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Marco Crisino (Krizevcanin), Santo |
Presbítero y Mártir
Martirologio Romano: En Kosice, en los montes Cárpatos,
santos mártires Marcos Crisino, presbítero de Esztergom, Esteban
(István) Pongracz y Melchor Grodziecki, presbíteros jesuitas, a
quienes ni el hambre, ni las máquinas, ni los tormentos
del fuego les hicieron abjurar de la fe católica (1619).
Fecha
de canonización: El papa San Pío X los beatifica en
1905. El papa Juan Pablo II los canoniza solemnemente en
la ciudad de Kosice, el 2 de julio de 1995.
Antecedentes
Entre los años 1618 y 1648
se suceden en Europa Central grandes disputas confesionales, a nivel
local y de naciones, entre católicos sostenidos por el Imperio
y protestantes que buscan afianzarse.
La procesión católica del evangelista San
Marcos, realizada en 1606, en la ciudad imperial protestante de
Donauwörth es atacada muy duramente por los luteranos. Baviera interviene
y, por la fuerza, restablece la paz. Los luteranos responden
estableciendo en 1608 la Unión protestante bajo la guía del
elector del Palatinado. Los católicos se organizan, al año siguiente,
en la Liga católica bajo la dirección de Baviera. La
situación, por cierto es tensa, pero en los años inmediatamente
posteriores no se producen confrontaciones bélicas.
La chispa incendiaria se produce
en Bohemia. Dos iglesias protestantes, en Braunau y Klostergrab, han
sido construidas en solares pertenecientes a conventos católicos. El hecho
es declarado contra la Carta de soberanía de 1609. Las
iglesias son clausuradas y después destruidas.
La rebelión protestante de Bohemia
comienza con la defenestración de Praga en el año 1618.
Se establece un gobierno corporativo y una confederación con los
estados de Austria superior y de Transilvania. Los sublevados no
reconocen, por cierto, al emperador Fernando II y eligen al
calvinista Federico V como rey de Bohemia.
Fernando II comprende que
su poder está amenazado no sólo en Bohemia, sino también
en Hungría y en Austria. Consigue las ayudas de Baviera,
España, de la protestante Silesia y del papa Pablo V.
Los protestantes se apoyan en el príncipe calvinista Gabor Bethlen
que domina en la Transilvania.
Los ejércitos se enfrentan con mucho
odio. En un comienzo, el triunfo fue de los calvinistas.
En 1620 termina por imponerse el emperador.
En esta primera etapa
de la Guerra de los Treinta años sucede, en la
ciudad de Kosice (actualmente en Eslovaquia), la muerte de los
santos Melchor Grodziecki, István Pongrácz y Marcos Krizevcanin.
Marco Krisevcanin
Marko
Stjepan Krizevcanin nace en Korosy, Croacia en el año 1588.
A los 12 años sus padres lo envían al Colegio
de la Compañía de Jesús en Viena. En los cursos
superiores del mismo Colegio está Melchor Grodziecki.
Al terminar los estudios
clásicos hace un discernimiento vocacional acompañado por los jesuitas. Marcos
cree vacilar entre la carrera militar y el estado eclesiástico.
También considera el ingreso a la Compañía de Jesús. Los
jesuitas le aconsejan esperar un tiempo y entre tanto estudiar
una licencia en filosofía.
En el Colegio universitario de Gratz, también
regentado por la Compañía, Marcos obtiene el grado en filosofía.
Termina allí su discernimiento vocacional y decide ser sacerdote diocesano.
La paz espiritual que consigue al hacer los Ejercicios espirituales
de San Ignacio, lo une para siempre a la gran
familia ignaciana.
Marcos pasa a Roma. El 17 de noviembre de
1611 ingresa como interno en el Colegio Germánico-hungárico y asiste
a clases en el Colegio Romano (actual Universidad Gregoriana), ambos
de la Compañía de Jesús.
Con profundo consuelo asiste, en la
ciudad eterna, a las ceremonias litúrgicas en las que el
cardenal jesuita Roberto Belarmino agrega a la Iglesia de Roma
al obispo Simeón Vretanja, de quien tiene origen la actual
jerarquía católica de rito oriental en Croacia.
La estadía romana de
cuatro años y la dirección espiritual de los jesuitas asegura
en Marcos una profunda adhesión a la fe católica y
al romano pontífice.
En 1615, ordenado de sacerdote, Marcos regresa a
su patria croata. En su ciudad natal, Korosy, ejerce su
ministerio. Su principal apostolado consiste en visitar las villas y
poblados campesinos fortaleciendo la fe.
El arzobispo de Esztergon y Primado
de Hungría, Pedro Pazmany, su antiguo profesor jesuita en Gratz,
lo nombra rector del Seminario de Trnava y, poco después,
canónigo de la catedral. El Capítulo de la diócesis le
encarga la administración de los bienes de la Abadía de
Széplak, muy cerca de la ciudad de Kosice.
