![19. Cuando necesitas perdonar](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_sa1JK8G9DcwoDKIz8LwDoFTg737QMZDIOxD52pBDx5ibNMlVd2rwH4lkUIJqaH4bgkelE3FLmeS2meg4Vvc8IpZNy3pRWV5Y6rPKcHAL-WJ7HH7VZpVGC-QGoEJ7LMKyZAPa8HyaixV4QqTjftL1c=s0-d) |
Cuando necesitas perdonar |
Sea cual sea su agravio, no guardes rencor
al prójimo, y no actúes guiado por un arrebato de
violencia Eclesiástico 10, 6
PALABRA DE DIOS
Jesús perdona desde la cruz
“Llegados
al lugar llamado Calvario, le crucificaron ahí a él y
a los malhechores, uno a la derecha y otro a
la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen.».”
Lucas 23, 33-34
Perdón de las ofensas
“Pedro se
acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que
perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete
veces?» Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.»”
Con la misma vara con que midas, serás
medido
“«Por eso el Reino de los Cielos es semejante
a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le
debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar,
ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y
sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le
pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y
postrado le decía: `Ten paciencia conmigo, que todo te lo
pagaré.´ Movido a compasión el señor de aquel siervo,
le dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir
de allí aquel siervo se encontró con uno de sus
compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole,
le decía: `Paga lo que debes.´ Su compañero, cayendo
a sus pies, le suplicaba: `Ten paciencia conmigo, que ya
te pagaré.´ Pero él no quiso, sino que fue
y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo
que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron
mucho, y fueron a contar a su señor todo lo
sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo:
`Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda
porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de
tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de
ti?´ Y encolerizado su señor, le entregó a los
verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto
mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis
de corazón cada uno a vuestro hermano.»” Mateo 18, 21-35
“Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no
seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y
seréis perdonados. Dad y se os dará; porque con la
medida con que midáis se os medirá”.
Lucas 6,
36-38
El verdadero culto a Dios
“Si, pues, al presentar tu
ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí,
delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu
hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.”
Mateo 5, 23-24
“Perdona
la ofensa a tu prójimo, y, cuando reces, tus pecados
te serán perdonados. “ Eclesiástico 28,2
“Revestíos, pues, como elegidos de
Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad,
humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros, y perdonándoos mutuamente,
si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os
perdonó, perdonaos también vosotros.” Colosenses 3, 12-13
“Si alguno dice: «Yo
amo a Dios», y odia a su hermano, es un
mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien
ve, no puede amar a Dios a quien no ve.” Primera
Carta San Juan 4, 20
En el Padre nuestro rezamos:
“Y
perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros
deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos
del mal.” Mateo 6, 12-13
Después de enseñar el Padre nuestro a
sus discípulos Jesús advirtió:
“Si vosotros perdonáis a los hombres
sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre
perdonará vuestras ofensas.” Mateo 6, 4-15
ORACIONES
La Gracia de
la Humildad
Señor Jesús, manso y humilde. Desde el polvo me sube
y me domina esta sed insaciable de estima, esta apremiante necesidad de
que todos me quieran. Mi corazón está amasado de delirios imposibles. Necesito
redención. Misericordia, Dios mío. No acierto a perdonar, el rencor me quema, las
críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan. Mi corazón
es soberbio. Dame la gracia de la humildad, mi Señor,
manso y humilde de corazón. No sé de dónde me vienen
estos locos deseos de imponer mi voluntad, eliminar al rival,
dar curso a la venganza. Hago lo que no quiero. Ten
piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad. Gruesas cadenas
amarran mi corazón: este corazón echa raíces, sujeta y apropia
cuanto soy y hago, y cuanto me rodea. Y de
esas apropiaciones me nace tanto susto y tanto miedo, ¡infeliz
de mí, propietario de mí mismo! ¿Quién romperá mis cadenas?
¡Tú gracia, mi señor, pobre y humilde. ¡Dame la gracia de
la humildad...! La gracia de perdonar de corazón. La gracia de aceptar
la crítica y la contradicción, ó al menos de dudar
de mí mismo cuando me corrijan. Dame la gracia de hacer
tranquilamente la autocrítica. La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos
e indiferencias; de sentirme verdaderamente feliz en el silencio y
el anonimato; de no fomentar autosatisfacción de los sentimientos, palabras y
hechos. Abre, Señor, espacios libres dentro de mí para que los
puedas ocupar Tú y mis hermanos. En fin, mi Señor Jesucristo;
dame la gracia de ir adquiriendo paulatinamente un corazón desprendido
y vacío como el tuyo; un corazón manso, paciente y
benigno. Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón
semejante al tuyo. Amén. Padre Ignacio Larrañaga
Instrumento de tu paz
Señor, haznos instrumentos
de tu paz, Donde haya odio, pongamos amor. Donde haya ofensa,
pongamos perdón. Donde haya discordia, pongamos unión. Donde haya error, pongamos verdad. Donde
haya desesperación, pongamos esperanza. Donde haya tristeza, pongamos alegría. Haz, Señor, que
busquemos consolar, no ser consolados; compadecer, no ser compadecidos; amar, no ser
amados. Porque, es olvidándose como uno se encuentra; es perdonando como uno es
perdonado; es dando como uno recibe; es muriendo como uno resucita a
la vida. San Francisco De Asís
TESTIMONIO DE LOS SANTOS
“El comienzo de
las obras buenas es la confesión de las obras malas.
Haces la verdad y vienes a la luz.” San Agustín
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