Decálogo para una buena Primera Comunión
DECÁLOGO PARA UNA BUENA PRIMERA COMUNIÓN
Javier Leoz
1.Háblale a tu hijo/a
del gran regalo de la fe y, sobre todo, de Jesús como centro y razón
de nuestra vida cristiana. Si hablas de los obsequios materiales, estarás
eclipsando el sentido más grande de ese día. Y, no olvidéis, que los regalos
propios de una primera comunión (los que duran toda la vida) son: la cruz, el
rosario, una medalla o una Biblia. ¡Esta cruz me la regaló mi madre, mi
padre…en mi primera comunión!
2.Acompáñale con tu testimonio de fe. Unos padres
que rezan juntos, que bendicen la mesa, que recuerdan las oraciones de aquellos
días en que fueron pequeños, son el mejor catecismo para un/a niño/a.
3.La Misa del Domingo es imprescindible para
entender y comprender el sentido de la Primera Comunión. Comulgar, sin ir a
misa, es como ir a París y no ver la Torre Eiffel. La Primera Comunión no es un
fin sino un medio para llegar más aún a identificarnos con Cristo.
4.Lo importante nunca ha de ser esencial y, lo esencial, si que
ha de ser siempre importante. De la Primera Comunión sobra la
ostentación y es imprescindible la
sobriedad. Lo superficial ensombrece, y con mucho, el brillo de los grandes
momentos.
5.En un mundo individualista, la Primera Comunión, sirve para
renovar y acentuar los lazos de la familia. En la fiesta cristiana
convergen muchos aspectos: sincero diálogo, recuerdo de las horas grandes y
mesa que se comparte. Pero no olvidemos que, no por llenar demasiado una mesa,
es colosal un banquete.
6.La oración (como diría Santa Teresa de Jesús “estar con Aquel
que tanto se ama”) es un vehículo hacia el conocimiento de Dios, de
Jesús, del Espíritu o de la Virgen María. Un/a comulgante ha de llegar a la
Primera Comunión sabiendo hablar con el lenguaje de la oración.
7.El Padrenuestro, el Ave María, el Credo, la Salve, el Gloria
son oraciones que nos dan la clave de nuestra sensibilidad hacia Dios, la
Virgen o la Iglesia. Un conductor, en plena autopista, domina la señalización
para saber por dónde ir. Un cristiano, ante la comunión, ha de conocer unos
mínimos que le ayuden a mantenerse en camino.
8.La catequesis no es ninguna “exigencia u obligación para”
sino una oportunidad para ser conscientes de lo qué se va a
celebrar. ¿Es exigencia comer o beber? La catequesis nos alimenta y nos nutre
de conceptos y, sobre todo, nos hace tomar conciencia de lo que decimos
creer.
9.Un reto de la Nueva Evangelización es que, aquello que
pretendemos (dar a conocer a Cristo) sea un caldo de cultivo en las familias.
Si la familia falla, de nada sirven las catequesis, ni los catequistas ni el
esfuerzo del sacerdote más creativo y trabajador. La familia ha de volver a ser
la base de la vida cristiana. 10.No olvidéis que, los preparativos de la Primera Comunión, no
os han de traer de cabeza con elementos secundarios. Por el
contrario; lo que os ha de conquistar el corazón es el saber que, en ese día,
el Señor entra en el sagrario del corazón de vuestros hijos. No olvidaremos,
además, que la entrada de Cristo en nuestros hogares nos invita, además, a no
olvidar los “otros cristos” sufrientes del mundo.
Que la Primera
Comunión, lejos de ser un acto social, lo convirtamos en una oportunidad para
renovar la vida cristiana de nuestras familias. Los niños, qué duda cabe, son
una ventana abierta por la cual podemos divisar –de nuevo- aquellas sensaciones
divinas que las dificultades, la secularización, el materialismo o la pereza
hicieron estragos con ellas. ¿Lo intentamos?
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