Con los jesuitas
de Kosice
El cargo de administrador obliga al canónigo Krizevcanin a
viajar con frecuencia a Kosice. En la casa del gobernador
Andrés Dóczy se encuentra con sus dos antiguos amigos jesuitas,
Melchor e István, y reanuda la interrumpida amistad.
Juntos, los tres,
en el mes de julio de 1619, viajan a la
Casa de Ejercicios de Humenné. Hacen los Ejercicios espirituales de
ocho días. Los tres se dan los puntos de las
meditaciones y juntos comparten las consolaciones del espíritu. No pueden
saber que esa experiencia de los Ejercicios es una preparación
para un martirio muy cercano.
Cuando Marcos regresa a la Abadía
de Széplak, se entera de la marcha del ejército calvinista
de Jorge Rakoczy contra la ciudad de Kosice. Inmediatamente se
traslada allí para estar con sus amigos y compartir sus
penas y alegrías.
El día 3 de septiembre de 1619, el
comandante Jorge Rakoczy y sus terribles hacdouks llegan a la
ciudad.
No es mucho lo que puede hacerse. El ejército
calvinista de Rakoczy es muy numeroso y los soldados católicos
de Kosice son muy inferiores en número. Rakoczy se sabe
vencedor. Exige rendición y la entrega del gobernador Andrés Dóczy.
Por lo demás, los consejeros calvinistas de la ciudad se
inclinan a entregarla.
En las conversaciones, Rakoczy dice: "que los calvinistas
han tomado las armas y llegado a Kosice, no con
intención de hacer daño a los ciudadanos pacíficos, sino sólo
para vengar afrentas".
Rakoczy, para vencer la resistencia de los
consejeros, agrega: "Si los habitantes no usan la fuerza y
entregan al gobernador Andrés Dóczy, él, Jorge Rakoczy, empeña su
palabra de que nadie sufrirá violencia, ni en su persona
ni en sus bienes".
Estas palabras aseguran la integridad de los
tres sacerdotes. Así piensan los católicos. Por lo demás, la
entrega del gobernador no parece del todo peligrosa, porque su
vida podrá ser negociada por el rey. Así ha sido
siempre.
Los consejeros de la ciudad se resignan a pactar. Varios
de ellos se dejan convencer, o fingen hacerlo, ante las
palabras del predicador calvinista Alvinczy. Por lo demás la artillería
apunta contra el palacio de gobierno. Y parece haber, entre
los soldados de Dóczy, un conato de revuelta.
El gobernador es
entregado. De inmediato es remitido a Transilvania ante el príncipe
Gabor Bethlen. Desde entonces, Andrés Dóczy desaparece del escenario de
la historia. La creencia general es que pereció envenenado por
los calvinistas.
Una decisión injusta
Consumados los hechos, el predicador calvinista Alvinczy
pide al comandante Rakoczy la muerte de los católicos más
importantes. No lo consigue, pero sí se ve obligado a
poner en prisión a los sacerdotes.
Jorge Rakoczy sabe que esta
concesión va directamente contra su palabra empeñada. Pero no se
atreve a oponerse al poderoso predicador, favorito del príncipe Gabor.
Primeramente,
los tres sacerdotes quedan confinados en sus habitaciones, con centinelas
a la puerta.
El P. István Pongrácz exige que se les
haga un juicio. Ante jueces idóneos, así lo dice, podrá
exponer su causa y la de sus compañeros. Jorge Rakoczy,
influenciado por Alvinczy, le hace saber, con sarcasmo, que muy
pronto quedará determinado lo que se hará con él
y sus amigos.
Durante tres días no les dan de comer
ni de beber. Cuando ellos solicitan un poco de alimento,
los guardias, por burlas a la religión católica, les ofrecen
carne. Es un día viernes, día de abstinencia para los
católicos.
Los tres sacerdotes saben muy bien que, en la
extrema necesidad en que se encuentran, el precepto no los
obliga. Pero también se dan cuenta de que si aceptan
comer carne, eso puede ser ocasión de escándalo y será
presentado como una prueba de haber abandonado la fe romana.
De común acuerdo, deciden rechazar el alimento.
Un ofrecimiento a Krizevcanin
Un
enviado de Jorge Rakoczy se presenta ante Marcos y le
ofrece en propiedad el beneficio eclesiástico de la Abadía de
Széplak, el mismo que él ha administrado para el Cabildo
de la diócesis de Esztergon.
La única condición que se
impone es la de aceptar las doctrinas de Calvino. Marcos
no tiene que hacer grandes demostraciones: Sólo basta su palabra
que debe dar al subalterno de Alvinczy allí presente.
El P.
István Póngracz se indigna al escuchar la oferta. Se encara
ante el mensajero y le dice: "Parece que el comandante
quiere hacer el papel del demonio, porque busca alejar de
Jesucristo a sus fieles. Dígale Ud. que puede ahorrarse el
trabajo de inducirnos a dejar la fe católica. Está perdiendo
el tiempo inútilmente".
