Génesis
Génesis | ||||
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Adán y Eva, de Lucas Cranach el Viejo | ||||
Autor | Desconocido | |||
Título original | Γένεσις (griego) בְּרֵאשִׁית (hebreo) | |||
Pentateuco | ||||
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Autor y fecha de composición
El libro del Génesis no menciona a ningún autor. La mayoría de los estudios académicos[cita requerida] están de acuerdo en que tiene varias fuentes, redactadas por varios religiosos, por ejemplo en la época del cautiverio en Babilonia, y que tiene muchos autores (hipótesis documentaria o hipótesis JEDSR).
Durante la mayor parte del siglo XX, los estudios académicos sobre los orígenes del génesis estuvieron dominados por la hipótesis documentaria formulada por Julius Wellhausen a finales del siglo XIX.[cita requerida] Esta hipótesis ve el Génesis como una compilación de fuentes inicialmente independientes: el texto J, llamado así por su uso del término YHWH (JHWH en alemán) como el nombre de Dios; el texto E, llamado así porque usa Elohim como el nombre de Dios; y el texto P, o fuente sacerdotal, debido a su preocupación por el sacerdocio de Aarón y los levitas. Estos textos fueron compuestos de forma independiente entre 950 aC y 500 aC y sufrieron numerosos procesos de redacción, culminando en su forma actual alrededor de 450 aC. Se han identificado varias fuentes adicionales que no se pueden atribuir a ninguno de los tres documentos originales, especialmente Génesis 14 (la batalla de Abraham y los "Reyes de Oriente"), y la "Bendición de Jacob".
La tradición de la autoría de Moisés del Pentateuco. Entre los estudiosos medievales se mantuvo incuestionada hasta la hipótesis de Wellhausen.
En la primera mitad del siglo XX, la ciencia de la arqueología bíblica, desarrollada por William F. Albright y sus seguidores, combinada con la aplicación de nuevos métodos de estudio como la crítica de fuentes y la historia de la tradición, desarrollada por Hermann Gunkel, Robert Alter y Martin Noth, parecen demostrar que las historias del Génesis están basadas en tradiciones orales del II milenio aC. Así, a mediados del siglo XX parecía que la arqueología y el mundo académico habían reconciliado la hipótesis de Wellhausen con una versión modificada de la autoría de Moisés.
Este consenso fue roto en los años 70 con la publicación de dos libros: "La historicidad de las narraciones patriarcales" (1974) de Thomas L. Thompson y "Abraham en la historia y la tradición" (1975) de John Van Seter. En ellos se señalaba que la evidencia arqueológica que conectaba al autor del Génesis al II milenio aC, podría apuntar igualmente al I milenio y que las tradiciones orales no eran tan fácilmente recuperables como Gunkel y otros habían afirmado. Un tercer trabajo, "La fabricación del Pentateuco" (1987) de R.N. Whybray analizaba las asunciones que subyacían en el trabajo de Wellhausen y las consideró ilógicas y poco convincentes, mientras que William G. Dever atacó las bases filosóficas de la arqueología bíblica de Albrightean, argumentando que no era ni deseable ni posible usar la Biblia para interpretar los registros arqueológicos.
Actualmente las teorías mayoritarias se pueden dividir en tres grupos:
- Revisiones del modelo documental de Wellhausen, de los que el modelo de Friedman es uno de los más conocidos.[1]
- Modelos fragmentarios, como el de R.N. Whybray, que ven la Torah como el producto de un único autor trabajando a partir de una multitud de pequeños fragmentos más que de extensas fuentes coherentes.[2]
- Modelos suplementarios como el de John Van Seter, que ve en el Génesis la adición gradual de material a lo largo de muchos siglos por muchos autores.[3]
Origen del nombre Génesis
El nombre griego proviene del contenido del libro: el origen del mundo, el género humano y el pueblo judío, la genealogía de toda la humanidad desde el comienzo de los tiempos. También "génesis" tiene el sentido de "prólogo", ya que la historia judía comienza propiamente con el Éxodo, del cual el Génesis es simplemente un prolegómeno. Este título aparece en la Versión de los Setenta o Septuaginta Griega. En hebreo, el libro se llama «Bere'schíth»: "En el Principio", que se toma de la primera palabra de la frase de apertura.
Según el Génesis, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Varios de los personajes de este libro son relevantes para el pueblo judío: Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José, por ejemplo.
División tradicional
Es costumbre de los judíos dividir el libro —al igual que el resto de los libros del Pentateuco— en doce parashiot o lecturas semanales, cada una de las cuales es leída cada semana en el ciclo anual de lecturas de la Torá.
Temas principales
Los temas básicos de los que se ocupa este libro son tres: la Promesa, la Elección y la Alianza. En esto no es original, ya que los tres se repiten a lo largo de toda la Torá, pero cada uno de ellos es dominante en distintas partes del Génesis.
En la historia primitiva las intenciones de Yahweh (Dios) se ven obstaculizadas por la infidelidad del Hombre. En la historia de Abraham la fe es abandonada, puesta a prueba y resulta victoriosa al final para ser restaurada completamente; quienes no la han perdido nunca se ven recompensados. En tiempos de Jacob se explica que la elección de Dios por el pueblo judío no persigue ningún fin espurio, sino que es generosa y desinteresada. Con José, por fin, la Providencia frustra los malos impulsos humanos y los dirige pacientemente para hacerlos cumplir, en última instancia, con los planes y objetivos del diseño divino.
Géneros literarios
El Génesis encaja exactamente en la definición de libro histórico bíblico, recordando siempre que el término "histórico" no debe entenderse en el sentido que se otorga a la historiografía moderna. Esto es especialmente cierto para los capítulos sobre los orígenes y para la historia de los patriarcas.
Pero el Génesis también es lo siguiente:
- Historia de familia: una larga serie de biografías, cronologías y genealogías de antepasados que se centran en los acontecimientos familiares despreciando los hechos políticos o religiosos. No sigue la sucesión de gobiernos sino la de los parientes.
- Historia popular: Suele detenerse en minucias argumentales que pueden interesar al pueblo llano y frecuentemente omite hechos que parecen esenciales a los historiadores modernos.
- Historia religiosa: Todo lo narrado es visto bajo el criterio de que es consecuencia de la acción directa de Yahweh, el Dios único, que interviene incuestionablemente en todos y cada uno de los momentos decisivos. Además, todos los hechos se agrupan y se explican en función de postulados teológicos destinados a probar una u otra tesis religiosas.
A pesar de estas precisiones, el Génesis da toda la impresión de narrar -en la historia de los patriarcas- hechos que fueron o semejan ser reales, dando unas muy vívidas imágenes del origen y migraciones del pueblo hebreo, de sus raíces étnicas y lingüísticas y de sus estructuras morales, sociales y culturales.
Interpretaciones de la Creación del Mundo y el relato del Edén
Para muchos, los once primeros capítulos del Génesis merecen ser considerados aparte del resto, pues describen en una forma popular el origen y creación del mundo, el hombre y la vida en general. La gran mayoría de los cristianos consideran los primeros capítulos del Génesis como escritos simbólicos, que no deben ser entendidos literalmente. Mientras que sólo unos pocos creen que sean históricamente correctos.
Se han intentado hacer innumerables lecturas de los capítulos del Génesis. Entre ellas está la Kabbalah hebrea, la interpretación histórica, la alegórica, incluyendo una alegoría a la evolución del Universo (teoría del Big Bang) y la teoría de Darwin (teoría de la Evolución), interpretaciones sacerdotales y místicas, y así la lista se extiende indefinidamente.
Muchos gustan resaltar una aparente contradicción entre la historia de la creación del mundo (primer capítulo del Génesis) y la historia de la creación del hombre en el Huerto del Edén (segundo capítulo del Génesis), la cual dio origen a la leyenda de Lilith (véase Leyendas del cristianismo). En el primer capítulo Dios crea primero a los animales, y entonces crea al hombre y a la mujer a su imagen, sin establecer ninguna prioridad entre ellos; pero en el segundo capítulo, en la creación del Huerto del Edén, muchos ven que Yahweh Elohim crea a Adán primero, luego a los animales y finalmente crea a Eva de una costilla de Adán, o de su costado según la traducción.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn.1.27)
Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trájo al hombre. (Gn.2.22)La Biblia, (Antigua Versión Reyna-Valera 1909)
Para los creacionistas, el capítulo uno del Génesis presenta la semana de la creación, que culmina con la institución del día de reposo. Esa es la idea central de ese capítulo. Mientras que la idea principal del capítulo segundo es la institución del matrimonio, y se mencionan detalles concernientes a dicha institución. Todo el asunto de la aparente contradicción estriba en que en la Antigua Reina Valera, en el verso 19 del capítulo 2, se usa el pasado perfecto '"formó"' en vez del pasado pluscuamperfecto '"había formado"', dando al pasaje un sentido ambiguo.
Formó, pues, Dios de la tierra, toda bestia del campo y toda ave de los cielos y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. (Gn.2.19)
En cuanto a la creación de Adán y Eva, el pasaje de Génesis 1: 27, no dice que fueron creados simultáneamente, sino que fueron creados en el mismo día. Por lo cual los creacionistas sostienen que el capítulo dos no contradice al primero, sino que sólo añade detalles no mencionados en el capítulo uno. Como por ejemplo; que antes de crear a la mujer, Dios trajo todas las criaturas ante Adán para que les pusiera nombre. Todo esto con un propósito mayor que la mera taxonomía de la fauna.
Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo, haréle ayuda idónea para él. (Gn.2.18)
Según esta interpretación, Dios creó una mujer y se la dio a Adán. Él quiso que el hombre reconociera primero que algo le faltaba, y por eso le trajo todos los animales.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo animal del campo: mas para Adam no se halló ayuda idónea para él. (Gn.2.20)
Adán vio que había león y leona, carnero y oveja. Pero para el varón ('ish') no había una varona o hembra ('ìsha').[4]
Y Dios hizo caer sueño sobre Adan, y se quedó dormido: entonces tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; Y de la costilla Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y trájola al hombre. Y dijo Adan: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Esta será llamada Varona ('Isha'), porque del varón fue tomada. (Gn.2.21-23)
Esta aparente contradicción entre los capítulos uno y dos del Génesis han sido excusados con la llamada hipótesis documentaria, la cual sostiene que ambos capítulos del Génesis provienen de dos fuentes distintas. El capítulo 1 sería de origen sacerdotal, mientras que el capítulo 2 sería de origen yavista; y que ambos versiones fueron unidos después y añadidas al Génesis. Ambas tradiciones, la sacerdotal y la yavista, son posteriores a Moisés, lo que pondría el producto final en una fecha muy posterior, en el llamado Periodo intertestamentario.
Algunos exégetas proponen que el primer capítulo del Génesis sea estudiado, desde el punto de vista de la tradición sacerdotal, como un escrito surgido después de la deportación a Babilonia, cuando el judaísmo se cimentaba más como una religión que como una nación en particular, y cuyo propósito sería también reforzar la idea del sábado como día sagrado de descanso, además por supuesto de dejar claro que toda la creación, incluido el hombre, son obra de Elohim.
Por otra parte, estos mismos investigadores proponen al segundo capítulo del Génesis como un escrito mucho más antiguo, de la época de los reyes en Israel, el cual vendría a ser un lamento en el que la situación sedentaria y civilizada centrada en ciudades del reino conllevaba también injusticias, pobreza y marginación, pues para ellos el relato del segundo capítulo del Génesis parecería ensalzar los valores del nomadismo y de la cercanía con Yahweh provenientes de la vida en el desierto.
Mientras que para los creacionistas, como ya mencionamos, tal contradicción no existe, debido a que en el capítulo uno del libro se expone un resumen global de la creación, mientras que en el segundo, se detalla el primero: Mientras que el primero se anuncia que Dios creó al hombre y a la mujer, en el segundo se detalla como se realizó.
Relación entre el génesis Bíblico y el génesis Sumerio
Al analizar la Mitología sumeria y relacionadas (sumerios acadios y babilonios, así como los asirios), en tablillas con historias de origen sumerio como el Enuma Elish, se pueden encontrar puntos u origen en común, o influencia con la historia bíblica del Génesis.
- Enki creó a los seres humanos y un lugar donde el hombre podía vivir sin miedo a los animales, un lugar sin terror; pero posteriormente Enki descubrió que los humanos tenían un comportamiento inadecuado, y por ello los expulsó de este paraíso.(Paralelismos con la historia del Jardín del Edén).
- También se menciona las disputas de dos dioses, la diosa del grano llamada Ashnan y la diosa del ganado llamada Lahar. Un problema similar se menciona entre Emesh y Enten que estaban encargados de la vegetación, bosques y campos, y el otro de las cosechas y la agricultura y de los animales y el ganado, los cuales tuvieron una gran disputa (Paralelismos con la historia de Abel y Caín).
Bosquejo del Génesis
Estructura:
- La creación 1:1 – 2:3
I.-La historia primitiva: TEMA: cuatro acontecimientos principales:
Estructura:
II.-La historia Patriarcal: TEMA: cuatro personajes sobresalientes: a) Abraham, b) Isaac, c) Jacob, d) José
Bibliografía, referencias y notas al pie
- ↑ Richard Elliot Friedman, "The Bible with Sources Revealed", 2003.
- ↑ R. N. Whybray, The Making of the Pentateuch: A Methodological Study, JSOT Press, Sheffield, 1987.
- ↑ John Van Seters, Abraham in History and Tradition, Yale University Press, ISBN, 1975.
- ↑ El término 'ìsha' significa literalmente "hombre femenino" o "varona", como figura en alguna traducción española.
- ↑ Es notable que la última costilla es el hueso del cuerpo humano que se regenera completamente con mayor facilidad si se tiene la precaución de dejar un resto de periostio. El periostio contiene osteoblastos y esta técnica es utilizada ampliamente en cirugía restauradora, sacando fragmentos de la costilla para hacer injertos.
Véase también
- Conceptos científicos nombrados a partir del Génesis:
Génesis (Pentateuco) | Libro siguiente:Éxodo |
GÉNESIS es una
palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia
lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del
Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera
es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un
amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta
Abraham (caps. 1-11).
La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel:
es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus
hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura
de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos
pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el
anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento
comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la
forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis
se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante
una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión
ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el
padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la
elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La
elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona
o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la
descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que
abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon
elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y
"sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el
conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se
insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy
particular para el hombre de hoy.
En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el
transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus
costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión
del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en
cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar
"científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre
sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la
época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a
Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos
hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el
ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres.
La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la
"tierra nueva" (Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la
Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.
LOS ORÍGENES DEL UNIVERSO Y DE LA HUMANIDAD
La fe de Israel en el Dios creador encontró su máxima expresión
literaria en el gran poema de la creación, que ahora figura al comienzo de la
Biblia. Una verdad se perfila a lo largo de todo este relato: el universo, con
todas las maravillas y misterios que encierra, ha sido creado por el único Dios
y es la manifestación de su sabiduría, de su amor y su poder. Por eso, cada una
de las cosas creadas es "buena" y el conjunto de ellas es "muy
bueno". En ese universo, al hombre le corresponde un lugar de privilegio,
ya que Dios lo creó "a su imagen" y lo llamó a completar la obra de
la creación.
Pero el relato del origen del universo sirve de prólogo a lo que
constituye el principal centro de interés de los once primeros capítulos del
Génesis, a saber, el drama de la condición humana en el mundo. Los diversos
personajes que se van sucediendo –Adán y Eva, Caín y sus descendientes, los
pueblos que intentan edificar la torre de Babel– representan arquetípicamente a
la humanidad entera que pretende ocupar el puesto de Dios, constituyéndose así
en norma última de su propia conducta. Esta pretensión, en lugar de convertir
al hombre en dueño de su destino, hizo entrar en el mundo el sufrimiento y la
muerte, rompió los lazos fraternales entre los hombres y provocó la dispersión
de los pueblos. En el marco de esta historia, Dios va a realizar su designio de
salvación.
Para describir este drama, los autores inspirados no recurrieron
a formulaciones abstractas. Lo hicieron por medio de una serie de relatos
convenientemente ordenados, de hondo contenido simbólico, que llevan la
impronta del tiempo y de la cultura en que fueron escritos. Por eso, al leer
estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios,
que mantiene su valor y actualidad permanentes, y su expresión literaria
concreta, que refleja el fondo cultural común a todos los pueblos del antiguo
Oriente.
LA CREACIÓN DEL
MUNDO Y LA CAÍDA DEL HOMBRE
1 1 Al principio Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.
1 1 Al principio Dios creó el cielo y la tierra. 2 La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.
3 Entonces Dios
dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió. 4 Dios vio que la luz
era buena, y separó la luz de las tinieblas; 5 y llamó Día a la luz y Noche a
las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
6 Dios dijo:
"Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una
separación entre ellas". Y así sucedió. 7 Dios hizo el firmamento, y este
separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él; 8 y
Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el
segundo día.
9 Dios dijo:
"Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que
aparezca el suelo firme". Y así sucedió. 10 Dios llamó Tierra al suelo
firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.
11 Entonces dijo:
"Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles
frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla
adentro". Y así sucedió.
12 La tierra hizo
brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan
fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era
bueno.13 Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
14 Dios dijo:
"Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la
noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, 15 y que estén como
lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así
sucedió.
16 Dios hizo los
dos grandes astros –el astro mayor para presidir el día y el menor para
presidir la noche– y también hizo las estrellas. 17 Y los puso en el firmamento
del cielo para iluminar la tierra, 18 para presidir el día y la noche, y para
separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. 19 Así hubo una
tarde y una mañana: este fue el cuarto día.
20 Dios dijo:
"Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen
pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo". 21 Dios creó los
grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan
las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y
Dios vio que esto era bueno.
22 Entonces los
bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de
los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra". 23 Así hubo una
tarde y una mañana: este fue el quinto día.
24 Dios dijo:
"Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y
animales salvajes de toda especie". Y así sucedió. 25 Dios hizo las
diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos
los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era
bueno.
26 Dios dijo:
"Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le
estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras
de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo".
27 Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
27 Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.
1 26-27. "Hagamos al hombre": el término
"hombre" corresponde a la palabra hebrea "adám", que tiene
un significado genérico y designa a toda la especie humana. Aquí no se habla de
una pareja –"un" hombre y "una" mujer, como en los
capítulos 2 y 3– sino de toda la especie humana: es la humanidad como tal la
que ha sido creada a imagen de Dios. El plural "haga" indica una
deliberación de Dios, que pone de relieve la importancia de la obra que él va a
realizar.
28 Y los bendijo,
diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla;
dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que
se mueven sobre la tierra".
29 Y continuó
diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la
tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de
alimento.
30 Y a todas la
fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que
se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así
sucedió.
31 Dios miró todo
lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana:
este fue el sexto día.
2 1 Así fueron
terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
2 El séptimo día,
Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había
emprendido. 3 Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de
hacer la obra que había creado.
4 Este fue el origen
del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
La creación del
hombre y la mujer
Cuando el Señor
Dios hizo la tierra y el cielo, 5 aún no había ningún arbusto del campo sobre
la tierra ni había brotado ninguna hierba, porque el Señor Dios no había hecho
llover sobre la tierra. Tampoco había ningún hombre para cultivar el suelo, 6
pero un manantial surgía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.
7 Entonces el
Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un
aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.
2 7. El texto
hebreo utiliza aquí dos expresiones semejantes "adám" y
"adamá" –que significan respectivamente "hombre" y
"suelo"– para poner de relieve la estrecha relación que existe entre
el hombre y el medio donde habita.
8 El Señor Dios
plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado.
9 Y el Señor Dios
hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista
y apetitosos para comer; hizo brotar el árbol de la vida en medio del jardín, y
el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10 De Edén nace un río que riega el jardín, y desde allí se divide en cuatro brazos. 11 El primero se llama Pisón: es el que recorre toda la región de Javilá, donde hay oro.
10 De Edén nace un río que riega el jardín, y desde allí se divide en cuatro brazos. 11 El primero se llama Pisón: es el que recorre toda la región de Javilá, donde hay oro.
12 El oro de esa
región es excelente, y en ella hay también bedelio y lapislázuli. 13 El segundo
río se llama Guijón: es el que recorre toda la tierra de Cus.
14 El tercero se
llama Tigris: es el que pasa al este de Asur. El cuarto es el Éufrates.
15 El Señor Dios
tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo
cuidara.
16 Y le dio esta
orden: "Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, 17
exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no
deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte".18
Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a
hacerle una ayuda adecuada".
19 Entonces el
Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a
todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les
pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el
hombre.
20 El hombre puso
un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos
los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
21 Entonces el
Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se
durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío.
22 Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. 23 El hombre exclamó:
"¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".
22 Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. 23 El hombre exclamó:
"¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".
24 Por eso el
hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser
una sola carne.
25 Los dos, el
hombre y la mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.
La tentación y
el pecado del hombre
3 1 La serpiente
era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había
hecho, y dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no comieran de
ningún árbol del jardín?".
2 La mujer le
respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. 3
Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No
coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la
muerte’".
4 La serpiente
dijo a la mujer: "No, no morirán. 5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes
coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores
del bien y del mal".
6 Cuando la mujer
vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para
adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido,
que estaba con ella, y él también comió.
7 Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
8 Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín. 9 Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".
10 "Oí tus
pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso
me escondí". 11 Él replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo?
¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
12 El hombre
respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de
él". 13 El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante
cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
La maldición de
la serpiente
14 Y el Señor Dios
dijo a la serpiente:
"Por haber
hecho esto maldita seas entre todos los animales domésticos
y entre todos los animales del campo
y entre todos los animales del campo
Te arrastrarás
sobre tu vientre,
y comerás polvo
todos los días de tu vida.
15 Pondré
enemistad entre ti y la mujer,
entre tu linaje y
el suyo.
Él te aplastará la
cabeza
El castigo de
la mujer
16 Y el Señor Dios
dijo a la mujer:
"Multiplicaré
los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor.
Sentirás atracción por tu marido,
Sentirás atracción por tu marido,
y él te
dominará".
El castigo del
hombre
17 Y dijo al
hombre:
"Porque
hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el
suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu
vida.
18 Él te producirá
cardos y espinas y comerás la hierba del campo.19 Ganarás el pan con el sudor
de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado.¡Porque
eres polvo y al polvo volverás!".
20 El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. 21 El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió.
20 El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. 21 El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió.
22 Después el
Señor Dios dijo: "El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el
conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome
también del árbol de la vida, coma y viva para siempre".
23 Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. 24 Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida.
23 Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. 24 Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida.
DESDE ADÁN
HASTA EL DILUVIO
Caín y Abel
4 1 El hombre se
unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo:
"He procreado un varón, con la ayuda del Señor".
2 Más tarde dio a
luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor.
3 Al cabo de un
tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, 4
mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor
miró con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no miró a Caín ni su ofrenda.
Caín se mostró muy
resentido y agachó la cabeza. 6 El Señor le dijo: "¿Por qué estás
resentido y tienes la cabeza baja? 7 Si obras bien podrás mantenerla erguida;
si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes
dominarlo".
8 Caín dijo a su
hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estuvieron en el campo, se
abalanzó sobre su hermano y lo mató.
9 Entonces el
Señor preguntó a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?". "No lo
sé", respondió Caín. "¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?".
10 Pero el Señor le replicó: "¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu
hermano grita hacia mí desde el suelo.
11 Por eso maldito
seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano
derramada por ti.
12 Cuando lo
cultives, no te dará más su fruto, y andarás por la tierra errante y
vagabundo". 13 Caín respondió al Señor: "Mi castigo es demasiado
grande para poder sobrellevarlo.
14 Hoy me arrojas
lejos del suelo fértil; yo tendré que ocultarme de tu presencia y andar por la
tierra errante y vagabundo, y el primero que me salga al paso me matará".
15 "Si es
así, le dijo el Señor, el que mate a Caín deberá pagarlo siete veces". Y
el Señor puso una marca a Caín, para que al encontrarse con él, nadie se
atreviera a matarlo.
16 Luego Caín se
alejó de la presencia del Señor y fue a vivir a la región de Nod, al este de
Edén.
Los
descendientes de Caín
17 Caín se unió a
su mujer, y ella concibió y dio a luz a Henoc. Caín fue el fundador de una ciudad,
a la que puso el nombre de su hijo Henoc.
18 A Henoc le nació Irad. Irad fue padre de Mejuiael; Mejuiael fue padre de Metusael, y Metusa el fue padre de Lamec.
18 A Henoc le nació Irad. Irad fue padre de Mejuiael; Mejuiael fue padre de Metusael, y Metusa el fue padre de Lamec.
19 Lamec tuvo dos
mujeres: una se llamaba Adá, y la otra, Silá. 20 Adá fue madre de Iabal, el
antepasado de los que viven en campamentos y crían ganado.
21 El nombre de su hermano era Iubal, el antepasado de los que tocan la lira y la flauta. 22 Silá, por su parte, fue madre de Tubal Caín, el antepasado de los forjadores de bronce y de los herreros. Naamá fue hermana de Tubal Caín.
21 El nombre de su hermano era Iubal, el antepasado de los que tocan la lira y la flauta. 22 Silá, por su parte, fue madre de Tubal Caín, el antepasado de los forjadores de bronce y de los herreros. Naamá fue hermana de Tubal Caín.
El canto de
Lamec
23 Lamec dijo a
sus mujeres:
"¡Adá y Silá,
escuchen mi voz:
mujeres de Lamec,
oigan mi palabra!
Yo maté a un
hombre por una herida,
y a un muchacho
por una contusión.
24 Porque Caín
será vengado siete veces,
pero Lamec lo será
setenta y siete".
Set y su
descendencia
25 Adán se unió a
su mujer, y ella tuvo un hijo, al que puso el nombre de Set, diciendo:
"Dios me dio otro descendiente en lugar de Abel, porque Caín lo
mató".
26 También Set
tuvo un hijo, al que llamó Enós. Fue entonces cuando se comenzó a invocar el
nombre del Señor.
Los patriarcas
anteriores al Diluvio
5 1 La lista de
los descendientes de Adán es la siguiente:
Cuando Dios creó
al hombre, lo hizo semejante a él. 2 Y al crearlos, los hizo varón y mujer, los
bendijo y los llamó Hombre.
3 Adán tenía
ciento treinta años cuando engendró un hijo semejante a él, según su imagen, y
le puso el nombre de Set.
4 Después que
nació Set, Adán vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas. 5 Adán vivió en
total novecientos treinta años, y al cabo de ellos murió.
6 Set tenía ciento
cinco años cuando fue padre de Enós. 7 Después que nació Enós, Set vivió
ochocientos siete años y tuvo hijos e hijas.
8 Set vivió en
total novecientos doce años, y al cabo de ellos murió.
9 Enós tenía
noventa años cuando fue padre de Quenán. 10 Después que nació Quenán, Enós
vivió ochocientos quince años y tuvo hijos e hijas.
11 Enós vivió en total novecientos cinco años, y al cabo de ellos murió.
11 Enós vivió en total novecientos cinco años, y al cabo de ellos murió.
12 Quenán tenía
setenta años cuando fue padre de Mahalalel. 13 Después que nació Mahalalel,
Quenán vivió ochocientos cuarenta años y tuvo hijos e hijas.
14 Quenán vivió en
total novecientos diez años y al cabo de ellos murió.
15 Mahalalel tenía
setenta y cinco años cuando fue padre de Iéred.
16 Después que
nació Iéred, Mahalalel vivió ochocientos treinta años y
tuvo hijos e hijas
.17 Mahalalel
vivió en total ochocientos noventa y cinco años, y al cabo de ellos murió.
18 Iéred tenía
ciento sesenta y dos años cuando fue padre de Henoc. 19 Después que nació
Henoc, Iéred vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas.
20 Iéred vivió en
total novecientos sesenta y dos años, y al cabo de ellos murió.
21 Henoc tenía
sesenta y cinco años cuando fue padre de Matusalén.
22 Henoc siguió
los caminos de Dios. Después que nació Matusalén, Henoc vivió trescientos años
y tuvo hijos e hijas.
23 Henoc vivió en
total trescientos sesenta y cinco años. 24 Siguió siempre los caminos de Dios,
y luego desapareció porque Dios se lo llevó.
25 Matusalén tenía
ciento ochenta y siete años cuando fue padre de Lamec. 26 Después que nació
Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años y tuvo hijos e hijas.
27 Matusalén vivió en total novecientos sesenta y nueve años, y al cabo de ellos murió.
28 Lamec tenía
ciento ochenta y dos años cuando fue padre de un hijo, 29 al que llamó Noé,
diciendo: "Este nos dará un alivio en nuestro trabajo y en la fatiga de
nuestras manos, un alivio proveniente del suelo que maldijo el Señor".
30 Después que nació Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años y tuvo hijos e hijas.
31 Lamec vivió en
total setecientos setenta y siete años, y al cabo de ellos murió.
32 Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.
32 Noé tenía quinientos años cuando fue padre de Sem, Cam y Jafet.
Los hijos de
Dios y las hijas de los hombres
6 1 Cuando los
hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, 2 los
hijos de Dios vieron que estas eran hermosas, y tomaron como mujeres a todas
las que quisieron.
3 Entonces el
Señor dijo: "Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el
hombre, porque este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte
años".
4 En aquellos días
–y aún después– cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los
hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los
héroes famosos de la antigüedad.
La corrupción
de la humanidad
5 Cuando el Señor
vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios
que forjaba su mente tendían constantemente al mal, 6 se arrepintió de haber
hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón.
7 Por eso el Señor dijo: "Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado –y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo– porque me arrepiento de haberlos hecho". 8 Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor.
El anuncio del
Diluvio y la orden de construir el arca
9 Esta es la
historia de Noé.
Noé era un hombre
justo, irreprochable entre sus contemporáneos, y siguió siempre los caminos de
Dios.
10 Tuvo tres
hijos: Sem, Cam y Jafet. 11 Pero la tierra estaba pervertida a los ojos de Dios
y se había llenado de violencia.
12 Al ver que la
tierra se había pervertido, porque todos los hombres tenían una conducta
depravada, 13 Dios dijo a Noé: "He decidido acabar con todos los mortales,
porque la tierra se ha llenado de violencia a causa de ellos. Por eso los voy a
destruir junto con la tierra.
14 Constrúyete un
arca de madera resinosa, divídela en compartimentos, y recúbrela con betún por
dentro y por fuera. 15 Deberás hacerla así: el arca tendrá ciento cincuenta
metros de largo, treinta de ancho y quince de alto.
16 También le harás un tragaluz y lo terminarás a medio metro de la parte superior. Pondrás la puerta al costado del arca y harás un primero, un segundo y un tercer piso.
16 También le harás un tragaluz y lo terminarás a medio metro de la parte superior. Pondrás la puerta al costado del arca y harás un primero, un segundo y un tercer piso.
17 Yo voy a enviar
a la tierra las aguas del Diluvio, para destruir completamente a todos los
seres que tienen un aliento de vida: todo lo que hay en la tierra perecerá. 18
Pero contigo estableceré mi alianza: tú entrarás en el arca con tus hijos, tu
mujer y las mujeres de tus hijos.
19 También harás
entrar en el arca una pareja de cada especie de seres vivientes, de todo lo que
es carne, para que sobrevivan contigo; deberán ser un macho y una hembra.
20 Irá contigo una
pareja de cada especie de pájaros, de ganado y de reptiles, para que puedan
sobrevivir. 21 Además, recoge víveres de toda clase y almacénalos, para que te
sirvan de alimento, a ti y a ellos".
22 Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado.
22 Así lo hizo Noé, cumpliendo exactamente todo lo que Dios le había mandado.
La entrada de
Noé en el arca
7 1 Entonces el
Señor dijo a Noé: "Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he
visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación.
2 Lleva siete
parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros,
los machos con sus hembras 3 –también siete parejas de todas las clases de
pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra.
4 Porque dentro de
siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de
la superficie de la tierra a todos los seres que hice". 5 Y Noé cumplió la
orden que Dios le dio.
6 Cuando las aguas
del Diluvio se precipitaron sobre la tierra, Noé tenía seiscientos años. 7
Entonces entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para
salvarse de las aguas del Diluvio.
8 Y los animales
puros, los impuros, los pájaros y todos los seres que se arrastran por el
suelo, 9 entraron por parejas con él en el arca, como Dios se los había
mandado.
10 A los siete
días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra. 11 Noé tenía seiscientos
años, y era el decimoséptimo día del segundo mes. ese día, desbordaron las
fuentes del gran océano y se abrieron las cataratas del cielo.
12 Y una fuerte
lluvia cayó sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches.
13 Ese mismo día,
habían entrado en el arca Noé, sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y las tres
mujeres de sus hijos; 14 y junto con ellos, los animales de todas las especies:
las fieras, el ganado, los reptiles, los pájaros y todos los demás animales con
alas.
15 Todas las
clases de seres que están animados por un aliento de vida entraron con Noé en
el arca; y lo hicieron por parejas, 16 machos y hembras, como Dios se lo había
ordenado. Entonces el Señor cerró el arca detrás de Noé.
La inundación
17 El Diluvio se
precipitó sobre la tierra durante cuarenta días. A medida que las aguas iban
creciendo, llevaban el arca hacia arriba, y esta se elevó por encima de la
tierra.
18 Las aguas
subían de nivel y crecían desmesuradamente sobre la tierra, mientras el arca
flotaba en la superficie.
19 Así continuaron
subiendo cada vez más, hasta que en todas partes quedaron sumergidas las montañas,
incluso las más elevadas.
20 El nivel de las
aguas subió más de siete metros por encima de las montañas. 21 Entonces
perecieron todos los seres que se movían sobre la tierra: los pájaros, el
ganado, las fieras, todos los animales que se arrastran por el suelo, y también
los hombres.
22 Murió todo lo
que tenía un aliento de vida en sus narices, todo lo que estaba sobre el suelo
firme.
23 Así fueron
eliminados todos los seres que había en la tierra, desde el hombre hasta el
ganado, los reptiles y los pájaros del cielo. Sólo quedó Noé y los que estaban
con él en el arca.
24 Y las aguas
inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.
La terminación
del Diluvio
8 1 Entonces Dios
se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con
él en el arca. Hizo soplar un viento sobre la tierra, y las aguas empezaron a
bajar.
2 Se cerraron las
fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la fuerte lluvia que caía
del cielo.
3 Poco a poco las
aguas se fueron retirando de la tierra; y al cabo de ciento cincuenta días ya
habían disminuido tanto, 4 que el decimoséptimo día del séptimo mes, el arca se
detuvo sobre las montañas de Ararat. 5 Así continuaron disminuyendo
paulatinamente hasta el décimo mes; y el primer
día del décimo mes
aparecieron las cimas de las montañas.
6 Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, 7 y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca.
8 Después soltó
una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. 9 Pero la paloma no pudo
encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría
toda la tierra.
Noé extendió su
mano, la tomó y la introdujo con él en el arca.
10 Luego esperó
siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca.
11 Esta regresó al
atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las
aguas habían terminado de bajar.
12 Esperó otros
siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió.
13 La tierra
comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día
del mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando.
14 Y el vigésimo séptimo día del mes, la tierra ya estaba seca.
La salida del arca
14 Y el vigésimo séptimo día del mes, la tierra ya estaba seca.
La salida del arca
15 Entonces Dios
dijo a Noé: 16 "Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus
hijos.
17 Saca también a
todos los seres vivientes que están contigo –aves, ganado o cualquier clase de
animales que se arrastran por el suelo– y que ellos llenen la tierra, sean
fecundos y se multipliquen".
18 Noé salió
acompañado de sus hijos, de su mujer y de las mujeres de sus hijos. 19 Todo lo
que se mueve por el suelo: todas las bestias, todos los reptiles y todos los
pájaros salieron del arca, un grupo detrás de otro.
El sacrificio de Noé
El sacrificio de Noé
20 Luego Noé
levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas
clases, ofreció holocaustos sobre el altar.
21 Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo.
21 Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: "Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo.
22 De ahora en
adelante, mientras dure la tierra, no cesarán
la siembra y la
cosecha,
el frío y el
calor,
el verano y el
invierno,
el día y la noche".
La bendición de
Dios a Noé
9 1 Entonces Dios
bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense y
llenen la tierra.
2 Ante ustedes
sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo,
todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido
puestos en manos de ustedes.
3 Todo lo que se
mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les
di los vegetales.
4 Sólo se
abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre.
5 Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo.
5 Y yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo.
6 Otro hombre
derramará la sangre de aquel que derrame sangre humana,
porque el hombre
ha sido creado a imagen de Dios.
7 Ustedes, por su
parte, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y domínenla".
La alianza de
Dios con todos los seres vivientes
8 Y Dios siguió
diciendo a Noé y a sus hijos: 9 "Además, yo establezco mi alianza con
ustedes, con sus descendientes, 10 y con todos los seres vivientes que están
con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los
animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes
que hay en la tierra.
11 Yo estableceré
mi alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las
aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra".
El arco iris,
signo de la alianza
12 Dios añadió:
"Este será el signo de la alianza que establezco con ustedes, y con todos
los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: 13 yo
pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi alianza con la tierra.
