Hay un dicho popular que dice que el fracaso comienza cuando termina el esfuerzo. Y en estos tiempos el demonio, que evidentemente tiene un gran dominio sobre la humanidad, nos quiere hacer creer que ya no podemos hacer nada, que ya está todo perdido, y por medio del desaliento, nos hace bajar los brazos y amedrentar, de modo que ya nos encerramos en nosotros mismos, nos dejamos dominar por la tristeza, y así somos inofensivos y no hacemos mella contra el Mal.
Esta arma del desaliento el diablo la usó también con Jesús, Nuestro Señor, pero no logró nada. A nosotros también nos tienta de esta manera, y debemos tratar de que no logre sus objetivos, recordando que la victoria siempre es y será de Dios y de su Madre, y de quienes estemos con Ellos en el combate.
Así que adelante sin miedo, que si Dios está con nosotros ¿quién estará contra nosotros?
Hoy que ya va transcurriendo este día, no dejemos que todo siga igual, sino renovemos el valor y el coraje, para lanzarnos al apostolado y a hacer el bien en todas partes, al menos en donde Dios nos colocó, porque la ayuda de Dios no falta a quien confía en Él y trabaja por su causa.
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