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jueves, 19 de diciembre de 2013

Transubstanciación

 

   

 
La disputa del Sacramento, por Rafael Sanzio, Vaticano, Estancias de Rafael.
La Transubstanciación o Transustanciación es una doctrina católica romana de la Eucaristía, definida por un canon del Concilio de Trento, aunque en realidad ya figuraba desde el siglo IV puesto que Cirilo de Jerusalén ya lo había redactado en el Catecismo a los catecúmenos. El Concilio de Trento no hace más que confirmar lo que hacía 1.500 años se venía creyendo en lo referente a que "la consagración del pan y del vino que se opera en el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre".[1] Significando "especie" para estos efectos, los "accidentes" del pan y del vino: color, gusto, cantidad, etc.
Esta conversión se opera, de acuerdo a lo establecido en el Catecismo Católico, en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.[2] Se considera que bajo las especies consagradas del pan y del vino, "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)"[3] Dicha presencia eucarística se mantiene mientras subsistan las especies eucarísticas.[4]
Se basa en el sentido literal e inmediato de las palabras de Cristo en la Última Cena: "esto es mi cuerpo...y mi sangre" Marcos 14:12-16 16:22-26, Mateo 26:26-28, Lucas 22: 14-23. Si bien en el evangelio de Juan no se hace mención a la instauración de la Eucaristía, Jesús hace mención a dar de comer su carne como alimento de vida eterna (Jn 6: 51-58). Los cristianos de la Iglesia ortodoxa aceptan también esta doctrina, opuesta a la doctrina luterana de la consubstanciación. Las Iglesias de Comunión Anglicana aceptan la presencia real de Jesús en los elementos consagrados, sin entrar a discutir cómo ocurre el Misterio, simplemente en las palabras de Jesús: "este pan es mi Cuerpo", "este vino es mi Sangre". Los protestantes la rechazan, argumentando que para obtener la vida eterna, no es necesaria otra cosa que una fe verdadera en Jesús, lo que eliminaría la necesidad de cualquier sacramento. A veces también bajo el argumento de que a los judíos les tenían (y tienen) prohibido beber sangre y ellos aún estaban bajo esa ley.

 


Doctrina de la Transustanciación

La doctrina de la Transustanciación definida de ahora en adelante como la doctrina "T" halla su base en la narración bíblica de la última cena y en la interpretación literal que de ella se hace. Se basa en las palabras de Cristo:
"Tomad y comed, esto es mi cuerpo. " ... "Tomad y bebed, esto es mi sangre"
Mateo 26: 26-29, Marcos 14: 22-25, Lucas 22: 14-20
Que de acuerdo deben ser interpretados literalmente sin interpretaciones simbólicas, ya que el texto original del Evangelio según San Juan utiliza las palabras griegas "fagon" que significa literalmente "comer".
Se debe al monje benedictino y abad de la Abadía de Corbie, Pascasio Radberto el primer escrito en defensa de la transubstanciación en su De Corpore et Sanguine Domini del año 831. El monje Ratramnus, de la misma abadía, sostenía en su De corpora et sanguine Domini que en el pan consagrado hay pan y Cristo, y que en el vino hay vino y Cristo, por lo tanto Cristo está presente en el pan y el vino en una manera espiritual, pero que no era la misma carne y sangre que nació de María y que fue crucificada.[5] La posición de Ratramus es prácticamente la misma que la consubstanciación o panificación que siglos después sostendría Lutero. Las ideas de Ratramus serían retomadas por Berengario de Tours en 1047.[6]
El término transubstanciación parece haber sido utilizado por primera vez por un discípulo de Berengario, Hildeberto de Lavardin alrededor del 1097.
Esta presencia real fue negada por diversos grupos de manera directa o indirecta, como los docetas, y más tarde por Wyclif, Juan Calvino, Zwinglio, y en cierto aspecto Lutero, quien elaboró la doctrina de la Consubstanciación que aunque no negaba la presencia real, hacía permanecer la substancia del pan y el vino al lado de la substancia del cuerpo y sangre de Cristo.
La doctrina "T" fue declarada sobre todo contra las sectas espiritualistas nacidas de la Iglesia Católica en el siglo XII, como los albigenses, cátaros o petrobrusianos, quienes atacaban la jerarquía eclesial, con ello el poder del sacerdote de consagrar y por último la presencia real de Cristo en la eucaristía. La doctrina fue reafirmada por el concilio de Trento esta vez contra los reformadores.
Para entender la doctrina "T" se emplean dos términos filosóficos básicos: sustancia y accidentes. Sustancia es aquello que hace que una cosa sea lo que es. Accidentes son las propiedades no esenciales y que son perceptibles por los sentidos.
Los partidarios de la transustanciación creen que la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la consagración que pronuncia el sacerdote, y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo, de igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo los accidentes del pan y el vino como su olor, textura, sabor. Como la substancia es la de Cristo, cualquier pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del vino. De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe el cuerpo entero de Cristo.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma al respecto:
"La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente"
S. Tomás de Aquino, s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI, MF 18[7]

Referencias

Bibliografía

  • Royston, E. Diccionario de religiones. Fondo de cultura económica. México, 1994
  • Catecismo de la Iglesia Católica Compendio. San Pablo. Santiago de Chile, 2006.

Enlaces externos

Véase también


 
Ulltima Cena

 
Transubstanciación
Ver también en el Catecismo | Eucaristía
 "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).
En la Eucaristía  "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
La transubstanciación es un milagro que pasa desapercibido para quien no tiene fe porque después de la consagración, aunque no hay ya substancia de pan ni de vino, si quedan los "accidentes" (color, gusto, cantidad, etc.) de pan y vino. Por eso la Eucaristía tiene la apariencia de pan y vino aunque no lo es.
En el milagro de Lanciano, después de la consagración, no quedaron ni la substancia ni los accidentes de pan y vino. La hostia, que siempre es substancialmente la carne de Cristo, tomó también los accidentes propios de la carne ante los ojos de todos los testigos. Este milagro se mantiene hasta hoy y ha sido ampliamente confirmado por la ciencia.
La transubstanciación ocurre en el momento de la consagración en la Santa Misa, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.

Este dogma se fundamenta en las palabras de Cristo en la Ultima Cena:
"`Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz, diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros' (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).

San Juan no relata la consagración pero si hace mención de la enseñanza de Jesús que da comer su carne como alimento de vida eterna (cf. Jn 6: 51-58).
Los cristianos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa aceptan esta doctrina. Los protestantes la rechazan.
¿Qué es la Transubstanciación?
Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!
 
¿Qué es la Transubstanciación?
¿Qué es la Transubstanciación?
«La Presencia Real»


1. Verdadera, real y sustancial


Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible –pan y vino–, y eficaz –produce lo que significa–, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.

  • ¿Qué quiere decir verdadera?
    Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino en verdad.

  • ¿Qué quiere decir realmente?
    Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad.

  • ¿Qué quiere decir sustancialmente?
    Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.

    El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».

    Doctrina que recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Ro 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo (está presente), bajo las especies eucarísticas”.

    El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».

    De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.


    2. De la Transubstanciación

    Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

    Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a esta.

    En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

    Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstan­cia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.

    ¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.

    Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”.

    Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

    Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica: «El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».


    3. Omnipotencia de Dios

    El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».

    «Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó ... que los ofrecieran”».

    Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo...». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:

    1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;

    2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;

    3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.

    Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia...».


    Queridos hermanos y hermanas:

    Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.

    Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).


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    La Transubstanciación y la Iglesia primitiva

     
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    Pregunta
     Hace poco escuché la afirmación de que la Eucaristía era un invento de Santo Tomás de Aquino, que los primeros cristianos jamás creyeron en ella. ¿Qué de cierto hay en ello? ¿Pueden comentarme que es lo que la Iglesia Católica enseña sobre la transubstanciación y si concuerda con la fe de la Iglesia primitiva?
    Respuesta
    Estimado hermano, gracias por escribirnos.
    Ciertamente existe esa especie de historia alternativa en algunas denominaciones protestantes que les hace negar que los primeros cristianos tuvieran la misma fe de la Iglesia hoy. Para citar un ejemplo, en el manual de evangelismo de la Iglesia de Dios (Israelita) escriben:
    En la Historia de los Concilios hallamos esta nota, resultado del Concilio de Trento: "En el puro y santo sacramento de la eucaristía, después de la consagración del pan y del vino Nuestro Señor Jesucristo es verdaderamente Dios y hombre real substancialmente contenido en la apariencia de estos elementos visibles".
    Pero en los días de los primeros apóstoles y muchos siglos después, no se pensaba en la actual doctrina de la misa. Los padres de los primeros seis siglos ignoraron por completo esta doctrina romana. La doctrina de la transubstanciación de la hostia no llegó a ser una doctrina permanente en la Iglesia romana sino hasta el cuarto Concilio Laterano, bajo el papa Inocente III, en el año de 1215 d. C.
                                          
    Pienso que lo primero que tenemos que estudiar es que enseña realmente la Iglesia sobre la transubstanciación, las posturas alternativas que tienen las Iglesias protestantes, y luego, haremos un repaso de lo que enseñaron los padres apostólicos y padres de la Iglesia en los tres primeros siglos de cristiandad. Concordarás conmigo que la interpretación de las Escrituras de quienes escucharon el evangelio directamente de los apóstoles o sus discípulos, debe ser mucho más acertada que la de cualquier reformador protestante, 1500 años después.
    ¿Qué es la Transubstanciación?
     
    Enseña el concilio de Trento a este respecto:
     
    Concilio de Trento. CAP. IV. De la Transubstanciación.
    Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan, ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa Iglesia católica.
     
    A este respecto también dice el Catecismo oficial de la Iglesia Católica.
     
    CIC 1412 Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros...Este es el cáliz de mi Sangre..."
    CIC 1413 Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
    Basados en esto podemos definir transubstanciación como la conversión total de la hostia y del vino en cuerpo, sangre, alma y divinidad  de nuestro Señor Jesucristo.  A pesar de que el pan y el vino siguen conservando su aspecto y sabor originales, son realmente Cuerpo y Sangre del Señor ocultos bajo la apariencia de pan y vino.
    La “Transubstanciación” se diferencia de la “consubstanciación” (posición Luterana), en que la transubstanciación (prefijo “trans”) denota un cambio de substancia, la consubstanciación (prefijo “con” significa que no ha habido cambio alguno de la substancia y que el Señor viene con el pan y con el vino, cuya substancia no varía.
    El manual de teología Luterana del profesor Georg Metzger  basado en el catecismo de Lutero explica:
     
    Manual de teología Luterana, Prof. Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero, VI.d:
    Nuestro catecismo nos dice acerca del Sacramento del Altar: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y vino.” Luego confesamos que en la Santa Cena el cuerpo y la sangre del Señor se comen y se beben bajo el pan y vino. En consecuencia, en la Santa Cena todavía están presentes pan y vino. Confesamos esto en oposición a la falsa doctrina de la Iglesia Católica Romana. El Papa y sus seguidores enseñan que en la Santa Cena el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo de modo que después que el sacerdote haya bendecido las cosas terrenales, ya no existan pan y vino, sino solamente el cuerpo y la sangre de Cristo. Contrario a esto nos enseña la Escritura que en la Santa Cena comemos también pan y bebemos vino. 1 Corintios 11:26-28;10:16. Así el pan en la Santa Cena es todavía pan, y el vino todavía es vino. Pero al comer el pan en la Santa Cena, al mismo tiempo comemos el verdadero cuerpo del Señor. Y al beber el vino en la Santa Cena, al mismo tiempo bebemos la verdadera sangre del Señor. Así de acuerdo a las claras palabras de Dios la Santa Cena es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y el vino.
                                                                                  
     
    En resumen, aunque ambas posturas, tanto católica como luterana afirman que la Eucaristía es verdadero Cuerpo y Sangre del Señor, difieren en la Iglesia Católica afirma que el pan y vino son  ahora cuerpo y sangre de Cristo ocultos bajo las especies de pan y vino, y los luteranos afirman que son Cuerpo y Sangre de Cristo pero todavía, pan y vino.
    Una buena gran mayoría de Iglesias protestantes por el contrario, tienen una posición muy diferente tanto a la católica como a la luterana y afirman que Cristo no está presente en la Eucaristía, más el pan es solo pan (no Cuerpo de Cristo) y el vino solo vino (no Sangre de Cristo). El mismo manual luterano mencionado anteriormente lo explica de la siguiente manera:
     
    Manual de teología Luterana, Prof. Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero, VI.c:
    c. Nuestro catecismo nos dice: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo.” Quiere decir que es el cuerpo real, natural de Cristo y su sangre real y natural. ¿Por qué enfatiza eso nuestro catecismo? Lo hace a causa de los falsos profetas e iglesias que no quieren creer el misterio de la Santa Cena. Especialmente las iglesias reformadas, las sectas, los metodistas, los pentecostales, de hecho, todas las otras iglesias protestantes fuera de la luterana enseñan así. No quieren creer estas palabras de Cristo; no quieren creer que estén realmente presentes el cuerpo y la sangre de Cristo en la Santa Cena y que los que vienen al sacramento realmente coman y beban estas cosas. Es en verdad un misterio maravilloso. No podemos comprenderlo por nuestra razón. Nos parece imposible. En consecuencia, esas iglesias enseñan que se tiene que tomar las palabras de Cristo figuradamente, entenderlas en otro sentido. Según ellos, Cristo no quería decir que la Santa Cena realmente fuera su verdadero cuerpo natural, sino solamente que el pan significa su cuerpo, que lo retrata. Se refería solamente al cuerpo espiritual de Cristo. Los cristianos deben recibir este cuerpo espiritual en la Santa Cena, o sea, Cristo y sus beneficios, con fe, mientras que el verdadero cuerpo natural del Señor está sentado en el cielo. Contra estos falsos profetas, que se basan en su propia razón, nuestro catecismo dice: “Es el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo.”
                                                                                  
     
    ¿Qué enseñaban los santos padres?
     
    Ahora que hemos visto la diferencia entre todas las posiciones encontradas, podemos por medio de nuestra investigación sobre los escritos de los padres apostólicos (aquellos que conocieron a los apóstoles y recibieron su enseñanza de ellos directamente) o de los escritos de los santos padres y doctores de la Iglesia, que vivieron anteriormente a Santo Tomás de Aquino, indagar si esta doctrina en realidad era creída por la Iglesia cristiana o una nueva doctrina sacada de la manga de Santo Tomás. (Según el artículo de la Iglesia de Dios (Israelita) los padres la ignorarron completamente durante los primeros 6 siglos, Veamos si dicen la verdad).
    Para mi investigación  utilizaré las traducciones presentadas en los libros “Textos Eucaristicos Primitivos, Tomos I y II por Jesús Solano, B.A.C.”, “Padres apostólicos, por Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.” y “Padres apologetas griegos, Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.)  y profundizaré en los comentarios que los autores hacen en sus obras, especialmente en los que hace Jesús Solano, tratando de resumir en pocas líneas, lo que ellos, en extensos volúmenes desarrollan.
    San Ignacio de Antioquia (110 d.C.)
    Obispo de Antioquia, martirizado en Roma (devorado por los leones) en tiempos del emperador Trajano (98-117). Se conservan de él las siete cartas que escribió camino al martirio. Pueden consultar la traducción protestante de las cartas de San Ignacio directamente de http://escrituras.tripod.com/Textos/EpIgnacio.htm la cual está basada en  el libro “Los Padres Apostólicos, por J. B. Lightfoot. Editorial CLIE”
    En lo referente a la Eucaristía San Ignacio se presenta siempre muy claro y tajante. Llama a la Eucaristía “medicina de inmortalidad” y categóricamente expresa: “La Eucaristía es la carne e nuestro Salvador Jesucristo”. Condena vigorosamente a los docetas que afirmaban que Jesús no había tenido cuerpo verdadero sino solo aparente, y por este error, comenta San Ignacio, no querían tomar parte de la eucaristía y morían espiritualmente por apartarse del don de Dios.  
     
    Carta a los Efesios, San Ignacio de Antioquia. C.20.n2 (FUNK-BIHLMEYER, 86,14-16; Ruiz Bueno (B.A.C.) 459; MG 5,661 A)
    …partiendo de un mismo pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, sino vivir por siempre en Cristo Jesús
    Carta a los Filadelfios, San Ignacio de Antioquia. C.4 (FUNK-BIHLMEYER, 103,5-9; Ruiz Bueno 459; MG 5,661 A)
    Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola Eucaristía; pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo obispo junto con el presbítero y con los diáconos consiervos míos; a fin de que cuanto hagáis, todo hagáis según Dios
    Carta a los Romanos, San Ignacio de Antioquia. C.7 n.3 (FUNK-BIHLMEYER, 100.18-102,2; Ruiz Bueno 479; MG 5,693 A-B)
    No siento placer por la comida corruptible ni por los deleites de esta vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, el del linaje de David; y por bebida quiero la sangre, de él, el cual es caridad incorruptible
    Carta a los Esmirneos, San Ignacio de Antioquia. C.7 n.1 (FUNK-BIHLMEYER, 108.5-92; Ruiz Bueno 492; MG 5,713 A)
    De la Eucaristía y de la oración se apartan [los docetas], porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucitó el Padre. Por tanto, los que contradicen al don de Dios litigando, se van muriendo. Mejor les fuera amar para que también resucitasen.
    Carta a los Esmirneos C.8  n.1s (FUNK-BIHLMEYER, 108.17-21; Ruiz Bueno 493; MG 5,713 B)
    Solo aquella Eucaristía ha de tenerse por válida, que se celebra bajo el obispo o aquel a quien él se lo encargare…No es lícito sin el obispo ni bautizar ni celebrar ágapes.
    A pesar de la evidencia, algunos protestantes han colocado el reparo de que San Ignacio también llama “carne” de Jesucristo a cosas que no lo eran en sentido propio. Por ejemplo en la carta a los filadelfios dice: “Adhiriéndome al evangelio como a la carne de Jesús” (c.5). Sin embargo, no es posible interpretar esa frase para inducir que San Ignacio pensara que el evangelio es la carne de Jesús, sino más bien que se adheriría a la una al igual que a la otra.
    En la carta a los filedelfios escribe: “a la [Iglesia] que saludo yo en la sangre de Jesucristo, la cual es mi gozo eterno e imperturbable”. Pero aquí tampoco es posible afirmar que hay sentido simbólico, sino más bien simplemente una metáfora. Así cuando se dice “La sangre de Cristo es mi gozo” nadie interpreta que quisimos decir “La sangre de Cristo significa gozo”
    En la carta a los Trales escribe: “Vosotros, revistiéndoos de mansedumbre, regeneraos por la fe, que es la carne del Señor, y por la caridad, que es sangre de Cristo” (c.8). Sin embargo nos comenta Jesús Solano que el hecho de que un autor use a veces una palabra en sentido simbólico, no se sigue que siempre la haya de usar en ese sentido. No menos de treinta y siete veces emplea San Ignacio la palabra “carne” o “sangre” y solo aquí la utiliza en sentido simbólico. En este caso el contexto es muy claro. Se sabe también por fuentes literarias que los docetas negaban la realidad de la carne del Señor, por tanto es ilógico pensar que cuando San Ignacio luego de condenar su doctrina, entienda al igual que ellos la carne en sentido simbólico, porque en este sentido no la negaban los docetas.
    La Didaché o doctrina de los doce apóstoles (60-160 d.C)
     
    Considerado uno de los más antiguos escritos cristianos no-canónicos, considerado incluso por mucho tiempo anterior a muchos escritos del Nuevo Testamento. Es recientemente cuando estudios recientes señalan una posible fecha de composición posterior no más allá del 160 d.C.  Es un excelente testimonio del pensamiento de la Iglesia primitiva.
    La Didaché es muy tajante al afirmar que no todos pueden participar en la Eucaristía, ya que no se puede “dar lo santo a los perros”. Antes de participar exige confesar los pecados para que el sacrificio sea puro. Es un testimonio claro también de que la Iglesia primitiva ya reconocía en la Eucaristía el sacrificio sin mancha y perfecto presentado al Padre en Malaquías 1,11: “Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot  
    Didaché C.9s (KLAUSER, 23ss; Ruiz Bueno, 86ss)
    Pero que nadie coma ni beba de vuestra Eucaristía sin estar bautizado en el nombre de Jesús; pues de esto dijo el Señor: no deis lo santo a los perros.
    Didaché C.14 (KLAUSER, 28s; Ruiz Bueno, 91)
    En los domingos del Señor, reuníos y partid el pan, y haced gracias, confesando antes vuestros pecados, para que vuestro sacrificio sea puro. El que tenga algún disgusto con su amigo, no asista a vuestra reunión hasta haberse reconciliado, a fin de que no se contamine vuestro sacrificio. Pues esto es lo que dijo el Señor: en todo lugar ofrézcanseme sacrificio limpio, porque soy yo Rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones.
     
    San Justino (165 d.C)           
    Mártir de la fe cristiana hacia el año 165 (decapitado), es considerado el mayor apologeta del Siglo II. San Justino mantiene el testimonio unánime de la Iglesia al confesar que la Eucaristía no es un alimento como tantos, sino que es “carne y sangre de aquel Jesús hecho carne”. A pesar de que San Justino tuvo que combatir las acusaciones que se hacían a los cristianos primitivo de comer carnes humanas, y a pesar de que para defenderse de las acusaciones hubiera podido alegar que la Eucaristía era un “símbolo” no lo hace, sino que profesa con absoluta claridad el realismo de que la carne y sangre de Jesucristo son alimento para los cristianos.
    Una de las obras célebres de San Justino es “Diálogo con Trifón”, el cual era un judío de la época. En esta, San Justino vuelve a dejar testimonio de la interpretación que tenía la Iglesia primitiva como el Sacrificio del que hablaba el profeta en Malaquías 1,11, y una interpretación completamente contraria a la perspectiva protestante que niega el carácter sacrificial de la Eucaristía y afirma que la Cena del Señor es un simple recordatorio.
    Un comentario importantísimo para el tema que nos acopia lo hace Jesús Solano en su libro “Textos Eucarísticos Primitivos” donde señala que San Justino con toda claridad excluye la permanencia del pan junto con la carne del Señor rechazando la consubstanciación. El paralelismo de ideas y de frase le lleva a decir que así como Jesucristo tuvo carne y sangre, así el alimento eucarístico tiene la carne y la sangre de Jesús; sin embargo, no dice eso, sino que, cambiando la construcción, escribe que el alimento eucarístico es la carne y sangre de Jesús (transubstanciación). Esta expresión excluye la permanencia del pan y en su sentido obvio indica el cambio, la conversión del pan en la carne del Señor. Lo confirma el empleo que inventa San Justino para la palabra “dar gracias”: hasta él había tenido sentido intransitivo; él la usa en pasiva: “alimento eucaristizado”, que al pie de la letra traduciríamos: “alimento hecho acción de gracias”. Esta pasiva tan dura inventada por San Justino, unida al cambio de construcción que acabamos de señalar, acentúa la nota de un cambio obrado en el alimento ordinario en virtud del cual el pan es ahora carne de Cristo.
     
    San Justino, Apología primera. C.66ss (GOODSPEED, 74ss; QUASTEN, 14-21; MG 6,428s. 432
    66. Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, del cual a ningún otro es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera, y que ha sido purificado con el bautismo para perdón de pecados y para regeneración, y que vive como Cristo enseñó. Porque estas cosas no  las tomamos como pan ordinario ni bebida ordinaria, sino que, así como por el Verbo de Dios, habiéndose encarnado Jesucristo nuestro Salvador, tuvo carne y sangre para nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que el alimento eucaristizado mediante la palabra (verbo) de oración procedente de Él – alimento del que nuestra sangre y nuestra carne se nutren con arreglo a nuestra transformación – es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó. Pues los apóstoles, en los comentarios por ellos compuestos,  llamados evangelios, nos transmitieron lo que así les había sido transmitido: Que Jesús, habiendo tomado el pan y dado gracias, dijo: Haces esto en memoria de mí; éste es mi cuerpo, y que solamente hizo participantes a ellos. Lo cual también en los misterios de Mitra han enseñado a hacerlo los malvados demonios, tomándolo pro imitación. Porque sabéis, o podéis saber, que cuando alguno es iniciado en ellos, se ofrece un pan y un cáliz de agua y se añaden ciertos versos.
    67. Nosotros, por tanto, después de esto recordamos siempre ya para adelante estas cosas entre nosotros; y los que tenemos, socorremos a todos los abandonados, y siempre estamos unidos los unos con los otros. Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos bendecimos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Y el día llamado del sol se tiene una reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en las ciudades o en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o las escrituras de los profetas, mientras el tiempo lo permite. Luego, cuando el lector ha acabado, el que preside exhorta e incita de palabra a la imitación de estas cosas excelsas. Después nos levantamos todos a una y recitamos oraciones; y, como antes dijimos, cuando hemos terminado de orar, se presenta pan y vino y agua, y el que preside eleva, según el poder que en él hay, oraciones e igualmente acciones de gracias, y el pueblo aclama diciendo el Amén. Y se da y hace participante a cada uno de las cosas eucaristizadas, y a los ausentes se les envía por medio de los diáconos.
    Los ricos que quieren, cada uno según su voluntad, dan lo que les parece, y lo que se reúne se pone a disposición del que preside y él socorre a los huérfanos y a als viudad y a los que por enfermedad o por cualquier otra causa se hayan abandonados, y a los encarcelados, y a los peregrinos, y en una palabra, él cuida de cuantos padecen necesidad. Y nos reunimos todos los día del sol, puesto que es el día primero en el cual Dios, cambiando las tinieblas y la materia, creó el mundo, y Jesucristo, nuestro Salvador, en el mismo día resucitó de entre los muertos. Pues un día antes del de Saturno lo crucificaron, y un día después del de Saturno, el cual es el día del sol, se apareció a los apóstoles y discípulos y les enseñó estas cosas que he propuesto a vuestra consideración.
    San Justino, Diálogo con el judío Trifón. C.41 n.2ss (GOODSPEED, 138; QUASTEN: FP f.7 p.7 pg.337s; MG 6,564 B-D
    2. De donde habla Dios, como dije, por Malaquías uno de los doce, acerca de os sacrificios, que entonces eran ofrecidos por vosotros: Mi voluntad no está en vosotros, dice el Señor, y no aceptaré de vuestras manos ofrendas. Porque desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado entre las gentes, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura, pues grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor, pero vosotros lo profanáis 
    3. Ya entonces predice acerca de los sacrificios que en todo lugar le son ofrecidos a Él por nosotros los gentiles, esto es, el pan de la Eucaristía y el cáliz igualmente de la Eucaristía, añadiendo que nosotros glorificamos su nombre, y vosotros, en cambio, lo profanáis.
    San Justino, Diálogo con el judío Trifón. C.116s (GOODSPEED, 223ss; QUASTEN: FP f.7 p.7 pg.10s (en parte nada más); MG 6,744 B. 745 A-C. 748 A)
    116,1. Pero con objeto de explicaros la revelación de Jesucristo el Santo, vuelto a tomar la palabra [de Zacarías] y digo que también aquella revelación se hizo para nosotros que creemos en Cristo, en este Pontífice que fue crucificado…
    3. Pues como aquel Jesús, que es llamado sacerdote por el profeta, apareció llevando vestidos manchados…, así nosotros, los que por el nombre de Jesús como un solo hombre hemos creído en el Dios Hacedor de todas las cosas, habiéndonos despojado, por el nombre de su Hijo primogénito, de los vestidos viejos manchados…, así nosotros, los que por el nombre de Jesús como un solo hombre hemos creído en el Dios hacedor de todas las cosas, habiéndonos despojado, por el nombre de suyo Hijo primogénito, de los vestidos viejos, es decir, de los pecados, inflamados por la palabra de su llamamiento, somos la verdadera raza sacerdotal de Dios; según atestigua el mismo Dios al decir que en todo lugar entre los gentiles hay quienes le ofrecen a él sacrificios agradables y puros [cf. Mal 1,11]
    117,1. Pues de todos los sacrificios por medio de este nombre, los cuales ordenó Jesucristo que se hicieran, a saber, en la Eucaristía del pan y del cáliz, sacrificios que hacen los cristianos en todos los lugares de la tierra, ya que de antemano testifica Dios que le son agradables. En cambio rechaza los que hacéis vosotros, y por medio de aquellos vuestros sacerdotes, diciendo: Y vuestros sacrificios no aceptaré de vuestras manos: pues desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado, dice, entre las gentes, mientras que vosotros lo profanáis [Mal 1,10ss]
     
     
    San Ireneo (130d.C - 202 d.C)
    San Ireneo (obispo y mártir). Fue discípulo de San Policarpo que a su vez fue discípulo del apóstol San Juan. Celebre por su tratado “Contra las Herejías” donde combate las herejías de su tiempo, en especial las de los gnosticos.
    En la teología presentada por San Ireneo sucede los mismo que con San Justino, la certeza de que el pan y vino consagrados son cuerpo y sangre de Cristo es diáfana, y explícitamente afirma que “el cáliz es su propia Sangre” (la de Cristo) y “el pan ya no es pan ordinario sino Eucaristía constituida por dos elementos terreno y celestial” (Comenta Jesús Solano que San Ireneo no se refiere aquí a como está constituida la Eucaristía sino como llega a constituirse: el elemento terreno es “el pan” y el elemento celeste es “la invocación (epiclesis) de Dios”)
    San Ireneo también deja testimonio de que en grupos herejes  también se compartía la fe de la Iglesia de que el pan y vino realmente se convierten en cuerpo y sangre de Cristo, más que a ellos no les puede constar que el pan consagrado por ellos (los herejes) realmente lo sea porque ellos desconocen que Cristo sea el Verbo, hijo del hacedor del mundo. Les exhorta a o cambiar de parecer o dejar de ofrecer dicho sacrificio.
     
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.17 n.5.(HARVEY, 2,197-200; MG 7M1023s).
    Pero dando también a los discípulos el consejo de ofrecer las primitas de sus criaturas a Dios, no como si las necesitase Él, sino para que ellos mismos no sean infructuosos ni ingratos, tomó el pan que es algo de la creación, y dio gracias diciendo: “Este es mi cuerpo”. Y de la misma manera afirmó que el cáliz, que es de nuestra creación terrena, era su sangre; y enseñó la nueva oblación del Nuevo Testamento, la cual, recibiéndola de los apóstoles la Iglesia, ofrece en todo el mundo a Dios, que nos da los alimentos primitas de sus dones en el Nuevo Testamento; acerca de lo cual Malaquías, en los doce profetas [menores], profetizó así: En efecto mío no está hacia vosotros, dice el Señor Omnipotente, y no aceptaré de vuestras manos sacrificio. Porque desde el levante a poniente es glorificado mi nombre entre las gentes y en todo lugar se ofrece incienso a mi nombre, y un sacrificio puro, pues grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor Omnipotente. Significando manifiestamente por esto que el pueblo anterior cesará de ofrecer a Dios; porque en todo lugar se ofrecerá sacrificio a Él, y éste será puro; y su nombre es glorificado entre las gentes.
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.18 n4s ( HARVEY , 2,204-208; para el n.5: HOLL, 61s; MG 7,1027ss).
    4. ¿Cómo, pues, les constará que ese pan, en el que han sido dadas las gracias, es el cuerpo de su Señor, y el cáliz de su sangre, sino dicen que è es Hijo del Hacedor del mundo, esto es, su Verbo, por el cual el leño fructifica, y las fuentes manan, y la tierra da primero tallo, después espiga y finalmente trigo pleno en la espiga?
    5. ¿Y cómo dicen también que la carne se corrompe y no participa de la vida, que es alimentada por el cuerpo y sangre del Señor? Por lo tanto, o cambien de parecer o dejen de ofrecer las cosas dichas. Para nosotros en cambio, la creencia concuerda con la Eucaristía, y la Eucaristía, a su vez, confirma la creencia. Pues le ofrecemos a Él sus propias cosas, proclamando concordemente la comunión y la unión de la carne y del espíritu. Porque así como el pan que es de la tierra, recibiendo la invocación de Dios ya  no es pan ordinario sino Eucaristía, constituida por dos elementos terreno y celestial, así también nuestros cuerpos, recibiendo la Eucaristía, no son corruptibles sino que poseen la esperanza de la resurrección para siempre.
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.33 n.2 (HARVEY, 2,257; MG 7,1073 A-B).
    Y examinará [el discípulo verdaderamente espiritual] verdaderamente la doctrina de Marción, cómo entiende que hay dos dioses, separados entre sí por infinita distancia…¡Y cómo si el Señor es hijo de otro Padre [distinto del Creador], procedía justamente cuando, tomando el pan de esta nuestra creación, confesaba ser su cuerpo, y la mezcla ser cáliz afirmó ser su sangre?
    San Ireneo. Contra las herejías. L.5 c.2 n.2s (HARVEY, 2,318-323; HOLL, 68s; MG 7,1124-1127)
    2. Y son vanos por completo los que desprecian todo el orden divino y niegan la salvación de la carne y desdeñan su regeneración, diciendo que no es capaz de incorruptibilidad. Pero si ésta [la carne] no se salva, entonces ni el Señor nos ha redimido con su sangre, si el cáliz de la Eucaristía es participación de su sangre; ni el pan que partimos es participación de su cuerpo. Porque la sangre no procede sino de las venas y de la carne y de la restante substancia humana, de la cual verdaderamente hecho el Verbo de Dios, nos redimió con su sangre. Como lo dice también su Apóstol: en el cual tenemos por su sangre, redención, la remisión de los pecados.
    Porque somos miembros suyos y alimentados por medio de la creación, y nos brinda la creación, haciendo salir su sol y llover, como quiere, aseguró que aquel cáliz de la creación es su propia sangre, con la cual aumenta nuestra sangre, y reafirmó que aquel pan de la creación es su cuerpo, con el cual incremente nuestros cuerpos.
    3. Cuando, pues, el cáliz mezclado y el que ha llegado a ser pan reciben el Verbo de Dios y se hacen Eucaristía, cuerpo de Cristo, con las cuales la substancia de nuestra carne se aumenta y se va constituyendo, ¿Cómo dicen que la carne no es capaz del don de Dios que es la vida eterna, la carne alimentada con el cuerpo y la sangre del Señor, y hecha miembro de Él?
    Como dice el bienaventurado Apóstol en la carta a los Efesios: Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos; y esto no lo dice de un hombre pneumático [espiritual] e invisible, porque el espíritu no tiene huesos ni carne, sino del organismo verdaderamente humano que consta de carne, nervios y huesos, y el cual se alimenta de su cáliz, que es su sangre, y aumenta con el pan, que es su cuerpo. Y a la manera que el mugrón de la vid metido en la tierra produjo fruto a su tiempo, y el grano de trigo caldo en la tierra y deshecho se levantó multiplicando por el Espíritu de Dios que todo lo contiene; y después por la Sabiduría de Dios llegaron a ser de utilidad para los hombres, y recibiendo la palabra de Dios llegan a ser Eucaristía, que es cuerpo y sangre de Cristo, así también nuestros cuerpos, alimentados con ella y colocados en la tierra y deshechos en ella resucitarán a su tiempo, concediéndoles la resurrección del Verbo de Dios para gloria de Dios Padre.
     
     
    Tertuliano (160d.C - 220 d.C)
    Si bien Tertuliano no es considerado un padre de la Iglesia, sino un apologeta, y al final de su vida cae en herejía abrazando el montanismo, fue muy leído antes de abandonar la Iglesia Católica.
    También considero importante profundizar en los escritos de Tertuliano ya que entre algunos protestantes se manejan fragmentos truncados y fuera de contexto de sus escritos que podrían dar a entender que Tertuliano creía que el pan y vino consagrados no eran cuerpo de Cristo sino “símbolos”.  Un ejemplo de la manipulación de esos textos se encuentra en el sitio anticatólico administrado por Daniel Sapia, en un artículo desarrollado por Guillermo Hernández Agüero. Colocaré la cita utilizada por el Señor Guillermo, y la cita en su contexto colocando en rojo lo que dicho autor omitió colocar:
     
     
    Extracto de un artículo de Daniel Sapia escrito por Guillermo Hernández Aguero:
    "Podemos profundizar más sobre los Padres, pero nuestro tema en este caso es sobre la Santa Cena. Sin embargo hay algunos Padres que nos pueden decir algo sobre nuestro tema: «Cristo, habiendo tomado el pan y habiéndolo distribuido a sus discípulos, lo hizo su cuerpo, al decir: Este es mi cuerpo, a saber, la figura de mi cuerpo» (Tertuliano, contra Marción 4:40) Tertuliano nos da entender que para nada hay una transubstanciación con el pan; al contrario nos enseña de que es simbólico."
    Obsérvense ahora el texto en su contexto:
    Tertuliano, Contra Marciòn L.4 c.40 (Kroymann, 559ss; OEHLER, 2,267s, ML 2,460 A - 462A).
    “...Con gran deseo he deseado comer la pascua con vosotros antes de padecer ¡Oh destructor de la ley que anhelaba observar aun la pascua!, de seguro que le deleitaría por la carne del cordero judío. ¿O es que era él, el que teniendo que ser llevado al sacrificio como una oveja, y que como una oveja ante el que la trasquila, no había de abrir su boca, deseaba realizar la figura de su sangre salvadora? Podía también ser entregado por cualquier extraño para que no dijera yo que también en esto el salmo estaba cumplido: El que come pan conmigo levantará contra mí su pie...Pero esto hubiera sido propio de otro Cristo, no del que realizaba las profecías...
    Habiendo declarado, pues, que Él con grandes ansias había deseado comer la pascua, como suya, pues es indigno que Dios desee algo ajeno, habiendo tomado el pan y distribuido a los discípulos lo hizo su cuerpo diciendo: Este es mi cuerpo, es decir, "figura de mi cuerpo".Pero no hubiera sido figura, sino fuera cuerpo verdadero. Por lo demàs, una cosa vana como es un fantasma no podía contener la figura.
    O si por esto al pan hizo su cuerpo, porque carecìa de cuerpo verdadero, luego debiò entregar por nostros al pan. ¡Hacìa, para la vaciedad de Marción, que fuera cruficificado el pan, y no màs bien al melón que Marción tuvo en vez de corazón?
    No entendiendo que es antigua esta figura del cuerpo de Cristo, que dice por Jeremías: Urgían tramas contra mí, diciendo: Venid, echemos una astilla en su pan, es decir, la cruz en su cuerpo. Así pues, el que ilumina las antiguas figuras, al llamar al pan cuerpo suyo, declaró suficientemente que quiso significar entonces el pan. Y así en la conmemoración del cáliz, constituyendo el testamento sellado con su sangre, confirmó la substancia de su cuerpo. Porque la sangre no puede ser de cuerpo alguno que no sea de carne. Porque si alguna propiedad no carnal del cuerpo se nos opone, ciertamente si no es carnal no tendrá sangre. Así la prueba de la realidad del cuerpo se confirmará por el testimonio de la carne, y la prueba de la realidad de la carne por el testimonio de la sangre. Y para que reconozcas la antigua figura de la sangre en el vino, Isaías dice...Mucho más manifiestamente el Génesis, en la bendición de Judá, de cuya tribu había de provenir el origen de la carne de Cristo, ya entonces bosquejada a Cristo en Judá: Lavará, dijo, en vino su vestido, y en sangre de uvas su manto, significando la estola y el manto la carne y el vino la sangre. Así ahora consagró su sangre en el vino, el que entonces hizo al vino figura de su sangre.....”
     
