lunes, 23 de diciembre de 2013

FAMILIA: "Hay una mujer... que tiene algo de Dios"


Queridos amigos y hermanos del Blog: ayer, 3º Domingo de octubre, se celebró en Argentina, el Día de la Madre. Y debo confesarles, que viviendo en España (aquí se celebra el 1º Domingo de Mayo) se me había pasado totalmente por alto. Gracias a que Alberto, un amigo de Dorrego, Mendoza, me escribió un e-mail y me contó que era el Día de la Madre (gracias campeón!!!) he podido salir del olvido y he llamado a mi madre por teléfono y la he saludado.

Y ahora para saludarlas a todas pongo este posteo apenas pasada la medianoche del domingo (las 7 de la tarde en Argentina, algo es algo, ¿no?) para homenajear a todas las Madres, las de Argentina y las del mundo entero, porque en definitiva, ¿hay algún día que no sea el día de la madre?

Lo que sigue es un texto de Mons. Ramón Ángel Jara Ruz (1852-1917) quien fue Obispo de La Serena, Chile. A mi entender es uno de los escritos más hermosos que se han realizado sobre la madre.

Con un beso y mi bendición para mi madre
y para todas las mamás en este día y siempre.



Retrato de una Madre

“Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.

Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.

Una mujer, que si es ignorante, descubre con más acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños.

Una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica, daría con gusto sus tesoros por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.

Una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura de un león.

Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios.

De esa mujer no me pidas el nombre, si no quieres que empape en lágrimas el pañuelo... esa mujer yo la vi por el camino. ¡Es mi madre!

Cuando crezcan vuestros hijos leedles esta página y ellos, cubriendo de besos vuestra frente os dirán que un humilde viajero ha dejado aquí, para ti y para ellos, un boceto del retrato de su madre."

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