VATICANO, 16 Dic. 15 / 05:14 am (ACI).- El Papa Francisco explicó esta mañana en el Vaticano que la salvación es gratuita, al igual que el perdón y la misericordia y dedicó por segunda vez la Audiencia General de este miércoles a hablar del Jubileo de la Misericordia, que inició el pasado 8 de diciembre. También habló del sacramento de la confesión y aseguró que es un signo importante del Año Santo.
“Amar y perdonar como Dios ama y perdona” es “un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones, pero sí nos empuja a avanzar siempre sin cansarnos, con la certeza de ser sostenidos por la presencia paterna de Dios”, afirmó.
El Papa señaló además que “la misericordia y el perdón no deben quedarse solo en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana”.
“Amar y perdonar son el signo concreto y visible de que la fe ha transformado nuestros corazones y nos permite expresar en nosotros la misma vida de Dios”.
El Obispo de Roma recordó que a la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, se ha unido “una Puerta de la Misericordia en la catedral de cada diócesis del mundo, también en los santuarios y en las iglesias que los obispos han dicho”, por tanto “el Jubileo es en todo el mundo, no solo en Roma”.
“He querido que este signo de la Puerta Santa estuviera presente en cadaIglesia particular, para que el Jubileo de la Misericordia pueda ser una experiencia de cada persona”.
Francisco recordó que el Año Santo comenzó el pasado 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción. Una fecha que “ha querido subrayar esta exigencia, uniendo, con 50 años de distancia, el inicio del Jubileo con la conclusión del Concilio Vaticano II”.
El Papa explicó que “extendida en todo el mundo y articulada en muchas Iglesias particulares, es siempre la única Iglesia que Jesucristo ha querido y por la cual se ha ofrecido a Sí mismo”. “La Iglesia ‘una’ que vive de lacomunión misma de Dios”, agregó.
“Este misterio de comunión, que hace a la Iglesia signo del amor del Padre, crece y madura en nuestro corazón, cuando el amor, que reconocemos en laCruz de Cristo en la cual nosotros emergemos, nos hace amar como nosotros mismos somos amados por Él”. Es “un Amor sin fin que tiene el rostro del perdón y de la misericordia”.
Según el Papa, “atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no ha venido para juzgar sino para salvar”.
Pero lanzó también una advertencia contra algunas prácticas ilegales que se podrían realizar para ganar dinero con motivo del Jubileo, como exigir un dinero para que los peregrinos atraviesen la Puerta Santa. “Estén atentos, que no haya alguno un poco astuto que les diga que se debe pagar, ¡la salvaciónno se compra! ¡La puerta y Jesús son gratis!”.
“Es el signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos esa Puerta está bien recordar que debemos tener abierta la puerta de nuestro corazón. Estoy delante de la Puerta Santa y le pido al Señor que me ayude a abrir la puerta de mi corazón”, aconsejó.
En este sentido, también explicó que “no tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los otros, para llevarles a Él y a su amor”.
“Como la Puerta Santa permanece abierta, porque es el signo de la acogidaque Dios mismo nos reserva, así también que nuestra puerta esté siempre abierta para no excluir a ninguno, ni siquiera a aquel o aquella que me molesta”.
Otro signo importante para el Jubileo es la confesión, dijo Francisco. “Apoyarse en el Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a hacer experiencia directa de su misericordia”. “Dios comprende nuestros límites y contradicciones”, y además, “con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados está todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante”. “¡Cuando reconocemos nuestros pecados hay fiesta en el cielo!”, exclamó.
El Santo Padre reconoció que “perdonar no es fácil” porque “nuestro corazón es pobre y solo con sus fuerzas no lo podemos hacer”. Pero “si nos abrimos a la acogida de la misericordia de Dios para nosotros, a la vez seremos capaces de perdonar”.
A continuación, el Papa contó una anécdota: “Muchas veces he escuchado decir: ‘A esa persona no la podía ver, la odiaba. Pero un día me acerqué al Señor, le pedí perdón por mis pecados y entonces también yo perdoné a esa persona'. Son cosas de todos los días y tenemos cerca esta posibilidad”.
El Papa animó al final a los fieles y pidió vivir el Jubileo con estos signos que “conllevan una gran fuerza de amor”.
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