    Para entender las palabras de Tertuliano, debemos conocer el contexto. Marción negaba que Cristo tuviese cuerpo verdadero. La fuerza del argumento de Tertuliano contra Marcion consistía en que el pan no podía ser cuerpo verdadero de Cristo, si Cristo no hubiera tenido cuerpo verdadero. ¿Cómo podría la Iglesia creer en forma unánime que el pan consagrado era cuerpo de Cristo si Cristo no tenía cuerpo?.  Adicionalmente cuando dice: "El pan hizo su cuerpo" denota un cambio de substancia. La realidad de la Eucaristía y la fe de la Iglesia demostraban la realidad física del cuerpo de Cristo.

    Tertuliano utiliza la expresión figura de su cuerpo para referirse al cuerpo real. Tertuliano habla del pan eucarístico como "figura" del cuerpo de Cristo, porque el verdadero cuerpo de Cristo había sido en el AT anunciado por los profetas bajo la figura del pan, como la verdadera sangre había sido prefigurada en el vino.
    Tertuliano termina más adelante afirmando la realidad del cuerpo de Cristo en la Eucaristía, y hablan de ella como un “sacramento”. Luego veremos otros escritos donde la fe de Tertuliano en la Eucaristía se puede verificar de forma diáfana. Llama la atención especialmente cuando afirma que sufren ansiedad si cae al suelo algo del cáliz o a pan, cosa que no tendría sentido de pensar que son solo símbolos.
     
     
     
    Tertuliano, Contra Marción L.5 c.8 (Kroymann, 597; OEHLER, 2,296, ML 2,489 A).
    “Por lo cual, por el sacramento del pan y del cáliz, ya hemos probado en el evangelio la verdad del cuerpo y la sangre del Señor en contra del fantasma propugnado por Marción...”
    Tertuliano, Sobre la corona C.3 (KROYMANN: CSEL 70 (1942) 158, OEHLER, 1421ss; ml 2,79 A - 80 A)
    El sacramento de la Eucaristìa confiado por el Señor en el tiempo de la cena, y a todos, lo tomamos también en las reuniones de antes del amanecer, y no de la mano de otros sino de las de los que presiden; ... Sufrimos ansiedad si cae al suelo algo de nuestro cáliz o también de nuestro pan.”
    Tertuliano, Sobre la idolatría (C.7 (A. REIFFERSCHEID - G. WISSOWA; CSEL 20,1 (1890)36; OEHLER, 1,74s; ML 1,669 A-B)
    “El celo de la fe hablará llorando en este punto: ¿es posible que un cristiano venga de los ídolos a la Iglesia, del taller del adversario a la casa de Dios; que levante las manos madres de los ìdolos a Dios Padre; que ore con aquellas manos a las cuales afuera se ora contra Dios, y acerque al cuerpo del Señor aquellas manos que conducen los cuerpos a los demonios?...”
    Tertuliano: Acerca de la honestidad. C.9 (G. RAUSCHEN: FP (1915) 53s; OEHLER, 1,810s; ML 2,997 D - 998 C)
    "....`recibe también entonces el primer anillo, con el cual, después de interrogado, sella el compromiso de la fe, y así a continuación es alimentado con las delicias del cuerpo del Señor, a saber con la Eucaristía"
     
    Participando en un foro protestante tuve la oportunidad de conversar con el Web Master del sitio Web anticatólico en cuestión (Daniel Sapia), y le comenté sobre la descontextualización que se había hecho en su sitio de los escritos de Tertuliano. Le mostré este conjunto de textos de Tertuliano que hacen imposible pensar que él apologeta pensara en el pan y vino consagrados como simples símbolos, sin embargo a excepción de un breve comentario en su sitio Web donde se aferra a su postura, e ignora mencionar estos textos, no ha hecho corrección alguna. Esto era de esperar de alguien con tan poca ética, ya que este individuo se ha hecho conocido a raíz de publicar artículos amarillistas acusando al Papa Juan Pablo II de ser la mano de obra del Anticristo, por tanto esto vendría siendo para él, solo una raya más para un tigre.
    Clemente de Alejandría (Mediados del siglo II – antes del 215)
    Nació hacia el año 150, probablemente en Atenas, de padres paganos; después de hacerse cristiano, viajó por el sur de Italia y por Siria y Palestina, en busca de maestros cristianos, hasta que llegó a Alejandría; las enseñanzas de Panteno (jefe de la escuela catequética de Alejandría, en Egipto) hicieron que se quedara allí. Hacia el año 202, la persecución de Septimio Severo le obligó a abandonar Egipto, y se refugió en Capadocia, donde murió poco antes del 215.
    Su conocimiento de los escritos paganos y de la literatura cristiana es notable; según Quasten, en sus obras se encuentran unas 360 citas de los clásicos, 1500 del Antiguo Testamento y 2000 del Nuevo, por tanto es considerado cronológicamente como el primer sabio cristiano .conocedor profundo no sólo de la Sagrada Escritura sino de obras las obras cristianas anteriores a él, e incluso obras de literatura profana. Clemente consideraba el cristianismo la realización más bella y el coronamiento de todos los elementos de verdad dispersos en la filosofía.
    Clemente de Alejandría es testigo de la práctica litúrgica de eucaristizar” según una norma fija de la Iglesia, el pan, y la mezcla de vino y agua, pero combate a los herejes encratitas que eucaristizaban el agua sola. Llama a la Eucaristía “oblación”, afirma fue figurada en el alimento santificado de vino y pan que dio Melquisedec.  Afirma que hay un alimento de pan que es Jesús mismo, y el que come de ese pan no muere. Afirma que Jesús se da también en bebida de imortalidad.
    El texto más oscuro de Clemente sobre la Eucaristía se encuentra en su obra del “Pedagogo”. Afirma aquí que la Eucaristía es  por sí misma vivificante y que da la inmortalidad; el Espíritu es quien produce esta vivificación, y este Espíritu es para Clemente el Espíritu que es la fuerza del Verbo, es decir, la naturaleza divina del Verbo.  Sin embargo, distingue la sangre carnal del Señor con la que nos redimió, de la sangre espiritual (pneumática) “con la que hemos sido ungidos”, y que nos hace partícipes de la incorrupción. Por el contexto se ve que esta “sangre espiritual” es el Espíritu vivificador, y no es que insinúe Clemente la idea de que en la Eucaristía no está la verdadera Sangre del Señor. En segundo lugar, habla Clemente de la Eucaristía como “mezcla de la bebida (vino con agua) y del Verbo. La expresión no dice nada sobre la presencia real del Señor en la Eucaristía, sino que señala las causas que intervienen en la confección de la Eucaristía.   
     
     
     
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.1 c.1 (STAEHLIN, 2, pg5,16-20; MG 8,692 B).
    “Es, pues, necesario que ambos se pruebe a sí mismos: el uno para ver si es digno de decir y dejar comentarios, el otro para ver si es tan justo que pueda escuchar y leer; así como también los que, según es costumbre, reparten la Eucaristía, van permitiendo a cada uno del pueblo tomar la parte correspondiente.”
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.1 c.19(STAEHLIN, 2, 61,26-62,1; MG 8,813 A).
    “Y a los privados de inteligencia recomiendo diciendo, así habla la Sabiduría manifiestamente refiriéndose a los que andan entre las herejías, tomad a hurtadillas gustosamente los panes y la dulce agua robada [Prov 9,16s]; designando con claridad el pan y el agua, no en otras herejías, sino en aquellas que, contra la regla de la Iglesia, emplean pan y agua en la oblación; pues hay también quienes eucaristizan el agua sola [no mezclada con vino]”
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.4 c.25 (STAEHLIN, 2, 319,22-320-1; mg 8,1369 B).
    Pues Salem se interpreta paz, de la cual paz es descrito como rey nuestro Salvador, de quien dice Moisés: Melquicedec, rey de Salem, el sacerdote del Dios Altísimo [Gen 14,18]; éste dio el pan y el vino como alimento santificado en figura [tipo] de la Eucaristía.
    Clemente de Alejandría. ¿Qué rico se salvará?. N.23 )STAEHLIN, 3, 175,11ss; MG 9,628 D)
    Yo [el Salvador] soy tu sustentador, que me he dado a mí mismo [como] pan, del cual quien ha gustado no hace ya más experiencia de la muerte, y que mehe dado a mi mismo [como] bebida de inmortalidad.
     
     
    San Hipólito (murió mártir en el año 235)
    Se desconoce el lugar y fecha de su nacimiento, aunque se sabe fue discípulo de San Ireneo de Lyon. Su gran conocimiento de la filosofía y los misterios griegos, su misma psicología, indica que procedía del Oriente. Hacia el año 212 era presbítero en Roma, donde Origenes—durante su viaje a la capital del Imperio—le oyó pronunciar un sermón.
    Con ocasión del problema de la readmisión en la Iglesia de los que habían apostatado durante alguna persecución, estalló un grave conflicto que le opuso al Papa Calixto, pues Hipólito se mostraba rigorista en este asunto, aunque no negaba que la Iglesia tiene la potestad de perdonar los pecados. Tan fuerte fue el contraste que se separó de la Iglesia y, elegido obispo de Roma por un reducido círculo de partidarios suyos, fue así el primer antipapa de la historia. El cisma se prolongó tras la muerte de Calixto, durante el pontificado de sus sucesores Urbano y Ponciano. Terminó en el año 235, con la persecución de Maximino, que desterró al Papa legítimo (Ponciano) y a Hipólito a las minas de Cerdeña, donde se reconciliaron. Allí los dos renunciaron al pontificado, para facilitar la pacificación de la comunidad romana, que de este modo pudo elegir un nuevo Papa y dar por terminado el cisma. Tanto Ponciano como Hipólito murieron en el año 235. El Papa Fabián hizo trasladar sus cuerpos solemnemente a Roma y son honrados como mártires.
    San Hipólito es tajante en afirmar que se evite con diligencia que el infiel coma de la Eucaristía, ya que “es el cuerpo de Cristo del cual todos los fieles se alimentan y no debe ser despreciado”.
     
     
     
    San Hipólito. Segmentos exegéticos. Gem 38,19 (ACHELIS, 96; fragmento árabe).
    “Después que Judá había estado con ella [cf. Gen 38,16ss], le dio a ella una prenda, a saber: tres cosas, el anillo de sellar, el cordón y el báculo que llevaba él en la mano: éstas eran las prendas de que él había estado con ella. De la misma manera Cristo ha regalado a su Iglesia tres cosas, a saber, su cuerpo, su sangre y el bautismo. Y si Tamar fue salvada por tres cosas, a saber, por el anillo, el cordón y el báculo, así la santa Iglesia por tres cosas, por la profesión de fe, por el cuerpo y por la sangre fue igualmente salvada de la idolatría, y eligió asimismo para sus hijos la salvación de la mundanidad por medio de Cristo: y nosotros recibimos su cuerpo y su sangre, pues Él es la prenda de la vida eterna para todo aquel que con humildad se acerca a Él.”
    San Hipólito. Comentario a Daniel. L.4. n.35 (LEFEVRE, 334; BONWETSCH: GChS 278,11-17; 280,1-4).
    “…Después dice: Después de las sesenta y dos semanas habrán pasado los tiempos…Él hará el Testamento para muchos durante una semana; y en medio de la semana será quitado el sacrificio y la libación sacrificial; y sobre el santuario, una abominación desoladora [cf. Dan 9,26s]. Así, pues, una vez cumplidas las sesenta y dos semanas y una vez venido Cristo y predicado el evangelio en todas partes, cuando los tiempos estarán cumplidos, será dejada una semana, la última,; en la cual aparecerán Elías y Enoc. Y en medio de ella vendrá la abominación desoladora [Dan 9,27], el anticristo, que anunciará al mundo la devastación. Después que él haya venido, será quitado el sacrificio y la libación sacrificial, los cuales son ahora ofrecidos a Dios por las gentes en todas partes [cf. Mal 1,11].
     San Hipólito. Sobre los dos ladrones. (ACHELIS: GChS 211; MG 83,285 A: TEODORETO, Eranistes, diálogo 3)
    “Ambas cosas proporcionó al mundo el cuerpo del Señor, sangre sagrada y agua santa”.
    San Hipólito. Tradición Apostólica (DIX; FUNK, 115s; BOTTE, 66s).
    “Cada fiel procure tomar la Eucaristía, antes que haya probado ninguna otra cosa. Pues si es fiel en tomarla, aunque se le dé veneno mortal, no tendrá [el veneno] poder sobre él. Todos eviten con diligencia que el infiel coma de la Eucaristía o que [lo hagan] los ratones u otro algún animal, [y eviten que] ninguna otra cosa en absoluto caiga en la Eucaristía y [que] (algo) perezca. Es el cuerpo de Cristo, del cual todos los fieles se alimentan, y no debe de ser despreciado…”
     
     
     
    Origenes (185d.C – 254 d.C)
     
    Orígenes fue padre de la Iglesia, teólogo y comentarista bíblico. Vivió en Alejandría hasta el 231, se pasó los últimos 20 años de su vida en Cesarea del Mar, Palestina y viajando por el imperio romano. Fue el mayor maestro de la doctrina cristiana en su época y ejerció una extraordinaria influencia como intérprete de la Biblia. 
     
    Orígenes fue profundamente afectado por el martirio de su padre, Leonides, durante la persecución del emperador Severo en el 201. Completó su educación en Alejandría donde estuvo en contacto con gnósticos valentinianos. Unos años después estuvo bajo la influencia de platonistas alejandrinos como Ammonius Sacas.
     
    Orígenes enseñó que Dios, todopoderoso, providente y salvador, se conoce solo por medio de Jesucristo, tal como fue anunciado por las escrituras judías y testimoniado en el Nuevo Testamento.  Jesucristo pre-existió como la Palabra (Logos) Eterna y es el origen de la creación universal.
     
    Las enseñanzas de Orígenes contienen también muchas especulaciones sobre temas en que la Iglesia de su época no se había definido. Algunas de sus ideas resultaron erróneas a la luz del desarrollo posterior de la doctrina católica.  No por eso se puede negar la validez del resto de sus enseñanzas.
     
    Con respecto a la Eucaristía los escritos de Orígenes van en a misma línea que el resto de los padres. Al igual que Tertuliano muestra preocupación en que el pan y vino consagrados caigan al piso. Afirma que “así como el maná era alimento en enigma, ahora claramente la carne del Verbo de Dios es verdadero alimento, como Él mismo dice: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”. En todos estos casos, Orígenes se refiere al “verdadero alimento” no como pan, sino como “la carne del Verbo de Dios”. Afirma también que recibir el cuerpo indignamente ocasiona ruina para sí mismos y se refiere a la celebración eucarística como “la mesa del cuerpo de Cristo y del cáliz mismo de su sangre”.
     
     
     
    Orígenes. Sobre el Exodo. Homilía 13,3 (W.A. BAEHRENS: GChS 29, Orígenes Werke 6,274; MG 12,391 A-B).
    “Conocéis vosotros, los que soléis asistir a los divinos misterios, cómo cuando recibís el cuerpo del Señor, lo guardáis con toda cautela y veneración, para que no se caiga ni un poco de él, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creéis reos, y rectamente por cierto, si se pierde algo de él por negligencia. Y si empleáis, y con recta razón, tanta cautela para conservar su cuerpo, ¿Cómo juzgáis cosa menos impía haber descuidado su palabra que su cuerpo.”
    Orígenes. Sobre los Números. Homilía 7,2 (BAEHRENS: GChS 30, Origenes Werke 7,39s; MG 12,613 C)
    “Antes, el bautismo estuvo en enigma en la nube y en el mar; ahora la regeneración está claramente en el agua y en el Espíritu Santo. Entonces el maná era alimento en enigma, ahora claramente la carne del Verbo de Dios es verdadero alimento, como Él mismo dice: Mi carne verdaderamente es comida y mi sangre verdaderamente es bebida”
    Orígenes.  Sobre Jeremías. Homilía 19,13 (E. KLOSTERMANN: GChS, Origenes Werke 3,169,30-33: MG 13,489 C. aquí es la homilía 18)
    “…Si subes, pues, con Él para celebrar la pascua, te dará el cáliz del Nuevo testamento; te dará también el pan de la bendición, te concederá su cuerpo y su sangre
    Orígenes. Sobre Ezequiel 7,22 (MG 13,793 B).
    “Y entrarán en ellas [las cosas escogidas del mundo] sin consideración [Ez 7,22 según los LXX; cf. V.20 también según los LXX]…Así ha de decirse que entra sin consideración en las cosas santas de la Iglesia, si uno, después del acto conyugal, indiferente a la impureza que en sí ha contraído, consiente en orar sobre el pan de la Eucaristía, pues este tal profana las cosas santas y lleva a cabo una acción descompuesta.
    Orígenes. Sobre el Salmo 37. Homilía 2,6 (MG 12,1386 D)
    “¿No temes comulgar el cuerpo de Cristo, al acercarte a la Eucaristía como si fueras limpio y  puro, y como puedes huir el juicio de Dios? ¿No recuerdas aquello que está escrito: que por esto hay entre vosotros muchos débiles y enfermos y muchos que mueren?.  ¿Por qué muchos débiles?  Porque no se juzgan a sí mismos, ni se examinan, ni entienden  qué es participar de la Iglesia, ni qué acercarse a tantos y tan eximios sacramentos. Padecen aquello que suelen padecer los que tienen fiebre, cuando se atreven a comer los manjares de los sanos, a saber, que a sí mismos se acarrean la ruina.”
    Orígenes. Contra Celso. L.8. c33 (P. LOETSCHAU: GChS Origenes Werke 2,249,4-9; MG 11,1566 C).
    Y Celso, por esa causa, como hombre que desconoce a Dios, de sus hacimientos de gracias a los demonios; nosotros, por el contrario, dando gracias al Creador de todo, comemos los panes ofrecidos con la acción de gracias y la oración sobre los dones recibido, hechos por la oración un cierto cuerpo santo y santificador de los que se sirven de él con sano propósito.
    Orígenes. Serie de comentarios. 82 (KLOSERMANN: GChS 38, Orígenes Werke 1,194, MG 13,1732 B).
    [Mt 26,23]… Y si puedes entender la mesa espiritual y el alimento espiritual y la cena del Señor, de todo lo cual se había dignado Cristo hacerle participe [a Judas], verás todavía más la grandeza de su maldad, pues que entregó al Salvador, maestro y a la vez alimento de la divina mesa y del cáliz (y esto en el día de la pascua), sin acordarse en los bienes corporales del amor del maestro ni en los espirituales de su doctrina, repartida siempre sin envidia. Como éste son en la Iglesia todos aquellos que ponen asechanzas a sus hermanos, con los cuales frecuentemente estuvieron juntos en la misma mesa del cuerpo de Cristo y en el mismo cáliz de su sangre.
     
     
     
    Sin embargo, comenta Jesús Solano, que Orígenes tiene un texto muy discutido que reproduciremos a continuación, el cual, aunque no es propiamente un texto eucarístico, él emplea la terminología Eucarística en sentido alegórico. Para quien conoce la pasión de Orígenes por relacionar entre sí texto de la Sagrada Escritura y por buscar alegorías en aquel ambiente de “gnosis” en Alejandría, no ofrece ningún serio problema acerca de la ortodoxia de Orígenes el que éste se exprese con semejantes alegorías. Sería injusto para con el escritor y anticientífico deducir el pensamiento eucarístico de Orígenes de uno u otro pasaje y no del conjunto de todos ellos. A pesar de haber tenido Orígenes numerosos adversarios, no hay noticia de que nadie le impugnase por su doctrina eucarística menos pura.
     
     
     
    Orígenes. Serie de comentarios. 85 (KLOSTERMANN, 196s; MG 13,1734 A – 1735 A).
    Este pan que el Dios Verbo confiesa ser su cuerpo, es la palabra que alimenta las almas, palabra procedente del Dios Verbo y pan del pan celestial que ha sido puesto sobre la mesa de la que está escrito: Has preparado delante de mí una mesa a la vista de mis perseguidores. Y esta bebida que el Dios Verbo confiesa ser su sangre, es la palabra que apaga la sed y embriaga prodigiosamente los corazones de los que beben, bebida que está en el cáliz del que se ha escrito: y cuan excelente es tu cáliz que embriaga. Y esta bebida es fruto de la vid verdadera que dice: Yo soy la verdadera vid, y es la sangre de aquella uva que, echada en el lagar de la pasión, produjo esta bebida. Como también el pan es la palabra de Cristo, hecha de aquel trigo que, cayendo en la tierra, dio mucho fruto. Porque no a aquel pan  visible que tenía en las manos decía Dios Verbo su cuerpo, sino a la palabra en cuyo misterio debía ser partido aquel pan; ni a aquella bebida visible decía su sangre, sino a la palabra en cuyo misterio aquella bebida debía ser derramada. Porque cuerpo o sangre del Dios Verbo ¡Que otra cosa puede ser, sino la palabra que alimenta, y la palabra que alegra el corazón?
     
     
    San Cipriano (258 d.C)
     
    San Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey.
     
    De él se conservan una docena de opúsculos sobre varios temas del momento y, particularmente, una preciosa colección de 81 cartas, en las que da muestra de su extraordinaria clarividencia y energía en los asuntos referentes a la fe y a la vida de la Iglesia. Más que un hombre de ideas fue sobre todo un hombre de gobierno y de acción. Su doctrina coincide sustancialmente con la de Tertuliano, del que era lector asiduo y a quien consideraba como «maestro».
     
    Uno de los problemas que reclamó su atención fue la actitud que convenía tomar con los que habían cedido durante la persecución accediendo a ofrecer sacrificios a los ídolos. Muchos de ellos quisieron luego volver a la Iglesia, y ser participes de la Eucaristía.
     
    Los textos eucarísticos de San Cipriano son demasiado abundantes para comentarlos todos.
     
     
     
    San Cipriano. Carta 58 N.9 (HARTEL, 665, BAYARD; ML 4,357 A)
    “…armémonos También la diestra con la espada espiritual, para que rechaza con fortaleza los funestos sacrificios, para que, acordándose de la Eucaristía, la [diestra] que recibe el cuerpo del Señor le abrace a él mismo, ella que al poco tiempo ha de recibir  del Señor el premio de las coronas celestiales.”
    San Cipriano. Acerca de los caídos [en idolatría]. C.2 (J. MARTIN, S. Thasci Caccili Cypriani De Lapsis: FP 21 (1930) S; HARTEL: CSEL v.3 p.1 pg.238; ML 4,446 B)
    “…manos esclarecidas, que no estaban hechas sino a obras divinas, resistieron a los sacrificios sacrílegos; las bocas santificadas con los manjares celestiales después del cuerpo y la sangre del Señor rechazaron el contagio de lo profano y los restos de los ídolos”
    San Cipriano. Acerca de los caídos [en idolatría] C.15 (MARTIN, 26, HARTEL, 248; ML 4,478 A-B)
    “Volviendo de los altares del diablo se acercaron a lo santo del Señor con manos sórdidas e infectas por el hedor; eructando casi todavía los mortíferos alimentos de los ídolos, asaltan el cuerpo del Señor con las fauces que exhalan aún su crimen y hieden a funestos contagios, siendo así que sale al paso la Escritura divina, y clama y dice: [Lev 7,20; 1 Cor 10,21; 11,27]…”
     
     
    Firmiliano, Obispo de Cesarea (268 d.C)
     
     
     
    Firmiliano. Extractos Carta 75 n.10.21: HARTEL: CSEL v.3 p.2 p.817s, 823s; ML 3,1165 A. 1171 B – 1172 A)
    “…Por lo demás, cuán gran delito es el de quienes son admitidos o el de quienes admiten a tocar el cuerpo y sangre del Señor, no habiendo lavado sus manchas por el bautismo de la Iglesia ni habiendo depuesto sus pecados, habiendo usurpado temerariamente la comunión, siendo así que está escrito: Quien quiera que comiera el pan o bebiera el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor
     
    Novaciano (mediados del siglo III)
     
    Era hombre erudito e inteligente, formado en la filosofía estoica, profesor de retórica, y con una gran reputación en Roma. Sus adversarios, que son casi nuestra única fuente de información, le dibujan como vanidoso.
     
    Es el primer teólogo romano que escribe en latín con gran elegancia, y a través de sus escritos se refleja un carácter algo parecido al de Tertuliano.
     
    Nos han llegado cuatro de sus obras. Conocemos el nombre de otros siete escritos, y que escribió muchos más. Afortunadamente se conserva el más importante de todos los que escribió, Sobre la Trinidad; en él recoge la doctrina tradicional, tal como la expresaron autores anteriores, pero con una mayor precisión y orden, y también de manera más amplia y completa; lo debió de escribir antes de su ruptura con la Iglesia. Las otras tres obras conservadas tratan de temas morales, expuestos con cierta extensión, y son Sobre los alimentos de los judíos, Sobre los espectáculos y Sobre las ventajas de la castidad.
     
    El  extracto del escrito que reproducimos a continuación, cuestiona lo absurdo de que un cristiano vaya a los espectáculos paganos. Le parece sumamente reprobable la actitud de un cristiano que se atrevió a entrar con la Eucaristía en sitios indignos.
     
     
    Novaciano. Sobre los espectáculos. C.5 (A. BOULANGER, Tertullien, De spectaculis [Seguido de Pseudo-Cyprien- De spectaculis] (Paris 1933) ; HARTEL : CSEL v.3 p.3 pg 8.
    “…atreviéndose a llevar consigo al lupanar lo santo, si hubiera posido, el que apresurándose a ir al espectáculo, despedido del sacrificio del Señor y llevando todavía consigo, como es costumbre, la Eucaristía, llevó este infiel, por entre los cuerpos obscenos de las meretries, el santo cuerpo de Cristo, mereciendo más castigo por este camino que por el placer del espectáculo.
     
    Conclusión
     
    Con esto doy por terminado este pequeño resumen de lo que la Iglesia enseñó durante los primeros 3 siglos, cubrir los primeros 6 siglos sería mucho más extenso pero la evidencia es todavía más abundante. Sugiero profundizar en las obras mencionadas en la Bibliografía para mayor información.
     
    Ahora bien, si Santo Tomás de Aquino vivió del 1225 al 1274 d.C. venir a achacar al santo la invención de la transubstanciación es casi un chiste, Santo Tomás lo que hizo fue, por medio de esta terminología, explicar la conversión del pan y del vino eucarísticos, que sustenta la presencia real de Cristo.  Mucho más absurdo es afirmar tal como lo hace la Iglesia de Dios israelita que los padres ignoraron esta doctrina durante los 6 primeros siglos, siendo que hay tan abundantes referencias históricas. Esto solo puede llamarse aprovecharse de la ignorancia de sus miembros.
     
    Volviendo a Santo Tomás, lo que intenta es responder a una cuestión central en la teología eucarística: ¿Como unir de modo claro la realidad visible significante (el pan y el vino) y la realidad invisible significada (el cuerpo y la sangre de Cristo)? Según Santo Tomás, las dos son preservadas en la enseñanza de la transubstanciación: Por una parte los accidentes del pan y del vino son los símbolos reales que significan la pasión y la resurrección de Cristo: lo que se ve es la realidad significante. Por otra parte lo que es invisible a los sentidos, la conversión del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Cristo, sirve para conducir a los creyentes a la realidad significada, la presencia real de la persona del Salvador.
     
    Sto. Tomás entiende por substancia una cosa o una persona examinada en su ser intrínseco, dotada de una unidad y de una consistencia propias, hecha abstracción de sus cualidades y propiedades diversas. Un hombre, compuesto de muchas sustancias diversas (Sangre, huesos, tejidos...) es siempre una sola substancia. Por tanto Sto. Tomás quiere decir que en la Eucaristía hay un cambio de substancias en el sentido de que el ser intrínseco del pan y del vino, una realidad metafísica, no experimentable por los sentidos e invisible, se convierte en el ser intrínseco del cuerpo y de la sangre de Cristo. El cuerpo de Cristo no puede ser tocado o comido en su especie propia, sino solo en las especies sacramentales que lo ocultan a nuestros ojos y nuestra experiencia sensible.
     
    En resumen, aunque la Iglesia primitiva no utilizó la palabra “Transubstaciación”, creyó lo mismo que esta explica: Que el pan y vino consagrados SON el cuerpo y Sangre del Señor.
     
     
    Bibliografía
    Textos Eucarísticos Primitivos, Tomos I por Jesús Solano, B.A.C.
    Padres apostólicos, por Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.
    Padres apologetas griegos, Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.
    La Eucaristía en Santo Tomás de Aquino, por elescoliasta.org
     
    Las biografías de los padres y apologetas primitivos fueron tomadas de mercaba.org
     
    
     
    Este es uno de los temas mas controversiales entre católicos y protestantes.
    Por un lado, el catolicismo afirma que el sacerdote tiene el poder (aunque es Dios quien hace el milagro) de transformar el pan y el vino de la Eucaristía, mediante unas especiales palabras dichas sobre el altar, en el cuerpo y la sangre REALES de Cristo, substancialmente hablando. Mientras que el cristianismo evangélico afirma que es solo una conmemoración del momento en que Jesús representa el sentido de Su sacrificio expiatorio a Sus discípulos. Y por consiguiente, por ser una "recordación", el resultado es que el pan sigue siendo pan, y el vino sigue siendo vino.
     
     
    Necesidad básica de la Iglesia Católica Romana
     
    Como es sabido, la Iglesia Católica Romana afirma (y decreta) que fuera de ella no hay salvación, ya que ella es la única que posee la plenitud total de medios para alcanzarla.
    "Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica" (LG 8) (CIC N° 811)
    El decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II explicita: "Solamente por medio de la Iglesia Católica de Cristo, que es auxilio general de salvación,  puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación" (CIC N° 816)
    Fuera de la Iglesia no hay salvación. ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la iglesia que es su Cuerpo: El santo Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación (CIC N° 846)
     
    Estas afirmaciones deben ser sustentadas con los hechos. Dicho de otra manera, la Iglesia Católica Romana se ve en la obligación de mostrar que tal cosa es cierta. Por tal motivo, y debido a que se ha autodenominado "administradora de las gracias divinas en la Tierra",  ha diseñado una especie de "requisitos a cumplir" para obtener la tan ansiada salvación eterna del alma. Estos requisitos, obviamente, solo pueden ser cumplidos dentro de la Iglesia Romana, ya que "fuera de ella es imposible encontrarlos" pudiendo nombrar, entre otros, los 7 Sacramentos (ritos), las Indulgencias Parciales y Plenarias, las Misas, la confesión de pecados ante un sacerdote, la Transubstanciación, etc.
    Esta perfecta estrategia produce en el corazón de sus fieles una implícita dependencia espiritual, haciéndoles suponer que creyendo y obedeciendo lo que la Iglesia (Romana) imponga serán agradables a Dios y por consiguiente "merecedores" de su destino celestial.
    Uno de estos requisitos es la Eucaristía, que es (para la Iglesia Romana) literalmente COMER el cuerpo (carne) de Cristo y BEBER Su sangre, substancial y verdaderamente presentes en la hostia, gracias a un rito que ÚNICAMENTE un sacerdote católico está habilitado y autorizado a realizar.
    El mecanismo es sencillo.
    a) La Iglesia Romana enseña a sus fieles que la comunión con Dios se realiza y actualiza comiendo el cuerpo substancialmente real de Cristo, presente en una hostia (víctima).
    b) Como (según enseñan) solo un Sacerdote Católico, a través de un rito especial, puede convertir el pan en el cuerpo real de Cristo, y administrarlo (ofrecerlo)...
    c) ...y como (según enseñan) solo un Sacerdote Católico tiene el "poder" de absolver los pecados en nombre de Dios, requisito indispensable previo para poder comulgar (comer la hostia) en estado de gracia (sin pecado grave)...
        entonces...
    d) Podemos permanecer en comunión con Dios recurriendo SOLAMENTE a la Iglesia Católica Romana (única poseedora de "tales" privilegios).
    La trampa está colocada.
    Si enseñaran, como dice la Biblia, que la Cena del Señor o Eucaristía (que significa "acción de gracias") es solo un RECORDATORIO (como dice el mismo Jesús: "Háganlo en conmemoración mía"), y que la absolución de pecados la da directamente Dios, sin necesaria intervención de ningún mortal, entonces perderían importantes elementos que la Curia Eclesiástica Romana utiliza para mantener sujeta a su feligresía a sus altares.
     
    Declaración de la Iglesia Romana
    En el Catecismo
    En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente" el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Cc. de Trento: DS 1651). "Esta presencia se denomina 'real', no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales', sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente" (MF 39). (CIC N° 1374)
    El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (DS 1642). (CIC N° 1376)
    La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cf Cc. de Trento: DS 1641). (CIC N° 1377)
    El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos  profundamente en señal de adoración al Señor. "La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión" (MF  56). (CIC N° 1378)
    "La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino solo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente" (CIC N° 1381) (subrayado agregado)
    Sólo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor. (CIC N° 1411)
    Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651). (CIC N° 1413)
    (todas las negritas son agregadas)
    Testimonio gráfico (en video)
    «Este ES el cuerpo de Jesús, EL MISMO que nació de Santa María virgen... Felices los invitados al Banquete Celestial.»
    Sacerdote católico celebrando misa
    Haz click AQUI
    para ver en video
    el párrafo anterior declarado
    en medio de una Misa católica
    (Buenos Aires, Argentina)
     
     
    Cánones del Concilio de Trento
    Anatemas (maldiciones) para quien rechace la teoría de la transubstanciación.
    Canon ISi alguno negare, que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre juntamente con el alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consecuencia todo Cristo; sino por el contrario dijere, que solamente está en él como en señal o en figura, o virtualmente; sea anatema (maldito-excomulgado)
    Canon IISi alguno dijere, que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía queda substancia de pan y de vino juntamente con el cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo; y negare aquella admirable y singular conversión de toda la substancia del pan en el cuerpo, y de toda la substancia del vino en la sangre, permaneciendo solamente las especies de pan y vino; conversión que la Iglesia católica propísimamente llama Transubstanciación; sea anatema (maldito-excomulgado)
    Canon IIISi alguno negare, que en el venerable sacramento de la Eucaristía se contiene todo Cristo en cada una de las especies, y divididas estas, en cada una de las partículas de cualquiera de las dos especies; sea anatema (maldito-excomulgado)
    Canon IVSi alguno dijere, que hecha la consagración no está el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo en el admirable sacramento de la Eucaristía, sino solo en el uso, mientras que se recibe, pero no antes, ni después; y que no permanece el verdadero cuerpo del Señor en las hostias o partículas consagradas que se reservan, o quedan después de la comunión; sea anatema (maldito-excomulgado)
    Canon VISi alguno dijere, que en el santo sacramento de la Eucaristía no se debe adorar a Cristo, hijo unigénito de Dios, con el culto de latría, ni aun con el externo; y que por lo mismo, ni se debe venerar con peculiar y festiva celebridad; ni ser conducido solemnemente en procesiones, según el loable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia; o que no se debe exponer públicamente al pueblo para que le adore, y que los que le adoran son idólatras; sea anatema (maldito-excomulgado)
    Canon VIIISi alguno dijere, que Cristo, dado en la Eucaristía, sólo se recibe espiritualmente, y no también sacramental y realmente; sea anatema (maldito-excomulgado)
     
    ¿ Realidad o Fraude ?
    Este alegado poder de los sacerdotes para crear de nuevo sobre los altares católicos al cuerpo de Cristo y luego ofrecerlo a Dios en "el sacrificio de la misa [en el cual] nuestro Señor es inmolado... [y] Cristo perpetúa en una manera incruenta el sacrificio ofrecido en la cruz" es la marca distintiva del catolicismo romano. Por eso es que el catolicismo está separado por una sima insalvable de todas las otras religiones y especialmente del cristianismo evangélico. Lo que tenemos aquí es la realidad más vital y milagrosa o el fraude más diabólico. No puede haber término medio.
    El católico no puede negar de que, según las apariencias, la pretensión de substanciación parece ridícula. No puede detectarse cambio alguno ni en la oblea ni en el vino después que ellos han sido supuestamente transformados, mediante el poder insólito del sacerdote, en el cuerpo y la sangre literales de Cristo. Entonces, ¿cómo se puede estar seguro de que este "milagro" ha ocurrido? Al igual que con muchas otras cosas en el catolicismo, la seguridad viene sólo al aceptar ciegamente cualquier cosa que diga la Iglesia. (Leer en Catecismo N° 1381)
    El "milagro" de la transubstanciación pasa a un segundo plano cuando, se tiene la oportunidad de ver y "adorar" a una hostia sangrante.
    En la foto de la derecha observamos a un sacerdote católico exponiendo una hostia que fue encontrada literalmente "sangrando".
    Lamentablemente, muchos lo creen. Satanás es muy hábil y a veces consigue, de una manera u otra, distraer a las almas del único digno de adorar "en espíritu y en verdad.." (Juan 4:24)
    Se ofrecen algunos versículos bíblicos para apoyar este dogma, pero el católico debe aceptar la interpretación que le da la Iglesia, a pesar de que el sentido común y la exégesis adecuada las rechazarían.
     
    Divino sustento
    Los romanistas saben que para darle jerarquía y validez a sus "tradicionales" doctrinas, nada mejor que incluirle alguna referencia a uno o varios versículos de las Sagradas Escrituras. De esa manera, poseen el recurso de afirmar que la Palabra de Dios avala sus decretos, o lo que es mejor (o peor), dicen que lo suyo es, ni mas ni menos, que respetar la "verdadera" Voluntad Divina. Máxime cuando afirman ser los únicos aptos para interpretar la Palabra de Dios.
    Dice el catecismo católico N° 1384
    "El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: "En verdad en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6,53).
    Al efecto de ser mas general en el basamento escriturario que esgrime la Iglesia Católica, transcribo a continuación el párrafo completo del evangelio según san Juan, citado en parte en el Catecismo:
    "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él." (Juan 6:53-56)
    ¿Que ha querido decir Jesús en la sinagoga de Capernaum? ¿Estaba realmente enseñando que debemos comer Su carne (fibras, músculos dermis) y beber Su sangre (plaquetas, plasma, glóbulos)?
     