El mismo Krizevcanin toma entonces la palabra. "Déjeme,
Padre, responder por mí mismo y enviar con este enviado
un mensaje al comandante. Diga Ud. a su general que
él se ha adueñado contra todo derecho de un beneficio
que no le pertenece y que es propiedad del Capítulo
de Esztergon. Al general Rakoczy no le asiste ningún derecho
para regalar lo que no es suyo. Dígale que podría
haberse ahorrado sus ofrecimientos, porque yo no vendo mi fe.
Si quiere matarme, puede hacerlo, porque yo estoy dispuesto a
dar la vida por la fe católica"
Rakoczy se enfurece. Ordena
a los guardias quitar al P. István las llaves de
la capilla. Destrozan casi todo y se roban el resto.
Todo esto con las enérgicas protestas de los tres sacerdotes.
El
día 6 de septiembre, por la tarde, Jorge Rakoczy hace
saber al canónigo Marcos Krizevcanin que es posible obtener su
libertad si se aviene a cancelar una fuerte suma como
rescate.
Marcos acepta, pero pone como condición que el rescate se
extienda también a sus dos amigos jesuitas. El se las
arreglar para conseguir el dinero que se le pida.
Rakoczy rechaza la condición. El beneficio es exclusivo para el
canónigo. Si no lo acepta, morirá con los jesuitas.
István pregunta:
¿Por qué nos van a matar?
"Porque Uds. son católicos papistas",
es la respuesta.
István contesta por los tres: "Si ése es
nuestro delito, moriremos por la fe".
Marcos Krizevcanin se recoge en
oración y hace un discernimiento heroico. Es el discernimiento m
s importante de su vida. Rechaza la libertad y se
une a la suerte de los jesuitas.
Miguel Szégedz, el jefe
de ese grupo calvinista que ha traído el ofrecimiento de
Rakoczy, se enfurece: "Ahora mismo Uds. van a morir. O
confiesan la fe calvinista o se acaba todo" Los
tres sacerdotes toman entonces conciencia de que ha llegado el
momento de ofrecer la vida.
István grita por los tres:
"Nadie podrá quitarnos del corazón ni de la boca la
fe católica".
Y se adelanta, con paso firme y la
cabeza erguida, ante Miguel Szégedz quien tiene la espada desenvainada.
Pero
los poderes de Szégedz no llegan a tanto. Da media
vuelta y se aleja con amenazas.
El canónigo y los dos
jesuitas se miran y se dan cuentan que la situación
parece no tener vuelta. Se confiesan entre sí y se
preparan.
El martirio del canónigo
El martirio de Marcos es también muy
duro. Primero lo golpean con palos y con las espadas.
No cesan de decirle que debe pasarse al calvinismo.
En
un momento los verdugos parecen calmarse. Le dirigen palabras de
compasión y hasta en un tono suave. Le piden que
se pase al partido que defiende la libertad de su
patria en contra de los Habsburgos que son católicos.
"Dios
me libre de ser enemigo de los que trabajan por
la libertad de mi patria", balbucea a duras penas el
canónigo.
István lo escucha desde su taburete y siente miedo.
Entonces saca fuerza y grita:
"Marcos, no te pases al
bando de los calvinistas. No reniegues de nuestra fe"
El
canónigo contesta con toda la voz de que es
capaz:
"István, no tengas miedo. Jamás traicionaré la fe. Prefiero
morir. Solamente estoy declarando que amo a mi patria y
quiero estar con todos los que la aman, pero yo
soy católico".
Furiosos los esbirros, lo queman con las antorchas
y le cortan la cabeza. Así muere Marcos, con la
fe y la patria en el corazón y en los
labios.
Al amanecer los tres cuerpos son arrojados a un pozo.
Los verdugos no se dan cuenta de que István todavía
respira.
En la cloaca, István Póngracz vive todavía veinte horas. Sólo
dice: "Jesús, María, Jesús, María".
El sacristán de la capilla,
Miguel Eperjéssy, que se ha acercado a mirar, lo escucha.
István, desde el pozo, le suplica avisar al senador Hoffman,
católico, para que envíe gente a sacarlo de la cloaca.
Miguel le responde que el senador también ha sido muerto
por los calvinistas. István contesta: "Que se haga entonces la
voluntad de Dios". Poco después muere.
La glorificación
El príncipe calvinista Gabor
Bethlen prohibe escuchar las peticiones, protestantes y católicas, en orden
a permitir una honra para los tres mártires. La población
de Kosice ve en esto una injusticia.
A los seis meses
la condesa Katalin Palffy obtiene una sepultura digna. Sus restos
están ahora en la iglesia de las Ursulinas, en Trnava.
El
cardenal Peter Pazmany, que había nombrado al joven Krizevcanin canónigo
de Esztergon, pide, pocos años después, al papa Urbano VIII
el permiso del culto público.
El papa San Pío X los
beatifica en 1905. El papa Juan Pablo II los canoniza
solemnemente en la ciudad de Kosice, el 2 de julio
de 1995.
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