14 Cuando cubra de
nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, 15 me acordaré de mi alianza
con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a precipitarse las aguas
del Diluvio para destruir a los mortales.
16 Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra.
16 Al aparecer mi arco en las nubes, yo lo veré y me acordaré de mi alianza eterna con todos los seres vivientes que hay sobre la tierra.
17 Este, dijo Dios
a Noé, es el signo de la alianza que establecí con todos los mortales".
DESDE NOÉ HASTA
Los hijos de
Noé
18 Los hijos de
Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán.
19 A partir de estos tres hijos de Noé, se pobló toda la tierra.
20 Noé se dedicó a
la agricultura y fue el primero que plantó una viña. 21 Pero cuando bebió vino,
se embriagó y quedó tendido en medio de su carpa, completamente desnudo.
22 Cam, el padre
de Canaán, al ver a su padre desnudo, fue a contárselo a sus hermanos, que
estaban afuera.
23 Entonces Sem y
Jafet tomaron un manto, se lo pusieron los dos sobre la espalda y, caminando
hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre. Como sus rostros miraban en
sentido contrario, no vieron a su padre desnudo.
24 Cuando Noé despertó de su embriaguez y se enteró de lo que había hecho su hijo menor, 25 dijo:
24 Cuando Noé despertó de su embriaguez y se enteró de lo que había hecho su hijo menor, 25 dijo:
"¡Maldito sea
Canaán! Él será para sus hermanos el último de los
clavos".
26 Y agregó: "Bendito
sea el Señor, Dios de Sem, y que Canaán sea su esclavo.
27 Que Dios abra
camino a Jafet, para que habite entre los campamentos de Sem; y que Canaán sea
su esclavo".
28 Después del
Diluvio, Noé vivió trescientos cincuenta años, 29 y en total, vivió novecientos
cincuenta años. Al cabo de ellos, murió.
El catálogo de
las naciones
10 1 Los descendientes
de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet –que tuvieron hijos después del
Diluvio– fueron los siguientes:
2 Los hijos de
Jafet fueron Gómer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mésec y
Tirás.
3 Los hijos de
Gómer fueron Asquenaz, Rifat y Togarmá.
4 Los hijos de
Javán fueron Elisá, Tarsis, los Quitím y los Rodaním. 5 Estos fueron los hijos
de Jafet, y a partir de ellos, se expandieron las naciones marítimas por sus
respectivos territorios, cada una con su lengua, sus clanes y sus
nacionalidades.
6 Los hijos de Cam
fueron Cus, Misraim, Put y Canaán. 7 Los hijos de Cus fueron Sebá, Javilá,
Sabtá, Ramá y Sabtecá. Los hijos de Ramá fueron Sebá y Dedán.
8 Cus fue padre de
Nemrod, que llegó a ser el primer guerrero sobre la tierra. 9 Él fue un
valiente cazador delante del Señor. Por eso se dice: "Valiente cazador
delante del Señor como Nemrod".
10 Babilonia, Erec
y Acad –todas ellas están en la región de Senaar– fueron el núcleo inicial de
su reino.
11 De esa región
salió para Asur, y edificó Nínive, con sus plazas urbanas, Calaj, 12 y Resen,
entre Nínive y Calaj. Está última era la capital.
13 Misraim fue
padre de los pobladores de Lud, Anám, Lehab, Naftuj, 14 Patrós y Casluj, y
también de los pobladores de Caftor, de donde salieron los filisteos.
15 Canaán fue
padre de Sidón, su primogénito, y de Het; 16 también de los jebuseos, de los
amorreos, de los guirgasitas, 17 de los jivitas, de los arqueos, de los sineos,
18 de los arvaditas, de los semaritas y de los jamateos. Más tarde se
expandieron los clanes de los cananeos, 19 y sus fronteras llegaron desde Sidón
hasta Gaza por el camino de Guerar; y hasta Lesa, yendo hacia Sodoma, Gomorra,
Admá y Seboím.
20 Estos fueron
los hijos de Cam, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos
territorios y nacionalidades.
21 También le
nacieron hijos a Sem, el padre de todos los hijos de Eber y el hermano mayor de
Jafet. 22 Los hijos de Sem fueron Elám, Asur, Arpaxad, Lud y Arám. 23 Los hijos
de Arám fueron Us, Jul, Guéter y Mas.
24 Arpaxad fue
padre de Sélaj y este fue padre de Eber. 25 Eber tuvo dos hijos: el nombre del
primero era Péleg, porque en su tiempo se dividió la tierra. Su hermano se
llamaba Ioctán.
26 Ioctán fue
padre de Almodad, Sélef, Jasarmávet, Iéraj, 27 Hadorám, Uzal, Diclá, 28 Obal,
Abimael, Sebá, 29 Ofir, Javilá y Iobab. Todos estos fueron hijos de Ioctán.
30 Los lugares
donde residieron se extendían desde Mesa, en dirección a Sefar, hasta la
montaña de Oriente.
31Estos fueron los
hijos de Sem, según sus clanes y sus lenguas, con sus respectivos territorios y
nacionalidades.
32 Estos fueron
los clanes de los hijos de Noé, según sus orígenes y nacionalidades. A partir
de ellos, las naciones se expandieron sobre la tierra después del Diluvio.
La separación
de Abraham y de Lot
13 1 Desde Egipto,
Abraham subió al Négueb, llevando consigo a su esposa y todos sus bienes.
También Lot iba con él.
2 Abraham tenía
muchas riquezas en ganado, plata y oro.
3 Después siguió
avanzando por etapas desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde había
acampado al comienzo, entre Betel y Ai,
4 donde estaba el
altar que había erigido la primera vez. Allí Abraham invocó el nombre del
Señor.
5 Lot, que
acompañaba a Abraham, también tenía ovejas, vacas y carpas (tiendas). 6 Y como
los dos tenían demasiadas riquezas, no había espacio suficiente para que
pudieran habitar juntos.
7 Por eso, se
produjo un altercado entre los pastores de Abraham y los de Lot. En ese tiempo,
los cananeos y los perizitas ocupaban el país.
8 Abraham dijo a
Lot: "No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre
tus pastores y los míos, porque somos hermanos.
9 ¿No tienes todo
el país por delante? Sepárate de mí: si tú vas hacia la izquierda, yo iré hacia
la derecha; y si tú vas hacia la derecha, yo iré hacia la izquierda".
10 Lot dirigió una
mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a
Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de
Egipto. Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra.
11Entonces Lot
eligió para sí toda la región baja del Jordán y se dirigió hacia el este. Así
se separaron el uno del otro:
12 Abraham
permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la
región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma.
13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.
13 Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.
La renovación
de la promesa
14 El Señor dijo a
Abraham, después que Lot se separó de él: "Levanta los ojos, y desde el
lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, 15
porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia
para siempre.
16 Yo haré que tu
descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar
los granos de polvo, también podrá contar tu descendencia.
17 Ahora recorre
el país a lo largo y a lo ancho, porque yo te lo daré".
18 Entonces Abraham trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.
18 Entonces Abraham trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.
La campaña de
los cuatro reyes
14 1 En tiempos de
Amrafel, rey de Senaar, de Arioc, rey de Elasar, de Quedorlaomer, rey de Elám,
y de Tidal, rey de Goím, 2 estos hicieron la guerra contra Berá, rey de Sodoma,
Birsá, rey de Gomorra, Sinab, rey de Admá, Zeméber, rey de Seboím, y contra el
rey de Belá, es decir, de Soar.
3 Todos ellos se concentraron en el valle de Sidím, que ahora es el mar de la Sal.
3 Todos ellos se concentraron en el valle de Sidím, que ahora es el mar de la Sal.
4 Durante doce
años, habían estado sometidos a Quedorlaomer, pero al decimotercer año se
rebelaron.
5 Y en el
decimocuarto año, Quedorlaomer y los reyes que los acompañaban llegaron y
derrotaron a los refaítas en Asterot Carnaim, a los zuzíes en Ham, a los emíes
en la llanura de Quiriataim, 6 y a los hurritas en las montañas de Seír, cerca
de El Parán, en el límite con el desierto.
7 Luego dieron vuelta hasta En Mispat –actualmente Cades– y sometieron todo el territorio de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hasasón Tamar.
7 Luego dieron vuelta hasta En Mispat –actualmente Cades– y sometieron todo el territorio de los amalecitas, y también a los amorreos que habitaban en Hasasón Tamar.
8 Entonces el rey
de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboím, y el rey de
Belá –o Soar– avanzaron y presentaron batalla en el valle de Sidím 9 a
Quedorlaomer, rey de Elám, a Tidal, rey de Goím, a Amrafel, rey de Senaar, y a
Arioc, rey de Elasar. Eran cuatro reyes contra cinco.
10 El valle de Sidím estaba lleno de pozos de asfalto. Al huir, los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos, mientras que los demás escaparon a las montañas.
10 El valle de Sidím estaba lleno de pozos de asfalto. Al huir, los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos, mientras que los demás escaparon a las montañas.
11 Los invasores
se apoderaron de todos los bienes de Sodoma y Gomorra, y también de sus
víveres. Y cuando partieron, 12 se llevaron a Lot, el sobrino de Abraham con
toda su hacienda, porque él vivía entonces en Sodoma.
El rescate de Lot
El rescate de Lot
13 Un fugitivo
llevó la noticia a Abrám, el hebreo, que estaba acampado en el encinar de
Mamré, el amorreo, hermano de Escol y de Aner; estos, a su vez, eran aliados de
Abrám.
14 Al enterarse de
que su pariente Lot había sido llevado cautivo, Abraham reclutó a la gente que
estaba a su servicio –trescientos dieciocho hombres nacidos en su casa– y
persiguió a los invasores hasta Dan.
15 Él y sus
servidores los atacaron de noche, y después de derrotarlos, los persiguieron
hasta Jobá, al norte de Damasco.
16 Así Abraham
recuperó todos los bienes, lo mismo que a su pariente Lot con su hacienda, las
mujeres y la gente.
El encuentro de
Abraham con Melquisedec
17 Cuando Abraham
volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de
Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey.
18 Y Melquisedec,
rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, 19
y bendijo a Abrám, diciendo:
¡Bendito sea
Abraham de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra!20
¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!".
Y Abraham le dio el diezmo de todo.
21 Entonces el rey
de Sodoma dijo a Abraham: "Entrégame a las personas y quédate con los
bienes".
22 Pero Abraham le
respondió: "Yo he jurado al Señor Dios, el Altísimo, creador del cielo y
de la tierra, 23 que no tomaré nada de lo que te pertenece: ni siquiera el hilo
o la correa de una sandalia. Así no podrás decir: ‘Yo enriquecí a Abraham’.
24 No quiero nada
para mí, fuera de lo que mis servidores han comido. Solamente los hombres que
me han acompañado, Aner, Escol y Mamré, recibirán su parte".
La promesa de
Dios a Abraham
15 1 Después de
estos acontecimientos, la palabra del Señor llegó a Abraham en una visión, en
estos términos:
No temas, . Yo soy
para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande".
2 "Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
2 "Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?".
3 Después añadió:
"Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi
heredero".
4 Entonces el
Señor le dirigió esta palabra: "No, ese no será tu heredero; tu heredero
será alguien que nacerá de ti".
5 Luego lo llevó
afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta
las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia".
6 Abraham creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
La alianza de Dios con Abraham
6 Abraham creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
La alianza de Dios con Abraham
7 Entonces el
Señor le dijo: "Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos
para darte en posesión esta tierra".
8 "Señor,
respondió Abraham, ¿cómo sabré que la voy a poseer?".
9 El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma".
10 Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. 11 Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abraham las espantó.
9 El Señor le respondió: "Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma".
10 Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. 11 Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abraham las espantó.
12 Al ponerse el
sol, Abraham cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa
oscuridad.
13 El Señor le
dijo: "Tienes que saber que tus descendientes emigrarán a una tierra
extranjera. Allí serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.
14 Pero yo juzgaré
a la nación que los esclavizará, y después saldrán cargados de riquezas.
15 Tú, en cambio,
irás en paz a reunirte con tus padres, y serás sepultado después de una vejez
feliz.
16 Sólo a la
cuarta generación tus descendientes volverán aquí, porque hasta ahora no se ha
colmado la iniquidad de los amorreos".
17 Cuando se puso
el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha
encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.
18 Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abraham diciendo:
"Yo he dado esta tierra a tu descendencia,
18 Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abraham diciendo:
"Yo he dado esta tierra a tu descendencia,
desde el Torrente
de Egipto hasta el Gran Río,
el río Éufrates:
19 los quenitas,
los quenizitas,
los cadmonitas,
20 los hititas,
los perizitas,
los refaím, 21 los
amorreos,
los cananeos, los
guirgasitas
y los
jebuseos".
El nacimiento
de Ismael
16 1 Sarai, la
esposa de Abraham, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava
egipcia llamada Agar.
2 Sarai dijo a
Abraham: "Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez
por medio de ella podré tener hijos". Y Abraham accedió al deseo de Sarai.
3 Ya hacía diez
años que Abraham vivía en Canaán, cuando Sarai, su esposa, le dio como mujer a
Agar, la esclava egipcia.
4 Él se unió con
Agar y ella concibió un hijo. Al ver que estaba embarazada, comenzó a mirar con
desprecio a su dueña.
5 Entonces Sarai
dijo a Abrám: "Que mi afrenta recaiga sobre ti. Yo misma te entregué a mi
esclava, y ahora, al ver que está embarazada, ella me mira con desprecio. El
Señor sea nuestro juez, el tuyo y el mío".
6 Abraham
respondió a Sarai: "Puedes disponer de tu esclava. Trátala como mejor te
parezca". Entonces Sarai la humilló de tal manera, que ella huyó de su
presencia.
7 El Ángel del
Señor la encontró en el desierto, junto a un manantial –la fuente que está en
el camino a Sur– 8 y le preguntó: "Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde
vienes y adónde vas?". "Estoy huyendo de Sarai, mi dueña", le
respondió ella.
9 Pero el Ángel
del Señor le dijo: "Vuelve con tu dueña y permanece sometida a ella".
10 Luego añadió:
"Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie
podrá contarlos".
11 Y el Ángel del
Señor le siguió diciendo:
"Tú has
concebido y darás a luz un hijo,
al que llamarás
Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción.
12 Más que un
hombre, será un asno salvaje:
alzará su mano
contra todos y todos la alzarán contra él; y vivirá enfrentado a todos sus
hermanos".
13 Agar llamó al
Señor, que le había hablado, con este nombre: "Tú eres El Roí, que
significa ‘Dios se hace visible’", porque ella dijo: "¿No he visto yo
también a aquel que me ve?".
14 Por eso aquel
pozo, que se encuentra entre Cades y Bered, se llamó Pozo de Lajai Roí, que
significa "Pozo del V(i)viente que me ve".
15 Después Agar
dio a Abraham un hijo, y Abraham lo llamó Ismael.
16 Cuando Agar lo hizo padre de Ismael, Abraham tenía ochenta y seis años.
16 Cuando Agar lo hizo padre de Ismael, Abraham tenía ochenta y seis años.
La
circuncisión, signo de la alianza
17 1 Cuando
Abraham tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
Yo soy el Dios
Todopoderoso.
Camina en mi
presencia y sé irreprochable.
2 Yo haré una
alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa".
3 Abraham cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:
4 "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones.
3 Abraham cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:
4 "Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones.
5 Y ya no te
llamarás más Abram: en adelante tu nombre será (Abraham), para indicar que yo
te he constituido padre de una multitud de naciones.
6 Te haré
extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes.
7 Estableceré mi
alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza
será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes.
8 Yo te daré en
posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa
tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios".
9 Después, Dios
dijo a (Abraham): "Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y
también tus descendiente(s), a lo largo de las generaciones.
10 Y esta es mi
alianza con ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes: todos
los varones deberán ser circuncidados.
11 Circuncidarán
la carne de su prepucio, y ese será el signo de mi alianza con ustedes. 12 Al
cumplir ocho días, serán circuncidados todos los varones de cada generación,
tanto los nacidos en la casa como los que hayan sido comprados a un extranjero,
a alguien que no es de tu sangre.
13 Sí, tanto los
nacidos en tu casa como los que hayan sido comprados, serán circuncidados. Así
ustedes llevarán grabada en su carne la señal de mi alianza eterna.
14 Y el
incircunciso, aquel a quien no se haya cortado la carne de su prepucio, será
excluido de su familia, porque ha quebrantado mi alianza".
El anuncio del nacimiento de Isaac
El anuncio del nacimiento de Isaac
15 También dijo
Dios a (Abraham) : "A Sarai, tu esposa, no la llamarás más Sarai, sino que
su nombre será Sara.
16 Yo la bendeciré
y te daré un hijo nacido de ella, al que también bendeciré. De ella suscitaré
naciones, y de ella nacerán reyes de pueblos".
17 cayó con el rostro en tierra, y se sonrió, pensando: "¿Se puede tener un hijo a los cien años? Y Sara, a los noventa, ¿podrá dar a luz?".
18 Entonces dijo a Dios: "Basta con que Ismael viva feliz bajo tu protección".
19 Pero Dios le respondió: "No, tu esposa Sara te dará un hijo, a quien pondrás el nombre de Isaac. Yo estableceré mi alianza con él y con su descendencia como una alianza eterna.
17 cayó con el rostro en tierra, y se sonrió, pensando: "¿Se puede tener un hijo a los cien años? Y Sara, a los noventa, ¿podrá dar a luz?".
18 Entonces dijo a Dios: "Basta con que Ismael viva feliz bajo tu protección".
19 Pero Dios le respondió: "No, tu esposa Sara te dará un hijo, a quien pondrás el nombre de Isaac. Yo estableceré mi alianza con él y con su descendencia como una alianza eterna.
20 Sin embargo,
también te escucharé en lo que respecta a Ismael: lo bendeciré, lo haré fecundo
y le daré una descendencia muy numerosa; será padre de doce príncipes y haré de
él una gran nación.
21 Pero mi alianza
la estableceré con Isaac, el hijo que Sara te dará el año próximo, para esta
misma época".
22 Y cuando
terminó de hablar, Dios se alejó de el.
23 Entonces tomó a
su hijo Ismael y a todos los demás varones que estaban a su servicio –tanto los
que habían nacido en su casa como los que había comprado– y aquel mismo día les
circuncidó la carne del prepucio, conforme a la orden que Dios le había dado.
24 Cuando fueron
circuncidados, tenía noventa y nueve años, 25 y su hijo Ismael, trece.
26 e Ismael fueron
circuncidados el mismo día; 27 y todos los varones de su servidumbre, los
nacidos en su casa y los comprados a extranjeros, fueron circuncidados junto
con él.
18 1 El Señor se
apareció a junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada
de su carpa, a la hora de más calor.
2 Alzando los
ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio,
corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
3 diciendo: "Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases
de largo delante de tu servidor.
4 Yo haré que les
traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a
la sombra del
árbol.
5 Mientras tanto,
iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de
seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!". Ellos
respondieron: "Está bien. Puedes hacer lo que dijiste".
6 fue rápidamente
a la carpa donde estaba Sara y le dijo: "¡Pronto! Toma tres medidas de la
mejor harina, amásalas y prepara unas tortas".
7 Después fue
corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó
a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo.
8 Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
9 Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". "Ahí en la carpa", les respondió.
8 Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
9 Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?". "Ahí en la carpa", les respondió.
10 Entonces uno de
ellos le dijo: "Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese
entonces Sara habrá tenido un hijo". Mientras tanto, Sara había estado
escuchando a la entrada de la carpa, que estaba justo detrás de él.
11 (Abraham) y
Sara eran ancianos de edad avanzada, y los períodos de Sara ya habían cesado.
12 Por eso, ella
rió en su interior, pensando: "Con lo vieja que soy, ¿volveré a
experimentar el placer? Además, ¡mi marido es tan viejo!".
13 Pero el Señor
dijo a (Abraham) : "¿Por qué se ha reído Sara, pensando que no podrá dar a
luz, siendo tan vieja?
14 ¿Acaso hay algo
imposible para el Señor? Cuando yo vuelva a verte para esta época, en el año
entrante, Sara habrá tenido un hijo".
15 Ella tuvo
miedo, y trató de engañarlo, diciendo: "No, no me he reído". Pero él
le respondió: "Sí, te has reído".
La intercesión
de en favor de Sodoma
16 Después, los
hombres salieron de allí y se dirigieron hacia Sodoma, y los acompañó para
despedirlos.
17 Mientras tanto,
el Señor pensaba: "¿Dejaré que ignore lo que ahora voy a realizar, 18
siendo así que él llegará a convertirse en una nación grande y poderosa, y que
por él se bendecirán todas las naciones de la tierra?
19 Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él, que se mantengan en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así el Señor hará por lo que ha predicho acerca de él".
20 Luego el Señor añadió: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, 21 que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré".
22 Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a (Abraham) .
19 Porque yo lo he elegido para que enseñe a sus hijos, y a su familia después de él, que se mantengan en el camino del Señor, practicando lo que es justo y recto. Así el Señor hará por lo que ha predicho acerca de él".
20 Luego el Señor añadió: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, 21 que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré".
22 Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a (Abraham) .
23 Entonces se le
acercó y le dijo: "¿Así que vas a exterminar al justo junto con el
culpable?
24 Tal vez haya en
la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo
por amor a los cincuenta justos que hay en él?
25 ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?".
25 ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?".
26 El Señor
respondió: "Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma,
perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos".
27 Entonces dijo:
"Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme
a mi Señor.
28 Quizá falten
cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir
toda la ciudad?". "No la destruiré si encuentro allí cuarenta y
cinco", respondió el Señor.
29 Pero volvió a
insistir: "Quizá no sean más que cuarenta". Y el Señor respondió:
"No lo haré por amor a esos cuarenta".
30 "Por
favor, dijo entonces , que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo.
Quizá sean solamente treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si
encuentro allí a esos treinta".
31 insistió:
"Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no
sean más que veinte". "No la destruiré en atención a esos
veinte", declaró el Señor.
32 "Por
favor, dijo entonces , que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá
sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la
destruiré".
33 Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y regresó a su casa.
33 Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y regresó a su casa.
La corrupción
de Sodoma
19 1 Los dos
ángeles llegaron a Sodoma al atardecer, mientras Lot estaba sentado a la puerta
de la ciudad. Al verlos, se levantó para saludarlos, e inclinándose hasta el
suelo, 2 les dijo: "Les ruego, señores, que vengan a pasar la noche en
casa de este servidor. Lávense los pies, y mañana bien temprano podrán seguir
viaje". "No, le respondieron ellos, pasaremos la noche en la plaza".
3 Pero él les
insistió tanto, que al fin se fueron con él y se hospedaron en su casa. Lot les
preparó una comida, hizo cocinar galletas sin levadura, y ellos comieron.
4 Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, se agolparon alrededor de la casa. Estaba la población en pleno, sin excepción alguna, desde el más joven hasta el más viejo.
4 Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, se agolparon alrededor de la casa. Estaba la población en pleno, sin excepción alguna, desde el más joven hasta el más viejo.
5 Entonces
llamaron a Lot y le dijeron: "¿Dónde están esos hombres que vinieron a tu
casa esta noche? Tráelos afuera para que tengamos relaciones con ellos".
6 Lot se presentó
ante ellos a la entrada de la casa, y cerrando la puerta detrás de sí, 7 dijo:
"Amigos, les suplico que no cometan esa ruindad.
8 Yo tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las traeré, y ustedes podrán hacer con ellas lo que mejor les parezca. Pero no hagan nada a esos hombres, ya que se han hospedado bajo mi techo".
8 Yo tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las traeré, y ustedes podrán hacer con ellas lo que mejor les parezca. Pero no hagan nada a esos hombres, ya que se han hospedado bajo mi techo".
9 Ellos le
respondieron: "Apártate de ahí". Y añadieron: "Este individuo no
es más que un inmigrante, y ahora se pone a juzgar. A ti te trataremos peor que
a ellos". Luego se abalanzaron violentamente contra Lot, y se
cercaron para
derribar la puerta.
10 Pero los dos
hombres, sacando los brazos, llevaron a Lot adentro y cerraron la puerta.
11 Y a todos los
que estaban a la entrada de la casa, pequeños y grandes, los hirieron con una
luz enceguecedora, de manera que ya no pudieron abrirse paso.
La destrucción
de Sodoma
12 Después los
hombres preguntaron a Lot: "¿Tienes aquí algún otro pariente? Saca de este
lugar a tus hijos e hijas y a cualquier otro de los tuyos que esté en la
ciudad, 13 porque estamos a punto de destruir este lugar: ha llegado hasta la
presencia del Señor un clamor tan grande contra esta gente, que él nos ha
enviado a destruirlo".
14 Entonces Lot
salió para comunicar la noticia a sus yernos, los que iban a casarse con sus
hijas. "¡Pronto!, les dijo, abandonen este lugar, porque el Señor va a
destruir la ciudad". Pero sus yernos pensaron que estaba bromeando.
15 Al despuntar el
alba, los ángeles instaron a Lot, diciéndole: "¡Vamos! Saca a tu mujer y a
tus dos hijas que están aquí, para que no seas aniquilado cuando la ciudad
reciba su castigo".
16 Como él no
salía de su asombro, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su
esposa y a sus dos hijas, y lo sacaron de la ciudad para ponerlo fuera de
peligro, porque el Señor tuvo compasión de él.
17 Después que lo
sacaron, uno de ellos dijo: "Huye, si quieres salvar la vida. No mires
hacia atrás, ni te detengas en ningún lugar de la región baja. Escapa a las
montañas, para no ser aniquilado".
18 Lot respondió:
"No, por favor, Señor mío.
19 Tú has sido
bondadoso con tu servidor y me has demostrado tu gran misericordia, salvándome
la vida. Pero yo no podré huir a las montañas, sin que antes caigan sobre mí la
destrucción y la muerte.
20 Aquí cerca hay
una ciudad –es una población insignificante– donde podré refugiarme. Deja que
me quede en ella, ya que es tan pequeña, y así estaré a salvo".
21 Entonces él le
respondió: "Voy a complacerte una vez más: no destruiré la ciudad de la
que hablas.
22 Pero apúrate;
refúgiate en ella, porque no podré hacer nada hasta que llegues allí". Por
eso la ciudad recibió el nombre de Soar, que significa "pequeño
poblado".
23 Cuando el sol
comenzó a brillar sobre la tierra, Lot entró en Soar.
24 Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que descendían del cielo.
25 Así destruyó
esas ciudades y toda la extensión de la región baja, junto con los habitantes
de las ciudades y la vegetación del suelo.
26 Y como la mujer
de Lot miró hacia atrás, quedó convertida en una columna de sal.
27 A la madrugada
del día siguiente, regresó al lugar donde había estado en la presencia del
Señor.
28 Cuando dirigió
su mirada hacia Sodoma, Gomorra y toda la extensión de la región baja, vio un
humo que subía de la tierra, como el humo de un horno.
29 Así, cuando
Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de (Abraham), librando
a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.
El origen de
los moabitas y de los amonitas
30 Lot salió de
Soar y subió a la montaña, donde se radicó con sus dos hijas, porque tuvo miedo
de quedarse en Soar. Allí se instaló con ellas en una caverna.
31 Entonces la
mayor dijo a la menor: "Nuestro padre está viejo y no hay ningún hombre en
el país para que se una con nosotras como lo hace todo el mundo.
32 Emborrachémoslo
con vino y acostémonos con él; así, por medio de nuestro padre, tendremos una
descendencia".
33 Esa noche
dieron de beber a su padre, y la mayor se acostó con él, sin que él se diera
cuenta de lo que sucedía.
34 A la mañana
siguiente, la mayor dijo a la menor: "Anoche me acosté con mi padre;
emborrachémoslo otra vez esta noche, y acuéstate tú con él. Así tendremos una
descendencia".
35 Esa noche
volvieron a dar de beber a su padre, y la menor se acostó con él, sin que él se
diera cuenta de lo que sucedía.
36 Las dos hijas
de Lot quedaron embarazadas de su padre; 37 la mayor tuvo un hijo y lo llamó
Moab, que es el padre de los actuales moabitas.
38 También la menor tuvo un hijo y lo llamó Ben Amí, que es el padre de los actuales amonitas.
38 También la menor tuvo un hijo y lo llamó Ben Amí, que es el padre de los actuales amonitas.
(Abraham en
Guerar. Abimelec).
20 1 Desde allí,
se trasladó a la zona del Négueb y se estableció entre Cades y Sur. Después fue
a Guerar, para quedarse allí por un tiempo.
2 decía de Sara, su esposa: "Es mi hermana". Entonces Abimélec, el rey de Guerar, mandó que le llevaran a Sara.
2 decía de Sara, su esposa: "Es mi hermana". Entonces Abimélec, el rey de Guerar, mandó que le llevaran a Sara.
3 Pero esa noche,
Dios se presentó en sueños a Abimélec y le dijo: "Tú vas a morir a causa
de la mujer que has tomado, porque es casada".
4 Abimélec, que no
había convivido con ella, le respondió: "Señor mío, ¿vas a quitarle la
vida a una persona inocente?
5 ¿Acaso su marido
no me dijo que era su hermana? ¿Y ella no lo confirmó, diciendo que él era su
hermano? Yo lo hice de buena fe y con las manos limpias".
6 Dios le
respondió durante el sueño: "Ya sé que lo hiciste de buena fe. Por eso, yo
mismo evité que pecaras contra mí, impidiendo que la tocaras.
7 Pero ahora, devuélvele la mujer a ese hombre. Él es un profeta, y va a interceder en tu favor, para que salves tu vida. Si no se la devuelves, ten la plena seguridad de que morirás, tú y todos los tuyos".
7 Pero ahora, devuélvele la mujer a ese hombre. Él es un profeta, y va a interceder en tu favor, para que salves tu vida. Si no se la devuelves, ten la plena seguridad de que morirás, tú y todos los tuyos".
8 A la madrugada
del día siguiente, Abimélec llamó a todos sus servidores y les contó lo que
había sucedido. Y ellos sintieron un gran temor.
9 Entonces
Abimélec llamó a (Abraham) y le dijo: "¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he
ofendido, para que nos expusieras, a mí y a mi reino, a cometer un pecado tan
grave? Tú has hecho conmigo lo que no se debe".
10 Y añadió:
"¿Qué te proponías al proceder de esa manera".
11 respondió:
"Yo pensaba que seguramente en este lugar no había temor de Dios, y que me
matarían a causa de mi mujer.
12 Por otra parte,
ella es realmente mi hermana, hija de mi padre aunque no de mi madre, y se ha
casado conmigo.
13 Por eso, cuando
Dios me hizo andar errante, lejos de mi casa paterna, le dije: ‘Tienes que
hacerme este favor: cualquiera sea el lugar donde lleguemos, dirás que soy tu
hermano’".
14 Abimélec tomó
ovejas y vacas, esclavos y esclavas, y se los dio a (Abraham) ; y también le
devolvió a Sara, su esposa.
15 Después le
dijo: "Mi país está a tu disposición: radícate donde mejor te
parezca".
16 Y a Sara le dijo: "He dado mil monedas de plata a tu hermano. Esto eliminará toda sospecha contra ti en aquellos que están contigo, y tú quedarás enteramente rehabilitada".
16 Y a Sara le dijo: "He dado mil monedas de plata a tu hermano. Esto eliminará toda sospecha contra ti en aquellos que están contigo, y tú quedarás enteramente rehabilitada".
17 intercedió
delante de Dios, y Dios curó a Abimélec, a su mujer y a sus sirvientas, que
volvieron a tener hijos.
18 Porque Dios
había hecho estéril el seno de todas las mujeres en la casa de Abimélec, a
causa de Sara, la esposa de Abraham.
El nacimiento
de Isaac
21 1 El Señor
visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.
2 En el momento
anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a (Abraham) , que ya era
anciano. 3 Cuando nació el niño que le dio Sara, le puso el nombre de Isaac.
4 circuncidó a su
hijo Isaac a los ocho días, como Dios se lo había ordenado.
5 tenía entonces cien años de edad. 6 Sara dijo: "Dios me ha dado motivo para reír, y todos los que se enteren reirán conmigo".
5 tenía entonces cien años de edad. 6 Sara dijo: "Dios me ha dado motivo para reír, y todos los que se enteren reirán conmigo".
7 Y añadió:
¡Quién le hubiera
dicho a
que Sara
amamantaría hijos!
porque yo le di un
hijo en su vejez".
8 El niño creció y
fue destetado, y el día en que lo destetaron, ofreció un gran banquete.
La expulsión de
Agar y de Ismael
9 Sara vio que el
hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac.
10 Entonces dijo a (Abraham) : "Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac".
10 Entonces dijo a (Abraham) : "Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac".
11 Esto afligió
profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo.
12 Pero Dios le dijo: "No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
12 Pero Dios le dijo: "No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.
13 Y en cuanto al
hijo de la esclava, yo haré de él una gran nación, porque también es
descendiente tuyo".
14 A la madrugada
del día siguiente, tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar;
se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y
anduvo errante por el desierto de Berseba.
15 Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, 16 y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: "Al menos no veré morir al niño". Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.
15 Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, 16 y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: "Al menos no veré morir al niño". Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.
17 Dios escuchó la
voz del niño, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: "¿Qué te
pasa, Agar?", le dijo. "No temas, porque Dios ha oído la
voz el niño que
está ahí.
18 Levántate, alza
al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo haré de él una gran
nación".
19 En seguida Dios
le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre
con agua y dio de beber al niño.
20 Dios acompañaba
al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un
arquero experimentado.
21 Vivió en el
desierto de Parán, y su madre lo casó con una mujer egipcia.
La alianza de (Abraham) con Abimélec
La alianza de (Abraham) con Abimélec
22 Por aquel
tiempo, Abimélec, que iba acompañado de Picol, el jefe de su ejército, dijo a
(Abraham) : "Dios está contigo en
todo lo que haces.
23 Júrame por Dios
aquí mismo, que nunca te vas a comportar falsamente conmigo o con mi estirpe o
mi posteridad, y que nos vas a dar, a mí y al país donde resides, las mismas
pruebas de lealtad que yo te he dado".
24 respondió: "Lo juro".
24 respondió: "Lo juro".
25 Pero presentó
una queja a Abimélec, a causa de un pozo que los servidores de Abimélec habían
tomado por la fuerza.
26 Este replicó:
"No tengo idea de quién pudo haber hecho esto. Tú no me lo hiciste saber,
y hasta ahora yo no me había enterado de nada".
27 Entonces regaló a Abimélec unas ovejas y unas vacas, y los dos hicieron una alianza.
27 Entonces regaló a Abimélec unas ovejas y unas vacas, y los dos hicieron una alianza.
28 Y como puso
aparte siete corderas del rebaño, 29 Abimélec le preguntó: "¿Qué
significan esas siete corderas que pusiste aparte?".
30
"Significan –respondió – que tú me vas a aceptar estas siete corderas como
una prueba de que el pozo lo he cavado yo".
31 Y a aquel lugar
se lo llamó Berseba, que significa "pozo del juramento", porque allí
los dos prestaron un juramento.
32 Después de
concluida la alianza, Abimélec partió junto con Picol, el jefe de su ejército,
y regresó al país de los filisteos.
33 , (Abraham) por
su parte, plantó un tamarisco en Berseba e invocó el nombre del Señor Dios, el
Eterno.
34 Él permaneció
largo tiempo en el país de los filisteos.
El sacrificio
de Isaac
2 1 Después de
estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham, le dijo. Él respondió:
"Aquí estoy".
2 Entonces Dios le
siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a
la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te
indicaré".
3 A la madrugada
del día siguiente, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su
hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el
lugar que Dios le había indicado.
4 Al tercer día,
alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, 5 y dijo a sus servidores:
"Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante.
Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes".
6 recogió la leña
para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en
sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.
7 Isaac rompió el
silencio y dijo a su padre : "¡Padre!". Él respondió: "Sí, hijo
mío". "Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está
el cordero para el holocausto?".
8 "Dios
proveerá el cordero para el holocausto", respondió . Y siguieron caminando
los dos juntos.
9 Cuando llegaron
al lugar que Dios le había indicado, erigió un altar, dispuso la leña, ató a su
hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña.
10 Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡(Abraham), !". "Aquí estoy", respondió él.
10 Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡(Abraham), !". "Aquí estoy", respondió él.
12 Y el Ángel le
dijo: "No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora
sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único".
13 Al levantar la
vista, vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces
fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 llamó a ese
lugar: "El Señor proveerá", y de allí se origina el siguiente dicho:
"En la montaña del Señor se proveerá".
15 Luego el Ángel
del Señor llamó por segunda vez a desde el cielo, 16 y le dijo: "Juro por
mí mismo –oráculo del Señor– : porque has obrado de esa manera y no me has
negado a tu hijo único, 17 yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu
descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla
del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, 18 y por
tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has
obedecido mi voz".
19(Abraham)
regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y
residió allí.
Los
descendientes de Najor
20 Después de un
tiempo, recibió la noticia de que también Milcá había dado hijos a su hermano
Najor: 21, su primogénito; Buz, hermano de este; Quemuel, padre de Arám, 22 y
además Quésed, Jazó, Pildás, Idlaf y Betuel.
