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domingo, 27 de abril de 2014

Miserere mei, Deus




Secundum magnan misericordiam tuam

En la Fiesta de la Divina Misericordia


Salmo 50

Apiádate de mí, Dios bondadoso,
y borra mis pecados
presentes y pasados,
según la multitud de tus bondades.
Lava mi iniquidad con abundoso
baño que limpie todas mis maldades,
 pues las tengo delante de mis ojos.

Pequé contra ti solo, en tu presencia
pequé: y serás, Señor, justificado
cuando me venza tu puntual sentencia.
Más mira que en el mal fui concebido,
y que nací manchado,
y que me rebelaste lo escondido.

Me rociarás con el hisopo, y tanto
me lavarás, que pueda
quedar, más que la nieve, todo blanco.
Y darás a mi oído
el gozo y la alegría verdadera
que levante mis huesos abatidos.
Aparta de mi culpa tu mirada;
quita mi iniquidad; dentro del pecho
créame un corazón limpio y derecho.
No me arrojes de ti, ni despojada
de tu espíritu santo esté mi vida,
ante bien, asistida
del principal aliento,
confirmada.

Enseñaré a los necios tu camino,
y los impíos seguirán tu senda.
Libra de sanguinarios mi destino,
y tu justicia cantará mi lengua.
Mis labios abrirás para tu agrado,
y anunciará mi boca una alabanza
que con el holocausto que no se alcanza:
el corazón contrito y humillado,
eso aceptas, Señor. Muestra propicio
tu rostro a la Sión de la esperanza,
y reedifica el muro abandonado.
Entonces será grato el sacrificio,
la ofrenda, el holocausto por su yerro,
y en el altar se inmolará el becerro.

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