     
    ¿ Sentido literal o simbolismo ?
    Al referirse a su inminente crucifixión, Cristo dijo a los judíos en Juan 6: "...el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo... Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (w. 51, 53). El catolicismo toma estas palabras literalmente y culpa al protestantismo por interpretarlas simbólicamente. Cristo también dijo: "Yo soy el pan de vida" (v. 35). ¿Por qué no interpretarlo literalmente allí, haciéndolo una hogaza de pan? ¿Acaso es más necio decir que Cristo es pan que decir que un pedazo de pan es Cristo? La Biblia debe tomarse literalmente siempre que ese sea su significado, pero no cuando signifique una analogía o simbolismo y cuando la atención exagerada a la letra violaría la lógica o las leyes de Dios.
    El salmista dijo.- "Con sus plumas [Dios] te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro" (Salmo 91:4). ¿Debemos imaginarnos que Dios es un pájaro enorme? Cuando Jesús lloró sobre Jerusalén, dijo: " ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!" (Lucas 13:34). Seguramente que no estaba hablando literalmente, aunque se estaba identificando como Aquel de quien Moisés escribió en el Salmo 91.
    Jesús llamó a que la humanidad creyera en él. Le habló a Nicodemo de creer, para que "todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16), y que creyendo en él traería aparejado un nuevo nacimiento. Sin embargo, no quiso decir un nacimiento físico, sino un nacimiento espiritual, un hecho que aun los católicos reconocen. Le prometió dar a la mujer junto al pozo "agua viva" y hasta una "fuente de agua" que salte dentro de ella (Juan 4:10-14), pero seguramente que no quiso decir agua física. Le dijo a los judíos que el que creyera en él, "de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:38), pero tampoco quiso decir un vientre físico ni ríos físicos reales.
    En Juan 6 Jesús dijo: "Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (v. 35). Está claro que no quiso decir que era pan físico ni que los que creyeran en él de ahí en adelante jamás tendrían necesidad de alimento o bebida físicos, sino que nunca tendrían hambre o sed espiritual otra vez. Por supuesto, estaba hablando espiritualmente e ilustrando sus ideas con analogías de cosas familiares a todos. Entonces, ¿por qué deberíamos interpretarlo literalmente momentos más tarde cuando dice que debemos "comer" su cuerpo y su sangre?
    Basado en ese error de interpretación crucial, el católico insiste en que el pan y el vino es literalmente Cristo. Sigamos esto a su conclusión lógica. Si Cristo estaba hablando literalmente acerca de su cuerpo, entonces debe haber estado hablando literalmente cuando dijo: "Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (v. 35). Puesto que los católicos afirman que comen literalmente el cuerpo físico de Cristo, nunca más tendrían que volver a sentir hambre ni sed físicamente, pero es lógico que lo sientan. Sin embargo, si el tener "hambre y sed" son términos espirituales, entonces también debe ser el comer de su cuerpo. Evidentemente, Cristo está diciendo que los que creen en él reciben vida eterna y no tienen que seguir volviendo a él para recibir otra cuota.
    El catolicismo insiste en que los fieles comen el cuerpo y beben la sangre de Cristo con frecuencia. Cuanto más misas se oficien, tanto mejor. No obstante, aun entonces no se puede estar seguro de lograr el cielo sin sufrir en el purgatorio. El canon 904 del Código de Derecho Canónico, dice: "Recordando que la obra de redención se realiza continuamente en el misterio del sacrificio eucarístico, los sacerdotes deben celebrarlo con frecuencia; efectivamente, la celebración diaria se recomienda enfáticamente ..." Sin embargo, la Biblia nos asegura en numerosos versículos que la obra de redención fue consumada una vez para siempre en la cruz y que el sacrificio de Cristo no tiene por qué repetirse jamás.
    Cristo dijo: "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna" (Juan 6:40). Está claro que este creer en Cristo (que él compara a comerlo) es un acto de una vez por todas. No dice que debe hacerse veinte veces, mil veces, una vez por día, o una vez a la semana.
    En el momento que una persona cree en Cristo, dicha persona recibe el perdón de los pecados y la vida eterna como un regalo gratuito de la gracia de Dios. Es evidente que una persona que ha recibido la vida eterna por creer (comer) una vez no necesita repetir ese acto jamás.
    De otra manera la vida eterna tiene un nombre equivocado, puesto que algo que es eterno debe durar para siempre y no necesita renovarse ni reforzarse. Considérense otra vez las palabras de Cristo mencionadas en este mismo capitulo:
     
    "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mi, tiene [posesión presente] vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo." (Juan 6:47-51).
    ¿Dónde fue que Cristo dio su carne? No en la última cena, como enseña el catolicismo, sino en la cruz. De nuevo, el error de interpretación aquí es fatal. Porque si cuando Cristo dijo: "Esto es mi cuerpo... esto es mi sangre" en la última cena, hubiera sido literalmente cierto, entonces se habría sacrificado a si mismo antes de ir a la cruz. Esta es, en realidad, la extraña enseñanza del catolicismo: "Nuestro Salvador en la última cena, la noche que lo traicionaron, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre a fin de poder perpetuar el sacrificio en la cruz a lo largo de los siglos hasta su venida".
    Repetimos: Si Cristo está hablando físicamente de su cuerpo y sangre en Juan 6, entonces los que comen de él nunca morirán físicamente. Pero todos los apóstoles mismos murieron. Si no quiso decir que el comer de él evitaría la muerte física, entonces tampoco se refirió a comerlo físicamente. Es evidente que está hablando en sentido espiritual a lo largo de todo el capítulo, como también en otras partes.
    Lo trágico es que al católico se le impide recibir la vida eterna espiritual que Cristo ofrece por el dogma de que él está hablando en el sentido físico. Roma pretende poder controlar "los méritos que ganó Cristo" y dispensar otra cuota de los mismos cada vez que el católico (según se lo imaginan) ingiere físicamente el cuerpo y la sangre literales de Cristo. La misa debe repetirse interminablemente.
     
    Parábola a las Multitudes
    Cuando Jesús dijo: "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo" (Juan 10.-9), ni siquiera los católicos piensan que eso significa que Cristo es una puerta física a través de la cual uno debe pasar literalmente con su cuerpo físico para ser salvo. Está usando una analogía para ilustrar que al creer en él uno camina a través de una puerta y entra en un nuevo estado de ser espiritual, la vida eterna.
    Cuando Jesús dijo. "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas" (Juan 8:12), no estaba hablando de la luz física sino de la luz espiritual, la cual reciben los que creen en él, en contraste con la tiniebla espiritual en la cual mora el mundo.
     Podrían darse otros ejemplos pero serían superfluos. Jesús llamó continuamente a la humanidad para que creyeran en él. Cualquier cosa que haya dicho acerca del nuevo nacimiento, el agua, las ovejas, el pastor, la semilla, el sembrador, las plantas, el fruto, el pan, o una puerta, tenía la intención de comunicar una verdad espiritual mediante el objeto físico del que hablaba y no había que interpretarlo literalmente. Se nos dice específicamente que cada vez que Jesús hablaba a la multitud, siempre les hablaba en parábolas: "Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba" (Mateo 13:34). En Juan 6, Cristo estaba hablando a la multitud. Por lo tanto, sabemos de que, como siempre, les estaba hablando en parábolas, usando lenguaje figurativo y espiritual, no literal y físico. Por supuesto, hay otras razones por las que sabemos esto.
     
    Otros argumentos convincentes
    Para un judío, el comer sangre era contra la ley, y todavía lo es (Levítico 7:26, 27; 17.10, 11; etc.), y bajo la inspiración del Espíritu Santo los apóstoles también recomendaron encarecidamente a los creyentes gentiles, como algo "necesario", que se abstuvieran "de sangre" (Hechos 15:28, 29). Con toda seguridad entonces, que Cristo no exigiría de un cristiano ni de un judío que literalmente bebiera su sangre física real. Y el comer su cuerpo físico sería canibalismo, un acto que él no aprobaría, y mucho menos recomendaría.
    Está claro que se estaba refiriendo a creer en él e ilustrándolo por el símbolo de comer y beber:
    "Yo soy el pan de vida; el que a mi viene nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás. Mas... aunque me habéis visto, no creéis...
    El que cree en mi, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida... y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo...
    Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna.."

     (Juan 6:35, 36, 47, 48, 51, 53, 54).
    ¿Está diciendo Jesús en realidad de que a fin de recibir vida eterna uno debe literalmente comer y beber su cuerpo y sangre físicos? ¿O está diciendo que debemos creer en él y está usando la analogía de comer y beber para ilustrar la verdad? Dice claramente que el creer otorga vida eterna. No obstante dice que sólo comiéndolo uno puede tener vida. Aquí hay una contradicción irreconciliable, a menos que, como es lógico, comer sea un sinónimo de creer.
    Hay una razón obvia por la que Cristo usó el símbolo de comer. En el Antiguo Testamento los sacerdotes comían el sacrificio: "El sacerdote que la ofreciera por el pecado, la comerá... Todo varón de entre los sacerdotes la comerá" (Levítico 6:26, 29; cf. 6:16, 18; 7:6, 15; etc.). Por lo tanto, Cristo les estaba diciendo a los judíos que él era el cumplimiento de los sacrificios del Antiguo Testamento y que su cuerpo y sangre se darían por los pecados del mundo. También estaba introduciendo el sacerdocio de todos los creyentes. Sólo los sacerdotes comían del sacrificio bajo la ley, pero ahora todos debían participar de él por fe para recibir el don de la vida eterna por la gracia de Dios. Todos debían creer que el Hijo de Dios se había hecho literalmente un hombre de carne y hueso a fin de morir por la humanidad.
    Hay muchas otras razones por las que Cristo no podría haber significado el comer y beber literalmente de su cuerpo y sangre reales. Su sacrificio por el pecado ocurrió sólo una vez. Si hubiera cualquier comer físico, debería haber ocurrido en ese momento. El cuerpo que fue sacrificado y colocado en la tumba, como ya se ha destacado, fue resucitado y glorificado. El cuerpo nuevo de Cristo en el cual él reside ahora a la diestra del Padre en el cielo no tiene sangre y no puede morir. El viejo cuerpo cuya vida estaba en la sangre ya no existe más. Pablo dijo: "Y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así [como era antes de la cruz]" (2 Corintios 5:16). Sugerir que el cuerpo de Cristo antes de la crucifixión ha sido creado de nuevo en los altares católicos para ser ofrecido otra vez por el pecado es una clara contradicción de la Escritura y de la lógica.
    Finalmente, según el relato de Lucas, en lugar de decirse que el vino es la sangre del Señor, Jesús dice que la copa es “el Nuevo Pacto en mi sangre.” Obviamente la copa no es el Nuevo Pacto, sino que lo representa; de igual modo el vino no es la sangre, sino que la representa.
     
    Los Límites de la Realidad
    El católico descansa todo su caso en la apelación de que está interpretando a Cristo literalmente. Esto no es prestar atención exagerada al sentido literal del texto, sino una fantasía que sugiere que cada una de las millones de obleas es el cuerpo físico de Cristo completo, integro y entero previo a la crucifixión, mientras al mismo tiempo Cristo está en el cielo en su cuerpo resucitado. La respuesta que se da es "Pero Dios es omnipotente". Eso es verdad, pero debido a que él es Dios, por su Espíritu, Cristo está en todos lados al mismo tiempo. Pero cuando Cristo se hizo hombre, se sometió voluntariamente a ciertas limitaciones. Un cuerpo físico ocupa espacio y, por lo tanto, sólo puede estar en un lugar al mismo tiempo. En la Biblia nunca se ofrece indicio alguno de que Cristo haya estado corporalmente en más de un lugar al mismo tiempo. Sí, Cristo dijo: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20). Los cristianos creen en esta promesa, pero nadie se imagina que Cristo está físicamente presente en un solo lugar al mismo tiempo en absoluto, porque eso significaría que podría ser visto, pero esto no es así. Sugerir que millones de obleas son cada una el cuerpo físico íntegro y entero de Cristo, es abandonar la realidad y aceptar una fantasía. El lenguaje que Cristo usó en la última cena tampoco da apoyo a la transubstanciación: "El Señor Jesús... tomó pan... y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí" (1 Corintios 11:23-25). Quiere que los cristianos recuerden su muerte en la cruz y que participen del pan y del vino como un recordatorio de la misma. Su lenguaje no contiene ninguna sugerencia de que su sacrificio en la cruz debía repetirse.
    Nótense las palabras: "Esto es mi cuerpo". Jesús no dijo que algún día los pedazos de pan se volverían su cuerpo mediante el alegado poder milagroso de la transubstanciación ejercido por los sacerdotes católicos, sino que el pan, en ese momento era (representaba) su cuerpo. Ninguno podría haber interpretado esa declaración literalmente, porque él estaba sentado allí en su cuerpo físico y sujetando el pan en sus manos. Es evidente que el pan era simbólico.
    Podemos estar seguros que ninguno de los discípulos de Cristo se imaginó que el pan que él sostenía era su cuerpo literal. Que eso pudiera ser su cuerpo literal y al mismo tiempo Cristo pudiera estar allí en su cuerpo literal era imposible. Semejante fantasía no entró en la mente de los presentes y no la inventaron hasta mucho tiempo después. Ciertamente las palabras de Cristo no comunicaron tal cosa, ni nosotros tenemos razón alguna para creer que los discípulos derivaron semejante significado de ellas. Fue el papa Pío III quien hizo del "sacrificio" de la misa un dogma oficial en 1215.
     
    "¡..Se han robado a Jesucristo..!"
    En ciertas circunstancias, para no restarle fuerza a la creencia de la transubstanciación, se debe continuar con la elaboración de salidas que sean consecuentes con la "idea base". Si se afirma que la hostia se convierte en el "Cuerpo y la Sangre REALES de Cristo", y por ende que esa hostia consagrada ES Cristo, pues, cualquier cosa que le suceda a esa hostia... le está sucediendo a Cristo.
    Una noticia publicada en la agencia Zenit, da cuenta del robo sufrido por una persona que llevaba una hostia consagrada en su cartera para serle administrada a un enfermo imposibilitado de salir de su casa. Este delincuente lejos estuvo de sospechar que en realidad se estaba robando al mismísimo Jesucristo...
    "Buenos Aires, 11 de Febrero de 2002. En una nota titulada «Profanación», el arzobispo de Paraná, Estanislao Karlik, denunció que el viernes «una persona, que llevaba la hostia consagrada a un enfermo imposibilitado de salir de su hogar, fue asaltada por un delincuente que le arrebató la cartera con violencia y huyó con su compañero llevándose el Sacramento de la Eucaristía, que constituye el tesoro más grande de la Iglesia, porque contiene al mismo Jesucristo Nuestro Señor»..."
     
    El Redentor de la humanidad iba "en la cartera de la dama...". Esto realmente movería a risa si detrás no hubiera almas en camino de perdición. Sinceramente cuesta entender como hay personas que lo pueden creer, practicar y defender.
     
    "...Esto ES mi sangre..."
    Otro texto sagrado que el católico gusta de proponer como sustento de la teoría de la transubstanciación, es Mateo 26:26-28, haciendo especial hincapié en las palabras de Cristo, donde él mismo "afirma" que lo que está en la copa "ES" Su sangre:
    "Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (Mateo 26:26-28)
    Me ha sucedido personalmente en una comunicación por correo electrónico con un católico que me escribió tratando de explicarme mi equivocación en este tema, dónde no importaron en realidad los abundantes argumentos bíblicos que le cité; él siempre acudía en forma obsesiva a este texto, recordándome que "el mismo Cristo había dicho que lo que había en la copa ERA (no simbolizaba) SU SANGRE". Y me repetía que prefería creerle a Cristo y no a mi particular interpretación de Sus palabras. No hace falta aclarar que esta persona, en realidad se abrazaba a un texto que fácilmente lo conformaba para "sustentar" la enseñanza de su Iglesia, que, obviamente, él QUERÍA CREER... 
    Cristo mismo dijo que lo que había en esa copa era Su sangre, pero lo conveniente para comprender el sentido de las palabras de Jesús es seguir leyendo el Sagrado Texto.  Esta "sangre" es del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de pecados. ¿Que significa esto? Pues, que esta copa representa la sangre (la vida) de Cristo que será derramada (mediante Su muerte en la cruz) por muchos, para la remisión de pecados.
    Al mencionar "la sangre derramada" Cristo no está haciendo referencia al fluido compuesto por glóbulos, plaquetas y plasma, sino que se refiere a SU VIDA ENTREGADA EN LA CRUCIFIXIÓN, simbólicamente representada por el derramamiento de sangre. Por ende, no tendría el menor significado suponer que Cristo está ofreciendo SANGRE REAL en la copa del nuevo pacto. 
     
    ¿ Un Milagro ?
    Los que rechazan la teoría de la transubstanciación son acusados de no creer en milagros. Sí, "para Dios todo es posible" (Mateo 19:26; Marcos 10:27). Sin embargo, aun esta declaración debe definirse por la naturaleza de Dios y de la realidad. Dios no puede volverse un demonio o Satanás, y tampoco puede mentir (Tito 1: 2). Dios tampoco podría volverse el universo, puesto que por su propia naturaleza está separado y es distinto del universo y, por consiguiente, el panteísmo es imposible.
    Asimismo, un milagro debe comprobarse dentro de los límites de la realidad verificable. Una oblea que ha sido "transformada" en el cuerpo y la sangre de Cristo, pero que retiene todas sus cualidades y características originales, carece de lo esencial para considerarse un milagro: que pueda reconocerse y que debido a eso traiga gloria a Dios. Puesto que la oblea y el vino no muestran cambio alguno, el alegado milagro sigue sin verse. Pero un milagro debe ser algo que puede observarse (los cojos andan, los ciegos ven, la tormenta se calma instantáneamente, los muertos vuelven a la vida respondiendo a una orden, etc.), de lo contrario ninguno puede saber que ha ocurrido y, por lo tanto, nadie puede glorificar a Dios por ello.
    Como es lógico, Dios podría hacer que una oblea se transformara en carne humana. Juan el Bautista dijo que "Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras" (Mateo 3:9; Lucas 3:8). Pero si lo hubiera hecho, las piedras que hubiera transformado en seres humanos no habrían continuado mostrando la apariencia de piedras y teniendo todas las cualidades de las piedras. El transformar una oblea en carne y sangre humanas no negaría la naturaleza de Dios ni de la realidad. Pero la transubstanciación no es un milagro de esa clase. La oblea se vuelve el cuerpo de Cristo "bajo la apariencia de una oblea".
    En la Biblia no hay semejante "milagro". La división del mar Rojo para que los israelitas pudieran caminar a través de tierra seca fue una proeza que tanto los judíos como los egipcios observaron y que ambos comprendieron de que había ocurrido por el poder de Dios. Supongamos que ese hubiera sido un "milagro del tipo transubstanciación": el mar Rojo "se abrió" bajo la apariencia de que seguía cerrado y los israelitas lo hubieran cruzado "caminando" en tierra seca "bajo la apariencia" de tenerlo que cruzar nadando. Supongamos que Cristo sanara a un ciego "bajo la apariencia" de que no pudiera ver, o resucitara los muertos "bajo la apariencia" de que no tienen vida. Semejantes suposiciones son ridículas. Sin embargo, esa es exactamente la naturaleza del "milagro de la transubstanciación". Consideremos el milagro del agua convertida en vino en Caná de Galilea. Cuando el maestresala de la fiesta lo probó, le dijo al esposo: "... tú has reservado el buen [mejor] vino hasta ahora" (Juan 2:10). Supongamos en cambio que él hubiera dicho: "Esto no es vino, ¡es agua!". Los sirvientes le responden sinceramente: "No, señor, es vino". La voz del maestresala se eleva del enojo: "¡No se burlen de mí! Esto se parece a agua, tiene gusto a agua, y es agua!". Los sirvientes insisten: "Señor, eso es vino. Jesús transformó milagrosamente el agua en vino para que tenga la apariencia de que sigue siendo agua". En la Biblia no hay esa clase de milagro, y semejante afirmación de parte de Roma es un débil esfuerzo por cubrir algo que evidentemente es irreal.
     
    Juan 6:28-65  IMPERDIBLE 
    Comentario del texto bíblico 
    Si bien la interpretación romanista de la Eucaristía se basa en gran medida en Juan 6, en su contexto este pasaje no está directamente relacionado con ella. De hecho, es notable que el Evangelio de Juan sea el único que omite las palabras de institución de la Eucaristía.

    Juan 6: 28-29
    "Entonces le dijeron [los judíos]: -¿Qué haremos para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: -Esta es la obra de Dios: que Creáis en aquel que él ha enviado."
    Aquí Jesús afirma claramente que Dios no está exigiendo obras como condición para recibir la salvación, excepto la “obra” de creer en Jesucristo, quien fue enviado por el Padre. Esta fe lleva a la salvación y a la vida eterna.

    vv. 30-31"Entonces le dijeron: -¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron [efagon] el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer ." 
    Para poder creer, los judíos exigían un signo o milagro; como, por ejemplo, el milagro del maná que sus ancestros habían recibido en el desierto. Este fue su primer error. Nótese cuidadosamente que fueron los interlocutores de Jesús quienes trajeron al debate el tema del alimento milagroso. La respuesta de Jesús debe interpretarse a la luz de este desafío. 

    vv. 32-33
    "Por tanto Jesús les dijo: -De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo."
    Por tanto” indica la reacción de Jesús ante la exigencia de sus oyentes. Ahora el Señor emplea las propias palabras de ellos para enseñarles con autoridad. Comienza afirmando que el descenso del maná no fue obra de Moisés sino de Dios mismo y acto seguido establece que el verdadero pan que desciende del cielo no es el maná, sino una Persona enviada por el Padre para que el mundo pudiese tener vida a través de ella. El maná que sostuvo al pueblo peregrino y hambriento de Israel y permitió su supervivencia física no fue sino una sombra o tipo del verdadero alimento celestial, es decir Cristo, por medio de quien tenemos vida eterna. 

    vv. 34-36
    "
    Le dijeron: -Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: -Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed Jamás. Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis."
    A pesar de la declaración de Jesús, sus oyentes continúan pensando acerca de comestibles, como una especie de “supermaná”. Por tanto, ahora el Señor se torna más explícito: los judíos no han de esperar simplemente un mejor maná, sino la definitiva salvación de Dios, la cual no se encuentra sino en Cristo. No se trata, como enseña la doctrina de la transubstanciación, que el pan se convierta en Cristo, sino de que Él es como un pan que da vida eterna. La única forma de comer este pan es creer en Jesús, quien por disposición del Padre es Señor y Salvador. Jesús es capaz de llevar a la vida eterna a todo el que cree. 

    vv. 37-40"Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera. Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final."
    Quien descendió del cielo no es otro que Jesús, y por tanto Él es la comida y la bebida de la salvación. Pero como ocurre a menudo en los Evangelios, y particularmente en este de Juan, aquellos que hablan con Jesús no entienden lo que les está diciendo

    vv. 41- 42"Entonces los Judíos murmuraban de él porque Había dicho: "Yo soy el pan que descendió del cielo." Y Decían: -¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He descendido del cielo"? "
    La segunda cosa que los interlocutores de Jesús cuestionan es el origen celestial del Señor. Ellos objetan que lo conocen a él y su familia. Jesús parecía ser uno más de ellos.¿Cómo podrían creer que este hombre había sido enviado directamente por Dios? 

    vv. 43-47"Jesús respondió y les dijo: -No murmuréis más entre vosotros. Nadie puede venir a Mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final. Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna." 
    - Aquí Jesús reafirma su autoridad en términos inequívocos. Solamente por medio de El pueden sus oyentes tener vida eterna. El Señor fundamenta su enseñanza con una cita bíblica (ver Isaías 54:1-3). A continuación, Jesús retoma y elabora lo que les había dicho antes.
    - Como se ha argumentado que Jesús hablaba de comerlo literalmente (en la Eucaristía) sobre la base de que Juan empleó el verbo trögö en lugar del verbo más común esthiö o éfagon , he indicado entre corchetes el verbo empleado en cada referencia a “comer”. El primer verbo (esthion) aparece ocho veces en este pasaje, y el segundo (trögö) cuatro veces. Las cuatro veces que aparece trögö figura con la misma construcción, “ho trögös”, o “el que comiere”. Pero asimismo en cuatro ocasiones (versículos 50, 51 y 53 [dos veces] ) , esthion/éfagon se refiere a comer “la carne del Hijo del hombre”. En consecuencia, ya que ambas expresiones se emplean obviamente como sinónimos, no puede construirse un argumento sobre el empleo de “trögö.” 

    vv. 48-51"Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron [efagon] el Maná en el desierto y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma [fagëi] de él no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come [fagëi] de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne."
    La comparación es directa. Aquellos que, guiados por Moisés, comieron el maná del cielo, de todos modos murieron. En cambio, Jesús ofrece ahora nada menos que vida eterna, y tal vida perdurable solamente puede obtenerse por medio de él. Por esta razón, el maná era un tipo o prefiguración de la realidad que se encuentra solamente en Cristo. Por esta razón él se describe a sí mismo como el pan definitivo, un pan que será dado para la salvación del mundo, como luego dirá el Apóstol, “muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.” Sus oyentes se muestran cada vez más confundidos, por la sencilla razón de que ellos están pensando en que Él habla de comer literalmente la carne de Jesucristo. Su error fue precisamente desconocer el paralelo que Jesús trazaba

    vv. 52–59"Entonces los judíos contendían entre Sí, diciendo: -¿Cómo puede éste darnos a comer [fagein] su carne? Y Jesús les dijo: -De cierto, de cierto os digo que si no coméis [fagëte] la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come [trögön] mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come [trögön] mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come [trögön] también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron [efagon] y murieron, el que come [trögön] de este pan vivirá para siempre. Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm." 
    En lugar de darles más explicaciones, Jesús insiste en lo que ha dicho: El es el pan de vida. Para quienes anhelan vida eterna, su carne es la única verdadera comida y sangre es la única verdadera bebida. 

    vv. 60–63"Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron: -Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en Sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: -¿Esto os escandaliza? ¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son Espíritu y son vida." 
    - Muchos de los oyeron a Jesús, incluidos algunos de sus discípulos, se ofendieron por lo que ellos pensaron que era una enseñanza escandalosa. En lugar de suavizar sus palabras, el Señor plantea otro desafío más: si ellos hallaban esto tan duro que por esa razón rechazaban la oferta de salvación, ¿cuánto más duro habría de ser cuando vieran a Jesús en gloria y se dieran cuenta de lo que habían perdido a causa de la dureza de sus corazones?
    - La clave para entender rectamente las palabras de Jesús ha de hallarse en su declaración sobre el valor del Espíritu y de la carne, y el hecho de que sus palabras son Espíritu y vida. El énfasis está puesto en la necesidad de creer a Jesús y aceptar su salvación. 

    vv. 64-65"Pero hay entre vosotros algunos que no creen. Pues desde el principio Jesús Sabía quiénes eran los que no creían y quién le Había de entregar, y Decía: -Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a Mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre."
    - De nuevo, el tema central del discurso es la necesidad de creer en Jesús, una actitud del corazón de la cual “comer su carne y beber su sangre” no es sino una imagen. Se yerra gravemente si se confunde la imagen con la realidad espiritual que representa.
    - La teología católica romana emplea este pasaje como una de sus evidencias más firmes de su doctrina de la transubstanciación, es decir, que en virtud de las palabras de consagración de un sacerdote, el pan y el vino se convierten, sin variar en su apariencia, en la carne y la sangre (y Trento agrega “alma y divinidad”, sin justificativo bíblico alguno) de nuestro Señor. Con esto ponen la Escritura patas para arriba, pues lo que el Señor estaba enseñando no era que el pan y el vino eucarísticos fuesen a convertirse en El, sino que El era como un pan y un vino que llevan a la vida eterna, a diferencia del maná que no tenía tal poder. 
    Debiera subrayarse enfáticamente en que lo que entendieron los oyentes de Jesús a partir de las palabras de él es por completo irrelevante, ya que ellos obviamente mal interpretaron su enseñanza:
    1. Ellos equivocadamente exigieron una señal como el maná del desierto.
    2. Ellos equivocadamente rechazaron que Jesús viniese del cielo.
    3. Ellos equivocadamente pasaron por alto la exigencia de Jesús de creer en él para alcanzar la vida
      eterna.
    4. Ellos malentendieron la descripción que Jesús hizo de sí mismo como el definitivo pan de Dios,
      pensando erróneamente que se refería a un acto de canibalismo 
     
    Colin Brown ha observado acerca de este texto:
    “Se supone comúnmente que Juan 6 se trata acerca de la Cena del Señor, aunque no hay indicio en el texto mismo de ninguna forma de comida, ya sea litúrgica u otra. A pesar de ello, se lo llama reiteradamente un discurso eucarístico, aunque no hay referencia a la Eucaristía o a la última Cena. Hay, sin embargo, al menos un [caso] prima facie para decir lo inverso. Juan 6 no se trata acerca de la Cena del Señor; más bien, la Cena del Señor se trata de lo que se describe en Juan 6. Tiene que ver con aquel comer y beber que consiste en creer en Cristo (6:35), lo cual es vida eterna (6: 54), y que es descrito en otras palabras como permanecer en él (6:56). El discurso de Juan 6 representa estas actividades como centrales para la fe y para la relación de los hombres con Jesús. Ellas no están confinadas a una comida sacramental. Pertenecen a la esencia misma de las relaciones cotidianas. Al presentar este discurso y omitir una narración de la institución de la Cena del Señor, Juan está en efecto diciendo que el todo de la vida cristiana debiera caracterizarse por este alimentarse de Cristo, y que de esto se trata precisamente la comida sacramental de la Iglesia.”
    (s.v. “Lord’s Supper.” Colin Brown, Ed. New International Dictionary of New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1976, 2:535). 
     
     Conclusión
    Recientemente participé de la ceremonia religiosa católica que se dispensa cuando los niños reciben la "Primera Comunión", en ocasión de recibirla mi sobrina. Durante la misma, la cual presencié con todo respeto, escuché afirmaciones del Sacerdote principal cuando, hablándole a la gente presente y levantando una gran hostia dijo: "Este es Jesús..."; o dirigiéndose a los niños, les recomendaba: "..chicos, cuando lo tenga a Jesús en la boca, pídanle que esta sea la primera comunión de muchas otras..."
    ¿Dónde radica el principal motivo de crítica hacia esta doctrina católica? ¿Es solo por el modo en que se realiza, por la forma? DE NINGUNA MANERA. El tema no pasa por el "estilo", sino por lo que significa para el que la recibe:
    La Biblia enseña que la Cena del Señor o Santa Cena, es un RECORDATORIO de la participación, como Cuerpo de Cristo, de la maravillosa redención obrada por el glorioso sacrificio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
    La Iglesia Católica enseña que recibimos a Cristo a través de comer la hostia. Por ende nos ayuda en nuestra santidad y colabora en nuestro camino hacia la salvación de nuestra alma.
    Esta peligrosa enseñanza (y errónea desde el punto de vista bíblico) hace creer al católico que "incorpora" a Cristo a través de la ingestión de pan o una oblea, extraviándolo del verdadero camino para recobrar la Comunión con Dios Padre, que es el Arrepentimiento, la Conversión y la Fe en Jesucristo como único y suficiente Salvador.
    Y para finalizar, una última reflexión, respecto a lo que dijo el Sacerdote Católico al finalizar la ceremonia. Este Sacerdote dijo: "Queridos hermanos, los invito a volver cada domingo a recibir a Cristo que por su gran humildad se transforma en hostia por amor a nosotros..."
    Pregunto: ¿Recibir a Cristo cada domingo? Está claro que podemos recibir algo solo cuando NO TENEMOS es algo (parece hasta obvio). Significa entonces, según se desprende de las palabras del Sacerdote, que Cristo "abandona" al católico en algún momento de la semana, ya que el domingo debe asistir a misa para volver a recibirlo.. y así sucesivamente a lo largo de toda su vida...
    Esto no solo es anti-bíblico sino que es ilógico. Sin embargo los fieles católicos lo escuchan, lo creen y lo obedecen... Ellos le creen a la Iglesia Católica Romana y eso los conforma para suponer que están cumpliendo con Dios.
    El verdadero Cristiano recibe a Cristo UNA VEZ SOLA en su vida: al momento de reconocerlo como su único y suficiente Salvador, entregándole su corazón y todo su ser. Lo que en la Biblia se denomina "Nacer de Nuevo". Algo que difícilmente haya sucedido a quien supone recibir a Cristo por ingerir una oblea.
     
    Que Dios les bendiga.
     
    ¿QUÉ ES LA TRANSUBSTANCIACIÓN?

    1. Verdadera, real y sustancialmente presente

    Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible -pan y vino-, y eficaz -produce lo que significa-, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.


    ¿Qué quiere decir verdadera?

    Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino plenamente cierta.

    ¿Qué quiere decir realmente?

    Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad objetiva.

    ¿Qué quiere decir sustancialmente?

    Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.

    El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».

    El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ´real´, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ´reales´, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».

    De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.

    2. De la Transubstanciación

    Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

    Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a ésta.

    En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

    Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstan­cia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.

    ¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.

    Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Enseña el Catecismo: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Este es mi Cuerpo, dice. Estas palabras transforman las cosas ofrecidas”.

    Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

    El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».

    3. Omnipotencia de Dios

    El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».

    «Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó ... que los ofrecieran”».

    Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo...». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:

    1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;

    2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;

    3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.

    Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia...».

    Queridos hermanos y hermanas:

    Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.

    Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).
     
     
     
     
     

     


    No podrías menos de caer de hinojos y adorarla.


     
    El alma que recibe la sangre divina quédase hermosa como si se vistiese de traje precioso y recamado de oro. Es esta Sangre tan deslumbradora, tan resplandeciente, que si lograses verla, no podrías menos de caer de hinojos y adorarla.
    Santa María Magdalena de Pazzi



    Su Sangre fluye místicamente del altar para purificarnos.



    El cordero de Dios es inmolado en beneficio nuestro; su Sangre fluye místicamente del altar para purificarnos: brota la Sangre del costado herido del Salvador y recógese en el cáliz.
    San Juan Crisóstomo
    Doctor de la Iglesia







    El sacerdote celabra la Santa Misa in Persona Christi.



    Jesucristo que ha preparado el convite ahí está para presidirle, porque no es el hombre quien transubstancia el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, sino el mismo Jesucristo que fue crucificado por nosotros.
    San Juan Crisóstomo
    Doctor de la Iglesia
    8ª homil in Math.






    Jesucristo quiso quedarse en la tierra también para ser conservado en el sagrario.



    Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no sólo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la Sagrada Comunión, sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestándonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene.
    San Alfonso María de Ligorio
    Doctor de la Iglesia





    En la eucaristía, por la fe, aprendemos a ver la profundidad de la realidad.



    Por otra parte, confluye en ella también el eje que lleva del mundo visible al invisible. En la eucaristía aprendemos a ver la profundidad de la realidad. El pan y el vino se transforman en el Cuerpo y Sangre de Cristo, que se hace presente en su camino pascual hacia el Padre: este movimiento nos introduce, en cuerpo y alma, en el movimiento de toda la creación hacia su plenitud en Dios.
    S.S. Francisco
    Encíclica Lumen Fidei 44


    2013-11-25 08:00:00


    Mi alimento es la carne de Dios, mi bebida es la sangre de Dios. Tal vez dices: Mi pan es común. Pero este pan es pan antes de las palabras sacramentales; cuando se añade la consagración, el pan se hace carne de Cristo. ¿Y cómo puede ser que el pan sea cuerpo de Cristo? Esta consagración ¿con cuáles palabras se realiza y de quien son estas expresiones? Del Señor Jesús. Porque todo lo demás que se dice antes, son palabras del sacerdote. Pero, cuando llega el momento de efectuar el venerable sacramento, el sacerdote ya no pronuncia sus palabras, sino las de Cristo. Luego la palabra de Cristo es la que realiza el sacramento.
    San Ambrosio, Doctor de la Iglesia
    De sacramentis IV, 5,24
    Sobre los oficios de los ministros IV, 4,14



    2013-10-29 08:00:00

    Es el Cuerpo de Cristo y la Sangre de Cristo.



    Lo que parece pan, no es pan; aunque al gusto le parece tal, sino que es el Cuerpo de Cristo, y lo que parece vino, no es vino, aun teniendo el gusto, sino la Sangre de Cristo.
    San Cirilo de Jerusalén, Doctor de la Iglesia
    Cateq 4, 9; PG: 33, 1104






    2013-10-27 08:00:00


    Así como el pan y el vino, recibida la palabra de Dios se hacen Eucaristía, es decir, Cuerpo y Sangre de Cristo, así también nuestros cuerpos, alimentados con la Eucaristía, resucitarán a su debido tiempo para gloria de Dios Padre.
    San Ireneo de Lyon
    Contra los herejes V, 2,3






    2013-10-26 08:00:00


    Sin la potencia del Espíritu Divino, ¿cómo podrían unos labios humanos hacer que el pan y el vino se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor hasta el fin de los tiempos?
    Beato Juan Pablo II
    Carta a los Sacerdotes
    para el Jueves Santo de 1998





                       

     

    Una es la Iglesia Universal.



    Una es la Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie puede salvarse. En ella es a la vez sacerdote y sacrificio Jesucristo, cuyo Cuerpo y Sangre se contienen verdaderamente bajo las especies de pan y de vino en el sacramento del altar, por haberse transubstanciado, en virtud de la divina potencia, el pan en el Cuerpo y el vino en la Sangre.
    Concilio Lateranense IV en 1215




     
     

    Reflexión Diaria




     

    Reflexiones Diarias
    Por Autores

    EL APOSTOLADO

    El Apostolado de la 
    Santa Misa Diaria

    ¿En qué consiste este Apostolado?

    • Asistir y participar en la Santa Misa Diaria, con disposición de atención, oración y aprendizaje.

    • Ir conociendo y dar a conocer el valor de la Santa Misa.

    • Orar para que todos los bautizados jamás falten a la Santa Misa dominical y que poco a poco quieran comprometerse a participar diariamente de este Santo Sacrificio.


    Tener como intenciones especiales:
    • Orar por la venida del Reino de Dios.

    • Orar por el Santo Padre, el Colegio Episcopal y los Sacerdotes.

    • Orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

    • Orar por las almas de los sacerdotes difuntos.

     
     
    La Transubstanciación

     
    "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).

     
    En la Eucaristía "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).

     
    La transubstanciación es un milagro que pasa desapercibido para quien no tiene fe porque después de la consagración, aunque no hay ya substancia de pan ni de vino, si quedan los "accidentes" (color, gusto, cantidad, etc.) de pan y vino. Por eso la Eucaristía tiene la apariencia de pan y vino aunque no lo es.

     
    En el milagro de Lanciano, después de la consagración, no quedaron ni la substancia ni los accidentes de pan y vino. La hostia, que siempre es substancialmente la carne de Cristo, tomó también los accidentes propios de la carne ante los ojos de todos los testigos. Este milagro se mantiene hasta hoy y ha sido ampliamente confirmado por la ciencia.

     
    La transubstanciación ocurre en el momento de la consagración en la Santa Misa, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.

     
    Este dogma se fundamenta en las palabras de Cristo en la Ultima Cena:
    "`Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz, diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros' (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).

     
    San Juan no relata la consagración pero si hace mención de la enseñanza de Jesús que da comer su carne como alimento de vida eterna (cf. Jn 6: 51-58).
    Los cristianos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa aceptan esta doctrina. Los protestantes la rechazan.
     