23 Este último fue padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que Milcá dio a Najor, el hermano de (Abraham).
23 Este último fue padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que Milcá dio a Najor, el hermano de (Abraham).
24 Además, Najor
tenía una esclava llamada Reumá, que fue madre de Tébaj, Gajam, Tajas y Maacá.
La tumba de los
Patriarcas
23 1 Sara vivió
ciento veintisiete años, 2 y murió en Quiriat Arbá –actualmente Hebrón– en la
tierra de Canaán. (Abraham) estuvo de
duelo por Sara y lloró su muerte.
3 Después se
retiró del lugar donde estaba el cadáver, y dijo a los descendientes de Het: 4
"Aunque yo no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme
en propiedad alguno de sus sepulcros, para que pueda retirar el cadáver de mi
esposa y darle sepultura".
5 Pero los descendientes de Het respondieron a (Abraham) : "Por favor, 6 señor, escúchanos. Tú eres un privilegiado de Dios en medio de nosotros. Sepulta a tu esposa en la mejor de nuestras tumbas, ya que ninguno de nosotros te negará un sepulcro para que la entierres".
5 Pero los descendientes de Het respondieron a (Abraham) : "Por favor, 6 señor, escúchanos. Tú eres un privilegiado de Dios en medio de nosotros. Sepulta a tu esposa en la mejor de nuestras tumbas, ya que ninguno de nosotros te negará un sepulcro para que la entierres".
7(Abraham) se levantó, e inclinándose profundamente ante
la gente del lugar, ante los descendientes de Het, 8 les insistió, diciendo:
"Si ustedes quieren realmente que yo sepulte el cadáver, háganme el favor
de interceder ante Efrón, hijo de Sójar, 9 para que me venda la caverna de
Macpelá, que él tiene en el extremo de su campo. Que me la ceda por su valor
real, para que yo la posea como sepulcro familiar en medio de ustedes".
10 Efrón –que
estaba presente entre los descendientes de Het– teniendo por testigos a todos
los que entraban por la puerta de la ciudad respondió a (Abraham) : 11
"No, señor, escúchame bien: yo te doy el campo y también la caverna que
hay en él. Te la doy en presencia de mis compatriotas, para que entierres a tu
esposa".
12 (Abraham) volvió
a inclinarse profundamente ante la gente del lugar, 13 y teniendo a estos por
testigos, dijo a Efrón: "Si estás dispuesto a llegar a un acuerdo conmigo,
te pagaré el precio del campo. Acéptalo, para que yo entierre allí a mi
esposa".
14 Entonces Efrón
respondió a (Abraham) : "Por favor, 15 escúchame, señor. El campo vale
cuatrocientos siclos de plata, pero ¿qué es esa suma para personas como tú y
yo? Entierra a tu esposa".
16 (Abraham) aceptó la propuesta de Efrón, y teniendo por
testigos a los descendientes de Het, pesó la cantidad que aquel le había
fijado: cuatrocientos siclos de plata, según la tasación corriente entre los
comerciantes.
17 De este modo,
el campo de Efrón en Macpelá, frente a Mamré –el campo con la caverna y todos
los árboles que estaban dentro de sus límites– pasó a ser 18 propiedad de
Abraham, teniendo por testigos a todos los descendientes de Het que pasaban por
la puerta de la ciudad.
19 Luego enterró a
Sara en la caverna del campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán.
20 Así adquirió a
los descendientes de Het el campo y la caverna que hay en él, para tenerlo como
sepulcro familiar.
El matrimonio
de Isaac y Rebeca
24 (Abraham) 1 ya
era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había
bendecido en todo.
2 Entonces dijo al
servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes:
"Coloca tu mano debajo de mi muslo, 3 y júrame por el Señor, Dios del
Cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas
de los cananeos, con los que estoy viviendo, 4 sino que irás a mi país natal, y
de allí traerás una esposa para Isaac".
5 El servidor le
dijo: "Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que
tu hijo regrese al país de donde saliste?".
6 "Cuídate
muy bien de llevar allí a mi hijo", replicó .
7 "El Señor,
Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió
solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Ángel delante de
ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo.
8 Si la mujer no
quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí
a mi hijo".
9 El servidor puso
su mano debajo del muslo de , su señor, y le prestó juramento respecto de lo
que habían hablado.
10 Luego tomó diez
de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió
hacia Arám Naharaim, hacia la ciudad de Najor.
11 Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua.
12 Entonces dijo: "Señor, Dios de (Abraham), dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón .
11 Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua.
12 Entonces dijo: "Señor, Dios de (Abraham), dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón .
13 Yo me quedaré
parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad
vienen a sacar agua.
14 La joven a la
que yo diga: ‘Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber’, y que me
responda: ‘Toma, y también daré de beber a tus camellos’, esa será la mujer que
has destinado para tu servidor Isaac. Así reconoceré que has sido bondadoso con
mi patrón".
15 Aún no había
terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel –el cual era a su vez
hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de ( Abraham), – apareció con un cántaro sobre el hombro.
16 Era una joven
virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún
hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar,
17 el servidor corrió a su encuentro y le dijo: "Por favor, dame un trago
de esa agua que llevas en el cántaro".
18 "Bebe,
señor", respondió ella, y bajando el cántaro de su hombro, se apresuró a
darle de beber.
19 Después que lo
dejó beber hasta saciarse, añadió: "También sacaré agua hasta que tus
camellos se sacien de beber".
20 En seguida
vació su cántaro en el bebedero, y fue corriendo de nuevo a la fuente, hasta
que sacó agua para todos los camellos.
21 Mientras tanto,
el hombre la contemplaba en silencio, deseoso de saber si el Señor le
permitiría lograr su cometido o no.
22 Cuando los
camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba medio
siclo, y lo colocó en la nariz de la joven; luego le puso en los brazos dos
pulseras de diez siclos.
23 Después le
preguntó: "¿De quién eres hija? ¿Y hay lugar en la casa de tu padre para
que podamos pasar la noche?".
24 Ella respondió:
"Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor". 25 Y añadió:
"En nuestra casa hay paja y forraje en abundancia, y también hay sitio
para pasar la noche".
26 El hombre se
inclinó y adoró al Señor, 27 diciendo: "Bendito sea el Señor, Dios de mi
patrón , que nunca dejó de manifestarle su amor y su fidelidad. Él ha guiado
mis pasos hasta la casa de sus parientes".
28 Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre.
29 Rebeca tenía un hermano llamado Labán.
28 Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre.
29 Rebeca tenía un hermano llamado Labán.
30 Este, apenas
vio el anillo y las pulseras que traía su hermana, y le oyó contar todo lo que
el hombre le había dicho, salió rápidamente y se dirigió hacia la fuente en
busca de él. Al llegar, lo encontró con sus camellos junto a la fuente.
31 Entonces le dijo:
"¡Ven, bendito del Señor! ¿Por qué te quedas afuera, si yo he preparado mi
casa y tengo lugar para los camellos?".
32 El hombre entró
en la casa. En seguida desensillaron los camellos, les dieron agua y forraje, y
trajeron agua para que él y sus acompañantes se lavaran los pies.
33 Pero cuando le
sirvieron de comer, el hombre dijo: "No voy a comer, si antes no expongo
el asunto que traigo entre manos". "Habla", le respondió Labán.
34 Él continuó: "Yo soy servidor de (Abraham).
34 Él continuó: "Yo soy servidor de (Abraham).
35 El Señor colmó
de bendiciones a mi patrón y lo hizo prosperar, dándole ovejas y vacas, plata y
oro, esclavos y esclavas, camellos y asnos.
36 Y su esposa
Sara, siendo ya anciana, le dio un hijo, a quien mi patrón legó todos sus
bienes.
37 Ahora bien, mi
patrón me hizo prestar un juramento, diciendo: ‘No busques una esposa para mi
hijo entre las hijas de los cananeos, en cuyo país resido.
38 Ve, en cambio,
a mi casa paterna, y busca entre mis familiares una esposa para mi hijo’.
39 ‘¿Y si la mujer
se niega a venir conmigo?’, le pregunté.
40 Pero él me
respondió: ‘El Señor, en cuya presencia he caminado siempre, enviará su Ángel
delante de ti, y hará que logres tu cometido, trayendo para mi hijo una esposa
de mi propia familia, de mi casa paterna.
41 Para quedar libre del juramento que me haces, debes visitar primero a mis familiares. Si ellos no quieren dártela, el juramento ya no te obligará’.
42 Por eso hoy, al llegar a la fuente, dije: ‘Señor, Dios de mi patrón , permíteme llevar a cabo la misión que he venido a realizar.
41 Para quedar libre del juramento que me haces, debes visitar primero a mis familiares. Si ellos no quieren dártela, el juramento ya no te obligará’.
42 Por eso hoy, al llegar a la fuente, dije: ‘Señor, Dios de mi patrón , permíteme llevar a cabo la misión que he venido a realizar.
43 Yo me quedaré
parado junto a la fuente, y cuando salga una joven a buscar agua, le diré:
Déjame beber un poco de agua de tu cántaro.
44 Y si ella me
responde: Bebe, y también sacaré agua para que beban tus camellos, esa será la
mujer que tú has destinado para el hijo de mi señor’.
45 Apenas terminé
de decir estas cosas, salió Rebeca con un cántaro sobre el hombro. Y cuando
bajó a la fuente para sacar agua, le dije: ‘Por favor, dame de beber’.
46 Ella se
apresuró a bajar el cántaro de su hombro y respondió: ‘Bebe, y también daré de
beber a tus camellos’. Yo bebí, y ella dio agua a los camellos.
47 Después le pregunté: ‘¿De quién eres hija?’. ‘Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor’, respondió ella. Yo le puse el anillo en la nariz y las pulseras en los brazos, 48 y postrándome, adoré y bendije al Señor, el Dios de (Abraham) que me guió por el buen camino, para que pudiera llevar al hijo de mi patrón una hija de su pariente.
47 Después le pregunté: ‘¿De quién eres hija?’. ‘Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor’, respondió ella. Yo le puse el anillo en la nariz y las pulseras en los brazos, 48 y postrándome, adoré y bendije al Señor, el Dios de (Abraham) que me guió por el buen camino, para que pudiera llevar al hijo de mi patrón una hija de su pariente.
49 Y ahora, si
ustedes están dispuestos a ofrecer a mi patrón una auténtica prueba de amistad,
díganmelo; si no, díganmelo también. Así yo sabré a qué atenerme".
50 Labán y Betuel
dijeron: "Todo esto viene del Señor. Nosotros no podemos responderte ni sí
ni no.
51 Ahí tienes a
Rebeca: llévala contigo, y que sea la esposa de tu patrón, como el Señor lo ha
dispuesto.
52 Cuando el
servidor de (Abraham) oyó estas palabras, se postró en tierra delante del
Señor.
53 Luego sacó unos
objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También
entregó regalos a su hermano y a su madre.
54 Después él y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron la noche allí. A la mañana siguiente, apenas se levantaron, el servidor dijo: "Déjenme regresar a la casa de mi patrón".
55 El hermano y la
madre de Rebeca respondieron: "Que la muchacha se quede con nosotros unos
diez días más. Luego podrás irte".
56 Pero el
servidor replicó: "No me detengan, ahora que el Señor me permitió lograr
mi cometido. Déjenme ir, y volveré a la casa de mi patrón".
57 Ellos dijeron: "Llamemos a la muchacha, y preguntémosle qué opina". 58 Entonces llamaron a Rebeca y le preguntaron: "¿Quieres irte con este hombre?". "Sí", respondió ella.
57 Ellos dijeron: "Llamemos a la muchacha, y preguntémosle qué opina". 58 Entonces llamaron a Rebeca y le preguntaron: "¿Quieres irte con este hombre?". "Sí", respondió ella.
59 Ellos
despidieron a Rebeca y a su nodriza, lo mismo que al servidor y a sus
acompañantes, 60 y la bendijeron, diciendo: Hermana nuestra, que nazcan de ti (m)illares
y decenas de millares; que tus
descendientes conquisten las ciudades de sus enemigos".
61 Rebeca y sus
sirvientas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Este tomó consigo a
Rebeca, y partió.
62 Entretanto,
Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba
radicado en la región del Négueb.
63 Al atardecer
salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos.
64 Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello 65 y preguntó al servidor: "¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?". "Es mi señor", respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
66 El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, 67 y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre
64 Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello 65 y preguntó al servidor: "¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?". "Es mi señor", respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
66 El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, 67 y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre
Los otros hijos
de Jacob
25 1 (Abraham) se casó
con otra mujer, llamada Queturá, 2 y esta le dio varios hijos: Zimrán, Iocsán,
Medán, Madián, Isbac y Súaj.
3 Iocsán fue padre
de Sebá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y
los leumíes.
4 Los hijos de
Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de
Queturá.
5 (Abraham) legó
todos sus bienes a Isaac.
6 También hizo
regalos a los hijos de sus otras mujeres, pero mientras vivía, los apartó de su
hijo Isaac, enviándolos hacia el este, a las regiones orientales.
La muerte de Jacob (Abraham)
La muerte de Jacob (Abraham)
7 (Abraham) vivió ciento setenta y cinco años.
8 Murió a una edad
muy avanzada, feliz y cargado de años, y fue a reunirse con los suyos.
9 Sus hijos Isaac
e Ismael lo sepultaron en la caverna de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de
Sójar, el hitita, que está frente a Mamré.
10 Es el campo que
había comprado a los descendientes de Het. Allí fueron enterrados él y su
esposa Sara.
11 Después de la
muerte de (Abraham) , Dios bendijo a su hijo Isaac, y este se estableció cerca
del pozo de Lajai Roí.
Los
descendientes y la muerte de Ismael
12 Esta es la
descendencia de Ismael –el hijo que Agar, la sirvienta egipcia de Sara, dio a –
13 con los nombres de cada uno de sus hijos, según el orden de su nacimiento:
Nebaiot, el primogénito de Ismael; luego Quedar, Abdeel, Mibsám, 14 Mismá,
Dumá, Masá, 15 Jadad, Temá, Ietur, Nafis y Quedmá.
16 Estos son los hijos de Ismael: doce jefes de otras tantas tribus, que dieron sus nombres al lugar donde habitaron y a sus respectivos campamentos.
17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al cabo de ellos murió, y fue a reunirse con los suyos.
16 Estos son los hijos de Ismael: doce jefes de otras tantas tribus, que dieron sus nombres al lugar donde habitaron y a sus respectivos campamentos.
17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al cabo de ellos murió, y fue a reunirse con los suyos.
18 Sus
descendientes habitaron desde Javilá de Sur, que está cerca de Egipto, hasta
Asur. Y cada uno de ellos realizó incursiones contra todos sus hermanos.
ISAAC Y JACOB
ISAAC Y JACOB
En
las tradiciones sobre la vida de los Patriarcas, Isaac no tiene rasgos tan bien
perfilados como y Jacob. Él aparece casi siempre en un segundo plano, al lado
de su padre o de su hijo. Todo su destino parece estar resumido en el feliz
matrimonio con Rebeca, la esposa que el Señor le había preparado para asegurar
el cumplimiento de las promesas hechas a Jacob, el tercero de los Patriarcas,
es el prototipo del luchador astuto, ambicioso y tenaz. La tradición lo
presenta primero en la casa paterna, con su hermano Esaú, después en
Mesopotamia, junto a su suegro Labán y a sus esposas Raquel y Lía, y luego otra
vez con Esaú, en la Transjordania. En su casa paterna, suplanta a su hermano
robándole el derecho a la primogenitura y la bendición paterna; en Mesopotamia,
acumula una enorme fortuna a expensas de su suegro. Cuando regresa a Canaán
para salvar su vida y sus bienes, lucha con Dios cuerpo a cuerpo y lo obliga a
bendecirlo. Esta bendición está asociada a un cambio de nombre, que implica un
cambio de misión en la vida. En adelante, él no se llamará más Jacob, sino
Israel, conviertiéndose así en padre del Pueblo elegido. Más tarde, colmado de
hijos y riquezas, se radica en el centro mismo de la Tierra prometida, entre
Siquém y Betel.
En
la azarosa vida de Jacob, se pone en evidencia la libertad con que Dios elige
los instrumentos para la realización de sus designios. El misterio de la
elección divina escapa a todos los cálculos y criterios humanos, como lo
recuerda san Pablo en su Carta a los Romanos (Rom. 9. 10-13).
El nacimiento de Esaú y de Jacob
El nacimiento de Esaú y de Jacob
19 Esta es la
descendencia de Isaac, el hijo de (Abraham) (que).fue padre de Isaac, 20 el
cual, a los cuarenta años, se casó con Rebeca, hija de Betuel, el arameo de
Padán Arám, y hermana de Labán, el arameo.
21 Isaac oró al
Señor por su esposa, que era estéril. El Señor lo escuchó, y su esposa Rebeca
quedó embarazada.
22 Como los niños
se chocaban el uno contra el otro dentro de su seno, ella exclamó: "Si las
cosas tienen que ser así, ¿vale la pena seguir viviendo?". Entonces fue a
consultar al Señor,
23 y él le
respondió:
"En tu seno
hay dos naciones,
dos pueblos se
separan desde tus entrañas:uno será mas fuerte que el otro,
y el mayor servirá al menor".
y el mayor servirá al menor".
25 23. La lucha de
los niños en el seno materno explica la hostilidad de dos pueblos hermanos: los
edomitas, descendientes de Esaú, y los israelitas, descendientes de Jacob. Los
edomitas fueron sometidos por David (2 Sam. 8.13-14) y sólo varios siglos
después pudieron liberarse definitivamente (2 Rey. 8.20-22).
24 Cuando llegó el
momento del parto, resultó que había mellizos en su seno.
25 El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú.
25 El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú.
26 Después salió
su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo
llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.
26. Esta es una
explicación popular, que asocia el nombre de Jacob a la palabra hebrea que
significa "talón".
Esaú vende su
derecho de hijo primogénito
27 Los niños
crecieron. Esaú se convirtió en un hombre agreste, experto en la caza. Jacob,
en cambio, era un hombre apacible y apegado a su carpa.
28 Isaac quería más a Esaú, porque las presas de caza eran su plato preferido; pero Rebeca sentía más cariño por Jacob.
28 Isaac quería más a Esaú, porque las presas de caza eran su plato preferido; pero Rebeca sentía más cariño por Jacob.
29 En cierta
ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba preparando un
guiso.
30 Esaú dijo a
Jacob: "Déjame comer un poco de esa comida rojiza, porque estoy
extenuado". Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de Edóm.
30. "Comida rojiza":
el texto hebreo encierra un juego de palabras entre "Adóm", que
significa rojo, y Esaú, padre de Edóm.
31 Pero Jacob le
respondió: "Dame antes tu derecho de hijo primogénito".
32 "Me estoy muriendo", dijo Esaú. "¿De qué me servirá ese derecho?".
33 Pero Jacob insistió: "Júramelo antes". Él se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito.
32 "Me estoy muriendo", dijo Esaú. "¿De qué me servirá ese derecho?".
33 Pero Jacob insistió: "Júramelo antes". Él se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito.
34 Jacob le dio
entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se
fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo
primogénito.
(3)4. Según la
legislación israelita –que en este punto coincide con otros antiguos códigos
orientales– el primogénito tenía derecho a una doble parte de la herencia
paterna (Deut. 21. 15-17
(Isaac en Guerar).
26 1 Luego,
aquella región volvió a padecer hambre –aparte de la que había padecido
anteriormente, en tiempos de – e Isaac se fue a Guerar, donde estaba Abimélec,
el rey de los filisteos.
2 El Señor se le
apareció y le dijo: "No bajes a Egipto; quédate en el lugar que yo te
indicaré.
3 Ahora residirás
por un tiempo en este país extranjero, pero yo estaré contigo y te bendeciré.
Porque te daré todas estas tierras, a ti y a tu descendencia, para cumplir el
juramento que hice a tu padre .
4 Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra.
4 Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra.
5 Haré esto en
premio a la obediencia de , que observó mis órdenes y mis mandamientos, mis
preceptos y mis instrucciones".
6 Mientras Isaac
estaba en Guerar, 7 la gente del lugar le hacía preguntas acerca de su mujer.
Pero él respondía: "Es mi hermana". Tenía miedo de confesar que era
su esposa, porque pensaba: "Esta gente es capaz de matarme a causa de
Rebeca, que es muy hermosa".
8 Ya hacía
bastante tiempo que se encontraba allí, cuando Abimélec, el rey de los
filisteos, al mirar por la ventana, vio que Isaac estaba acariciando a su
esposa Rebeca.
9 Abimélec lo
mandó llamar y le dijo: "No cabe ninguna duda: ella es tu esposa. ¿Cómo
dijiste entonces que era tu hermana?". Isaac le respondió: "Porqué
pensé que podían matarme a causa de ella".
10 Pero Abimélec
replicó: "¿Qué nos has hecho? Faltó poco para que uno de nuestros hombres
se acostara con tu mujer, y entonces nos habrías hecho responsables de un
delito".
11 Y Abimélec dio
esta orden a todo el pueblo: "El que toque a este hombre o a su mujer será
condenado a muerte".
12 Isaac sembró en
aquella región, y ese año cosechó el ciento por uno, porque el Señor lo había
bendecido.
13 Así se fue
enriqueciendo cada vez más, hasta que llegó a ser muy rico.
14 Adquirió ovejas, vacas y una numerosa servidumbre. Y los filisteos le tuvieron envidia.
14 Adquirió ovejas, vacas y una numerosa servidumbre. Y los filisteos le tuvieron envidia.
Los pozos entre
Guerar y Berseba
15 Los filisteos
taparon y llenaron de tierra todos los pozos, que en tiempos de habían cavado
los servidores de su padre.
16 Y Abimélec dijo
a Isaac: "Aléjate de nuestro lado, porque tú has llegado a ser mucho más
poderoso que nosotros".
17 Isaac se fue de
allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se estableció.
18 En seguida abrió de nuevo los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre, y que los filisteos habían tapado después de la muerte de , y los llamó con los mismos nombres que les había dado su padre.
19 Pero cuando los servidores de Isaac, que habían estado cavando en el valle, encontraron un manantial, 20 los pastores de Guerar discutieron con los de Isaac, diciendo: "Esta agua es nuestra". Entonces Isaac llamó a ese pozo Esec, que significa "Litigio", porque allí habían litigado con él.
21 Después cavaron otro pozo, y volvió a producirse un altercado a causa de él. Por eso Isaac lo llamó Sitná, que significa "Hostilidad".
18 En seguida abrió de nuevo los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre, y que los filisteos habían tapado después de la muerte de , y los llamó con los mismos nombres que les había dado su padre.
19 Pero cuando los servidores de Isaac, que habían estado cavando en el valle, encontraron un manantial, 20 los pastores de Guerar discutieron con los de Isaac, diciendo: "Esta agua es nuestra". Entonces Isaac llamó a ese pozo Esec, que significa "Litigio", porque allí habían litigado con él.
21 Después cavaron otro pozo, y volvió a producirse un altercado a causa de él. Por eso Isaac lo llamó Sitná, que significa "Hostilidad".
22 Luego siguió
avanzando, y cavó otro pozo más. Pero esta vez no hubo ningún altercado.
Entonces le puso el nombre de Rejobot, que significa "Campo libre",
porque dijo: "Ahora el Señor nos ha dejado el campo libre, para que
podamos prosperar en esta región".
Renovación de
la promesa hecha a Isaac
23 De allí subió a
Berseba, 24 y esa misma noche el Señor se le apareció para decirle:
Yo soy el Dios de
, tu padre:
o temas, porque
estoy contigo.
o te bendeciré y
multiplicaré tu descendencia,
or amor a mi
servidor ".
25 Allí Isaac
erigió un altar e invocó el nombre del Señor. En ese lugar estableció su
campamento, y sus servidores comenzaron a cavar un pozo.
La alianza de Isaac con Abimélec
La alianza de Isaac con Abimélec
26 Mientras tanto,
fue a verlo Abimélec, que venía de Guerar junto con Ajuzat, su consejero, y
Picol, el jefe de su ejército.
27 Isaac les
preguntó: "¿Para qué vienen a verme, si fueron ustedes los que se
enemistaron conmigo y me echaron de su lado?".
28 Ellos le
respondieron: "Hemos comprobado que el Señor está contigo, y pensamos que
entre tú y nosotros debe haber un acuerdo, ratificado con un juramento. Por eso,
queremos hacer una alianza contigo: 29 tú no nos harás ningún daño, porque
nosotros no te hemos causado ninguna molestia, sino que siempre fuimos amables
contigo y te dejamos partir en paz. Tú eres ahora bendecido por el Señor".
30 Isaac les
ofreció un banquete, y ellos comieron y bebieron.
31 Al día
siguiente, se levantaron de madrugada y se hicieron un juramento mutuo. Luego
Isaac los despidió, y ellos se fueron como amigos.
32 Aquel mismo día, los servidores de Isaac vinieron a traerles noticias sobre el pozo que habían estado cavando, y le dijeron: "Hemos encontrado agua".
33 Él llamó a ese pozo Sibá, que significa "Juramento". De allí procede el nombre de la ciudad de Berseba hasta el día de hoy.
32 Aquel mismo día, los servidores de Isaac vinieron a traerles noticias sobre el pozo que habían estado cavando, y le dijeron: "Hemos encontrado agua".
33 Él llamó a ese pozo Sibá, que significa "Juramento". De allí procede el nombre de la ciudad de Berseba hasta el día de hoy.
Las esposas
hititas de Esaú
34 Cuando Esaú
cumplió cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beerí, el hitita, y con
Basmat, hija de Elón, el hitita.
35 Ellas fueron
una fuente de amargura para Isaac y Rebeca.
La bendición de
Isaac a Jacob
27 1 Cuando Isaac
envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada. Entonces llamó a
Esaú, su hijo mayor, y le dijo: "¡Hijo mío!". "Aquí estoy",
respondió él.
2 "Como ves,
continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier momento.
3 Por eso, toma
tus armas –tu aljaba y tu arco– ve al campo, y cázame algún animal silvestre.
4 Después
prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela para que la
coma. Así podré darte mi bendición antes de morir".
5 Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6 Rebeca dijo a Jacob: "Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú: 7 ‘Tráeme un animal silvestre y prepárame una buena comida. Yo la comeré, y te bendeciré en la presencia del Señor antes de morir’.
5 Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6 Rebeca dijo a Jacob: "Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú: 7 ‘Tráeme un animal silvestre y prepárame una buena comida. Yo la comeré, y te bendeciré en la presencia del Señor antes de morir’.
8 Ahora, hijo mío,
escucha bien lo que voy a ordenar.
9 Ve al corral y
tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena
comida para tu padre, de esas que le agradan a él, 10 y tú se la llevarás para
que la coma. Así él te bendecirá antes de morir".
11 Pero Jacob respondió a su madre Rebeca: "Mira que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño.
11 Pero Jacob respondió a su madre Rebeca: "Mira que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño.
12 Si mi padre me
llega a tocar, pensará que me estoy burlando de él, y entonces atraeré sobre mí
una maldición, y no una bendición". 13 "Que esa maldición caiga sobre
mí, hijo mío", le respondió su madre. "Tú obedéceme, y tráeme los
cabritos".
14 Jacob fue a
buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó una buena comida,
como le agradaba a su padre.
15 Después Rebeca
tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la
puso a Jacob, su hijo menor; 16 y con el cuero de los cabritos le cubrió las
manos y la parte lampiña del cuello.
17 Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
17 Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
18 Jacob se
presentó ante su padre y le dijo: "¡Padre!". Este respondió:
"Sí, ¿quién eres, hijo mío?". 19 "Soy Esaú, tu hijo primogénito,
respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y
come lo que cacé, para que puedas bendecirme".
20 Entonces Isaac
le dijo: "¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!". Jacob respondió:
"El Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien".
21 Pero Isaac añadió: "Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no".
21 Pero Isaac añadió: "Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no".
22 Él se acercó a
su padre; este lo palpó y dijo: "La voz es de Jacob, pero las manos son de
Esaú".
23 Y no lo
reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano
Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, 24 le preguntó otra vez:
"¿Tú eres mi hijo Esaú?". "Por supuesto", respondió él.
25 "Entonces
sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda
darte mi bendición". Jacob le acercó la comida, y su padre la comió;
también le sirvió vino, y lo bebió.
26 Luego su padre
Isaac le dijo: "Acércate, hijo mío, y dame un beso". 27 Cuando él se
acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo
bendijo diciendo:
"Sí, la
fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Que el Señor te
dé el rocío del cielo, y la fertilidad de la tierra,trigo y vino en abundancia.
29 Que los pueblos
te sirvan y las naciones te rindan homenaje.
Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti.
Tú serás el señor de tus hermanos, y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti.
Maldito sea el que
te maldiga,y bendito el que te bendiga".
30 Apenas Isaac
había terminado de bendecir a Jacob, en el preciso momento que este se apartaba
de su padre, su hermano Esaú volvió de cazar.
31 Él también
preparó una comida apetitosa y la presentó a su padre, diciendo:
"Levántate, padre, y come la presa que tu hijo ha cazado. Así podrás
bendecirme".
32 Isaac, su
padre, le preguntó: "Y tú, ¿quién eres?". "Soy Esaú, tu hijo
primogénito", le respondió él.
33 Isaac quedó
profundamente turbado y exclamó: "¿Quién ha sido entonces el que cazó una
presa y me la trajo? Yo la comí antes que tú llegaras, lo bendije, y quedará
bendecido".
34 Al oír las
palabras de su padre, Esaú lanzó un fuerte grito lleno de amargura. Luego dijo:
"¡Padre, bendíceme también a mí!".
35 Pero Isaac
respondió a Esaú: "Ha venido tu hermano y, valiéndose de un engaño, se
llevó tu bendición".
36 Esaú dijo
entonces: "Sí, con razón se llama Jacob. Ya van dos veces que me desplaza:
primero arrebató mi condición de hijo primogénito, y ahora se ha llevado mi
bendición". Y agregó: "¿No has reservado una bendición para
mí?".
37 Isaac respondió
a Esaú: "Lo he constituido tu señor y le he dado como servidores a todos
sus hermanos; lo he provisto de trigo y de vino: ¿qué más puedo hacer por ti,
hijo mío?".
38 Esaú dijo a su
padre: "¿Acaso tienes sólo una bendición?". Isaac permaneció en
silencio. Esaú lanzó un grito y se puso a llorar.
39 Isaac le
respondió, diciéndole:
"Tu morada
estará lejos de los campos fértiles y del rocío que cae del cielo.
40 Vivirás de tu espaday servirás a tu hermano.
40 Vivirás de tu espaday servirás a tu hermano.
Pero cuando te
rebeles,lograrás sacudir su yugo de tu cuello".
41 Esaú sintió hacia su hermano un profundo rencor, por la bendición que le había dado su padre. Y pensó: "Pronto estaremos de duelo por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob".
41 Esaú sintió hacia su hermano un profundo rencor, por la bendición que le había dado su padre. Y pensó: "Pronto estaremos de duelo por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob".
42 Cuando contaron
a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a Jacob, su
hijo menor y le dijo: "Tu hermano te quiere matar para vengarse de ti.
43 Ahora, hijo
mío, obedéceme. Huye inmediatamente a Jarán, a casa de mi hermano Labán, 44 y
quédate con él algún tiempo, hasta que tu hermano se tranquilice, 45 hasta que
se calme su ira contra ti y olvide lo que le has hecho. Después yo te mandaré a
buscar. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?".
El viaje de
Jacob a Padán Arám
46 Rebeca dijo a
Isaac: "¡Esas mujeres hititas me han quitado hasta las ganas de vivir! Si
también Jacob se casa con una de esas hititas, con una nativa de este país,
¿qué me importa ya de la vida?".
28 1 Por eso,
Isaac llamó a Jacob, lo bendijo, y le ordenó: "No te cases con una mujer
cananea.
2 Ve ahora mismo a
Padán Arám, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y elige para ti una mujer
entre las hijas de Labán, el hermano de tu madre.
3 Que el Dios
Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te dé una descendencia numerosa,
para que seas el padre de una asamblea de Pueblos.
28 1-3. Según el
relato precedente, Jacob huye a Mesopotamia para librarse de la venganza de
Esaú. Este texto "sacerdotal", en cambio, ignora por completo el
episodio anterior, y explica la partida como la orden que dio Isaac a su hijo
de buscar una esposa de su propia familia. En la queja de Rebeca (27. 46) y en
la actitud de Esaú (vs. 6-9) se puede entrever una preocupación característica
del período postexílico: el repudio de los matrimonios con mujeres paganas,
fundado principalmente en motivos religiosos. Ver Esd. 9; Neh. 13. 23-27.
4 Que él te dé, a
ti y a tu descendencia, la bendición de , para que puedas tomar posesión de la
tierra donde ahora vives como extranjero, esa tierra que Dios concedió a
". 5 Luego Isaac despidió a Jacob, y este se fue a Padán Arám, a casa de
Labán, hijo de Betuel, el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de
Esaú.
El otro casamiento
de Esaú
6 Esaú vio que
Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán Arám para que se
buscara allí una esposa. Vio, asimismo, que al bendecirlo le había dado esta
orden: "No te cases con una mujer cananea", 7 y que Jacob,
obedeciendo a su padre y a su madre, se había ido a Padán Arám.
8 Entonces comprendió cuánto disgustaban a su padre Isaac las mujeres cananeas.
9 Por eso acudió a Ismael, el hijo de , y tomó por esposa –además de las que ya tenía– a Majalat, hija de Ismael y hermana de Nebaiot.
8 Entonces comprendió cuánto disgustaban a su padre Isaac las mujeres cananeas.
9 Por eso acudió a Ismael, el hijo de , y tomó por esposa –además de las que ya tenía– a Majalat, hija de Ismael y hermana de Nebaiot.
El sueño de
Jacob en Betel
10 Jacob partió de
Berseba y se dirigió hacia Jarán.
11 De pronto llegó
a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el
sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó
allí.
12 Entonces tuvo
un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo
superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios.
13 Y el Señor, de
pie junto a él, le decía: "Yo soy el Señor, el Dios de , tu padre, y el
Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás
acostado.
14 Tu descendencia
será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el
oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las
familias de la tierra.
15 Yo estoy
contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No
te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo".
16 Jacob se despertó de su sueño y exclamó: "¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!".
16 Jacob se despertó de su sueño y exclamó: "¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!".
17 Y lleno de
temor, añadió: "¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de
Dios y la puerta del cielo".
18 A la madrugada
del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la
erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella.
19 Y a ese lugar,
que antes se llamaba Luz, lo llamó Betel, que significa "Casa de
Dios".
20 Luego Jacob
hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que
estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, 21 y si puedo
regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios.
22 Y esta piedra
conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el
diezmo de todo lo que me dé".
Jacob en casa
de Labán
29 1 Jacob reanudó
la marcha y se fue al país de los Orientales.
2 Allí vio un pozo
en medio del campo, junto al cual estaban tendidos tres rebaños de ovejas,
porque en ese pozo daban de beber al ganado. La piedra que cubría la boca del
pozo era muy grande.
3 Solamente cuando
estaban reunidos todos los pastores, podían correrla para dar de beber a los
animales. Luego la volvían a poner en su lugar, sobre la boca del pozo.
4 Jacob dijo a los
pastores: "Hermanos, ¿de dónde son ustedes?". "Somos de
Jarán", respondieron.
5 Él añadió:
"¿Conocen a Labán, hijo de Najor?". "Sí", dijeron ellos.
6 Él volvió a
preguntarles: "¿Se encuentra bien?". "Muy bien", le
espondieron.
"Precisamente, ahí viene su hija Raquel con el rebaño".
7 Entonces él les
dijo: "Aún es pleno día; todavía no es hora de entrar los animales. ¿Por
qué no les dan de beber y los llevan a pastar?".
8 "No podemos
hacerlo, dijeron ellos, hasta que no se reúnan todos los pastores y hagan rodar
la piedra que está sobre la boca del pozo. Sólo entonces podremos dar de beber
a los animales".
9 Todavía estaba
hablando con ellos, cuando llegó Raquel, que era pastora, con el rebaño de su
padre.
10 Apenas Jacob
vio a Raquel, la hija de su tío Labán, que traía el rebaño, se adelantó, hizo
rodar la piedra que cubría la boca del pozo, y dio de beber a las ovejas de su
tío.
11 Después besó a
Raquel y lloró de emoción.
12 Entonces le
contó que él era pariente de Labán –por ser hijo de Rebeca– y ella fue
corriendo a comunicar la noticia a su padre.
13 Labán, por su
parte, al oír que se trataba de Jacob, el hijo de su hermana, corrió a
saludarlo; lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Y cuando Jacob le contó
todo lo que había sucedido, 14 Labán le dijo: "Realmente, tú eres de mi
misma sangre".
Las dos esposas
de Jacob
Después que Jacob
pasó un mes entero en compañía de Labán, 15 este le dijo: "¿Acaso porque
eres pariente mío me vas a servir gratuitamente? Indícame cuál debe ser tu salario".
