la multitud estaba afuera
rezando.
Y se
le apareció el Ángel del Señor, y Zacarías al verlo se llenó de temor
y un gran terror se apoderó de él. El ángel le dijo: "No tema
Zacarías, porque su petición ha sido escuchada. Isabel su mujer, dará a
luz un hijo, a quien pondrán por nombre Juan. Él será para ustedes gozo
y alegría, y muchos se alegrarán por su nacimiento, porque será grande
ante el Señor; no beberá licores; estará lleno del Espíritu Santo, y
convertirá a muchos hacia Dios, y tendrá el espíritu del profeta
Elías, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto".
Zacarías
le dijo al ángel: "¿Cómo puedo saber que esto que me dice sí es
cierto? Porque yo soy muy viejo e Isabel mi esposa es estéril". El
ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, uno de los que están en la
presencia del Dios, y he sido enviado para comunicarle esta buena noticia.
Pero por no haber creído a las palabras que le he dicho, se quedará mudo
y no podrá hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, que se
cumplirán todas a su tiempo".
El
pueblo estaba esperando a que saliera Zacarías y se extrañaban de que
demorara tanto en aparecer. Cuando apareció no podía hablarles, y se
dieron cuenta de que había tenido alguna visión. Él les hablaba por
señas y estaba mudo.
"Después
Isabel concibió un hijo y estuvo oculta durante cinco meses (sin contar a
los vecinos que iba a tener un niño)". Y decía: "Dios ha
querido quitarme mi humillación y se ha acordado de mí".
El
ángel Gabriel contó a María Santísima en el día de la anunciación,
que Isabel iba a tener un hijo. Ella se fue corriendo a casa de Isabel y
allí estuvo tres meses acompañándola y ayudándole en todo, hasta que
nació el niño Juan, cuyo nacimiento fue un verdadero acontecimiento
(como se narra en el 24 de junio).
Santos Zacarías e Isabel
Padres de Juan el Bautista.
Martirologio Romano: Conmemoración de
los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del
Señor. Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena de
Espíritu Santo saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las
mujeres, y Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo
nacido alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de Cristo,
Sol de Oriente, que procede de lo Alto.
La alabanza más sintética, autorizada y
profunda que se ha dicho de este matrimonio es que “ambos eran justos
ante Dios”. Fue nada menos que el evangelista san Lucas quien la hizo.
Se sabe que él era sacerdote del templo
de Jerusalén y que su esposa Isabel era pariente —puede ser que prima—
de la Virgen María. Se sabe, también por el testimonio evangélico y por
sus propias palabras, que eran ya mayores y que no habían logrado tener
descendencia por más deseada que fuera.
Un día, cumple Zacarías el oficio
sacerdotal y, mientras ofrece el incienso, ve un ángel —se llama
Gabriel— que le dice: “Tu oración ha sido escuchada; Isabel, tu mujer,
te dará a luz un hijo al que pondrás por nombre Juan”.
Aunque Zacarías es un hombre piadoso y
de fe, no da crédito a lo que está pasando. Cierto que los milagros son
posibles y que Dios es el Todopoderoso, cierto que se cuenta en la
historia un repertorio extenso de intervenciones divinas, cierto que
conoce obras portentosas del Dios de Israel, pero que “esto” de tener el
hijo tan deseado le pueda pasar a él y que su buena esposa “ahora” que
es anciana pueda concebir un hijo… en estas circunstancias… vamos que no
se lo cree del todo por más que a un ángel no se le vea todos los días.
El castigo por la debilidad de su fe
será la mudez hasta que lo prometido de parte de Dios se cumpla. Cuando
nace Juan —el futuro Bautista— Zacarías recupera el habla, bendice a
Dios y entona un canto de júbilo, profetizando. También Isabel
prorrumpió en una exclamación sublime —que repetimos al rezar cada
Avemaría— cuando estaba encinta y fue visitada por la Virgen: “Bendita
tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”.
Añadiendo: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte de Dios!”.
Con Zacarías e Isabel la fe es aclamada con exultación y reconocida en su inseparable oscuridad.
En algunos santorales su celebración está marcada para el 23 de septiembre, en otros el 5 de noviembre.
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