     
     

    TRANSUBSTANCIACIÓN: Definición, contexto y análisis

    TRANSUBSTANCIACIÓN

    El concilio de Trento llama transubstanciación (del latín transubstantiatio, cambio de substancia) al cambio o «conversión» de la substancia del pan en la substancia del cuerpo de Cristo, y de la substancia del vino en la substancia de la sangre de Cristo (DS 1642). Se trata de una «conversión» singular (es decir, única) y admirable (o sea, misteriosa); por eso se la califica como «el misterio de la fe» por excelencia.
    Jesucristo realiza de muchas maneras su promesa de estar con nosotros «siempre, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Efectivamente, está presente:
    en su cuerpo, el pueblo de Dios, y donde hay dos o tres reunidos en su nombre (~t 28,20); en los diversos sacramentos; en la lectura de la sagrada Escritura y en el anuncio del Evangelio en los pobres y en los que sufren (Mt 25,40) en el ministro de la celebración litúrgica. La presencia eucarística está ligada a todas estas presencias, a pesar de que es totalmente especial, ya que Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está plena y enteramente presente con su cuerpo y con su sangre bajo el signo del pan y del vino. También en las otras formas «eclesiales» de presencia, Cristo actúa realmente: está presente él, vivo y glorioso (y por eso precisamente puede realizar esta multipresencia misteriosa de sí mismo). Pero el modo de presencia eucarística es verdaderamente sublime, mucho más grande y misterioso que los demás. En efecto, aquí Cristo entero está presente con su divinidad y su humanidad, y por tanto también con su cuerpo y con su sangre: es una presencia real y substancial.
    Según la narración de los sinópticos y de Pablo, Jesús tomó el pan y el vino y, dándoselo a los suyos, les dijo: «Esto es mi cuerpo… esto es mi sangre». Para que estas expresiones sean verdaderas, hay que admitir que el pan ya no es simplemente pan y que el vino no es va simplemente vino. Las palabras han realizado un cambio. Dice san Agustín: «Lo que veis, queridos hermanos, en la mesa del Señor es pan y vino, pero este pan y este vino, al añadírseles la palabra, se convierten en cuerpo y sangre de Cristo. Si quitas la palabra, es pan y vino añades la palabra, y ya son otra cosa. Y esta otra cosa es el cuerpo y la sangre de Cristo.
    Quita la palabra, y es pan y vino; añade la palabra, y se hace sacramento. A todo esto decís: ¡Amén! Decir amén es suscribirlo. Amén significa II es verdadero” » (Sermo 6,3). Cambia entonces la «substancia», es decir, la realidad concreta y natural del pan y del vino, tal como la intuyen inmediatamente la experiencia humana común y necesaria, válida para todos los hombres y en todos los tiempos. Puesto que el pan se nos manifiesta como una realidad distinta de las demás y dotada de propiedades características, debe haber una razón objetiva para esto, es decir, tiene que haber algo que constituya la «naturaleza», el ser propio del pan, que lo distinga de todo lo que no es pan. Lo mismo hay que decir del vino. Desde el punto de vista físico y químico, el pan y el vino, después de la consagración, con lo mismo que antes; permanecen las «especies” de pan y de vino, que son el signo sacramental. El cambio se refiere al plano ontológico, no experimental, y tan sólo la fe puede decir que ha tenido lugar.
    En efecto, la presencia de Cristo es una presencia «espiritual”, o sea, que ha sido hecha posible en toda su realidad por el Espíritu Santo mediante el gesto de la Iglesia, reunida en el acto de «re-presentar» al Padre la ofrenda del Hijo mediante el ministerio sacerdotal.
    La presencia de las «especies» no debe engañarnos, como si Jesús estuviera escondido en ellas como con una especie de velo, es decir, contenido en ellas como en una vasija. Cristo no está «en» el pan, ni «con» el pan, como pensaron algunos teólogos. La substancia del pan y del vino no están ya después de la consagración, porque ha habido una transubstanciación. A diferencia de los demás sacramentos, que existen solamente en el acto transitorio de su administración al sujeto que los recibe, la eucaristía está constituida por la consagración solamente, aun antes de ser recibida. Los otros sacramentos dan la gracia, mientras que la eucaristía contiene al Señor mismo, autor de la gracia.
    La eucaristía sigue existiendo mientras subsisten las especies, cuya descomposición lleva consigo el cese de la presencia real de Cristo. No se necesita una cantidad considerable de pan y de vino para recibir realmente a Cristo además, «el que come de él, no lo parte, ni lo separa, ni lo divide; lo recibe intacto. Sea uno, o sean mil, todos lo reciben igualmente nunca se consume (…). Cristo está tanto en una parte como en el todo. Sólo se divide el signo, sin tocar la substancial no se disminuye nada de su persona» (Secuencia de la solemnidad del día del Corpus).
    Cristo está presente todo él bajo cada una de las especies: ahora está glorioso, su cuerpo y su sangre no pueden va separarse realmente, Entonces, la consagración del pan, por obra de las palabras, es signo eficaz solamente del cuerpo del Señor pero al ser ahora el cuerpo inseparable de su sangre, con el cuerpo está también presente la sangre «por concomitancia»’ lo mismo ocurre con la especie del vino, donde está presente la sangre en virtud de las palabras, y el cuerpo por concomitancia. Y en las dos especies está presente Cristo con su alma, inseparable del cuerpo, y con su divinidad, unida para siempre a la humanidad.
    Por eso se le rinde a la eucaristía el culto de adoración, estando presente el Señor desde la consagración hasta que dejan de perdurar las especies, incluso después de acabada la misa, cuando se reserva la eucaristía sobre todo para la comunión a los enfermos y para el viático.

    Bibl.: E. Gutwenger. Transubstanciación. en SM, VI, 707-713; J, Ratzinger – W Beinert, TrnllSubstnncinciÓl1 y eucaristía, San Pablo, Madrid 1970; E. Schiillebeeckx, La presellcia de Cristo en la eucaristía, Madrid 1971: M Gesteira, La eucaristía,
     
    El Concilio de Trento. CAP. IV.Enseña respecto de la Transubstanciación.

    Mas
    por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan, ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa Iglesia católica.
    A este respecto también dice el Catecismo oficial de la Iglesia Católica.
    1412 Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena: “Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros…Este es el cáliz de mi Sangre…”

    1413 Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651).

    Por lo anterior, podemos definir transubstanciación como la conversión total de la hostia y del vino en cuerpo, sangre, alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo. A pesar de que el pan y el vino siguen conservando su aspecto y sabor originales, son realmente Cuerpo y Sangre del Señor ocultos bajo la apariencia de pan y vino.
    Ahora hablemos de “consubstanciación”. El manual de teología Luterana del profesor Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero explica:
    Nuestro catecismo nos dice acerca del Sacramento del Altar: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y vino.” Luego confesamos que en la Santa Cena el cuerpo y la sangre del Señor se comen y se beben bajo el pan y vino. En consecuencia, en la Santa Cena todavía están presentes pan y vino. Confesamos esto en oposición a la falsa doctrina de la Iglesia Católica Romana. El Papa y sus seguidores enseñan que en la Santa Cena el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo de modo que después que el sacerdote haya bendecido las cosas terrenales, ya no existan pan y vino, sino solamente el cuerpo y la sangre de Cristo. Contrario a esto nos enseña la Escritura que en la Santa Cena comemos también pan y bebemos vino. 1 Corintios 11:26-28;10:16. Así el pan en la Santa Cena es todavía pan, y el vino todavía es vino. Pero al comer el pan en la Santa Cena, al mismo tiempo comemos el verdadero cuerpo del Señor. Y al beber el vino en la Santa Cena, al mismo tiempo bebemos la verdadera sangre del Señor. Así de acuerdo a las claras palabras de Dios la Santa Cena es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y el vino.En resumen, aunque ambas posturas, tanto católica como luterana afirman que la Eucaristía es verdadero Cuerpo y Sangre del Señor, difieren, en la Iglesia Católica afirmamos que el pan y vino son ahora cuerpo y sangre de Cristo ocultos bajo las especies de pan y vino, y los luteranos afirman que son Cuerpo y Sangre de Cristo pero todavía, pan y vino.
    Los protestantes y evangélicos por el contrario, tienen una posición muy diferente tanto a la católica como a la luterana y afirman que Cristo no está presente en la Eucaristía, más el pan es solo pan (no Cuerpo de Cristo) y el vino solo vino (no Sangre de Cristo). El mismo manual luterano mencionado anteriormente lo explica de la siguiente manera:
    Manual de teología Luterana, Prof. Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero, VI.c:

    c. Nuestro catecismo nos dice: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo.” Quiere decir que es el cuerpo real, natural de Cristo y su sangre real y natural¿Por qué enfatiza eso nuestro catecismo? Lo hace a causa de los falsos profetas e iglesias que no quieren creer el misterio de la Santa Cena. Especialmente las iglesias reformadas, las sectas, los metodistas, los pentecostales, de hecho, todas las otras iglesias protestantes fuera de la luterana enseñan así, esas iglesias enseñan que se tiene que tomar las palabras de Cristo figuradamente, no quieren creer que estén realmente presentes el cuerpo y la sangre de Cristo en la Santa Cena y que los que vienen al sacramento realmente coman y beban estas cosas. Es en verdad un misterio maravilloso. No podemos comprenderlo por nuestra razón. Nos parece imposible.
    Transustanciación, presencia realInformación General
    Cristo se reunió con sus discípulos para una Última Cena. Después de rituales solemnes actos hablaba del pan como su cuerpo y el vino como su sangre del nuevo Pacto. En los primeros escritos en cuenta, la de San Pablo a los Corintios, y en Lucas, se registra que los discípulos recibieron instrucciones de seguir el rito en recuerdo de su Señor la muerte. Las interpretaciones del significado de la Eucaristía variar. Algunos escritores cristianos del siglo 2d celebró la Eucaristía que consta de dos realidades, una tierra y un cielo;. En la Edad Media, la doctrina de la transubstanciación se ha desarrollado se ha mantenido la doctrina oficial de la Iglesia Católica Romana. De acuerdo con esta posición, la sustancia, o la realidad interna, del pan y el vino se convierten en la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo, pero los accidentes, o externa cualidades conocidas a través de los sentidos (color, peso, sabor) se mantienen, sin cambios.

    Otras interpretaciones de la Eucaristía se hizo hincapié en la época de la Reforma.
    Protestante posiciones van desde la opinión de consustanciación Luterana, que sostiene que Cristo está presente junto con la realidad sin cambio del pan y del vino, a la interpretación simbólica de la Eucaristía como un simple memorial de la muerte de Cristo (por Zwinglio).   Bibliografía
    Crockett WR, la Eucaristía (1989); GD Kilpatrick, La Eucaristía en la Biblia y la Liturgia (1984); Potencias JM, Teología Eucarística (1967).

    Transubstanciación

    Información General
    Transubstanciación, en la teología cristiana, es el dogma de que en la Eucaristía el pan y el vino para ser administrado a ser, a la consagración, el cuerpo y la sangre de Jesucristo, a pesar de las manifestaciones externas del pan y el vino - forma, color, sabor , y el olor - permanecen. Por lo tanto, frente a otras doctrinas, como la doctrina luterana de que el cuerpo y la sangre de Cristo conviven en y con el pan y el vino, que se mantienen sin cambios. La transubstanciación término fue adoptado en la fraseología de la iglesia en 1215, cuando fue contratado por el IV Concilio de Letrán. El dogma fue reconfirmado (1551) por el Concilio de Trento, de la siguiente manera: "Si alguno dijere que, en el santo sacramento de la Eucaristía, sigue siendo la sustancia del pan y el vino junto con el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesús Cristo, y se niega que maravillosa y singular conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo, y de toda la sustancia del vino en la sangre, las especies del pan y el vino solo restantes, que la conversión de la Iglesia Católica más apropiadamente llama transubstanciación, sea anatema "(Sesión 13, Canon 2). En su encíclica Mysterium Fidei (Misterio de la Fe, 1965), el Papa Pablo VI reafirmó la enseñanza tradicional para corregir las opiniones de algunos teólogos modernos católica romana que el cambio consiste simplemente en una nueva finalidad religiosa ("transfinalización") o la importancia ("transignificación "), lo que resulta en cualquier caso en poco más de una presencia divina simbólico. Transubstanciación es una doctrina no sólo de la iglesia católica romana, sino también de la iglesia ortodoxa. En el Sínodo de Jerusalén (1672), la doctrina fue confirmado como esencial a la fe de toda la iglesia ortodoxa. El dogma fue repudiada por la Iglesia de Inglaterra.

    Transustanciación, presencia real

    Avanzadas de la información
    La referencia en esta frase es la presencia de Cristo en el sacramento de la Sagrada Comunión. En el sentido más general, no es objetable, para todos los cristianos de acuerdo en que Cristo está realmente presente por el Espíritu Santo cuando se reúnan en su nombre. Teológicamente, sin embargo, la palabra "real" indica una forma particular o la comprensión de la presencia en términos de la filosofía realista. En este punto de vista, la sustancia llamada del cuerpo de Cristo es una realidad aparte de sus "accidentes" o específicas manifestaciones físicas. Esta es la sustancia que se supone que se encuentren en o bajo los accidentes del pan y el vino, y en sustitución de (o, como decía Lutero, en relación con) su propia sustancia. Hay, sin embargo, no hay base bíblica para esta interpretación, y en la teología de la Reforma es rechazado y sustituido por una concepción más bíblica de la presencia.  

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    Consustanciación

    Información General
    Consustanciación es una enseñanza para explicar la experiencia cristiana y la convicción de que Cristo está realmente presente con su pueblo en su celebración de la Eucaristía. Consustanciación se desarrolló en el ala Luterana de la Reforma protestante en el siglo 16;. La idea parece propio Martín Lutero en los escritos de la propia palabra se utilizó por primera vez por su joven contemporáneo, Melanchton. Consustanciación se basa en los mismos supuestos filosóficos como la doctrina medieval de la transubstanciación, que se opuso. Ambas doctrinas dependen de la enseñanza de Aristóteles de que la materia se compone de los accidentes, que pueden ser percibidas por los sentidos, y la sustancia, que las capta la mente y que constituye la realidad esencial. Ambos coinciden en que, en la Eucaristía, los accidentes del pan y del vino permanecen sin cambios. A diferencia de la doctrina de la transubstanciación, sin embargo, que de consustanciación afirma que la sustancia del pan y el vino es también sin cambios, el cuerpo de Cristo en todas partes coexisten "en, con y bajo" la sustancia del pan y la sangre de Cristo en , con, y bajo el vino, por el poder de la Palabra de Dios. Lutero consustanciación ilustrado por la analogía del hierro puesto en el fuego: El hierro y el fuego están unidos en el hierro al rojo vivo, y sin embargo las dos sustancias permanecen sin cambios. Charles P. Precio

    Transubstanciación

    Avanzadas de la información
    Transubstanciación es la teoría aceptada por Roma como un dogma en 1215, en un intento de explicar las declaraciones de Cristo: "Este es mi cuerpo" y "Esta es mi sangre" (Marcos 14:22, 24) tal como se aplica al pan y al vino de la Cena del Señor. Se insistió en que el "se" debe tomarse con la más estricta literalidad. Pero a nuestros sentidos el pan y el vino, son a permanecer tal y como fueron incluso cuando consagrada. No es ningún milagro de transformación perceptible. La explicación se encuentra en términos de una distinción entre la sustancia llamados (o la verdadera realidad) y los accidentes (las características específicas, perceptibles). Esta versión sigue siendo, pero el ejemplo anterior, la sustancia del pan y el vino, se transforma en la del cuerpo y la sangre de Cristo. Esto trae consigo muchas consecuencias graves. Si Cristo es substancialmente presente, es natural que los elementos que debe ser adorado. También se puede afirmar que es recibido por todos los que se comunican, ya sea con razón o sin ella para la salvación de la perdición. También se plantea la idea de una inmolación propiciatoria de Cristo por las penas temporales del pecado, con todos los escándalos asociados de las misas privadas. Las debilidades de la teoría son evidentes. No es bíblico. El agudo análisis, ni siquiera explicar las declaraciones dominicales. Contradice la cuenta bíblica de la verdadera presencia de Cristo. No tiene respaldo patrística seguro. Se mantiene o cae con una comprensión filosófica. Se destruye la verdadera naturaleza de un sacramento. Y ciertamente pervierte su uso adecuado y da lugar a supersticiones peligrosas contrarias a la fe evangélica.   Bibliografía
    J Calvin, Institutos 4,18; Cranmer T, la doctrina verdadera y católica de la Cena del Señor; N Dimock, Doctrina de la Cena del Señor; TWH Griffith, Los Principios de Teología,

