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Malaquías de Armagh, Santo |
En el siglo IX empezó Irlanda a
experimentar los efectos de las invasiones que habían asolado a
otros países. En efecto, los bárbaros conocidos con el nombre
genérico de orientales, hicieron incursiones en las regiones costeras, y
los daneses establecieron colonias permanentes en Dublín y otras ciudades.
Por dondequiera que iban cometían asesinatos, demolían monasterios y quemaban
bibliotecas. To do ello debilitó mucho al poder civil; los
reyezuelos locales, que luchaban contra el enemigo de fuera y
se destruían entre sí, perdieron mucha autoridad. El trato prolongado
e inevitable entre los nativos y los opresores de la
religión y de la ley trajo consigo una relajación gradual
de la fe y las costumbres. Así pues, aunque Irlanda
no llegó nunca a caer en el grado de iniquidad
que suponían ciertos ingleses y algunos hombres de iglesia extranjeros
(incluso San Bernardo), se hallaba sin embargo en un estado
lamentable cuando estalló la guerra civil, tras la derrota definitiva
de los daneses, en Clonfart (1014).
Precisamente en
esa época de confusión, del año 1095, nació Malaquías O´More.
El niño se educó en Armagh, donde su padre era
maestro de escuela. Malaquías era un niño juicioso y piadoso.
Después de la muerte de sus padres, se fue a
vivir con un ermitaño llamado Eimar. San Celso, arzobispo de
Armagh, juzgándole digno del sacerdocio, le ordenó a los veinticinco
años. El arzobispo le encargó que predicase la palabra de
Dios al pueblo y extirpase las malas costumbres que abundaban
en su diócesis. San Bernardo, en su biografía de San
Malaquías, dice que éste "quemó las ramas y la hojarasca
inútil y aplicó el hcha a los árboles de raíz
podrida". En una palabra, el santo se entregó a su
tarea con gran celo. Sin embargo, temía no conocer suficientemente
los cánones eclesiásticos para reformar a fondo la disciplina y
el culto, por lo que acudió a San Malco, obispo
de Lismore, quien se había educado en Winchester, en Inglaterra,
y era famoso por su ciencia y su virtud. San
Malco le acogió muy bien, le instruyó en todo lo
referente al servicio divino y al bien de las almas
y al mismo tiempo, le empleó en los ministerios de
su iglesia.
Un tío de San Malaquías, que
a pesar de ser lego era abad de San Comgall,
se había apoderado de las rentas de la gran abadía
de Bangor, la cual se hallaba en un estado lamentable.
En 1123, el abad renunció a su dominio sobre Bangor,
en favor de su sobrino, para que éste restableciese la
observancia regular en la abadía. San Malaquías cedió a otra
persona las tierras de la abadía, a pesar de las
protestas. San Bernardo le alaba por eso, pero hace notar
que "llevó demasiado lejos su desinterés y su espíritu de
pobreza, como lo demostraron después los hechos." Con diez miembros
de la comunidad de Eimar, San Malaquías construyó la abadía,
empleando madera, como se acostumbraba en Irlanda. La gobernó durante
un año. "Era una regla viviente, un espejo brillante, un
libro en el que todos podían aprender los preceptos de
la verdadera vida religiosa." La fama del santo aumentó con
los milagros que obró. San Bernardo refiere algunos. A los
treinta años de edad, San Malaquías fue elegido obispo de
Connor. Los cristianos de su diócesis apenas lo eran más
que de nombre, pues los daneses habían dominado ahí largo
tiempo. El santo hizo cuanto pudo por convertir en corderos
a aquellos lobos. El y sus monjes predicaron con energía
apostólica, uniendo la severidad a la dulzura. Cuando las gentes
no acudían a la iglesia a oírle predicar, San Malaquías
iba a buscarles en sus casas. Así consiguió sembrar la
bondad y piedad en algunos de los más duros, restableció
el uso frecuente de los sacramentos, pobló la diócesis de
pastores celosos y volvió a instituir la celebración regular de
las horas canónicas, pues desde las invasiones de los daneses
habían caído en desuso aun en las ciudades. En esa
tarea le sirvieron los conocimientos de música sacra que había
adquirido en su juventud. Pero en 1127, un reyezuelo del
norte devastó Andrim y Down y expulsó a la comunidad
de Bangor, donde vivía San Malaquías. El santo se retiró
entonces con algunos de sus monjes a Lismore y después
a Iveragh, en Kerry, donde organizó nuevamente la vida monástica.