16 Ahora bien,
Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel.
17 Lía tenía una mirada tierna, pero Raquel tenía una linda silueta y era muy hermosa.
17 Lía tenía una mirada tierna, pero Raquel tenía una linda silueta y era muy hermosa.
18 Y como Jacob se
había enamorado de Raquel, respondió: "Te serviré durante siete años, si
me das por esposa a Raquel, tu hija menor".
19 "Mejor es dártela a ti que a un extraño", asintió Labán. "Quédate conmigo".
20 Y Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero le parecieron unos pocos días, por el gran amor que le tenía.
19 "Mejor es dártela a ti que a un extraño", asintió Labán. "Quédate conmigo".
20 Y Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero le parecieron unos pocos días, por el gran amor que le tenía.
21 Después Jacob
dijo a Labán: "Dame a mi esposa para que pueda unirme con ella, porque el
plazo ya se ha cumplido".
22 Labán reunió a
toda la gente del lugar e hizo una fiesta.
23 Pero al
anochecer, tomó a su hija Lía y se la entregó a Jacob. Y Jacob se unió a ella.
24 Además, Labán
destinó a su esclava Zilpá, para que fuera sirvienta de su hija Lía.
25 A la mañana
siguiente, Jacob reconoció a Lía. Entonces dijo a Labán: "¿Qué me has
hecho? ¿Acaso yo no te serví para poder casarme con Raquel? ¿Por qué me
engañaste?".
29 25. La esposa
iba cubierta con un velo durante toda la ceremonia nupcial, que concluía cuando
ya era de noche: de allí la posibilidad del engaño.
26 Pero Labán le
respondió: "En nuestro país no se acostumbra a casar a la menor antes que
a la mayor.
27 Por eso, espera
que termine la semana de esta fiesta nupcial, y después te daré también a
Raquel, como pago por los servicios que me prestarás durante otros siete
años".
28 Jacob estuvo de
acuerdo: esperó que concluyera esa semana, y después, Labán le dio como esposa
a su hija Raquel.
29 Además, Labán
destinó a su esclava Bilhá, para que fuera sirvienta de su hija Raquel.
30 Jacob se unió a
ella, y la amó más que a Lía. Y estuvo al servicio de Labán siete años más.
Los hijos de
Lía
31 Cuando el Señor
vio que Lía no era amada, la hizo fecunda, mientras que Raquel permaneció
estéril.
32 Lía concibió y
dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, porque dijo: "El Señor ha visto mi
aflicción; ahora sí que mi esposo me amará".
32. La rivalidad
de Lía y Raquel sirve para explicar los nombres de los hijos de Jacob. El
significado de estas etimologías populares es a veces oscuro.
33 Luego volvió a
concebir, y tuvo otro hijo. Entonces exclamó: "El Señor se dio cuenta de
que yo no era amada, y por eso me dio también a este". Y lo llamó Simeón.
34 Después
concibió una vez más, y cuando dio a luz, dijo: "Ahora mi marido sentirá
afecto por mí, porque le he dado tres hijos". Por eso lo llamó Leví.
35 Finalmente, volvió a concebir y a tener un hijo. Entonces exclamó: "Esta vez alabaré al Señor", y lo llamó Judá. Después dejó de tener hijos.
35 Finalmente, volvió a concebir y a tener un hijo. Entonces exclamó: "Esta vez alabaré al Señor", y lo llamó Judá. Después dejó de tener hijos.
Los hijos de
Bilhá
30 1 Al ver que no
podía dar hijos a Jacob, Raquel tuvo envidia de su hermana, y dijo a su marido:
"Dame hijos, porque si no, me muero".
2 Pero Jacob,
indignado, le respondió: "¿Aca-so yo puedo hacer las veces de Dios, que te
impide ser madre?".
3 Ella añadió:
"Aquí tienes a mi esclava Bilhá. Únete a ella, y que dé a luz sobre mis
rodillas. Por medio de ella, también yo voy a tener hijos".
30 3. "Que dé
a luz sobre mis rodillas": este es un expresivo gesto de adopción. Al
recibir sobre sus rodillas al hijo de su esclava, la esposa estéril lo tomaba
como suyo y luego le ponía un nombre (v. 6). Ver nota 16. 2.
4 Así le dio por
mujer a su esclava Bilhá. Jacob se unió a ella, 5 y cuando Bilhá concibió y dio
un hijo a Jacob, 6 Raquel dijo: "Dios me hizo justicia: él escuchó mi voz
y me ha dado un hijo". Por eso lo llamó Dan.
7 Des-pués Bilhá,
la esclava de Raquel, volvió a concebir y dio un segundo hijo a Jacob.
8 Entonces Raquel
dijo: "Sostuve con mi hermana una lucha muy grande, pero al fin he
vencido". Y lo llamó Neftalí.
Los hijos de
Zilpá
9 Lía, por su
parte, viendo que había dejado de dar a luz, tomó a su esclava Zilpá y se la
dio como mujer a Jacob.
10 Cuando Zilpá,
la esclava de Lía, dio un hijo a Jacob, 11 Lía exclamó: "¡Qué
suerte!". Y lo llamó Gad.
12 Después Zilpá,
la esclava de Lía, dio otro hijo a Jacob. 13 Lía dijo entonces: "¡Qué
felicidad! Porque todas las mujeres me felicitarán". Y lo llamó Aser.
Los otros hijos
de Lía
14 Rubén salió una
vez mientras se estaba cosechando el trigo, y encontró en el campo unas
mandrágoras, que luego entregó a su madre. Entonces Raquel dijo a Lía:
"Por favor, dame algunas de esas mandrágoras que trajo tu hijo".
14. La
"mandrágora" era una planta que según las creencias antiguas poseía
virtudes afrodisíacas y favorecía la fecundidad. El término hebreo que la
designa tiene la misma raíz que la palabra "amor". La creencia se
funda en la forma del tubérculo de esa planta, que parece un tronco humano.
15 Pero Lía
respondió: "¿No te basta con haberme quitado a mi marido, que ahora
quieres arrebatarme también las mandrágoras de mi hijo?". "Está bien,
respondió Raquel, que esta noche duerma contigo, a cambio de las mandrágoras de
tu hijo".
16 Al atardecer,
cuando Jacob volvía del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: "Tienes
que venir conmigo, porque he pagado por ti las
ndrágoras que
encontró mi hijo". Aquella noche Jacob durmió con ella, 17 y Dios la
escuchó, porque concibió una vez más, y dio a Jacob un quinto hijo. 18 Entonces
Lía exclamó: "Dios me ha recompensado, por haber dado mi esclava a mi
marido". Y lo llamó Isacar.
19 Luego Lía
volvió a concebir y dio un sexto hijo a Jacob.
20 "Dios me
hizo un precioso regalo", dijo Lía. "Esta vez mi marido me honrará,
porque le he dado seis hijos". Y lo llamó Zabulón.
21 Finalmente tuvo
una hija, a la que llamó Dina.
El primer hijo
de Raquel
22 Dios también se
acordó de Raquel, la escuchó e hizo fecundo su seno.
23 Ella concibió y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: "Dios ha borrado mi afrenta".
23 Ella concibió y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: "Dios ha borrado mi afrenta".
24 Y lo llamó
José, porque dijo: "Que el Señor me conceda un hijo más".
El enriquecimiento de Jacob
El enriquecimiento de Jacob
25 Después que
Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán: "Déjame volver a mi casa y a
mi país.
26 Dame a mis
mujeres, por las que te he servido, y a mis hijos, para que pueda irme. Porque
tú sabes muy bien cuánto trabajé por ti".
27 Pero Labán le
respondió: "Si quieres hacerme un favor, quédate conmigo. Yo he llegado a
saber, por medio de la adivinación, que el Señor me bendijo gracias a ti.
28 Por eso, siguió
diciendo, fíjame tú mismo el salario que debo pagarte".
29 Entonces Jacob añadió: "Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados.
29 Entonces Jacob añadió: "Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados.
30 Lo poco que
tenías antes que yo llegara se ha acrecentado enormemente, ya que el Señor te
bendijo gracias a mí. Pero ya es hora de que también haga algo por mi propia
casa".
31 "¿Qué debo
darte en pago?", preguntó Labán. Y Jacob respondió: "No tendrás que
pagarme nada. Si haces lo que te voy a proponer, yo volveré a apacentar tu
rebaño y a ocuparme de él.
32 Revisa hoy
mismo todo tu rebaño, y aparta de él todas las ovejas negras y todas las cabras
moteadas o manchadas. Ese será mi salario.
33 Y más adelante,
cuando tú mismo vengas a verificar mis ganancias, mi honradez responderá por
mí: si llego a tener en mi poder alguna cabra que no sea manchada o moteada, o
alguna oveja que no sea negra, eso será un robo que yo he cometido".
34 "Está
bien, dijo Labán, que sea como tú dices".
35 Pero aquel
mismo día, Labán separó los chivos rayados y moteados, todas las cabras
manchadas y moteadas –todo lo que tenía una mancha blanca– y todos los corderos
negros, y los confió al cuidado de sus hijos.
36 Después interpuso entre él y Jacob una distancia de tres días de camino. Mientras tanto, Jacob apacentaba el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, y trazó en ellas unas franjas blancas, dejando al descubierto la parte blanca de las ramas.
38 Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo.
36 Después interpuso entre él y Jacob una distancia de tres días de camino. Mientras tanto, Jacob apacentaba el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, y trazó en ellas unas franjas blancas, dejando al descubierto la parte blanca de las ramas.
38 Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo.
39 De esta manera,
se unían delante de las ramas y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas.
40 Además, Jacob
separó a los carneros y los puso frente a los animales rayados y negros del
rebaño de Labán. Así pudo formar sus propios rebaños, que mantuvo separados de
los rebaños de Labán.
41 Y cuando los
animales que entraban en celo eran robustos, Jacob ponía las ramas en los
bebederos, bien a la vista de los animales, para que se unieran delante de las
ramas; 42 pero cuando los animales eran débiles, no las ponía. Así los animales
robustos eran para Jacob, y los débiles para Labán.
43 De esta manera Jacob se hizo extremadamente rico, y llegó a tener una gran cantidad de ganado, de esclavos, esclavas, camellos y asnos.
43 De esta manera Jacob se hizo extremadamente rico, y llegó a tener una gran cantidad de ganado, de esclavos, esclavas, camellos y asnos.
25-43. De esta
manera, el folklore israelita describe el honrado desquite de Jacob sobre el
astuto y codicioso Labán. Jacob exige como única paga las ovejas negras y las
cabras moteadas, porque estos animales son raros (v. 32). Pero después se vale
de un recurso "mágico" para multiplicarlas, y así acrecentar sus
riquezas (vs. 37-43). A través de este relato popular, se manifiesta la acción
de Dios que protege y bendice a Jacob.
La huida de
Jacob
31 1 Jacob se
enteró de que los hijos de Labán andaban diciendo: "Jacob se ha apoderado
de todos los bienes de nuestro padre, y a expensas de él ha conseguido toda
esta riqueza".
2 Y también
advirtió que la actitud de Labán para con él ya no era la misma de antes.
3 Entonces el
Señor le dijo: "Vuelve a la tierra de tus padres y de tu familia, y yo
estaré contigo".
4 Jacob mandó
llamar a Raquel y a Lía para que fueran a encontrarse con él en el campo donde
estaba el rebaño, 5 y les dijo: "He advertido que el padre de ustedes ya
no se comporta conmigo como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo.
6 Ustedes saben
muy bien que yo puse todo mi empeño en servir a mi suegro.
7 Sin embargo, él
se ha burlado de mí y ha cambiado diez veces mi salario. Pero Dios no le ha
permitido que me hiciera ningún mal.
8 Si él
establecía: ‘Los animales manchados serán tu salario’, todo el rebaño tenía
crías manchadas; y si él decía: ‘Los animales rayados serán tu paga’, todo el
rebaño tenía crías rayadas.
9 Así Dios lo
despojó de su ganado y me lo dio a mí.
10 Una vez,
durante el período en que el rebaño entra en celo, yo tuve un sueño. De pronto
vi que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados.
11 Y en el sueño,
el Ángel de Dios me llamó: ‘¡Jacob!’. ‘Aquí estoy’, le respondí.
12 Entonces él me dijo: ‘Fíjate bien: todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados, porque yo me he dado cuenta de todo lo que te hizo Labán.
12 Entonces él me dijo: ‘Fíjate bien: todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados, porque yo me he dado cuenta de todo lo que te hizo Labán.
13 Yo soy el Dios
que se te apareció en Betel, allí donde tú ungiste una piedra conmemorativa y
me hiciste un voto. Ahora levántate, sal de este país, y regresa a tu tierra
natal’".
14 Raquel y Lía le
respondieron diciendo: "¿Tenemos todavía una parte y una herencia en la
casa de nuestro padre?
15 ¿Acaso no nos
ha tratado como a extrañas? No sólo nos ha vendido, sino que además se ha gastado
el dinero que recibió por nosotras.
16 Sí, toda la
riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos.
Procede como Dios te lo ha ordenado".
17 Inmediatamente
Jacob hizo montar en los camellos a sus hijos y a sus mujeres, 18 y se llevó
todo su ganado y todos sus bienes –el ganado de su propiedad, que había
adquirido en Padán Arám– para ir a la tierra de Canaán, donde se encontraba
Isaac, su padre.
19 Como Labán
estaba ausente, esquilando sus ovejas, Raquel se adueñó de los ídolos
familiares que pertenecían a su padre.
31 19. Los
"ídolos familiares" eran pequeñas estatuas, a veces con figura
humana, que se usaban para la adivinación. Labán los llama sus
"dioses" (v. 30). Según el uso mesopotámico, estos ídolos domésticos
pasaban al heredero principal, y su posesión era un título hereditario. De allí
el empeño de Labán por recuperarlos.
20 Y Jacob engañó
a Labán, el arameo, porque huyó sin decirle una palabra.
21 Así escapó Jacob con todo lo que tenía, y apenas estuvo al otro lado del Éufrates, se dirigió hacia la montaña de Galaad.
21 Así escapó Jacob con todo lo que tenía, y apenas estuvo al otro lado del Éufrates, se dirigió hacia la montaña de Galaad.
La persecución
de Labán a Jacob
22 Al tercer día
notificaron a Labán que Jacob había huido.
23 Labán reunió a
sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que al fin lo alcanzó en
la montaña de Galaad.
24 Pero esa misma
noche, Dios se apareció en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: "Cuidado
con entrometerte para nada en los asuntos de Jacob".
25 Cuando Labán alcanzó a Jacob, este había instalado su campamento en la montaña. Labán, por su parte, acampó en la montaña de Galaad.
25 Cuando Labán alcanzó a Jacob, este había instalado su campamento en la montaña. Labán, por su parte, acampó en la montaña de Galaad.
26 Labán dijo
entonces a Jacob: "¿Qué has hecho? ¡Me has engañado y te has llevado a mis
hijas como prisioneras de guerra!
27 ¿Por qué has
huido ocultamente y me has engañado? Si me hubieras avisado, yo te habría
despedido con una fiesta, con cantos y con música de tambores y liras.
28 Pero tú ni
siquiera me has permitido saludar con un beso a mis nietos y a mis hijas.
Realmente te has comportado como un insensato.
29 Yo tengo poder
suficiente para hacerles una mala jugada a todos ustedes. Sin embargo, ayer por
la noche, el Dios de tu padre me dijo: ‘Cuidado con entrometerte para nada en
los asuntos de Jacob’.
30 De todas
maneras, está bien: tú te has ido porque añorabas tu casa paterna. Pero ¿por
qué robaste mis dioses?".
31 "Yo estaba
atemorizado, respondió Jacob a Labán, pensando que podías quitarme a tus hijas.
32 Y en lo que
respecta a tus dioses, si llegas a encontrarlos en poder de alguno de nosotros,
ese no quedará con vida. Revisa bien, en presencia de nuestros hermanos, a ver
si hay aquí algo que te pertenece, y llévatelo". Por supuesto, Jacob
ignoraba que Raquel los había robado.
33 Labán entró en
la carpa de Jacob, en la de Lía, y en la de las dos esclavas, y no encontró
nada. Al salir de la carpa de Lía, entró en la de Raquel.
34 Pero Raquel había tomado los ídolos, los había guardado en la montura del camello y se había sentado encima de ellos. Después que Labán registró toda la carpa sin obtener ningún resultado, 35 Raquel dijo a su padre: "Que mi señor no lo tome a mal; pero no puedo ponerme de pie ante él, porque me sucede lo que es habitual en las mujeres". Y por más que buscó, no logró encontrar los ídolos.
34 Pero Raquel había tomado los ídolos, los había guardado en la montura del camello y se había sentado encima de ellos. Después que Labán registró toda la carpa sin obtener ningún resultado, 35 Raquel dijo a su padre: "Que mi señor no lo tome a mal; pero no puedo ponerme de pie ante él, porque me sucede lo que es habitual en las mujeres". Y por más que buscó, no logró encontrar los ídolos.
36 Jacob se llenó
de indignación, y reprochó a Labán diciéndole: "¿Qué delito o falta he cometido
para que me acoses de esa manera?
37 Acabas de
registrar todas mis cosas y no has encontrado un solo objeto que te pertenezca.
Si lo has encontrado, colócalo aquí, delante de tu gente y de la mía, y que
ellos decidan quién de nosotros tiene razón.
38 En los veinte
años que estuve contigo, tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, y jamás me
comí los carneros de tu rebaño.
39 Nunca te llevé
un animal despedazado por las fieras: yo mismo debía reparar la pérdida, porque
tú me reclamabas lo que había sido robado tanto de día como de noche. 40 De día
me consumía el calor, y de noche, la helada; y el sueño huía de mis ojos.
39. El pastor
quedaba libre de toda deuda si presentaba los restos del animal devorado por
las fieras (Éx. 22. 12).
41De los veinte años
que pasé en tu casa, catorce trabajé por tus dos hijas, y seis por tu rebaño, y
tú me cambiaste el salario diez veces.
42 Y si el Dios de
mi padre –el Dios de y el Terror de Isaac– no hubiera estado de mi parte, me
habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios ha visto mi opresión y mi
fatiga, y ayer por la noche pronunció su fallo".
42. "EI
Terror de Isaac": este es otro de los nombres con que se designa a Dios en
la historia de los Patriarcas. Ver nota 17. 1.
La alianza de
Jacob con Labán
43 Labán replicó a
Jacob: "Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos, mis nietos; y
también es mío el rebaño. Todo lo que ves me pertenece. Pero ¿qué puedo hacer
ahora contra mis hijas y mis nietos?
44 Por eso,
hagamos una alianza, y que haya un testigo entre tú y yo".
45 Entonces Jacob
tomó una piedra y la erigió como piedra
conmemorativa.
46 Labán por su parte, dijo a sus hermanos: "Recojan unas piedras". Ellos las recogieron, las amontonaron y comieron allí, sobre el montón de piedras.
47 Y Labán le puso el nombre de Iegar Sahadutá, mientras que Jacob lo llamó Galed.
46 Labán por su parte, dijo a sus hermanos: "Recojan unas piedras". Ellos las recogieron, las amontonaron y comieron allí, sobre el montón de piedras.
47 Y Labán le puso el nombre de Iegar Sahadutá, mientras que Jacob lo llamó Galed.
48 Después Labán
declaró: "Este montón de piedras será siempre un testigo entre tú y yo,
como lo es ahora". Por eso lo llamó Galed.
49 Además, le puso
el nombre de Mispá, porque dijo: "Que el Señor nos vigile a los dos,
cuando estemos lejos el uno del otro:
50 si tú maltratas
a mis hijas o te unes a otras mujeres además de ellas –aunque no haya nadie
entre nosotros– recuerda que Dios está como testigo entre tú y yo".
51 Luego añadió:
"Mira este montón de piedras, y mira la piedra conmemorativa que yo erigí
entre tú y yo:
52 una y otra cosa
serán testigos de que ninguno de los dos iremos más allá de este montón de
piedras y de esta piedra conmemorativa, con malas intenciones.
53 Que el Dios de y el Dios de Najor sea nuestro juez". Entonces Jacob prestó un juramento por el Terror de Isaac.
53 Que el Dios de y el Dios de Najor sea nuestro juez". Entonces Jacob prestó un juramento por el Terror de Isaac.
54 Luego ofreció
un sacrificio sobre la Montaña, e invitó a sus hermanos a participar del
banquete. Ellos comieron y pasaron la noche en la Montaña.
32 1 A la
madrugada del día siguiente, Labán abrazó a sus nietos y a sus hijas, los
bendijo, y regresó a su casa, 2 mientras que Jacob prosiguió su camino. De
pronto, le salieron al paso unos ángeles de Dios.
3 Al verlos, Jacob
exclamó: "Este es un campamento de Dios". Por eso dio a ese lugar el
nombre de Majanaim.
Los
preparativos de Jacob para su encuentro con Esaú
4 Después Jacob
envió unos mensajeros a su hermano Esaú –que vivía en la región de Seír, en las
estepas de Edóm– 5 dándoles esta orden: "Digan a mi señor Esaú: Así habla
tu servidor Jacob: Fui a pasar un tiempo a la casa de Labán, y me quedé allí
hasta ahora.
6 Poseo bueyes,
asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Mando a informar de esto a mi señor, con la
esperanza de que me reciba amigablemente".
7 Pero los mensajeros regresaron con esta noticia: "Fuimos a ver a tu hermano Esaú, y ahora viene a tu encuentro acompañado de cuatrocientos hombres".
8 Jacob sintió un gran temor y se llenó de angustia. Entonces dividió a la gente que lo acompañaba en dos grupos, y lo mismo hizo con las ovejas, las vacas y los camellos, 9 porque pensó: "Si Esaú acomete contra uno de los grupos y lo destruye, el otro quedará a salvo".
7 Pero los mensajeros regresaron con esta noticia: "Fuimos a ver a tu hermano Esaú, y ahora viene a tu encuentro acompañado de cuatrocientos hombres".
8 Jacob sintió un gran temor y se llenó de angustia. Entonces dividió a la gente que lo acompañaba en dos grupos, y lo mismo hizo con las ovejas, las vacas y los camellos, 9 porque pensó: "Si Esaú acomete contra uno de los grupos y lo destruye, el otro quedará a salvo".
10 Después
pronunció esta oración: "Dios de mi padre y Dios de mi padre Isaac, Señor,
que me dijiste: ‘Regresa a tu tierra natal y seré bondadoso contigo’, 11 yo soy
indigno de las gracias con que has favorecido constantemente a tu servidor.
Porque cuando
crucé el Jordán, no tenía nada más que mi bastón, y ahora he podido formar dos
campamentos.
12 Te ruego que me
libres de la amenaza de mi hermano Esaú, porque tengo miedo de que él venga y
nos destruya, sin perdonar a nadie.
13 Tú mismo has
afirmado: ‘Yo seré bondadoso contigo y haré que tu descendencia sea una
multitud incontable como la arena del mar’".
14 Después de pasar la noche en aquel lugar, Jacob tomó una parte de los bienes que tenía a mano, para enviarlos como obsequio a su hermano Esaú.
15 Eran doscientas cabras y veinte chivos, doscientas ovejas y veinte carneros, 16 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez asnos.
14 Después de pasar la noche en aquel lugar, Jacob tomó una parte de los bienes que tenía a mano, para enviarlos como obsequio a su hermano Esaú.
15 Eran doscientas cabras y veinte chivos, doscientas ovejas y veinte carneros, 16 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez asnos.
17 Luego confió a
sus servidores cada manada por separado, y les dijo: "Sigan adelante, pero
dejen un espacio libre entre una manada y la otra".
18 Y al que iba al frente le dio esta orden: "Cuando mi hermano Esaú te salga al paso y te pregunte: ‘¿Quién es tu patrón? ¿Adónde vas? ¿Y quién es el dueño de todo eso que está delante de ti?’, 19 tú le responderás: ‘Todo esto pertenece a tu servidor Jacob: es un regalo que él envía a mi señor Esaú. Detrás de nosotros viene él personalmente’".
18 Y al que iba al frente le dio esta orden: "Cuando mi hermano Esaú te salga al paso y te pregunte: ‘¿Quién es tu patrón? ¿Adónde vas? ¿Y quién es el dueño de todo eso que está delante de ti?’, 19 tú le responderás: ‘Todo esto pertenece a tu servidor Jacob: es un regalo que él envía a mi señor Esaú. Detrás de nosotros viene él personalmente’".
20 Jacob dio esa
misma orden al segundo, y al tercero, y a todos los demás que iban detrás de
las manadas diciéndoles: "Cuando se encuentren con mi hermano Esaú,
díganle todo esto.
21 Y tengan
cuidado de añadir: ‘Detrás de nosotros viene tu servidor Jacob
personalmente’". Porque pensaba: "Lo aplacaré con los regalos que me
preceden y después me presentaré yo; tal vez así me reciba bien".
22 Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él.
22 Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él.
la lucha
misteriosa de Jacob
23 Aquella noche,
Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once
hijos, y cruzó el vado de Iaboc.
24 Después que los
hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones.
25 Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba.
26 Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban.
27 Luego dijo:
"Déjame partir, porque ya está amaneciendo". Pero Jacob replicó:
"No te soltaré si antes no me bendices".
28 El otro le
preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió. 29 Él
añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado
con Dios y con los hombres, y has vencido".
30 Jacob le rogó:
"Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te
atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo.
31 Jacob llamó a
aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a
cara, y he salido con vida".
32 Mientras
atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo.
33 Por eso los
israelitas no comen hasta el presente el nervio ciático que está en la
articulación del fémur, porque Jacob fue tocado en la articulación del fémur,
en el nervio ciático
32 25-33. Este
extraño relato explica el origen del nombre "Israel", cuyo
significado real parece ser "que Dios prevalezca", pero que aquí se
pone en relación con la fortaleza de Jacob en su lucha cuerpo a cuerpo con
Dios. El autor "yahvista" ha construido su relato sobre la base de un
antiguo cuento popular y, al aplicarlo al antepasado de Israel, le da un
contenido nuevo: Jacob es puesto a prueba, pero lucha con Dios hasta arrancarle
una bendición (v. 27). Esa bendición es el cambio de nombre (vs. 28-29) y,
gracias a ella, Dios tendrá que conceder su favor a todos los que en adelante
lleven el nombre de "Israel". Ver nota 17. 5.
El encuentro de
Jacob con Esaú
33 1 Jacob alzó
los ojos, y al ver que Esaú venía acompañado de cuatrocientos hombres, repartió
a los niños entre Lía, Raquel y las dos esclavas.
2 Puso al frente a las esclavas con sus niños, luego a Lía y a sus hijos, y por último a Raquel y a José.
2 Puso al frente a las esclavas con sus niños, luego a Lía y a sus hijos, y por último a Raquel y a José.
3 Después se
adelantó él personalmente, y antes de enfrentarse con su hermano, se postró en
tierra siete veces.
4 Pero Esaú corrió
a su encuentro, lo estrechó entre sus brazos, y lo besó llorando.
5 Luego dirigió una mirada a su alrededor, y al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: "¿Quiénes son estos que están contigo?". "Son los hijos que Dios ha concedido a tu servidor", respondió Jacob.
5 Luego dirigió una mirada a su alrededor, y al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: "¿Quiénes son estos que están contigo?". "Son los hijos que Dios ha concedido a tu servidor", respondió Jacob.
6 Entonces se le
acercaron las esclavas con sus hijos y se postraron ante él.
7 Inmediatamente vino Lía con sus hijos, y también se postraron. Por último se adelantaron José y Raquel, e hicieron lo mismo.
7 Inmediatamente vino Lía con sus hijos, y también se postraron. Por último se adelantaron José y Raquel, e hicieron lo mismo.
8 Esaú preguntó:
"¿Qué intentabas hacer con todo ese ganado que me salió al paso?".
"Lograr que mi señor me diera la bienvenida", respondió Jacob.
9 Pero Esaú añadió: "Ya tengo bastante, querido hermano. Quédate con lo que es tuyo".
9 Pero Esaú añadió: "Ya tengo bastante, querido hermano. Quédate con lo que es tuyo".
10 "No, le
dijo Jacob; si quieres hacerme un favor, acepta el regalo que te ofrezco,
porque ver tu rostro ha sido lo mismo que ver el rostro de Dios, ya que me has
recibido tan afectuosamente.
11 Toma el
obsequio que te ha sido presentado, porque Dios me ha favorecido y yo tengo
todo lo necesario". Y ante tanta insistencia, Esaú aceptó.
La separación de Jacob y Esaú
La separación de Jacob y Esaú
12 Después Esaú
continuó diciendo: "Vámonos de aquí, y yo te serviré de escolta".
13 Pero Jacob respondió: "Mi señor sabe que los niños son delicados. Además, las ovejas y las vacas han tenido cría, y yo debo velar por ellas. Bastará con exigirles un solo día de marcha forzada, para que muera todo el rebaño.
14 Tú sigue adelante, mientras yo avanzo lentamente, al paso de la caravana que me va precediendo, y al paso de los niños. Luego te alcanzaré en Seír".
13 Pero Jacob respondió: "Mi señor sabe que los niños son delicados. Además, las ovejas y las vacas han tenido cría, y yo debo velar por ellas. Bastará con exigirles un solo día de marcha forzada, para que muera todo el rebaño.
14 Tú sigue adelante, mientras yo avanzo lentamente, al paso de la caravana que me va precediendo, y al paso de los niños. Luego te alcanzaré en Seír".
15 Esaú dijo
entonces: "Permíteme al menos que ponga a tu disposición una parte de los
hombres que me acompañan". "¿Para qué?", respondió Jacob.
"Basta que seas benévolo conmigo".
16 Aquel mismo
día, Esaú emprendió el camino de regreso a Seír, 17 mientras que Jacob siguió
avanzando hasta Sucot. Allí edificó una casa para él, y chozas para el ganado.
Fue por eso que se dio a ese lugar el nombre de Sucot, que significa
"Chozas".
La llegada de
Jacob a Siquém
18 A su regreso de
Padán Arám, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquém, que está en la
tierra de Canaán, y acampó a la vista de la ciudad.
19 Después compró a los hijos de Jamor, el padre de Siquém, por cien monedas de plata, la parcela de campo donde había instalado su
19 Después compró a los hijos de Jamor, el padre de Siquém, por cien monedas de plata, la parcela de campo donde había instalado su
campamento.
20 Allí erigió un altar, al que llamó "Dios, Dios de Israel.
20 Allí erigió un altar, al que llamó "Dios, Dios de Israel.
El rapto y la
violación de DINA
34 1 Dina, la hija
que Lía había dado a Jacob, salió una vez a mirar a las mujeres del país.
34 Esta narración
presenta un cuadro muy vivido de las relaciones entre los primeros israelitas y
sus vecinos cananeos. El rapto y la violación (v. 2), la propuesta de
matrimonio y los intentos de negociación (vs. 6-19), el saqueo de la ciudad y
la matanza (vs. 25-29), muestran el carácter inestable de esas relaciones. Los
hijos de Jacob –que el relato describe como pastores seminómadas– se avenían a
veces a un acuerdo para obtener ventajas; otras, en cambio, hacían incursiones
contra los habitantes de la ciudad y se entregaban al pillaje.
2 Cuando la vio
Siquém –que era hijo de Jamor, el jivita, príncipe de aquella región– se la
llevó y abusó de ella.
3 Pero después se
sintió atraído por la muchacha y se enamoró de ella, de manera que trató de
ganarse su afecto.
4 Además, dijo a
su padre Jamor: "Consígueme a esa muchacha para que sea mi esposa".
Jacob, por su
parte, se enteró de que Siquém había violado a su hija Dina, pero como sus
hijos estaban en el campo, cuidando el ganado, no dijo nada hasta su regreso.
6 Entonces Jamor,
el padre de Siquém, fue a encontrarse con Jacob para conversar con él.
7 En ese momento,
volvieron del campo los hijos de Jacob, y cuanto tuvieron noticia de lo
ocurrido, se disgustaron profundamente y se enfurecieron, porque al abusar de
la hija de Jacob, Siquém había cometido una infamia contra Israel, y eso no se
debe hacer.
8 Pero Jamor les
habló en estos términos: "Mi hijo Siquém está realmente enamorado de esta
muchacha. Permítanle casarse con ella.
9 Conviértanse en
parientes nuestros: ustedes nos darán a sus hijas, y obtendrán en cambio las
nuestras.
10 Así podrán
vivir entre nosotros y tendrán el país a su disposición para instalarse en él,
para recorrerlo libremente y adquirir propiedades".
11 Después Siquém dijo al padre y a los hermanos de la muchacha: "Si me hacen este favor, yo les daré lo que me pidan.
11 Después Siquém dijo al padre y a los hermanos de la muchacha: "Si me hacen este favor, yo les daré lo que me pidan.
12 Aunque me
exijan a cambio de ella un precio muy elevado, les pagaré lo que ustedes digan.
Pero dejen que me case con la muchacha".
13 Sin embargo,
como su hermana había sido ultrajada, los hijos de Jacob resolvieron engañar a
Siquém y a su padre Jamor, 14 diciéndoles: "No podemos hacer semejante
cosa, porque sería para nosotros una vergüenza entregar nuestra hermana a un
incircunciso.
15 Aceptaremos
solamente con esta condición: que ustedes se hagan iguales a nosotros,
circuncidando a todos sus varones.
16 Entonces
podremos darles a nuestras hijas y casarnos con las de ustedes, vivir entre
ustedes y formar un solo pueblo.
17 Si no llegan a
un acuerdo con nosotros en lo que se refiere a la circuncisión, tomaremos a
nuestra hermana y nos iremos".
18 La propuesta
pareció razonable a Jamor y a su hijo Siquém, 19 y el joven no dudó un instante
en satisfacer esa demanda, tanto era el cariño que sentía por la hija de Jacob.
Además, él era el más respetado entre los miembros de su familia.
20 Entonces Jamor
y su hijo Siquém se presentaron en la puerta de la ciudad, y hablaron a todos
sus conciudadanos en los siguientes términos: 21 "Estos hombres son
nuestros amigos. Dejen que se instalen en el país y que puedan recorrerlo
libremente; aquí hay bastante espacio para ellos. Nosotros nos casaremos con
sus hijas, y les daremos en cambio a las nuestras.
22 Pero esta gente accederá a permanecer con nosotros y a formar un solo pueblo, únicamente con esta condición: que todos nuestros varones se hagan circuncidar, igual que ellos.
22 Pero esta gente accederá a permanecer con nosotros y a formar un solo pueblo, únicamente con esta condición: que todos nuestros varones se hagan circuncidar, igual que ellos.
23 ¿Acaso no van a
ser nuestros su ganado, sus posesiones y todos sus animales? Pongámonos de
acuerdo con ellos, y que se queden con nosotros".
24 Todos los que se reunían en la puerta de la ciudad accedieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquém, y todos se hicieron circuncidar.
La venganza de Simeón y Leví contra Siquém
24 Todos los que se reunían en la puerta de la ciudad accedieron a la propuesta de Jamor y de su hijo Siquém, y todos se hicieron circuncidar.
La venganza de Simeón y Leví contra Siquém
25 Al tercer día,
cuando todavía estaban convalecientes, Simeón y Leví, dos de los hijos de
Jacob, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada, entraron en la ciudad
sin encontrar ninguna resistencia, y mataron a todos los varones.
26 También pasaron
al filo de la espada a Jamor y a su hijo Siquém, rescataron a Dina, que estaba
en la casa de Siquém, y se fueron.
27 Los hijos de Jacob pasaron sobre los cadáveres y saquearon la ciudad, en represalia por el ultraje cometido contra su hermana Dina.
28 Se apoderaron de sus ovejas, de sus vacas, de sus asnos, y de todo lo que había dentro y fuera de la ciudad, 29 y de todos sus bienes. Se llevaron cautivos a todos los niños y a las mujeres, y saquearon todo lo que había en las casas.
27 Los hijos de Jacob pasaron sobre los cadáveres y saquearon la ciudad, en represalia por el ultraje cometido contra su hermana Dina.
28 Se apoderaron de sus ovejas, de sus vacas, de sus asnos, y de todo lo que había dentro y fuera de la ciudad, 29 y de todos sus bienes. Se llevaron cautivos a todos los niños y a las mujeres, y saquearon todo lo que había en las casas.
30 Entonces Jacob
dijo a Simeón y a Leví: "Ustedes me han puesto en un grave aprieto,
haciéndome odioso a los cananeos y perizitas que habitan en este país. Yo
dispongo de pocos hombres, y si ellos se unen contra mí y me atacan, seré
aniquilado con toda mi familia".
31 Pero ellos
replicaron: "Y nuestra hermana, ¿debía ser tratada como una
prostituta?".
Nueva visita de
Jacob a Betel
35 1 Dios dijo a
Jacob: "Sube a Betel y permanece allí. Levanta allí un altar al Dios que
se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú".
2 Entonces Jacob dijo a sus familiares y a todos los demás que estaban con él: "Dejen de lado todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa.
