viernes, 3 de junio de 2016

EL ASNO Y SU SOMBRA

El asno y su sombra



Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero cuando la alegría es compartida, se duplica. Si deseas sentirte feliz y realizado, basta compartir tus bendiciones, especialmente ésas que no se pueden comprar con dinero.

Un viajero alquiló un asno para dirigirse a un pueblo apartado. Como hacía mucho calor, el viajero se detuvo para descansar, y buscó refugio del ardiente sol a la sombra del asno. En verdad sólo una persona podía protegerse. Esto originó una violenta disputa entre el viajero y el dueño del asno. Éste afirmaba con vehemencia que había alquilado sólo al asno, y no a éste con su sombra. El viajero en cambio sostenía que él, con el alquiler del asno, había alquilado también su sombra. Y mientras la pelea pasaba de las palabras a los golpes, el asno sin ser visto se escapó a toda carrera (Esopo).

Más bien que buscar el beneficio personal, pregúntate, ¿qué puedo compartir hoy? En vez de querer poseer empezarás a donar, movido por el deseo de ayudar a los otros. Cada uno tiene algo para compartir. Dinero, talento, tiempo o una simple oración. La generosidad nos pone en sintonía con nuestra semejanza divina. Ánimo, inténtalo.

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