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Los siete dones del Espíritu
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| La Teología establece  siete dones del Espíritu |  
 Siete dones
 
 La tradición espiritual y teológica 
entiende que son siete los dones del Espíritu Santo, y 
halla la raíz de su convencimiento en la Sagrada Escritura, 
especialmente en algunos lugares principales.
 
 En Isaías 11, 2-3, concretamente, se 
asegura que en el Mesías esperado habrá una plenitud total 
de los dones del Espíritu divino. No le serán dados 
estos dones con medida, como a Salomón se le da 
la sabiduría o a Sansón la fortaleza, sino que sobre 
él reposará el Espíritu de Yahvé con absoluta plenitud.
 
 No entro 
aquí acerca de si los dones son seis o son 
siete, según el texto original y la versión de los 
Setenta y de la Vulgata, pues habríamos de analizar cuestiones 
exegéticas demasiado especializadas para nuestro intento.
 
 Los Padres antiguos vieron también 
aludidos los siete dones del Espíritu Santo en aquellos septenarios 
del Apocalipsis que hablan de siete espíritus de Dios (1,4; 
5,6), siete candeleros de oro (1,12), siete estrellas (1,16), siete 
antorchas (4,5), siete sellos (5, 1.5), siete ojos y siete 
cuernos del Cordero (5,6).
 
 Éstos y otros lugares de la Escritura 
fueron estimulando desde antiguo en la historia de la teología 
y de la espiritualidad una doctrina sistemática de los siete 
dones del Espíritu Santo, que alcanza su madurez en la 
teología de Santo Tomás, que ya hemos estudiado anteriormente, aunque 
sea en forma muy breve.
 
 Correspondencia
 
 Santo Tomás enseña que todos 
los dones del Espíritu Santo están vinculados entre sí, de 
tal modo que se potencian mutuamente: el don de fortaleza, 
por ejemplo, ayuda al de consejo, y éste abre camino 
al don de ciencia, etc. Y a su vez todos 
los dones están vinculados con la caridad teologal (STh I-II,68,5).
 
 A 
esa doctrina muy firme, añade el Doctor común otras explicaciones 
más opinables, en las que señala que hay también una 
especial correspondencia entre cada una de las virtudes y los 
dones del Espíritu Santo, que vienen a perfeccionarlas en su 
ejercicio (STh I-II,68-69; II-II, 8. 9. 19. 45. 52. 121. 
139.141 ad3m).
 
 Virtudes teologales Dones del Espíritu
 
 (sobre el fin) Santo
 
 Caridad Sabiduría
 Fe Ciencia y Entendimiento
 Esperanza Temor
 
 Virtudes morales
 
 (sobre los 
medios)
 
 Prudencia Consejo
 Justicia Piedad
 Fortaleza Fortaleza
 Templanza Temor
 
 Todos los dones del 
Espíritu Santo son perfectísimos, evidentemente. Sin embargo, la tradición teológica 
y espiritual suele ver en ellos una escala ascendente de 
menor a mayor excelencia: en la base pone el temor 
de Dios y en la cumbre el don de sabiduría.
 
 Notemos, 
por último, antes de examinar uno a uno los diferentes 
dones del Espíritu Santo, que todos ellos, aunque sean hábitos 
infusos distintos, son participaciones en un mismo y solo Espíritu, 
que obra así en el hombre al modo divino. El 
apóstol Pablo expresa esto en palabras muy breves, pero muy 
exactas: «hay diversidad de dones, pero uno solo es el 
Espíritu» (1Cor 12,4).
 
 Don de Temor.
 
 Don de Fortaleza.
 
 Don de Piedad.
 
 Don de Consejo.
 
 Don de Ciencia.
 
 Don 
de Entendimiento.
 
 Don de Sabiduría.
 
  
  
 
| La Gloria de la Santísima Trinidad |   
    | Catequesis del Papa Juan Pablo II sobre la 
Santísima Trinidad en: la Creación, Encarnación, Bautismo, 
Transfiguración, Pasión, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y vida de 
la Iglesia. |   
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| La Gloria de la Santísima Trinidad |  
 
 
 El Papa Juan Pablo II, durante los meses de Enero 
a Junio del año 2000, nos ofreció una Catequesis acerca 
del Misterio de la Santísima Trinidad, durante la Audiencia General 
de los Miércoles:
 
 
 
 
 
 
 La gloria de la Trinidad 
en la Creación
 
 La gloria de la Trinidad 
en la Encarnación
 
 La gloria de la Trinidad 
en el Bautismo de Cristo
 
 La gloria de 
la Trinidad en la Transfiguración
 
 La gloria de 
la Trinidad en la Pasión
 
 La gloria de 
la Trinidad en la Resurrección
 
 La gloria de 
la Trinidad en la Ascensión
 
 La gloria de 
la Trinidad en Pentecostés
 
 La gloria de la 
Trinidad en el hombre vivo
 
 La gloria de 
la Trinidad en la vida de la Iglesia
 
 
 
| El misterio de la Santísima Trinidad |   
    | El misterio de la Santísima Trinidad y las oposiciones racionalistas. |   
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| El misterio de la Santísima Trinidad |  
El misterio de la Santísima Trinidad
 Y las oposiciones racionalistas
 
 El misterio más sublime, y al mismo tiempo el más 
profundo e incomprensible para la razón humana, es el de 
la Santísima Trinidad.
 
