VATICANO, 05 Abr. 17 / 05:02 am (ACI).- “Cuando sufrimos por hacer el bien estamos en comunión con el Señor", aseguró el Papa Francisco en la catequesis de la Audiencia General del miércoles en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Pocos días antes del comienzo de la Semana Santa, el Santo Padre quiso explicar el sentido del sufrimiento en el contexto de la esperanza cristiana. La enseñanza del Pontífice estuvo centrada en la meditación sobre la esperanza cristiana “Dar razón de la esperanza que está en nosotros”, de la primera epístola de San Pedro.
“San Pedro afirma que ‘es mejor sufrir por hacer el bien que por hacer el mal’. Esto no quiere decir que sea bueno sufrir, pero que cuando sufrimos por hacer el bien, estamos en comunión con el Señor, el cual ha aceptado ser clavado en la cruz por nuestra salvación”, explicó el Obispo de Roma.
Francisco explicó el sentido de aceptar el sufrimiento como una forma de entregarse a los demás: “Cuando nosotros, en situaciones más pequeñas o más grandes en nuestra vida, aceptamos sufrir por el bien, es como si sembrásemos en torno a nosotros semillas de resurrección y de vida, y como si hiciésemos resplandecer en la oscuridad la luz de la Pascua”.
“Es por eso por lo que el Apóstol nos exhorta a responder siempre buscando el bien. La bendición no es una formalidad, no es sólo un signo de cortesía, sino un regalo grande que nosotros hemos recibido en primer lugar, y que tenemos la posibilidad de compartir con los hermanos. Es el anuncio del amor de Dios, un amor desmesurado que no se agota, que nunca va a menos, y que constituye el verdadero fundamento de nuestra esperanza”.
Esta carta de San Pedro “logra ofrecer gran consuelo y paz, haciendo percibir como el Señor está siempre a nuestro lado y no nos abandona nunca, sobre todo en los momentos más delicados y difíciles de nuestra vida”.
“El secreto está en el hecho de que este escrito tiene sus raíces directamente en la Pascua, en el corazón del misterio que estamos por celebrar haciéndonos así percibir toda la luz y la alegría que surge de la muerte y la resurrección de Cristo”.
El Papa explicó que “Cristo resucitó realmente, está vivo y habita en cada uno de nosotros. Y por ello San Pedro nos invita con fuerza a adorarlo en nuestros corazones. En ellos, el Señor ha establecido su morada en el momento de nuestro Bautismo, y desde ese momento continúa renovando nuestra vida, colmándola de su amor y de la plenitud de su Espíritu”.
Además, afirmó que “la esperanza no es un concepto, no es un sentimiento. Es una Persona. Es el Señor Jesús que reconocemos vivo y presente en nosotros y en nuestros hermanos. Comprendemos, entonces, que de esta esperanza no se tiene que tomar de forma teórica, con las palabras, sino con el testimonio de la vida”.
Esa forma de vivir la esperanza “debe estar en el interior de la comunidad cristiana, pero también de los que están fuera de ella. Si Cristo está vivo y habita en nosotros, en nuestro corazón, entonces debemos también permitir que se haga visible y que actúe en nosotros”.
“Esto significa –continuó– que el Señor Jesús debe inspirar cada vez más nuestro modelo de vida, y que nosotros debemos tratar de comportarnos como Él se comportó”.
Por lo tanto, “la esperanza que habita en nosotros no puede quedar oculta en nuestro interior, en nuestro corazón, sino que debe, necesariamente, transmitirse al de fuera, tomando la forma inconfundible de la dulzura, de la bondad con el prójimo, llegando tan lejos como para personar al que nos hace mal. Sí, porque así es como lo hizo Jesús, y como continúa a hacerlo por medio de aquellos que le han hecho espacio en el corazón y en su vida, en el conocimiento de que el mal no se vence con el mal, sino con la humildad, con la misericordia y con la dulzura”.
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