35 1-2. El viaje
de Jacob a Betel tiene todas las características de una peregrinación al lugar
donde Dios se le había aparecido (28. 10-22). De allí las purificaciones
rituales y el cambio de ropa, acciones simbólicas mediante las cuales el
peregrino se presentaba renovado delante de Dios.
.3 Ahora subiremos a Betel, y allí levantaré un altar al Dios que me respondió cuando estuve angustiado, y que estuvo conmigo en el viaje que realicé".
4 Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían consigo y los aros que llevaban en sus orejas, y Jacob los enterró debajo de la encina que está cerca de Siquém.
.3 Ahora subiremos a Betel, y allí levantaré un altar al Dios que me respondió cuando estuve angustiado, y que estuvo conmigo en el viaje que realicé".
4 Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían consigo y los aros que llevaban en sus orejas, y Jacob los enterró debajo de la encina que está cerca de Siquém.
4. Estos aros se
usaban como amuletos en las fiestas religiosas paganas. Ver Os. 2. 15.
5 Cuando
partieron, Dios hizo cundir el pánico entre las poblaciones vecinas, de manera
que nadie persiguió a los hijos de Jacob.
6 Así Jacob llegó
a Luz –o sea, Betel– en la tierra de Canaán, junto con toda la gente que lo
acompañaba.
7 Allí erigió un
altar, y puso a ese lugar el nombre de Betel, porque allí se le había revelado
Dios, cuando él huía de su hermano.
8 Mientras tanto
murió Débora, la nodriza de Rebeca, y fue sepultada bajo la encina que se
encuentra antes de llegar a Betel. Por eso se la llamó "Encina del
llanto".
Renovación de
la promesa de Dios a Jacob
9 Cuando Jacob
regresó de Padán Arám, Dios se le apareció de nuevo y lo bendijo, 10
diciéndole: "Tu nombre es Jacob. Pero en adelante no te llamarás Jacob,
sino Israel". Así le puso el nombre de Israel.
11 Luego añadió:
Yo soy el Dios
Todopoderoso.
Sé fecundo y
multiplícate.
De ti nacerá una
nación,
más aún, una
asamblea de naciones,
y saldrán reyes de
tus entrañas.
12 La tierra que
di a y a Isaac,
ahora te la doy a
ti y a tu descendencia".
13 Y Dios se alejó
de él.
14 Jacob erigió
una piedra conmemorativa en el lugar donde Dios le había hablado. En seguida
ofreció una libación sobre ella y ungió la piedra con aceite.
15 Jacob llamó Betel a aquel lugar, porque allí Dios había hablado con él.
15 Jacob llamó Betel a aquel lugar, porque allí Dios había hablado con él.
El nacimiento
de Benjamín y la muerte de Raquel
16 Partieron de
Betel, y cuando todavía faltaba un trecho para llegar a Efratá, a Raquel le
llegó el momento de dar a luz, y tuvo un parto difícil.
17 Como daba a luz muy penosamente, la partera le dijo: "¡No temas, porque tienes otro hijo varón!".
17 Como daba a luz muy penosamente, la partera le dijo: "¡No temas, porque tienes otro hijo varón!".
18 Con su último
aliento –porque ya se moría– lo llamó Ben Oní; pero su padre le puso el nombre
de Benjamín.
19 Así murió
Raquel, y fue enterrada junto al camino de Efratá, o sea, de Belén.
20 Sobre su tumba Jacob erigió un monumento, el mismo que está en esa tumba hasta el día de hoy.
20 Sobre su tumba Jacob erigió un monumento, el mismo que está en esa tumba hasta el día de hoy.
El incesto de
Rubén
21 Israel siguió
avanzando, y estableció su campamento más allá de Migdal Eder.
22 Mientras acampaba en aquella región, Rubén se acostó con Bilhá, la concubina de su padre, e Israel se enteró.
22 Mientras acampaba en aquella región, Rubén se acostó con Bilhá, la concubina de su padre, e Israel se enteró.
Los hijos de
Jacob
Jacob tuvo doce
hijos. 23 Los hijos de Lía fueron Rubén, el primogénito de Jacob, Simeón, Leví,
Judá, Isacar y Zabulón.
24 Los hijos de
Raquel fueron José y Benjamín.
25 Los hijos de
Bilhá, la esclava de Raquel, fueron Dan y Neftalí.
26 Los hijos de Zilpá, la esclava de Lía, fueron Gad y Aser. Estos son los hijos que le nacieron a Jacob en Padán Arám.
26 Los hijos de Zilpá, la esclava de Lía, fueron Gad y Aser. Estos son los hijos que le nacieron a Jacob en Padán Arám.
La muerte de
Isaac
27 Jacob llegó a la casa de su padre Isaac, en Mamré, en Quiriat Arbá –la actual Hebrón– donde también había residido .
28 Isaac vivió
ciento ochenta años.
29 Al término de
ellos murió, anciano y cargado de años, y fue a reunirse con los suyos. Sus
hijos Esaú y Jacob le dieron sepultura.
La descendencia
de Esaú en Canaán
36 1 La
descendencia de Esaú –es decir, de Edóm– es la siguiente:
2 Esaú tomó sus
esposas de entre las mujeres cananeas: a Adá, hija de Elón, el hitita; a
Oholibamá, hija de Aná, que a su vez era hijo de Sibeón, el jivita; 3 y a Basmat,
hija de Ismael y hermana de Nebaiot.
4 Adá fue madre de
Elifaz; Basmat, madre de Reuel 5 y Oholibamá, madre de Ieús, Ialam y Coré.
Estos son los hijos que Esaú tuvo en Canaán.
La emigración
de Esaú a Seír
6 Después Esaú
tomó a sus mujeres, a sus hijos e hijas, y a toda su servidumbre, su ganado,
todos sus animales, y todos sus bienes que había adquirido en Canaán, y emigró
a Seír, lejos de su hermano Jacob.
7 Los dos tenían,
en efecto, demasiadas posesiones para poder vivir juntos, y el territorio donde
residían no daba abasto para tanto ganado.
8 Así Esaú se
estableció en la montaña de Seír. Esaú es Edóm.
La descendencia de Esaú en Seír
La descendencia de Esaú en Seír
9 Esta es la
descendencia de Esaú, padre de Edóm, en la montaña de Seír.
10 Los nombres de sus hijos son los siguientes: Elifaz, hijo de Adá, mujer de Esaú, y Reuel, hijo de Basmat, mujer de Esaú.
10 Los nombres de sus hijos son los siguientes: Elifaz, hijo de Adá, mujer de Esaú, y Reuel, hijo de Basmat, mujer de Esaú.
1 Los hijos de
Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gaetám y Quenaz.
12 Elifaz, el hijo de Esaú, también tuvo una esclava, Timná, que fue madre de Amalec. Estos son los descendientes de Adá, la mujer de Esaú.
12 Elifaz, el hijo de Esaú, también tuvo una esclava, Timná, que fue madre de Amalec. Estos son los descendientes de Adá, la mujer de Esaú.
13 Los hijos de
Reuel fueron: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Estos son los descendientes de Basmat,
la mujer de Esaú.
14 Y los hijos de
la otra esposa de Esaú, Oholibamá, hija de Aná, el hijo de Sibeón, fueron Ieús,
Ialam y Coré.
Los clanes de
los edomitas
15 Los clanes de
los hijos de Esaú son los siguientes:
Los hijos de Elifaz, el primogénito de Esaú, fueron los clanes de Temán, Omar, Sefó, Quenaz, 16 Coré, Gaetám y Amalec. Estos son los clanes de Elifaz en el país de Edóm, los que descienden de Adá.
Los hijos de Elifaz, el primogénito de Esaú, fueron los clanes de Temán, Omar, Sefó, Quenaz, 16 Coré, Gaetám y Amalec. Estos son los clanes de Elifaz en el país de Edóm, los que descienden de Adá.
17 Los hijos de
Reuel, hijo de Esaú, fueron los clanes de Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Estos son
los clanes de Reuel en el país de Edóm, los que descienden de Basmat.
18 Los hijos de
Oholibamá, esposa de Esaú, fueron los clanes de Ieús, Ialam y Coré. Estos son
los clanes de Oholibamá, hija de Aná, mujer de Esaú.
19 Estos son los hijos de Esaú –es decir, de Edóm– con sus respectivos clanes.
Los descendientes de Seír
19 Estos son los hijos de Esaú –es decir, de Edóm– con sus respectivos clanes.
Los descendientes de Seír
20 Los hijos de
Seír, el hurrita, que vivían en aquella región son los siguientes: Lotán,
Sobal, Sibeón, Aná, 21 Disón, Eser y Disán. Estos son los clanes de los
hurritas, hijos de Seír, en el país de Edóm.
22 Los hijos de
Lotán fueron Jorí y Hemám, y la hermana de Lotán fue Timná.
23 Los hijos de Sobal fueron Alván, Manájat, Ebal, Sefó y Onám.
23 Los hijos de Sobal fueron Alván, Manájat, Ebal, Sefó y Onám.
24 Los hijos de
Sibeón: Aiá y Aná. Este es el mismo Aná que encontró las aguas termales en el
desierto, mientras apacentaba los rebaños de su padre Sibeón.
25 Los hijos de Aná fueron Disón y Oholibamá, hija de Aná.
26 Los hijos de Disón fueron Jemdám, Esbán, Itrán y Querán.
25 Los hijos de Aná fueron Disón y Oholibamá, hija de Aná.
26 Los hijos de Disón fueron Jemdám, Esbán, Itrán y Querán.
27 Los hijos de
Eser fueron Bilhán, Zaaván y Acán.
28 Los hijos de
Disán fueron Us y Arán.
29 Los clanes de
los hurritas fueron Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, 30 Disón, Eser y Disán. Estos
son, uno por uno los clanes de los hurritas en el territorio de Seír.
Los reyes de
Edóm
31 Los reyes que
reinaron en el país de Edóm antes que ningún rey reinara sobre los israelitas
son los siguientes:
32 Belá, hijo de
Beor, reinó en Edóm, y el nombre de su ciudad era Dinhabá.
33 Cuando murió Belá, lo sucedió Iobab, hijo de Zéraj, de Bosrá.
33 Cuando murió Belá, lo sucedió Iobab, hijo de Zéraj, de Bosrá.
34 Cuando murió
Iobab, lo sucedió Jusám, del país de los temanitas.
35 Cuando murió
Jusám, lo sucedió Hadad, hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo de
Moab; el nombre de su ciudad era Avit.
36 Cuando murió Hadad, lo sucedió Samlá, de Masrecá.
36 Cuando murió Hadad, lo sucedió Samlá, de Masrecá.
37 Cuando murió
Samlá, lo sucedió Saúl, de Rejobot del Río.
38 Cuando murió
Saúl, lo sucedió Baal Janán, hijo de Acbor.
39 Cuando murió
Baal Janán, hijo de Acbor, lo sucedió Hadad; el nombre de su ciudad era Pau, y
el nombre de su mujer, Mehetabel, hija de Matred, que a su vez era hija de
Mezahab.
Otra lista de
clanes de los edomitas
40 Los clanes de
Esaú –cada uno con sus familias, sus localidades y sus nombres– son los
siguientes: Timná, Alvá, Iétet, 41 Oholibamá, Elá, Pinón, 42 Quenaz, Temán,
Mibsar, 43 Magdiel e Irám. Estos son los clanes de Edóm que residen en sus
propios territorios. Esaú es el padre de Edóm.
37 1 Mientras tanto, Jacob estaba instalado en el territorio donde su padre había residido como extranjero, en la tierra de Canaán. 2 Esta es la historia de Jacob.
LA
HISTORIA DE JOSÉ
La
historia de José se distingue considerablemente de los relatos anteriores. La
narración tiene ahora una trama mucho más compleja y elaborada. Ya no está
compuesta de escenas breves, más o menos independientes unas de otras, sino que
presenta una sucesión dramática. Cada nuevo episodio presupone todas las etapas
anteriores y prepara el desenlace final. Además, hay una mayor variedad de
personajes y situaciones, que manifiestan una notable maestría en el arte de
narrar.
El relato tiene como protagonista a José, el primer hijo de Raquel (30. 22-24) y el preferido de su padre Jacob (37.3). Víctima de la envidia de sus hermanos, es llevado de Canaán a Egipto. Pero Dios está con él cuando es vendido como esclavo y acusado injustamente, y lo eleva a la más alta dignidad, para que pueda salvar un día a toda su familia asediada por el hambre. De esta manera, el Señor va preparando secretamente el nacimiento de su Pueblo elegido. Con la llegada de Jacob y sus hijos a Egipto, se cierra la etapa de la historia patriarcal, que sirve de preludio a la epopeya del Éxodo. José es presentado como el ideal del hombre sabio y prudente, y toda su vida encierra una lección de sabiduría.
El relato tiene como protagonista a José, el primer hijo de Raquel (30. 22-24) y el preferido de su padre Jacob (37.3). Víctima de la envidia de sus hermanos, es llevado de Canaán a Egipto. Pero Dios está con él cuando es vendido como esclavo y acusado injustamente, y lo eleva a la más alta dignidad, para que pueda salvar un día a toda su familia asediada por el hambre. De esta manera, el Señor va preparando secretamente el nacimiento de su Pueblo elegido. Con la llegada de Jacob y sus hijos a Egipto, se cierra la etapa de la historia patriarcal, que sirve de preludio a la epopeya del Éxodo. José es presentado como el ideal del hombre sabio y prudente, y toda su vida encierra una lección de sabiduría.
Aquí
no hay intervenciones espectaculares del Señor: José no habla familiarmente con
Dios como lo habían hecho , Isaac y Jacob; tampoco recibe una nueva revelación
o una confirmación de la Promesa divina. Pero Dios está presente en cada
acontecimiento, y sabe valerse de los pecados de los hombres para el bien de
sus elegidos, como lo expresa claramente el mismo José, al final del relato
(50.20).
Los sueños de
José
José tenía
diecisiete años, y apacentaba el rebaño, ayudando a sus hermanos, los hijos de
Bilhá y Zilpá, las mujeres de su padre. En cierta ocasión, refirió a Jacob lo
mal que se hablaba de ellos.
3 Israel amaba a
José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de su vejez, y le
mandó hacer una túnica de mangas largas.
4 Pero sus
hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera
podían dirigirle el saludo.
5 Una vez, José
tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos.
7 5. "José
tuvo un sueño": los sueños desempeñan un papel muy importante en toda la
historia de José. Estos sueños no son revelaciones en las que Dios habla
directamente –como en los casos de Abimélec (20.3), de Jacob (28. 12-15;31.
11-13) y de Labán (31. 24)– sino premoniciones o presagios, y Dios concede a
José la sabiduría necesaria para interpretarlos
6 "Oigan el
sueño que tuve", les dijo.
7 "Nosotros
estábamos en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se alzó y se
mantuvo erguida, mientras que la de ustedes formaban un círculo alrededor de la
mía y se inclinaban ante ella".
8 Sus hermanos le
preguntaron: "¿Acaso pretendes reinar sobre nosotros y tenernos bajo tu
dominio?". Y lo odiaron más todavía por lo que contaba acerca de sus
sueños.
9 Después tuvo
otro sueño, y también lo contó a sus hermanos. "Tuve otro sueño, les dijo.
El sol, la luna y once estrellas se postraban delante de mi".
10 Pero cuando se lo contó a su padre, este lo reprendió diciéndole: "¿Que significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a postrarnos en tierra delante de ti?".
10 Pero cuando se lo contó a su padre, este lo reprendió diciéndole: "¿Que significa ese sueño que has tenido? ¿Acaso yo, tu madre y tus hermanos vendremos a postrarnos en tierra delante de ti?".
11 Y sus hermanos
le tenían envidia, pero su padre reflexionaba sobre todas estas cosas.
José atacado
por sus hermanos
12 Un día, sus
hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre.
13 Entonces Israel
dijo a José: "Tus hermanos están con el rebaño en Siquém. Quiero que vayas
a verlos". "Está bien", respondió él.
14 Su padre
añadió: "Ve a ver cómo les va a tus hermanos y al rebaño, y tráeme
noticias". Y lo envió desde el valle de Hebrón.
uando José llegó a
Siquém, 15 un hombre lo encontró dando vueltas por el campo y le preguntó:
"¿Qué estás buscando?".
16 Él le
respondió: "Busco a mis hermanos. ¿Puedes decirme dónde están apacentando
el rebaño?".
17 "Se han
ido de aquí, repuso el hombre, porque les oí decir: ‘Vamos a Dotán’". José
fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
17.
"Dotán" era una ciudad situada en la llanura de lzreel, a un día de
camino al norte de Siquém.
18 Ellos lo
divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para
darle muerte.
19 "Ahí viene
ese soñador", se dijeron unos a otros.
20 "¿Por qué
no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo
devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!".
21 Pero Rubén, al
oír esto, trató de salvarlo diciendo: "No atentemos contra su vida".
22 Y agregó:
"No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el
desierto, pero no pongan sus manos sobre él". En realidad, su intención
era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
23 Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica –la túnica de mangas largas que llevaba puesta–, 24 lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
25 Luego se sentaron a comer.
23 Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica –la túnica de mangas largas que llevaba puesta–, 24 lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
25 Luego se sentaron a comer.
José llevado a
Egipto
De pronto, alzaron
la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad,
transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra,
que llevaban a Egipto.
26 Entonces Judá
dijo a sus hermanos: "¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y
ocultando su sangre?
27 En lugar de
atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro
hermano, nuestra propia carne". Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
25-36. La
incongruencia de esta narración se debe a la yuxtaposición de dos tradiciones
diversas: una "elohista" y otra "yahvista". Según la
primera, Rubén consigue que José sea arrojado a una cisterna, y unos
negociantes madianitas pasan sin ser vistos, lo sacan de allí y lo llevan a
Egipto. Según la otra tradición, Judá propone a sus hermanos que lo vendan a
una caravana de ismaelitas que van de paso hacia Egipto.
28 Pero mientras
tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la
cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y
José fue llevado a Egipto.
29 Cuando Rubén
volvió a la cisterna y se dio cuenta de que José había desaparecido, desgarró
su ropa, 30 y regresando a donde estaban sus hermanos, dijo: "El muchacho
ha desaparecido. ¿Dónde iré yo ahora?".
31 Entonces
tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, y empaparon la túnica con
sangre.
32 Después
enviaron a su padre la túnica de mangas largas, junto con este mensaje:
"Hemos encontrado esto. Fíjate bien si es la túnica de tu hijo, o
no".
33 Este, al reconocerla, exclamó: "¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!".
33 Este, al reconocerla, exclamó: "¡Es la túnica de mi hijo! Un animal salvaje lo ha devorado. ¡José ha sido presa de las fieras!".
34 Jacob desgarró
sus vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo.
35 Sus hijos y sus
hijas venían a consolarlo, pero él rehusaba todo consuelo, diciendo: "No.
Voy a bajar enlutado a donde está mi hijo, a la morada de los muertos". Y
continuaba lamentándose.
36 Pero
entretanto, en Egipto, los madianitas lo habían vendido a Putifar, un
funcionario del Faraón, capitán de guardias.
Judá y Tamar
38 1 Por aquel
tiempo, Judá se alejó de sus hermanos y entró en amistad con un hombre de
Adulám llamado Jirá.
2 Allí conoció a
la hija de un cananeo llamado Súa, y después de tomarla por esposa, se unió con
ella.
3 Ella concibió y
dio a luz un hijo, y él lo llamó Er.
4 Luego concibió
nuevamente, y tuvo otro hijo, al que llamó Onán.
5 Después volvió a tener otro hijo, y le puso el nombre de Selá. Cuando ella dio a luz, estaba en Quezib.
5 Después volvió a tener otro hijo, y le puso el nombre de Selá. Cuando ella dio a luz, estaba en Quezib.
6 Más tarde, Judá
casó a Er, su hijo mayor, con una mujer llamada Tamar.
7 Er desagradó al Señor, y el Señor lo hizo morir.
7 Er desagradó al Señor, y el Señor lo hizo morir.
8 Judá dijo
entonces a Onán: "Únete a la viuda de Er, para cumplir con tus deberes de
cuñado y asegurar una descendencia a tu hermano".
9 Pero Onán, sabiendo que la descendencia no le pertenecería, cada vez que se unía con ella, derramaba el semen en la tierra para evitar que su hermano tuviera una descendencia.
9 Pero Onán, sabiendo que la descendencia no le pertenecería, cada vez que se unía con ella, derramaba el semen en la tierra para evitar que su hermano tuviera una descendencia.
10 Su manera de
proceder desagradó al Señor, que lo hizo morir también a él.
38 8-10.
"Para cumplir con tus deberes de cuñado": Judá se refiere a la
"ley del levirato", que prescribía el matrimonio con la viuda del
propio hermano, si este moría sin tener hijos. Así se evitaba que el nombre del
difunto desapareciera de su pueblo –ya que los hijos del segundo matrimonio
pertenecían legalmente al hermano fallecido– y también se impedía que el
patrimonio saliera de la familia. Ver Deut. 25. 5-10.
11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: "Vive como una viuda en la casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Selá", porque temía que este corriera la misma suerte que sus hermanos. Por eso Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.
11 Entonces Judá dijo a su nuera Tamar: "Vive como una viuda en la casa de tu padre, hasta que crezca mi hijo Selá", porque temía que este corriera la misma suerte que sus hermanos. Por eso Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.
12 Mucho tiempo
después, murió la esposa de Judá, la hija de Súa. Una vez concluido el duelo,
Judá se dirigió hacia Timná en compañía de su amigo Jirá, el adulamita, porque
allí esquilaban sus ovejas.
13 Tamar fue
informada de que su suegro se dirigía hacia Timná, donde estaban esquilando su
rebaño.
14 Y como veía que
Selá ya era grande, y sin embargo, no se lo habían dado como esposo, se quitó
su ropa de viuda, se cubrió con un velo para no ser reconocida, y se sentó a la
entrada de Enaim, sobre el camino a Timná.
14. Tamar "se
cubrió con un velo", como lo hacían las prostitutas en Canaán. Su conducta
enfrentaba las reglas de la moral vigente y ponía en peligro su vida. Pero como
estaba motivada por un deber de fidelidad hacia su esposo, terminó mereciendo
el elogio de su suegro (v. 26).
15 Como tenía la cara tapada, al verla, Judá pensó que era una prostituta.
16 Entonces se apartó del camino y fue hacia ella para decirle: "Deja que me acueste contigo", ignorando que se trataba de su nuera. Ella le respondió: "¿Qué me darás por acostarte conmigo?".
15 Como tenía la cara tapada, al verla, Judá pensó que era una prostituta.
16 Entonces se apartó del camino y fue hacia ella para decirle: "Deja que me acueste contigo", ignorando que se trataba de su nuera. Ella le respondió: "¿Qué me darás por acostarte conmigo?".
17 "Te
enviaré un chivito de mi rebaño", le aseguró él. "De acuerdo,
continuó ella, con tal que me dejes algo como prenda hasta que me lo
envíes".
18 Él le preguntó: "¿Qué debo dejarte?". "Tu sello con su cordón y el bastón que llevas en la mano", le respondió. Él se los entregó y se acostó con ella, dejándola embarazada.
18 Él le preguntó: "¿Qué debo dejarte?". "Tu sello con su cordón y el bastón que llevas en la mano", le respondió. Él se los entregó y se acostó con ella, dejándola embarazada.
19 Inmediatamente,
ella se retiró, se quitó el velo que la cubría, y volvió a ponerse su ropa de
viuda.
20 Cuando Judá le
envió el chivito por medio de su amigo, el adulamita, para rescatar la prenda
que había quedado en manos de la mujer, este no pudo encontrarla.
21 Entonces
preguntó a la gente del lugar: "¿Dónde está esa prostituta que se sentaba
en Enaim, al borde del camino?". Ellos le respondieron: "Allí nunca
hubo una prostituta".
22 Él regresó y
dijo a Judá: "No la pude encontrar. Además, la gente del lugar me aseguró
que allí nunca hubo una prostituta".
23 Judá replicó:
"Que se quede con todo, porque de lo contrario nos pondremos en ridículo.
Yo cumplí mandándole el cabrito, y tú no la encontraste".
24 Unos tres meses más tarde, notificaron a Judá: "Tu nuera Tamar se ha prostituido, y en una de sus andanzas quedó embarazada". Entonces Judá exclamó: "Sáquenla afuera y quémenla viva".
24 Unos tres meses más tarde, notificaron a Judá: "Tu nuera Tamar se ha prostituido, y en una de sus andanzas quedó embarazada". Entonces Judá exclamó: "Sáquenla afuera y quémenla viva".
25 Pero cuando la
iban a sacar, ella mandó decir a su suegro: "Estas cosas pertenecen al
hombre que me dejó embarazada. Averigua quién es el dueño de este sello, este
cordón y ese bastón".
26 Al
reconocerlos, Judá declaró: "Ella es más justa que yo, porque yo no le di
a mi hijo Selá". Y no volvió a tener relaciones con ella.
Los hijos de
Tamar
27 Llegado el
momento del parto, resultó que en su seno había mellizos.
28 Mientras daba a luz, uno de ellos extendió su mano, y la partera le ató en ella un hilo escarlata, diciendo: "Este ha sido el primero en salir".
29 Pero luego retiró su mano, y el otro salió antes. Entonces ella dijo: "¡Cómo te has abierto una brecha!". Por eso fue llamado Peres.
30 Después salió su hermano, con el hilo escarlata, y por eso lo llamaron Zéraj.
28 Mientras daba a luz, uno de ellos extendió su mano, y la partera le ató en ella un hilo escarlata, diciendo: "Este ha sido el primero en salir".
29 Pero luego retiró su mano, y el otro salió antes. Entonces ella dijo: "¡Cómo te has abierto una brecha!". Por eso fue llamado Peres.
30 Después salió su hermano, con el hilo escarlata, y por eso lo llamaron Zéraj.
José, mayordomo
de Putifar
39 1 Cuando José
fue llevado a Egipto, Putifar –un egipcio que era funcionario del Faraón,
capitán de guardias– lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allí.
2 Pero como el
Señor estaba con José, la suerte lo favoreció, y quedó en la casa de su patrón,
el egipcio.
3 Al ver que el
Señor estaba con él y hacía prosperar todas las obras que realizaba, 4 su
patrón lo miró con buenos ojos y lo nombró su mayordomo, poniéndolo al frente
de su casa y confiándole la administración de todos sus bienes.
5 A partir del
momento en que le encomendó el cuidado de su casa y de todas sus posesiones, el
Señor bendijo la casa del egipcio, en atención a José. La bendición del Señor
se extendía a todas sus posesiones, dentro y fuera de la casa.
6 Por eso dejó a
cargo de José todo lo que poseía, y ya no se preocupó más de nada, fuera del
alimento que comía.
José y la mujer
de Putifar
Como José era
apuesto y de buena presencia, 7 después de un tiempo, la esposa de su patrón
fijó sus ojos en él y le dijo: "Acuéstate conmigo".
8 Pero él se negó y respondió a la mujer: "Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los asuntos de su casa, porque me ha confiado todo lo que posee.
9 Él mismo no ejerce más autoridad que yo en esta casa, y no me ha impuesto ninguna restricción, fuera del respeto que te es debido, ya que eres su esposa. ¿Cómo entonces voy a cometer un delito tan grave y a pecar contra Dios?".
8 Pero él se negó y respondió a la mujer: "Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los asuntos de su casa, porque me ha confiado todo lo que posee.
9 Él mismo no ejerce más autoridad que yo en esta casa, y no me ha impuesto ninguna restricción, fuera del respeto que te es debido, ya que eres su esposa. ¿Cómo entonces voy a cometer un delito tan grave y a pecar contra Dios?".
10 Y por más que
ella lo instigaba día tras día, él no accedió a acostarse con ella y a ser su
amante.
11 Pero un día,
José entró en la casa para cumplir con sus obligaciones, en el preciso momento
en que todo el personal de servicio se encontraba ausente.
12 Entonces ella lo tomó de la ropa y le insistió: "Acuéstate conmigo". Pero él huyó, dejando su manto en las manos de la mujer, y se alejó de allí.
13 Cuando ella vio que José había dejado el manto entre sus manos y se había escapado, 14 llamó a sus servidores y les dijo: "¡Miren! Mi marido nos ha traído un hebreo, sólo para que se ría de nosotros. Él intentó acostarse conmigo, pero yo grité lo más fuerte que pude.
12 Entonces ella lo tomó de la ropa y le insistió: "Acuéstate conmigo". Pero él huyó, dejando su manto en las manos de la mujer, y se alejó de allí.
13 Cuando ella vio que José había dejado el manto entre sus manos y se había escapado, 14 llamó a sus servidores y les dijo: "¡Miren! Mi marido nos ha traído un hebreo, sólo para que se ría de nosotros. Él intentó acostarse conmigo, pero yo grité lo más fuerte que pude.
15 Y cuando me oyó
gritar pidiendo auxilio, dejó su manto a mi lado y se escapó".
El arresto de José
El arresto de José
16 Ella guardó el
manto de José hasta que regresó su marido, 17 y entonces le contó la misma
historia: "El esclavo hebreo que nos trajiste se ha burlado de mí y
pretendió violarme.
18 Pero cuando yo
grité pidiendo auxilio, él dejó su manto a mi lado y se escapó".
19 Al oír las palabras de su mujer: "Tu esclavo me hizo esto y esto", su patrón se enfureció, 20 hizo detener a José, y lo puso en la cárcel donde estaban recluidos los prisioneros del rey. Así fue a parar a la cárcel.
21 Pero el Señor estaba con José y le mostró su bondad, haciendo que se ganara la simpatía del jefe de los carceleros.
19 Al oír las palabras de su mujer: "Tu esclavo me hizo esto y esto", su patrón se enfureció, 20 hizo detener a José, y lo puso en la cárcel donde estaban recluidos los prisioneros del rey. Así fue a parar a la cárcel.
21 Pero el Señor estaba con José y le mostró su bondad, haciendo que se ganara la simpatía del jefe de los carceleros.
22 Este confió a
José todos los presos que había en la cárcel, y él dirigía todo lo que allí se
hacía.
23 El jefe de los
carceleros no vigilaba absolutamente nada de lo que había confiado a José,
porque el Señor estaba con él y hacía prosperar todo lo que él realizaba.
Los sueños de
los funcionarios del Faraón
40 1 Después de
estos acontecimientos, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a
su señor.
2 El Faraón se
irritó contra sus dos funcionarios –el copero mayor y el panadero mayor– 3 y
los hizo poner bajo custodia en la casa del capitán de guardias, en la misma
cárcel donde estaba preso José.
4 El capitán de
guardias encargó a José que se ocupara de servirlos, y así estuvieron
arrestados durante un tiempo.
5 Una vez,
mientras estaban presos en la cárcel, el copero y el panadero del rey de Egipto
tuvieron un sueño en el transcurso de una misma noche, cada sueño con su
significado propio.
6 A la mañana
siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró deprimidos.
7 "¿Por qué están hoy con la cara triste?", preguntó a los funcionarios del Faraón que estaban arrestados con él en la casa de su señor.
7 "¿Por qué están hoy con la cara triste?", preguntó a los funcionarios del Faraón que estaban arrestados con él en la casa de su señor.
8 Ellos le
respondieron: "Hemos tenido un sueño, y aquí no hay nadie que lo
interprete". José les dijo: "La interpretación es obra de Dios; pero
de todos modos cuéntenme lo que soñaron".
9 El copero relató
su sueño a José. "Yo soñé, le dijo que delante de mí había una vid, 10 y
en ella, tres sarmientos. Apenas la vid dio brotes, salieron sus flores y
maduraron las uvas en los racimos.
11 La copa del
faraón estaba en mi mano: yo tomé las uvas, las exprimí en esa copa, y la puse
en la mano del Faraón".
12 José le dijo:
"La interpretación es la siguiente: los tres racimos representan tres
días.
13 Dentro de tres
días, el Faraón te indultará, te restituirá a tu cargo, y tú pondrás la copa en
su mano, como acostumbrabas a hacerlo antes, cuando eras su copero.
14 Y cuando mejore
tu suerte, si todavía recuerdas que yo estuve aquí contigo, no dejes de hacerme
este favor: háblale de mí al Faraón, y trata de sacarme de este lugar.
15 Porque yo fui
traído por la fuerza del país de los hebreos, y aquí no hice nada para que me
pusieran en la cárcel".
16 El panadero
mayor, al ver con qué acierto había interpretado el sueño, dijo a José:
"Yo, por mi parte, soñé que tenía sobre mi cabeza tres canastas de mimbre.
17 En la canasta
más elevada, había de todos los productos de panadería que come el Faraón, y
los pájaros comían de esa canasta que estaba encima de mi cabeza".
18 José le
respondió: "La interpretación es la siguiente: las tres canastas
representan tres días.
19 Dentro de tres
días el Faraón te hará decapitar, te colgará de un poste, y los pájaros comerán
tu carne".
20 Efectivamente,
al tercer día se festejaba el cumpleaños del Faraón, y este agasajó con un
banquete a todos sus servidores. Entonces reconsideró las causas del copero
mayor y del panadero mayor en medio de sus servidores, 21 y restituyó en su
cargo al copero mayor, de manera que este volvió a poner la copa en la mano del
Faraón; 22 en cambio, mandó colgar al panadero mayor, conforme a la
interpretación que les había dado José.
23 Sin embargo, el copero mayor ya no pensó más en José, sino que se olvidó de él.
23 Sin embargo, el copero mayor ya no pensó más en José, sino que se olvidó de él.
Los sueños del
Faraón
41 1 Dos años
después, el Faraón tuvo un sueño: él estaba de pie junto al Nilo, 2 cuando de
pronto subieron del río siete vacas hermosas y robustas, que se pusieron a
pastar entre los juncos.
3 Detrás de ella
subieron otras siete vacas feas y escuálidas, que se pararon al lado de las
primeras; 4 y las vacas feas y escuálidas se comieron a las siete vacas
hermosas y robustas. En seguida el Faraón se despertó.
5 Luego volvió a dormirse y tuvo otro sueño: siete espigas grandes y lozanas salían de un mismo tallo.
5 Luego volvió a dormirse y tuvo otro sueño: siete espigas grandes y lozanas salían de un mismo tallo.
6 Pero
inmediatamente después brotaron otras siete espigas, delgadas y quemadas por el
viento del este; 7 y las espigas delgadas devoraron a las siete espigas grandes
y cargadas de granos. Cuando se despertó, el Faraón se dio cuenta de que había
estado soñando.
8 A la mañana
siguiente, el Faraón se sintió muy preocupado y mandó llamar a todos los magos
y sabios de Egipto, para contarles sus sueños. Pero nadie se los pudo interpretar.
9 Entonces el
copero mayor se dirigió al Faraón y le dijo: "Ahora reconozco mi
negligencia.
10 En cierta
oportunidad, el Faraón se irritó contra sus servidores, y me puso bajo
custodia, junto con el panadero mayor, en la casa del capitán de guardias.
11 Él y yo tuvimos un sueño en el transcurso de una misma noche, cada sueño con su propio significado.
11 Él y yo tuvimos un sueño en el transcurso de una misma noche, cada sueño con su propio significado.
12 Con nosotros
estaba un joven hebreo, un servidor del capitán de guardias; nosotros le
contamos nuestros sueños, y él los interpretó, dando a cada uno su explicación.
13 Y todo sucedió
como él lo había interpretado: yo fui restituido a mi cargo, mientras que el
otro fue ahorcado".
La
interpretación de los sueños del Faraón
14 El Faraón mandó
llamar a José, que sin pérdida de tiempo fue sacado de la prisión. Este se
afeitó, se cambió de ropa y compareció ante el Faraón.
15 El Faraón dijo a José: "He tenido un sueño que nadie puede interpretar. Pero me han informado que te basta oír un sueño para interpretarlo".
16 José respondió al Faraón: "No soy yo, sino Dios, el que dará al Faraón la respuesta conveniente".
15 El Faraón dijo a José: "He tenido un sueño que nadie puede interpretar. Pero me han informado que te basta oír un sueño para interpretarlo".
16 José respondió al Faraón: "No soy yo, sino Dios, el que dará al Faraón la respuesta conveniente".
17 Entonces el
Faraón dijo a José: "Soñé que estaba parado a orilla del Nilo, 18 y de
pronto subían del río siete vacas robustas y hermosas, que se pusieron a pastar
entre los juncos.
19 Detrás de ellas
subieron otras siete vacas, escuálidas, de aspecto horrible y esqueléticas,
como nunca había visto en todo el territorio de Egipto.
20 Y las vacas escuálidas y feas devoraron a las otras siete vacas robustas.
21 Pero una vez que las comieron, nadie hubiera dicho que las tenían en su vientre, porque seguían tan horribles como antes. En seguida me desperté.
22 En el otro sueño, vi siete espigas hermosas y cargadas de granos, que brotaban de un mismo tallo.
20 Y las vacas escuálidas y feas devoraron a las otras siete vacas robustas.
21 Pero una vez que las comieron, nadie hubiera dicho que las tenían en su vientre, porque seguían tan horribles como antes. En seguida me desperté.