    La presencia real de Cristo en la Eucaristía

    Información Católica
    En este artículo se tendrá en cuenta: el hecho de la presencia real, que es, en efecto, el dogma central; los varios dogmas aliados agrupados en ello, a saber: Totalidad de la Presencia, Transubstanciación, Permanencia de la Presencia y la Adorableness de la Eucaristía; las especulaciones de la razón, la medida en que la investigación especulativa sobre el misterio de agosto bajo sus diversos aspectos es admisible, y la medida en que es deseable para iluminar por la luz de la filosofía. I. LA PRESENCIA REAL COMO UN HECHO De acuerdo con la enseñanza de la teología puede ser un hecho revelado demostrado únicamente por la recurrencia a las fuentes de la fe, a saber. Escritura y la Tradición, con la que también está ligada al magisterio infalible de la Iglesia. A. Prueba de Escritura Esto puede ser aportado tanto de las palabras de la promesa (Juan 6:26 ss.) Y, especialmente, de las palabras de la institución según consta en el Sinópticos y San Pablo (1 Corintios 11:23 ss.). Las palabras de la promesa (Juan 6) Por los milagros de los panes y los peces y el caminar sobre las aguas, el día anterior, Cristo no sólo prepara a sus oyentes para el discurso sublime que contiene la promesa de la Eucaristía, sino que también demostró a los que poseía, como Dios Todopoderoso- hombre, un poder superior e independiente de las leyes de la naturaleza, y podría, por tanto, proporcionar un alimento sobrenatural, nada, de hecho, que su propia carne y sangre. Este discurso fue pronunciado en Cafarnaúm (Juan 6:26-72), y se divide en dos partes bien diferenciadas, sobre la relación de los exégetas católicos variar de opinión. Nada impide que nuestra interpretación de la primera parte [Juan 6:26-48 (51)] metafórica y comprensión por parte de "pan del cielo" Cristo mismo como objeto de fe, para ser recibido en un sentido figurado como alimento espiritual por boca de fe. Esa explicación figurativa de la segunda parte del discurso (Juan 6:52-72), sin embargo, no es sólo inusual, sino absolutamente imposible, ya que incluso los exegetas protestantes (Delitzsch, Kostlin, Keil, Kahnis, y otros) buena gana. En primer lugar toda la estructura del discurso de la promesa exige una interpretación literal de las palabras: "comer la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre". En efecto, Cristo menciona un alimento tres veces en su discurso, el maná del pasado (Juan 6:31, 32, 49, 59), el pan celestial de la presente (Juan 6:32 sq), y el Pan de la Vida de el futuro (Juan 6:27, 52). Correspondientes a los tres tipos de alimentos y de los tres períodos, hay dispensadores de tantos - Moisés dispensar el maná, la fe del hombre Padre nutritivo en el Hijo de Dios hecho carne, finalmente, Cristo dando su propia carne y sangre. Aunque el maná, un tipo de la Eucaristía, se comía de hecho, con la boca, no podía, por ser un alimento transitorio, evitar la muerte. La comida en segundo lugar, la ofrecida por el Padre Celestial, es el pan del cielo, que le dispensa hic et nunc a los Judios de su alimento espiritual, en la medida en razón de la Encarnación Tiene a su Hijo para que el objeto de su fe. Si, sin embargo, el tercer tipo de alimentos, que Cristo mismo se compromete a dar sólo en el futuro, es una reflexión nueva, diferente de la última comida con nombre de la fe, puede ser otro que su verdadera Carne y la Sangre, para ser realmente comido y bebido en la Sagrada Comunión. Esta es la razón por Cristo era tan listo para usar la expresión realista "para masticar" (Juan 6:54, 56, 58: trogein) cuando se habla de esto, su pan de vida, además de la frase, "comer" (Juan 6:51, 53: phagein). El cardenal Belarmino (De Euchar., I, 3), por otra parte, llama la atención sobre el hecho, y con razón, que si en la mente de Cristo, el maná era una figura de la Eucaristía, tendrá que haber sido algo más que el pan solamente bendecido, lo contrario, el prototipo no sería sustancialmente el tipo excel. Lo mismo puede decirse de las otras figuras de la Eucaristía, como el pan y el vino ofrecido por Melquisedec, los panes de la proposición (paneles propositionis), el cordero pascual. La imposibilidad de una interpretación figurativa se trajo a casa más a la fuerza por un análisis del siguiente texto: "Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros que come mi carne y. bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día de mi carne es verdadera comida:. y mi sangre es verdadera bebida "(Juan 6:54-56). Es cierto que incluso entre los semitas, y en la misma Escritura, la frase, "comer un poco de la propia carne", tiene un sentido figurado, a saber, "para perseguir, a odiar amargamente a alguien". Si, pues, las palabras de Jesús deben ser tomadas en sentido figurado, parece que Cristo había prometido a sus enemigos de la vida eterna y una gloriosa resurrección en recompensa por las lesiones y las persecuciones dirigidas contra él. La otra frase, "beber un poco de nuestra sangre", en la Escritura, sobre todo, no tiene sentido figurado que no sea la de castigo grave (cf. Isaías 49:26; Apocalipsis 16:6), pero, en el presente texto, esta interpretación es tan imposible aquí, como en la frase, "comer carne de alguien". Por lo tanto, comer y beber han de entenderse de la participar real de Cristo en persona, por lo tanto, literalmente. Esta interpretación concuerda perfectamente con la conducta de los oyentes y la actitud de Cristo con respecto a sus dudas y objeciones. Una vez más, el murmullo de los Judios es la más clara evidencia de que habían entendido las palabras anteriores de Jesús literalmente (Juan 6:53). Sin embargo, lejos de repudiar esta construcción como un gran mal entendido, Cristo les repite de una manera más solemne, en Juan (6:54 ss.). En consecuencia, muchos de sus discípulos se escandalizaron y dijeron: "¿Este dicho es difícil, y quién la puede oír" (Juan 6:61), pero en lugar de retraer lo que había dicho, Cristo no les reprochó su falta de fe, aludiendo a su origen sublime y su Ascensión a los cielos futuro. Y sin más preámbulos le permitió a estos discípulos a seguir su camino (Juan 6:62 ss.). Finalmente volvió a sus doce apóstoles con la pregunta: "¿También vosotros queréis marcharos? Entonces Pedro se adelantó y con fe humilde respondió: "?. Señor, ¿a quién vamos a ir tú las palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y sabido, que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios" (Juan 6: 68 ss.). Toda la escena del discurso y las murmuraciones contra él demuestra que la interpretación Zwinglio y Anglicana del pasaje, "El espíritu es el que da vida", etc, en el sentido de restar importancia a las o retractación, es totalmente inadmisible. Porque a pesar de estas palabras los discípulos rompieron su relación con Jesús, mientras que los Doce aceptado con fe sencilla un misterio que aún no entendían. Tampoco dijo Cristo: "Mi carne es espíritu", es decir, debe entenderse en un sentido figurado, pero: "Mis palabras son espíritu y son vida". Hay dos puntos de vista sobre el sentido en que este texto debe ser interpretado. Muchos de los padres declaran que la carne verdadera de Jesús (sarx) no debe ser entendida como separada de su divinidad (spiritus), y por lo tanto no en un sentido caníbal, sino como perteneciente por completo a la economía sobrenatural. La segunda explicación y más científico afirma que la oposición en las Escrituras de "carne y sangre" con "espíritu", el primero siempre significa carnal-mente, la percepción mental de este último iluminada por la fe, por lo que era la intención de Jesús en este pasaje para dar importancia al hecho de que el sublime misterio de la Eucaristía puede ser comprendido a la luz de la fe sobrenatural solo, que no puede ser entendido por la mente carnal, que están agobiados bajo el peso del pecado. En tales circunstancias no es de extrañar que los padres y varios concilios ecuménicos (Éfeso, 431; Nicea, 787), adoptado el sentido literal de las palabras, aunque no se definió dogmáticamente (cf. Concilio de Trento, Ses XXI. , c. i). Si es cierto que algunos teólogos católicos (como Cayetano, Tapper Ruardus, Johann Hessel, y la mayor Jansenio) prefirió la interpretación figurativa, que no era más que por razones de polémica, ya que en su perplejidad imaginaron que de lo contrario las reclamaciones de los husitas y Utraquists protestantes para el participar del cáliz por los laicos no podían ser respondidas por el argumento de la Escritura. (Cf. Patrizi, "De Christo panel vitae", Roma, 1851; Schmitt, "Die Verheissung der Eucarística bei den Vütern", 2 vols, Würzburg, 1900-1903..) Las palabras de la Institución Magna Carta de la Iglesia, sin embargo, son las palabras de la institución: "Esto es mi cuerpo - esto es mi sangre", cuyo significado literal se ha adherido a la interrupción de los primeros tiempos. La presencia real se evidencia, de manera positiva, al mostrar la necesidad del sentido literal de estas palabras, y negativamente, refutando la interpretación figurativa. En cuanto al primero, la existencia misma de los cuatro relatos distintos de la Última Cena, dividido generalmente en el de Pedro (Mateo 26:26 ss;. Marcos 14:22 ss.) Y la doble contabilidad Paulina (Lucas 22:19 sq; 1 Corintios 11:24 sq), favorece la interpretación literal. A pesar de su sorprendente unanimidad en cuanto a lo esencial, la cuenta de Pedro es más simple y más clara, mientras que Paulina es más rica en detalles y más implicados en su cita de las palabras que se refieren al Cáliz. Es natural y justificable esperar que, cuando cuatro narradores diferentes en diferentes países y en diferentes momentos se refieren las palabras de la Institución a diferentes círculos de lectores, la aparición de una cifra inusual de expresión, como, por ejemplo, que el pan es un signo del Cuerpo de Cristo, que, en algún lugar u otro, negarse a sí misma, ya sea en la diferencia de la palabra de establecimiento, o en la expresión inequívoca del significado deseado realmente, o al menos en la incorporación de algunas marcas, como: "Él habló, Sin embargo, el signo de su cuerpo. " Pero en ninguna parte se descubre el más mínimo motivo para una interpretación figurativa. Si, entonces, la interpretación natural, literal eran falsas, el registro de las Escrituras por sí solo tienen que ser considerados como la causa de un error pernicioso en la fe y del delito grave de rendir homenaje a la Divina pan (artolatria) - una suposición poco en armonía con el carácter de los cuatro escritores sagrados o con la inspiración del texto sagrado. Por otra parte, no debemos omitir la importante circunstancia, que uno de los cuatro narradores ha interpretado su propia cuenta, literalmente. Se trata de St. Paul (1 Corintios 11:27 cuadrados), que, en el lenguaje más fuerte, las marcas del destinatario indigno como "culpable del cuerpo y de la sangre del Señor". No puede haber ninguna duda de una grave ofensa contra el mismo Cristo a menos que supongamos que el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo está realmente presente en la Eucaristía. Además, si atendemos sólo a las propias palabras su sentido natural es tan fuerte y claro que Lutero escribió a los cristianos de Estrasburgo en 1524: "Estoy atrapado, no puedo escapar, el texto es demasiado forzada" (De Wette, II, 577). La necesidad del sentido natural no se basa en la suposición absurda de que Cristo no pudo, en general, han recurrido a la utilización de cifras, pero, a la posesión evidente del caso, que la demanda que él no lo hizo, en un asunto de suma importancia, tales recurrir a las metáforas sin sentido y engañosas. Para las cifras mejorar la claridad de expresión sólo cuando el significado figurativo es obvio, ya sea de la naturaleza del caso (por ejemplo, de una referencia a una estatua de Lincoln, diciendo: "Este es Lincoln") o de los usos del lenguaje común ( por ejemplo, en el caso de esta sinécdoque: "Esta copa es el vino"), ahora, ni por la naturaleza del caso ni en el lenguaje común es el pan un símbolo apropiado o posible del cuerpo humano. Si uno fuera a decir de un pedazo de pan: "Este es Napoleón", que no estaría utilizando una figura, pero sin sentido pronunciar. No hay más que un medio de hacer un símbolo de mal llamado clara e inteligible, es decir, por, la solución convencional de antemano qué es lo que significan, como, por ejemplo, si uno dijera: "Vamos a imaginar que estas dos piezas de pan antes de que seamos Sócrates y Platón ". Cristo, sin embargo, en lugar de informar a sus apóstoles que tenía la intención de utilizar una figura, les dijo que más bien lo contrario en el discurso que contiene la promesa: "el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo" ( Juan 6:52), Este lenguaje, por supuesto, podría ser utilizado sólo por un Dios-hombre, de modo que la creencia en la presencia real, implica necesariamente la creencia en la verdadera divinidad de Cristo, las normas precedentes que de establecerse el sentido natural con certeza, aun cuando las palabras de la institución: "Esto es mi cuerpo - esto es mi sangre", se quedó solo, pero en el corpus del texto original (el cuerpo) y sanguis (sangre) son seguidos por importantes adiciones aposicional, el Órgano de ser designado como "entregado por vosotros" y la Sangre "derramada por vosotros [muchos]", por lo que el cuerpo entregado a los Apóstoles, fue el Consejo de sí mismo que fue crucificado el Viernes Santo, y el borracho Cáliz por ellos, la propia sangre misma que fue derramada en la cruz por nuestros pecados, por lo tanto la mencionada frases aposicional directamente excluir toda posibilidad de una interpretación figurativa. Llegamos a la misma conclusión de una consideración de las circunstancias concomitantes, teniendo en cuenta tanto los oyentes y Institutor, los que oyeron las palabras de la institución no se aprendieron racionalistas, poseído por el equipo crítico que les permita, como filólogos y lógicos, para analizar una fraseología oscura y misteriosa, pues eran pescadores sencillos, sin educación, de las filas de la gente ordinaria, que con ingenuidad infantil colgados en las palabras de su Maestro y con profunda fe aceptó todo lo que Él les propone, Esta disposición infantil tenía que tener en cuenta por Cristo, sobre todo en la víspera de su Pasión y Muerte, cuando hizo su testamento y le habló como un padre moribundo a sus hijos profundamente afligido. En un momento de solemnidad terrible, el único modo adecuado de expresión sería aquel que, despojado de figuras ininteligibles, hizo uso de la palabra que corresponde exactamente con el significado que se transportará. Hay que recordar, también, que Cristo como Dios omnisciente-hombre, debe haber previsto el error vergonzoso en el que le habría llevado a sus Apóstoles y su Iglesia mediante la adopción de una inaudita de la metáfora, porque la Iglesia hasta el día de hoy un llamamiento a las palabras de Cristo en su enseñanza y la práctica. Si, pues, que las prácticas de idolatría por la adoración de los meros pan y vino, este delito debe ser puesta a la carga del Dios-hombre mismo. Además de esto, Cristo tuvo la intención de instituir la Eucaristía como sacramento más sagrado, que se celebró solemnemente en la Iglesia hasta el fin del tiempo. Sin embargo, el contenido y los elementos constitutivos de un sacramento tuvo que señalar con claridad como de la terminología que se excluya categóricamente todos los errores en la liturgia y el culto. Como se desprende de las palabras de la consagración del Cáliz, Cristo estableció el Nuevo Testamento en su sangre, al igual que el Antiguo Testamento se había establecido en la sangre de los animales típicos (cf. Éxodo 24:8, Hebreos 09:11 ss. ). Con el verdadero instinto de justicia, los juristas establecer que en todos los puntos discutibles las palabras de un testamento deben ser tomadas en su sentido natural y literal, porque ellos son guiados por la convicción de corregir, de que cada testador en su sano juicio, en la elaboración de su último voluntad y testamento, está profundamente preocupado de tener que hacer en el lenguaje a la vez clara y libre de gravámenes por las metáforas sin sentido. Ahora bien, Cristo, de acuerdo con el literal sentido de su testimonio, nos ha dejado como un precioso legado, no sólo el pan y el vino, pero su Cuerpo y su Sangre. ¿Se justifica, entonces, en contradicción con lo que su rostro y exclamó: "No, este no es su Cuerpo, sino simple pan, la señal de tu cuerpo!" La refutación de la Sacramentarians llamada, un nombre dado por Lutero a los que se oponían a la presencia real, pone en evidencia la manera más clara la imposibilidad de un sentido figurado. Una vez que el sentido literal manifiesto es abandonado, la ocasión se da a interminables controversias sobre el significado de un enigma que Cristo supuestamente ofreció a sus seguidores para la solución. No hubo límites en la controversia en el siglo XVI, ya que en ese momento Christopher Rasperger escribió un libro entero en unos 200 diferentes interpretaciones: "verborum Ducentæ, 'Hoc est corpus meum' interpretationes" (Ingolstadt, 1577). A este respecto debemos limitarnos a un examen de las distorsiones más reciente y conocido ampliamente del sentido literal, que fueron el blanco de burlas amargas de Lutero incluso ya en 1527. El primer grupo de intérpretes, con Zuinglio, descubre una figura en la copula y lo hace: "Esto significa (est = significat) mi cuerpo". Como prueba de esta interpretación, los ejemplos se citan las Escrituras, como: "Las siete vacas hermosas son siete años" (Génesis 41:26), o: "Sara y Agar son los dos pactos" (Gálatas 4:24), Renuncia la cuestión de si el verbo "ser" (esse, einai) de sí mismo nunca puede ser utilizado como la "cópula en una relación figurativa" (Weiss), o expresar la "relación de identidad en una relación metafórica" ​​(Heinrici), que la mayoría de los lógicos negar, los principios fundamentales de la lógica de establecer firmemente esta verdad, que todas las proposiciones se pueden dividir en dos grandes categorías, de las cuales la primera y más completa se denomina una cosa como es en sí misma (por ejemplo, "El hombre es un ser racional"), mientras que el segundo designa una cosa en cuanto que se utiliza como un signo de otra cosa (por ejemplo, "Esta foto es mi padre"). Para determinar si un hablante tiene la intención de la segunda manera de expresión, hay cuatro criterios, cuya concurrencia conjunta solo permitirá que el verbo "ser" para tener el significado de "significar". Abstracción de los tres criterios mencionados anteriormente, que tienen referencia ni a la naturaleza del caso, o para los usos comunes de la jerga, o alguna convención acordada previamente, sigue habiendo una cuarta y última de importancia decisiva, a saber: cuando un sustancia completa se predica de otra sustancia completa, no puede existir ninguna relación lógica de identidad entre ellos, pero sólo la relación de similitud, ya que la primera es una imagen, signo, símbolo, de la otra. Ahora bien, este último criterio-el nombre no es aplicable a los ejemplos de las Escrituras aducidos por los seguidores de Zwinglio, y especialmente en lo que respecta a su interpretación de las palabras de la Institución, porque las palabras no son: "Este pan es mi cuerpo", pero por tiempo indefinido: " Este es mi Cuerpo ". En la historia de la concepción de Zwinglio de la Cena del Señor, ciertas "expresiones sacramentales" (locutiones sacramentales) del Texto Sagrado, considerado como paralelismos de las palabras de la Institución, han atraído una atención considerable. El primero se encuentra en I Cor. 10:04: "Y la roca era [significado] de Cristo", sin embargo, es evidente que, si la roca sujeto se toma en su sentido material, la metáfora, de acuerdo con el cuarto criterio que acabamos de mencionar, es tan evidente como en el análogo frase "Cristo es la vid". Sin embargo, si la roca palabra en este pasaje es despojado de todo lo material, puede ser entendido en un sentido espiritual, porque el mismo Apóstol está hablando de que "espiritual roca" (petra spiritalis), que en la persona de la Palabra de una manera invisible, siempre acompañó a los israelitas en sus viajes y se suministra con una fuente espiritual de las aguas. De acuerdo con esta explicación la cópula aquí mantendría su significado "ser". Un enfoque más cercano a un paralelo con las palabras de la Institución se encuentra aparentemente en la llamada "expresiones sacramentales": "Hoc est meum pactum" (Génesis 17:10), y "est enim Fase Domini" (Éxodo 12:11) . Es bien sabido Zwingli por una hábil manipulación de la última frase logró en un día en ganarse a su interpretación de toda la población católica de Zurich. Y sin embargo, es claro que el paralelismo se puede discernir entre las expresiones mencionadas y las palabras de la institución, sin paralelismo real, porque no es cuestión de asuntos completamente diferentes. Ni siquiera un paralelismo verbal puede ser señalado, ya que en ambos textos del Antiguo Testamento, el tema es una ceremonia (la circuncisión en el primer caso, y el rito del cordero pascual en el segundo), mientras que el predicado implica una mera abstracción ( pacto, la Pascua del Señor). Una consideración más importante es esto, que más de cerca la investigación de la copula se encuentran para mantener su buen sentido del "es" no "significa". Porque así como la circuncisión no sólo significó la naturaleza u objeto de la alianza divina, pero en realidad era tal, por lo que el rito del cordero pascual era realmente la Pascua (fase) o Pascua, en lugar de su mera representación. Es cierto que en ciertos círculos anglicanos que antes era la costumbre de apelar a la supuesta pobreza de la lengua aramea, lo que fue dicho por Cristo en compañía de sus apóstoles, pues se mantuvo que ninguna palabra se puede encontrar en este idioma correspondiente con el concepto "para significar". Sin embargo, aun prescindiendo del hecho de que en la lengua aramea la copula suele ser omitido y que tal omisión no hace por su sentido estricto de "ser", el cardenal Wiseman (Horae Syriacæ, Roma, 1828, pp 3-73 ) logrado en la producción de no menos de cuarenta expresiones siríaco transmitir el significado de "para significar" y por lo tanto efectivamente explotado el mito del limitado vocabulario de la lengua semítica de. Un segundo grupo de Sacramentarians, con Ecolampadio, cambió la diligencia solicitada por la metáfora para el concepto que figura en el corpus predicado, dando a éste el sentido de "signum corporis", por lo que las palabras de la institución iban a ser prestados: "Esta es un [símbolo, imagen, tipo] signo de mi cuerpo ". Esencialmente, coincidiendo con la interpretación Zwinglio, este nuevo significado es igualmente insostenible. En todas las lenguas del mundo la expresión "mi cuerpo" designa natural del cuerpo de una persona, no el mero signo o símbolo de ese órgano. Cierto es que las palabras bíblicas "Cuerpo de Cristo" no es raro que el concepto de "Iglesia", que se llama el Cuerpo místico de Cristo, una figura fácilmente y siempre perceptibles como tales en el texto o el contexto (cf. Col 1: 24). Este sentido místico, sin embargo, es imposible en las palabras de la institución, por la sencilla razón de que Cristo no dio a los Apóstoles su Iglesia para comer, pero su cuerpo, y que "el cuerpo y la sangre", en razón de su asociación real y lógica , no se pueden separar el uno del otro, y por lo tanto son los menos susceptibles de un uso figurado. El caso sería diferente si la lectura fueron: "Este es el pan de mi cuerpo, el vino de mi Sangre". Con el fin de probar por lo menos esto, que el contenido del Cáliz no son más que vino y, en consecuencia, un mero signo de la Sangre, los protestantes recurrir al texto de San Mateo, que relata que Cristo, después de la finalización de la La Ultima Cena, declaró: "No voy a tomar de ahora en adelante de este fruto de la [vitis genimen] vid" (Mateo 26:29). Cabe señalar que San Lucas (22:18 ss.), Que es cronológicamente más exacto, coloca a estas palabras de Cristo antes de su relato de la Institución, y que la verdadera Sangre de Cristo con el derecho de seguir siendo llamado (consagrada ) el vino, por un lado, porque la sangre se participaron de después de la manera en que el vino se bebe y, por otra, porque la sangre sigue existiendo bajo la apariencia exterior del vino. En sus múltiples viajes por el viejo camino de ser golpeado constantemente forzado con la negación de la divinidad de Cristo a abandonar la fe en la Presencia Real, también, la crítica moderna trata de explicar el texto a lo largo de otras líneas. Con total arbitrariedad, dudando de si las palabras de la institución se originó en la boca de Cristo, que traza en St. Paul como su autor, en cuya alma algo ardiente original supuestamente se mezclaron con sus reflexiones subjetivas sobre el valor que se asigna a "Cuerpo" y en la "repetición del banquete eucarístico". A partir de esta fuente de problemas-la cabeza las palabras de la primera institución que se encuentran su camino en el Evangelio de san Lucas y, a continuación, a modo de adición, se tejieron en los textos de San Mateo y San Marcos. Es lógico que la última afirmación no es más que una conjetura totalmente injustificable, que puede ser pasado por alto en forma gratuita, ya que se adelantó. Es, además, esencialmente falso que el valor que se asigna al sacrificio y la repetición de la Cena del Señor son meros reflejos de St. Paul, ya que Cristo adjunta un valor sacrificial de su muerte (cf. Marcos 10:45) y se celebra su Eucaristía Cena en el marco de la Pascua judía, que se tuvo que repetirse cada año. En cuanto a la interpretación de las palabras de la Institución, en la actualidad hay tres explicaciones modernas contendientes por la supremacía - la simbólica, parabólica, y la escatológica. De acuerdo con la interpretación simbólica, corpus se supone que designe a la Iglesia como Cuerpo místico y sanguis el Nuevo Testamento. Ya hemos rechazado este último significado como imposible. Porque es la Iglesia que se come y el Nuevo Testamento que se bebe? San Pablo se marca el participar de la Iglesia y del Nuevo Testamento como un delito atroz cometido contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo? El caso no es mucho mejor en lo que respecta a la interpretación parabólica, que discernir en el derramamiento del vino una parábola simple del derramamiento de la sangre en la Cruz. De nuevo, esto es una explicación puramente arbitraria, una invención, carente de toda base objetiva. Entonces, también, se seguiría de la analogía, que la fracción del pan era una parábola de la matanza del Cuerpo de Cristo, un significado completamente inconcebible. El aumento, ya que estaban fuera de una niebla densa y trabajando para tomar una forma definitiva, la explicación escatológica incompleta sería hacer de la Eucaristía una mera anticipación del futuro banquete celestial. Suponiendo que la verdad de la Presencia Real, esta consideración podría estar abierto a discusión, ya que la participación del pan de los ángeles es en realidad el anticipo de la bienaventuranza eterna y la transformación prevista de la tierra al cielo. Sin embargo, en el sentido de mera anticipación simbólica del cielo y de una la manipulación del sentido de consagrar el pan y el vino escatológico interpretación es diametralmente opuesto al texto y no encuentra la menor apoyo en la vida y el carácter de Cristo. B. Prueba de la Tradición En cuanto a la contundencia del argumento de la tradición, este hecho histórico tiene una importancia decidió, a saber, que el dogma de la Presencia Real se mantuvo, hablando con propiedad, sin ser molestado hasta el momento del hereje Berengario de Tours († 1088), y así que incluso podría reclamar en ese momento la posesión ininterrumpida de diez siglos. En el curso de la historia del dogma surgió en general de tres controversias eucarísticas grandes, la primera de ellas, iniciada por Pascasio Radbertus, en el siglo IX, apenas se extendió más allá de los límites de su audiencia y se trate en sí únicamente con la cuestión filosófica, si el Cuerpo eucarístico de Cristo es idéntica a la natural del cuerpo había en Palestina y ahora tiene en el cielo. Tal identidad numérica podría haber sido negado por Ratramnus, Rabano Mauro, Ratherius, Lanfranco, y otros, ya que incluso hoy en día una verdadera, aunque accidental, la distinción entre los sacramentos y la condición natural del cuerpo de Cristo debe ser rigurosamente mantenido. La primera ocasión de un procedimiento oficial por parte de la Iglesia se le ofreció cuando Berengario de Tours, influenciado por los escritos de Escoto Eriúgena (muerto hacia 884), el primer oponente de la Presencia Real, rechazó tanto la verdad última y la de transubstanciación. Reparó, sin embargo, el escándalo público que había dado por una sincera retractación hecha en presencia del Papa Gregorio VII en un sínodo celebrado en Roma en 1079, y murió reconciliado con la Iglesia. La tercera y la más aguda controversia fue que se abrió por la Reforma en el siglo XVI, en lo que se refiere a los que hay que notar que Lutero era el único entre los reformistas que todavía se aferraban a la vieja doctrina católica, y, aunque sometiéndola a múltiples tergiversaciones, defendió tenazmente la mayoría. Él era diametralmente opuesta por Zwinglio de Zurich, que, como se vio anteriormente, la reducción de la Eucaristía a un símbolo vacío y sin sentido. Después de haber ganado más de sus puntos de vista tales partidarios ambiente contemporáneo Carlstadt, Bucero, y Ecolampadio, que más tarde aseguró aliados influyentes de los Arminianos, menonitas socinianos, y los anglicanos, y aún hoy la concepción racionalista de la doctrina de la Cena del Señor no difieren sustancialmente de la de los seguidores de Zwinglio. Mientras tanto, en Ginebra, Calvino fue hábilmente la búsqueda de lograr un compromiso entre los extremos del literal luterana y la interpretación figurativa Zwinglio, al sugerir en lugar de la presencia sustancial en un caso o de lo meramente simbólico en el otro, un cierto medio , es decir, "dinámico", la presencia, que consiste esencialmente en esto: que en el momento de la recepción, la eficacia del Cuerpo y Sangre de Cristo se comunica desde el cielo a las almas de los predestinados y los alimenta espiritualmente. Gracias a pernicioso y deshonesto doble Melanchton que se ocupan, esta posición atractiva intermediario de Calvino causó tal impresión, incluso en los círculos luteranos que no fue sino hasta la Fórmula de la Concordia en 1577 que el "veneno de cripto-calvinista" fue rechazado con éxito desde el cuerpo de la doctrina luterana. El Concilio de Trento se reunió estos errores ampliamente divergentes de la Reforma con la definición dogmática, que el Dios-hombre es "verdadera, real y substancialmente" presente bajo las especies del pan y del vino, a propósito con intención de oponerse a la severa expresión de Zwinglio signum, a realiter Figura Ecolampadio, y essentialiter a virtus de Calvino (Ses. XIII, can. i). Y esta enseñanza del Concilio de Trento ha sido y es ahora la posición firme de la totalidad de la cristiandad católica. En cuanto a la doctrina de los Padres, no es posible en el presente artículo para multiplicar los textos patrísticos, que se caracterizan por la maravillosa belleza y claridad. Baste decir que, además de la Didajé (IX, X, XIV), los Padres más antiguos, como Ignacio (Ad Smyrn, vii;. Ad Efesios, xx,.... Anuncio Philad, iv), Justin (Apol ., I, lxvi), Ireneo (Adv. Haer, IV, xvii, 5;. IV, xviii, 4, V, ii, 2), Tertuliano (De resucitar carn, viii,... De pudenda, ix; De orat, xix;.. bapt, xvi), y Cipriano (De orat libertad, xviii,.. lapsis, xvi), dan fe sin la menor sombra de un malentendido lo que es la fe de la Iglesia, mientras que la teología patrística posterior lleva testigo de los dogmas en cuanto a que el enfoque de la exageración, como Gregorio de Nisa (catequesis Orat.., XXXVII), Cirilo de Jerusalén (Catech. myst., iv, 2 ss.), y sobre todo el Doctor de la Eucaristía, Crisóstomo [Hom . LXXXII (LXXXIII), en Mateo, 1 ss;.. Hom. xlvi, en Joan, 2 ss;.. Hom. xxiv, en I Corintios, 1 ss;.. Hom. ix, de pœnit, 1], para que se podrán añadir los Padres latinos, Hilario (De Trinit, VIII, iv, 13.) y Ambrosio. (De myst, viii, 49;. ix, 51 sq). En cuanto a los Padres siríacos ver Th. Lamy, "De fide en eucharisticâ volver Syrorum" (Lovaina, 1859). La posición sostenida por San Agustín en la actualidad objeto de una controversia animada, ya que los adversarios de la Iglesia y no mantener la confianza de que está a favor de su lado de la cuestión en la que él era un cabo-y-hacia fuera "simbolista". En opinión de Loofs ("Dogmengeschichte", ed cuarto, Halle, 1906, p. 409.), San Agustín nunca se rinde, la "recepción del verdadero Cuerpo y la Sangre de Cristo", un pensamiento, y este anuncio vista. Harnack (Dogmengeschichte, 3 ª ed., Friburgo, 1897, III, 148) hace hincapié en que declara que San Agustín ", sin duda, fue uno en este sentido con la llamada anterior a la Reforma y con Zwinglio". Contra esta conclusión apresurada y no católicos, en primer lugar, avanzar en el hecho indudable de que Agustín exigía que el culto divino debe ser prestado a la carne eucarística (in Ps. Xxxiii, Enarr., I, 10), y declaró que en la última cena "de Cristo celebró y Él mismo llevaba en sus propias manos "(in Ps. XCVIII, n. 9). Ellos insisten, y con razón, que no es justo para separar este gran Doctor de la enseñanza sobre la Eucaristía a partir de su doctrina del Santo Sacrificio, ya que con claridad y sin lugar a dudas afirma que el verdadero Cuerpo y la Sangre se ofrecen en la Santa Misa La variedad de puntos de vista extremos que acabamos de mencionar requiere que un intento de hacerse en una explicación razonable e imparcial, cuya verificación debe ser buscado y encontrado en el hecho de reconocer que un proceso gradual de evolución tuvo lugar en la mente de San Agustín. Nadie negará que ciertas expresiones se producen en San Agustín como la fuerza realista que los de Tertuliano y Cipriano o de sus amigos íntimos literaria, Ambrosio, Optato de Mileve, Hilario, y Crisóstomo. Por otra parte, no cabe duda de que, debido a la influencia determinante de Orígenes y de la filosofía platónica, que, como es bien sabido, valor que se asigna a la ligera, pero la materia visible y sensible de los fenómenos del mundo, Agustín no se refirió lo que fue debidamente real (res) en el Santísimo Sacramento a la carne de Cristo (caro), pero lo transfirió al principio vivificante (spiritus), es decir, a los efectos producidos por un digno Comunión. Una consecuencia lógica de esto fue que él permitió a caro, como el vehículo y el anti-tipo de cosa no, de hecho un mero valor simbólico, pero en el mejor de un valor transitorio, intermediario, y subordinada (signum), y se coloca la Carne y la Sangre de Cristo , presente bajo las apariencias (figurae) del pan y del vino, también decidió en una oposición a su cuerpo natural, histórico. Desde San Agustín fue un denodado defensor de los datos personales de cooperación y esfuerzo en la obra de la salvación y un enemigo a mera actividad mecánica y rutinaria supersticiosos, omitió insistir en una fe viva en la personalidad real de Jesús en la Eucaristía, y llamó la atención sobre la eficacia espiritual de la carne de Cristo en su lugar. Su visión mental se fijó, no tanto en el ahorro de caro, como en el spiritus, que por sí solo posee un valor. Sin embargo, un punto de inflexión se produjo en su vida. El conflicto con el pelagianismo y la lectura diligente de Crisóstomo le liberó de la esclavitud del platonismo, y desde entonces unido a caro un valor particular, individual independiente de la de spiritus, ir tan lejos, de hecho, como también para mantener firmemente que la Comunión de los niños es absolutamente necesario para la salvación. Si, por otra parte, el lector encuentra en algunas de las dificultades de otros Padres, oscuridades, y una cierta inexactitud de expresión, esto puede explicarse por tres motivos generales: a causa de la paz y la seguridad que hay en su posesión de la verdad de la Iglesia, de donde resultó una cierta falta de precisión en su terminología, debido a la rigurosidad con la que se mantuvo la Disciplina del Secreto, expresamente relacionados con la Sagrada Eucaristía, en la Oriente hasta el final de la quinta, en el oeste hasta la mitad del siglo VI, debido a la preferencia de muchos Padres de la interpretación alegórica de la Escritura, que era especialmente de moda en la Escuela de Alejandría (Clemente de Alejandría, Orígenes, Cirilo), pero que se encuentran un contrapeso saludable en el énfasis puesto en la interpretación literal de la Escuela de Antioquía (Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto). Dado que, sin embargo, el sentido alegórico de los alejandrinos no excluía el literal, sino que supone como base de trabajo, la fraseología realista de Clemente (Paed., I, vi), de Orígenes (Contra Celsum VIII, XIII, 32, Hom . ix, en Levit, x) y de Cirilo (en Mateo, xxvi, xxvii,... Contra Néstor, IV, 5), relativa a la Presencia Real es fácil en cuenta. (Para la solución de las dificultades patrística, vea Pohle, "Dogmatik", 3 ª ed., Paderborn, 1908, III, 209 ss.) El argumento de la tradición se complementa y completa con el argumento de la prescripción, que traza la constante creencia en el dogma de la Presencia Real a través de la Edad Media vuelta a la primitiva Iglesia Apostólica, y por lo tanto demuestra las herejías contra la Eucaristía que ha sido caprichosa novedades y las rupturas violentas de la verdadera fe como dictada desde el principio. Pasando por alto el intervalo que ha transcurrido desde la Reforma, ya que este período recibe su carácter completo desde el Concilio de Trento, que tenemos para la época de la Reforma el testimonio importante de Lutero (Gran etliche Rottengeister, 1532) por el hecho de que la totalidad de la cristiandad que entonces se creía en la presencia real. Y esta empresa, la creencia universal se remonta ininterrumpidamente a Berengario de Tours († 1088), de hecho - omitiendo la única excepción de Escoto Eriúgena - a Pascasio Radbertus (831). Por estos motivos, por lo tanto, podrá mantener con orgullo que la Iglesia ha estado en posesión legítima de este dogma durante siglos plenamente once. Cuando Focio inició el cisma griego en 869, se hizo cargo a su Iglesia el tesoro inalienable de la Eucaristía Católica, un tesoro que los griegos, en las negociaciones para la reunión en Lyon en 1274 y en Florencia en 1439, podría mostrar que se sigue intacta , y que defendió vigorosamente en el cismático Sínodo de Jerusalén (1672) contra las maquinaciones sórdidas de la mentalidad calvinista Cirilo Lucar, patriarca de Constantinopla (1629). De esto se deduce de manera concluyente que el dogma católico debe ser mucho mayor que el Cisma de Oriente en Focio. De hecho, incluso los nestorianos y monofisitas, que se separó de Roma en el siglo V, que, como se desprende de su literatura y sus libros litúrgicos, conserva su fe en la Eucaristía como inquebrantable como los griegos, y esto a pesar de la dificultades dogmáticas que, en razón de su negación de la unión hipostática, estaba en el camino de una noción clara y correcta de la Presencia Real. Por tanto, el dogma católico es por lo menos tan antigua como Nestorianismo (AD 431). Pero no es de la antigüedad aún mayor? Para decidir esta cuestión sólo tiene que examinar la antigua Liturgia de la Misa, cuyos elementos esenciales se remontan a la época de los Apóstoles (ver artículos sobre las liturgias diferentes), para visitar las catacumbas romanas, donde Cristo se muestra como en la la comida eucarística en el símbolo de un pez (véanse los símbolos TEMPRANA DE LA EUCARISTÍA), para descifrar la famosa inscripción de Abercio del siglo II, que, aunque compuesto bajo la influencia de la Disciplina del Secreto, claramente atestigua la fe de que la edad . Y así el argumento de la prescripción nos lleva al pasado oscuro y lejano y por lo tanto a la época de los Apóstoles, que a su vez podría haber recibido su fe en la presencia real de nadie, sino Cristo mismo. II. LA TOTALIDAD DE LA PRESENCIA REAL Con el fin de evitar desde el principio, la idea indigna, que en la Eucaristía recibimos meramente el Cuerpo y la Sangre de Cristo más que el de Cristo, pero no en su totalidad, el Concilio de Trento definió la Presencia Real a ser tales que se incluyen con Cuerpo de Cristo y de Su Alma y la Divinidad también. Una conclusión lógica estricta de las palabras de la promesa: "El que me come la misma también vivirá por mí", este Totalidad de la Presencia fue también la propiedad constante de la tradición, que caracterizó al participar de partes separadas del Salvador como sarcophagy ( come la carne) en conjunto despectivos a Dios. A pesar de la separación del Cuerpo, Sangre, Alma, y ​​el Logos, es decir, hablando en términos absolutos, en el poder omnipotente de Dios, sin embargo, a continuación, inseparabilidad real está firmemente establecida por el dogma de la indisolubilidad de la unión hipostática de la divinidad de Cristo y la Humanidad. En el caso de los Apóstoles había celebrado la Cena del Señor durante el mortis triduo (el tiempo durante el cual el Cuerpo de Cristo estaba en la tumba), cuando una separación real tuvo lugar entre los elementos constitutivos de Cristo, no habría sido realmente presente en la Sagrada Hostia sólo , el Consejo de sangre, inanimada de Cristo, ya que estaba en la tumba, y en el Cáliz sólo la Sangre separada de Su Cuerpo y absorbida por la tierra, como era cubierto, tanto en el Cuerpo y la Sangre, sin embargo, hipostáticamente unida a su divinidad, mientras que su alma, que vivió en el limbo, se han mantenido totalmente excluidos de la presencia eucarística. Este irreal, aunque no imposible, hipótesis, está bien calculada para arrojar luz sobre la diferencia esencial designado por el Concilio de Trento (Sess, XIII, c, iii), entre los significados de las palabras ex verborum vi y por concomitantiam. En virtud de las palabras de la consagración, o verborum ex vi, que sólo se hace presente que se expresa por las palabras de la Institución, a saber, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero a causa de un natural concomitancia (por concomitantiam), se convierte simultáneamente en la actualidad todo lo que físicamente es inseparable de las partes que acabamos de mencionar, y que deberá, a partir de una conexión natural con ellos, siempre que su acompañamiento. Ahora, el Cristo glorificado, quien "ya no muere más" (Romanos 6:9) tiene un cuerpo animado por cuyas venas la sangre de su vida cursos bajo la influencia vivificante del alma. En consecuencia, junto con su Cuerpo y Sangre y Alma, su humanidad entera también, y, en virtud de la unión hipostática, Su Divinidad, es decir, Cristo todo entero, debe estar presente. Por lo tanto, Cristo está presente en el sacramento de su carne y sangre, cuerpo y alma de la humanidad, y la Divinidad. Este principio general y fundamental, que por completo los resúmenes de la dualidad de la especie, debe, sin embargo, se ampliará a cada una de las especies del pan y el vino. Para nosotros no recibimos en la Sagrada Hostia una parte de Cristo y en el Cáliz la otra, como si la recepción de la totalidad dependía de nuestra participación de ambas formas, por el contrario, bajo la apariencia de pan, así como en la aparición de vino solo, recibimos a Cristo todo entero (cf. Concilio de Trento, Ses. XIII, can. iii). Esta, la única concepción razonable, encuentra su verificación Escrituras en el hecho de que St. Paul (1 Corintios 11:27, 29) concede la misma culpa "del cuerpo y la sangre del Señor" a los indignos "comer o beber ", entendida en un sentido disyuntivo, como lo hace para" comer y beber ", entendido en un sentido copulativo. El fundamento tradicional de esta se encuentra en el testimonio de los Padres y de la liturgia de la Iglesia, según la cual el Salvador glorificado puede estar presente en nuestros altares sólo en su totalidad e integridad, y no dividido en partes o distorsionado de la forma de una monstruosidad. De ello se deduce, por tanto, que la adoración suprema es por separado debido a la Sagrada Hostia y el contenido consagrado del Cáliz. En esta última verdad se basa especialmente en la permisividad y propiedad intrínseca de la Comunión solamente en una clase para los laicos y los sacerdotes no celebraba la Misa (véase la Comunión bajo ambas especies). Pero en particularizando en el dogma, nos ha llevado a la verdad, además, que, al menos después de la división real de cualquiera de las especies en partes, Cristo está presente en cada parte de su esencia plena y entera. Si la Sagrada Hostia se romperá en pedazos, o si el Cáliz consagrado su consumo en pequeñas cantidades, a Cristo en su totalidad está presente en cada partícula y en cada gota. Por la cláusula restrictiva, facta separatione el Concilio de Trento (Ses. XIII, can. Iii) ha planteado con acierto esta verdad a la dignidad de un dogma. Mientras que de la Escritura sólo puede juzgar improbable que Cristo consagró por separado cada partícula del pan que se había roto, sabemos con certeza, por otra parte, que bendijo a todo el contenido del Cáliz y luego se lo dio a sus discípulos a ser participado de distributivamente (cf. Mateo 26:27 sq; Marcos 14:23). Sólo sobre la base del dogma tridentino que podemos entender cómo Cirilo de Jerusalén (Catech. myst. V, n. 21) comulgantes obligados a observar el cuidado más escrupuloso en la transmisión de la Sagrada Hostia a la boca, por lo que ni siquiera "una migaja de pan, más precioso que el oro o joyas", puede caer de sus manos al suelo, ¿cómo Cesáreo de Arles enseñó que hay "tanto en el fragmento más pequeño en el conjunto", cómo las liturgias diferentes valer la permanencia la integridad de la "indivisible Cordero", a pesar de la "división del Ejército" y, por último, cómo en la práctica los fieles participaron de las partículas rotas de la Sagrada Hostia y bebió en común de la misma copa. Si bien los tres tesis precedentes contienen dogmas de fe, hay una cuarta proposición, que no es más que una conclusión teológica, es decir, que incluso antes de la división actual de las especies, está presente Cristo entero e íntegro en cada partícula de la aún intacta anfitrión y en cada gota de los contenidos colectiva del Cáliz. Para que no se presente a Cristo en toda su personalidad en cada partícula de las especies eucarísticas, incluso antes de su división tuvo lugar, deberíamos estar obligados a concluir que es el proceso de división que nos lleva a la Totalidad de la Presencia, que de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia la causa dispositiva de la Presencia Real y Total se encuentra en la Transubstanciación solo. Sin duda, esta última conclusión llama la atención de la investigación filosófica y científica a un modo de existencia propia de la Eucaristía el Cuerpo, que es contrario a las leyes ordinarias de la experiencia. Es, de hecho, uno de esos misterios sublimes, en relación con la teología especulativa que intenta ofrecer varias soluciones [véase más adelante en (5)]. III. TRANSUBSTANTIATION Antes de probar dogmáticamente el hecho de la modificación sustancial de aquí se examina, en primer lugar debe delinear su historia y la naturaleza. (A) El desarrollo científico del concepto de transustanciación difícilmente puede decirse que es un producto de los griegos, que no ir más allá de sus notas más general, sino que es la notable contribución de los teólogos de América, que fueron estimulados a trabajar que en forma completa lógica de las tres controversias eucarísticas se mencionó anteriormente, el término transubstanciación parece haber sido utilizado por primera vez por Hildeberto de Tours (alrededor de 1079). Su ejemplo alentador fue pronto seguido por otros teólogos, como Esteban de Autun (d. 1139), Gaufred (1188), y Pedro de Blois (d. sobre 1200), con lo cual varios consejos ecuménicos también adoptaron esta significativa expresión, como el Cuarto Consejo de Letrán (1215), y el Concilio de Lyon (1274), en la profesión de fe del emperador Miguel Paleólogo griega. El Concilio de Trento (Sesión XIII, cap IV;.. Puede ii) no sólo se acepta como una herencia de la fe de la verdad contenida en la idea, pero con autoridad confirmó la "aptitud de la expresión" para expresar más claramente el legítimo desarrollo doctrinal concepto. En un análisis más lógica de la transubstanciación, nos encontramos con la noción primera y fundamental que el de la conversión, que puede definirse como "la transición de una cosa a otra en algún aspecto de ser". Como es evidente de inmediato, la conversión (conversio) es algo más que un mero cambio (mutatio). Mientras que en una mera evolución de los dos extremos se puede expresar negativamente, como, por ejemplo, en el cambio de día y de noche, la conversión requiere dos extremos positivos, los cuales están relacionados entre sí como una cosa a otra, y debe tener, además, como una íntima conexión entre sí, que el último extremo (terminus ad quem) empieza a ser como la primera (terminus a quo) deja de ser, como, por ejemplo, en la conversión del agua en vino en Caná. Un tercer elemento se requiere generalmente, conocida como la comuna tertium, que, incluso después de la conversión ha tenido lugar, ya sea físicamente o por lo menos lógicamente une un extremo al otro, porque en cada conversión verdadera la condición deben cumplir los siguientes: "¿Cuál fue Un antiguo, ahora es B " Una cuestión muy importante en sí sugiere que si la definición más debe postular la anterior no-existencia del último extremo, ya que parece extraño que un terminal existente a quo, A, debe convertirse en un ad quem terminal ya existente, B. Si el acto de la conversión no es convertirse en un mero proceso de sustitución, como en la prestidigitación de las actuaciones de ocasión, el término ad quem, sin duda, debe de alguna manera recién existen, al igual que el término a quo debe de alguna manera realmente dejar de existir . Sin embargo, como la desaparición de éste no es atribuible a la aniquilación propiamente dicha, por lo que no hay necesidad de postular la creación propiamente dicha, para explicar la primera venida a la existencia. La idea de la conversión se cumplió con creces si la siguiente condición se cumple, es decir., Que una cosa que ya existía en el fondo, adquiere un modo totalmente nuevo y que antes no existentes-de ser. Así, en la resurrección de los muertos, el polvo de los cuerpos humanos se convierten realmente en los cuerpos de resucitado por sus almas ya existentes, así como en la muerte que había sido verdaderamente convertidos en cadáveres por la partida de las almas. Esta cantidad se refiere a la noción general de la conversión. Transubstanciación, sin embargo, no es una conversión simple llamada, pero una conversión sustancial (conversio substantialis), ya que una cosa es sustancial o esencialmente convertirse en otro. Así, desde el concepto de transustanciación se excluye todo tipo de conversión meramente accidental, ya sea puramente natural (por ejemplo, la metamorfosis de los insectos) o sobrenaturales (por ejemplo, la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor). Por último, la transubstanciación se diferencia de todos los demás la conversión sustancial en el presente, que sólo la sustancia se convierte en otra - los accidentes que quedan en el mismo - como sería el caso si la madera se convierte milagrosamente en el hierro, el fondo de la plancha queda oculto bajo el la apariencia externa de la madera. La aplicación de lo anterior a la Eucaristía es un asunto fácil. En primer lugar la idea de la conversión se verifica en la Eucaristía, no sólo en general, pero en todos sus detalles esenciales. Porque tenemos los dos extremos de la conversión, es decir, el pan y el vino como el término a quo, y el Cuerpo y la Sangre de Cristo como el terminus ad quem. Por otra parte, la conexión íntima entre el cese de un extremo y la aparición de la otra parece ser conservados por el hecho de que ambos eventos son los resultados, no de dos procesos independientes, como, por ejemplo, la aniquilación y la creación, sino de un solo acto , ya que, según el propósito del Todopoderoso, el fondo de la salida del pan y el vino con el fin de hacer espacio para el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por último, tenemos el tertium comuna en las apariencias sin cambio de pan y vino, en las que las apariciones del Cristo pre-existente supone un nuevo modo, sacramental del ser, y sin que su cuerpo y sangre no puede ser participado de los hombres. Que la consecuencia de la transubstanciación, como la conversión de la sustancia total, es la transición de toda la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, se expresa la doctrina de la Iglesia (Concilio de Trento, Ses. XIII, puede. ii). Por lo tanto fueron condenados como contraria a la fe de la anticuada visión de Durando, que sólo la forma sustancial (forma substantialis) del pan se sometieron a la conversión, mientras que la materia prima (materia prima) se mantuvo, y, sobre todo, la doctrina de Lutero de Consubstantiation, es decir, la coexistencia de la sustancia del pan con el verdadero Cuerpo de Cristo. Así, también, la teoría de la Impanation defendida por Osiander y Berengarians determinados, y según la cual la unión hipostática se supone que tienen lugar entre la sustancia del pan y el Dios-hombre (impanatio = Deus factus panis), con autoridad es rechazada. Por lo que la doctrina católica de la transubstanciación establece un poderoso baluarte de todo el dogma de la Presencia Real, y constituye en sí mismo un artículo distinto doctrinal, que no participa en el de la presencia real, aunque la doctrina de la Presencia Real está necesariamente contenida en ese de la transustanciación. Fue por esta razón que Pío VI, en su dogmática Bull "Auctorem fidei" (1794) en contra de la pseudo jansenista Sínodo de Pistoia (1786), protestó enérgicamente contra la supresión de esta "cuestión escolar", como el Sínodo había aconsejado a los pastores hacer. (B) En la mente de la Iglesia, Transubstanciación ha estado tan íntimamente ligada a la Presencia Real, que ambos dogmas han sido transmitidas en conjunto de generación en generación, aunque no del todo puede pasar por alto un hecho histórico-dogmatico. La conversión total de la sustancia del pan se expresa claramente en las palabras de la institución: "Esto es mi cuerpo". Estos forman las palabras, no un teórico, sino en una realidad, cuya esencia consiste en esto, que la identidad objetiva entre el sujeto y el predicado se efectúa y verificada sólo después de las palabras han sido pronunciadas, no a diferencia de la declaración de un rey a un subalterno : "Usted es un importante", o, "Usted es un capitán", lo que causaría de inmediato la promoción del funcionario a un comando superior. Cuando, por lo tanto, Aquel que es toda la verdad y el poder Todos dijo del pan: "Esto es mi cuerpo", el pan se convirtió, a través de la pronunciación de estas palabras, el Cuerpo de Cristo y, en consecuencia, en el cumplimiento de la condena de la sustancia de pan ya no estaba presente, sino el Cuerpo de Cristo bajo las apariencias de pan. Por lo tanto el pan que se han convertido en el Cuerpo de Cristo, es decir, el primero debe se han convertido en el segundo. Las palabras de la institución fueron, al mismo tiempo las palabras de la transubstanciación. De hecho, la forma real en que se efectúa la ausencia del pan y la presencia del Cuerpo de Cristo, no se lee en las palabras de la institución, pero estricta y exegéticamente se deducen de ellos. Los calvinistas, por lo tanto, toda la razón cuando rechazan la doctrina luterana de Consubstantiation como una ficción, sin fundamento en las Escrituras. Por Cristo tenía la intención de afirmar la convivencia de su cuerpo con la sustancia del pan, habría expresado una simple identidad entre hoc y corpus por medio de la copula, sino que han recurrido a una expresión como: "Este pan contiene mi cuerpo ", o" En este pan es mi cuerpo. " Él había deseado que constituyen el pan de los recipientes sacramental de su Cuerpo, él habría tenido que indicarlo expresamente, ya que ni de la naturaleza del caso ni de acuerdo con el lenguaje común puede un trozo de pan se hizo para significar la toma de un cuerpo humano . Por otro lado, la sinécdoque es evidente en el caso del Cáliz: "Esta es mi sangre", es decir, el contenido del Cáliz es mi sangre, y el vino por lo tanto, ya no. En cuanto a la tradición, los primeros testigos, como Tertuliano y Cipriano, difícilmente podría haber dado ninguna consideración especial a la relación genética de los elementos naturales del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, o la manera en que los primeros se convirtieron en el segundo, porque aun Agustín fue privado de una concepción clara de la Transubstanciación, siempre y cuando se llevó a cabo en los lazos del platonismo. Por otra parte, la claridad completa sobre el tema había sido alcanzado por escritores tan pronto como Cirilo de Jerusalén, Teodoreto de Ciro, Gregorio de Nisa, Crisóstomo y Cirilo de Alejandría en el Oriente, y Ambrosio y los escritores posteriores Latina en el Oeste. Finalmente, el Oeste se convirtió en el hogar clásico de la perfección científica en la doctrina de la transubstanciación difícil. Las reivindicaciones de los trabajos se enteró de la Dra. Pusey Anglicana (La doctrina de la Presencia Real, que figura en los Padres, Oxford, 1855), que negó la contundencia de la argumentación patrística de transubstanciación, se han cumplido y bien respondido por el cardenal Franzelin (De Euchar., Roma, 1887, xiv). El argumento de la tradición es confirmada por las liturgias antiguas, cuyas bellas oraciones expresar la idea de la conversión de la manera más clara. Muchos ejemplos se pueden encontrar en Renaudot, "Liturgiæ Oriente." (2 ª ed, 1847.); Assemani, "Codex liturg". (13 vols, Roma, 1749-1766.); Denzinger, "Ritus Orientalium" (. 2 vols, Würzburg, 1864), En cuanto a la Teoría de la aducción de los escotistas y la Teoría de la Producción de los tomistas, vea Pohle, "Dogmatik" (3 ª ed., Paderborn, 1908), III, 237 ss. IV. LA PERMANENCIA Y Adorableness DE LA EUCARISTÍA Desde Lutero restrinja de manera arbitraria presencia real al momento de la recepción (en USU, no adicional), el Concilio de Trento (Ses. XIII, can. Iv) por un canon especial hincapié en el hecho de que después de la consagración de Cristo está realmente presente y, en consecuencia, no hace su presencia depende del acto de comer o beber. Por el contrario, continúa su presencia eucarística, incluso en las Hostias consagradas y partículas Sagrado que permanecen en el altar o en el sagrario después de la distribución de la Sagrada Comunión. En el depósito de la fe de la presencia y la permanencia de la Presencia están tan estrechamente aliados, que en la mente de la Iglesia tanto continúan como un todo indivisible. Y con razón, porque al igual que Cristo prometió su carne y su sangre como comida y bebida, es decir, como algo permanente (cf. Jn 06:50 ss.), Por lo que, cuando dijo: "Tomad y comed esto es mi cuerpo. ", los Apóstoles recibieron de la mano del Señor Su Sagrado Cuerpo, que ya estaba objetivamente presente y no primero llegar a serlo en el acto de participar. Esta no-dependencia de la Presencia Real en la recepción real se manifiesta muy claramente en el caso del Cáliz, cuando Cristo dijo: ". Bebed todos de esto para [enim] esta es mi Sangre." Aquí el acto de beber es, evidentemente, ni la causa ni la condición sine qua non para la presencia de la Sangre de Cristo. Por mucho que le disgustaba, aunque Calvino tuvo que reconocer la fuerza evidente del argumento de la tradición (Instit. IV, xvii, secc. 739). No sólo los padres, y entre ellos Crisóstomo con especial vigor, defendió en la teoría de la permanencia de la Presencia Real, pero la práctica constante de la Iglesia también ha establecido su verdad. En los primeros días de la Iglesia a los fieles con frecuencia lleva a la Santísima Eucaristía con ellos a sus hogares (cf. Tertuliano, "Ad uxor.", II, V, Cipriano, "lapsis", xxvi) o en viajes largos (Ambrosio, De fratris excessu, I, 43, 46), mientras que los diáconos estaban acostumbrados a llevar el Santísimo Sacramento a los que no asistieron servicio divino (cf. Justino, Apol., I, n.) 67, así como a los mártires , los encarcelados y los enfermos (cf. Eusebio, Hist. Eccl., VI, xliv). Los diáconos también se vieron obligados a transferir las partículas que se mantuvo a los repositorios especialmente preparado llamado Pastophoria (cf. Constituciones Apostólicas, VIII, XIII). Por otra parte, era costumbre ya en el siglo IV para celebrar la Misa de la Presanctifed (cf. Sínodo de Laodicea, can. XLIX), en los que se recibieron las sagradas Hostias que se habían consagrado a uno o más días antes. En la Iglesia latina la celebración de la Misa de la Presantificados es hoy en día restringido al Viernes Santo, mientras que, desde el Sínodo Trullan (692), los griegos se celebran durante toda la Cuaresma, excepto los sábados, domingos, y la fiesta de la Anunciación (25 de marzo). Una razón más profunda para la permanencia de la Presencia se encuentra en el hecho de que transcurre un tiempo entre la confección y la recepción del sacramento, es decir, entre la Consagración y la Comunión, mientras que en el caso de los otros sacramentos, tanto la confección y la recepción llevará a cabo en el mismo instante. El bautismo, por ejemplo, dura sólo mientras la acción bautismal o ablución con agua, y, por tanto, un sacramento transitoria, por el contrario, la Eucaristía y la Eucaristía solo, constituye un sacramento permanente (cf. Concilio de Trento, Ses. XIII, cap. iii). La permanencia de la Presencia, sin embargo, se limita a un intervalo de tiempo del cual se determina el principio por el instante de la consagración y el final por la corrupción de las especies eucarísticas. Si el anfitrión se ha convertido en mohoso o amargo el contenido del Cáliz, Cristo ha puesto fin a su presencia en él. Dado que en el proceso de corrupción que volver sustancias elementales que corresponden a la peculiar naturaleza de los accidentes ha cambiado, la ley de la indestructibilidad de la materia, a pesar de que el milagro de la conversión eucarística, sigue en vigor sin ninguna interrupción. El Adorableness de la Eucaristía es la consecuencia práctica de su permanencia. De acuerdo con un principio bien conocido de la cristología, la misma adoración de latría (culto latriæ) como se debe al Dios uno y trino se debe también a la Palabra Divina, el Dios-hombre, Cristo, y de hecho, con motivo de la unión hipostática a la humanidad de Cristo y de sus componentes individuales, como, por ejemplo, su Sagrado Corazón. Ahora, idénticamente el mismo Cristo Señor está verdaderamente presente en la Eucaristía está presente en el cielo, por consiguiente, Él debe ser adorado en el Santísimo Sacramento, y con tal de que Él sigue presente bajo las especies del pan y el vino, es decir, de la momento de la transubstanciación el momento en el que las especies se descomponen (cf. Concilio de Trento, Ses. XIII, can. vi). A falta de prueba de las Escrituras, la Iglesia encuentra una orden, y una propiedad en, lo que hace culto divino al Santísimo Sacramento en la tradición más antigua y constante, aunque por supuesto hay que distinguir entre el principio dogmático y la disciplina diferentes con respecto a la forma externa de culto. Mientras que incluso el Oriente reconocido el principio inmutable de las edades más tempranas, y, de hecho, tan tarde como el cismático Sínodo de Jerusalén en 1672, Occidente se ha demostrado, además, una actividad incansable en el establecimiento y la inversión con solemnidad cada vez más, homenaje y devoción a la Sagrada Eucaristía. En la Iglesia primitiva, la adoración del Santísimo Sacramento se limitaba principalmente a la Misa y la Comunión, como lo es hoy en día entre los orientales y los griegos. Incluso en su tiempo Cirilo de Jerusalén, insistió la misma fuerza al igual que Ambrosio y Agustín, en una actitud de adoración y homenaje durante la Santa Comunión (cf. San Ambrosio, Sp. De Sancto, III, ii, 79;.. Agustín, in Ps XCVIII, n . 9). En Occidente se abrió el camino a una veneración más y más exaltado de la Santísima Eucaristía, cuando los fieles se les permitió comunicarse, incluso fuera del servicio litúrgico. Después de la controversia Berengarian, el Santísimo Sacramento fue en los siglos XI y XII elevados con el propósito expreso de la reparación de su adoración por las blasfemias de los herejes y, el fortalecimiento de la fe de los católicos en peligro. En el siglo XIII se introdujeron, para la glorificación mayor de la santísima, la "procesiones teofóricos" (circumgestatio), y también la fiesta del Corpus Christi, instituida en virtud de Urbano IV, en la solicitud de Santa Juliana de Lieja. En honor de la fiesta, himnos sublimes, como el "Pange Lingua" de Santo Tomás de Aquino, fueron compuestas. En el siglo XIV la práctica de la Exposición del Santísimo Sacramento se levantó. La costumbre de la procesión anual del Corpus Christi se defendió calurosamente y recomendado por el Concilio de Trento (Sesión XIII, cap. V). Un nuevo impulso se dio a la adoración de la Eucaristía a través de las visitas al Santísimo Sacramento, introducido por San Alfonso María de Ligorio (SS Visitatio Sacramenti.), En los últimos tiempos, las numerosas órdenes y congregaciones dedicadas a la Adoración Perpetua, la institución en muchas diócesis de la devoción de "oración perpetua", la celebración de los Congresos Eucarísticos Internacionales, por ejemplo, la de Londres en septiembre de 1908, han contribuido a mantener viva la fe en Aquel que ha dicho: "he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el consumación del mundo "(Mateo 28:20). V. ESPECULATIVO DISCUSIÓN DE LA PRESENCIA REAL El objetivo principal de la teología especulativa con respecto a la Eucaristía, se debe discutir filosóficamente, y buscar una solución lógica de tres aparentes contradicciones, a saber: (A) la persistencia de las especies eucarísticas, o las apariencias de pan y vino, sin que estén sometidas natural subyacente (accidentia sine subjecto); (B) el espacio incircunscrito, modo espiritual de la existencia de la Eucaristía el Cuerpo de Cristo (existentia ad modum spiritus corporis); (C) la existencia simultánea de Cristo en el cielo y en muchos lugares en la tierra (multilocatio). (A) El estudio del primer problema, a saber. si o no los accidentes del pan y el vino continuar su existencia sin su sustancia propia, debe basarse en la verdad claramente establecido de la Transubstanciación, en consecuencia, de los cuales se convierten en toda la sustancia del pan y toda la sustancia del vino, respectivamente, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo de tal manera que "sólo las apariencias de pan y vino permanecen" (Concilio de Trento, Ses XIII, puede ii:.. manentibus dumtaxat speciebus panis et vini). Por consiguiente, la continuación de las apariencias, sin la sustancia del pan y el vino como su sustrato connatural es sólo el reverso de la transubstanciación. Si se preguntó además, si estas apariciones tienen ningún tema en absoluto en que son inherentes, debemos responder con Santo Tomás de Aquino (III: 77:1), que la idea es que rechazar como impropia, como si el Cuerpo de Cristo, además de sus propios accidentes, también debe asumir las de pan y vino. Lo más que puede decirse es que, desde el Cuerpo eucarístico procede mantener un poder milagroso, que apoya las apariencias privado de sus sustancias naturales y los preserva del colapso. La posición de la Iglesia en este sentido se puede determinar fácilmente desde el Concilio de Constanza (1414-1418). En su octavo período de sesiones, aprobado en 1418 por Martín V, este sínodo condenó los siguientes artículos de Wyclif: "Sustancia panis et materialis Similiter sustancia vini remanente materialis en altaris Sacramento", es decir, la sustancia material del pan y del mismo modo la sustancia material de vino permanecen en el Sacramento del Altar; "accidentia panis permanente no sine subjecto", es decir, los accidentes del el pan no permanecen sin sujeto. El primero de estos artículos contiene una negación abierta de la transubstanciación. El segundo, por lo que el texto se refiere, podría ser considerado como una mera redacción de los primeros, si no fuera porque la historia del Consejo demuestra que Wyclif había opuesto directamente a la doctrina escolástica de "accidentes sin sujeto" tan absurdo e incluso herético (cf. De Augustinis, sacramentariâ De nuevo, Roma, 1889, II, 573 ss.), por lo que fue la intención del consejo para condenar el segundo artículo, no sólo como una conclusión de la primera, sino como una propuesta distinta e independiente, por lo cual podemos obtener enseñanzas de la Iglesia sobre el tema de la proposición contradictoria, "panis accidentia permanente sine subjecto", es decir, los accidentes del pan no permanecen sin sujeto. Tal es, al menos, era la opinión de los teólogos contemporáneos sobre el asunto, y el Catecismo Romano, en referencia a la antes mencionada canon del Concilio de Trento, lacónicamente, explica: "Los accidentes del pan y el vino son inherentes en ninguna sustancia, pero seguir existiendo por sí mismos. " Así las cosas, algunos teólogos de los siglos XVII y XVIII, que tienden a cartesianismo, como E, Maignan, Drouin y Vitasse, que aparecen pero la penetración teológica poco cuando afirmó que las apariencias eucarística fueron ilusiones ópticas, fantasmagoría, y hacer- creo accidentes, atribuyendo a la omnipotencia divina una influencia inmediata sobre los cinco sentidos, por el que se creó una mera impresión subjetiva de lo que parecía ser los accidentes del pan y el vino. Desde Descartes (d. 1650) sitúa la esencia de la sustancia corpórea en su extensión real y sólo reconoce los accidentes modales metafísicamente unidos al fondo, está claro, según su teoría, que junto con la conversión de la sustancia del pan y el vino, los accidentes también se debe convertir y así hacer desaparecer. Si el ojo sin embargo, parece que he aquí el pan y el vino, esto se debe atribuir a una ilusión óptica solamente. Pero es evidente a primera vista, que sin duda puede ser entretenido en cuanto a la realidad física, o de hecho, en cuanto a la identidad de los accidentes antes y después de la transubstanciación, este físico, y no meramente óptica, la continuidad de los accidentes eucarística insistido reiteradamente en los Padres, y con rigor excesivo, que el concepto de transustanciación parecía estar en peligro. Especialmente contra los monofisitas, que se basa en la conversión eucarística un argumento a pari en nombre de la supuesta conversión de la Humanidad de Cristo en su divinidad, hizo los Padres réplica mediante la celebración de la permanencia de los accidentes de la Eucaristía no convertidos a los inconversos naturaleza humana de Cristo. Ambos argumentos filosóficos y teológicos se adelantaron también contra los cartesianos, como, por ejemplo, el testimonio infalible de los sentidos, la necesidad de la comuna tertium para completar la idea de la transubstanciación [véase más arriba, (3)], la idea del Sacramento del altar como signo visible del Cuerpo invisible de Cristo, el significado físico de la Comunión como participar real de los alimentos y bebidas la sorprendente expresión "fracción del pan" (fraccionamiento panis), lo que supone dividir la realidad de los accidentes, etc Por todas estas razones, los teólogos consideran la realidad física de los accidentes como una verdad incontrovertible, que no puede sin temeridad de poner en duda. En cuanto a la posibilidad filosófica de los accidentes existentes, sin su sustancia, la vieja escuela estableció una distinción entre los accidentes modales finos y absoluta, por los accidentes entre modos de transporte se entiende como no podía ser meros modos, ser separado de su contenido sin la participación de una metafísica contradicción, por ejemplo, la forma y el movimiento de un cuerpo. Los accidentes fueron designados absoluta, cuyo objetivo fue adecuadamente la realidad distinta de la realidad de su sustancia, de tal manera que ninguna repugnancia intrínseca estuvo involucrado en su separabilidad, como, por ejemplo, la cantidad de un cuerpo. Aristóteles, aprendió por sí mismo (Metaphys., VI, 3 ª ed. De Bekker, p. 1029, a. 13), que la cantidad no era una sustancia corporal, pero sólo un fenómeno de fondo. La filosofía moderna, en cambio, se ha esforzado desde la época de John Locke, de rechazar por completo del campo de las ideas el concepto de sustancia como algo imaginario, y descansar satisfechos con cualidades como la única excitantes de la sensibilidad, una visión de la mundo material que la psicología llamada de asociación y la realidad está tratando de llevar a cabo en sus diferentes detalles. La Iglesia Católica no se siente llamado a seguir los caprichos efímeros de estos nuevos sistemas filosóficos, sino que basa su doctrina en la filosofía perenne de la sana razón, que con razón se distingue entre la cosa en sí y sus cualidades características (color, forma, tamaño , etc.) A pesar de la "cosa en sí", incluso pueden permanecer imperceptibles para los sentidos y por lo tanto se designen en el lenguaje de Kant como un noúmeno, o en el idioma de Spencer, lo incognoscible, pero no podemos escapar a la necesidad de buscar debajo de las apariencias lo que aparece, bajo el color de lo que es de color debajo de la forma que tiene forma, es decir, el sustrato o sujeto que sustenta los fenómenos. La filosofía de las apariencias mayores designado por el nombre de los accidentes, el tema de las apariencias, por que de sustancia. Poco importa lo que los términos son, siempre las cosas significadas por ellos se entiende correctamente. Lo que es particularmente importante con respecto a las sustancias materiales y sus cualidades accidentales, es la necesidad de proceder con cautela en este debate, ya que en el dominio de la filosofía natural de la reina la mayor incertidumbre, incluso en el día de hoy sobre la naturaleza de la materia, un sistema de derribar lo que otro ha criado, como se demuestra en las últimas teorías del atomismo y la energía, de los iones y electrones. La teología de edad intentó con Santo Tomás de Aquino (III: 77) para probar la posibilidad de accidentes absoluta de los principios de la hylomorphism aristotélico-escolástica, es decir, el sistema que enseña que la constitución esencial de los organismos consiste en la unión sustancial de la materia prima y forma substantialis. Algunos teólogos de hoy en día tratan de llegar a un entendimiento con la ciencia moderna, que basa todos los procesos naturales en la teoría muy fructífera de la energía, al tratar con Leibniz para explicar el subjecto accidentia sine eucarística según el dinamismo de la filosofía natural. Si se asume, de acuerdo con este sistema, una distinción real entre la fuerza y ​​sus manifestaciones, entre la energía y sus efectos, puede ser visto que bajo la influencia de la Primera Causa de la energía (sustancia) son necesarios para la esencia de pan se retira, en virtud de conversión, mientras que los efectos de la energía (accidentes) de una manera milagrosa continuar. Por lo demás se puede decir, que está lejos de la intención de la Iglesia para restringir la investigación de la Católica con respecto a la doctrina del Santísimo Sacramento a cualquier punto de vista particular de la filosofía natural o incluso le obliga a establecer la verdad sobre los principios de la física medieval , todo lo que la Iglesia exige es que las teorías de las sustancias materiales que rechazar que no sólo contradicen la enseñanza de la Iglesia, pero también son repugnantes a la razón y la experiencia de sonido, como el panteísmo, Hilozoísmo, monismo, Idealismo Absoluto, el cartesianismo, etc (B) El segundo problema surge de la Totalidad de la Presencia, lo que significa que Cristo en su totalidad está presente en el conjunto de la hostia y en cada pequeña parte del mismo, ya que el alma espiritual está presente en el cuerpo humano [véase más arriba, ( 2)]. La dificultad llega a su clímax cuando consideramos que no se trata aquí del Alma o la Divinidad de Cristo, sino de su Cuerpo, que, con su cabeza, tronco y miembros, ha asumido un modo de existencia espiritual e independiente del espacio , un modo de existencia, de hecho, sobre la cual ni la experiencia ni ningún sistema de filosofía puede tener la menor idea. Que la idea de la conversión de la materia corporal en un espíritu no puede de ninguna manera ser entretenido, se desprende de la sustancia material del Cuerpo eucarístico sí mismo. Aunque lo anterior-separabilidad menciona la cantidad de la sustancia no nos da ninguna pista sobre la solución, ya que de acuerdo a los mejores opiniones fundadas no sólo la sustancia del Cuerpo de Cristo, sino por su propio arreglo sabio, su cantidad corpórea, es decir, su tamaño completo, con su organización completa de miembros integrantes y miembros, está presente dentro de los límites diminutivo de la hostia y en cada parte del mismo. Más tarde, los teólogos (como Rossignol, Legrand) recurrió a la explicación impropia, según la cual Cristo está presente en forma disminuida y estatura, una especie de cuerpo en miniatura, mientras que otros (como Oswald, Fernández, Casajoana) asumió sin mayor sentido de la aptitud del compenetración mutua de los miembros del Cuerpo de Cristo dentro de la estrecha compás de la punta de un alfiler. Los caprichos de los cartesianos, sin embargo, fue más allá de todo límite. Descartes había expresado ya, en una carta al P. Mesland (ed. Emery, París, 1811), el dictamen, que la identidad de la Eucaristía de Cristo con su Cuerpo Celestial fue preservada por la identidad de su alma, que animó a todos los órganos eucarística . Sobre esta base, el geómetra Varignon sugirió una auténtica multiplicación de los órganos de la Eucaristía en la tierra, que se suponía que eran más fieles, aunque reducido en gran medida, las copias en miniatura del prototipo, el cuerpo celeste de Cristo. Tampoco la teoría moderna de n-dimensiones arrojar alguna luz sobre el tema, porque el Cuerpo de Cristo no es invisible o impalpable para nosotros, ya que ocupa la cuarta dimensión, sino porque trasciende y es totalmente independiente del espacio. Tal modo de existencia, está claro, no entran en el ámbito de la física y la mecánica, sino que pertenece a un superior, orden sobrenatural, incluso al igual que la resurrección de la tumba sellada, el paso de entrada y salida a través de puertas cerradas, la Transfiguración del futuro glorificado aumentado Cuerpo. ¿Qué explicación puede, pues, dado el hecho? El simple tratamiento del tema fue la ofrecida por los escolásticos, especialmente Santo Tomás (III: 76:4), redujeron el modo de ser en el modo de ser, es decir, que remonta el modo de existencia propio del Cuerpo eucarístico a la transubstanciación, porque una cosa tiene que para "ser" como lo fue en el "devenir", desde que el ex verborum vi el resultado inmediato es la presencia del Cuerpo de Cristo, su cantidad, por un simple concomitantiam, debe seguir el modo de existencia propia de su sustancia, y, como este último, debe existir sin la división y la extensión, es decir, en su totalidad en el conjunto anfitrión y en su totalidad en cada parte del mismo. En otras palabras, el Cuerpo de Cristo está presente en el sacramento, no a la manera de "cantidad" (por quantitatis modum), sino de "sustancia" (por substantiae modum), Más tarde, la escolástica (Bellarmine, Francisco Suárez, Billuart, y otros) trataron de mejorar esta explicación a lo largo de otras líneas mediante la distinción entre la cantidad de internos y externos. Por la cantidad interior (quantitas seu internacional in actu primo) se entiende que la entidad, en virtud del cual una sustancia corpórea sólo posee "aptitudinal extensión", es decir, la "capacidad" de ser extendido en el espacio tri-dimensionaI. cantidad de exteriores, por otra parte (quantitas seu externa in actu secundo), es la misma entidad, pero en la medida en que sigue su tendencia natural a ocupar el espacio y en realidad se extiende en las tres dimensiones. Mientras aptitudinal extensión interna o la cantidad es tan ligada a las esencias de los cuerpos que su separabilidad de ellos implica una contradicción metafísica, la cantidad externa es, en cambio, sólo una consecuencia natural y efecto, que puede ser que haya sido suspendido y retenidas por el Primera Causa, que la sustancia corpórea, conservando su cantidad de internos, no se extienden en el espacio. En todo caso, sin embargo la razón puede parecer plausible para explicar el asunto, no es menos cara a cara con un gran misterio. (C) La tercera y última pregunta tiene que ver con la multilocation de Cristo en el cielo y miles de altares en todo el mundo. Dado que en el orden natural de los acontecimientos de cada organismo se limita a una posición en el espacio (unilocatio), por lo que antes de la prueba de la ley de una coartada inmediatamente libera a una persona de la sospecha de delito, sin lugar a dudas más multilocation pertenece al orden sobrenatural. En primer lugar, no hay repugnancia intrínseca puede ser mostrado en el concepto de múltiples sitios. Por si la protesta se levantó, que ningún ser puede existir separado de sí mismo o manifestar distancias locales entre sus diversos "yo", el sofisma es fácilmente detectado, por multilocation no multiplicar el objeto individual, sino sólo su relación externa y la presencia en el espacio . La filosofía distingue dos modos de la presencia en las criaturas: la circumscriptive, y el definitivo. El primero, el único modo de la presencia adecuada a los organismos, es que en virtud del cual se limita un objeto a una porción determinada del espacio de tal manera que sus diversas partes (átomos, moléculas, electrones) también ocupan sus posiciones correspondientes en ese espacio . El segundo modo de presencia, que bien que pertenece a un ser espiritual, requiere que la sustancia de una cosa que existe en su totalidad en el conjunto del espacio, así como todo entero en cada parte de ese espacio. Este último es el modo del alma de la presencia en el cuerpo humano. La distinción entre estos dos modos de presencia es importante, ya que en la Eucaristía ambos tipos se encuentran en la combinación. Pues, en primer lugar, se verifica una multilocation definitiva continua, llamada también de replicación, que consiste en esto, que el Cuerpo de Cristo está totalmente presente en cada parte de la continua y hasta ahora ininterrumpida de acogida y también totalmente presente en toda la de acogida, así como el alma humana está presente en el cuerpo. Y precisamente esta última analogía de la naturaleza nos da una idea de la posibilidad del milagro eucarístico. Porque si, como se ha visto más arriba, la omnipotencia divina puede impartir en una forma sobrenatural de un organismo como un ser espiritual, no prorrogado, el modo espacial incircunscrito de presencia, que es natural para el alma lo que respecta al cuerpo humano, un bien puede suponer la posibilidad del Cuerpo de Cristo eucarístico está presente en todos sus elementos en el conjunto anfitrión, y todo entero en cada parte del mismo. Hay, por otra parte, la multilocation discontinua, por el que Cristo está presente no sólo en un host, pero en innumerables ejércitos separados, ya sea en el copón o en todos los altares de todo el mundo. La posibilidad intrínseca de multilocation discontinua parece basarse en la no repugnancia de multilocation continua. Para la principal dificultad de este último parece ser que el mismo Cristo está presente en dos partes diferentes, A y B, de la continua acogida, siendo irrelevante si consideramos las partes distantes A y B unidas por la línea continua AB o no . La maravilla no aumenta sustancialmente, si por razón de la ruptura de la hostia, las dos partes A y B están completamente separados unos de otros. Tampoco importa cuán grande sea la distancia entre las partes puede ser. Sea o no los fragmentos de un host están distantes de una pulgada o miles de kilómetros el uno del otro es totalmente irrelevante en este examen, no es necesario preguntarse, entonces, si los católicos adoran a su Señor Eucarístico a uno y el mismo tiempo en Nueva York, Londres , y París. Por último, cabe destacar de multilocation mixta, ya que Cristo con su reina dimensiones naturales en el cielo, de donde no se aparta, y al mismo tiempo vive con su presencia sacramental en innumerables lugares de todo el mundo. Este tercer caso estaría en perfecto acuerdo con los dos anteriores, se nos permite por imposible de imaginar que Cristo se presente bajo las apariencias de pan tal y como Él está en el cielo y que había renunciado a su modo natural de existencia. Esto, sin embargo, no sería sino uno más maravilla de la omnipotencia de Dios. Por lo tanto no hay contradicción es evidente en el hecho de que Cristo conserva su relaciones dimensionales naturales en el cielo y, al mismo tiempo tiene su morada en los altares de la tierra. Hay, además, un cuarto tipo de varias localidades, que, sin embargo, no se ha realizado en la Eucaristía, sino que sería, si el Cuerpo de Cristo estaban presentes en su modo natural de la existencia en el cielo y la tierra. Tal milagro podría suponer que se han producido en la conversión de St. Paul a las puertas de Damasco, cuando Cristo en said.to de él: "¿Saulo, Saulo, por qué me persigues" Así también la bilocación de los santos, a veces leemos en las páginas de la hagiografía, como, por ejemplo, en el caso de San Alfonso María de Ligorio, no puede ser arbitrariamente a un lado como indignos de confianza. Los tomistas y algunos teólogos más tarde, es verdad, rechazan este tipo de multilocation como intrínsecamente imposible y declarar bilocación a ser nada más que una "aparición" sin la presencia corporal. Pero el cardenal De Lugo es de la opinión, y con razón, que para negar su posibilidad podría imagen desfavorable de la multilocation eucarística. Si no se trata de los caprichos de los nominalistas muchos, como, por ejemplo, que una persona bilocated podrían estar viviendo en París y al mismo tiempo, muriendo en Londres, odia en París y, al mismo tiempo amante de Londres, la imposibilidad sería tan claro como el día, ya que un individuo, quedando como es, no puede ser objeto de proposiciones contrario, ya que se excluyen mutuamente. El caso asume un aspecto diferente, cuando las proposiciones contrarias totalmente externa, en relación a la posición en el espacio, se utilizan en referencia a la persona bilocación. En tal bilocación, lo que deja el principio de contradicción intacta, sería difícil descubrir una imposibilidad intrínseca. Publicación de información Escrito por J. Pohle. Transcrito por Charles Sweeney, SJ. La Enciclopedia Católica, Volumen V. Publicado 1909. Nueva York: La empresa Robert Appleton. Nihil obstat, 1 de mayo de 1909. Lafort Remy, Censor. Imprimatur. + John M. Farley, arzobispo de Nueva York