 
 En qué consiste
 
 La fe nos enseña que 
el verdadero Dios es una Trinidad, esto es, que en 
una sola esencia o naturaleza divina hay tres personas, que 
son: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas 
tres personas, numéricamente distintas entre sí, son perfectamente iguales, por 
tener una sola e idéntica naturaleza.
 
 Las tres personas son coeternas. 
El Padre existe eternamente por la perfección infinita de su 
substancia y engendra eternamente a su Hijo; el Espíritu Santo 
procede eternamente del Padre y del Hijo como de un 
principio único.
 
 
 Fundamentos en que se apoya
 
 Este misterio inefable se halla 
insinuado en el Antiguo Testamento y clara y explícitamente enunciado 
en el Nuevo. Baste, por todos, el pasaje de San 
Mateo (XXVIII, 19) en que el Salvador ordena a los 
Apóstoles que bauticen a las gentes "en el nombre del 
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
 
 El dogma de 
la Trinidad ha sido siempre creído por la Iglesia, enseñado 
por todos los doctores y se halla resuimdo en esta 
frase del símbolo de San Atanasio: "La fe católica quiere 
que adoremos la Trinidad en la unidad y la unidad 
en la Trinidad, sin confundir a las personas y sin 
separar la substancia divina".
 
 
 Oposiciones racionalistas
 
 El racionalismo opone a este misterio 
el principio de contradicción y el principio de identidad. Tres, 
dice, no pueden hacer uno, porque las cosas no pueden 
ser y no ser a un mismo tiempo; y las 
cosas idénticas a una tercera son idénticas entre sí.
 
 Respecto al 
primer principio, adviértase que los católicos no afirman que tres 
personas son una sola persona o que tres dioses son 
un sólo Dios, lo cual sería realmente contradictorio; sino que 
tres personas, distintas como personas, tienen una sola e idéntica 
naturaleza.
 
 Respecto del segundo principio, las cosas idénticas a una tercera 
son idénticas entre sí en el caso de que su 
identidad sea absoluta y bajo el mismo respecto; pero si 
son idénticas bajo otro punto de vista no se sigue 
que sean idénticas entre sí. El Padre, el Hijo y 
el Espíritu Santo se identifican con la naturaleza divina y 
por eso son Dios; pero se distinguen desde el punto 
de vista de la personalidad. Asi el Padre engendra y 
no es engendrado, el Hijo es engendrado por el Padre, 
y del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo.
 
 No 
hay, pues, contradicción ninguna en el augusto misterio de la 
Trinidad. La razón no puede oponer argumento alguno para demostrar 
la imposibilidad de él. Por lo demás, los autores católicos 
suelen aducir algunas analogías de la creación, que si no 
hacen comprensible este divino misterio, a lo menos le dan 
una inteligibilida relativa y una verosimilitud al menos aparente.
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| Reflexiones sobre la Ecclesia de Trinitate |   
    | Libro. La Iglesia nace de la Santísima Trinidad y 
reúne en su seno una comunión de personas fieles de todos los tiempos y 
lugares. Por esa razón ha sido llamada Ecclesia de Trinitate. |   
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| Reflexiones sobre la Ecclesia de Trinitate |  
 Propuestas teológicas
 
 La Iglesia, en su misterio más profundo, es una 
realidad que nace de la Santísima Trinidad y reúne en 
su seno una comunión de personas fieles de todos los 
tiempos y lugares. Por esa razón ha sido llamada Ecclesia 
de Trinitate.
 
 El Padre ha dispuesto que Cristo glorioso sea el 
centro de esa comunión, como Esposo de la Iglesia (y 
de cada alma). El Espíritu Santo es quien de un 
modo inmediato teje esa red invisible que transciende nuestro tiempo 
y nuestro espacio. La Eucaristía, celebrada en este tiempo y 
en este mundo, es el sacramento por excelencia de Cristo, 
de su Misterio Pascual y de su Iglesia.
 
 Los distintos artículos 
que van apareciendo en esta sección corresponden a una lectura 
trinitaria, cristocéntrica y espiritual del Misterio de la Iglesia, en 
clave personalista (siempre en conexión con el realismo del ser).
 
 
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