22 En el otro sueño, vi siete espigas hermosas y cargadas de granos, que brotaban de un mismo tallo.
23 Después de
ellas brotaron otras siete espigas, marchitas, delgadas y quemadas por el
viento del este, 24 que devoraron a las siete espigas hermosas. Yo he contado
todo esto a los adivinos, pero ninguno me ha dado una explicación".
25 José dijo al
Faraón: "El Faraón ha soñado una sola cosa, y así Dios le ha anunciado lo
que está a punto de realizar.
26 Las siete vacas
hermosas y las siete espigas lozanas representan siete años. Los dos sueños se
tratan de lo mismo.27 Y las siete vacas escuálidas y feas que subieron después
de ellas son siete años, lo mismo que las siete espigas sin grano y quemadas
por el viento del este. Estos serán siete años de hambre.
28 Es como lo
acabo de decir al Faraón: Dios ha querido mostrarle lo que está a punto de
realizar.
29 En los próximos
siete años habrá en todo Egipto una gran abundancia.
30 Pero
inmediatamente después, sobrevendrán siete años de hambre, durante los cuales
en Egipto no quedará ni el recuerdo de aquella abundancia, porque el hambre
asolará al país.
31 Entonces nadie
sabrá lo que es la abundancia, a causa del hambre, que será muy intensa.
32 El hecho de que
el Faraón haya tenido dos veces el mismo sueño, significa que este asunto ya
está resuelto de parte de Dios y que él lo va a ejecutar de inmediato.
33 Por eso, es
necesario que el Faraón busque un hombre prudente y sabio, y lo ponga al frente
de todo Egipto.
34 Además, el
Faraón deberá establecer inspectores en todo el país y exigir a los egipcios la
quinta parte de las cosechas durante los siete años de abundancia.
35 Ellos reunirán los víveres que se cosechen en estos próximos siete años de prosperidad, y almacenarán el grano bajo la supervisión del Faraón, para tenerlo guardado en las ciudades.
35 Ellos reunirán los víveres que se cosechen en estos próximos siete años de prosperidad, y almacenarán el grano bajo la supervisión del Faraón, para tenerlo guardado en las ciudades.
36 Así el país
tendrá una reserva de alimentos para los siete años de hambre que vendrán sobre
Egipto, y no morirá de inanición".
La designación
de José como primer ministro
37 La respuesta
agradó al Faraón y a todos sus servidores.
38 Por eso el
Faraón les dijo a estos: "¿Podemos encontrar otro hombre que tenga en
igual medida el espíritu de Dios?".
39 Y dirigiéndose
a José, le expresó: "Ya que Dios te ha hecho conocer todas estas cosas, no
hay nadie que sea tan prudente y sabio como tú.
40 Por eso tú estarás al frente de mi palacio, y todo mi pueblo tendrá que acatar tus órdenes. Sólo por el trono real seré superior a ti".
41 Y el Faraón siguió diciendo a José: "Ahora mismo te pongo al frente de todo el territorio de Egipto".
40 Por eso tú estarás al frente de mi palacio, y todo mi pueblo tendrá que acatar tus órdenes. Sólo por el trono real seré superior a ti".
41 Y el Faraón siguió diciendo a José: "Ahora mismo te pongo al frente de todo el territorio de Egipto".
42 En seguida se
quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; lo hizo vestir con
ropa de lino fino y le colgó al cuello una cadena de oro.
43 Luego lo hizo
subir a la mejor carroza después de la suya, e iban gritando delante de él:
"¡Atención!". Así le dio autoridad sobre todo Egipto.
44 El Faraón dijo
a José: "Yo soy el Faraón, pero nadie podrá mover una mano o un pie en
todo el territorio de Egipto si tú no lo apruebas".
45 Luego impuso a José el nombre de Safnat Panéaj, y le dio por esposa a Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. Y José fue a recorrer el país de Egipto.
45 Luego impuso a José el nombre de Safnat Panéaj, y le dio por esposa a Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. Y José fue a recorrer el país de Egipto.
46 Cuando se puso
al servicio del Faraón, rey de Egipto, José tenía treinta años. José se alejó
de la presencia del Faraón e hizo un recorrido por todo el territorio de
Egipto.
47 Durante los
siete años de abundancia, la tierra produjo copiosamente, 48 y él reunió todos
los víveres recogidos en esos siete años y los almacenó en las ciudades,
depositando en cada una las cosechas de los campos vecinos.
49 De esa manera, José acumuló una enorme cantidad de cereales, tanto como la arena del mar, hasta tal punto que dejó de llevar un control, porque superaba toda medida.
49 De esa manera, José acumuló una enorme cantidad de cereales, tanto como la arena del mar, hasta tal punto que dejó de llevar un control, porque superaba toda medida.
Los hijos de
José
50 Antes que
comenzaran los años de hambre, José tuvo dos hijos, que le dio Asnat, la hija
de Potifera, el sacerdote de On.
51 Al primero lo
llamó Manasés, porque dijo: "Dios me ha hecho olvidar por completo mis
penas y mi casa paterna".
52 Y al segundo le
puso el nombre de Efraím, diciendo: "Dios me ha hecho fecundo en la tierra
de mi aflicción".
53 Entonces
terminaron los años en que Egipto gozó de abundancia, 54 y comenzaron los siete
años de hambre, como José lo había anticipado. En todos los países se sufría
hambre, pero en Egipto había alimentos.
55 Cuando también los egipcios y el pueblo sintieron hambre, y el pueblo pidió a gritos al Faraón que le diera de comer, este respondió: "Vayan a ver a José y hagan lo que él les diga".
55 Cuando también los egipcios y el pueblo sintieron hambre, y el pueblo pidió a gritos al Faraón que le diera de comer, este respondió: "Vayan a ver a José y hagan lo que él les diga".
56 Como el hambre
se había extendido por todo el país, José abrió los graneros y distribuyó
raciones a los egipcios, ya que el hambre se hacía cada vez más intensa.
57 Y de todas
partes iban a Egipto a comprar cereales a José, porque el hambre asolaba toda
la tierra.
El primer viaje
de los hermanos de José a Egipto
42 1 Cuando Jacob
se enteró de que en Egipto vendían cereales, preguntó a sus hijos: "¿Por
qué se quedan ahí, mirándose unos a otros?".
2 Luego añadió:
"He oído que en Egipto venden cereales. Vayan allí y compren algo para
nosotros. Así podremos sobrevivir y no moriremos".
3 Entonces, diez de los hermanos de José bajaron a Egipto para abastecerse de cereales; 4 pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José fuera con ellos, por temor a que le sucediera una desgracia.
3 Entonces, diez de los hermanos de José bajaron a Egipto para abastecerse de cereales; 4 pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José fuera con ellos, por temor a que le sucediera una desgracia.
5 Así llegaron los
hijos de Israel en medio de otra gente que también iba a procurarse víveres,
porque en Canaán se pasaba hambre.
El primer
encuentro de José con sus hermanos
6 José tenía
plenos poderes sobre el país y distribuía raciones a toda la población. Sus
hermanos se presentaron ante él y se postraron con el rostro en tierra.
7 Al verlos, él
los reconoció en seguida, pero los trató como si fueran extraños y les habló
duramente. "¿De dónde vienen?", les preguntó. Ellos respondieron:
"Venimos de Canaán para abastecernos de víveres".
8 Y al reconocer a sus hermanos, sin que ellos lo reconocieran a él, 9 José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos. Entonces les dijo: "Ustedes son espías, y han venido a observar las zonas desguarnecidas del país".
10 "No, señor", le respondieron. "Es verdad que tus servidores han venido a comprar víveres. 11Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además, personas honradas. No somos espías".
8 Y al reconocer a sus hermanos, sin que ellos lo reconocieran a él, 9 José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos. Entonces les dijo: "Ustedes son espías, y han venido a observar las zonas desguarnecidas del país".
10 "No, señor", le respondieron. "Es verdad que tus servidores han venido a comprar víveres. 11Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además, personas honradas. No somos espías".
12 Pero él
insistió: "No, ustedes han venido a observar las zonas desguarnecidas del
país".
13 Ellos
continuaron diciendo: "Nosotros, tus servidores, somos doce hermanos,
hijos de un hombre que reside en Canaán. El menor está ahora con nuestro padre,
y otro ya no vive".
14 Pero él volvió
a insistir: "Ya les he dicho que ustedes son espías. 15 Por eso van a ser
sometidos a una prueba: juro por el Faraón que ustedes no quedarán en libertad,
mientras no venga aquí su hermano menor.
16 Envíen a uno de ustedes a buscar a su hermano, los demás quedarán prisioneros. Así será puesto a prueba lo que ustedes han afirmado, para comprobar si dicen la verdad. De lo contrario, no habrá ninguna duda de que ustedes son espías".
16 Envíen a uno de ustedes a buscar a su hermano, los demás quedarán prisioneros. Así será puesto a prueba lo que ustedes han afirmado, para comprobar si dicen la verdad. De lo contrario, no habrá ninguna duda de que ustedes son espías".
17 E
inmediatamente, los puso bajo custodia durante tres días.
18 Al tercer día, José les dijo: "Si quieren salvar la vida, hagan lo que les digo, porque yo soy un hombre temeroso de Dios.
18 Al tercer día, José les dijo: "Si quieren salvar la vida, hagan lo que les digo, porque yo soy un hombre temeroso de Dios.
19 Para probar que
ustedes son sinceros, uno de sus hermanos quedará como rehén en la prisión
donde están bajo custodia, mientras el resto llevará los víveres, para aliviar
el hambre de sus familias.
20 Después me
traerán a su hermano menor. Así se pondrá de manifiesto que ustedes han dicho
la verdad y no morirán". Ellos estuvieron de acuerdo.
21 Pero en seguida comenzaron a decirse unos a otros: "¡Verdaderamente estamos expiando lo que hicimos contra nuestro hermano! Porque nosotros vimos su angustia cuando nos pedía que tuviéramos compasión, y no quisimos escucharlo. Por eso nos sucede esta desgracia".
21 Pero en seguida comenzaron a decirse unos a otros: "¡Verdaderamente estamos expiando lo que hicimos contra nuestro hermano! Porque nosotros vimos su angustia cuando nos pedía que tuviéramos compasión, y no quisimos escucharlo. Por eso nos sucede esta desgracia".
22 Rubén les
respondió: "¿Acaso no les advertí que no cometieran ese delito contra el
muchacho? Pero ustedes no quisieron hacer caso, y ahora se nos pide cuenta de
su sangre".
23 Ellos ignoraban
que José los entendía, porque antes habían hablado por medio de un intérprete.
24 José se alejó
de ellos para llorar; y cuando estuvo en condiciones de hablarles nuevamente,
separó a Simeón y ordenó que lo ataran a la vista de todos.
25 Después José mandó que les llenaran las bolsas con trigo y que repusieran el dinero en la bolsa de cada uno. También ordenó que les entregaran provisiones para el camino. Así se hizo.
25 Después José mandó que les llenaran las bolsas con trigo y que repusieran el dinero en la bolsa de cada uno. También ordenó que les entregaran provisiones para el camino. Así se hizo.
26 Ellos cargaron
sus asnos con los víveres y partieron.
La vuelta de
los hermanos de José a Canaán
27 Cuando
acamparon para pasar la noche, uno de ellos abrió la bolsa para dar de comer a
su asno, y encontró el dinero junto a la abertura de la bolsa.
28 Entonces dijo a sus hermanos: "Me han devuelto el dinero. Está aquí, en mi bolsa". Ellos se quedaron pasmados y, temblando, se preguntaban unos a otros: "¿Por qué Dios nos habrá hecho esto?".
28 Entonces dijo a sus hermanos: "Me han devuelto el dinero. Está aquí, en mi bolsa". Ellos se quedaron pasmados y, temblando, se preguntaban unos a otros: "¿Por qué Dios nos habrá hecho esto?".
29 Al llegar a
Canaán, relataron a su padre Jacob la aventura que habían tenido.
30 "El hombre que gobierna aquel país, le dijeron, nos habló duramente y nos acusó de haber entrado allí como espías.
30 "El hombre que gobierna aquel país, le dijeron, nos habló duramente y nos acusó de haber entrado allí como espías.
31 Nosotros le
aseguramos que éramos personas honradas y no espías.
32 También le dijimos que éramos doce hermanos, pero que uno ya no vivía, y que nuestro hermano menor estaba en ese momento en Canaán, al lado de nuestro padre.
32 También le dijimos que éramos doce hermanos, pero que uno ya no vivía, y que nuestro hermano menor estaba en ese momento en Canaán, al lado de nuestro padre.
33 El hombre que
gobierna el país nos respondió: ‘Para demostrarme que ustedes son sinceros,
dejen conmigo a uno de sus hermanos, mientras los demás llevan algo para
aliviar el hambre de sus familias.
34 Luego tráiganme
a su hermano menor, y así sabré que ustedes no son espías sino personas
honradas. Entonces les devolveré a su hermano y podrán recorrer libremente el
país’".
35 Cuando vaciaron
las bolsas, cada uno encontró su dinero y, al verlo, ellos y su padre se
llenaron de temor.
36 Entonces Jacob
les dijo: "Ustedes me van a dejar sin hijos. Primero, perdí a José;
después, a Simeón; y ahora quieren quitarme a Benjamín. ¡A mí tenían que
pasarme todas estas cosas!".
37 Pero Rubén le
respondió: "Podrás matar a mis dos hijos si no te lo traigo de vuelta.
Déjalo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré sano y salvo".
38 Jacob insistió: "Mi hijo no irá con ustedes, porque su hermano ya murió y ahora queda él solo. Si le sucede una desgracia durante el viaje que van a realizar, ustedes me harán bajar a la tumba lleno de aflicción".
38 Jacob insistió: "Mi hijo no irá con ustedes, porque su hermano ya murió y ahora queda él solo. Si le sucede una desgracia durante el viaje que van a realizar, ustedes me harán bajar a la tumba lleno de aflicción".
El segundo
viaje de los hermanos de José a Egipto
43 1 El hambre
continuaba asolando el país. 2 Y cuando se agotaron los víveres que habían
traído de Egipto, su padre les dijo: "Regresen a Egipto a comprarnos un
poco de comida".
3 Pero Judá le
respondió: "Aquel hombre nos advirtió expresamente que no nos presentáramos
delante de él, si nuestro hermano no nos acompañaba.
4 Si tú dejas partir a nuestro hermano con nosotros, bajaremos a comprarte comida; 5 pero si no lo dejas, no podremos ir, porque el hombre nos dijo: ‘No vengan a verme si su hermano no los acompaña’".
4 Si tú dejas partir a nuestro hermano con nosotros, bajaremos a comprarte comida; 5 pero si no lo dejas, no podremos ir, porque el hombre nos dijo: ‘No vengan a verme si su hermano no los acompaña’".
6 Entonces Israel
dijo: "¿Por qué me han causado este dolor, diciendo a ese hombre que
tenían otro hermano?".
7 Ellos
respondieron: "Él comenzó a hacernos preguntas sobre nosotros y sobre
nuestra familia. ‘El padre de ustedes ¿vive todavía? ¿Tienen otro hermano?’.
Nosotros nos limitamos a responder a sus preguntas. ¿Cómo nos íbamos a imaginar
que él nos diría: ‘Traigan aquí a su hermano’?".
8 Entonces Judá dijo a su padre Israel: "Envía al muchacho bajo mi responsabilidad, y ahora mismo nos pondremos en camino para poder sobrevivir. De lo contrario moriremos nosotros, tú y nuestros niños.
9 Yo respondo por él, y tendrás que pedirme cuentas a mí. Si no te lo traigo y lo pongo delante de tus ojos, seré culpable ante ti todo el resto de mi vida.
10 Ya estaríamos de vuelta dos veces, si no nos hubiéramos entretenido tanto".
11 Ya que tiene que ser así, continuó diciendo Israel, hagan lo siguiente: Pongan en sus equipajes los mejores productos del país, y regalen a aquel hombre un poco de bálsamo y un poco de miel, goma tragacanto, mirra, nueces y almendras.
8 Entonces Judá dijo a su padre Israel: "Envía al muchacho bajo mi responsabilidad, y ahora mismo nos pondremos en camino para poder sobrevivir. De lo contrario moriremos nosotros, tú y nuestros niños.
9 Yo respondo por él, y tendrás que pedirme cuentas a mí. Si no te lo traigo y lo pongo delante de tus ojos, seré culpable ante ti todo el resto de mi vida.
10 Ya estaríamos de vuelta dos veces, si no nos hubiéramos entretenido tanto".
11 Ya que tiene que ser así, continuó diciendo Israel, hagan lo siguiente: Pongan en sus equipajes los mejores productos del país, y regalen a aquel hombre un poco de bálsamo y un poco de miel, goma tragacanto, mirra, nueces y almendras.
12 Tomen además
una doble cantidad de dinero, porque ustedes tendrán que restituir la suma que
les pusieron junto a la abertura de la bolsa. Tal vez se trate de una
equivocación.
13 Lleven también
a su hermano, y vuelvan cuanto antes a ver a ese hombre.
14 Que el Dios Todopoderoso lo mueva a compadecerse de ustedes, y él les permita traer a su hermano, lo mismo que a Benjamín. Yo, por mi parte, si tengo que verme privado de mis hijos, estoy dispuesto a soportarlo".
15 Ellos recogieron los regalos, tomaron una doble cantidad de dinero, y bajaron a Egipto llevándose a Benjamín. En seguida fueron a presentarse delante de José, 16 y cuando este vio que venían con Benjamín, dijo a su mayordomo: "Lleva a estos hombres a casa. Mata un animal y prepáralo, porque hoy al mediodía comerán conmigo".
14 Que el Dios Todopoderoso lo mueva a compadecerse de ustedes, y él les permita traer a su hermano, lo mismo que a Benjamín. Yo, por mi parte, si tengo que verme privado de mis hijos, estoy dispuesto a soportarlo".
15 Ellos recogieron los regalos, tomaron una doble cantidad de dinero, y bajaron a Egipto llevándose a Benjamín. En seguida fueron a presentarse delante de José, 16 y cuando este vio que venían con Benjamín, dijo a su mayordomo: "Lleva a estos hombres a casa. Mata un animal y prepáralo, porque hoy al mediodía comerán conmigo".
17 El mayordomo
hizo lo que José le había ordenado y los condujo hasta la casa.
18 Pero ellos, al ser llevados a la casa de José, se llenaron de temor y dijeron: "Nos traen aquí a causa del dinero que fue puesto en nuestras bolsas la vez anterior. No es más que un pretexto para atacarnos y convertirnos en esclavos, junto con nuestros animales".
18 Pero ellos, al ser llevados a la casa de José, se llenaron de temor y dijeron: "Nos traen aquí a causa del dinero que fue puesto en nuestras bolsas la vez anterior. No es más que un pretexto para atacarnos y convertirnos en esclavos, junto con nuestros animales".
19 Entonces se
acercaron al mayordomo de José y le hablaron a la entrada de la casa, 20
diciéndole: "Perdón, señor, nosotros ya estuvimos aquí una vez para
abastecernos de víveres.
21 Pero cuando
acampamos para pasar la noche, abrimos nuestras bolsas y resultó que el dinero
de cada uno estaba junto a la abertura de su bolsa. Era exactamente la misma
cantidad que habíamos pagado. Ahora tenemos esa suma aquí con nosotros, 22 y
además hemos traído dinero para adquirir nuevas provisiones. No sabemos quién
puso el dinero en nuestras bolsas".
23 Pero él respondió: "Quédense tranquilos, no teman. Su Dios y el Dios de su padre les puso ese dinero en las bolsas. La suma que ustedes pagaron está en mi poder". Y en seguida les presentó a Simeón.
23 Pero él respondió: "Quédense tranquilos, no teman. Su Dios y el Dios de su padre les puso ese dinero en las bolsas. La suma que ustedes pagaron está en mi poder". Y en seguida les presentó a Simeón.
24 El mayordomo
introdujo a los hombres en la casa de José, les trajo agua para que se lavaran
los pies y les dio pasto para los animales.
25 Ellos prepararon los regalos, esperando la llegada de José al mediodía, porque ya les había avisado que comería allí.
25 Ellos prepararon los regalos, esperando la llegada de José al mediodía, porque ya les había avisado que comería allí.
El segundo
encuentro de José con sus hermanos
26 Cuando José
entró en la casa, le presentaron los regalos que traían y se postraron ante él
con el rostro en tierra.
27 José los saludó
y les dijo: "El anciano padre de que me hablaron, ¿vive todavía? ¿Cómo
está?".
28 "Nuestro
padre, tu servidor, vive todavía y goza de buena salud", le respondieron;
e inclinándose, se postraron.
29 Al levantar los
ojos, José vio a Benjamín, el hijo de su misma madre, y preguntó: "¿Es
este el hermano menor de que me habían hablado?". Y añadió: "Que Dios
te favorezca, hijo mío".
30 José salió
precipitadamente porque se conmovió a la vista de su hermano y no podía
contener las lágrimas. Entró en una habitación y lloró.
31 Después se lavó la cara, volvió y, tratando de dominarse, ordenó que sirvieran la comida.
31 Después se lavó la cara, volvió y, tratando de dominarse, ordenó que sirvieran la comida.
32 Sirvieron en
mesas separadas a José, a sus hermanos, y a los egipcios que comían con él,
porque los egipcios no pueden comer con los hebreos: es una abominación para
ellos.
33 Cuando se
sentaron frente a José, por orden de edad, de mayor a menor, sus hermanos se
miraron con asombro unos a otros.
34 Él les hizo
servir de su misma mesa, y la porción de Benjamín era varias veces mayor que la
de los demás. Todos bebieron y se alegraron con él.
La última
prueba de José a sus hermanos
44 1 Después José
dio a su mayordomo esta orden: "Llena de víveres las bolsas de estos
hombres, hasta que estén bien repletas, y antes de cerrarlas, coloca en ellas
el dinero de cada uno.
2 En la bolsa del
más joven, además del dinero que pagó por su ración, pondrás también mi copa de
plata". El mayordomo hizo lo que José le había indicado, 3 y al día
siguiente, apenas amaneció, hicieron salir a los hombres con sus asnos.
4 Ellos salieron
de la ciudad, y cuando todavía no se habían alejado, José dijo a su mayordomo:
"Corre ahora mismo detrás de esos hombres, y apenas los alcances, les
dirás: ‘¿Por qué devuelven mal por bien, y por qué me han robado la copa de
plata?
5 Esa es la copa
que mi señor usa para beber y con la que consulta los presagios. Ustedes se han
comportado pésimamente’".
44 5. "La
copa con la que consulta los presagios": la adivinación por medio de
líquidos es una práctica bien atestiguada en el Antiguo Oriente, especialmente
en Babilonia. El sonido o los movimientos del agua al caer en la copa, o la
figura que formaban las gotas de aceite derramadas sobre el agua, eran
interpretadas como signos o presagios. De allí que la importancia del
recipiente que llevaban los hermanos de José, fuera mayor que su valor
material.
6 Apenas los
alcanzó, el mayordomo les repitió estas palabras.
7 Pero ellos respondieron: "¿Cómo puedes, señor, afirmar tales cosas? Lejos de nosotros comportarnos de esa manera.
7 Pero ellos respondieron: "¿Cómo puedes, señor, afirmar tales cosas? Lejos de nosotros comportarnos de esa manera.
8 Nosotros te
trajimos de vuelta desde Canaán el dinero que encontramos en nuestras bolsas.
¿Cómo íbamos entonces a robar plata u oro de la casa de tu señor?
9 Si la copa se
llega a encontrar en poder de alguno de nosotros, el que la tenga morirá, y
todos los demás seremos tus esclavos".
10 "Está
bien, respondió, que sea como ustedes dicen, pero mi esclavo será únicamente
aquel en cuyo poder se encuentre la copa. Los demás quedarán libres de todo
cargo".
11 Entonces ellos
se apresuraron a bajar sus bolsas, y cada uno abrió la suya.
12 El mayordomo
las registró, empezando por la del mayor y terminando por la del menor, y la
copa fue hallada en la bolsa de Benjamín.
13 Al ver esto, ellos rasgaron sus vestiduras; luego volvieron a cargar sus asnos y regresaron a la ciudad.
13 Al ver esto, ellos rasgaron sus vestiduras; luego volvieron a cargar sus asnos y regresaron a la ciudad.
14 Cuando Judá y
sus hermanos entraron en la casa de José, este todavía se encontraba allí.
Ellos se postraron ante él con el rostro en tierra, 15 y entonces José les
preguntó: "¿Qué manera de proceder es esta? ¿Acaso ustedes ignoraban que
un hombre como yo sabe recurrir a la adivinación?".
16 Judá respondió: "¿Qué podemos decirte, señor? ¿Qué excusa podemos alegar, o cómo vamos a probar nuestra inocencia? Es Dios el que ha puesto al descubierto nuestra maldad. Aquí nos tienes: somos tus esclavos, tanto nosotros como aquel en cuyo poder estaba la copa".
16 Judá respondió: "¿Qué podemos decirte, señor? ¿Qué excusa podemos alegar, o cómo vamos a probar nuestra inocencia? Es Dios el que ha puesto al descubierto nuestra maldad. Aquí nos tienes: somos tus esclavos, tanto nosotros como aquel en cuyo poder estaba la copa".
17 Pero José
replicó: "¡Lejos de mí obrar de ese modo! Mi esclavo será solamente el que
tenía la copa. Los demás podrán regresar tranquilamente a la casa de su
padre".
La intervención
de Judá en favor de Benjamín
18 Judá se acercó
para decirle: "Permite, señor, que tu servidor diga una palabra en tu
presencia, sin impacientarte conmigo, ya que tú y el Faraón son una misma cosa.
19 Tú nos
preguntaste si nuestro padre vivía aún y si teníamos otro hermano.
20 Nosotros te respondimos: Tenemos un padre que ya es anciano, y un hermano menor, hijo de su vejez. El hermano de este último murió, y él es el único hijo de la madre de estos dos que ha quedado vivo; por eso nuestro padre siente por él un afecto muy especial.
20 Nosotros te respondimos: Tenemos un padre que ya es anciano, y un hermano menor, hijo de su vejez. El hermano de este último murió, y él es el único hijo de la madre de estos dos que ha quedado vivo; por eso nuestro padre siente por él un afecto muy especial.
21 Tú nos dijiste:
‘Tráiganlo aquí, porque lo quiero conocer’. 22 Y aunque nosotros te explicamos
que el muchacho no podía dejar a su padre, porque si se alejaba de él, su padre
moriría, 23 tú nos volviste a insistir: ‘Si no viene con ustedes su hermano
menor, no serán admitidos nuevamente en mi presencia’.
24 Cuando
regresamos a la casa de nuestro padre, tu servidor, le repetimos tus mismas
palabras.
25 Pero un tiempo
después, nuestro padre nos dijo: ‘Vayan otra vez a comprar algunos víveres’.
26 Nosotros
respondimos: ‘Así no podemos ir. Lo haremos únicamente si nuestro hermano menor
viene con nosotros, porque si él no nos acompaña, no podemos comparecer delante
de aquel hombre’.
27 Nuestro padre,
tu servidor, nos respondió: ‘Ustedes saben muy bien que mi esposa predilecta me
dio dos hijos.
28 Uno se fue de
mi lado; yo tuve que reconocer que las fieras lo habían despedazado, y no volví
a verlo más.
29 Si ahora
ustedes me quitan también a este, y le sucede una desgracia, me harán bajar a
la tumba lleno de aflicción’.
30 Por eso, si me
presento ante mi padre sin el muchacho, a quien él tanto quiere, 31 apenas vea
que falta su hijo, morirá; y nosotros lo habremos hecho bajar a la tumba lleno
de aflicción.
32 Además, yo me
he hecho responsable del muchacho ante mi padre, diciendo: ‘Si no te lo
devuelvo sano y salvo, seré culpable ante ti todo el resto de mi vida’.
33 Por eso, deja
que yo me quede como esclavo tuyo en lugar del muchacho, y que él se vuelva con
sus hermanos. 34 ¿Cómo podré regresar si el muchacho no me acompaña? Yo no
quiero ver la desgracia que caerá sobre mi padre".
El desenlace de
la historia de José
45 1 José ya no
podía contener su emoción en presencia de la gente que lo asistía, y exclamó:
"Hagan salir de aquí a toda la gente". Así, nadie permaneció con él
mientras se daba a conocer a sus hermanos.
2 Sin embargo, sus sollozos eran tan fuertes que los oyeron los egipcios, y la noticia llegó hasta el palacio del Faraón.
2 Sin embargo, sus sollozos eran tan fuertes que los oyeron los egipcios, y la noticia llegó hasta el palacio del Faraón.
3 José dijo a sus
hermanos: "Yo soy José. ¿Es verdad que mi padre vive todavía?". Pero
ellos no pudieron responderle, porque al verlo se habían quedado pasmados.
4 Entonces José
volvió a decir a sus hermanos: "Acérquense un poco más". Y cuando
ellos se acercaron, añadió: "Sí, yo soy José, el hermano de ustedes, el
mismo que vendieron a los egipcios.
5 Ahora no se
aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido. En realidad, ha sido Dios
el que me envió aquí delante de ustedes para preservarles la vida.
6 Porque ya hace
dos años que hay hambre en esta región, y en los próximos cinco años tampoco se
recogerán cosechas de los cultivos.
7 Por eso Dios hizo que yo los precediera para dejarles un resto en la tierra y salvarles la vida, librándolos de una manera extraordinaria.
7 Por eso Dios hizo que yo los precediera para dejarles un resto en la tierra y salvarles la vida, librándolos de una manera extraordinaria.
8 Ha sido Dios, y
no ustedes, el que me envió aquí y me constituyó padre del Faraón, señor de
todo su palacio y gobernador de Egipto.
9 Vuelvan cuanto
antes a la casa de mi padre y díganle: ‘Así habla tu hijo José: Dios me ha
constituido señor de todo Egipto. Ven ahora mismo a reunirte conmigo.
10 Tú vivirás en
la región de Gosen, y estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos,
tus ovejas y tus vacas, y con todo lo que te pertenece.
11 Yo proveeré a tu subsistencia, porque el hambre durará todavía cinco años. De esa manera, ni tú ni tu familia ni nada de lo que te pertenece, pasarán necesidad’.
11 Yo proveeré a tu subsistencia, porque el hambre durará todavía cinco años. De esa manera, ni tú ni tu familia ni nada de lo que te pertenece, pasarán necesidad’.
12 Ustedes son
testigos, como lo es también mi hermano Benjamín, de que soy yo mismo el que
les dice esto.
13 Informen a mi
padre del alto cargo que ocupo en Egipto y de todo lo que han visto. Y
tráiganlo aquí lo antes posible".
14 Luego estrechó
entre sus brazos a su hermano Benjamín y se puso a llorar. También Benjamín
lloró abrazado a él.
15 Después besó a
todos sus hermanos y lloró mientras los abrazaba. Sólo entonces, sus hermanos
atinaron a hablar con él.
16 Cuando en el
palacio del Faraón se difundió la noticia de que habían llegado los hermanos de
José, el Faraón y sus servidores vieron esto con buenos ojos.
17 El Faraón dijo a José: "Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vayan en seguida a la tierra de Canaán, 18 para traer aquí a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y ustedes vivirán de la fertilidad del suelo.
17 El Faraón dijo a José: "Ordena a tus hermanos que carguen sus animales y vayan en seguida a la tierra de Canaán, 18 para traer aquí a su padre y a sus familias. Yo les daré lo mejor de Egipto, y ustedes vivirán de la fertilidad del suelo.
19 Además,
ordénales que lleven de Egipto algunos carros para sus niños y sus mujeres, y
para trasladar a su padre.
20 Diles que no se
preocupen por las cosas que dejan, porque lo mejor de todo el territorio de
Egipto será para ustedes".
21 Así lo hicieron
los hijos de Israel. De acuerdo con la orden del Faraón, José les dio unos
carros y les entregó provisiones para el camino.
22 Además, dio a cada uno de ellos un vestido nuevo, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y varios vestidos nuevos.
22 Además, dio a cada uno de ellos un vestido nuevo, y a Benjamín le entregó trescientas monedas de plata y varios vestidos nuevos.
23 También envió a
su padre diez asnos cargados con los mejores productos de Egipto, y diez asnas
cargadas de cereales, de pan y de víveres para el viaje.
24 Y cuando
despidió a sus hermanos antes que partieran, les recomendó: "Vayan
tranquilos".
25 Ellos salieron
de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde se encontraba su padre Jacob.
26 Cuando le
anunciaron que José estaba vivo y era el gobernador de todo Egipto, Jacob no se
conmovió, porque no les podía creer.
27 Entonces le
repitieron todo lo que les había dicho José y, al ver los carros que le había
enviado para transportarlo, su espíritu revivió.
28 Israel exclamó:
"Ya es suficiente. ¡Mi hijo José vive todavía! Tengo que ir a verlo antes
de morir".
Jacob y su
familia en Egipto
46 1 Israel partió
llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al
Dios de su padre Isaac.
2 Dios dijo a
Israel en una visión nocturna: "¡Jacob, Jacob!". Él respondió:
"Aquí estoy".
3 Dios continuó:
"Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a Egipto,
porque allí haré de ti una gran nación.
4 Yo bajaré
contigo a Egipto, y después yo mismo te haré volver; y las manos de José
cerrarán tus ojos".
5 Cuando Jacob
salió de Berseba, los hijos de Israel hicieron subir a su padre, junto con sus
hijos y sus mujeres, en los carros que el Faraón había enviado para
trasladarlos.
6 Ellos se
llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así
llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia 7 –sus hijos y sus nietos, sus hijas
y sus nietas– porque él había llevado consigo a todos sus descendientes.
La familia de
Jacob
8 Los nombres de
los hijos de Israel –o sea, Jacob y sus hijos– que emigraron a Egipto son los
siguientes: Rubén el primogénito de Jacob, 9 y los hijos de Rubén: Henoc, Palú,
Jesrón y Carmí.
10 Los hijos de
Simeón: Iemuel, Iamín, Ohad, Iaquín, Sójar y Saúl, el hijo de la cananea.
11 Los hijos de
Leví: Gersón, Quehat y Merarí.
12 Los hijos de
Judá: Er, Onán, Selá, Peres y Zéraj. Er y Onán ya habían muerto en Canaán, y
los hijos de Peres fueron Jesrón y Jamul.
13 Los hijos de
Isacar: Tolá, Puvá, Iasub y Simrón.
14 Los hijos de
Zabulón: Séred, Elón y Iajlel.
15 Estos son los
hijos que Lía había dado a Jacob en Padán Arám, además de su hija Dina. Entre
hombres y mujeres sumaban un total de treinta y tres personas.
16 Los hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.
16 Los hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí.
17 Los hijos de
Aser: Imná, Isvá, Isví, Beriá, y también Séraj, hermana de aquellos. Los hijos
de Beriá: Jéber y Malquiel.
18 Estos son los
hijos de Zilpá, la esclava que Labán había dado a su hija Lía. De ella le
nacieron a Jacob estas dieciséis personas.
19 Los hijos de
Raquel, la esposa de Jacob: José y Benjamín.
20 En Egipto, José fue padre de Manasés y Efraím, los hijos que le dio Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.
20 En Egipto, José fue padre de Manasés y Efraím, los hijos que le dio Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On.
21 Los hijos de
Benjamín: Belá, Béquer, Asbel, Guerá, Naamán, Ejí, Ros, Mupím, Jupím y Ard.
22 Estos son los
hijos de Raquel, que le nacieron a Jacob. En total, catorce personas.
23 El hijo de Dan: Jusím. 24 Los hijos de Neftalí: Iajsel, Guní, Iéser y Silém.
25 Estos son los descendientes de Bilhá, la esclava que Labán había dado a su hija Raquel. De ella le nacieron a Jacob estas siete personas.
23 El hijo de Dan: Jusím. 24 Los hijos de Neftalí: Iajsel, Guní, Iéser y Silém.
25 Estos son los descendientes de Bilhá, la esclava que Labán había dado a su hija Raquel. De ella le nacieron a Jacob estas siete personas.
26 Toda la familia
de Jacob que emigró a Egipto –sus propios descendientes, sin contar a las
mujeres de sus hijos– sumaban un total de sesenta y seis personas.
27 Incluyendo a
José y a los dos hijos que este tuvo en Egipto, toda la familia de Jacob,
cuando emigró a Egipto, sumaba un total de setenta personas.
El encuentro de Jacob con José
El encuentro de Jacob con José
28 Israel hizo que
Judá se le adelantara y fuera a ver a José, para anunciarle su llegada a Gosen.
Cuando llegaron a la región de Gosen,
29 José hizo
enganchar su carruaje y subió hasta allí para encontrarse con su padre Israel.
Apenas este apareció ante él, José lo estrechó entre sus brazos, y lloró un
largo rato, abrazado a su padre.
30 Entonces Israel
dijo a José: "Ahora sí que puedo morir, porque he vuelto a ver tu rostro y
que vives todavía".
31 Después José
dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: "Yo iré a informar al
Faraón y le diré: ‘Mis hermanos y la familia de mi padre, que antes estaban en
Canaán, han venido a reunirse conmigo.