    Consustanciación

    Información Católica
    Esta doctrina herética es un intento de mantener la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía sin admitir Transubstanciación. Según él, la sustancia del Cuerpo de Cristo existe junto con la sustancia del pan, y en la forma como la sustancia de su sangre, junto con la sustancia del vino. De ahí la palabra Consubstantiation. ¿Cómo las dos sustancias pueden coexistir es explicado de diversas maneras. La teoría más sutil es que, así como el Hijo de Dios tomó para sí mismo un cuerpo humano sin que en modo alguno la destrucción de su sustancia, por lo que lo hace en el Santísimo Sacramento asumir la naturaleza del pan. De ahí que la teoría es también llamada "Impanation", un término basado en la analogía de la Encarnación. El tema no puede ser tratada adecuadamente, salvo en relación con la doctrina general de la Sagrada Eucaristía. Aquí será suficiente para trazar brevemente la historia de la herejía. En las edades más tempranas de las palabras del Cristo, Iglesia, "Esto es mi cuerpo", fueron comprendidas por los fieles en su sentido simple y natural. En el curso del debate el tiempo surgió en cuanto a si debían ser tomadas literalmente o en sentido figurado, y cuando se resolvió que debían ser tomadas literalmente en el sentido de que Cristo está real y verdaderamente presente, la cuestión de la forma de esta presencia comenzó a ser agitada. La controversia entre la novena y el siglo XII, después de lo cual se indicó la doctrina de la transubstanciación, que enseña que Cristo está presente en la Eucaristía por el cambio de toda la sustancia del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre, plenamente como dogma católico . En su primera fase se convirtió en la cuestión de si el Consejo es el órgano histórico de Cristo, el mismo cuerpo que nació, crucificado y resucitado. Este es mantenido por Pascasio Radbert y negada por Ratramnus en el medio del siglo IX. Lo que nos interesa aquí más de cerca es la próxima etapa de la controversia, cuando Berengario (1000-1088) negó, si no la presencia real, por lo menos un cambio de la sustancia del pan y del vino en la sustancia del Cuerpo y la Sangre. Sostuvo que "el Pan consagrado, conservando su esencia, es el Cuerpo de Cristo, es decir, no perder todo lo que era, pero asumiendo algo que no era" (panis sacratus en altari, salva sua substantia, est corpus Christi, amittens no quod erat assumens sed quod non erat-Cf. Martène y Durand, "Tesauro Novus Anecd.", IV, col 105). Está claro que rechazaba la transubstanciación, pero ¿qué tipo de presencia admitió que parece haber variado en diferentes períodos de su larga carrera. Sus opiniones fueron condenados a varios consejos celebrada en Roma (1050, 1059, 1078, 1079), Vercelli (1050), Poitiers (1074), aunque tanto el papa Alejandro II y San Gregorio VII lo trató con la consideración marcados. Sus principales oponentes Si se Lanfranco, después arzobispo de Canterbury (De Corpore et Sanguina Domini adversus Berengarium Turonensem), Durandus de Troarn, Guitmundus de Aversa, y Hugh de Langres. Aunque no puede decirse que Berengario encontró muchos adeptos durante su vida, pero su herejía no murió con él. Se sostuvo por Wyclif (TRIALOG, IV, 6, 10) y Luther (Walch, XX, 1228), y es la opinión de la parte alta Iglesia entre los anglicanos en la actualidad. Además de los consejos antes mencionados, que fue condenada por el IV Concilio de Letrán (1215), el Concilio de Constanza (1418 - "La sustancia del pan material y de igual manera la sustancia del vino material permanecen en el sacramento de la el "altar, y la primera de las proposiciones condenadas de Wyclif), y el Concilio de Trento (1551). Berengario y sus seguidores modernos han recurrido principalmente a la razón y los Padres en apoyo de sus opiniones. Que Transubstanciación no es contrario a la razón, y era por lo menos implícitamente enseñado por los Padres, se muestra en la transubstanciación artículo. En los debates del Padre acerca de las dos naturalezas en la única persona de la analogía entre la Encarnación y la Eucaristía se hace referencia con frecuencia para, esto condujo a la expresión de opiniones a favor Impanation. Pero después de la victoria definitiva de la doctrina de San Cirilo, la analogía se ve que puedan inducir a error. (Ss Ver Batiffol, Etudes d'histoire, etc, 2 ª serie, p. 319.) Los grandes escolásticos rechazó por unanimidad Consubstantiation, pero difieren en sus razones para hacerlo. Alberto Magno, Santo Tomás y San Buenaventura, sostuvo que las palabras, "Este es mi cuerpo", es refutada, mientras que Alejandro de Hales, Escoto, Durando, de Occam, y Pierre d'Ailly declaró que no era incompatible con el Escritura, y sólo han podido ser desvirtuados por la autoridad de los Padres y la enseñanza de la Iglesia (Turmel, Hist. de la teología. postulan., I, 313 ss.). Esta línea argumental ha sido un obstáculo para escritores Anglicana, que han citado algunos de los escolásticos en apoyo de sus opiniones erróneas sobre la Eucaristía, por ejemplo, Pusey, "La doctrina de la Presencia Real" (1855). Publicación de información escrita por la tuberculosis Scannell. Transcrito por Clouse Dan. La Enciclopedia Católica, Volumen IV. Publicado 1908. Nueva York: La empresa Robert Appleton. Nihil obstat. Lafort Remy, Censor. Imprimatur. + John M. Farley, arzobispo de Nueva York Bibliografía Además de las obras mencionadas, ver HARPER, Paz a través de la Verdad, (Londres, 1866), I; Franzelin, De SS euch. (Roma, 1873), thes. xiv; SCWANE, Dogmengeschichte (Freiburg im Br., 1882.), III; VERNET en Dict. de teología. cateterismo. Berenguer sv de Tours; Streber en Kirchenlex, Consubstantatio sv; HEDLEY, La Sagrada Eucaristía (1907); WAGGETT, La Sagrada Eucaristía (Anglicana, Londres, 1906); Gore, el Cuerpo de Cristo (Londres, 1907).

    Comentarios adicionales

    Transubstanciación es una creencia central de la Iglesia Católica Romana. Los católicos pueden encontrar posibles sesgos en los artículos incluidos anteriormente, que cada uno podría interpretarse como que contienen una tendencia protestante.
    Nosotros (los editores de creer), que resultan ser protestante, considera que los artículos anteriores con precisión presentar los hechos y las actitudes generales hacia la escolástica moderna transubstanciación. Los católicos se les enseña que no es convincente la prueba de las Escrituras y la Tradición patrística para apoyar la premisa de la transubstanciación. Por lo tanto, puede tomar una excepción con algunas de sus declaraciones. Esperamos encontrar pronto un artículo académico Católica sobre el tema para agregar a esta presentación.

    El tema es un ejemplo de probablemente alrededor de 30 diferentes temas importantes cristiana donde las personas pueden solicitar sus propios prejuicios y las hipótesis para llegar a sus propias conclusiones. Elegir a los católicos creen que el pan "se convierte en realidad sangrienta" en el proceso de alimentación que, si bien están de acuerdo en que no hay signos externos de la misma. No hay manera posible de argumentar en contra de esa afirmación! Si usted tuvo un sueño o una última noche de pesadilla, nadie ha de cualquier manera posible el argumento de que no lo hizo, porque era una experiencia personal que no puede ser confirmado o modificado por alguien más. Por lo tanto, si los católicos tienen razón acerca de la "sangrienta convirtiendo en" punto de vista, ningún crítico podría nunca "probar" que estaban equivocados, sino también, que nunca podría "demostrar" que tienen razón.
    Lutero y Calvino, y otros, cada uno sentía que se trataba de una conclusión lógica, y, más concretamente, que la Biblia no apoyan claramente la "sangrienta" interpretación. Algunos protestantes llegaron a la conclusión de que el pan era "meramente simbólica" de la Señor, mientras que otros (a raíz de Lutero) considera que realmente se convirtió en el Señor, pero de una manera no sangrienta. Nadie puede "probar" o "desmentir" ninguno de estos puntos de vista tampoco. Es un tema sobre el cual no puede haber acuerdo! Cada grupo ha aplicado sus propios prejuicios y suposiciones y decidió sobre una determinada conclusión o interpretación. Ya que la Biblia no incluye suficientes detalles para decir que una u otra es más correcto, cada uno de ellos debe considerarse "igualmente correcto" (opinión personal), y por lo tanto totalmente válido PARA QUE GRUPO. Por lo tanto, no vemos ninguna causa o fundamento para criticar a los católicos para su conclusión acerca de la transubstanciación. Pero también vemos ninguna razón o base para criticar Zwingli et al para una comprensión puramente simbólico. Nuestra Iglesia considera que tales argumentos son prácticamente irrelevantes. Lo que realmente es importante es cómo la Eucaristía es percibido por y afecta a la persona concreta que participa en ella. Si una persona come, simplemente, como un trozo de pan mundanos, no tiene mérito , en cualquier Iglesia! Sin embargo, si el corazón de la persona está profundamente afectada por la Rite (REAL el deseo del Señor), entonces es válido, no importa lo que las opiniones sobre la interpretación podría ser. Tenemos un pensamiento muy diferente a ofrecer en el tema! La ciencia moderna ha demostrado que hay un increíble número de átomos, incluso una pequeña cantidad de cualquier líquido o sólido (número de Avogadro). Si hay una taza de café en su escritorio, o un vaso de pop, o una galleta Ritz, o una barra de chocolate, hay algo como 100000000000000000000000 átomos en el mismo. Cuando Jesús vivió, sopló! Cada respiración Él había exhalado vapor de agua en ella y dióxido de carbono, los átomos y las moléculas que HABÍA SIDO PARTE DE SU CUERPO. Varios años atrás, estudié detenidamente este tema. Los vientos del mundo distribuir tales aire, incluidas las moléculas, en todo el mundo, dentro de un par de años. Como una planta de trigo está creciendo en Kansas, que toma en dióxido de carbono y vapor de agua desde el aire, que pasan a formar parte de esa planta! El punto aquí es que algunas de esas moléculas de hecho han sido parte del cuerpo de Jesús 2000 años antes! Hice la matemática en esto, y se sorprenderá! Cada bocado de que el café contiene alrededor de un MILLÓN átomos físicamente una vez que forma parte del cuerpo de Jesús! Similares para galletas o barras de caramelo! Esto es realmente un tema totalmente diferente, pero sin duda es un hecho establecido. Yo lo veo como una especie de afectar a tales argumentos con respecto a la naturaleza de la Eucaristía. Si alguien quería pensar que los millones de átomos que efectivamente había sido parte del cuerpo de Jesús fueron "sangrienta", no puedo argumentar en contra de que, debido a que algunos o la mayoría de los átomos de duda ha sido su sangre y su carne. Sin embargo, si una persona que elija para ver que el café como más "simbólica", así que también es una especie de verdad! Este es criado para tratar de demostrar que "los argumentos" en la "percepción humana importante" probablemente no son realmente muy importante. También, que usted puede ser que busque en cada pedazo de pan y carne, y verduras, y cada vaso de cualquier líquido, bajo una nueva luz! Con la actitud correcta-, en mi opinión, es posible comprobar que cada bocado de comida y cada sorbo de líquido es, sin duda "de Cristo" de una manera muy directa! En lugar de limitarse a chupar una Pepsi, mire por un momento, y contemplar estos hechos. Tengo un muy gran número de "experiencias religiosas" en este camino! Algunos cristianos podría disgustarse más por encima de la molécula de la discusión. NO, NO significa que es como cualquier sustitución de las percepciones de la fe de la Eucaristía! NO se trata de dar a entender que la fe percepciones son incorrectas o incompletas. Todo lo contrario! Nuestro pequeño Iglesia alienta a todos los miembros a pasar unos segundos contemplando la oblea o el pan a punto de ser adoptadas en el Rito de la Eucaristía, con el fin de alcanzar, en ADEMÁS importancia a la fe como se describe por su Iglesia, la HECHO REAL que están viendo y a punto de ingerir ACTUAL FÍSICA partes del cuerpo de Jesús! Personalmente, a menudo obtener un escalofrío, en la cuenta de lo íntimamente a Jesús, para mí, en ese rito! Esperamos que también es cierto entre la Congregación!

    Comentarios más recientes adicionales (noviembre de 2005) por el Editor de creer.

    A veces me pregunto cómo los miembros del clero puede actuar si se tratara de interactuar con Jesús mismo, sin darse cuenta! Varios ministros luteranos han portado con nosotros en muy malas maneras sobre este tema! Y después de un primer e mezquina-mail que acusa a creer de ser un adversario de luteranismo, a menudo con un lenguaje increíblemente duras, yo siempre les aseguró que cree que no es "contra el luteranismo" y de hecho siempre quiere mejorar cualquiera de los 1300 Tema presentaciones en creer que puede ser inexacta o incompleta, y por lo general solicitando su ayuda en la mejora de esta presentación. Un ministro luterano sólo reaccionó a esa petición diciendo que él no veía ninguna razón por la que se tiene que hacer nuestra investigación! OK! Eso está bien, pero sin la cooperación de los Luterana Ministerio, es difícil para un no-Luterana (un no-denominacionales pastor protestante) para conocer realmente las actitudes luterana.
    Voy a tratar de describir el problema, lo mejor que yo lo entiendo. Por lo que podemos encontrar de la investigación, la palabra Consubstantiation no tiene ningún otro uso que no sea para describir supuestamente el Luterana sobre la Eucaristía. Sin embargo, Luterana Clero parecen ir balísticos en cuanto a la existencia misma de la palabra! Ahora bien, si la "definición" de la palabra Consubstantiation es inexacta, podría fácilmente ver por qué se quiere luteranos para corregirlo. Pero eso nunca ha sido su interés, en decenas de luterana Clero, que se han quejado de lo anterior (becas por escrito) los artículos. Ellos siempre están intensamente indignado (y más claramente expresa la extrema indignación!) A la palabra en sí misma! En todo caso, he intentado con calma a preguntar por qué, y ninguno ha respondido a esa pregunta. Esa actitud PODRÍA tiene sentido, si la palabra tiene algunas Consubstantiation segundo significado, un uso que el sentido es claramente diferente de la fe luterana sobre la Eucaristía. No Luterana Clero nunca ha indicado que no hay ningún otro uso. Este parece entonces REALMENTE confuso para mí! En este punto, en cada comunicación, por lo general se refieren a la palabra "mousepad" que, hasta donde yo sé, sólo tiene un único uso, que poco espacio en el que un ratón de la computadora se mueve alrededor. Si alguien se hizo intensa emocionalmente irritado por la palabra "mousepad", me pregunto por qué. Con el uso de ningún otro saber, CUALQUIER la definición de esa palabra, que deberá tener algo que ver con un ratón y cambiarlo de sitio! Así que incluso si se considera una definición inexacta, no tiene más sentido tratar de perfeccionar la definición para ser más conveniente para convertirse en abusivo y mezquino, porque la palabra se utilizó alfombrilla? En mis interacciones con Luterana ministros sobre este tema una parte, he empezado a preguntarse qué tan bien ellos tienen sus actos juntos! Algunos han insistido en que, sí, Lutero describe este punto de vista, pero más tarde lo abandonaron, y sí, Melanchton utilizó por primera vez esa palabra, sino también más tarde refutó completamente. ¿Significa esto que las creencias luteranas hoy no son compatibles con lo que Lutero había creído que inició la Reforma protestante? (Parece una pregunta justa). Otros Luterana Clero han "anunciado" a mí que Lutero nunca había utilizado esa palabra (que es verdad!) Y que por primera vez se utilizó alrededor de 60 años más tarde, alrededor de 1590. Sin embargo, otros clérigos luteranos insisten en que la palabra se utilizó Consubstantiation (ya sea 100 o 200 años) antes de Lutero, y algunas de esas reclamaciones Escoto decir que primero lo utilizó. Pero ninguno ha proporcionado CREEN con textos de cualquiera de estas cosas, y en su lugar sólo se refieren a MODERNA luteranas. Las normas de creer que son tales que no es lo suficientemente bueno! Si hemos de volcar el trabajo de un académico muy respetado cristianos (incluidos nuestros textos), necesitaríamos REALMENTE buenas pruebas y documentación! Incluso si alguien utiliza esa palabra específica antes de Lutero, que no significa necesariamente que lo hizo o que no significan lo mismo. La palabra "ratón" ha existido desde hace miles de años, pero nunca se refiere a cualquier parte de un equipo que hasta hace veinte años! ¿Hay que leer una mención de Shakespeare de un ratón con indignación, en referencia no corresponde también a la computadora? En cualquier caso, todo lo que queremos son hechos reales. A excepción de estos aberrantes Luterana Clero diputados, que realmente apoyan firmemente la Iglesia Luterana y el deseo de mejorar presente mejor a creer sus creencias. Pero, respecto a esta palabra, Consubstantiation, parece que de inmediato se enfaden y vengativo y entrar en el modo de ataque, sin que (todavía) la constitución de pruebas reales (sin contar los últimos artículos de sus compañeros), que es lo que realmente necesitamos. Por ejemplo, si en realidad Escoto Consubstantiation utilizado el término, tan sólo se necesita el nombre del libro y el número de página, por lo que la investigación del contexto en que se utilizó la palabra. Este tema ha sido bastante confuso a creer en nosotros. Nos gustaría pensar que la Iglesia Luterana habría gustado tener un "especial" que se refiere sólo a su única creencia en la Eucaristía! No hay otra Iglesia distinta de la Iglesia Católica Romana tiene una palabra específica asociada a ella. Pero está claro que los luteranos realmente desea eliminar esa palabra de nuestro idioma! Y no vemos por qué! Hemos hecho muchas ofertas para "corregir una definición inexacta" pero los luteranos no parecen interesados ​​en eso.

