VATICANO, 03 Dic. 14 / 07:55 am (ACI).- El Papa Francisco dijo esta mañana que el beato Pablo VI, San Juan XXIII y San Juan Pablo II, que estuvieron también en Turquía como él este fin de semana, “han protegido desde el cielo mi peregrinación, realizada ocho años después de aquella de mi predecesorBenedicto XVI” que viajó a esa nación en 2006.
“El Beato Pablo VI y San Juan Pablo II, que estuvieron ambos en Turquía, y San Juan XXIII, que fue Delegado Pontificio en esa nación, han protegido desde el cielo mi peregrinación, ocurrida ocho años después de la realizada por mi predecesor Benedicto XVI. Esa tierra es querida para todo cristiano, especialmente por haber dado a luz al Apóstol Pablo y por haber acogido los primeros siete concilios y por la presencia, cerca a Éfeso, de la ‘casa de María’”, explicó el Santo Padre.
Al comienzo de la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dio las gracias a las miles de personas presentes, muy a pesar del mal tiempo de Roma. A todos, les dijo el popular dicho de “A mal tiempo, buena cara”. Entre los participantes se encontraban muchos peregrinos procedentes de Argentina, México, Paraguay, Bolivia, Chile y España.
La catequesis de hoy la dedicó sobre todo a hablar de su reciente viaje a Turquía, que realizó del 28 al 30 de noviembre. “Ahora los invito a dar gracias al Señor por su realización y para que puedan nacer frutos de diálogo, ya sea en nuestras relaciones con los hermanos ortodoxos, que en aquellas con los musulmanes y en el camino hacia la paz entre los pueblos”.
Después de dar gracias a las autoridades del país por la acogida y la organización no fácil de la visita, agradeció a los obispos del país y al Patriarca Ecuménico Bartolomé I, con el que celebró la fiesta de San Andrés y firmó una declaración ecuménica, la calidez con la que le trataron.
El Santo Padre hizo repaso de los tres días que estuvo en suelo turco. El primer día recordó que saludó a las autoridades del país, de mayoría musulmana, aunque en su Constitución establece la laicidad del estado, y “hemos hablado de la violencia”.
“Por esto he insistido sobre la importancia de que cristianos y musulmanes se comprometan juntos por la solidaridad, por la paz y la justicia, afirmando que cada Estado debe asegurar a los ciudadanos y a las comunidades religiosas una real libertad de culto”.
La segunda jornada albergó la vista a algunos de los lugares más destacados de las diversas religiones que se profesan en el país, algo que Francisco hizo “sintiendo en el corazón la invocación al Señor, Dios del cielo y la tierra, Padre misericordioso de la entera humanidad”.
En la Catedral del Espíritu Santo en Estambul el Papa presidió una Eucaristía con fieles de los diversos ritos católicos y representantes de la Iglesia ortodoxa en la que “hemos invocado al Espíritu Santo, Aquel que hace la unidad de la Iglesia: unidad en la fe, unidad en la caridad, unidad en la cohesión interior”.
“En nuestro camino de diálogo ecuménico y de nuestra unidad, de nuestra Iglesia católica, el que hace todo es el Espíritu Santo. A nosotros nos toca dejarlo hacer, acogerlo e ir detrás de sus inspiraciones”, explicó en la Plaza de San Pedro ante las miles de personas congregadas y con el paraguas abierto por la lluvia que caía.
El último día, fiesta de San Andrés, el Pontífice consolidó las relaciones con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla renovando “el compromiso mutuo de continuar en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión entre católicos y ortodoxos” y firmando una declaración.
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