32 Ellos son
pastores, y ya hace mucho tiempo que se dedican a cuidar el ganado. Ahora han
traído sus ovejas, sus vacas y todo lo que poseen’.
33 Por eso, cuando el Faraón los llame y les pregunte de qué se ocupan, 34 ustedes responderán: ‘Tus servidores, desde su juventud hasta ahora, se han dedicado a cuidar el ganado, lo mismo que sus antepasados’. Así ustedes podrán establecerse en la región de Gosen, porque los egipcios sienten abominación por todos los pastores".
33 Por eso, cuando el Faraón los llame y les pregunte de qué se ocupan, 34 ustedes responderán: ‘Tus servidores, desde su juventud hasta ahora, se han dedicado a cuidar el ganado, lo mismo que sus antepasados’. Así ustedes podrán establecerse en la región de Gosen, porque los egipcios sienten abominación por todos los pastores".
46 34. "Los
egipcios sienten abominación por todos los pastores": esta aclaración –que
fue añadida al relato original– evoca el odio de los egipcios hacia un grupo de
invasores denominados Hicsos, nombre que significa "pastores".
La entrevista
de los hijos de Jacob con el Faraón
47 1 Luego José
fue a informar al Faraón, diciendo: "Mi padre y mis hermanos vinieron de
Canaán con sus ovejas, sus vacas y todo lo que poseen, y ahora están en la
región de Gosen".
2 Además, él se
había hecho acompañar por algunos de sus hermanos y se los presentó al Faraón.
3 Este les
preguntó: "Y ustedes, ¿de qué se ocupan?". "Somos pastores, como
también lo fueron nuestros antepasados", respondieron ellos.
4 Y añadieron: "Hemos venido a residir en este país, porque en Canaán no hay pastos para nuestros rebaños, ya que el país está asolado por el hambre. Por eso te rogamos que nos dejes permanecer en la región de Gosen".
5 El Faraón dijo a José: 6 "Pueden establecerse en la región de Gosen. Y si te consta que entre ellos hay gente capaz, encomiéndales el cuidado de mis propios rebaños".
4 Y añadieron: "Hemos venido a residir en este país, porque en Canaán no hay pastos para nuestros rebaños, ya que el país está asolado por el hambre. Por eso te rogamos que nos dejes permanecer en la región de Gosen".
5 El Faraón dijo a José: 6 "Pueden establecerse en la región de Gosen. Y si te consta que entre ellos hay gente capaz, encomiéndales el cuidado de mis propios rebaños".
Otro relato del
establecimiento de los hebreos en Egipto
Jacob y sus hijos
llegaron a Egipto, donde estaba José; y cuando el Faraón, rey de Egipto, se
enteró de la noticia, dijo a José: "Tu padre y tus hermanos vinieron a
reunirse contigo. El territorio de Egipto está a tu disposición: instala a tu
padre y a tus hermanos en las mejores tierras".
7 José hizo venir
a su padre Jacob y se lo presentó al Faraón. Jacob saludó respetuosamente al
Faraón, 8 y este le preguntó: "¿Cuántos años tienes?".
9 Jacob respondió al Faraón: "Los años que se me han concedido suman ya ciento treinta. Pocos y desdichados han sido estos años de mi vida, y ni siquiera se acercan a los que fueron concedidos a mis padres".
9 Jacob respondió al Faraón: "Los años que se me han concedido suman ya ciento treinta. Pocos y desdichados han sido estos años de mi vida, y ni siquiera se acercan a los que fueron concedidos a mis padres".
10 Luego Jacob
volvió a saludar al Faraón y salió de allí.
11 José instaló a
su padre y a sus hermanos, dándoles una propiedad en Egipto, en las mejores
tierras –en la región de Ramsés– como el Faraón lo había dispuesto.
12 Y también
proveyó al sostenimiento de su padre, de sus hermanos, y de toda la familia de
su padre, según las necesidades de cada uno.
La habilidad
administrativa de José
13 Como la escasez
era muy grande, en ningún país había alimentos, y tanto Egipto como Canaán
estaban exhaustos por el hambre.
14 Así José pudo
recaudar todo el dinero que circulaba en Egipto y en Canaán, como pago por los
víveres que compraban, y guardó ese dinero en el palacio del Faraón.
15 Y cuando ya no
hubo más dinero ni en Egipto ni en Canaán, los egipcios acudieron en masa a
José para decirle: "Danos de comer. ¿Por qué tendremos que morir ante tus
propios ojos, por falta de dinero?".
16 José respondió: "Si ya no hay más dinero, entreguen su ganado y yo les daré pan a cambio de él".
16 José respondió: "Si ya no hay más dinero, entreguen su ganado y yo les daré pan a cambio de él".
17 Ellos trajeron
sus animales a José, y él les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y
asnos. Y durante aquel año los abasteció de víveres a cambio de todos sus
animales.
18 Pero pasó ese
año, y al año siguiente vinieron otra vez y dijeron a José: "Ya se ha
terminado todo el dinero y los animales te pertenecen. No podemos ocultarte que
no queda nada a tu disposición, fuera de nuestras personas y nuestras tierras.
19 Pero ¿por qué
tendremos que morir ante tus propios ojos, nosotros y nuestras tierras?
Aduéñate de nosotros y de nuestras tierras a cambio de pan. Así el Faraón será
dueño de nosotros y de nuestras tierras. Danos solamente semilla para que
podamos sobrevivir. De lo contrario, nosotros moriremos, y el suelo se
convertirá en un desierto".
20 De esa manera,
José adquirió para el Faraón todas las tierras de Egipto, porque los egipcios,
acosados por el hambre, vendieron cada uno su campo. La tierra pasó a ser
propiedad del Faraón, 21 y el pueblo quedó sometido a servidumbre de un extremo
al otro del territorio egipcio.
22 Los únicos
terrenos que José no compró fueron los que pertenecían a los sacerdotes, porque
a ellos el Faraón les había asignado una ración fija de alimentos; como vivían
de la ración que les daba el Faraón, no tuvieron que vender sus tierras.
23 Entonces José
dijo al pueblo: "Ahora ustedes y sus tierras pertenecen al Faraón, porque
yo los he comprado. Aquí tienen semilla para sembrar esas tierras.
24 Pero cuando llegue la cosecha, ustedes deberán entregar al Faraón una quinta parte de los productos, y conservarán las cuatro partes restantes para sembrar la tierra, para alimentarse ustedes y sus familias, y para dar de comer a los niños".
24 Pero cuando llegue la cosecha, ustedes deberán entregar al Faraón una quinta parte de los productos, y conservarán las cuatro partes restantes para sembrar la tierra, para alimentarse ustedes y sus familias, y para dar de comer a los niños".
25 Ellos
exclamaron: "Tú nos salvaste la vida. Te agradecemos que nos hayas puesto
al servicio del Faraón".
26 Entonces José
promulgó una ley agraria en Egipto –que todavía hoy está en vigencia– por la
cual una quinta parte de las cosechas corresponde al Faraón. Sólo las tierras
de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del Faraón.
La última voluntad de Jacob
La última voluntad de Jacob
27 Los israelitas
se establecieron en Egipto, en la región de Gosen, y allí adquirieron
propiedades, tuvieron muchos hijos y llegaron a ser muy numerosos.
28 Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y en total vivió ciento cuarenta y siete años.
28 Jacob vivió diecisiete años en Egipto, y en total vivió ciento cuarenta y siete años.
29 Cuando estaba a
punto de morir, llamó a su hijo José y le dijo: "Si realmente me tienes
afecto, coloca tu mano debajo de mi muslo, como prueba de tu constante lealtad
hacia mí, y no me entierres en Egipto.
30 Cuando vaya a descansar junto con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en su sepulcro". José respondió: "Haré lo que dices".
30 Cuando vaya a descansar junto con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en su sepulcro". José respondió: "Haré lo que dices".
31 Pero su padre
insistió: "Júramelo". Él se lo juró, e Israel se reclinó sobre la
cabecera de su lecho.
El testamento
de Jacob
49 1 Jacob llamó a
sus hijos y les habló en estos términos: "Reúnanse, para que yo les
anuncie lo que les va a suceder en el futuro:
49 El
"testamento de Jacob" incluye un conjunto de oráculos con
características diversas: algunos aluden a hechos pasados (vs. 4, 6); otros son
predicciones del futuro; pero en general, describen la situación de las tribus
israelitas ya establecidas en Canaán. La preeminencia asignada a Judá y las
bendiciones concedidas a la casa de José (Efraím y Manasés), reflejan una época
en que esas tribus desempeñaban un papel destacado en la vida nacional. Esto
indica que el poema, en su forma definitiva, no es anterior al reino de David,
aunque contiene elementos mucho más antiguos. El carácter arcaico del texto,
sumado a su estilo poético, hace que su interpretación resulte extremadamente
difícil.
2 Reúnanse y
escuchen, hijos de Jacob,
igan a Israel, su
padre.
3 ¡Tú, Rubén, mi
primogénito,
mi fuerza y el
primer fruto de mi vigor,
el primero en
dignidad, y el primero en poder!
Desbordado como
las aguas,
ya no tendrás la
primacía,
porque subiste al
lecho de tu padre,
y, al subir, lo
profanaste.
5 Simeón y Leví son
hermanos, sus cuchillos son instrumentos de
violencia.
6 Que yo no entre en sus reuniones,
6 Que yo no entre en sus reuniones,
ni me una a su
asamblea,
porque en su ira
mataron hombres
y mutilaron toros
por capricho.
7 Maldita sea su
ira tan violenta
y su furor tan
feroz.
Yo los repartiré
en el país de Jacob
y los dispersaré
en Israel.
8 A ti, Judá, te
alabarán tus hermanos,
tomarás a tus
enemigos por la nuca
y los hijos de tu
padre se postrarán ante ti.
9 Judá es un
cachorro de león.
¡Has vuelto de la
matanza, hijo mío!–
Se recuesta, se
tiende como un león,como una leona:
¿quién lo hará
levantar?
10 El cetro no se
apartará de Judá
ni el bastón de
mando de entre sus piernas,
hasta que llegue
aquel a quien le pertenece
y a quien los
pueblos deben obediencia.
10. "Hasta
que llegue aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben
obediencia": esta es la traducción probable de una frase enigmática,
interpretada generalmente en sentido mesiánico. Judá es la tribu del rey David.
La dinastía davídica ejercerá la realeza -simbolizada en el "cetro" y
el "bastón de mando"- hasta que llegue un rey ideal, que extenderá su
dominio sobre los pueblos. Estos le prestarán obediencia, y entonces habrá una
paz y una abundancia sin precedentes. Según una antigua interpretación judía,
revalorizada por algunos exégetas modernos, el texto debería traducirse:
"hasta que le sea presentado el tributo y los pueblos le rindan
homenaje".
11 Él ata su asno
a una vid,
su asno de pura
raza a la cepa más escogida;
lava su ropa en el
vino y su manto en la sangre de las uvas.
12 Sus ojos están
oscurecidos por el vino, y sus dientes blanqueados por la leche.
13 Zabulón
habitará en la ribera del mar, que servirá de puerto a las naves,
y sus fronteras
llegarán hasta Sidón.
14 Isacar en un
asno vigoroso, recostado entre sus alforjas.
15 Al ver que el
lugar de reposo es bueno y el país muy agradable, doblega sus espaldas a la
carga y se somete a un trabajo servil.
16 Dan juzgará a
su pueblo como una de las tribus de Israel.
17 Él es una
serpiente junto al camino, una víbora junto al sendero,
que muerde los
talones del caballo, y así el jinete cae de espaldas.
18 ¡Señor, yo
espero tu salvación!
19 Bandas de
salteadores asaltarán a Gad, pero él, a su vez, los asaltará por detrás.
20 Aser tendrá
comidas deliciosas y ofrecerá manjares de reyes.
21 Neftalí es una
cierva suelta, que da hermosos cervatillos.
22 José es un
potro salvaje, un potro salvaje junto a una fuente, un asno salvaje sobre una
ladera.
23 Los arqueros lo
hostigaron, le arrojaron flechas, lo acosaron.
24 Pero los arcos permanecieron rígidos y se aflojaron los brazos de los arqueros por el poder del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel;
24 Pero los arcos permanecieron rígidos y se aflojaron los brazos de los arqueros por el poder del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel;
25 por el Dios de
tu padre, que te socorre, por el Dios Todopoderoso,que te da sus bendiciones: bendiciones
desde lo alto del cielo, bendiciones del océano que se extiende por debajo, bendiciones
de los pechos y del seno materno,
26 bendiciones de
las espigas y las flores, bendiciones de las montañas seculares, delicias de
las colinas eternas. ¡Que desciendan sobre la cabeza de José, sobre la frente
del consagradoentre sus hermanos!
27 Benjamín es un
lobo rapaz: por la mañana devora la presa, y a la tarde divide los
despojos".
28 Todas estas
eran las tribus de Israel –doce en total– y esto es lo que su padre dijo de
ellas cuando las bendijo, dándole a cada una su bendición.
La muerte de Jacob
La muerte de Jacob
29 Luego les dio
esta orden: "Yo estoy a punto de ir a reunirme con los míos. Entiérrenme
junto con mis padres, en la caverna que está en el campo de Efrón, el hitita,
30 en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que
compró a Efrón, el hitita, para tenerlo como sepulcro familiar.
31 Allí fueron
enterrados y Sara, su esposa; allí fueron enterrados Isaac y Rebeca, su esposa;
y allí también sepulté a Lía.
32 Ese campo y la
caverna que hay en él fueron comprados a los hititas".
33 Cuando Jacob
terminó de dar esta orden a sus hijos, recogió sus pies en el lecho, expiró y
fue a reunirse con los suyos.
Los funerales
de Jacob
50 1 Entonces José
se echó sobre el rostro de su padre, lo cubrió de lágrimas y lo besó.
2 Después dio a
los médicos que estaban a su servicio la orden de embalsamar a su padre, y los
médicos embalsamaron a Israel.
3 Esto les llevó
cuarenta días, porque ese es el tiempo que dura el embalsamamiento.
Los egipcios estuvieron de duelo por él durante setenta días.
Los egipcios estuvieron de duelo por él durante setenta días.
4 Una vez
transcurrido ese período, José se dirigió a la corte del Faraón en estos
términos: "Por favor, presenten al Faraón el siguiente pedido:
5 En una
oportunidad mi padre me dijo, obligándome bajo juramento: ‘Cuando yo muera,
asegúrate de que me entierren en la tumba que me hice preparar en el país de
Canaán’. ¿Puedo ir a sepultar a mi padre y luego regresar?".
6 El Faraón respondió: "Ve a sepultar a tu padre, como él te lo hizo prometer bajo juramento".
6 El Faraón respondió: "Ve a sepultar a tu padre, como él te lo hizo prometer bajo juramento".
7 José partió
entonces para ir a sepultar a su padre, y con él fueron todos los servidores
del Faraón, los ancianos de su palacio y todos los ancianos de Egipto, 8 lo
mismo que la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. En la
región de Gosen dejaron únicamente a los niños y el ganado.
9 También fueron con él carros de guerra y jinetes, de manera que se formó un cortejo imponente.
9 También fueron con él carros de guerra y jinetes, de manera que se formó un cortejo imponente.
10 Al llegar a
Goren Haatad, que está al otro lado del Jordán, celebraron las exequias con
gran solemnidad, y José estuvo de duelo por su padre durante siete días.
11 Los cananeos,
habitantes del país, al ver los funerales de Goren Haatad, dijeron: "Este
es un funeral solemne de los egipcios". Por eso aquel lugar, que se
encuentra al otro lado del Jordán, se llamó Abel Misraim.
12 Los hijos de
Jacob hicieron con él todo lo que les había mandado: 13 lo trasladaron a Canaán
y lo sepultaron en el campo de Macpelá, frente a Mamré, el campo que había
comprado a Efrón, el hitita, para tenerlo como sepulcro familiar.
14 Y después de
sepultar a su padre, José regresó a Egipto en compañía de sus hermanos y de
todos los que habían ido a dar sepultura a su padre.
El temor de los
hermanos de José
15 Al ver que su
padre había muerto, los hermanos de José se dijeron: "¿Y si José nos
guarda rencor y nos devuelve todo el mal que le hicimos?".
16 Por eso le enviaron este mensaje: "Antes de morir, tu padre dejó esta orden:
17 ‘Díganle a José: Perdona el crimen y el pecado de tus hermanos, que te hicieron tanto mal. Por eso, perdona el crimen de los servidores del Dios de tu padre’". Al oír estas palabras, José se puso a llorar.
16 Por eso le enviaron este mensaje: "Antes de morir, tu padre dejó esta orden:
17 ‘Díganle a José: Perdona el crimen y el pecado de tus hermanos, que te hicieron tanto mal. Por eso, perdona el crimen de los servidores del Dios de tu padre’". Al oír estas palabras, José se puso a llorar.
La promesa de
José a sus hermanos
18 Luego sus
hermanos fueron personalmente, se postraron ante él y le dijeron: "Aquí
nos tienes: somos tus esclavos".
19 Pero José les
respondió: "No tengan miedo. ¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios?
20 El designio de
Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de
cumplir lo que hoy se realiza: salvar la vida a un pueblo numeroso.
21 Por eso, no
teman. Yo velaré por ustedes y por las personas que están a su cargo". Y
los reconfortó, hablándoles afectuosamente.
La muerte de
José
22 José permaneció
en Egipto junto con la familia de su padre, y vivió ciento diez años.
23 Así pudo ver a
los hijos de Efraím hasta la tercera generación; y los hijos de Maquir, hijo de
Manasés, también nacieron sobre las rodillas de José.
24 Finalmente,
José dijo a sus hermanos: "Yo estoy a punto de morir, pero Dios los
visitará y los llevará de este país a la tierra que prometió con un juramento
a, a Isaac y a Jacob".
25 Luego hizo
prestar un juramento a los hijos de Israel, diciéndoles: "Cuando Dios los
visite, lleven de aquí mis restos".
26 José murió a la
edad de ciento diez años. Fue embalsamado y colocado en un sarcófago, en
Egipto.
NOTAS.
8. El hombre es mortal por naturaleza y debe retornar al suelo de donde fue sacado (3. l9). Pero Dios, gratuitamente, lo introdujo en "el jardín de Edén", símbolo de la amistad divina, y le concedió el acceso al "árbol de la vida", símbolo de la inmortalidad (v. 9). El mandamiento impuesto por Dios muestra que la amistad con él y el don de la inmortalidad estaban condicionados por la respuesta libre del hombre.
9. "El árbol
del conocimiento del bien y del mal": la realidad representada por este
símbolo no puede ser simplemente el discernimiento moral –prerrogativa que Dios
no niega al hombre– sino la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y
malo, independientemente de Dios. Al desobedecer el mandato divino, el hombre
reivindica para sí una autonomía que no se conforma con su condición de
criatura y usurpa un privilegio exclusivo de Dios.
18-22. La
inferioridad social de la mujer era un hecho aceptado en la antigüedad. El
relato bíblico, en cambio, muestra que este hecho no responde a la intención
original del Creador, sino que es una imperfección introducida en el mundo por
el pecado. La mujer ha sido formada "del" hombre; ella es la única
ayuda adecuada a él; es "hueso de sus huesos y carne de su carne".
Todas estas imágenes indican que el hombre y la mujer participan de un mismo
destino y de una misma condición, y explican la íntima relación que los une y
que se funda en el atractivo mutuo.
3 Si el mundo ha sido creado por Dios, y él solo puede querer el bien de sus criaturas, ¿cómo es que la tierra se ha convertido en un "valle de lágrimas?” El siguiente relato arroja un rayo de luz sobre esta inquietante pregunta. En él se explica que todas las penalidades y miserias que afligen a los hombres no corresponden al designio original de Dios. La situación actual de la humanidad es consecuencia del pecado de "Adán", nombre genérico que designa, a la vez, al primer hombre y a toda la humanidad representada en él. Al transgredir el mandamiento divino, el hombre se privó voluntariamente de los dones que Dios le ofrecía. Y como consecuencia de su pretensión de ser igual a Dios, lo único que experimentó fue su propia "desnudez", es decir, su indigencia absoluta. Pero Dios no abandona a la humanidad pecadora. Por eso, a la "maldición" que pesa sobre la tierra a causa del pecado, el Génesis opone la "bendición", que alcanzará finalmente a todos los hombres, por medio de y de su descendencia (12. 1-4. Esta descendencia es Cristo, el nuevo Adán, gracias a quien, allí "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5. 20.
3 Si el mundo ha sido creado por Dios, y él solo puede querer el bien de sus criaturas, ¿cómo es que la tierra se ha convertido en un "valle de lágrimas?” El siguiente relato arroja un rayo de luz sobre esta inquietante pregunta. En él se explica que todas las penalidades y miserias que afligen a los hombres no corresponden al designio original de Dios. La situación actual de la humanidad es consecuencia del pecado de "Adán", nombre genérico que designa, a la vez, al primer hombre y a toda la humanidad representada en él. Al transgredir el mandamiento divino, el hombre se privó voluntariamente de los dones que Dios le ofrecía. Y como consecuencia de su pretensión de ser igual a Dios, lo único que experimentó fue su propia "desnudez", es decir, su indigencia absoluta. Pero Dios no abandona a la humanidad pecadora. Por eso, a la "maldición" que pesa sobre la tierra a causa del pecado, el Génesis opone la "bendición", que alcanzará finalmente a todos los hombres, por medio de y de su descendencia (12. 1-4. Esta descendencia es Cristo, el nuevo Adán, gracias a quien, allí "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5. 20.
1. EI culto de la
"serpiente" estaba extendido por todo el Oriente antiguo. Por su
forma y su comportamiento singulares, este animal tenía un simbolismo
polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad,
como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la
ciencia oculta. El texto bíblico describe a la serpiente como un ser hostil a
Dios, a quien acusa de mentira y envidia (vs. 4-5), y hostil también al hombre,
a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino.
Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta
como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol.
Estos indicios hacen suponer que el autor del relato tiene en vista ciertas
formas de adivinación y de magia practicadas en Canaán, y asociadas con la
serpiente, símbolo de la sabiduría y de los poderes ocultos. Al condenar a la
serpiente, se condena la religión cananea, que pretendía conseguir con esas
prácticas una sabiduría sobrehumana. La reflexión posterior identificará a la
serpiente con el "demonio" (Sab. 2.24; Jn. 8.44) y con Satanás (Apoc.
12.9;20. 2).
15. La enemistad
puesta por Dios entre los dos culpables –la mujer y la serpiente seductora–
proseguirá entre la descendencia de una y otra. El linaje de la mujer es toda
la especie humana en lucha contra los poderes del mal, que intentarán
precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del hombre,
que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado
a este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de
la salvación.
20. El nombre
"Eva", en hebreo, tiene cierta semejanza con el verbo que significa
"vivir".
El episodio relatado en los vs. 1-16 supone
una civilización ya evolucionada: la vida pastoril se opone a la agricultura
(v. 2); ya se ofrecen sacrificios a Dios (vs. 3-4); Existen otros hombres que
pueden matar a Caín (v. 14) y los miembros de su propia tribu podrán vengarlo
(v. 15). Estos indicios muestran que el episodio de Caín y Abel no debe ser
interpretado como un hecho "histórico", que tuvo por actores a los
hijos del primer hombre, sino como un "ejemplo arquetípico", que pone
de manifiesto los efectos de la desobediencia narrada en el capítulo anterior:
después del pecado del hombre contra Dios, se desencadena la lucha del hombre
contra el hombre, y a causa de este primer crimen la muerte hace su entrada
violenta en el mundo. El crimen de Caín no escapa a la justicia divina (vs.
9-12), pero Dios le dirige una advertencia antes de su falta, y la pena es
atemperada por la misericordia: la marca que recibe Caín es una señal que lo
protege.
23-24. Este canto,
denominado habitualmente "canto de la espada", ha sido compuesto para
gloria de Lamec, un héroe del desierto. Su presencia en este lugar atestigua la
ferocidad siempre en aumento de los descendientes de Caín y muestra como el
pecado va extendiendo su dominación sobre el mundo. El número "setenta y
siete" indica que la venganza es ilimitada. En contraposición con esta
actitud, la ley del talión (Éx. 21.23-25; Lev. 24. 19-20; Deut. 19. 21), al
imponer un castigo igual a la ofensa, reduce la venganza a sus justos límites.
El Apóstol Pedro, en cambio, recibirá de Jesús la orden de perdonar
"setenta veces siete" (Mt. 18. 22).
25.
"Adán", nombre propio del primer hombre, corresponde al hebreo
"Adám", que significa "hombre". Ver notas 1. 26-27; 2. 7.
26. "El
Señor": siguiendo una costumbre judía, algunas versiones antiguas y
modernas de la Biblia sustituyen con esta expresión el nombre del Dios de
Israel, que en el texto hebreo aparece solamente con sus cuatro consonantes:
YHWH. Hacia el siglo IV a.C., los judíos dejaron de pronunciar ese nombre y lo
sustituyeron por Adonai, "el Señor". De allí que sea difícil saber
cómo se lo pronunciaba realmente aunque varios indicios sugieren que la
pronunciación correcta es Yahvé. Según las tradiciones "elohísta"
(Éx. 3. 13-15) y "sacerdotal" (Éx. 6. 2-3), este nombre divino fue
revelado por primera vez a Moisés. En cambio, para la tradición
"yahvista" –a la que pertenece este versículo– ya era conocido e
invocado desde los orígenes de la humanidad. Esto último indicaría que el
nombre Yahvé tiene un origen preisraelita.
5 Esta lista
genealógica atribuye una longevidad extraordinaria a los primeros patriarcas,
según la antigua creencia de que la duración de la vida humana había disminuido
en el transcurso de las edades. Esta disminución estaba relacionada con el progreso
del mal, porque una vida larga es una bendición de Dios (Prov. 10. 27). El
patriarca Henoc (v. 22) presenta un caso particular: de él se dice que vivió
menos tiempo, pero sus años forman una cifra perfecta –365– que son los días
del año solar. La mención de su muerte es reemplazada por la de su misteriosa
desaparición. Ver Heb. 11. 5.
6 1-4. EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se vale de él para ilustrar –como podría hacerlo una parábola– la corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes (5-6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo.
6 1-4. EI relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía que esos gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se vale de él para ilustrar –como podría hacerlo una parábola– la corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera explícita en los versículos siguientes (5-6), que expresan el pesar de Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo.
17. El relato del
"Diluvio" combina dos tradiciones paralelas, originariamente
independientes: una "sacerdotal", y otra "yahvista". Al
combinar las dos tradiciones el redactor definitivo respetó esos testimonios
recibidos del pasado, sin tratar de eliminar algunas incongruencias en los
detalles. Según la tradición "yahvista", por ejemplo, Noé introduce
en el arca siete parejas de animales puros y una de impuros; la tradición
"sacerdotal", en cambio, menciona una pareja de cada especie. Hay
varias narraciones babilónicas del diluvio que presentan sorprendentes
analogías con el relato bíblico.
En ellas se
conserva el recuerdo de una gran inundación acontecida en la región del Tigris
y del Éufrates, que la imaginación popular elevó a las proporciones de un
cataclismo universal. A pesar de esas semejanzas, el texto bíblico aparece
despojado de todo rasgo politeístico y cargado de un hondo contenido moral: el
"Diluvio" simboliza el juicio de Dios sobre el mundo pecador y la
salvación concedida a los justos, representados por Noé. Según el Nuevo
Testamento, Noé y su familia son una figura de los salvados a través de las
aguas del Bautismo (1 Ped. 3. 20-21).
9 4-5. Según la
concepción de los antiguos hebreos, "la vida de toda carne es su
sangre" (Lev. 17. 11, 14; Deut. 12. 23). En esta concepción se funda la
importancia primordial de la sangre en el ritual de los sacrificios y en la
realización de las alianzas (Éx. 24. 8). Como la vida pertenece exclusivamente
a Dios, al hombre le está prohibido comer la sangre y Dios mismo vengará todo
derramamiento de sangre humana.
18-27. Los tres
hijos de Noé representan en este relato "yahvista" a las tres grandes
familias en que los antiguos hebreos dividían el mundo habitado. El punto
esencial del relato es la bendición de Sem y la maldición de Canaán. El primero
es el antepasado de Israel; el segundo personifica a los habitantes de
Palestina, que fueron despojados y subyugados por los israelitas. La maldición
alcanza a una cultura, cuya religión era para los israelitas sinónimo de
corrupción e inmoralidad.
10 Aunque tiene la
forma de una lista genealógica, este capítulo no se ocupa de individuos sino de
pueblos agrupados por afinidades históricas y geográficas. Los descendientes de
Jafet pueblan el Asia Menor y las islas del Mediterráneo. Los descendientes de
Cam se encuentran en las regiones meridionales: Arabia, Etiopía y Egipto.
Canaán es asociado a estos últimos, en recuerdo de la dominación egipcia sobre
la región de ese mismo nombre. Los antepasados de los hebreos son mencionados
entre los descendientes de Sem, junto con los elamitas, los asirios y los
arameos. La lista afirma la unidad del género humano, dividida en grupos
nacionales a partir de un tronco común. El cuadro se completa en 11. 10-32, con
la genealogía de : al situar al patriarca en este vasto contexto histórico y
geográfico, se indica que el pueblo nacido de él está llamado a realizar un
designio que abarca a todas las naciones de la tierra.
11 4. "Para
perpetuar nuestro nombre": esta es una expresión del orgullo humano, que
pretende darse a sí mismo el honor y la gloria que corresponden al nombre de
Dios (Sal. 115. 1). En contraposición con el capítulo anterior, la
"parábola" de la torre de Babel presenta la variedad de las lenguas y
la dispersión de los pueblos con una visión pesimista; ellas son el castigo
divino a la pretensión de eregir una civilización fundada en la autoexaltación
del hombre y en el olvido de Dios. El milagro de las lenguas en Pentecostés
(Hech. 2. 5-12) es el reverso de la confusión provocada en Babel.
12 6. La "encina de Moré" era un árbol sagrado que estaba en las cercanías de Siquém.
12 6. La "encina de Moré" era un árbol sagrado que estaba en las cercanías de Siquém.
11-20. Esta
anécdota se vuelve a repetir, con ligeras variantes de circunstancias y de
personas, en 20. 1-14 y en 26. 6-11.
14 Esta narración
presenta algunas características que le asignan un lugar aparte dentro del
Pentateuco y tal vez de toda la Biblia. El relato carece del tono familiar
propio de las otras tradiciones patriarcales; su estilo es impersonal, y –que
es llamado "el hebreo"– protagoniza un episodio de proyecciones
internacionales.
17-20. Según la
costumbre de Canaán, el rey era también el responsable supremo del culto. Por
eso Melquisedec era al mismo tiempo "rey de Salém" (Jerusalén) y
"sacerdote de Dios, el Altísimo", una divinidad venerada en Canaán.
Melquisedec honró a con un banquete (v. 18), y esta comida en común parece
haber sellado una alianza. La indicación de 2 Sam.
18. 18 permite ubicar el "valle del Rey" en las proximidades de Jerusalén. El Nuevo Testamento presentará a Melquisedec como figura de Cristo, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza (Heb. 7).
18. 18 permite ubicar el "valle del Rey" en las proximidades de Jerusalén. El Nuevo Testamento presentará a Melquisedec como figura de Cristo, Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza (Heb. 7).
15 9-10. Aquí se
describen los preparativos para un rito imprecatorio muy antiguo, cuyo
significado se aclara en Jer. 34. 18; cuando se pronunciaba un juramento
solemne, la persona pasaba entre los animales partidos por la mitad, y
reclamaba para sí la misma suerte de esas víctimas si faltaba a su palabra. Así
el Señor ratifica con un juramento la promesa hecha a , de darle una
descendencia numerosa (vs. 1-6) y la tierra de Canaán (vs. 7-18).
18. "Desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río": estos son los límites ideales de la Tierra prometida (Jos. 1. 4), que de hecho, nunca fueron ocupados totalmente por los israelitas.
18. "Desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río": estos son los límites ideales de la Tierra prometida (Jos. 1. 4), que de hecho, nunca fueron ocupados totalmente por los israelitas.
16 2. Según las
costumbres de la época, una mujer estéril podía dar una sirvienta a su esposo y
reconocer como propios a los hijos nacidos de esa unión. Lo mismo que hace Sara
lo harán más tarde Raquel (30. 1-6) y Lía (30. 9-13), las esposas de Jacob.
7. En los textos
bíblicos más antiguos, el "Ángel del Señor" (22. 11; Éx. 3. 2) o el
"Ángel de Dios" (21. 17; 31. 11; Éx. 14. 19) no es un ángel creado,
distinto de Dios, sino Dios mismo que se manifiesta a los hombres de manera
visible. El v. 13 señala explícitamente esta identificación.
17 Según este relato "sacerdotal", la alianza sella las promesas de Dios a (v. 8), pero esta vez la iniciativa divina exige una respuesta humana. Además de la fidelidad a Dios y de la perfección moral, se impone a una prescripción de carácter positivo: la circuncisión (vs. 9-14).
17 Según este relato "sacerdotal", la alianza sella las promesas de Dios a (v. 8), pero esta vez la iniciativa divina exige una respuesta humana. Además de la fidelidad a Dios y de la perfección moral, se impone a una prescripción de carácter positivo: la circuncisión (vs. 9-14).
1. "Dios
Todopoderoso", en hebreo "EI Saddai": este es un antiguo nombre
de Dios, frecuente en los relatos "sacerdotales" de la historia
patriarcal (28. 3; 35. 11; 43. 14; 48. 3; 49. 25; Éx. 6. 3), que los israelitas
tomaron probablemente de la tradición de los pueblos semitas. La traducción
"Dios Todopoderoso" se apoya en algunas versiones antiguas. Entre los
autores modernos, algunos piensan que su sentido probable es "Dios de las
montañas".
5. El "nombre", en la mentalidad antigua, no era una simple designación exterior, sino que determinaba de alguna manera la naturaleza íntima del ser o la persona que lo llevaba (2. 20). Un cambio de nombre implica, por eso mismo, un cambio de función o de destino.
5. El "nombre", en la mentalidad antigua, no era una simple designación exterior, sino que determinaba de alguna manera la naturaleza íntima del ser o la persona que lo llevaba (2. 20). Un cambio de nombre implica, por eso mismo, un cambio de función o de destino.
0-14. La
circuncisión o corte del prepucio es una práctica muy antigua, realizada
generalmente como rito de iniciación a la pubertad o al matrimonio. En el
Antiguo Oriente, era observada por varios pueblos vecinos de Israel, entre
ellos los egipcios, los edomitas, los amonitas, los moabitas y algunos otros pueblos
nómadas (Jer. 9. 25). Los filisteos y los habitantes preisraelitas de Canaán la
ignoraban. En Israel, se practicó como rito de incorporación al Pueblo de Dios,
y debía llevarse como una señal de adhesión a la alianza (v. 13).
18 En este relato,
aparece como el "amigo de Dios", que conversa familiarmente con él y
lo recibe como huésped. Con ocasión de su visita, Dios renueva su promesa (v.
10), lo cual provoca la risa de Sara (v. 12), como antes había provocado la de
( 17. 17). Esta risa explica el nombre de Isaac, cuyo significado es: "que
(Dios) sonría", "que se muestre favorable".
19 Este antiguo texto recuerda un cataclismo ocurrido en la región meridional del Mar Muerto, que provocó la destrucción de Sodoma, Gomorra y otras ciudades vecinas (10. 19; 14. 2). La destrucción de estas ciudades quedó como modelo arquetípico del juicio de Dios sobre el pecado (Deut. 29. 22; Is. 1. 9; Jer. 49. 18; Am. 4. 11).
19 Este antiguo texto recuerda un cataclismo ocurrido en la región meridional del Mar Muerto, que provocó la destrucción de Sodoma, Gomorra y otras ciudades vecinas (10. 19; 14. 2). La destrucción de estas ciudades quedó como modelo arquetípico del juicio de Dios sobre el pecado (Deut. 29. 22; Is. 1. 9; Jer. 49. 18; Am. 4. 11).
26. El folklore
israelita explica con esta leyenda la forma de una roca o de una formación
salina, situada al sudoeste del Mar Muerto.
30-38. Este relato
utiliza probablemente una tradición de los moabitas y amonitas, que en su forma
original no constituía un vituperio sino un motivo de orgullo: ellos podían
gloriarse de un origen, que mostraba la heroica decisión de sus madres y
aseguraba la pureza de su raza. En efecto, convencidas de que su padre y ellas
eran los únicos sobrevivientes, y llevadas por el deseo de ser madres y de
perpetuar la raza, las hijas de Lot emplean el único recurso disponible. Y de
hecho, no se avergüenzan del origen de sus hijos, sino que lo dejan consignado
en sus nombres: mediante una etimología popular, los nombres de Moab y Ben Amí
(Amón) se explican respectivamente como "salido del padre" e
"hijo de mi pariente". Como la legislación israelita condena
severamente las relaciones incestuosas (Lev. 18), este motivo de gloria se
convierte en una burla mordaz contra los dos pueblos enemigos.