En 1129, murió San Celso de Armagh. La
sede metropolitana había estado en manos de su familia durante
varias generaciones. Para romper esa nociva costumbre San Celso ordenó
en su lecho de muerte que su sucesor fuese Malaquías,
a quien envió su b´culo pastoral. Sin embargo, los parientes
de San Celso instalaron en la sede a su primo
Murtagh y, durante tres años, San Malaquías no intentó apoderarse
de la diócesis. Finalmente, se dejó convencer por el legado
pontificio Gilberto de Limerick, por San Malco y algunos otros
y, protestando que renunciaría al gobierno de la sede en
cuanto hubiese restituido el orden, se trasladó de I veragh
a Armagh. Hizo cuanto pudo por tomar en sus manos
el gobierno de su diócesis; sin embargo, para evitar los
desórdenes y el derramamiento de sangre, no intentó entrar en
la cabecera de la diócesis ni apoderarse de la catedral.
Murtagh murió en 1134, no sin haber nombrado por sucesor
a Niall, hermano de San Celso. Ambos bandos estaban armados,
y San Malaquías determinó hacerse entronizar en su catedral. Los
partidarios de Niall se presentaron de improviso en una reunión
de los partidarios de San Malaquías, pero fueron dispersados por
una tempestad tan violenta, que doce hombres murieron calcinados por
el rayo. San Malaquías consiguió tomar posesión de su diócesis.
Sin embargo, la paz no reinaba en ella, pues Niall
se había llevado de Armagh dos reliquias muy veneradas, y
el pueblo consideraba como legítilmo arzobispo a quien las tenía
en su poder. Consistían en un libro (probablemente el "Libro
de Armagh") y una cruz pastoral llamada "el báculo de
Jesús": el pueblo creía que ambas habían pertenecido a
San Patricio. Esto explica por qué muchos eran partidarios de
Niall y perseguían violentamente a Malaquías. Uno de ellos invitó
al santo a una conferencia para asesinarle. San Malaquías, rontra
el parecer de sus amigos, acudió a la reunión, dispuesto
a sufrir el martirio por la paz; pero su valor
y tranquila dignidad desarmaron a sus enemigos, y se firmó
la paz. Sin embargo, San Malaquías tuvo que conservar su
guardia de corps hasta que recuperó el báculo y el
libro y fue reconocido como arzobispo por todo el pueblo.
Habiendo roto así la tradición de la sucesión hereditaria y
restablecido la disciplina y la paz en la sede, insistió
en renunciar a la digni dad archiepiscopal y consagró por
sucesor suyo a Gelasio, abad de Derry. En 1137 regresó
a su antigua sede.
San Malaquías dividió su
diócesis, consagró a un nuevo obispo para Connor y se
reservó para sí la región de Down. Ya sea en
Downpatrick, o más probable mente en las ruinas del monasterio
de Bangor, estableció una comunidad de canónigos regulares, con quienes
vivía siempre que se lo permitían sus actividades pastorales. Dos
años después, emprendió un viaje a Roma para informar a
la Santa Sede de todo lo que había hecho. Entre
otras cosas quería conseguir el palio para los arzobispos de
Armagh y de otra sede metropolitana que San Celso había
establecido en Cashel. San Malaquías desembarcó en Inglaterra y se
trasladó a York, donde conoció a Waltheof de Kirkham, quien
le regaló un caballo. Después pasó a Francia, atravesó la
Borgoña y llegó a la abadía de Claraval Ahí conoció
a San Bernardo, quien se convirtió en fiel amigo, fue
admirador suyo y, más tarde, escribió su biografía. Malaquías quedó
tan edificado por el espíritu de los cistercienses, que concibió
el deseo de compartir su vida de penitencia y contemplación
y acabar ahí sus días. En Ivrea del Piamonte restituyó
la salud al hijo de su huésped, que estaba al
borde de la muerte. El Papa Inocencio II se negó
a aceptar la renuncia del santo, aprobó cuanto había hecho
en Irlanda, le nombró legado suyo en ese país y
prometió que concedería los palios, si se le pedían oficialmente.
