miércoles, 14 de noviembre de 2012

Este admirable Misterio de Amor La Eucaristía.













Yo no se si mi forma de pensar suene anticuada o exagerada, pero con respecto a Jesús-Eucaristía yo siempre he sido muy celoso y cauto. Si hay algo que me incomoda y molesta, es ver a la gente que no se arrodilla en la Consagración, así como también ver los Sagrarios abandonados, sucios y sin flores, o los manteles del altar arrugados y sucios.

Me molesta e incomoda también que los ornamentos sacerdotales no tengan la dignidad que deben de tener; las sotanas sucias y en la Celebración los malos lectores; las Misas a la carrera y las malas homilías, y no porque yo crea que soy el Sacerdote Ideal, sino porque el principal amor de mi vida religiosa es JESÚS en la Hostia Consagrada. El es el Centro y culmen de la Iglesia.

Nuestros templos estarían fríos como hay tantos y tantos templos sectarios; muy elegantes y bellos, pero fríos y solitarios.

Jesús quiso quedarse en medio de su Iglesia para ser el Pan de la Vida, para que nosotros tuviéramos Vida, y Vida en abundancia. En la Eucaristía nosotros nos llenamos de su fortaleza; de esa Paz que sólo Jesús da. En la Eucaristía el Señor Jesús ilumina las áreas más oscuras de nuestra vida, y quien se alimenta de la Eucaristía, necesariamente se va llenando de las virtudes de Cristo el Señor Jesús; los sentimientos de Cristo, la mirada de Cristo, y los pensamientos de Cristo.

Gran parte de los Católicos están devaluados espiritualmente y débiles, porque queremos cambiar por nuestras propias fuerzas. Se nos olvida que Jesús nos dice en el Evangelio: “el que COME de Mi Carne y bebe de Mi Sangre permanece en mí y Yo en él”.

Somos PRESA FÁCIL de esos Enemigos acérrimos de nuestra alma que son: EL MUNDO, EL DEMONIO Y LA CARNE. San Pablo nos dice que nuestra lucha es contra potestades demoníacas. Hoy el Mal está infiltrado de una manera escondida y velada, que nosotros podemos andar con él y junto a él sin darnos cuenta.

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