    Consustanciación

    Posiblemente una sólida Aclaración!
    Información General Estimado Editor: Estaba navegando en su artículo sobre las distintas opiniones de la Cena del Señor, o la Eucaristía. Se observó que ninguno de los pastores luteranos que han hablado con usted podría citar nada, más allá de artículos modernos, afirmando que la posición Luterana no es "consustanciación". Permítanme, en primer lugar, presentar una fuente de la época de la Reforma y, en segundo lugar, para agregar algunas aclaraciones. Nicolás Selneccer (1530-1592), uno de los autores / orchastrators de la Fórmula de la Concordia, escribe, "A pesar de nuestras iglesias utilizar la vieja expresión" en el pan »,« con el pan "o" bajo el pan ... no enseñan un inclusio, consubstantiatio o delitescentia. El significado es más bien que Cristo, 'al dar el pan, nos da al mismo tiempo su cuerpo para comer ...'" Vom hl. Abendmahl des Herrn etc (1591) Bl E 2. La razón Luterana pastores disgustarse sobre la atribución del término "consubstantaion" a nuestra teología es doble. En primer lugar, usted puede encontrar a principios de Lutero (Luther las de los que él mismo escribe en su introducción a sus escritos Latina, era todavía una "raving papista.") Que prefería "consustanciación", como argumentó por Peter d'Ailly "Questiones de Pedro Lombardo ". Lutero preferido d'Ailly opinión, sin embargo, en gran parte por razones filosóficas. Se requiere sólo un único milagro que la transubstanciación, como lo había sido empujado de Aquino a Duns Escoto necesario un segundo milagro: la aniquilación de la sustancia del pan. Aunque, en el momento, sólo Luther sostiene que es "mejor filosofía" y se prefiere la transubstanciación sólo si no había sido ya declarada por la Iglesia. Así, la primera razón por Luteranos rechazan la idea de consustanciación es que el término en sí es envuelto en las mismas categorías filosóficas como transubstanciación y, por tanto, rechazarse por este motivo. La objeción de conciencia al transubstantation Luterana no fue tanto que lo excluido el pan y el vino, pero que la teoría de Aristóteles había dogmatizado que, a su vez, habla en la Escritura se ha mantenido en silencio. Obliga a la teología de una manera típica de la escolástica: se establece un principio (principium / Oberbegriff) como "lo primero", según el cual debe ser toda nuestra teología hecho a la medida. El Señor no se puede obligar a nuestros principium, por lo tanto, si el Señor no ha declarado nunca "cómo", que son los mejores para dogmatizar nuestras teorías sobre cómo pudo haber sido posible. Observe estas palabras de los Artículos de Esmalcalda, III, 6 "Nos importa nada de la sutileza sofística por los que enseñan que el pan y el vino o dejar perder su propia sustancia natural, y que sólo queda la apariencia y el color del pan, y así no el pan ... " La crítica, aquí, no es sólo la conclusión (que ya no es pan), pero el método filosófico, o "sofística sutileza", que trata de explicar el cómo. Luteranos eran muy dispuesto a permitir transubstantation, o incluso consubstantation, siempre y cuando la Iglesia no haría un dogma de los mismos. La razón, en la cautividad babilónica, Luther transubstanciación cita como una de las "tres paredes" haber oscurecido el Evangelio de Sacramento no es que se han librado de pan, pero han dogmatizado una teoría que no puede ser bíblicamente fundamentada. Por lo tanto, la razón rechazamos consustanciación es por la misma razón rechazamos transubstanciación. En su lugar, prefiere hablar de la "Unión Sacramental", o "sacramentailis unio." El sacramentalis unio luterana es la contraparte de la transubstanciación romano, y consustanciación La Baja Edad Media, con la que a menudo es confundido por error. Al igual que consustanciación, unio sacramentalis presupone el pan y el cuerpo, el vino y la sangre, existen juntos. El pan y el vino no son destruidas o "transustanciado". La diferencia, sin embargo, es que ninguna teoría se construye sobre la coexistencia de dos principios, que refleja el accidente de uno a la exclusión de la otra. En segundo lugar, que prefiere no ser llamada "consubstantiationists", porque la diferenciación que implica el uso del término sugiere que nuestro principal "diferencia" en nuestro sacramento de la confesión, en contra de Roma, es la de los altercados por la presencia del pan y el vino . Esta no es la cuestión, en absoluto. Si bien estamos convencidos de Roma es un error dogmatizar una teoría filosófica (transubstanciación) nuestra verdadera "crítica" con la doctrina romana de la Eucaristía es el sacrificio * * de la masa. Por lo tanto, como dice Lutero en la cautividad babilónica, que han convertido lo que es verdaderamente Evangelio (ventajas) en la ley (sacrificium). Es decir, se han convertido algo que se primarilly la gracia de Dios, * las acciones Evangelio deliviering para nosotros * en una acción que ofrecemos a Dios con el fin de apaciguar la ira del Padre.
     
    Introduccióna) La Euc. es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino se halla Cristo verdaderamente presente, con su cuerpo y su sangre, a fin de ofrecerse de manera incruenta al Padre celestial y darse como manjar espiritual a los fieles. (cf. Ott p.551)
    b) La Sagrada Euc. culmina la iniciación cristiana (Cat. 1322)
    c) "Sanctissima Eucaristia est Novae Legis sacramentum in quo sub speciebus panis et vini ipsemet Christus Dominus, omnium sacramentorum Auctor, continetur, offertur et sumitur".
    En ésta definición se incluyen los tres aspectos de la Euc.:
    - in facto esse (Presencia real)
    - in fieri (sacrificio)
    - in usu (comunión)
    d) Preeminencia ( Santo Tomás prueba la preeminencia de la euc. por encima de los demás sacramentos):
    (1) Por el contenido de la Euc.: en este sacramento no hay, como en todos los demás, una virtud otorgada por Cristo para darnos su gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo, fuente de todas las gracias.
    (2) Por la subordinación de todos los demás sacramentos a la euc. como a su último fin.
    (3) Por el rito de todos los demás sacramentos, que la mayor parte de las veces se completa con la recepción de la euc. (S.th.III 65,3)
    e) N.B. En este tema nos centramos en la presencia de Cristo en la Euc.
    30.2 Enseñanzas Biblicas sobre la Eucaristia
    Pueden ser agrupadas en tres tipos de textos:
    1. La promesa de la eucaristía (institución) (Io 6,22-71)
    Después de los milagros preparatorios de la multiplicación de los panes y el caminar milagroso de Jesús sobre las aguas del lago, dijo el Señor a los judíos, deseosos de presenciar otra multiplicación de los panes: (27). En el discurso eucarístico que sigue, habla Jesús primeramente, en términos generales, del verdadero pan del cielo, que ha bajado del cielo y da la vida eterna al mundo (29-34); después se designa a sí mismo como pan del cielo que da vida, pero señala que para asimilarse ese manjar es necesario tener fe (35-51a); por último, da más detalles diciendo que el verdadero pan del cielo es su carne; y hace depender la vida eterna de que se gusten o no los manjares de su carne y de su sangre (51b-58) "El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Disputaban entre sí los judíos diciendo: ÀCómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre s verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él."
    2. Los textos de la institución (recogidos en Mt.26,26-28; Mc,14,22-24; Lc.22,19-20; 1Cor 11,23-25, con diferencias sólo accidentales)
    Esa promesa de Cafarnaúm tuvo cabal cumplimiento en la cena pascual prescrita por la ley hebrea, que el Señor celebró con sus Apóstoles, la noche de Jueves Santo.
    3. Textos que narran la celebración de la Euc. en la Iglesia naciente (Act. 2,42 y en los Epístolas de San Pablo, ej.1 Cor 10,16; 1 Cor 11,26-27) en los que se ve lo que habían entendido los primeros cristianos en las palabras de Cristo.
    a. Acts.2,42: .
    b.1 Cor.10,16;1Cor.11,26-27: "El cáliz de bendición que bendecimos, Àno es la comunión de la Sangre de Cristo? El pan que partimos, Àno es comunión del Cuerpo de Cristo?...Porque cuantas veces comáis esta pan y bebáis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que ƒl venga. De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor".
    30.3 Testimonio de la Tradición y Definiciones del Magisterio
    1. Lo que verdaderamente impresiona es el carácter social y colectivo de los testimonios antiguos en torno a la Euc.: catequesis para los recién convertidos, cartas dirigidas a los fieles, liturgia (en la llamada epíclesis de las antiguas liturgias cristianas, se invoca al Logos o al Espíritu Santo para que ), inscripciones funerarias, pinturas en las catacumbas, defensa ante las herejias....; ésta "fidex simplex" admite universalmente que, después de la consagración, el pan y el vino son el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
    2. La - sintagma técnico para designar la Euc.- pasó pronto, junto con el Bautismo, a ser el rito característico de los primeros cristianos. Ellos creían con absoluta sencillez que el pan consagrado era el Cuerpo de Cristo. Los Apóstoles y sus sucesores presentaban a los fieles el pan consagrado diciendo:
    Corpus Christi, y los fieles respondían Amén. La Euc. era Jesús, y nadie habló jamás de símbolo o figura.
    3. Además, no faltan testimonios singulares:
    A. Los Padres antenicenos:
    (i) San Ignacio de Antioquía (+ hacia 107) - el más antiguo testimonio de la tradición que habla claramente en favor de la presencia real de Cristo en la Euc.'
    - Vs. los docetas, dice él:
    (ii) S. Justino Mártir (+ hacia 165) - establece un paralelo entre la consagración de la Euc. y el misterio de la encarnación. El resultado, lo mismo de la eucaristía que de la encarnación, es la carne y sangre de JC.
    (iii) San Ireneo de Lyón (+ hacia 202) - frente a los gnósticos: Cristo es Dios, porque sólo Dios puede hacer el milagro de la trasubstanciación: . (Adv. haer IV 18,4 )
    (iv) Tertuliano (+ hacia 220) - (De carnis resurr. 8 )
    (v) S. Cipriano (+ 258) - .
    (vi) Los Alejandrinos:
    Clemente y Orígenes - dan testimonio de esa fe universal de la Iglesia que proclama que el Señor nos da a gustar su Cuerpo y su Sangre.
    N.B. Incluso aquí en la escuela de Alejandría, donde es mayor la tendencia a las expresiones de tipo simbólico, se deja clara la presencia real.
    B. Los Padres Postnicenos: También destacan de manera especial como testigos de la fe de la Iglesia en la presencia real de Cristo en la Euc.
    (i) Los Griegos: (a) S. Cirilo de Jerusalén (b) S. Juán Crisóstomo - , (c) S. Cirilo deÊAlejandría, (d) S. Juán Damasceno
    (ii) Los Latinos:
    (a) S. Hilario de Poitiers (b) S. Ambrosio - quien constituyó una autoridad decisiva para la doctrina eucarística de la teología escolástica. Así lo explica, "Esta pan es pan antes de la consagración; no bien ha tenido lugar ésta, el pan pasa a ser la Carne de Cristo...Ved, pues, cuán eficaz es la palabra de Cristo... Así pues, cuando lo recibes, no dices en vano "Amen", confesando en espíritu que recibes el Cuerpo de Cristo. El sacerdote te dice: "El Cuerpo de Cristo" y tú dices: "Amén"; esto es, "verdadero"". ( De sacram., lib. 4, cap. 4 )
    iii) S. Agustín - aÊpesar de tener predilección especial por la interpretación simbólica, no pretende excluir la presencia real. Y así dice él, . ( Sermo 227 )
    iv) Sto. Tomás - prueba la conveniencia de la presencia real por:
    1) la perfección de la Nueva Alianza y la consiguiente elevación que ha de tener su sacrificio por encima del sacrificio del AT; 2) el amor de Cristo a los hombres, que impulsa al Señor a estar cerca de ellos corporalmente, 3) la perfección de la fe, que en la euc. no sólo se extiende a la divinidad, sino también a la humanidad de Cristo invisiblemente presente. (S.th. III 75, 1. )
    El MAGISTERIO DE LA IGLESIA:
    1) VI Concilio Romano (Gregorio VII, a. 1079, DZ 355) - Vs. Berengario, el primer hereje directo sobre la Euc. considerándola sólo como un símbolo (figura vel similitudo) del Cuerpo y Sangre de Cristo glorificado en el Cielo y que, por tanto, no puede hacerse presente en todas y cada una de las hostias consagradas. El Cuerpo de Cristo está en el Cielo, y en la Euc. sólo estaría de un modo espiritual.
    2) IV Letran (a. 1215, XII ecuménico, DZ 430) Vs. los valdenses, albigenses, petrobrusianos, henricianos, cátaros que, por aborrecimiento a la organización visible de la Iglesia y por reviviscencia de algunas ideas gnosticomaniqueas, negar el poder sacerdotal de consagrar y la presencia real (S. XII y XIII). Para combatir todos estos errores, el Concilio definió oficialmente la doctrina de la transubstanciación, la presencia real y el poder exclusivo de consagrar que posee el sacerdote ordenado válidamente.
    3) Constanza (a. 1414, XIV ecuménico, DZ 581-583) Vs. Juan Wicleff que impugnó la doctrina de la transubstanciación enseñando que, después de la consagración, permanecen las sustancias de pan y vino (teoría de la remanencia). La presencia de Cristo en la euc. quedaba reducida a una presencia puramente dinámica. El fiel cristiano recibiría sólo de manera el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La adoración de la Euc. sería culto idolátrico. La misa no había sido instituida por Cristo.
    4) Trento (Sesiones XIII, XXI, XXII) - que define la presencia verdadera, real y sustancial de Cristo en la Euc. Como es lógico, esos tres adjetivos no se utilizaron por casualidad, sino que respondían al empeño por salir al paso de los errores que hablaban de una presencia engañosa, sólo simbólica ( Zwinglio y Wycleff) o sólo virtual (Calvino).
    5) CAT 1373-1374 - se han recogido 3 pasajes grandes sobre Euc.: Trento Ses XII, SC 7: (Cristo está presente en la Euc. tanto en (a) el ministro-in Persona Christi-, (b) especies y en (c) la palabra) y Mysterium Fidei(habla de una presencia por excelencia porque Cristo en su totalidad está allí sustancialmente).
    30.4 Transubstanciación
    1. Un poco de historia:
    - En el sínodo Romano del año 1079 (contra Berengario) se habla de "conversión sustancial". Poco después, algunos teólogos - Hildelberto Turonense y Rolando Bandinelli (luego será Papa Alejandro III- comenzaron a utilizar el término "transubstanciación" y que será usada oficialmente por vez primera en un Decretal de Inocencio III y en el Caput Firmiter del Conc. IV de Letrán. A la hora de designar ese concepto emplean términos diversos (fieri, conversio, transmutari, transelementari, transformat, mutatione, conversione, etc.). A partir de ahí, este término se ha convertido en garantía de ortodoxía, y Pío VI (DZ 1529) en la "Auctorem fidei", contra el sínodo de Pistoya (1786), afirmó que la doctrina de la transubstanciación no es una questión meramente escolástica, opinable, sino una verdad de fe.
    La Iglesia ortodoxa griega, después del II concilio universal de Lyón (1274), recogió de la teología latina éste término. Pero cuando encontró mayor difusión este término fue durante el siglo XVII, en la lucha contra las teorías calvinistas sobre la Euc. del patriarca Cirilo Lucaris y la Confessio de Dositeo 17.
    - De hecho, Santo Tomás (III, q.75, a.2) afirma que el Cuerpo de Cristo sólo puede hacerse presente en la Euc.
    por conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de la Sangre de Cristo, descartando todo tipo de movimiento local.
    2. El dogma:Cristo está presente en el sacramento del altar por transubstanciarse toda la sustancia de pan en su cuerpo y toda la sustancia de vino en su Sangre. (de fe) - Trento, Ses. XIII, can 2 (DZ 884).
    La transubstanciación se verifica en el momento mismo en que el sacerdote pronuncia sobre la materia las palabras de la forma (; ), de manera que, habiéndolas pronunciado, no existen ya ni la sustancia del pan ni la sustancia del vino: sólo existen sus accidentes o apariencias exteriores.
    3. La noción:Precisando más el concepto de transubstanciación, y sus implicaciones en este sacramento, puede afirmarse:
    (a) En la Euc. no hay aniquilamiento de la sustancia del pan (o del vino), porque ésta no destruye, sólo se cambia;
    (b) no hay creación del Cuerpo de Cristo: crear es sacar algo de la nada, y aquí la sustancia del pan cambia por la sustancia del Cuerpo, y la del vino por la de la Sangre;
    (c) no hay conducción del Cuerpo de Cristo del cielo a la tierra: en el cielo permanece el único Cuerpo glorificado de JC, y en la Euc. está su Cuerpo sacramentalmente;
    (d) Cristo no sufre ninguna mutación en la Euc.; toda la mutación se produce en el pan y en el vino;
    (e) lo que se realiza, pues, en la Euc. es la conversión de toda la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, que es lo que llamamos transubstanciación.
    N.B. En los últimos años, algunos teólogos han buscado nuevas fórmulas de explicar esta Presencia real de Cristo el la Euc.: la transignificación o de la transfinalización, señalando que, por las palabras de la consagración, el pan y el vino consagrados adquieren una nueva significación y se dirigen a un nuevo fin. No obstante, el Magisterio las juzgas insuficientes y exige mantener la terminología de siempre. (Cf. Mysterium fidei, 3-IX-1965, n. 39).
    4. Prueba de la Escritura:La transubstanciación se contiene implícitamente en las palabras con que Cristo instituyó este sacramento.
    Considerando la veracidad y omnipotencia divina de Jesús, se deduce de sus palabras que lo que ƒl ofrecía a sus discípulos ya no eran pan y vino, sino su Cuerpo y Sangre. Por tanto, había tenido lugar una conversión.
    Pero los accidentes no sufrieron esa conversión, como lo prueba el testimonio ocular de los allí presentes. Luego aquella conversión afectó únicamente a la sustancia y fue, por tanto, verdadera transubstanciación.
    5. Prueba de la Tradición:
    Los padres de los tres primeros siglos dan testimonio de la presencia real, pero sin entrar en detalles sobre el modo con que se verifica la misma. De ahí que en esa época no encontremos más que sugerencias de la transubstanciación. Así por ejemplo dice Tertuliano - .
    Desde el siglo IV enseñan ya de manera explícita los padres que en la consagración tiene una lugar una conversión, son: S. Cirilo de Jerusalén, S. Gregorio de Nysa, S. Juán Crisóstomo (), S. Cirilo de Alejandría, S. Juán Damasceno (), S. Ambrosio ().
    Para explicar de forma intuitiva este misterio, los santos padres emplean analogías, tales como la conversión del alimento en la sustancia corporal (Greg. de Nysa, Juán Damasceno), la conversión del agua en vino en las bodas de Caná (Cirilo de Jerusalén), la conversión de la vara de Moisés en serpiente, la conversión del agua de los ríos de Egipto en sangre, la creación y la encarnación (Ambrosio).
    En las antiguas liturgias, se invoca al Logos o al Espíritu Santo por medio de una oración especial, llamada epiclesis, para que descienda y de aquel pan y vino el Cuerpo y Sangre de Cristo, o para que el pan y el vino el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
    6. El modo como el Cuerpo de Cristo está realmente presente:
    - Nadie duda que el Señor está presente en medio de los fieles, cuando éstos se reúnen en su nombre: (Mt 18,20)
    - También está presente en la predicacción de la palabra divina, (SC 7).
    - Igualmente está en los sacramentos, ya que son acciones de Cristo.
    - Sin embargo, la presencia de JC en la Euc. es de otro orden: Pablo VI, MF 39).
    - Se le llama real no por exclusión, como si las otras presencias de Cristo- en la oración, en la palabra, en los otros sacramentos- no fueran reales, sino por antonomasía, pues es una presencia substancial: por ella se hace presente Cristo, Dios y Hombre, entero e íntegro.
    a) Bajo cada una de las especies sacramentales, y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido JC entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad (Trento Ses. XIII can. 3). JC no se encuentra presente en la Hostia al modo de los cuerpos, que ocupan una extensión material determinada ( la mano en un lugar, y la cabeza en otro ), sino al modo de la sustancia, que está toda entera en cada parte del lugar (la sustancia del agua se encuentra tanto en una gota como en el océano; la sustancia del pan está tanto en una migaja como en una pan entero, etc.) Por ello, al dividirse la Hostia, está todo Cristo en cada fragmento de ella.
    b) Cristo está todo entero en cada especie.
    No está únicamente el Cuerpo de Cristo bajo la especie del pan, ni únicamente su Sangre bajo los accidentes del vino, sino que en cada uno se encuentra Cristo entero.
    Donde está el Cuerpo, concomitantemente se hallan la Sangre, el Alma y la Divinidad; y donde está la Sangre, igualmente por concomitancia se encuentran el Cuerpo, el Alma y la Divinidad de JC. ƒl está presente en la Euc.
    con la naturaleza humana y la naturaleza divina. Pero el Alma y la Divinidad no están por conversión, sino por simple presencia, debido a la unión hipostática que se da en la Persona de Cristo entre su naturaleza humana y su naturaleza divina. Como escribe S. Tomás; (S.Th III, q. 76, a.1).
    c) Permanencia de la Presencia real
    Después de efectuada la consagración, el Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes de manera permanente en la Euc. La permanencia de Presencia real es una verdad de fe, definida contra la herejía protestante que afirmaba la presencia de Cristo en la Euc. sólo in uso, es decir, mientras el fiel comulga. Trento dice: "Si alguno dijere que, acabada la consagración, no está el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor JC en el admirable sacramento de la Euc. , sino sólo en el uso, al ser recibido, pero no antes o después, y que en las hostias o partículas consagradas que sobran o se reservan después de la comunión, no permanece en verdadero Cuerpo del Señor, sea anatema" (Ses. XII, can 4). alguno dijere que no es lícito reservar la Sagrada Euc. en el sagrario, sino debe ser necesariamente distribuída a los asistentes inmediatamente después de la consagración; o que no es lícito llevarla honoríficamente a los enfermos, sea anatema(Ses XIII, can. 7).
    Según doctrina unánime de los teólogos, la Presencia real dura mientras no se corrompen las especies que constituyen el signo sacramental instituido por Cristo.
    7. Permanencia de las especies:Las especies de pan y vino permanecen después de la transubstanciación (de fe).
    Según declaración del Trento (Ses. XIII, can. 2/ DZ 884), la transubstanciación se extiende únicamente a las sustancias de pan y vino, mientras que las especies o accidentes permanecen: ; Se entiende por especies todo aquello que es perceptible por los sentidos, como el tamaño, la extensión, el peso, la forma, el color y el sabor.
    8. Realidad física de las especies:
    Las especies sacramentales conservan su realidad física después de la transubstanciación (sent. cierta).
    a. La doctrina de toda la tradición no duda en absoluto de que a las impresiones de nuestros sentidos les corresponde una realidad objetiva. Así dice S. Agustín:
     b. El Trento afirma que las especies , es decir, que quedan como residuo del término total a quo de la transubstanciación. c. El concepto de sacramento, que exige que el signo sea objetivo si no queremos que el sacramento se reduzca a una mera apariencia.
    9. Sin sujeto de inhesión:Las especies sacramentales permanecen sin sujeto alguno de inhesión (sent. cierta).
    a. El Cuerpo y la Sangre de Cristo no pueden ser sujetos de los accidentes de pan y vino; tampoco puede serlo ninguna otra sustancia. De todo lo cual se deduce que las especies permanecen sin sujeto alguno. El Catecismo Romano (II 4, 43) califica esta sentencia como .
    b. La omnipotencia divina hace que sea posible la permanencia de los accidentes sin sujeto de inhesión, pues tal omnipotencia, como causa primera, puede sustituir el efecto de la causa segunda, cuando ésta falta (S.th III 77).
     
     
     

    La Transubstanciación

    La Conversión del Pan y el Vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo


    ¿Se está haciendo de forma correcta?




    PROPÓSITO
    NO ESTAMOS poniendo en duda las fórmulas aprobadas para la consagración del pan y el vino establecidas originalmente por el Concilio Vaticano II y que, con las modificaciones por los Pontífices Romanos que lo han considerado apropiado, son parte del Magisterio de la Iglesia. Lo que estamos haciendo es:
    (a) Revelar en qué momento clave dentro de la liturgia Eucarística tiene lugar la Transubstanciación; y
    (b) Denunciar las desviaciones que se salen de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.

    INTRODUCCIÓN

    El Misterio más grande de la Fe Católica es la Transubstanciación. A través de este milagro las substancias que constituyen el pan y el vino se convierten en las substancias del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, mientras mantienen la apariencia física del pan y el vino.

    El milagro de la Resurrección de Jesucristo es más fácil de aceptar y comprender que el de la Transubstanciación. Sin embargo, para nosotros, la Transubstanciación es más concreta y real que la imponente estructura de la Basílica de San Pedro.

    Cada día más y más hostias les están siendo dadas a los fieles sin haber experimentado el milagro de la Transubstanciación. Con lo cual, a millones y millones de católicos se les priva del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo en un tiempo en que el Pan del Cielo es más necesitado que nunca para la fortaleza espiritual.

    Los fieles confían en que están consumiendo el Cuerpo y Sangre de Jesucristo pero, en muchos casos, se les está dando un trozo de pan - en apariencia y en substancia. Esta aberración debe ser puesta en evidencia y detenida en la medida, y en que el marco de tiempo, permitido por los acontecimientos escatológicos previstos.

    Base de la Argumentación
    Sin importar el formato de Oración Eucarística utilizado (I, II, III ó IV), antes de entrar en detalles podemos decir que la Transubstanciación tiene lugar en algún momento dentro del intervalo de tiempo abarcado por:

        (A) El momento en que las manos del oficiante son extendidas sobre las ofrendas; y cuando
        (B) Las palabras "Haced esto en conmemoración mía" (en el idioma correspondiente) son proclamadas.
    La posición oficial del Magisterio es que la Transubstanciación tiene lugar:

    (a) Para el pan, cuando el oficiante recita lo siguiente sobre la Hostia de la patena:

    Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.

    (b) Para el vino, cuando el oficiante recita lo siguiente sobre el vino del cáliz:

    Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

    No podemos estar de acuerdo con esa creencia oficial y tenemos una base sólida para respaldar nuestra postura. Sin embargo, si la Plegaria Eucarística se ofrece tal como la prescribe el Magisterio - en particular, en lo que concierne a los puntos (A) y (B) ya mencionados - entonces, nuestra discrepancia con la creencia oficial realmente no tiene importancia.

    El tema en cuestión
    ¿Quién causa el cambio de substancia? Es Dios, a través del hombre, Quien causa el cambio y Su Espíritu Quien lo hace.

    Examinemos las dos partes de la Oración Eucarística que sabemos que están involucradas en la Transubstanciación


    Parte I
    - La imposición de manos y la recitación de...
    [Oración Eucarística I] "Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor."
    [Oración Eucarística II] "Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y + Sangre  de Jesucristo, nuestro Señor."
    [Oración Eucarística III] "Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que sean Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios."
    [Oración Eucarística IV] "Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que sean Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebramos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna."
    Parte II - La proclamación del suceso...
    Desde que el oficiante recita, en el idioma correspondiente, el equivalente a "Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros." (Accipite et manducate ex hoc omnes... etc.)  hasta "Haced esto en conmemoración mía." (Hoc facite in meam commemorationem.)
    Como hemos dicho anteriormente, el Magisterio oficial enseña que la Transubstanciación tiene lugar únicamente en la Parte II de la oración. Veamos detenidamente el tema - tanto en el plano físico como en el sobrenatural.

    Análisis de los casos que se dan en la práctica
    En el arreglo típico de un altar puede haber una o varias copas grandes (copones) con hostias no consagradas, uno o varios cálices con vino, una patena (platillo de metal) con la Hostia del oficiante (a veces acompañada de algunas partículas).
    Caso I >>> Si el oficiante extiende las manos sobre la patena y el cáliz, pero no sobre las otras copas y cálices, entonces los cálices y/o copas que han quedado fuera de su alcance no reciben la imposición de manos. La primera parte de la formula no ha sido cumplida sobre todas las hostias ni todo el vino que se consumirán durante la Comunión.
    Caso II >>> Si el oficiante extiende las manos sobre la patena y todos los recipientes de hostias y de vino mientras recita la invocación prescrita, la primera parte de la fórmula se ha completado correctamente.
    Caso III >>> Si la primera parte de la fórmula se lleva a cabo correctamente (como en el Caso II) y el oficiante recita la segunda parte - "Tomad y comed todos de él..." - únicamente sobre las hostias de la patena, y "Tomad y bebed todos de él..." únicamente sobre el vino del cáliz del oficiante, entonces no hay problema alguno. Gracias a la primera parte de la fórmula, las dos especies ya han sido Consagradas - convertidas en substancia en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
    En el último caso (Caso III), si la segunda parte de la fórmula fuese la única requerida para que se produzca la Transubstanciación, como cree el Magisterio, entonces únicamente las hostias y el vino sobre el que el oficiante recita las invocaciones correspondientes se convertirían en el Cuerpo y Sangre de Cristo. El resto seguiría siendo simplemente pan y vino.
    Sin embargo, tal como son realmente las cosas, si la primera parte de la fórmula (ver Caso II) se ha cumplido, entonces sí que tiene lugar la Transubstanciación, lo cual es confirmado públicamente de una manera simbólica al ser recitadas las correspondientes invocaciones unicamente sobre la hostia y el vino del oficiante.

    La importancia y necesidad de la segunda parte de la fórmula es "para sellar y proclamar oficialmente" el milagro que ya tuvo lugar durante la primera parte de la fórmula con la imposición de las manos sobre el pan y el vino.
    Por lo tanto, cuando la primera parte de la fórmula no se realiza correctamente (imponiendo las manos sobre todos los dones mientras se recita la invocación correspondiente), no ha habido Misa. No ha habido inmolación y no hay Cordero de Dios que ofrecer al Padre por nuestros pecados.


    La tragedia resultante
    Uno puede considerar que la Transubstanciación sucede por la imposición de manos (tal como hemos sentenciado más arriba) o considerar que sucede en la recitación sobre las especies (tal como afirma la posición oficial). Bajo cualquiera de los dos puntos de vista, el resultado es que, si no se aplican las dos partes de la  fórmula, muchas Misas de hoy no son completas (1) y, en el peor de los casos, no hay Misa en absoluto (no sucede la Transubstanciación).

    Está comprobado que esta tragedia sucede con frecuencia en Estados Unidos y también en Portugal y España, incluyendo Santuarios conocidos internacionalmente así como pequeñas poblaciones y grandes ciudades (2). Sin embargo, sabemos que el sacrilegio sucede en todo el mundo.


    Para confirmar en qué momento sucede realmente la Transubstanciación
    Medite el lector en esto: Un oficiante sin manos no podría ofrecer el Sacrificio de la Misa. Sin embargo, un oficiante mudo podría ofrecer el Sacrificio de la Misa porque la invocación correspondiente solo necesita ser "recitada" en el Tiempo, ya sea verbalmente o mentalmente.

    La clave para la Transubstanciación es la "imposición de manos". Es decir, cuando las manos se extienden sobre las ofrendas y se recita la correspondiente invocación, es entonces cuando el pan y el vino se transforman en el verdadero Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

    Para los que tengan la mente sintonizada a la teología mística, lo principal del mecanismo es lo siguiente:
    Al hacer la invocación correspondiente, el Espíritu de Dios desciende sobre el Sacerdote Oficiante, entra en su manifestación física (cuerpo) en un punto localizado en el extremo frontal de arriba de la cabeza (donde se representan las Llamas del primer Pentecostés sobre San Judas y otros presentes en aquel tiempo) y fluye hacia y a través de las palmas de las manos que deben estar extendidas sobre los dones. (3)

    Después de que se ha logrado correctamente, se proclama (confirma) en el Tiempo ("Tomad y comed todos de él..." y "Tomad y bebed todo de él...")

    Es importantísimo que los errores y omisiones sean corregidos universalmente. No es solo que a muchos de los fieles se les priva del verdadero Pan del Cielo, con las dolorosas consecuencias que eso supone, sino que además estamos ofendiendo a la Santísima Trinidad de una forma gravísima.

    ¡Debemos dejar de ofender al Cielo!

    EPÍLOGO (Añadido el 9 de Junio de 2007)
    Las siguientes estadísticas revelan cómo ha caído en picada la importancia y realización de la Eucaristía - tal como María anunció en Garabandal. (*)
    1. En enero de 1992 Gallup Poll informaba que "menos del 45% de los católicos que reciben la Santa Comunión al menos una vez a la semana reconocen que es verdaderamente el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. (de un discurso dado por Rev. James Buckley, FSSP, y publicado en el número de Julio de 2000 del boletín Coalition in Support of Ecclesia Dei.)
    2. En 1997, en la Diócesis de Rochester (Nueva York) se pasó una encuesta a personas católicas. Un mero 35% de los católicos entrevistados todavía creían que Cristo está verdaderamente presente en la Eucaristía. (The Remnant, número del 15 de Diciembre de 1997)
    3. En una encuesta del New York Times/CBS Poll en el verano de 2003, el 70% de los católicos de edad entre 18 y 44 creen que la Eucaristía es meramente un "símbolo" de Jesús. (Regina Coeli Report, Kansas City, Missouri, número de Agosto de 2003)
    4. Un estudio sugiere que el 70% de los católicos ya no aceptan la doctrina de la Verdadera Presencia de Jesús en la Eucaristía. (The Remnant, número del 15 de Octubre de 2006)

    No sabemos si este 70% son completamente conscientes de que el creer en la doctrina de la Verdadera Presencia es un requisito para ser considerado católico. Expresándolo de otro modo, lo que vemos en la estadística es que el 30% de los "católicos" entrevistados participan en la Fe Católica; es decir, de 100 personas que dicen profesar la Fe Católica, un máximo de 30 son realmente católicos. El resto solo pueden ser considerados como amigos de católicos y deberían ser llevados amorosamente, a través de nuestro ejemplo, amabilidad y oración, a la Verdad.
    (*)   Citando del último mensaje de Garabandal dado el 18 de junio de 1965 a través de la intervención del Arcángel San Miguel:

    A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira de Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos... Ya estáis en los últimos avisos...
     
     

    Eucaristía

        

     
    Fracción del pan.
    La eucaristía (del griego εὐχαριστία, eucharistía, «acción de gracias»), llamada también Sagrada Comunión,[1] Cena del Señor,[2] Fracción del Pan, Santísimo Sacramento, Santos Misterios o Santa Cena, según la tradición de las iglesias católica, ortodoxa, copta, anglicana y algunas denominaciones luteranas, es el sacramento del cuerpo y de la sangre de Jesucristo bajo las especies de pan y vino, que por medio de la consagración se convierten en su cuerpo y sangre. En la Iglesia católica apostólica romana, la Iglesia católica ortodoxa y en la Iglesia ortodoxa copta, la eucaristía se considera la fuente y culmen de la vida de todo cristiano. De acuerdo al catecismo de la iglesia católica la eucaristía representaría un signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la vida eterna.[3]


    Teología de la eucaristía

    Se pueden considerar cinco cosas principales que han sido objeto de la reflexión teológica acerca de la eucaristía: la institución del sacramento, la eucaristía como sacrificio incruento, la eucaristía como presencia real de Cristo, la eucaristía como comunión y la eucaristía como prenda de la gloria futura.

    Institución del sacramento

    La teología católica considera a la eucaristía como un sacramento instituido por Jesucristo durante la Última Cena.

     
    Gérard de Lairesse - La institución de la Eucaristía
    La Iglesia católica afirma que la institución de la eucaristía por Jesucristo, tal como lo relatan los evangelios sinópticos, se realizó cuando tomando en sus manos el pan, lo partió y se los dio a sus discípulos diciendo:
    Tomad y comed, este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Del mismo modo, tomó el cáliz y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.
    Ahora bien, esto se dio, según los relatos evangélicos en un contexto amplio:
    • La Iglesia católica entiende que la eucaristía fue prefigurada ya en el Antiguo Testamento, especialmente en la cena pascual, celebrada por los judíos, donde consumían pan sin levadura, carne de cordero asada al fuego y hierbas amargas.[4]
    Los elementos principales de la celebración de la Pascua judía se encuentran en los siguientes textos bíblicos: Ex 12:1-8; Dt 16; Lv 23:5-8; Nm 28:16-25.
    San Pablo considera la muerte de Jesús en cruz en clave pascual: «Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado» (1Cor 5:7). Lo mismo hace San Juan Evangelista al aplicar a Cristo la frase referida al Cordero Pascual: «no se le quebrará hueso alguno» (Éxodo 12:46) en Juan 19:36.
    • La Pasión. En el relato de la institución de la eucaristía, Jesús anuncia su propia muerte violenta: habla de «mi cuerpo, que será entregado», «el cáliz de mi sangre, que será derramada».[5]
    • Servicialidad mutua. De acuerdo con el relato del evangelista Juan, antes de la cena Jesús lavó los pies a sus discípulos y mandó a todos ellos que siguieran ese ejemplo de servicialidad (Juan 13:1-20), amándose como él los amó (Juan 15:12).