En el viaje de regreso, San Malaquías volvió a pasar
por Claraval, donde, como dice San Bernardo, "nos bendijo por
segunda vez". Como no podía quedarse con aquellos siervos de
Dios, San Malaquías dejó ahí a cuatro de sus compañeros,
quienes, en 1142, volvieron a Irlanda con el hábito del
Cister e instituyeron la abadía de Mellifont, de la que
se originaron muchas otras. San Malaquías volvió a su patria
por Escocia, donde el rey David le rogó que curase
a su hijo, quien estaba muy enfermo. El santo dijo
al prícipe: "Ten buen ánimo. No morirás de esta enfermedad."
En seguida le roció con agua bendita. Al día siguiente,
Enrique estaba completamente curado.
En 1148, los obispos
y el clero reunidos en un sínodo en Inishpatrick, cerca
de Skerries, resolvieron pedir oficialmente a Roma el palio para
los dos metropolitanos. San Malaquías fue comisionado para entrevistarse con
el Papa Eugenio III, quien se hallaba entonces en Francia.
Pero la suspicacia política del rey Esteban retrasó al santo
en Inglaterra y, cuando él llegó a Francia, el Papa
ya había partido para Roma. Así pues, San Malaquías pudoir
a Claraval, donde San Bernardo y sus monjes le acogieron
gozosamente. Después de la celebración de la misa de la
fiesta de San Lucas, San Malaquías se sintió enfermo y
hubo de guardar cama. Los monjes le atendieron solícitamente, pero
el santo les dijo que todo era inútil, pues iba
a morir de aquélla enfermedad. Además, insistió en bajar a
la iglesia a recibir los ñultimos sacrametos, y rogó a
los monjes que siguiesen orando por él después de su
muerte. También les encomendó que pidiesen por las almas de
todos sus feligreses y él prometió, por su parte, no
olvidarlos ante Dios. San Malaquías murió el día de difuntos
de 1148, en brazos de San Bernardo, y fue sepultado
en Claraval. En su segundo sermón sobre San Malaquías, San
Bernardo decía a sus monjes: "Quiera él proteger con sus
méritos a aquellos a quienes instruyó con su ejemplo y
confirmó con sus milagros." Además, San Benardo tuvo la audacia
de cantar, en la misa de cuerpo presente, la postcomunión
de la misa de un obispo confesor. El Papa Clemente
III confirmó, en 1190, aquella "canonización de un santo por
otro santo". San Malaquías fue el primer irlandés canonizado por
un Papa. Los cistercienses, los canónigos regulares y todas las
diócesis de Irlanda celebran su fiesta. San Malaquías hizo por
la unificación de la Iglesia en Irlanda lo que Sab
Teodoro había hecho 500 años antes, por la de Inglaterra.
Nuestro artículo sobre San Malaquías quedaría incompleto, si
no hiciésemos mención de las "profecías" sobre los Papas, que
se le atribuyen. Consisten en la atribución de ciertos rasgos
y características a los Papas, desde Celestino II (1143-1144) hasta
el fin del mundo, cuando reine "Pedro el Romano". Las
provesías están formuladas como lemas o títulos simbólicos. El que
las reveló al mundo fue Dom Arnoldo de Wyon, O.S.B.,
en 1595. El benedictino las atribuyó a San Malaquías, pero
sin explicar por cuáles razones y sin decir siquiera dónde
las había encontrado. Un jesuita del siglo XVII sostuvo que
habían sido inventadas por un partidario del cardenal Simoncelli, durante
el cónclave de 1590, pero, en 1871, el P. Cucherat
escribió un libro en el que afirmaba que las profecías
habían sido reveladas en Roma a San Malaquías, el cual
las comunicó por escrito a Inocencio II. Las profecías habían
quedado olvidadas en los archivos pontificios durante 450 años, hasta
que las descubrió Dom de Wyon. Está fuera de duda
que las profecías son espurias y no tienen nada que
ver con San Malaquías. Un examen superficial revela que los
lemas que caracterizan a los Papas hasta Gregorio XIV (1590),
son muy precisos (con frecuentes alusiones a los apellidos italianos)
y se cumplieron a la letra. Por el contrario, los
lemas de los siguientes Pontífices son vagos, generales y no
siempre se aplican a los hechos, por más esfuerzos que
se hagan por ensanchar su sentido. El lema de Pío
XII era "Pastor Angelicus" (Pastor angélico), algo bastante común; en
cambio el de San Pío V era "Ángel del bosque"
y el de Benedicto XIV "Animal rústico".
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