VATICANO, 15 Dic. 15 / 11:03 am (ACI/EWTN Noticias).- ''Vence la indiferencia y conquista la paz'', es el título del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2016 que se celebrará el 1° de enero y que fue presentado este martes en la Sala de Prensa de la Santa Sede por el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
En la sala, además de sacerdotes y autoridades vaticanas, también estuvieron presentes algunos refugiados procedentes de Siria, Somalia, Kenia y Costa de Marfil, a los que presta asistencia el Centro Astalli de Roma.
Durante la presentación, el Purpurado explicó que en su mensaje el Santo Padre trata a fondo el problema de la "globalización de la indiferencia", la cual nace de la indiferencia a Dios y se extiende a los demás seres humanos y a la creación. La persona –advirtió-, se siente autosuficiente y piensa que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo y se atribuye solamente derechos y no deberes.
''Después de demostrar que la paz se ve amenazada por la indiferencia a todos los niveles -añadió- el mensaje ofrece una reflexión bíblica y teológica, que nos permite comprender la necesidad de superar la indiferencia para abrirnos a la compasión, la misericordia y al compromiso, y por tanto a la solidaridad''; esta última una virtud moral que debe ser cultivada por los medios de comunicación y quienes tienen responsabilidades de tipo educativo.
Por su parte, la subsecretaria del dicasterio, Flaminia Giovanelli, señaló que en el texto se evidencia la continuidad del magisterio del Papa Francisco con el de sus predecesores Benedicto XVI y San Juan Pablo II, resaltando que el primero había individuado en la cuestión antropológica la cuestión social actual, señalando el problema del nihilismo; mientras el vínculo con San Juan Pablo II era particularmente visible en la indicación del camino de la misericordia para contrastar la indiferencia.
El mensaje del Papa
“Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona”, afirma el Papa Francisco al comienzo de su mensaje, en el que señala que es necesaria una conversión del corazón para pasar de la indiferencia a la misericordia. “Promover una cultura de solidaridad y misericordia para vencer la indiferencia”, indica el Pontífice.
Francisco recuerda que la paz es “fruto de una cultura de solidaridad, misericordia y compasión” y destaca “la paz en el signo del Jubileo de la Misericordia” inaugurado el 8 de diciembre.
“No perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos firme y confiadamente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos. Sí, la paz es don de Dios y obra de los hombres. La paz es don de Dios, pero confiado a todos los hombres y a todas las mujeres, llamados a llevarlo a la práctica”, expresa.
El Santo Padre alienta a “custodiar las razones de la esperanza” sin olvidar las tragedias ocurridas en 2015, como las guerras, atentados terroristas, y las persecuciones religiosas y étnicas. Sin embargo, destacó que en el año que termina también hubo eventos importantes para el futuro de la humanidad, así como el 50 aniversario de la Declaración Nostra aetate y la Constitución pastoral Gaudium et spes.
En su mensaje, el Pontífice reitera su llamado a la abolición de la pena de muerte y exhorta a los gobernantes a hacer gestos concretos a favor de las personas sin tierra, techo, trabajo, de los enfermos, desamparados y de aquellos obligados a emigrar.
Además, en el marco del Jubileo de la Misericordia, el Papa invitó a realizar obras de misericordia corporales y espirituales, partiendo desde la familia y en todos los ámbitos de la vida diaria.
Finalmente, el Santo Padre dirige "un triple llamamiento para que se evite arrastrar a otros pueblos a conflictos o guerras que destruyen no sólo las riquezas materiales, culturales y sociales, sino también —y por mucho tiempo— la integridad moral y espiritual; para abolir o gestionar de manera sostenible la deuda internacional de los Estados más pobres; para adoptar políticas de cooperación que, más que doblegarse a las dictaduras de algunas ideologías, sean respetuosas de los valores de las poblaciones locales y que, en cualquier caso, no perjudiquen el derecho fundamental e inalienable de los niños por nacer”.
Francisco confía “estas reflexiones, junto con los mejores deseos para el nuevo año, a la intercesión de María Santísima, Madre atenta a las necesidades de la humanidad, para que nos obtenga de su Hijo Jesús, Príncipe de la Paz, el cumplimento de nuestras súplicas y la bendición de nuestro compromiso cotidiano en favor de un mundo fraterno y solidario”.
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