    Eucaristía como sacrificio

    La Iglesia Católica cree que en cada eucaristía se hace presente («se re-presenta») el sacrificio que Cristo hizo en la cruz de una vez para siempre, se perpetúa su recuerdo a través de los siglos y se aplica su fruto.[6] Y que el sacrificio de la cruz y el sacrificio de la eucaristía son un único sacrificio, ya que tanto en uno como en otro, Cristo es el sacerdote que ofrece el sacrificio y la víctima que es ofrecida. Se diferencian sólo en la forma en que se ofrece el sacrificio. En la cruz Cristo lo ofreció en forma cruenta, y por sí mismo, y en la Misa en forma incruenta y por ministerio de los sacerdotes.[7]

    En los Padres de la Iglesia

    La Didajé, el escrito más importante de los Padres apostólicos, hace la siguiente advertencia: «Reuníos el día del Señor y romped el pan y dad gracias después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio (thusía) sea puro».[8]
    San Ignacio de Antioquía (f. hacia 107) indica el carácter sacrificial de la eucaristía tratando, en un mismo texto, de la eucaristía y el altar; y el altar como sitio donde se ofrece el sacrificio (thusiastérion): «Tened, pues, buen cuidado de no celebrar más que una sola eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo, y uno solo el cáliz para la reunión de su sangre, y uno solo el altar, y de la misma manera hay un solo obispo con los presbíteros y diáconos».[9]
    San Justino Mártir (f. hacia 165) considera como figura de la eucaristía aquel sacrificio de flor de harina que tenían que ofrecer los que sanaban de la lepra. El sacrificio puro profetizado por Malaquías, que es ofrecido en todo lugar, no es otro — según el santo-- que «el pan y el cáliz de la eucaristía».[10]
    San Ireneo de Lyon (f. hacia el 202) enseña que la carne y la sangre de Cristo son «el nuevo sacrificio de la Nueva Alianza», «que la Iglesia recibió de los apóstoles y que ofrece a Dios en todo el mundo». Lo considera como el cumplimiento de la profecía de Malaquías.[11]
    Tertuliano (f. después de 220) designa la participación en la solemnidad eucarística como «estar junto al altar de Dios», y la comunión como «participar en el sacrificio».[12]
    San Cipriano (f. 258) enseña que Cristo, como sacerdote según el orden de Melquisedec, «ofreció a Dios Padre un sacrificio, y por cierto el mismo que había ofrecido Melquisedec, esto es, consistente en pan y vino, es decir, que ofreció su cuerpo y su sangre».[13] «El sacerdote, que imita lo que Cristo realizó, hace verdaderamente las veces de Cristo, y entonces ofrece en la iglesia a Dios un verdadero y perfecto sacrificio si empieza a ofrecer de la misma manera que vio que Cristo lo había ofrecido».[14]
    San Ambrosio (f. 397) enseña que en el sacrificio de la misa Cristo es al mismo tiempo ofrenda y sacerdote: «Aunque ahora no se ve a Cristo sacrificarse, sin embargo, Él se sacrifica en la tierra siempre que se ofrenda el cuerpo de Cristo; más aún, es manifiesto que Él ofrece incluso un sacrificio en nosotros, pues su palabra es la que santifica el sacrificio que es ofrecido».[15]

    En la Edad Media

    Pedro Lombardo afirma en el libro de Sentencias: «lo que es ofrecido y consagrado por el sacerdote se llama sacrificio y oblación porque es memoria y representación del verdadero sacrificio y de la santa inmolación hecha en el altar de la cruz. Una sola vez murió Cristo y en ella se inmoló a sí mismo; pero es inmolado cada día en el sacramento, porque en el sacramento se cumple la memoria de cuanto ha sido realizado una sola vez».[16]

     
    Santo Tomás de Aquino
    Santo Tomás de Aquino resuelve distintas objeciones al carácter sacrificial de la Eucaristía, continuando la doctrina de los Padres y afirmando la identidad del sacrificio eucarístico con el realizado por Cristo en la cruz.[17]

    En la Reforma Protestante

    Hasta la Reforma Protestante, en dieciséis siglos de cristianismo, nunca se había dado un ataque directo a la doctrina del sacrificio eucarístico.[18]

     
    Martín Lutero
    Martín Lutero afirma que, dado que el hombre sólo es justificado por Dios a través de la fe y no de las obras, la misa es una obra humana más sin mayor eficacia que el de aumentar la fe.[19] El sacrificio de Cristo es uno solo y la misa es un don recibido, no una ofrenda sacrificial que podamos dar a Dios. Por ello, abolió el canon romano y las misas privadas, dejando solo el recuerdo de la Cena.[20]
    Ulrico Zwinglio, partiendo también del hecho de que el sacrificio de Cristo es único, afirma que la misa es sólo un recuerdo del sacrificio, una garantía de la redención que nos obtuvo el Señor.[21]
    Juan Calvino afirma no sólo la unicidad del sacrificio, sino también del sacerdote que excluye cualquier sucesor o vicario.[22] Las últimas ediciones de su libro Institución de la religión cristiana admiten que la misa sea sacrificio pero de alabanza y acción de gracias, nunca de propiciación[23]
    Recientemente algunos reformadores han vuelto a considerar la teología del sacrificio eucarístico y en los documentos teológicos elaborados entre católicos y luteranos o anglicanos hay diversas posiciones más o menos cercanas, aunque todavía no comunes. [cita requerida]

    En la Contrarreforma

    La Iglesia Católica, abordó, en el Concilio de Trento, la controversia con los protestantes sobre el carácter sacrificial de la Misa. Sus definiciones fueron aprobadas en la sesión XXII (17 de setiembre de 1562).[24] El Concilio menciona que las mismas se basan en «esta antigua fe, fundada en el sacrosanto Evangelio, en las tradiciones de los Apóstoles y en la doctrina de los Santos Padres».[25]

     
    Concilio de Trento.
    Algunas de sus definiciones fueron:
    1. La Misa es un verdadero y propio sacrificio que se ofrece a Dios.[26]
    2. Dicho sacrificio es representación y memorial del sacrificio hecho en la cruz por Cristo, por el que su eficacia saludable se aplica para la remisión de los pecados.[27]
    3. El oferente y el ofrecido tanto en la misa como en la cruz es el mismo Jesucristo. La diferencia está dada porque en la cruz el ofrecimiento fue cruento y en la misa incruento y porque en la cruz Cristo hizo el ofrecimiento por sí mismo, y en la misa, por ministerio de los sacerdotes.[28]
    4. Se trata de un sacrificio visible, como según el Concilio exige la naturaleza humana.[29]
    5. Su institución fue realizada por Cristo mismo, cuando dijo: «haced esto en memoria mía» (Lc 22, 19; 1 Cor 11,24).[30]

    En el magisterio reciente[editar · editar código]

    Pío XII en la encíclica Mediator Dei,[31] retoma la doctrina tridentina del sacrificio eucarístico:
    • su institución[32]
    • su carácter de verdadera renovación del sacrificio de la cruz.[33] A este respecto recordará:
      • la identidad del sacerdote y la víctima (Jesucristo)[34]
      • la diferencia en el modo de su ofrecimiento (cruento e incruento). Sobre este punto menciona:
    la divina sabiduría ha hallado un modo admirable para hacer manifiesto el sacrificio de nuestro Redentor con señales exteriores, que son símbolos de muerte, ya que, gracias a la transustanciación del pan en el cuerpo y del vino en la sangre de Cristo, así como está realmente presente su cuerpo, también lo está su sangre; y de esa manera las especies eucarísticas, bajo las cuales se halla presente, simbolizan la cruenta separación del cuerpo y de la sangre. De este modo, la conmemoración de su muerte, que realmente sucedió en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que, por medio de señales diversas, se significa y se muestra Jesucristo en estado de víctima.
    Mediator Dei, n. 89
    • la identidad de fines del sacrificio de la cruz y del eucarístico: la glorificación de Dios,[35] la acción de gracias,[36] la propiciación por nuestros pecados y los de todo el género humano, vivos y difuntos[37] y la impetración de la gracia y bendición de Dios.[38]
    • el valor infinito del sacrificio divino.[39]
    • la necesidad de la colaboración de los fieles en el sacrificio eucarístico. Sin embargo, sobre este punto remarcó la diferencia entre el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y el sacerdocio ministerial, conferido por el sacramento del Orden Sagrado.[40]

     
    Padres conciliares en el Concilio Vaticano II.
    El Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium,[41] puntualizó:
    Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le traicionaban, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con lo cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el Sacrificio de la Cruz y a confiar a su Esposa, la Iglesia, el Memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera.
    Sacrosanctum concilium, n. 47
    Pablo VI en la encíclica Mysterium fidei[42] subraya la ofrenda de la Iglesia como parte del sacrificio:
    la Iglesia, al desempeñar la función de sacerdote y víctima juntamente con Cristo, ofrece toda entera el sacrificio de la misa, y toda entera se ofrece en él. [...] Porque toda misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual, en el sacrifico que ofrece, aprende a ofrecerse a sí misma como sacrificio universal, y aplica a la salvación del mundo entero la única e infinita virtud redentora del sacrificio de la Cruz. Pues cada misa que se celebra se ofrece no sólo por la salvación de algunos, sino también por la salvación de todo el mundo.
    Mysterium fidei, n. 4
    El mismo Papa, en el Credo del Pueblo de Dios,[43] expresó:
    Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares.
    Credo del Pueblo de Dios, n. 24
    Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia,[44] mencionó que en la eucaristía:
    está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos.
    Ecclesia de Eucharistia, n. 11
    El Catecismo de la Iglesia Católica[45] ha rescatado todos los elementos que se han ido recorriendo, exponiéndolos de esta manera:
    La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.[46]
    La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.[47]
    Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es también el mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio eucarístico.[48]
    Sólo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.[49]
    En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.[50]
    Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos.[51]
    Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis[52] se ha expresado así:
    Al instituir el sacramento de la Eucaristía, Jesús anticipa e implica el Sacrificio de la cruz y la victoria de la resurrección. Al mismo tiempo, se revela como el verdadero cordero inmolado, previsto en el designio del Padre desde la creación del mundo, como se lee en la primera Carta de San Pedro (cf. 1,18-20). Situando en este contexto su don, Jesús manifiesta el sentido salvador de su muerte y resurrección, misterio que se convierte en el factor renovador de la historia y de todo el cosmos. En efecto, la institución de la Eucaristía muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la humanidad.
    n. 10

    Eucaristía como presencia real


     
    Sacerdote católico eleva la hostia y el cáliz consagrados.
    La Iglesia Católica afirma que el pan y el vino al ser consagrados se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo, respectivamente, pese a que los dos elementos (pan y vino) conservan sus accidentes (color, olor, sabor, textura, etc). Esta conversión es llamada «transubstanciación».[53]
    La Iglesia cree que todo Cristo, vivo y entero, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad, está presente en ella, de una forma verdadera, real y sustancial.[54]
    Por ello, al creer que la Eucaristía es Cristo mismo, la Iglesia adora a Cristo en este sacramento[55] En virtud de esto, entiende que la eucaristía se destaca del resto de los sacramentos ya que mientras ellos tienen la misión de santificar, en la eucaristía se halla el autor mismo de la santidad.[56]
    La Iglesia cree que esta presencia permanece mientras las apariencias de pan y vino se mantienen, y que Cristo está presente todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.[57]
    Las Iglesias de Comunión Anglicana, sostienen que el pan y el vino una vez consagrados, son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sin analizar qué pasa con las substancias primarias, simplemente en las palabras del Señor Jesús: «Este pan es mi Cuerpo», «este vino es mi sangre», por eso se le considera, Jesucristo Sacramentado, Presencia Real del Señor Jesús en el Sacramento del Altar. [cita requerida]
    La iglesia luterana, por su parte, confiesa que en el sacramento el cuerpo y sangre de Cristo subsiste junto con los elementos de pan y vino, denominándose esta teoría «consustanciación». [cita requerida]
    La mayoría de iglesias reformadas (bautistas, pentecostales, etc), creen que el pan y el vino no cambian y sólo utilizan la eucaristía como una rememoración de la Última Cena. [cita requerida]

    En los Padres de la Iglesia

    Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar la conversión del pan en el cuerpo y del vino en la sangre de Cristo.[58] A continuación algunos ejemplos:

     
    Martirio de San Ignacio de Antioquía.
    San Ignacio de Antioquía (f. entre 98 y 117) expresa su fe en distintas cartas escritas a las comunidades cristianas rumbo a su martirio: «Ellos (los docetas) no reconocen la Eucaristía como la carne de Jesucristo, nuestro Salvador, que ha sufrido por nuestros pecados y el Padre benignísimamente ha resucitado».[59] «Procurad serviros provechosamente de la única Eucaristía: una es, en efecto, la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno el cáliz para la unidad de su sangre».[60]
    San Justino (f. entre 162 y 168) en su Apologia Primera escribe: «Este alimento es llamado por nosotros Eucaristía, y a ninguno le es lícito participar, si no a quien cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, si es purificado con el baño para la remisión de los pecados y la regeneración, y vive así como Cristo ha enseñado. De hecho, nosotros lo tomamos no como pan común y bebida común; sino como Jesucristo, nuestro Salvador que se encarnó, por la palabra de Dios tomó carne y sangre para nuestra salvación, así hemos aprendido que también aquel alimento, consagrado con la plegaria que contiene la palabra de él mismo y de quien se nutren nuestra sangre y nuestra carne, es por transformación carne y sangre de aquel Jesús encarnado. En efecto, los Apóstoles en su memorias llamadas evangelios, transmitieron que les fue dejado este mandamiento por Jesús, el cual tomo el pan...».[61]
    San Ireneo de Lyon (f. hacia 200): «Así como el pan terreno recibiendo la invocación de Dios no es ya el acostumbrado pan, sino la Eucaristía, compuesta de dos elementos, terreno y celeste, así también nuestros cuerpos recibiendo la Eucaristía no son ya corruptibles, teniendo la esperanza de la resurrección».[62]
    San Ambrosio (f. 397): «Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada...La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela».[63]
    San Juan Crisóstomo (f. 407): «Cuánta gente dice hoy: ‘Querría ver a Cristo en persona, su cara, sus vestidos, sus zapatos’. ¡Pues bien, en la eucaristía es a él al que ves, al que tocas, al que recibes! Deseabas ver sus vestidos; y es él mismo el que se te da no sólo para verle, sino para tocarlo, comerlo, acogerlo en tu corazón».[64]

    En la Edad Media

    En el medioevo la reflexión fue más rica en matices debido al influjo de la escolástica. Hubo tendencias de realismo exagerado de tipo físico: la carne de Cristo en la eucaristía sería absolutamente la misma que tuvo tras su encarnación y la Misa sería un caso de antropofagia querida por Dios. A los seguidores de esta línea se les llamó «cafarnaitas». [65] También se abrió paso la teología del símbolo sacramental que distinguía entre la presencia del cuerpo y de la sangre del Señor tras su encarnación y el modo de su presencia sacramental. Berengario de Tours fue todavía más allá subrayando de manera extrema el simbolismo. La Iglesia católica en diversos sínodos condenó la posición de Berengario y se le obligó a suscribir profesiones de fe algunas de las cuales se iban al otro extremo. [66]

     
    La Misa de Bolsena, de Rafael.
    Hay que esperar al siglo XIII para una reflexión teológica más equilibrada. De manos principalmente de Santo Tomás de Aquino se abre paso la afirmación de la presencia real y sacramental. Con la ayuda de la filosofía aristotélica –en especial la distinción entre sustancia y accidentes– se elabora la teología de la «transubstanciación». [67] Tomás de Aquino trata teológicamente del tema en la tercera parte de la Summa Theologiae, cuestiones 75 a 77;[68] y de manera espiritual y con lirismo en los himnos que es bastante probable que haya compuesto para la misa de Corpus Christi, solemnidad instituida por el Papa Urbano IV tras el milagro de Bolsena.[69] En el IV Concilio de Letrán se consagra la terminología escolástica: « Jesucristo, cuyo cuerpo y sangre se contiene verdaderamente en el sacramento del altar bajo las especies de pan y vino, después de transustanciados, por virtud divina, el pan en el cuerpo y el vino en la sangre…».[70] También en el II Concilio de Lyon: « El sacramento de la Eucaristía lo consagra de pan ázimo la misma Iglesia Romana, manteniendo y enseñando que en dicho sacramento el pan se transustancia verdaderamente en el cuerpo y el vino en la sangre de Nuestro Señor Jesucristo».[71]
    John Wyclif rechaza la teoría de Santo Tomás de Aquino de la transubstanciación. Él no acepta la desaparición de la sustancia del pan y del vino ni tampoco la permanencia de los accidentes sin sujeto de inhesión. Para él la presencia de Cristo en la Eucaristía es sacramental o en signo, de manera virtual. Estas proposiciones fueron condenadas por los Concilios locales de Oxford, Canterbury y Londres de 1382. [72] Estas condenas fueron ratificadas en el Concilio ecuménico de Constanza.[73]

    En la Reforma

    Todos los reformadores coincidieron en que Cristo no permanece en el pan y vino consagrados terminada la Misa, que no debe ser adorado en los mismos, y que por lo tanto no deben ser guardados.[74] Sin embargo, ellos mantuvieron significativas diferencias entre sí:
    • Lutero siempre afirmó la presencia real de Cristo, aunque desechó por completo el dogma de la transustanciación, por considerarlo una «sofisticada especulación»[75] En su postura, el pan y el vino no dejan de ser tales, sino que el Cuerpo y Sangre de Cristo están juntamente con ellos. Se ha llamado a esta teoría «consustanciación» o «impanación» aunque él nunca la ha llamado por estos nombres.[76]
    • Calvino admite una cierta presencia («virtus spiritualis») durante la celebración de la cena pero relacionada con la fe.[78]
    • Los anabautistas consideraron que la realidad del cuerpo y la sangre de Cristo en la celebración de la Cena no está determinada por una transubstanciación, sino porque la comunidad cristiana es el cuerpo de Cristo.[79] que efectivamente comparte un mismo alimento;[80] y es su sangre porque cada integrante de la comunidad cristiana también ama como Cristo amó, hasta entregar la vida por los demás.[79] Así el vino y el pan que se parte en la Cena, son unión comunitaria con la sangre de Cristo y participación de su cuerpo, de manera que los que comparten el mismo alimento son un solo cuerpo ICor 10:16-17, del cual Cristo es cabeza Ef 1:22-23 Col 1:18.

    En la Contrarreforma

    El tema se abordó en la sesión XIII del Concilio de Trento en el año 1551, donde se aprobó el Decreto sobre la Santísima Eucaristía.[81]
    El propósito del Concilio fue presentar la doctrina católica, rebatiendo las proposiciones de los reformadores. Según sus definiciones, la presencia de Cristo en el sacramento no es en signo o figura (Zuinglio, Ecolampadio), ni virtual (Calvino),[82] sino que queda fijada de esta forma: «en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero».[83]
    Distinguió entre presencia «natural» y «sacramental», según el Concilio tan real como la primera: «Porque no son cosas que repugnen entre sí que el mismo Salvador nuestro esté siempre sentado a la diestra de Dios Padre, según su. modo natural de existir, y que en muchos otros lugares esté para nosotros sacramentalmente presente en su sustancia, por aquel modo de existencia, que si bien apenas podemos expresarla con palabras, por el pensamiento, ilustrado por la fe, podemos alcanzar ser posible a Dios y debemos constantísimamente creerlo. En efecto, así todos nuestros antepasados, cuantos fueron en la verdadera Iglesia de Cristo que disertaron acerca de este santísimo sacramento, muy abiertamente profesaron que nuestro Redentor instituyó este tan admirable sacramento en la última Cena, cuando, después de la bendición del pan y del vino, con expresas y claras palabras atestiguó que daba a sus Apóstoles su propio cuerpo y su propia sangre».[84] Con esto evitó el super-realismo (cafarnaitas) y el simbolismo espiritualista (Berengario, Zuinglio, Ecolampadio).[85]
    Además definió la presencia en cada una de las dos especies, contra todos los reformadores, que defendían la comunión bajo las dos especies. Y el carácter permanente de esta presencia, contra los que la negaban fuera de la comunión. Afirmó la validez del término «transustanciación», contra todos los reformadores, que negaban la validez del término y su significado. Finalmente, extrae las consecuencias prácticas de lo anterior: culto de adoración eucarístico, distribución de la eucaristía a los enfermos fuera de la misa, reserva de la eucaristía terminada la celebración.[86]

    En el magisterio reciente

    El Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei reafirmó la presencia real y el culto eucarístico[87] y en la encíclica Humani Generis condenó las posturas teológicas que hablaban de presencia simbólica.[88]
    El Concilio Vaticano II, según comenta José Aldazábal, no le dedicó ningún documento, sólo un capítulo de la Constitución Sacrosanctum Concilium, mientras el Concilio de Trento dedicó nada menos que tres sesiones para tratar el tema de la Eucaristía. Sin embargo, según puntaliza este autor, lo interesante de este Concilio es que todo él está lleno de alusiones a la Eucaristía como centro del misterio eclesial.[89] Asimismo, continúa, como fruto de las enseñanzas del Concilio, se ha recuperado una visión conjunta de todos los aspectos del sacramento. Por ejemplo, la presencia real y el culto, acentuados como punto central, habían hecho pasar a un segundo plano la celebración y la comunión de los fieles. Asimismo, una idea de sacrificio desligada de la categoría de memorial, había acentuado la separación entre las dos dimensiones de «sacrificio» y «sacramento».[90]
    Pablo VI en la encíclica Mysterium Fidei repropuso las líneas principales de la teología tridentina y afirmó los diversos modos de presencia de Cristo en su Iglesia, privilegiando el eucarístico.[91]
    Asimismo, en el Credo del Pueblo de Dios manifestó: «Cualquier interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino, como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico».[92]
    En el Catecismo de la Iglesia Católica, tras enumerar las distintas presencias de Cristo en su Iglesia,[93] se recuerda la singularidad de tal presencia en las especies eucarísticas y aclara que se le llama real no porque las otras sean irreales sino porque esta es por excelencia. Afirma además: «La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas»,[94] para tratar luego las consecuencias que de ello se derivan hacia el culto de la Eucaristía fuera de la Misa.

     
    Beato Juan Pablo II.
    El Beato Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia, subrayó que «la Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza».[95]
    Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis comenzó la misma expresando: «Sacramento de la caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor "más grande", aquel que impulsa a "dar la vida por los propios amigos" (cf. Jn 15,13). En efecto, Jesús "los amó hasta el extremo" (Jn 13,1). Con esta expresión, el evangelista presenta el gesto de infinita humildad de Jesús: antes de morir por nosotros en la cruz, ciñéndose una toalla, lava los pies a sus discípulos. Del mismo modo, en el Sacramento eucarístico Jesús sigue amándonos « hasta el extremo», hasta el don de su cuerpo y de su sangre. ¡Qué emoción debió embargar el corazón de los Apóstoles ante los gestos y palabras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué admiración ha de suscitar también en nuestro corazón el Misterio eucarístico!».[96]

     
    La Última Cena fresco en Milán (1498), de Leonardo da Vinci.

    Eucaristía como comunión

    Del latín communĭo, el término comunión hace referencia a participar en lo común.[97]
    Según comenta Joan M. Canals, «la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II ha restaurado la participación activa de los fieles en la celebración», «la oración ante la presencia santa es plegaria de comunión con Cristo y con los hermanos expresada en solidaridad y caridad».[98]
    El Catecismo de la Iglesia Católica expresa que «La Iglesia es "comunión de los santos": esta expresión designa primeramente las "cosas santas" ["sancta"], y ante todo la Eucaristía, "que significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un solo cuerpo en Cristo" (LG 3)»[99]
    En los Hechos de los Apóstoles, se relata la experiencia de la primera comunidad cristiana, que une la celebración de la fracción del pan a sus compromisos de comunión hasta la condivisión de los bienes: «Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones (…) Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.»[100]
    En la época patrística también encontramos muestras de la relación entre Eucaristía y la unión de la comunidad cristiana. Recordemos esta cita de san Ignacio de Antioquía: «Procurad serviros con fruto de la única Eucaristía; una es, en efecto, la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno el cáliz por la unidad de su sangre, uno el altar como uno el obispo con los presbíteros y diáconos, mis cofrades, a fin de que todo lo que hagáis lo hagáis según Dios».[101]
    Santo Tomás de Aquino subraya que la gracia de la Eucaristía es la «unidad del Cuerpo Místico», la comunión con Cristo y entre nosotros, la unidad del pueblo cristiano.[102]
    A este respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica afirma los siguientes frutos o efectos de la comunión:
    • La comunión acrecienta la propia unión con Cristo.[103]
    • La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia.[104]
    • La comunión entraña un compromiso en favor de los pobres.[105]

    En la teología de la liberación

    La teología de la liberación enfatiza el contexto de persecución e inminencia de la muerte que celebró Jesús con los suyos la Última Cena. Se ve alegría por la nueva alianza y la salvación y tristeza por la realidad de la muerte. Este conflicto no impide la celebración sino que se supera con el amor de la comunión. La Cena es el compartir de quienes se han reconciliadado y están entregando su vida por la reconciliación entre los humanos y así, de todos con Dios. Por ello la Eucaristía no debe seguir siendo manipulada para expresar una reconciliación inexistente. Como en Hechos 2:37-47 la fracción del pan debe estar unida a la comunión de bienes materiales y a la unión de corazones, la oración y el Espíritu[106]

    Eucaristía como prenda de la gloria futura

    Según el evangelio de San Juan, Cristo ha prometido la vida eterna a los que lo reciben en este sacramento:
    El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

     
    Adoración eucarística
    En una antigua oración se dice:
    ¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!
    Del Oficio de Corpus Christi[107]
    En la oración citada se menciona un orden de tiempo, tres perspectivas: presente («el alma se llena de gracia»), pasado («memorial de su pasión») y futuro («prenda de la gloria futura»), que es el objeto de esta sección.[108]
    Según comenta Josep M. Rovira Belloso, «la fuerza de la Eucaristía consiste en anticipar la presencia de Cristo, término final de toda historia humana. Más aún, nos impele hacia aquel final que solamente llegará con la colaboración de la libertad responsable de los seres humanos. Para poder ser anticipación, el sacramento está arraigado en Cristo: desde este futuro absoluto, que se encuentra "en la derecha del Padre", Cristo es Señor del tiempo. La Eucaristía es, por tanto, anticipación de la plenitud divina, que nos ha prometido y que esperamos con fe. Es el advenimiento incoado de esa plenitud. El Señor ha querido anticipar entre sus amigos su presencia y su gracia».[109]
    Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: «La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía (...)mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo».[110] «De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitará la justicia (cf 2 P 3,13), no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se celebra este misterio, "se realiza la obra de nuestra redención" (LG 3) y "partimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre" (S. Ignacio de Antioquía, Eph 20,2)».[111]

    Elementos de la Eucaristía

    Pueden mencionarse la materia utilizada, la forma en que se realiza la misma, el ministro que la lleva a cabo y los participantes de la misma.

    Materia

    Se debe usar pan de trigo y vino de vid.[112] En la Instrucción general del Misal Romano se confirma para el rito latino el uso del pan ácimo (sin fermentar), el cual debe ser de confección reciente.[113] Los orientales han usado y usan pan fermentado, lo cual es aceptado como válido por la Sede Romana.[114]
    Para los fieles que padecen la enfermedad celíaca, la Iglesia ha normado la elaboración de hostias «con la mínima cantidad de gluten necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan».[115] Asimismo se ha dispuesto que «el fiel celíaco que no pueda recibir la comunión bajo la especie del Pan, incluido el pan con una mínima cantidad de gluten, puede comulgar bajo la sola especie del Vino».[116] El sacerdote que padece esta enfermedad, y no puede tolerar ni una mínima cantidad de gluten no puede celebrar individualmente, pero sí, con permiso del Obispo, concelebrar con otros sacerdotes y comulgar él solamente bajo la especie del vino, aunque no puede presidir la concelebración.[117]
    El vino para la celebración eucarística debe ser «del producto de la vid» (cfr. Lc 22, 18), natural y puro, es decir, no mezclado con sustancias extrañas.[118] Se mezcla con un poco de agua, de acuerdo a una costumbre antiquísima que según algunos documentos se remonta al mismo Jesucristo. El agua alude al agua y la sangre que salieron del costado de Cristo tras la lanzada (cf. Jn 19 34) y a la unión del pueblo cristiano con Cristo.[119]
    Para los sacerdotes que por motivos de salud, no pueden tomar vino ni aún en mínimas cantidades, está previsto, con permiso del Obispo, usar mosto, es decir «el zumo de uva fresco o conservado, cuya fermentación halla sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza (por ejemplo el congelamiento)».[120]

    Forma

    La Iglesia Católica cree que el pan se convierte en el cuerpo y el vino en la sangre del Señor en el momento más solemne de la misa llamado consagración. En él, el sacerdote relata la escena de la institución del sacramento y repite las palabras usadas por Jesús, «esto es mi cuerpo», «esta es mi sangre», «haced esto en conmemoración mía», mencionadas anteriormente. La Iglesia enseña que «la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre».[121]

    Ministro

    Sólo el sacerdote válidamente ordenado puede celebrar válidamente la Eucaristía.[122] En la Iglesia protestante el ministro designado [cita requerida]. Según la Instrucción general del Misal Romano,[123] varios ministros pueden celebrar conjuntamente la Eucaristía. A este acto se le llama concelebración, y según este documento, en ella «se manifiesta provechosamente la unidad del sacerdocio y del sacrificio, como también de todo el pueblo de Dios». La misma está mandada:
    • en la ordenación del Obispo y de los presbíteros
    • en la bendición de un Abad
    • en la Misa Crismal (Misa en que el Obispo bendice los óleos el Jueves Santo)
    También –siempre según el mismo documento- es recomendada para:
    • la Misa del Jueves Santo
    • la Misa que se celebra en los Concilios, en las Reuniones de Obispos y en los Sínodos
    • la Misa conventual
    • la Misa principal que se celebra en las iglesias y en los oratorios.
    • Para las Misas que se celebran en cualquier tipo de reuniones de sacerdotes, tanto seculares como religiosos
    en la protestante se hace periódicamente en cualquier reunión.

    Participantes

    Si bien como se ha dicho que sólo el sacerdote válidamente ordenado puede realizar la consagración, la Iglesia enseña que la Eucaristía es «fuente y cima de toda la vida cristiana»,[124] «compendio y suma de nuestra fe».[125] De ahí se desprende la obligación que imparte a sus fieles de participar de la misma todos los domingos y fiestas de precepto, y de recibir al menos una vez al año la comunión sacramental. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.[126]
    La celebración eucarística se da en el contexto de una reunión. La Iglesia cree que a la cabeza de la misma está Cristo mismo, que es el actor principal. Como representante suyo, el obispo o presbítero preside la asamblea «in persona Christi capitis» («en la persona de Cristo Cabeza»). Todos los fieles tienen parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo «Amén» manifiesta su participación.[127]
    También recordaremos nuevamente aquí que «la Iglesia, al desempeñar la función de sacerdote y víctima juntamente con Cristo, ofrece toda entera el sacrificio de la misa, y toda entera se ofrece en él»; «Porque toda misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia».[128]
    En algunas iglesias Protestantes sólo pueden participar los creyentess salvos y bautizados en agua. [cita requerida]

    Desarrollo del rito

    En la Primera Apología de Justino (cc.LXV-LXVII) se describe la celebración eucarística con las siguientes partes: liturgia de la palabra, homilía, oración de los fieles, abrazo de la paz, presentación de los dones y plegaria eucarística, comunión eucarística, comunión de bienes.
    «65. Luego, al que preside a los hermanos, se le ofrece pan y un vaso de vino, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo y pronuncia una larga oración de gracias, por habernos concedido esos dones que de Él nos vienen... Y una vez que el presidente ha dado gracias y aclamado todo el pueblo, los que entre nosotros se llaman "ministros" o "diáconos" dan a cada uno de los asistentes parte del pan y del vino y del agua sobre el que se dijo la acción de gracias y lo llevan a los ausentes.
    66. Y este alimento se llama entre nosotros "Eucaristía", de la que nadie es lícito participar, sino el que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que cristo nos enseñó... cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: "Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo". E igualmente tomando el cáliz y dando gracias, dijo: "Esta es mi sangre", y que sólo a ellos les dio parte.
    67. Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acción de gracias y todo el pueblo exclama diciendo "amén". Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes».
    A partir del siglo III los testimonios acerca de la celebración de la Eucaristía son cada vez más claros, sea en relación con el esquema celebrativo que permanece sustancialmente el propuesto por Justino, sea por los numerosos textos de plegarias eucarísticas para la celebración. Tales textos contienen una verdadera catequesis teológica y de fe sobre la Eucaristía. En el libro de las Constituciones apostólicas se indica el orden de la celebración: liturgia de la palabra, oración de los catecúmenos y abrazo de la paz (los catecúmenos se retiran), presentación de los dones, anáfora o plegaria eucarística, comunión, oración después de la comunión, oración de bendición y despedida.
    La plegaria eucarística consta de los siguientes elementos:[129]
    1. Acción de gracias que se expresa en el prefacio.
    2. Aclamación de alabanza del pueblo con el sanctus.
    3. La epíclesis para pedir la intervención del Espíritu Santo que transformará el pan en el cuerpo y el vino en la sangre del Señor.
    4. La narración de la institución con las palabras consacratorias.
    5. El memorial o anámnesis del misterio pascual de Cristo.
    6. La ofrenda de la Iglesia a través y junto con la víctima sagrada.
    7. Las peticiones e intercesiones por los vivos y muertos.
    8. La doxología final que glorifica a Dios.
    En algunas iglesias protestantes o evangélicas se bendicen los alimentos, se toman los elementos de la mano de ancianos o Diáconos, se leen los pasajes donde es instituída, se participa y termina con oraciones de adoración y acción de gracias. [cita requerida]

    Véase también

    Notas y referencias

    1. Ir a Sagrada Comunión, aciprensa, http://ec.aciprensa.com/s/sagradacomunion.htm 
    2. Ir a Lockward, A. 2003. Nuevo diccionario de la Biblia. Editorial Unilit: Miami p. 214
    3. Ir a Cfr. Compendio del Catecismo de Doctrina Católica n. 271.
    4. Ir a Carro, D., Poe, J. T., & Zorzolia, R. O. 1994; 2003. Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 2: Exodo. Editorial Mundo Hispano. p. 114
    5. Ir a (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:19-20; ICor 11:23-26)
    6. Ir a Concilio de Trento, DS 1740; Catecismo de la Iglesia Católica, 1366
    7. Ir a Concilio de Trento, DS 1743, Catecismo de la Iglesia Católica, 1367
    8. Ir a Didajé, Cap XIV, nro 1
    9. Ir a San Ignacio de Antioquía, Philad. 4, cf. Eph 5, 2
    10. Ir a San Justino Mártir, Dial. 41
    11. Ir a San Ireneo de Lyón, Adv. haer. iv 17, 5; cf. Iv 18, 2 y 4
    12. Ir a Tertuliano, De orat. 19
    13. Ir a San Cipriano, Ep. 63, 4
    14. Ir a San Cipriano, Ep. 63, 14
    15. Ir a San Ambrosio, In Ps. 38, 25
    16. Ir a In Sent. IV, d. 12, n. 7; PL 192, 866
    17. Ir a Santo Tomás de Aquino, Suma teológica - Parte IIIa - Cuestión 83, art 1
    18. Ir a José Antonio Sayés, El Misterio Eucaristico, Ediciones Palabra, 2ed., España, pag. 199
    19. Ir a Martín Lutero, De captivitate baylonica, Ed. Weimar, VI, pags 512 a 514
    20. Ir a Martín Lutero, De abroganda missa privata, Ed. Weimar, VIII, pag. 415
    21. Ir a Opera Omnia, Ed. Schuler, Schultness, Zurich 1828ss, I, pag 154
    22. Ir a Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, 4, 18, 2
    23. Ir a José Antonio Sayés, El Misterio Eucaristico, Ediciones Palabra, 2ed., España, pag. 206
    24. Ir a Denzinger 937 a 956
    25. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, cap 9, Denzinger 947.
    26. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, canon 1, Denzinger 948.
    27. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, cap 1, Denzinger 938.
    28. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, cap 1, Denzinger 938, 940; canon 2, Denzinger 949.
    29. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, cap 1, Denzinger 938.
    30. Ir a Concilio de Trento, sesión XXII, cap 1, Denzinger 938; canon 2, Denzinger 949.
    31. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    32. Ir a Cf. n. 85.
    33. Ir a Cf. n. 86.
    34. Ir a Cf. nn. 87 y 88.
    35. Ir a Cf. n. 90.
    36. Ir a Cf. n. 91.
    37. Ir a Cf. n. 92.
    38. Ir a Cf. n. 93.
    39. Ir a Cf. nn. 94-96.
    40. Ir a Cf. nn. 97-137.
    41. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    42. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    43. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    44. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    45. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    46. Ir a Cf. CIC 1407.
    47. Ir a Cf. CIC 1409.
    48. Ir a Cf. CIC 1410.
    49. Ir a Cf. CIC 1411.
    50. Ir a Cf. CIC 1414.
    51. Ir a Cf. CIC 1419.
    52. Ir a Cf. texto en español de vatican.va.
    53. Ir a Denzinger 715, Concilio de Trento, sesion XIII, Denzinger 877.
    54. Ir a Cf. CIC 1374, Concilio de Trento, DS 1651
    55. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica nro 1378
    56. Ir a Concilio de Trento, Denzinger 876
    57. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica nro 1377
    58. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, nro 1375
    59. Ir a San Ignacio de Antioquía, Carta a los cristianos de Esmirna, 7, 1.
    60. Ir a San Ignacio de Antioquía, Carta a los cristianos de Filadelfia 4, 1.
    61. Ir a Primera Apología de Justino Mártir, hacia el año 155
    62. Ir a San Ireneo de Lyon, Contra las herejías,IV, 18, 4-5
    63. Ir a San Ambrosio, myst. 9,50.52.
    64. Ir a san Juan Crisóstomo (v. 345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia, Homilía sobre el evangelio de Mateo, n° 82; PG 58, 743.
    65. Ir a Véase José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pag 273.
    66. Ir a Véase José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pags 276 a 281.
    67. Ir a Véase José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pags 284 a 287
    68. Ir a Santo Tomás de Aquino, Suma teológica - Parte IIIa
    69. Ir a Joan M. Canals, El Culto a la Eucaristía, Barcelona, 2da edicion, 2001, pags 29 y 30.
    70. Ir a IV Concilio de Letrán, Denzinger 430
    71. Ir a II Concilio de Lyon, Denzinger 466
    72. Ir a José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pag 289
    73. Ir a Concilio de Constanza, Denzinger 581 a 583
    74. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, pág. 183.
    75. Ir a José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pag 316.
    76. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, pág. 195.
    77. Ir a Véase José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pag 316.
    78. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, págs. 191-192.
    79. Saltar a: a b Schlaffer, Hans (1527); Una agradable carta de consolación; Selecciones Teológicas Anabautistas: 160-161. Guatemala: Herald Press, 1986
    80. Ir a Riedeman, Peter (1545); Relato; Selecciones Teológicas Anabautistas:166-168
    81. Ir a Denzinger 873 a 893
    82. Ir a José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pag 333
    83. Ir a Concilio de Trento, sesión XIII, canon 1, Denzinger 883; véase además Denzinger 874 y 876
    84. Ir a Concilio de Trento, sesión XIII, capítulo 1, Denzinger 874
    85. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, págs 193 y 194.
    86. Ir a José Rico Pavés, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los Sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía, Salamanca, 2006, pags 333 y 334.
    87. Ir a Pio XII, Carta encíclica Mediator Dei
    88. Ir a Pio XII, Carta encíclica Humani Generis, nro 20
    89. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, pág. 203
    90. Ir a José Aldázabal Larrañaga, La Eucaristía, Centro de Pastoral Liturgica, 1999, pág. 204
    91. Ir a Pablo VI, CARTA ENCÍCLICA MYSTERIUM FIDEI
    92. Ir a Pablo VI, CREDO DEL PUEBLO DE DIOS, nro 25
    93. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica 1373
    94. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1377
    95. Ir a beato Juan Pablo II, CARTA ENCÍCLICA ECCLESIA DE EUCHARISTIA #1
    96. Ir a Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, nro 1.
    97. Ir a Definición de comunión - Qué es, Significado y Concepto
    98. Ir a Joan M. Canals, El Culto a la Eucaristía, Barcelona, 2da edicion, 2001, pag. 45.
    99. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 960.
    100. Ir a Hechos de los Apóstoles, 2, 42-47.
    101. Ir a San Ignacio de Antioquía, Carta a los cristianos de Filadelfia 4, 1.
    102. Ir a Santo Tomás de Aquino, Suma teológica - Parte IIIa, cuestión 73, artículo 3.
    103. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1391
    104. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1396
    105. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1397
    106. Ir a Boff, Leonardo: ¿Cómo celebrar la Eucaristía en un mundo de injusticias?; Desde el lugar del pobre: 99-113. Bogotá:Ediciones Paulinas, 1989. ISBN 958-607-030-1
    107. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1402; Josep M. Rovira Belloso, Los Sacramentos, símbolos del Espíritu, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, primera edición, 2001, pág. 184
    108. Ir a Josep M. Rovira Belloso, Los Sacramentos, símbolos del Espíritu, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, primera edición, 2001, pág. 184.
    109. Ir a Josep M. Rovira Belloso, Los Sacramentos, símbolos del Espíritu, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, primera edición, 2001, pág. 185.
    110. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1404.
    111. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1405
    112. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica nro 1412
    113. Ir a Instrucción general del Misal Romano nro 320
    114. Ir a Véase Bula Laetentur coeli del Papa Eugenio IV, Denzinger 692.
    115. Ir a Congregación para la Doctrina de la Fe,Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística, punto A.2.
    116. Ir a Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística, punto B.1.
    117. Ir a Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística, puntos B.2 y C.3.
    118. Ir a Instrucción general del Misal Romano nro 322.
    119. Ir a Bula Exultate Deo del Papa Eugenio IV, Denzinger 698; Concilio de Trento, Doctrina acerca del santísimo sacrificio de la Misa, Sesión XXII, Cap.7, Denzinger 945.
    120. Ir a Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística, puntos A.3 y C.1.
    121. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica nro 1353
    122. Ir a Pablo VI, CREDO DEL PUEBLO DE DIOS, nro 24; Catecismo de la Iglesia Católica nro 1411
    123. Ir a Instrucción general del Misal Romano, 199
    124. Ir a Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, nro 11; Catecismo de la Iglesia Católica, 1324.
    125. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1327.
    126. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1389.
    127. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1348.
    128. Ir a Pablo VI, CARTA ENCÍCLICA MYSTERIUM FIDEI, nro 4
    129. Ir a Catecismo de la Iglesia Católica, 1349 a 1355)

    Bibliografía

    • S. HAHN, La cena del Cordero: la Misa, el cielo en la tierra, Rialp, Madrid 2001.
    • Sor Pascale-Dominique Nau, OP, Historia de la Eucaristía: Desde la Cena hasta la Misa medieval, 2ª edición revisada y aumentada en http://www.lulu.com/content/libro-tapa-blanda/historia-de-la-eucarist%C3%ADa-de-la-cena-a-la-misa-medieval/8075389
    • J. RATZINGER, La Eucaristía, centro de la vida: Dios está cerca de nosotros, EDICEP, D.L., Valencia 2003.
    • J. SAYES, El misterio eucarístico, Ed. BAC Madrid 1986, ISBN 84-220-1258-8
    • M. NICOLAU, Nueva Pascua de la nueva alianza, Ed. Stvdivm, Salamanca 1973, ISBN 84-304-1156-9
    • A. JUNGMANN, El sacrificio de la Misa, Ed. BAC Madrid 1951.
    • Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1322-1419.
    • Catecismo de la Iglesia católica (compendio), nn. 271-294.

    Enlaces externos


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