22 Dios pone a
prueba una vez más la fe de , al exigirle el sacrificio de su hijo Isaac. El
episodio narrado parece haber sido originariamente el relato de fundación de un
santuario israelita. Según una tradición posterior, Moria es la colina donde
fue erigido el Templo de Jerusalén (2 Crón. 3. 1 ). Además, el texto implica la
condenación de los sacrificios de niños que eran comunes entre los pueblos
vecinos a Israel (Deut. 12. 31), y que incluso los israelitas practicaron
ocasionalmente (2 Rey. 3. 27; 16. 3; 21. 6; 23. 10). Los textos legislativos y
proféticos ratifican esta condena. Ver nota Jc. 11. 30-31.
23 Mediante la
adquisición de un sepulcro familiar, obtiene un título de propiedad y un
derecho de ciudadanía en Canaán. Junto con el nacimiento de Isaac, este es el
primer paso hacia el cumplimiento de la promesa ( 12. 7; 13. 15; 15. 7).
24 2. "Coloca
tu mano debajo de mi muslo": este es un gesto simbólico que confiere mayor
solemnidad al juramento. El contacto con las partes genitales parece implicar
la amenaza de esterilidad o la pérdida de la descendencia, si se quebrantaba el
juramento.
La enseñanza de la
religión en tiempos de laicismo. Conferencia de Monseñor Sebastián
14.05.07 @ 10:30:00.
Archivado en Apologética católica, Actualidad, Obispos españoles Monseñor
Sebastián, a Dios gracias, no para. Este viernes pasado estuvo en Valladolid
dando una conferencia a los profesores de religión en centros públicos de
enseñanza. No tiene desperdicio y aunque es un texto largo, merece mucho la
pena leerlo entero. He señalado en negrita los párrafos que me parecen más
interesantes, aunque la verdad es que me daban ganas de poner en negrita el
texto completo.
Desde aquí quiero dar las gracias a don Fernando por ayudarnos a
todos, no sólo a los profesores de religión, a entender qué es lo que nos
estamos jugando en este momento de la historia de España. Y de paso le pido
que, en la medida de sus posibilidades, que ya no son muchas dada la inminencia
de su retiro, haga lo que sea menester para que en el seno de la Iglesia no
tengan lugar los que hacen el juego sucio a la mentalidad laicista que nos
quiere imponer su concepción de la sociedad y de la vida. Porque si la batalla
de las ideas ya va a ser muy dura con los de fuera, no le quiero contar lo que
supondrá, lo que está suponiendo de hecho, si el "enemigo" tiene una
quinta columna poderosa en el seno de la Iglesia.
LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN TIEMPOS DE LAICISMO.
(Valladolid, 11 de mayo 2007)
(Valladolid, 11 de mayo 2007)
Introducción
Quiero manifestar mi satisfacción por estar hoy con vosotros, los profesores de religión católica en los Centros públicos de Enseñanza, porque es una manera de expresaros mi admiración y mi agradecimiento por vuestro trabajo, no sólo desde el punto de vista pastoral, que ya es muy importante, sino también, cultural y social. En estos momentos, sois la primera línea de la evangelización y estáis sosteniendo el peso de una importante continuidad cultural y social, en unas circunstancias nada fáciles. Tenéis confiada una misión muy importante en el anuncio de la fe en el mundo actual, en la educación de los nuevos cristianos, en la solidez de la Iglesia del futuro. En torno a vuestro trabajo existen muchos problemas de tipo administrativo, unos con fundamento real, otros creados un poco arbitrariamente desde la administración que no valora vuestra aportación al enriquecimiento y legitimidad de nuestra escuela pública.
A veces estos problemas nos han acaparado demasiado y no hemos dedicado suficiente atención a potenciar los valores de vuestra actuación, desde el punto de vista pastoral y cultural.
Quiero manifestar mi satisfacción por estar hoy con vosotros, los profesores de religión católica en los Centros públicos de Enseñanza, porque es una manera de expresaros mi admiración y mi agradecimiento por vuestro trabajo, no sólo desde el punto de vista pastoral, que ya es muy importante, sino también, cultural y social. En estos momentos, sois la primera línea de la evangelización y estáis sosteniendo el peso de una importante continuidad cultural y social, en unas circunstancias nada fáciles. Tenéis confiada una misión muy importante en el anuncio de la fe en el mundo actual, en la educación de los nuevos cristianos, en la solidez de la Iglesia del futuro. En torno a vuestro trabajo existen muchos problemas de tipo administrativo, unos con fundamento real, otros creados un poco arbitrariamente desde la administración que no valora vuestra aportación al enriquecimiento y legitimidad de nuestra escuela pública.
A veces estos problemas nos han acaparado demasiado y no hemos dedicado suficiente atención a potenciar los valores de vuestra actuación, desde el punto de vista pastoral y cultural.
I. BREVE PRESENTACIÓN DE LA CULTURA LAICISTA
Los cristianos vivimos en el mundo, y todas nuestras actividades
tiene que relacionarse con las realidades de nuestro entorno social, cultural y
hasta político. Un buen ejemplo de ellos es vuestra labor en los Centros
públicos como Profesores de religión. Hoy vamos a ocuparnos expresamente de
cómo el ambiente cultural laicista influye en vuestra labor docente.
Simplificando un poco las cosas, podemos considerar el desarrollo de la cultura laicista en nuestra sociedad desde dos puntos de vista. Lo podemos mirar desde el punto de vista histórico, algo más superficial, teniendo en cuenta la sucesión de hechos que nos han llevado desde el predominio de la cultura tradicional católica hasta la situación actual, con un claro predominio de la cultura laicista al menos en los ambienes públicos.
Simplificando un poco las cosas, podemos considerar el desarrollo de la cultura laicista en nuestra sociedad desde dos puntos de vista. Lo podemos mirar desde el punto de vista histórico, algo más superficial, teniendo en cuenta la sucesión de hechos que nos han llevado desde el predominio de la cultura tradicional católica hasta la situación actual, con un claro predominio de la cultura laicista al menos en los ambienes públicos.
1. Desde principios del siglo XIX se han ido desarrollando en
España movimientos de resistencia al predominio de la Iglesia católica. Estas
tendencias, que aparecen y desaparecen en nuestra sociedad, alcanzan una
presencia sólida e influyente en el año 31, con el advenimiento de la IIª
República. Con la caída de la Monarquía, los innovadores pretenden cambiar la
orientación cultural de la sociedad española. Quieren modernizarla. Es un buen
deseo. Pero no lo hacen bien. Uno de sus errores consiste en pensar que
la modernización de España requiere eliminar la influencia del catolicismo y de
la Iglesia católica en la vida social y cultural española, de lo cual deducen
que hay que eliminar la religión como elemento importante de la cultura y de la
vida del pueblo. Esta preocupación se puede comprobar asomándose a los
debates del Parlamento durante la aprobación de la nueva Constitución (Cf
Víctor Manuel Arbeloa, La semana trágica).
2. Poco a poco el gobierno sucumbe a las presiones de los grupos
de izquierda más radicales. La República desemboca en la guerra civil en la que
se enfrentan dos formas de entender la vida y de valorar la historia de España
y de los españoles. Los grupos enfrentados no supieron encontrar
terrenos comunes sobre los que apoyar la convivencia. Al contrario,
por las dos partes habían llegado a la conclusión dramática de que eran
incompatibles. De una u otra manera los dos grupos intentaron perpetuarse
eliminando físicamente al otro.
3. Durante los largos años del franquismo el enfrentamiento de
la Guerra Civil permaneció en el subsuelo de la vida social, como algo oculto
que se iba diluyendo poco a poco pero que nunca llegó a desaparecer del todo.
Los derechos de los vencidos no fueron nunca reconocidos, ni ellos renunciaron
a sus viejas aspiraciones En estos años del largo régimen franquista se produce
el mayo del 68, reforzado en España con la reacción antifranquista. Recordemos
como en los años setenta, en la Universidad española, se leía como un manual de
pensamiento y de vida “El libro rojo de Mao” y el “Qué es ser agnóstico” de
Tierno Galván. Es el momento de la recuperación del prestigio cultural en favor
de las posturas anticatólicas. El agnosticismo, con sus secuelas de
laicismo social o cultural, pasa a ser lo progresista, lo nuevo, y el
catolicismo comienza a ser lo viejo, lo impuesto, signo de integrismo,
contrario a la libertad y al progreso.
4. En la Transición Democrática se intenta cerrar la época de la
guerra civil con todas sus consecuencias. Este deseo estuvo muy presente en la
redacción de la Constitución. Desde el punto de vista religioso esta intención
se plasma en la concepción de un Estado no confesional con un amplio
reconocimiento de la libertad religiosa. En el documento que los Obispos
dedican al referéndum constitucional, manifiestan que el pleno reconocimiento
de la libertad religiosa no será contrario al mantenimiento de la unidad
mayoritariamente católica del pueblo español. Las cosas no han sido del todo así.
5. Cuando parecía que habíamos superado los viejos
enfrentamientos y que teníamos las bases para una convivencia
tranquila y sin tensiones entre cristianos y no cristianos, creyentes y no
creyentes, vemos que las tensiones y las posturas excluyentes entre
católicos y laicistas vuelven a resurgir. En los últimos años se ha
ido manifestando una tendencia a recuperar los viejos estilos de la IIª
República, interpretando la Constitución como promotora de un Estado no sólo
aconfesional sino positivamente laico y aun laicista. Esta manera de ver las
cosas justifica fácilmente algunas restricciones de la libertad religiosa y
unos favores de privilegio en favor de las tendencias laicistas.
Como consecuencia de estas tendencias se rompe el
consenso que hizo posible la Transición y la Constitución del 78, resurge el
anticlericalismo del 31, y se favorece la desautorización de la Iglesia, con un
resurgimiento del laicismo agresivo y militante, que causa crecientes
dificultades para la vida de la Iglesia y de los católicos. “Cuando ahora se dice que la Iglesia
católica es un “peligro para la democracia” se olvida que la Iglesia y los
católicos españoles colaboraron al establecimiento de la democracia y han
respetado lealmente sus normas e instituciones en todo momento” (Conf. Ep. Esp.
“Orientaciones morales ante la situación actual de españa. n.6). A los
promotores de estos cambios les interesa mucho demostrar que la Iglesia y los
eclesiásticos nos situamos en la extrema derecha. Pare que, para ellos, lo que
no sea socialismo y liberalismo laicista, hay que considerarlo como “extrema
derecha”.
Cambios rápidos y profundos. Una verdadera revolución cultural.
Esta tendencia no aparece sólo en España. No somos una isla.
Todo esto ocurre en un marco general de profundos cambios culturales y
espirituales, nacidos en el seno de la cultura europea y acelerados en el
contexto de las dos guerras mundiales del 14 y del 39. Estos movimientos
culturales han entrado en España tardíamente, pero con una espcial virulencia. A
la sociedad española le han presentado de manera casi mítica las ventajas del
"cambio”. No es exagerado decir que en pocos años estamos viviendo una
verdadera transformación cultural y social que es una verdadera revolución.
En este contexto de cambios culturales se desarrolla el fenómeno
de la secularización. Comenzó como un proceso social de emancipación respecto
de los poderes eclesiásticos, digamos de las “intromisiones” de la autoridad
religiosa en cuestiones claramente seculares. Las ciencias, la filosofía, la
política, eran actividades humanas para las que se reclamaba la plena autonomía
en relación con la autoridad de la Iglesia y la influencia de fe y de la
religión en general. Entendida la secularización como el reconocimiento de la
legítima autonomía del orden creacional y de las instituciones seculares, fue
bien acogida en la Iglesia, como fruto de una maduración cultural legítima. Se
puede decir incluso que esta inicial secularización, casi sinónimo de lo que se
llama recta o sana laicidad, es un fruto positivo de la cultura cristiana.
Pero en la actualidad la secularización se presenta como
la reivindicación de la negación de cualquier referencia a Dios en la vida
humana, personal, social y pública. Su origen teórico nace de una
visión negativa y deformada de la religión, que es rechazada como contraria a
la razón científica, a la libertad y a la felicidad del hombre.
“Dentro de un cambio cultural muy amplio, España se ve invadida
por un modo de vida en el que la referencia a Dios es considerada como una
deficiencia en la madurez intelectual y en el pleno ejercicio de la libertad”.
La razón secularista considera que la intervención de Dios y la plenitud de
nuestra libertad se consideran incompatibles. Para ser libre, para ser moderno,
para disfrutar de la vida hay que prescindir de Dios, liberarse de la religión
y de todo lo que tiene relación ella.
Esta manera de ver las cosas, en España, implica una
quiebra de la continuidad cultural, un rechazo de la mayor parte de nuestro
patrimonio espiritual y cultural, una profunda innovación cultural que adquiere
los caracteres de una verdadera revolución cultural. Sobre todo si
fuera cierta que este cambio cultural entra dentro de los proyectos del
gobierno y del partido que lo sustenta.
Análisis y consecuencias.
Para saber cómo conducirnos en la vida práctica, necesitamos ver
con claridad en qué consiste esta ideología laicista que tratan de imponernos
como marco de la vida social y denominador común de nuestra vida. Para
exponer la fe cristiana de manera convincente y duradera ante vuestros alumnos,
necesitáis conocer bien esta ideología laicista, saber cuáles son sus puntos de
apoyo , sus debilidades internas, los puntos de las convicciones religiosas y
cristianas más directamente afectadas. En vuestra labor docente tenéis
que estar permanentemente en un diálogo implícito con estas doctrinas para
aclarar de verdad y fortalecer la fe de vuestros alumnos.
En la mentalidad laicista hay muchos matices y muchos acentos
diferentes. Una vez que se ha generalizado en nuestra sociedad, es normal que
muchas personas, entre ellos la mayoría de vuestros alumnos, la tengan
asimilada y hayan aceptado sus consecuencias prácticas, sin habérsela formulada
nunca de manera teórica y refleja. Pero es innegable que la concepción
laicista de la vida tiene una estructura bien definida que no siempre aparece
claramente, ni siquiera la perciben con claridad muchas personas que la
comparten y padecen sus consecuencias.
El dato básico y central de esta cultura, no siempre el más
explícito, consiste en prescindir de la afirmación de la existencia de Dios
como una referencia central de la propia conciencia. Esta afirmación queda
entre paréntesis, unas veces se niega expresamente, con más frecuencia se la
deja de lado como algo irrelevante que no puede ser tenido seriamente en cuenta
como carente de justificación y de importancia racional y científica. Se da por
supuesto que la afirmación de Dios es incompatible con una mentalidad moderna
verdaderamente científica. Y digo que se da por supuesto porque no suele
aparecer nunca una justificación racional de este rechazo. Más que una negación
explícita y justificada de la existencia y providencia de Dios, se acepta como
un dato incuestionable, impuesto por una elemental lealtad racional.
La incompatibilidad y el rechazo de la existencia de Dios no queda en el terreno de lo teórico sino que se presenta como una verdadera incompatibilidad con la afirmación del ser del hombre, con la afirmación de su núcleo personal que es la libertad. En el ateísmo contemporáneo es muy característico este rasgo, se trata de un ateísmo que no necesita una justificación teórica, es algo que se da por supuesto, y que se vive más claramente en el orden práctico del comportamiento y de la vida moral que en el orden de las ideas y de las construcciones racionales. El ateo actual vive instalado apaciblemente en el ateísmo y reivindica la plenitud de su libertad sin limitaciones ni responsabilidades
La incompatibilidad y el rechazo de la existencia de Dios no queda en el terreno de lo teórico sino que se presenta como una verdadera incompatibilidad con la afirmación del ser del hombre, con la afirmación de su núcleo personal que es la libertad. En el ateísmo contemporáneo es muy característico este rasgo, se trata de un ateísmo que no necesita una justificación teórica, es algo que se da por supuesto, y que se vive más claramente en el orden práctico del comportamiento y de la vida moral que en el orden de las ideas y de las construcciones racionales. El ateo actual vive instalado apaciblemente en el ateísmo y reivindica la plenitud de su libertad sin limitaciones ni responsabilidades
trascendentales.
En la actual mentalidad laica el valor supremo es el de
la libertad, y con la libertad el progreso, y como resultado del progreso el
bienestar material.
Puesto que no hay otra perspectiva real y firme que la de la vida temporal, la
reivindicación de la libertad entendida como plena y permanente indeterminación
del propio ser es el valor supremo de la existencia. Vale la pena llamar la
atención sobre esto, en la cultura laicista, la libertad no es sólo una
cualidad de nuestro ser, sino que es un valor, el supremo valor moral. Todo se
puede justificar si es libre. “La libertad nos hará verdaderos” dijo nuestro
Presidente de gobierno, rectificando y “modernizando” la doctrina de Jesús.
En este cambio de perspectivas queda expresado toda la innovación del laicismo
respecto de la antropología tradicional.
Como consecuencia de esta manera de pensar las categorías de
bueno y malo van desapareciendo y son sustituidas por las de progresista y
conservador, democrático y no democrático, apetecible o no apetecible. En
cada momento, lo bueno es lo que me apetece, lo malo lo que no me resulta en
este momento apetecible. No hay ni puede haber un juicio moral definitivo de
las cosas, nada es estable ni definitivo. Todo depende del momento y
del para quién y para qué. Entramos así en el reino del relativismo y de la
inseguridad moral más absoluta, lo que es bueno para uno puede ser malo para
otro, y viceversa. Lo que es malo hoy, puede ser bueno mañana. No hay una
fuente de moralidad objetiva, ni universal, ni estable. La única fuente
objetiva de moralidad y de los criterios de actuación es lo que
democráticamente decidan los representantes del pueblo, en cada momento. Ellos
son los representantes, la conciencia activa de una sociedad autosuficiente y
dueña de sí misma, sin referencias a ningún Ser superior ni a ninguna moral
objetiva, que pueda limitar la amplitud y la variedad de sus libres decisiones.
En este mundo cultural la religión es considerada como una
supervivencia de estadios anteriores, menos ilustrados, menos científicos,
menos libres y menos humanos. Los cristianos somos supervivientes de
los tiempos precientíficos y predemocráticos. Es lógico que quienes viven en él
traten de aislarnos y de liberar la vida social de nuestra influencia que
consideran necesariamente vinculada a esquemas y usos poco racionales y
autoritarios, contrarios a la libertad, al libre desarrollo y a la prosperidad
social. Para ser fieles a esta nueva cultura, se pretende romper la
tradición espiritual de nuestro pueblo y como alternativa se quiere construir
“una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin
reconocimiento de Dios ni esperanza de la vida eterna”(ib.n13).
Curiosamente, esta manera de entender la vida humana, con la que se quiere engrandecer la libertad y la grandeza del hombre, termina por considerarlo un fruto del azar, sin justificación racional de su propia existencia, sometido a sus instintos, programado y configurado por una estructura política omnipotente que decide sobre el bien y el mal, que sustituye su conciencia, dicta lo que hay que pensar y hacer en cada momento, se adueña de su libertad y configura los perfiles de su existencia (Cf ib. nn. 12 y 13).
Curiosamente, esta manera de entender la vida humana, con la que se quiere engrandecer la libertad y la grandeza del hombre, termina por considerarlo un fruto del azar, sin justificación racional de su propia existencia, sometido a sus instintos, programado y configurado por una estructura política omnipotente que decide sobre el bien y el mal, que sustituye su conciencia, dicta lo que hay que pensar y hacer en cada momento, se adueña de su libertad y configura los perfiles de su existencia (Cf ib. nn. 12 y 13).
Puede parecer un diagnóstico muy radical, esto es lo que dicen
nuestros Obispos. En la actualidad “Se va configurando una sociedad que se
enfrenta con los valores más tradicionales de nuestra cultura, deja sin raíces
instituciones tan fundamentales como el matrimonio y la familia, diluye los
fundamentos de la moralidad y nos sitúa a los cristianos en un mundo extraño y
hostil” (ib.n. 17).
Esta manera de pensar y de proyectar la vida social está
perfectamente reflejada en el reciente Manifiesto Socialista titulado,
“Democracia, Laicidad, Religión”. Todo su contenido se puede reducir a dos afirmaciones:
-Las religiones monoteístas son fuente de fundamentalismos incompatibles con la convivencia en una sociedad libre y pluralista;
-Las religiones monoteístas son fuente de fundamentalismos incompatibles con la convivencia en una sociedad libre y pluralista;
-Por tanto la convivencia no se puede fundar sobre ningún código
moral objetivo y vinculante sino sobre unas bases éticas propuestas y
garantizadas por las instituciones democráticas. El Parlamento es la fuente y
el origen de las convicciones éticas sobre las que se debe asentar la
convivencia. No hay otra referencia superior a la que tengamos que referirnos. El
corolario de estas afirmaciones es la necesidad de la nueva asignatura
“Educación para la Ciudadanía” como instrumento necesario para la difusión de
la nueva moral sobre la que debe cimentarse la convivencia del paraíso
democrático.
Ciertamente nuestros muchachos no viven esta ideología de manera
refleja, ellos seguramente no tienen conciencia de estar sustituyendo nada,
pero si la viven de manera habitual, de manera implícita y también de forma
explícita y directa, porque es la ideología que muchos de sus profesores les
transmiten en las clases de literatura, de historia, de ciencias, de biología.
Y no solo de manera teórica, vuestros muchachos, en muchos casos, aprenden a
vivir en las actitudes y las aspiraciones vitales propias de esta manera de ver
las cosas, sin Dios, sin esperanza de vida eterna, sin convicciones morales,
sin referencia religiosa hacia Jesucristo ni hacia la Iglesia católica.
Los datos y las afirmaciones que reciben en las aulas, en muchas ocasiones son incompatibles con lo que vosotros tenéis que enseñarles, a veces en el mismo lugar y con cinco minutos de diferencia. Ellos oyen decir cosas como que, “el mundo, la vida el hombre, son fruto de la evolución, que no es preciso admitir para nada la hipótesis Dios, que la religión es incompatible con la ciencia, la libertad, la felicidad". Reciben, no sólo en el colegio, también en la calle, y a veces en su propia familia, un modelo de la vida que lleva consigo la exaltación de la libertad como valor supremo, instrumento para alcanzar el placer inmediato y permanente como valor supremo de la vida, sin ninguna otra convicción que la “moral democrática”, la moral fluctuante del consenso, de las directrices políticas, de la convivencia política. No lo olvidemos, en la mentalidad socialista, la persona se hace desde fuera, desde la sociedad, y no al contrario. Este, o algo muy parecido, será el mensaje de la nueva asignatura obligatoria con las que se les quiere preparar para que puedan vivir a gusto y dócilmente en la vida democrática. Digamos que muchos de vuestros alumnos llegan a vuestra clase con una mentalidad que se puede resumir, en lo teórico, como un narcisismo nihilista, y en lo moral práctico como un relativismo nihilista.
Los datos y las afirmaciones que reciben en las aulas, en muchas ocasiones son incompatibles con lo que vosotros tenéis que enseñarles, a veces en el mismo lugar y con cinco minutos de diferencia. Ellos oyen decir cosas como que, “el mundo, la vida el hombre, son fruto de la evolución, que no es preciso admitir para nada la hipótesis Dios, que la religión es incompatible con la ciencia, la libertad, la felicidad". Reciben, no sólo en el colegio, también en la calle, y a veces en su propia familia, un modelo de la vida que lleva consigo la exaltación de la libertad como valor supremo, instrumento para alcanzar el placer inmediato y permanente como valor supremo de la vida, sin ninguna otra convicción que la “moral democrática”, la moral fluctuante del consenso, de las directrices políticas, de la convivencia política. No lo olvidemos, en la mentalidad socialista, la persona se hace desde fuera, desde la sociedad, y no al contrario. Este, o algo muy parecido, será el mensaje de la nueva asignatura obligatoria con las que se les quiere preparar para que puedan vivir a gusto y dócilmente en la vida democrática. Digamos que muchos de vuestros alumnos llegan a vuestra clase con una mentalidad que se puede resumir, en lo teórico, como un narcisismo nihilista, y en lo moral práctico como un relativismo nihilista.
II. ALGUNAS CONSIDERACIONES PREVIAS
Antes de entrar directamente en decir alguna cosa sobre cómo
tendríais que desarrollar vuestra tarea en este clima de secularización, me
parece oportuno hacer por delante algunas afirmaciones.
Y la primera es para reivindicar radicalmente la legitimidad de
vuestra función. La educación cristiana de nuestros jóvenes es un
derecho primario de las familias cristianas. A veces parece que andamos
mendigando de la administración unos derechos que ellos nos tendrían que
conceder en virtud de no sé qué benevolencia. Los gobernantes, los parlamentos
no nos conceden este derecho. Lo tenemos en virtud de nuestro ser de personas,
lo tenemos como ciudadanos libres. De ellos pedimos simplemente que
los reconozcan y que los organicen de manera razonable en el conjunto de
nuestra convivencia. No estará plenamente implantada en España la
democracia mientras no se resuelva holgadamente y establemente esta cuestión de
la enseñanza religiosa católica en la escuela pública.
La segunda afirmación es para valorar vuestra presencia y
actividad en los colegios públicos como realizadores de una gran labor de orden
cultural, vosotros, con vuestra presencia y vuestras clases estáis siendo
testigos y transmisores de un gran caudal cultural que es válido para todos los
alumnos del centro y no sólo para vuestros alumnos directos. Los
jóvenes que no sepan nada de la religión católica no pueden entender ni la
historia, ni la literatura, ni la arquitectura de España, ni pueden entender el
sentido, la grandeza o los errores de los grandes personajes de nuestra
historia. Es decir, no pueden llegar a saber quiénes son ellos mismos.
Este es un aspecto de la cuestión que ni siquiera ha sido abordado por nuestros
gobernantes.
En tercer lugar quiero decir que vosotros estáis siendo los
protagonistas del verdadera diálogo entre la fe y la cultura. Tenéis que
enseñar los contenidos de la fe católica en diálogo permanente con los
contenidos de las demás asignaturas, la filosofía, la historia, las ciencias
sociales, etc. Vivís junto con otros profesores que no son católicos, que a
veces impugnan vuestra asignatura y otras veces os preguntan sobre cómo
entender ciertos puntos de la fe con verdadera buena voluntad. Sois el
escaparate ante las fuentes de la nueva cultura que llega. Sois evangelizadores
no sólo de vuestros alumnos sino de vuestros mismos compañeros.
Vuestra situación reclama de vosotros una excelente preparación.
No voy a decir que tengáis que ser teólogos profesionales, pero sí me
atrevo a deciros que no podríais cumplir dignamente vuestra labor sin una buena
formación teológica, y por supuesto sin testimonio firme y claro de la verdad y
del valor racional y humanizador de lo que enseñáis, con el ejemplo de vuestra
vida cristiana, profesante y militante.
La negativa a evaluar vuestra asignatura está diciendo cómo, aunque la admitan a más no poder en el elenco de las asignaturas posibles, no la consideran como un conocimiento serio y verdaderamente razonable. Ante vuestros alumnos, ante sus padres y ante vuestros mismos colegas, tenéis que ganar algo tan importante como el prestigio cultural y social, el reconocimiento de la capacidad educativa y socializadora de la fe cristiana, profundamente menospreciado entre nosotros. Tenéis que ser capaces de mostrar que la fe cristiana es profundamente razonable, que tiene una honda repercusión cultural y humanizadora.
La negativa a evaluar vuestra asignatura está diciendo cómo, aunque la admitan a más no poder en el elenco de las asignaturas posibles, no la consideran como un conocimiento serio y verdaderamente razonable. Ante vuestros alumnos, ante sus padres y ante vuestros mismos colegas, tenéis que ganar algo tan importante como el prestigio cultural y social, el reconocimiento de la capacidad educativa y socializadora de la fe cristiana, profundamente menospreciado entre nosotros. Tenéis que ser capaces de mostrar que la fe cristiana es profundamente razonable, que tiene una honda repercusión cultural y humanizadora.
III EL ITINERARIO EVANGELIZADOR
No es difícil de imaginar lo exigente que tiene que ser para
vosotros explicar de verdad la religión cristiana en este contexto cultural.
Entre vuestros alumnos habrá quiénes la acojan con gusto, la mayoría la
acogerá, me temo, con poco interés, y frecuentemente con muchas reservas y
prevenciones tanto afectivas como intelectuales. Aquí vale aquello de
que quienes están en una habitación donde se fuman, todos salen oliendo a
tabaco, sean o no sean fumadores. En la vida actual todos olemos a laicismo.
Vuestra labor docente, para ser sincera y efectiva, tiene que
tener en cuenta lo que vuestros alumnos tienen en la cabeza en todos aquellos
puntos que tienen algo que ver con los contenidos de la fe, origen del mundo y
del hombre, inmortalidad o mortalidad, legitimidad o ilegitimidad racional de
la fe religiosa, valoración muchos personajes y de importantes hechos e
instituciones en la historia de España, fundamento y contenidos de la moral en
la actualidad, etc. etc. No podéis enseñar ni educar a vuestros alumnos sin
estar en un diálogo permanente, unas veces explícito y otras muchas implícito,
con los contenidos de las demás asignaturas tal como los están recibiendo al
mismo tiempo que vuestras explicaciones. Desde el punto de vista teórico y
práctico entiende que vuestro trabajo requiere atender estos puntos
privilegiados.
A). Para que los jóvenes comprendan lo que es la fe religiosa,
lo que es el cristianismo, necesitarán muchas veces reconstruir la noción y la
experiencia de la libertad, como capacidad de ir configurando la propia
existencia a partir del reconocimiento de la realidad (verdad) y de la
colaboración con ella (bondad, obediencia a la ley moral). Los jóvenes
necesitarán también adquirir un sentido de la responsabilidad de su propia
existencia, una visión histórica de sí mismos, la cuestión sobre la
inmortalidad y hasta un atisbo de lo que es la salvación o la perdición de la
existencia, la responsabilidad de nuestro ser en el mundo, etc. Hay muchas
cuestiones de antropología filosófica que son imprescindibles para poder
comprender y asimilar la noción de religión y de fe cristiana, antes de entrar
en sus contenidos concretos. Nada de esto se puede hacer sin una visión de la
persona como criatura, por eso se hace imprescindible plantear la idea de
creación y de la verdad de Dios.
B). Reconstrucción de la experiencia religiosa
Tendréis que ayudar a vuestros alumnos a descubrir la idea de la
creación como idea básica para la interpretación del mundo y la interpretación
de la vida humana, por supuesto teniendo en cuenta lo que les hayan dicho
acerca de la evolución o sobre cualquier otro modo de explicar
científicamente la formación del mundo, la aparición de la vida,
la historia del hombre.
Hablar de creación supone abordar de frente la cuestión de la
existencia de Dios, proporcionándoles al mismo tiempo una imagen creíble de
Dios, de su providencia, de su intervención en nuestra vida, ofreciendo unos
fundamentos firmes y bien asimilados de orden filosófico y la imagen cristiana
de Dios manifestada por Jesús, conservada y anunciada por la Iglesia (“Deus
caritas est”. “Dios es amor” de Benedicto XVI). Surge aquí la gran cuestión de
la compatibilidad entre Dios y el hombre, entre la presencia de Dios y nuestra
propia libertad, entre la fe y la ciencia, la religión y la libertad, la
democracia, el progreso, la compatibilidad entre ser cristiano y vivir
libremente y críticamente en la modernidad.
C) Conocimiento de la verdad histórica de Jesús.
En estos tiempos de laicismo es imprescindible enseñar a
nuestros jóvenes a apoyar su fe en Dios muy claramente en el testimonio
histórico de Jesús. Sorprende ver lo poco que la mayor parte de los
cristianos saben acerca de la verdad histórica de Jesús y los fundamentos
históricos de su fe cristiana. Hemos visto con verdadera sorpresa el interés
suscitado por las fabulaciones de libros como “El Código da Vinci” o temas como
“Las tumbas de Jesús”, “El santo Grial”, etc. Los mundos pocos religiosos son
siempre amigos de relatos fabulosos. Por eso nuestros cristianos tienen
que tener muy claro el fundamento histórico de nuestra fe, y los contenidos
fundamentales del mensaje de Jesús, en su misión salvadora como Hijo de dios
venido a este mundo para dar testimonio sobre la verdad de Dios y salvar a los
hombres, del error, del pecado y de la muerte.
D) Itinerario del acto de fe,
En tiempos de laicismo la fe se convierte en una decisión
explícita y refleja de cada creyente. Resulta muy difícil mantenerse y
vivir como cristiano por simple tradición cultural y familiar. Cada cristiano
tiene que saber cuales son los pasos y los apoyos personalmente válidos de su
decisión de fe y de su vida cristiana. Este proceso antes apenas se estudiaba
en los Seminarios, ni mucho menos se explicaba en la catequesis, hoy tiene que
ser un tema fundamental en la formación de todos los fieles cristianos.
Interesa mucho que la fe sea comprendida no como competencia sino como
consumación de la vida racional y científica de la persona, consumación también
de la libertad por la que definimos las características más hondas y
universales de nuestra existencia, en vez de dejarnos configurar desde fuera de
nosotros mismos.
E). Los cristianos del futuro que vivirán la mayor parte de su
vida aislados en un contexto cultural adverso necesitarán valorar mucho teórica
y prácticamente la realidad de la Iglesia, como don de Dios, en continuidad con
la vida histórica y mística de Jesús, enriquecida con la vida de los santos,
mediadora de gracia y de salvación.
F). Será preciso también que los nuevos cristianos tengan una
visión clara de la fundamentación de la moral cristiana, en relación con la
idea misma de adoración del Dios Creador, en imitación, seguimiento y
convivencia espiritual con Jesucristo. Tendréis que cuidar de hacerles
ver cómo la moral cristiana no es moral de esclavos, fundada en el temor, sino
moral de hijos, fundada en las correspondencia amorosa al amor recibido de Dios
en Cristo, camino de vida, de liberación interior y de gozo.
G). Por último os digo que cuidéis de transmitir a vuestros
alumnos una autoestima bien fundamentada de su ser cristiano, con una dignidad
y una misión importantísima en la construcción de la sociedad. Autoestima que
si no viene del ambiente cultural dominante, sí viene del juicio de Dios y de
Cristo, de los ángeles y de los santos, de los hermanos en la fe y de muchas
personas de buena voluntad. Los cristianos españoles vivimos todavía
bajo el peso de una cierta culpabilidad histórica de nuestra Iglesia. Ya es
hora de liberarnos de ella. Ni fuimos tan malos ni vamos a estar siempre así. Tenemos
que saber vivir con dignidad y alegría nuestra fe, que en todo momento ha sido
un fermento de vida y de cultura, también en España, también en los años del
franquismo. Gran parte del patrimonio cultural y político que hoy
tiene nuestra sociedad lo ha recibido con una gran contribución de la fe
católica, de la Iglesia y de muchos cristianos insignes. Que ellos descubran y
se preparen para la gran misión de iluminación y de fermento de justicia que
los cristianos tenemos que desempeñar en la sociedad (“Dios es amor”).
IV. ALGUNAS SUGERENCIAS PEDAGOGICAS
Ciertamente esta tarea de ser profesor de religión en el momento
actual no es una tarea fácil. Se necesitan buenos conocimientos, una buena
formación permanente, el apoyo del testimonio de vida y también una buena
pedagogía.
No será fácil encontrar libros de texto que planteen las
cuestiones de la asignaura con las características que os acabo de señalar. El
buen profesor tiene que ser capaz de recorrer con sus alumnos el programa
entero, pero no perdáis de vista que en vuestra asignatura el fruto
principal no es el que vuestros alumnos sean capaces de superar unos exámenes,
sino que se lleven de vuestras clase las convicciones fundamentales, claramente
entendidas y personalmente asimiladas, para que les puedan servir durante toda
su vida como fundamento de sus decisiones religiosas y éticas, que es tanto
como decir que les sirvan como fundamento de su vida. Vosotros, que
impartís una asignatura no evaluable, sois quienes tenéis que ofrecer a
vuestros alumnos esas convicciones capaces de superar todas las pruebas y las
evaluaciones de la vida.
Por eso tendréis que tener muy en cuenta las ideas, las dudas,
las contradicciones que padecen vuestros alumnos, hablar con ellos,
recomendarles lecturas adecuadas, ayudarles a situar cada idea en su sitio, a
revisar los conocimientos falsamente científicos que les hayan podido
transmitir en alguna clase y que resultan incompatibles con otras afirmaciones
de fe. Y tendréis que apoyar vuestras explicaciones en perchas intelectuales y
afectivas que sean firmes y estén bien ancladas en la conciencia de vuestros
alumnos. Habrá que comenzar por lo que ellos sienten, autenticidad, verdadera
libertad, deseo de hacer el bien, ilusión por una vida verdadera y feliz, para
desarrollar a partir de estas convicciones y deseos el verdadero camino de
convencimiento y mentalización cristiana.
CONCLUSIÓN
Termino como empecé, os felicito y os admiro por vuestro
trabajo. Os lo agradezco sinceramente, como obispo, como cristiano, y también
como español. Todo sería bastante peor si vosotros no fueseis como sois y no
hicieseis lo que estáis haciendo. Dios os bendiga.
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